ÁREA ESPECIALIZADA DE INFORMACIÓN UNIDAD DE INVESTIGACIÓN PRIMERA ENCUESTA NACIONAL DE PERCEPCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES EN COSTA RICA (2008) EL DERECHO A LA SALUD DE LAS MUJERES: DEL CONOCIMIENTO A LA ACCIÓN 1 PRIMERA ENCUESTA NACIONAL DE PERCEPCIÓN SOBRE EL ESTADO DE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES EL DERECHO A LA SALUD DE LAS MUJERES: DEL CONOCIMIENTO A LA ACCIÓN M.Sc. Saskia Salas Calderón Investigadora especialista Unidad de Investigación, INAMU INTRODUCCIÓN El proceso de producción de conocimientos con enfoque de género resulta indispensable para el entendimiento de las problemáticas de las mujeres en nuestro país y consecuentemente para el desarrollo de políticas públicas que permitan mejorar sus condiciones. Así lo han reconocido instrumentos internacionales como la Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW, por sus siglas en inglés) y las conclusiones de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo (1994) y la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing (1995), en las cuales se insta a los países a incentivar la producción de conocimientos con enfoque de género. Históricamente el Instituto Nacional de las Mujeres ha buscado la institucionalización de estos procesos, y no en vano su Ley Constitutiva (Ley No 7801 de 1998), en su artículo 4, inciso l, los establece como uno de los mandatos de la institución 1. En respuesta a este mandato, la Unidad de Investigación del Área Especializada de Información del INAMU, ha desarrollado el Programa “Investigación para el cambio cultural a favor de la igualdad y la equidad”, el cual busca generar aportes teóricos y metodológicos para el estudio de la realidad de las mujeres en el país, la visibilización de sus problemáticas, la toma de decisiones y el empoderamiento de las mujeres. Enmarcado dentro de este Programa de Investigación se encuentra el Estado de los Derechos de las Mujeres, estudio que busca conocer el avance, negación o retroceso en el goce de los derechos humanos de esta población en distintos ámbitos y dimensiones. La investigación se realizará de forma periódica (cada cuatro años) con el fin de dar seguimiento a los cambios que puedan surgir en la situación de las mujeres. Uno de los insumos que se utilizarán en el primer informe sobre el Estado de los Derechos de las Mujeres es la Encuesta Nacional de Percepción sobre los Derechos de la Mujer, realizada por la Unidad de Investigación del Área Especializada de Información del INAMU y la Escuela de Matemáticas de la Universidad de Costa Rica. La misma fue aplicada entre setiembre y octubre de 2008, con el objetivo de conocer y comprender cómo se perciben en el país los derechos humanos 1 El Art. 4, inciso l, establece como uno de los mandatos institucionales “promover y realizar investigaciones que permitan conocer la condición de las mujeres, la equidad de género y la situación de las familias, así como realizar propuestas para su avance”. 2 de las mujeres. A través de la Encuesta se abordaron temas como derechos humanos de las mujeres, conocimiento de la legislación, discurso de género, formas de discriminación hacia las mujeres, toma de decisión en el hogar y la familia, derechos de salud sexual y salud reproductiva, violencia intrafamiliar, cuido de las hijas y los hijos, y participación política, entre otros. La Encuesta da cuenta de la percepción de las personas entrevistadas sobre las temáticas mencionadas, mas no así sobre la realidad concreta del país. Por otra parte, a través de este tipo de estudios resulta imposible conocer las causas y consecuencias de las percepciones en ella reflejadas; lo que se pretenden, en cambio, es fotografiar la realidad tal y como es percibida en un momento determinado. La Encuesta fue aplicada a un total de 1012 personas mayores de 18 años en todo el territorio nacional. La muestra incluyó la diversidad étnica, etaria y de género presente en el país, así como las diferencias socioeconómicas, la diversidad de niveles educativos y la diversidad geográfica. El presente artículo muestra algunos de los resultados de la encuesta, principalmente los relacionados con el derecho a la salud de las mujeres, la percepción del mismo en sus distintas gradientes y su ejercicio. EL DERECHO A LA SALUD DE LAS MUJERES Los derechos humanos son inherentes a todas las personas sin distinción de ningún tipo. Son universales, indivisibles, interdependientes, irrenunciables, imprescriptibles, inviolables e inalienables. Los principios básicos sobre los que se fundamentan son la dignidad, la igualdad y la libertad, y buscan el respeto a las necesidades y