ÁREA ESPECIALIZADA DE INFORMACIÓN UNIDAD DE

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ÁREA ESPECIALIZADA DE INFORMACIÓN
UNIDAD DE INVESTIGACIÓN
PRIMERA ENCUESTA NACIONAL DE PERCEPCIÓN DE LOS DERECHOS
HUMANOS DE LAS MUJERES EN COSTA RICA (2008)
EL DERECHO A LA SALUD DE LAS MUJERES:
DEL CONOCIMIENTO A LA ACCIÓN
1
PRIMERA ENCUESTA NACIONAL DE PERCEPCIÓN SOBRE EL ESTADO DE LOS DERECHOS DE LAS
MUJERES
EL DERECHO A LA SALUD DE LAS MUJERES:
DEL CONOCIMIENTO A LA ACCIÓN
M.Sc. Saskia Salas Calderón
Investigadora especialista
Unidad de Investigación, INAMU
INTRODUCCIÓN
El proceso de producción de conocimientos con enfoque de género resulta indispensable para el
entendimiento de las problemáticas de las mujeres en nuestro país y consecuentemente para el
desarrollo de políticas públicas que permitan mejorar sus condiciones. Así lo han reconocido
instrumentos internacionales como la Convención para la Eliminación de todas las formas de
discriminación contra las mujeres (CEDAW, por sus siglas en inglés) y las conclusiones de la
Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo (1994) y la Cuarta Conferencia
Mundial sobre la Mujer de Beijing (1995), en las cuales se insta a los países a incentivar la
producción de conocimientos con enfoque de género.
Históricamente el Instituto Nacional de las Mujeres ha buscado la institucionalización de estos
procesos, y no en vano su Ley Constitutiva (Ley No 7801 de 1998), en su artículo 4, inciso l, los
establece como uno de los mandatos de la institución 1.
En respuesta a este mandato, la Unidad de Investigación del Área Especializada de Información del
INAMU, ha desarrollado el Programa “Investigación para el cambio cultural a favor de la igualdad y
la equidad”, el cual busca generar aportes teóricos y metodológicos para el estudio de la realidad
de las mujeres en el país, la visibilización de sus problemáticas, la toma de decisiones y el
empoderamiento de las mujeres.
Enmarcado dentro de este Programa de Investigación se encuentra el Estado de los Derechos de
las Mujeres, estudio que busca conocer el avance, negación o retroceso en el goce de los derechos
humanos de esta población en distintos ámbitos y dimensiones. La investigación se realizará de
forma periódica (cada cuatro años) con el fin de dar seguimiento a los cambios que puedan surgir
en la situación de las mujeres.
Uno de los insumos que se utilizarán en el primer informe sobre el Estado de los Derechos de las
Mujeres es la Encuesta Nacional de Percepción sobre los Derechos de la Mujer, realizada por la
Unidad de Investigación del Área Especializada de Información del INAMU y la Escuela de
Matemáticas de la Universidad de Costa Rica. La misma fue aplicada entre setiembre y octubre de
2008, con el objetivo de conocer y comprender cómo se perciben en el país los derechos humanos
1
El Art. 4, inciso l, establece como uno de los mandatos institucionales “promover y realizar investigaciones que
permitan conocer la condición de las mujeres, la equidad de género y la situación de las familias, así como realizar
propuestas para su avance”.
2
de las mujeres. A través de la Encuesta se abordaron temas como derechos humanos de las
mujeres, conocimiento de la legislación, discurso de género, formas de discriminación hacia las
mujeres, toma de decisión en el hogar y la familia, derechos de salud sexual y salud reproductiva,
violencia intrafamiliar, cuido de las hijas y los hijos, y participación política, entre otros. La
Encuesta da cuenta de la percepción de las personas entrevistadas sobre las temáticas
mencionadas, mas no así sobre la realidad concreta del país. Por otra parte, a través de este tipo
de estudios resulta imposible conocer las causas y consecuencias de las percepciones en ella
reflejadas; lo que se pretenden, en cambio, es fotografiar la realidad tal y como es percibida en un
momento determinado.
La Encuesta fue aplicada a un total de 1012 personas mayores de 18 años en todo el territorio
nacional. La muestra incluyó la diversidad étnica, etaria y de género presente en el país, así como
las diferencias socioeconómicas, la diversidad de niveles educativos y la diversidad geográfica.
El presente artículo muestra algunos de los resultados de la encuesta, principalmente los
relacionados con el derecho a la salud de las mujeres, la percepción del mismo en sus distintas
gradientes y su ejercicio.
EL DERECHO A LA SALUD DE LAS MUJERES
Los derechos humanos son inherentes a todas las personas sin distinción de ningún tipo. Son
universales, indivisibles, interdependientes, irrenunciables, imprescriptibles, inviolables e
inalienables. Los principios básicos sobre los que se fundamentan son la dignidad, la igualdad y la
libertad, y buscan el respeto a las necesidades y aspiraciones básicas del ser humano como
garantía de una vida mejor.
Históricamente las mujeres han tenido que luchar para ser reconocidas en su dignidad, igualdad y
libertad como seres humanos, y por tanto, como
merecedoras del respeto a sus derechos
fundamentales. Muestra de ello es que en un principio
¿El derecho a la vida e
los derechos humanos fueron enunciados tomando en
integridad física, psíquica y
cuenta únicamente las necesidades de los hombres
moral es un derecho
como sinónimo de seres humanos y obviando a las
humano de las mujeres?
mujeres como parte de la humanidad y a sus
Sí 99% No 0,7%
necesidades
particulares
como
derechos
fundamentales. No es casualidad entonces que para las
mujeres lograr la igualdad de condiciones con los
¿El derecho a la salud
hombres en términos del ejercicio de sus derechos
integral es un derecho
haya sido difícil, y más aún el reconocimiento de las
humano de las mujeres?
particularidades que el género conlleva y de los
Sí 99,1% No 0,4%
derechos específicos que les corresponden.
En nuestro país la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres no ha sido menos
compleja, sin embargo, ha dado ya algunos frutos. La primera Encuesta Nacional de Percepción
sobre el Estado de los Derechos de las Mujeres exploró cuáles se consideran derechos humanos de
las mujeres. El 99% de las personas entrevistadas reconoció el respeto a la vida e integridad física,
3
psíquica y moral, como un derecho de este grupo. El 0,7% que consideró que éste no es un
derecho de las mujeres son en su mayoría hombres (85% de las respuestas negativas).
El derecho a la salud es un derecho humano fundamental asociado directamente con el respeto a
la vida y la integridad de las personas. En nuestro país este es un derecho de las mujeres
reconocido por la población general. Ejemplo de ello es que el 99,1% de las personas entrevistadas
lo reconocieron así. Nuevamente llama la atención que el 0,4% de la población entrevistada que
respondió que la salud integral no era un derecho de las mujeres estuvo constituido en su
totalidad por hombres menores de 54 años.
El derecho a la salud integral es uno de esos derechos que, aunque simples en su enunciación, son
más complicados en su comprensión y aplicación. Los instrumentos internacionales de derechos
humanos definen el derecho a la salud como el disfrute del más alto nivel posible de salud física y
mental2, pero esta condición no es sencilla de alcanzar, pues requiere reconocer que la salud
integral es mucho más que la ausencia de enfermedad. Alcanzar el más alto nivel de salud física y
mental implica la satisfacción de necesidades básicas como alimentación, vivienda, vestido y otras,
así como de otras necesidades que, aunque no son de primer orden en el sentido estricto de la
supervivencia, son imprescindibles para el desarrollo de una vida digna.
En el caso de las mujeres, el derecho a la salud integral no puede pensarse satisfecho si no se hace
efectivo el respeto a los derechos sexuales y reproductivos. En el siguiente apartado se
comentarán algunos de los principales resultados que con respecto a los derechos sexuales y
reproductivos se obtuvieron de la Encuesta Nacional de Percepción de Derechos Humanos de las
Mujeres en Costa Rica.
DERECHOS EN SALUD SEXUAL Y SALUD REPRODUCTIVA
Como señala Alda Facio (2008), una de las características de los derechos humanos es que son
dinámicos y se encuentran en permanente expansión, pues responden a las demandas de grupos
de personas que han sido excluidas de la protección o a los avances en el conocimiento humano.
La incorporación de la perspectiva de género al análisis de la realidad ha contribuido al desarrollo
de la teoría y práctica de los derechos humanos, ampliándoles para responder a las necesidades e
intereses de la población femenina y, al mismo tiempo, a las necesidades reales de la población
masculina y no sólo al estereotipo de hombre creado por la sociedad androcéntrica.
Uno de los principales productos de la inclusión de la perspectiva de género en la teoría y práctica
de los derechos humanos fue el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos como
derechos fundamentales. Las necesidades de las mujeres son apremiantes porque son las
necesidades de la mitad de la población, y no se puede hablar, por ejemplo, de un derecho a la
salud integral si no se toma en cuenta la importancia que tiene para las mujeres la posibilidad de
decidir sobre su sexualidad y sus procesos reproductivos.
2
Ver artículo 11 de la Declaración Americana de Deberes y Derechos del Hombre (OEA, 1948); artículo 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas (ONU, 1966); artículo 10 del
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales (“Protocolo de San Salvador”, OEA, 1988).
4
La línea divisoria entre lo que se conoce como derechos sexuales y derechos reproductivos es aún
muy delgada y difusa (Facio, 2008); esto provoca que muchas veces estos sean enunciados como
un mismo universo de derechos (Villanueva Flores, 2008). En efecto resulta complejo separar la
sexualidad de la reproducción en términos de derechos exigibles, pero es importante intentarlo
para reconocer que ambas no siempre se encuentran asociadas.
Los derechos sexuales no se encuentran definidos claramente como tales en el programa de
Acción de El Cairo ni la Plataforma de Acción de Beijing; sin embargo, este último instrumento
señala en su párrafo 96 lo siguiente:
…los derechos humanos de la mujer incluyen su derecho a tener control sobre las cuestiones relativas
a su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva, y decidir libremente respecto de esas
cuestiones, sin verse sujeta a la coerción, la discriminación y la violencia. Las relaciones igualitarias
entre la mujer y el hombre respecto de la integridad de la persona, exigen el respeto y el
consentimiento recíprocos y la voluntad de asumir conjuntamente la responsabilidad de las
consecuencias del comportamiento sexual. (Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, 1995; párr.
2.6)
El ejercicio libre, responsable y voluntario de la sexualidad se encuentra asociado a la salud sexual.
El párrafo 7.2 del Programa de Acción del Cairo (Organización de Naciones Unidas, 1994) define
como su objetivo principal “el desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no meramente
el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión
sexual”.
Según Villanueva (2008), algunos de los componentes de la sexualidad que deben considerarse
protegidos como parte de los derechos sexuales son la identidad sexual, la orientación sexual, la
elección de pareja y la ausencia de actividad sexual coercitiva. Además, y en virtud de estos
derechos, resulta imprescindible el resguardo de la educación e información sexual como
derechos.
Por su parte, los derechos reproductivos se definen en el párrafo 2.3 del Programa de Acción de El
Cairo (Organización de Naciones Unidas, 1994) como aquellos que reconocen el
…derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de
hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre éstos y a disponer de la información y
de los medios para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva.
También incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación,
coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos.
(Organización de Naciones Unidas, 1994, párr. 2.3)
Inevitablemente, los derechos reproductivos se encuentran estrechamente ligados con el derecho
a la salud, y en su forma específica este ligamen se reconoce en sí mismo como el derecho a la
salud reproductiva. El párrafo 7.2 del Programa de Acción del Cairo (Organización de Naciones
Unidas, 1994) define este concepto como “un estado general de bienestar físico, mental y social, y
no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el
sistema reproductivo y sus funciones y procesos”. Por ello, la salud reproductiva incluye la
capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos, y la posibilidad de procrear
cuando así se decide. Para poder acceder a este derecho es imprescindible contar con información
veraz, actualizada y objetiva; de la misma manera implica la posibilidad de recibir servicios
5
adecuados de atención de la salud reproductiva que busquen el bienestar al evitar y resolver
problemas relacionados con la misma.
La esfera de los derechos sexuales y reproductivos es sumamente amplia, pues aunque éstos no se
encuentran contemplados en un único instrumento legal internacional de derechos humanos,
están dispersos en todos y existe consenso sobre la aplicabilidad de los derechos fundamentales
en ámbitos de la vida reproductiva (Facio, 2008).
En el siguiente cuadro se citan 12 conjuntos de derechos que Facio (2008) enumera como
fundamentales y ya reconocidos en instrumentos internacionales, regionales y nacionales.
1.
El derecho a la vida
 El derecho a no morir por causas evitables relacionadas con el parto y el embarazo
2.
El derecho a la salud
 El derecho a la salud reproductiva
3.
El derecho a la libertad, seguridad e integridad personales
 El derecho a no ser sometida a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes
 El derecho a estar libre de violencia basada en el sexo y el género
 El derecho a vivir libre de la explotación sexual.
4.
El derecho a decidir el número e intervalo de hijos
 El derecho a la autonomía reproductiva
 El derecho a realizar un plan de procreación con asistencia médica o de una partera reconocida, en
un hospital o en un ambiente alternativo.
5.
El derecho a la intimidad
 El derecho de toda persona a decidir libremente y sin interferencias arbitrarias, sobre sus
funciones reproductivas.
6.
El derecho a la igualdad y a la no discriminación
 El derecho a la no discriminación en la esfera de la vida y salud reproductiva.
7.
El derecho al matrimonio y a fundar una familia
 El derecho de las mujeres a decidir sobre cuestiones relativas a su función reproductora en
igualdad y sin discriminación
 El derecho a contraer o no matrimonio
 El derecho a disolver el matrimonio
 El derecho a tener capacidad y edad para prestar el consentimiento para contraer matrimonio y
fundar una familia.
8.
El derecho al empleo y la seguridad social
 El derecho a la protección legal de la maternidad en materia laboral
 El derecho a trabajar en un ambiente libre de acoso sexual
 El derecho a no ser discriminada por embarazo
 El derecho a no ser despedida por causa del embarazo
6
 El derecho a la protección de la maternidad en materia laboral
 El derecho a no sufrir discriminaciones laborales por embarazo o maternidad.
9.