aspiraciones básicas del ser humano como garantía de una vida mejor. Históricamente las mujeres han tenido que luchar para ser reconocidas en su dignidad, igualdad y libertad como seres humanos, y por tanto, como merecedoras del respeto a sus derechos fundamentales. Muestra de ello es que en un principio ¿El derecho a la vida e los derechos humanos fueron enunciados tomando en integridad física, psíquica y cuenta únicamente las necesidades de los hombres moral es un derecho como sinónimo de seres humanos y obviando a las humano de las mujeres? mujeres como parte de la humanidad y a sus Sí 99% No 0,7% necesidades particulares como derechos fundamentales. No es casualidad entonces que para las mujeres lograr la igualdad de condiciones con los ¿El derecho a la salud hombres en términos del ejercicio de sus derechos integral es un derecho haya sido difícil, y más aún el reconocimiento de las humano de las mujeres? particularidades que el género conlleva y de los Sí 99,1% No 0,4% derechos específicos que les corresponden. En nuestro país la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres no ha sido menos compleja, sin embargo, ha dado ya algunos frutos. La primera Encuesta Nacional de Percepción sobre el Estado de los Derechos de las Mujeres exploró cuáles se consideran derechos humanos de las mujeres. El 99% de las personas entrevistadas reconoció el respeto a la vida e integridad física, 3 psíquica y moral, como un derecho de este grupo. El 0,7% que consideró que éste no es un derecho de las mujeres son en su mayoría hombres (85% de las respuestas negativas). El derecho a la salud es un derecho humano fundamental asociado directamente con el respeto a la vida y la integridad de las personas. En nuestro país este es un derecho de las mujeres reconocido por la población general. Ejemplo de ello es que el 99,1% de las personas entrevistadas lo reconocieron así. Nuevamente llama la atención que el 0,4% de la población entrevistada que respondió que la salud integral no era un derecho de las mujeres estuvo constituido en su totalidad por hombres menores de 54 años. El derecho a la salud integral es uno de esos derechos que, aunque simples en su enunciación, son más complicados en su comprensión y aplicación. Los instrumentos internacionales de derechos humanos definen el derecho a la salud como el disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental2, pero esta condición no es sencilla de alcanzar, pues requiere reconocer que la salud integral es mucho más que la ausencia de enfermedad. Alcanzar el más alto nivel de salud física y mental implica la satisfacción de necesidades básicas como alimentación, vivienda, vestido y otras, así como de otras necesidades que, aunque no son de primer orden en el sentido estricto de la supervivencia, son imprescindibles para el desarrollo de una vida digna. En el caso de las mujeres, el derecho a la salud integral no puede pensarse satisfecho si no se hace efectivo el respeto a los derechos sexuales y reproductivos. En el siguiente apartado se comentarán algunos de los principales resultados que con respecto a los derechos sexuales y reproductivos se obtuvieron de la Encuesta Nacional de Percepción de Derechos Humanos de las Mujeres en Costa Rica. DERECHOS EN SALUD SEXUAL Y SALUD REPRODUCTIVA Como señala Alda Facio (2008), una de las características de los derechos humanos es que son dinámicos y se encuentran en permanente expansión, pues responden a las demandas de grupos de personas que han sido excluidas de la protección o a los avances en el conocimiento humano. La incorporación de la perspectiva de género al análisis de la realidad ha contribuido al desarrollo de la teoría y práctica de los derechos humanos, ampliándoles para responder a las necesidades e intereses de la población femenina y, al mismo tiempo, a las necesidades reales de la población masculina y no sólo al estereotipo de hombre creado por la sociedad androcéntrica. Uno de los principales productos de la inclusión de la perspectiva de género en la teoría y práctica de los derechos humanos fue el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos como derechos fundamentales. Las necesidades de las mujeres son apremiantes porque son las necesidades de la mitad de la población, y no se puede hablar, por ejemplo, de un derecho a la salud integral si no se toma en cuenta la importancia que tiene para las mujeres la posibilidad de decidir sobre su sexualidad y sus procesos reproductivos. 2 Ver artículo 11 de la Declaración Americana de Deberes y Derechos del Hombre (OEA, 1948); artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas (ONU, 1966); artículo 10 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (“Protocolo de San Salvador”, OEA, 1988). 