El derecho a la educación
 El derecho a la educación sexual y reproductiva
 El derecho a la no discriminación en el ejercicio y disfrute de este derecho
10. El derecho a la información adecuada y oportuna
 El derecho de toda persona a que se le dé información clara sobre su estado de salud
 El derecho a ser informada sobre sus derechos y responsabilidades en materia de sexualidad y
reproducción y acerca de los beneficios, riesgos y efectividad de los métodos de regulación de la
fecundidad y sobre las implicaciones de un embarazo para cada caso particular.
11. El derecho a modificar las costumbres discriminatorias contra la mujer
 El derecho a modificar las costumbres que perjudican la salud reproductiva de las mujeres y las
niñas.
12. El derecho a disfrutar del progreso científico y a dar su consentimiento para ser objeto de
experimentación
 El derecho a disfrutar del progreso científico en el área de la reproducción humana
 El derecho a no ser objeto de experimentación en el área de la reproducción humana.
Fuente: Facio, 2008.
Como se ha visto, existe un marco legal internacional que respalda a los derechos sexuales y
reproductivos; sin embargo, eso no significa que exista una cultura de respeto y exigibilidad de los
mismos. Para que esto ocurra se debe conocer cuáles son nuestros derechos, pero también éstos
deben ser asumidos a nivel subjetivo como tales para exigirlos y a la vez respetarlos.
Uno de los derechos más
reconocidos a nivel general es el
derecho a la información
orientación y educación integral
en salud sexual y reproductiva,
así como los servicios y
tratamientos que se desea o no
recibir. El 99,5% de la población
entrevistada reconoció éste
como un derecho humano de las
mujeres.
En materia de derechos sexuales y reproductivos la
Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos
Humanos de las Mujeres en Costa Rica muestra
que existe una importante brecha entre el
conocimiento de los derechos y la puesta en
práctica de los mismos. A pesar de que existe un
reconocimiento generalizado sobre cuáles son los
derechos humanos de las mujeres y su
importancia, las preguntas referentes al ejercicio
de esos derechos muestran una realidad distinta.
Por ejemplo, el 99,5% de la población entrevistada
reconoció el derecho a la información, orientación
y educación integral en salud sexual y reproductiva,
así como los servicios y tratamientos que se desea
o no recibir como un derecho de las mujeres. Este porcentaje baja cuando se pregunta si los
adolescentes deben recibir educación sexual, pues el 86% de la población entrevistada reconoce
ese derecho para este grupo etario y por tanto para las mujeres adolescentes.
Aunque el porcentaje evidencia cierto consenso al respecto, también evidencia que hay un sector
de la población (14%) que se encuentra en desacuerdo con la posibilidad de los y las adolescentes
7
de aprender sobre su sexualidad para ejercerla de una manera
saludable y responsable. Este grupo está constituido principalmente
por hombres (58,54% de las personas en contra), y personas mayores
de 55 años (36,59% de las personas en contra).
Entre las personas entrevistadas con edades entre los 18 y 24 años, en
cambio, el 90% de los hombres y el 88,8% de las mujeres estuvieron de
acuerdo con la afirmación “Los adolescentes deben recibir educación
sexual”, para un porcentaje total del 92,27% del total de personas
entrevistadas en este grupo etario. Esto evidencia una necesidad
latente entre los y las adolescentes de recibir información y educación
en materia de sexualidad que no está siendo respondida en la
actualidad.
Una educación sexual integral no sólo informa sobre los procesos
fisiológicos involucrados en la reproducción, sino que también brinda
herramientas para el ejercicio libre, responsable y voluntario de la
sexualidad, que es también un derecho humano.
Este derecho fue reconocido por el 97,2% de las personas entrevistadas
(99% de los hombres y 97,6% de las mujeres), lo que evidencia un
cambio cultural importante a favor del respeto a los derechos
fundamentales de las mujeres en la población en general.
¿Ejercer una sexualidad libre, responsable y
voluntaria es un derecho humano de las
mujeres?
98,3%
1,7%
Sí
No
El cambio es substantivo pero aún no ha sido total. Como se observa en
el gráfico anterior, aún existe un 1,7% de la población que considera
que ejercer una sexualidad libre, responsable y voluntaria no es un
derecho humano de las mujeres. Curiosamente el 70,6% de estas
personas son precisamente mujeres mayores de 25 años,
mayoritariamente amas de casa (75% de este grupo de mujeres); ello
evidencia que aún existe un sector de la población femenina en nuestro
La mamografía es una
herramienta
fundamental en la
detección temprana
del cáncer de mamas.
Se recomienda que las
mujeres de 40 años o
más se realicen el
examen una vez al año
o cada dos años.
Aunque este tipo de
cáncer también puede
presentarse en los
hombres es mucho
menos frecuente y por
tanto también lo es la
realización de la
mamografía en ellos.
Entre la población
entrevistada el 32,69%
de las mujeres
mayores de 40 años
nunca se han realizado
una mamografía,
mientras que el
23,85% lo hicieron
hace menos de un año
y el 21,15% hace uno o
dos años.
Las provincias donde
existen más altos
porcentajes de
mujeres mayores de 40
años que no se han
hecho la mamografía
nunca son Guanacaste
(66,7%), Puntarenas
(70,0%) y Limón
(76,1%).
Por otro lado, del total
de mujeres
entrevistadas que son
aseguradas de la CCSS,
el 53,4% no se han
realizado nunca la
mamografía.
8
Una de las características de las mujeres en
la actualidad es que pueden decidir sobre su
sexualidad
6,00%
1,60%
Sí
No
Ns/Nr
92,40%
Es correcto que la mujer tenga sexo
por placer
7,59%
De acuerdo
Ni de acuerdo ni
en desacuerdo
24,48%
57,14%
En desacuerdo
Ns/Nr
10,79%
país que no se siente dueña de su propio cuerpo ni con
derecho a tomar decisiones relacionadas con su propia
sexualidad.
También resulta preocupante que de las personas que no
consideran el ejercicio libre de la sexualidad como un derecho
el 47% se encuentra actualmente en una relación de pareja
formal (matrimonio o unión libre). El 53% restante son
personas solteras, separadas o divorciadas, lo que deja
abierta la posibilidad de entablar relaciones futuras de pareja
en las que este derecho no sea respetado ni exigido como tal.
Este derecho se relaciona directamente con la posibilidad de
las mujeres de decidir sobre su propio cuerpo y disfrutarlo, lo
que incluye ejercer su sexualidad cuando así lo deseen,
separar la sexualidad de la reproducción, y decidir cuándo y
cuántos hijos o hijas tener. Históricamente la sociedad
patriarcal ha reconocido al hombre estos derechos, pero no
así a las mujeres. La sexualidad continúa siendo un tema
álgido y lleno de tabúes restrictivos y contradicciones cuando
se trata de su ejercicio por parte de la población femenina.
La Encuesta Nacional sobre Percepción de los Derechos
Humanos de las Mujeres en Costa Rica incluyó una pregunta
sobre las características que la población consideraba que
identificaban a las mujeres en la actualidad. El 92,4% de la
población entrevistada consideró que el hecho de que puedan
decidir sobre su sexualidad era una de ellas. Sin embargo, más
adelante en el cuestionario, cuando se pregunta si es correcto
que la mujer tenga sexo por placer sólo el 57,2% está de
acuerdo. El 24,5% de la población entrevistada está en
desacuerdo o total desacuerdo con esta afirmación, mientras
que un 10,8% no está ni de acuerdo ni en desacuerdo y un
7,6% no respondió la pregunta.
En la desaprobación de esta última afirmación vemos algunas tendencias. Por ejemplo, el 65,33%
de las personas en desacuerdo son mayores de 35 años, mientras que el 64,53% de quienes están
de acuerdo son personas menores de 44 años. Los hombres entrevistados tendieron a estar más
de acuerdo con la afirmación que las mujeres (53,63% de los hombres estuvo de acuerdo,
mientras que entre las mujeres sólo lo estuvo un 46,37%), lo que concuerda con la afirmación
hecha anteriormente sobre la existencia de un grupo de mujeres que aún no se ha adueñado de su
derecho a tomar decisiones en torno al ejercicio de su sexualidad y a disfrutarla.
Lo anterior resulta aún más preocupante si se toma en cuenta que el 41,8% de las mujeres que
consideran que no es correcto tener sexo por placer están casadas y el 13,48% viven en unión
libre. Entre los hombres con la misma posición ideológica el 51,40% están casados y el 15,89%
viven en unión libre. Es presumible, entonces, que en estas parejas la sexualidad esté relacionada
directamente con el placer del hombre y por tanto con su satisfacción, mientras que las
9
necesidades de las mujeres y el disfrute de la relación sexual para ellas esté siendo totalmente
invisibilizado. Y es que en el ámbito de la sexualidad de las mujeres existen grandes
contradicciones entre el reconocimiento público y racional de sus derechos y el libre ejercicio de
los mismos. Esta dicotomía crea una ilusión de respeto que se entreteje con una verdad restrictiva
y discriminatoria para un grupo considerable de mujeres.
La Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanas de las Mujeres en Costa Rica indagó
sobre la posibilidad de decidir que tienen las mujeres en diversos ámbitos. Uno de ellos fue la
posibilidad de decidir cuándo tener relaciones sexuales en el contexto de la pareja (actual o
eventual). El 83,3% de las personas entrevistadas respondió que la decisión se toma entre ambos
miembros de la pareja; un 4,2% indicó que la decisión la toma el hombre, mientras que un 3,9%
dijo que lo hace la mujer.
Cuando entramos a analizar detalladamente cada respuesta encontramos que entre las personas
entrevistadas que afirman que
la decisión sobre cuándo
tener relaciones sexuales se
toma entre los dos, el 52,5%
son hombres y el 47,8%
mujeres. Cuando se analizan
los datos cruzando las
variables sexo y edad, tanto
entre los hombres como en
las mujeres el grupo de
personas mayores de 65 años
respondió
con
menos
frecuencia que la decisión es
de ambos miembros de la
pareja (sólo el 75% entre los
hombres, 62,9% entre las
mujeres); en el resto de los
grupos etarios la frecuencia
de esta respuesta supera el
80%.
Entre las personas que consideran que esta es una decisión del hombre, el 40,5% son hombres y el
59,5% son mujeres. Estos hombres y mujeres son, en su mayoría, mayores de 40 años (64,71% de
los hombres que dieron esta respuesta y 68% de las mujeres que dieron esta respuesta).
Finalmente, entre las personas que consideran que esa es una decisión de la mujer, el 33,3% son
hombres y el 66,7% son mujeres.
Estos datos se complementan y al mismo tiempo se contraponen con los derivados de otra sección
de la Encuesta, en la cual se indaga sobre los roles de la esposa en el matrimonio, y especialmente,
en el ámbito de la sexualidad. Ante la afirmación “Es obligación de la mujer tener relaciones
sexuales con su esposo aunque ella no quiera”, el 84,9% de la población entrevistada estuvo en
desacuerdo con la idea, un 8,8% estuvo de acuerdo y un 6,40% no estuvo ni de acuerdo ni en
desacuerdo.
10
Evidentemente hay avances importantes en el reconocimiento de la autoridad de la mujer sobre
su propio cuerpo, específicamente en el contexto del matrimonio. No obstante, resulta
preocupante que aún exista un porcentaje de la población que se muestre indeciso sobre la
obligación de la mujer de tener relaciones sexuales con su esposo, y más aún que exista un
porcentaje de la población que considere que sí es obligación de la mujer aunque ésta no desee la
relación sexual.
Entre el grupo de personas que se mostraron en contra de la afirmación (un 84.9% del total) un
52% son mujeres. Los y las estudiantes, las amas de casa y las personas que desempeñan una
profesión liberal tuvieron los porcentajes más altos de rechazo a la afirmación (90,38%, 87,94% y
89,13% respectivamente).
Por el contrario, el 54,55% de las personas que consideran que la mujer está obligada a tener
relaciones sexuales con su esposo aunque ella no quiera son hombres y personas mayores de 45
años (21,80% del total de personas que respondieron la pregunta). Llama la atención que entre las
personas casadas, solteras y viudas hay porcentajes de aceptación de la afirmación mayores al 8%
(8,94%, 9,18% y 14,06% respectivamente), lo que evidencia un número importante de mujeres
que en algún momento de su vida han sido, son o serán forzadas a mantener relaciones sexuales
con sus esposos aún cuando no lo deseen.
Quienes no se muestran ni a favor ni en contra son también un sector importante, pues su
indecisión les hace proclives a irrespetar eventualmente el derecho de la mujer a decidir sobre su
cuerpo. Este grupo está conformado principalmente por hombres (68,75%), personas mayores de
45 años (54,69%), casadas o solteras (45,31% y 31,25% respectivamente), lo que coincide con el
grupo que está de acuerdo con la afirmación.
Es obligación de la mujer tener
relaciones sexuales con su esposo
aunque ella no quiera
De
acuerdo
totalmente
acuerdo:
o
de
- 54,55% hombres
- 21,80% mayores de 45
años
- Personas
casadas,
solteras
y viudas
(8,94%,
9,18%
y
14,06%
respectivamente).
Ni de acuerdo ni en
desacuerdo:
- 68,75% hombres
- 54-69%
son
personas mayores
de 45 años,
- Personas casadas o
solteras (45,31% y
31,25%
respectivamente).
En desacuerdo o
totalmente
en
desacuerdo:
- 52% mujeres
- Estudiantes, amas de
casa y personas que
desempeñan
una
profesión
liberal
(90,38%, 87,94% y
89,13%
respectivamente).
11
Los datos anteriormente expuestos dan cuenta de que, a pesar de que existe un conocimiento
general sobre el derecho humano de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, en la
práctica, en situaciones concretas, aún existe un porcentaje importante de la población que no
avala el ejercicio de este derecho. Esta situación representa una forma de discriminación en contra
de las mujeres, pero lamentablemente no es
vista como tal en la magnitud que corresponde.
Ante la frase “Las mujeres son discriminadas en
su libertad sexual” el 63,90% se mostró de
acuerdo (51,16% mujeres y 48,84% hombres),
mientras que el 18,60% estuvo en desacuerdo
con la afirmación (51,32% hombres y 48,68%
mujeres).