4 La línea divisoria entre lo que se conoce como derechos sexuales y derechos reproductivos es aún muy delgada y difusa (Facio, 2008); esto provoca que muchas veces estos sean enunciados como un mismo universo de derechos (Villanueva Flores, 2008). En efecto resulta complejo separar la sexualidad de la reproducción en términos de derechos exigibles, pero es importante intentarlo para reconocer que ambas no siempre se encuentran asociadas. Los derechos sexuales no se encuentran definidos claramente como tales en el programa de Acción de El Cairo ni la Plataforma de Acción de Beijing; sin embargo, este último instrumento señala en su párrafo 96 lo siguiente: …los derechos humanos de la mujer incluyen su derecho a tener control sobre las cuestiones relativas a su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva, y decidir libremente respecto de esas cuestiones, sin verse sujeta a la coerción, la discriminación y la violencia. Las relaciones igualitarias entre la mujer y el hombre respecto de la integridad de la persona, exigen el respeto y el consentimiento recíprocos y la voluntad de asumir conjuntamente la responsabilidad de las consecuencias del comportamiento sexual. (Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, 1995; párr. 2.6) El ejercicio libre, responsable y voluntario de la sexualidad se encuentra asociado a la salud sexual. El párrafo 7.2 del Programa de Acción del Cairo (Organización de Naciones Unidas, 1994) define como su objetivo principal “el desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no meramente el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión sexual”. Según Villanueva (2008), algunos de los componentes de la sexualidad que deben considerarse protegidos como parte de los derechos sexuales son la identidad sexual, la orientación sexual, la elección de pareja y la ausencia de actividad sexual coercitiva. Además, y en virtud de estos derechos, resulta imprescindible el resguardo de la educación e información sexual como derechos. Por su parte, los derechos reproductivos se definen en el párrafo 2.3 del Programa de Acción de El Cairo (Organización de Naciones Unidas, 1994) como aquellos que reconocen el …derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre éstos y a disponer de la información y de los medios para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva. También incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos. (Organización de Naciones Unidas, 1994, párr. 2.3) Inevitablemente, los derechos reproductivos se encuentran estrechamente ligados con el derecho a la salud, y en su forma específica este ligamen se reconoce en sí mismo como el derecho a la salud reproductiva. El párrafo 7.2 del Programa de Acción del Cairo (Organización de Naciones Unidas, 1994) define este concepto como “un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos”. Por ello, la salud reproductiva incluye la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos, y la posibilidad de procrear cuando así se decide. Para poder acceder a este derecho es imprescindible contar con información veraz, actualizada y objetiva; de la misma manera implica la posibilidad de recibir servicios 5 adecuados de atención de la salud reproductiva que busquen el bienestar al evitar y resolver problemas relacionados con la misma. La esfera de los derechos sexuales y reproductivos es sumamente amplia, pues aunque éstos no se encuentran contemplados en un único instrumento legal internacional de derechos humanos, están dispersos en todos y existe consenso sobre la aplicabilidad de los derechos fundamentales en ámbitos de la vida reproductiva (Facio, 2008). En el siguiente cuadro se citan 12 conjuntos de derechos que Facio (2008) enumera como fundamentales y ya reconocidos en instrumentos internacionales, regionales y nacionales. 1. El derecho a la vida El derecho a no morir por causas evitables relacionadas con el parto y el embarazo 2. El derecho a la salud El derecho a la salud reproductiva 3. El derecho a la libertad, seguridad e integridad personales El derecho a no ser sometida a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes El derecho a estar libre de violencia basada en el sexo y el género El derecho a vivir libre de la explotación sexual. 4. El derecho a decidir el número e intervalo de hijos El derecho a la autonomía reproductiva El derecho a realizar un plan de procreación con asistencia médica o de una partera reconocida, en un hospital o en un ambiente alternativo. 