Aunque
mayoritariamente
la
población reconoce la existencia de ese tipo de
discriminación, el porcentaje evidencia una
invisibilización de las restricciones que tienen las
mujeres actualmente para el ejercicio libre,
responsable y voluntario de su sexualidad.
Como se observó con anterioridad aún existen
grupos de personas, minoritarios pero no por
ello insignificantes, que consideran que no es
correcto que las mujeres tengan sexo por placer,
que en las relaciones de pareja es el hombre
quien decide cuándo tener relaciones sexuales, o
que la mujer tiene la obligación de mantener
relaciones sexuales con su esposo aunque no lo
desee. Todas estas son distintas formas en las
que se ejerce control sobre el cuerpo de la mujer
y su sexualidad y constituyen ejemplos claros de
la discriminación.
Si usted tiene o tuviera pareja,
¿quién decide cuántos hijos tener?
Hombre
Mujer
No
aplica
5,7%
8,3%
El
hombre
3,4%
2,2%
La
mujer
3,8%
12,1%
Entre
los dos
84,8%
74,3%
La sexualidad en la mujer debe entenderse no
sólo en función de la reproducción, pues de lo
contrario se convierte a la mujer en un
instrumento para la procreación. Esta perspectiva deshumaniza a las mujeres y las coloca en una
posición carente de dignidad y por tanto de derechos. No obstante, una parte importante del
derecho a decidir sobre el propio cuerpo para las mujeres es la posibilidad de determinar si desea
o no desea tener hijos o hijas, y en caso afirmativo, cuántos hijos o hijas tener. Difícilmente se
podría obviar que actualmente esta posibilidad es mucho más palpable en la vida de las mujeres
que hace algunas décadas, pero tampoco se puede obviar que no es así para un grupo de ellas.
Los datos de la Encuesta Nacional sobre Percepción de los Derechos de las Mujeres muestran que
existe un 86,4% de personas encuestadas que consideran que la posibilidad de decidir o no tener
hijos es un hecho que caracteriza a las mujeres en la actualidad, lo que evidencia un
12
Ns/Nr
2,4%
3,2%
reconocimiento extensivo del derecho. No obstante, existe aún un 11,8% que está en desacuerdo
con la afirmación.
Ahora bien, el poder de decisión de las mujeres sobre si tener o no tener hijos debe ser analizado
también en el contexto de las relaciones de pareja. Ante la pregunta “¿Si usted tuviera pareja o si
la tiene, quién decide cuántos hijos tener?”, el 79,5% de las personas entrevistadas respondieron
que es una decisión consensuada de la pareja, el 7,9% indicó que es la mujer quien decide y el
2,8% que la decisión corresponde al hombre. Resulta significativo que de los hombres que
respondieron que es a ellos a quienes les corresponde la decisión de cuántos hijos tener (3,4% del
total de hombres), la gran mayoría son casados (58,8%) y con escolaridad de secundaria
incompleta o inferior (94% del total de los hombres con esta respuesta).
El derecho de las mujeres a decidir cuántos hijos o hijas tener, es decir el derecho a la autonomía
reproductiva, se relaciona directamente con la posibilidad de las mujeres de acceder a métodos de
anticoncepción. Este derecho no debe restringirse por razón de
origen social, edad, religión u otros factores similares, sino que
el acceso debe ser igualitario para todas las personas, y en
¿Es correcto que los y
especial, para todas las mujeres.
las adolescentes usen
anticonceptivos?
Una de las poblaciones más discriminadas en nuestro país con
- De acuerdo o
totalmente
de
acuerdo: 68,8%.
- Ni de acuerdo ni
en desacuerdo: 9,9%.
- En desacuerdo o
totalmente
en
desacuerdo: 21,30%.
respecto al acceso a métodos anticonceptivos es la población
adolescente. En la Encuesta se evidenció que el 68,8% de los y
las entrevistadas estuvieron de acuerdo con que las y los
adolescentes utilicen anticonceptivos para evitar el embarazo.
Este porcentaje está compuesto por personas jóvenes entre 18
y 34 años (83,25% de la población entre 18 y 24 años y 70,27%
de la población entre 25 y 34 años), y estudiantes (82,18% de
los y las estudiantes entrevistadas).
Las cifras anteriores indican que 69 de cada 100 personas en
nuestro país están de acuerdo con el uso de anticonceptivos
por parte de los y las adolescentes. No obstante, esta realidad
no se refleja en la aprobación de políticas públicas en la
materia, pues pareciera ser que las personas tomadoras de
decisiones ofrecen una mayor resistencia a suplir esta
necesidad de la población joven.
Y es que aún existe un grupo de la población de alrededor de 21 de cada 100 personas que están
en desacuerdo o en total desacuerdo con que los y las adolescentes utilicen anticonceptivos.
Llama la atención que este grupo está conformado mayoritariamente por mujeres (57,97%), amas
de casa (35,75%) y personas mayores de 35 años (72,95% de la población en desacuerdo).
Esta postura se contrapone a los hallazgos sobre el conocimiento de los distintos métodos de
anticoncepción que tiene la población costarricense; por un lado, la población está bien informada
sobre los diversos métodos anticonceptivos y por ende sobre la anticoncepción en general, pero
por otro, existe un sesgo de discriminación hacia la población adolescente en la medida en que se
desaprueba su uso.
13
Profundizando un poco más sobre el conocimiento que se tiene de los métodos anticonceptivos,
es importante decir que éste está bastante extendido en nuestro país. La Encuesta Nacional de
Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres indagó entre las personas encuestadas cuáles
métodos anticonceptivos conocían 3. En todos los casos el porcentaje de personas que dijo conocer
el método fue mayor al 50%. Los métodos más conocidos son las pastillas (93,5% del total de
personas entrevistadas, 91,7% de los hombres y 95,3% de las mujeres), el preservativo o condón
(95,7% de la población entrevistada, 95,3% de los hombres y 96% de las mujeres) y las inyecciones
(78,9% de la población entrevistada, 74,1% de los hombres y 83,6% de las mujeres).
En términos generales es posible decir que las personas con más bajos niveles de escolaridad
(primaria completa o menos) son quienes conocen menos los métodos anticonceptivos. Sin
embargo, en aquellos métodos que son más conocidos por la población en general los porcentajes
nunca son inferiores al 38% de las personas, incluyendo a las personas que no han tenido ninguna
escolaridad. Al respecto resulta muy importante resaltar que estos datos indican que el sistema
educativo tiene un papel fundamental en la difusión del conocimiento sobre anticoncepción, pero
no es la única entidad que cumple este papel. Las conversaciones con familiares y amigos o
amigas, las iglesias, los medios de comunicación de masas y el sistema de Salud Pública, sirven
también como instancias de difusión de información sobre la temática, y el enfoque que en cada
entidad se adopte influye en la manera en que los y las receptoras del mensaje lo perciban.
Con respecto al sistema de Salud Pública de nuestro país, la Encuesta indagó si la población
considera que debería tener un papel activo brindando información sobre métodos
anticonceptivos. El 94,7% de la población entrevistada consideró que el sistema de Salud Pública
efectivamente debería dar información y asesoramiento sobre métodos anticonceptivos, lo que
resulta en una demanda importante de la población a las autoridades de Salud en el país, a fin de
tener acceso a uno de los derechos fundamentales: el derecho a la información, en este caso, en
materia de salud sexual y salud reproductiva.
Entre las personas que se mostraron de acuerdo con la afirmación cabe resaltar que el 42,80% son
personas con baja escolaridad (primaria completa o menos) y el 82% son personas aseguradas por
de la CCSS, lo que significa que eventualmente la información sobre métodos de anticoncepción
es, o podría ser, una demanda real que hagan a los servicios de Salud Pública. Las personas que no
creen que esta sea una obligación del Sistema de Salud, son hombres mayores de 50 años (69,56%
de los hombres en contra de la afirmación), y mujeres mayores de 65 años (50% de las mujeres en
contra de la afirmación).
Aún cuando existe cierto consenso con respecto a que el Sistema de Salud debería brindar este
servicio, el ejercicio del derecho a la información en este espacio es limitado. De las personas
entrevistadas sólo el 35,97% ha pedido alguna vez asesoramiento sobre anticonceptivos en los
servicios de salud pública.
El grupo que ha hecho ejercicio de este derecho está constituido principalmente por mujeres
(63,19%), personas menores de 39 años (56,31% del total de personas que solicitaron
asesoramiento), casadas, en unión libre o solteras (juntas suman el 85,16% de las personas que sí
consultaron), con primaria completa, secundaria incompleta o secundaria completa (juntas suman
3
Se presentó una lista que incluyó pastillas anticonceptivas, preservativo o condón, DIU, diafragma, píldora del día
después, inyecciones, ritmo o conteo de fechas, óvulos, esterilización masculina, esterilización femenina u otros.
14
57,98% de las personas que sí consultaron), y
que viven en las zonas urbanas concentradas
(47,25% de las personas que sí consultaron)
o rurales dispersas (25,27% de las personas
que consultaron).
Llama la atención que entre quienes
solicitaron
asesoramiento
sobre
anticonceptivos existe un porcentaje
pequeño pero importante de personas que
no son aseguradas de la CCSS (12,64%). Esto
denota una demanda real que requiere ser
cubierta para solventar las necesidades de
información de la población general, ya sea
que cuente o no con un seguro de la Caja.
¿Tiene fácil acceso a anticonceptivos?
Asegurado
Hombre
No asegurado
Porcentaje global
Asegurada
Mujer
No asegurada
Porcentaje global
Sí
No
Ns/Nr
79,1%
14,3%
6,5%
69,4%
19,4%
11,1%
77,1%
15,4%
7,5%
74,7%
11,1%
14,2%
58,7%
25,3%
16,0%
72,35
13,2%
14,4%
Es claro que la solicitud de información o
asesoramiento no es suficiente para indicar
que las mujeres en nuestro país tienen
garantizado su derecho a la anticoncepción.
Uno de los factores que determinan la
garantía efectiva de este derecho es la
facilidad o dificultad con que se tiene acceso
a los diversos métodos anticonceptivos.
De las personas entrevistadas el 74,70%
indicó que tiene fácil acceso a métodos
anticonceptivos (77,1% de los hombres y
72,3% de las mujeres). Quienes tienen más
fácil acceso son las personas jóvenes entre
18 y 29 años, mientras que quienes dicen
con más frecuencia tener dificultades en el
acceso a los métodos anticonceptivos son las
personas de más de 45 años.
En las zonas de tipo rural concentrada, los
hombres dicen tener mayores dificultades
para acceder a métodos anticonceptivos:
sólo un 66,7% de los hombres que viven en este tipo de zonas dicen tener fácil acceso a los
anticonceptivos. En el caso de las mujeres, las mayores dificultades existen en las zonas de tipo
rural dispersa, donde sólo el 69,8% dice tener fácil acceso a anticonceptivos. Aunque estos
porcentajes parecen ser elevados, denotan una restricción a un derecho que debería ser efectivo
para el 100% de la población.
El papel del Sistema de Salud Pública en nuestro país para garantizar el acceso a métodos de
anticoncepción, especialmente para las mujeres, resulta ser vital. Cuando se compara el
porcentaje de personas que reconocen no tener fácil acceso a métodos anticonceptivos existe una
diferencia importante entre quienes son asegurados o aseguradas de la CCSS y quienes no lo son.
15
Para las personas que no cuentan con un seguro de la Caja Costarricense del Seguro Social, las
facilidades para acceder a métodos anticonceptivos son mucho menores, especialmente cuando
se trata de las mujeres, quienes se diferencian en 14,2 puntos porcentuales de sus congéneres con
seguro.
Ahora bien, ni el conocimiento ni las posibilidades de acceso garantizan las mujeres ejerzan su
derecho a la utilización de métodos anticonceptivos. Como se verá a continuación, el
conocimiento no siempre se convierte en acción.
La Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres indagó sobre el uso
de métodos anticonceptivos. Resulta
alarmante que, a pesar del amplio
conocimiento que existe sobre ellos a nivel
nacional, el 52,5% de la población declaró no
utilizar ningún método anticonceptivo. El
porcentaje entre los hombres es del 46,8%,
mientras que entre las mujeres alcanza el
53,95%.
Al analizar los datos para conocer quiénes son
las personas que no utilizan ningún método
anticonceptivo se observa que entre el grupo
de edad de 18 a 24 años el 41 de cada 100
personas no utiliza ningún método. Al
desglosar esta cifra por sexo se detalla que 50
de cada 100 mujeres en ese rango de edad no
utiliza anticoncepción, mientras que tampoco
lo hace 32 de cada 100 hombres. La situación
es igual de preocupante entre las personas de
25 a 29 años de edad, en donde 16,7% de los
hombres y 35,2% de las mujeres no utilizan
métodos de anticoncepción, para un
porcentaje global del 25,44% en este grupo
de edad. El dato resulta relevante porque
estos grupos de edad son los que dicen tener
más fácil acceso a métodos anticonceptivos y
quienes los conocen más; sin embargo, su
porcentaje de uso no concuerda con el nivel
de conocimiento o accesibilidad.
En el caso específico de las mujeres, cuando
se evalúa el nivel de uso de anticonceptivos
durante el periodo de edad reproductiva, se
evidencia que 41,06 de cada 100 mujeres no
utilizan ningún tipo de método y por ello
podrían encontrarse frente a un eventual
riesgo de embarazo no deseado.
16
Otro importante hallazgo de la Encuesta es que la accesibilidad a los métodos anticonceptivos no
siempre genera un mayor uso. Por ejemplo, el 66,7% de los hombres que viven en zona de tipo
rural concentrada dijeron tener fácil acceso a los anticonceptivos, pero sólo un 46,67% los utiliza.
Lo mismo ocurre con las mujeres que viven en la zona rural dispersa, en donde el 69,8% dijo tener
fácil acceso a anticonceptivos, pero sólo el 40,48% los usa.
Los datos muestran claramente que a
menor
escolaridad
es
menos
frecuente el uso de métodos
anticonceptivos. En personas que
Porcentajes de no utilización de métodos
únicamente completaron la primaria o
anticonceptivos
tienen un nivel de escolaridad inferior
Hombres Mujeres Porcentaje
53,78 de cada 100 personas no usan
global
ningún
método
anticonceptivo
Personas
36,6%
61,8%
51,8%
(53,78% de no utilización de
solteras
anticoncepción en personas con
Personas
25,9%
34,8%
30,8%
primaria completa, 69,32% entre
en unión
quienes tienen primaria incompleta, y
libre
65,51% entre las personas con
Personas
48,3%
42,9%
45,9%
ninguna
escolaridad).
Aunque
casadas
preocupante, este resultado era
esperable, pues existen otros estudios
que establecen esta correlación. No
obstante, resulta alarmante que en grupos con altos niveles de escolaridad también exista un alto
porcentaje de personas que no utilizan ningún método anticonceptivo (porcentajes globales de
49,07% entre personas con universidad incompleta y 40% entre personas con universidad
completa).
Es importante resaltar, por las implicaciones prácticas que este hecho tiene, que los porcentajes
de no utilización de anticoncepción son mayores en las mujeres con algún grado de educación
superior que entre los hombres. Entre las mujeres con universidad incompleta el 59,6% no utilizan
ningún método, mientras que entre las que tienen universidad completa, el 55,3% no lo hacen.
Entre los hombres con universidad incompleta, en cambio, 37,3 de cada 100 no usan
anticoncepción, y entre quienes tienen universidad completa, 28,8 de cada 100. Si se toma en
cuenta que los grupos con educación universitaria completa o incompleta tienen muy altos
porcentajes de conocimiento de todos los métodos anticonceptivos y también indicaron tener fácil
acceso a anticonceptivos (96 de cada 100 hombres con educación universitaria y 75 de cada 100
mujeres), los datos causan preocupación, pues hablan claramente de una brecha muy grande
entre conocimiento, acceso y acción.
Con respecto al estado civil de las personas que no utilizan métodos de anticoncepción cabe
resaltar que los porcentajes globales muestran que las personas que viven en unión libre se
protegen más que las personas casadas e incluso que las personas solteras. Por otra parte, llama la
atención que al comparar los porcentajes por sexo entre las personas solteras y casadas, se nota
un incremento en el uso de anticonceptivos por parte de hombres y mujeres, pero el aumento es
mayor entre las mujeres. Esto podría estar evidenciando que durante el matrimonio la
responsabilidad de la anticoncepción recae en la mujer, mientras que durante las relaciones de
17
noviazgo o unión libre se espera que sea el hombre quien asuma la responsabilidad de protegerse
de un posible embarazo.
Ahora bien, entre las personas que sí utilizan métodos anticonceptivos los más utilizados son el
preservativo o condón (16,21% de la población entrevistada), las pastillas anticonceptivas
(13,04%) y la esterilización femenina (6,42%).
Específicamente entre las mujeres el método más utilizado son las pastillas anticonceptivas
(14,4%), seguido de la esterilización femenina (9,3%). Es importante mencionar que aunque estos
métodos protegen ante un posible embarazo no deseado, no lo hacen de infecciones de
transmisión sexual, para lo cual el único método eficiente es el condón o preservativo.
Únicamente el 7,1% de las mujeres entrevistadas afirmó utilizar éste como método
anticonceptivo. Específicamente entre las mujeres solteras se utilizan más las pastillas
anticonceptivas que el condón (14,6% de las mujeres solteras usan pastillas y 6,9% usan condón),
lo que las coloca en una situación de desprotección frente a la transmisión de infecciones por
contacto sexual.
Las pastillas anticonceptivas en las mujeres se utilizan principalmente entre los 18 y los 39 años
(86,30% de todas las mujeres que usan pastillas están en ese rango de edad), coincidiendo este
rango con la edad reproductiva de las mujeres. Por su parte, el preservativo o condón, es utilizado
por las mujeres mayoritariamente entre los 18 y 29 años (47,22% de las mujeres que utilizan el
preservativo están en ese rango de edad) o entre los 35 y 44 años (27,78%). Finalmente la
esterilización femenina se utiliza de los 30 años en adelante (78,72% de las mujeres que planifican
con este método son mayores de 30 años).
Entre los hombres el método más utilizado es el condón, aunque su porcentaje de uso es muy bajo
(25,3 de cada 100 hombres entrevistados). Los otros dos métodos más utilizados son las pastillas
anticonceptivas (12,5%) y la esterilización femenina (5,5%). Estos datos evidencian un claro
recargo de la responsabilidad de la anticoncepción en las mujeres; los hombres delegan esta tarea
en sus parejas, y sólo un bajo porcentaje asume ese papel en la relación. Es así como vemos que
entre los 18 y los 39 años el 76,27% de los hombres utilizan las pastillas como principal método de
anticoncepción, y de los 35 años en adelante el 83,33% utilizan la esterilización femenina como
método de anticoncepción.
Si bien es cierto la anticoncepción es un derecho de las mujeres, su ejercicio no debe depender
únicamente de ellas. Otro ejemplo claro de cómo esta responsabilidad recae exclusivamente en
las mujeres son los datos relacionados con la esterilización como método anticonceptivo.
Según los datos de la Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres,
el porcentaje de esterilizaciones femeninas como método anticonceptivo es de 6,42% entre las
personas encuestadas. Por el contrario, el porcentaje de esterilizaciones masculinas es
únicamente del 0,99%, a pesar de que el procedimiento es mucho más sencillo y con menos
repercusiones físicas.
Lo anterior evidencia, entre otras cosas, una diferencia enorme entre discurso y práctica, porque
cuando se pregunta si está bien que los hombres se esterilicen, el 62,06% de la población declaró
estar de acuerdo o totalmente de acuerdo (51,78% entre los hombres y 72,33% entre las mujeres).
Es evidente que existe una diferencia porcentual importante entre el número de mujeres y
18
hombres que apoyan la esterilización masculina, pero
también es clara la diferencia entre los hombres que
consideran que esta es una opción correcta y quienes se
practican el procedimiento.
No es sorpresa, entonces, que del total de personas que no
están de acuerdo con la esterilización masculina el 65,12%
son hombres. Además llama la atención que entre las
personas jóvenes existe un rechazo importante a la
esterilización masculina, pues el 18,60% de las personas que
consideran que no está bien que los hombres se esterilicen
tienen entre 18 y 24 años.
El recargo en la responsabilidad de las mujeres también se
visibiliza cuando se indaga sobre quién decide si se deben
usar o no métodos anticonceptivos. El 76,3% de las
personas entrevistadas afirmó que es una decisión conjunta
de la pareja, el 9,9% dijo que era de la mujer y el 3,0% que
era del hombre. Cuando se separan estos resultados por
sexo para analizarlos con mayor profundidad, se aprecia
que del total de personas que respondieron que era una
decisión conjunta el 82,6% de los hombres dio esa
respuesta, pero sólo el 70% de las mujeres respondió de la
misma manera. En el caso de las mujeres, el 15,2% dijo que
esa era una decisión suya y un 2,4% dijo que lo decidía el
hombre. Los hombres respondieron en 4,5% que la decisión
es de la mujer y un 3,6% que era de ellos.
Quienes más se inclinan a decir que si se usan
anticonceptivos es una decisión consensuada son los y las
jóvenes entre 18 y 29 años, mientras que quienes más se
inclinan a decir que es una decisión del hombre son
personas mayores de 65 años; no obstante, resulta curioso
que entre los varones que se inclinaron por esta opción, una
tercera parte tiene entre 18 y 24 años.
Las mujeres que respondieron que la decisión les corresponde a ellas son en su mayoría mujeres
jóvenes (entre 18 y 44 años), mientras que los hombres que dieron esta respuesta son también
menores de 44 años.
Los hombres casados respondieron en un 86,9% que la decisión es consensuada, y sólo un 3,8%
dijo que la decisión es de la mujer. Estos datos contrastan con las respuestas de las mujeres
casadas, quienes dicen que la decisión es consensuada en un 72,3% y que la decisión es de ellas en
un 20,4%. Lo mismo ocurre al contrastar las respuestas de hombres y mujeres que viven en unión
libre e incluso de las personas solteras. Los hombres en unión libre respondieron que la decisión es
consensuada en un 88,9%, y que es de la mujer en un 5,6%, mientras que las mujeres en la misma
condición dicen que es consensuada en un 65,1% de los casos y que les pertenece la decisión en
un 28,8%. Finalmente los hombres solteros afirman que la decisión es consensuada en un 77,8%, y
19
de la mujer en un 5,2%. Llama la atención que además afirman que la decisión es suya en un 4,6%.
Las mujeres solteras afirman que la decisión es consensuada en un 73,6%, que es de ellas en un
9,7% y que es del hombre en un 2,1%.
La decisión sobre quién debe usar los métodos anticonceptivos parece ser también consensuada
(73,5%), aunque en este caso la mujer tiene un mayor poder de decisión (11,7% de las personas
dijeron que la mujer es quien decide). Nuevamente es importante aclarar que entre los hombres el
80,2% dijo que la decisión es consensuada, el 4,9% que la decisión corresponde a la mujer y el
mismo porcentaje que corresponde al hombre; mientras que entre las mujeres el 66,8% dijo que la
decisión era consensuada, el 18,4% que era su decisión, y el 2,6% que la decisión es del hombre.
Quienes más consideran que la decisión sobre quién debe usar los anticonceptivos debería ser
consensuada son las personas jóvenes entre 18 y 29 años. El 23% de las mujeres casadas considera
que son ellas quienes deben tomar esa decisión, en contraposición con los hombres casados, entre
los que sólo un 2,5% está de acuerdo con las mujeres. La misma diferencia se nota entre los
hombres y las mujeres que viven en unión libre: sólo el 13% de los hombres considera que la
decisión es de la mujer, mientras que el 31,8% de las mujeres cree que la decisión es de ellas.
Entre los hombres y las mujeres solteras también existe esta diferencia, aunque no tan abismal
como en los otros casos. El 11,8% de las mujeres solteras cree que la decisión sobre quién debe
usar los métodos anticonceptivos es suya, mientras que sólo el 5,9% de los hombres solteros creen
que así debe ser.
A través de una encuesta de percepción es imposible ahondar en las causas que subyacen las
respuestas. Por ello es válido preguntarse con respecto al ejercicio del derecho de las mujeres a la
anticoncepción: ¿las mujeres están reclamando su derecho a decidir o están asumiendo como
suya una responsabilidad que también es del hombre?, ¿acaso ha habido un retroceso en el
acceso a la información y a los servicios en materia de salud sexual y salud reproductiva?
CONCLUSIONES
Los derechos humanos pertenecen a todas las personas por igual, únicamente por su condición de
seres humanos y por la dignidad inherente a esa condición. Su carácter indivisible e
interdependiente hace que no se pueda hablar de la satisfacción plena de un derecho si existen
deficiencias en la garantía de otros.
A pesar de los importantes avances existentes en la paradójicamente difícil tarea de lograr el
reconocimiento de las mujeres como seres humanos particulares y por ello de sus necesidades
específicas como derechos humanos, existen aún vacíos que es necesario llenar para garantizar el
respeto de su dignidad.
Para que un derecho se haga efectivo es necesario en primer lugar el conocimiento del mismo;
posteriormente, una vez que este conocimiento se haya instaurado, es necesario el
empoderamiento de las personas sobre el derecho, a fin de que lo sientan propio y puedan exigir
su respeto.
20
En nuestro país el conocimiento de los derechos humanos de las mujeres es claro. Se reconocen
derechos como el respeto a la vida e integridad física, psíquica y moral, el derecho a la salud
integral, o el derecho a la información, orientación y educación integral en salud sexual y
reproductiva, así como los servicios y tratamientos que se desea o no recibir. La encuesta muestra
que en nuestro país la gran mayoría de la población reconoce que las mujeres poseen estos
derechos, pero el ejercicio de éstos no está tan claro ni tan difundido, especialmente en lo que se
refiere a los derechos sexuales y reproductivos. El ejercicio de estos derechos se encuentra aún
rodeado de mitos, restricciones y discriminaciones para las mujeres costarricenses que deben ser
poco a poco eliminados del imaginario social para lograr una sociedad igualitaria real. Un cambio
cultural es imperativo.
Los datos evidencian que existen aún contradicciones en el discurso que deben ser aclaradas para
el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos por parte de las mujeres, por ejemplo cuando
se dice que la mujer tiene derecho al ejercicio libre, responsable y voluntario de la sexualidad,
pero no se apoya el que la mujer tenga sexo por placer, o existe aún un sector de la población que
considera que es obligación de la mujer tener relaciones sexuales con su esposo aunque ella no
quiera, o se considera inadecuado brindar educación sexual y acceso a métodos anticonceptivos a
los y las adolescentes. Estas contradicciones constituyen discriminaciones de facto que deben ser
removidas para lograr la igualdad de las mujeres en cuanto a su derecho a decidir.
Los avances no se pueden negar, sin embargo, es claro que aún falta separar la sexualidad de las
mujeres de los procesos de reproducción para que se respeten sus derechos en ambos ámbitos.
Mantener estos conceptos como una sola estructura indivisible posibilita que las discriminaciones
se propaguen y que la mujer se convierta en un instrumento para la reproducción de la especie, y
no un ser humano con poder y derecho a decidir.
Los métodos de anticoncepción son la mejor herramienta que tienen las mujeres para ejercer su
derecho a decidir en materia de reproducción. La anticoncepción les permite decidir si quieren o
no ser madres, cuántos hijos o hijas tener y el espaciamiento entre ellos o ellas. No obstante, el
ejercicio de este derecho ha recaído sobre las espaldas de las mujeres debido no sólo a que la
mayor parte de los métodos están diseñados para su uso, sino también porque socialmente se ha
obviado la responsabilidad de los hombres en el proceso reproductivo y ésta labor ha recaído
únicamente en las mujeres. Es necesario que los hombres asuman mayores responsabilidades con
respecto a su propio ejercicio de la sexualidad para que las mujeres puedan ejercer sus derechos y
vivir la sexualidad de forma libre y voluntaria.
En nuestro país es tiempo de pasar de la información al empoderamiento de las mujeres sobre sus
propios derechos, pero esta no es una labor de una única institución. El trabajo conjunto, desde
distintas perspectivas y con distintos públicos meta permitirá continuar la difusión de los derechos
y logrará que las mujeres los asuman como suyos. La responsabilidad es conjunta y el principio
ético que debe reinar en esta tarea es el del respeto a la dignidad humana y la búsqueda de una
sociedad más justa e igualitaria para mujeres y hombres.
21
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22
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