5. El derecho a la intimidad El derecho de toda persona a decidir libremente y sin interferencias arbitrarias, sobre sus funciones reproductivas. 6. El derecho a la igualdad y a la no discriminación El derecho a la no discriminación en la esfera de la vida y salud reproductiva. 7. El derecho al matrimonio y a fundar una familia El derecho de las mujeres a decidir sobre cuestiones relativas a su función reproductora en igualdad y sin discriminación El derecho a contraer o no matrimonio El derecho a disolver el matrimonio El derecho a tener capacidad y edad para prestar el consentimiento para contraer matrimonio y fundar una familia. 8. El derecho al empleo y la seguridad social El derecho a la protección legal de la maternidad en materia laboral El derecho a trabajar en un ambiente libre de acoso sexual El derecho a no ser discriminada por embarazo El derecho a no ser despedida por causa del embarazo 6 El derecho a la protección de la maternidad en materia laboral El derecho a no sufrir discriminaciones laborales por embarazo o maternidad. 9. El derecho a la educación El derecho a la educación sexual y reproductiva El derecho a la no discriminación en el ejercicio y disfrute de este derecho 10. El derecho a la información adecuada y oportuna El derecho de toda persona a que se le dé información clara sobre su estado de salud El derecho a ser informada sobre sus derechos y responsabilidades en materia de sexualidad y reproducción y acerca de los beneficios, riesgos y efectividad de los métodos de regulación de la fecundidad y sobre las implicaciones de un embarazo para cada caso particular. 11. El derecho a modificar las costumbres discriminatorias contra la mujer El derecho a modificar las costumbres que perjudican la salud reproductiva de las mujeres y las niñas. 12. El derecho a disfrutar del progreso científico y a dar su consentimiento para ser objeto de experimentación El derecho a disfrutar del progreso científico en el área de la reproducción humana El derecho a no ser objeto de experimentación en el área de la reproducción humana. Fuente: Facio, 2008. Como se ha visto, existe un marco legal internacional que respalda a los derechos sexuales y reproductivos; sin embargo, eso no significa que exista una cultura de respeto y exigibilidad de los mismos. Para que esto ocurra se debe conocer cuáles son nuestros derechos, pero también éstos deben ser asumidos a nivel subjetivo como tales para exigirlos y a la vez respetarlos. Uno de los derechos más reconocidos a nivel general es el derecho a la información orientación y educación integral en salud sexual y reproductiva, así como los servicios y tratamientos que se desea o no recibir. El 99,5% de la población entrevistada reconoció éste como un derecho humano de las mujeres. En materia de derechos sexuales y reproductivos la Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres en Costa Rica muestra que existe una importante brecha entre el conocimiento de los derechos y la puesta en práctica de los mismos. A pesar de que existe un reconocimiento generalizado sobre cuáles son los derechos humanos de las mujeres y su importancia, las preguntas referentes al ejercicio de esos derechos muestran una realidad distinta. Por ejemplo, el 99,5% de la población entrevistada reconoció el derecho a la información, orientación y educación integral en salud sexual y reproductiva, así como los servicios y tratamientos que se desea o no recibir como un derecho de las mujeres. Este porcentaje baja cuando se pregunta si los adolescentes deben recibir educación sexual, pues el 86% de la población entrevistada reconoce ese derecho para este grupo etario y por tanto para las mujeres adolescentes. Aunque el porcentaje evidencia cierto consenso al respecto, también evidencia que hay un sector de la población (14%) que se encuentra en desacuerdo con la posibilidad de los y las adolescentes 7 de aprender sobre su sexualidad para ejercerla de una manera saludable y responsable. Este grupo está constituido principalmente por hombres (58,54% de las personas en contra), y personas mayores de 55 años (36,59% de las personas en contra). Entre las personas entrevistadas con edades entre los 18 y 24 años, en cambio, el 90% de los hombres y el 88,8% de las mujeres estuvieron de acuerdo con la afirmación “Los adolescentes deben recibir educación sexual”, para un porcentaje total del 92,27% del total de personas entrevistadas en este grupo etario. Esto evidencia una necesidad latente entre los y las adolescentes de recibir información y educación en materia de sexualidad que no está siendo respondida en la actualidad. Una educación sexual integral no sólo informa sobre los procesos fisiológicos involucrados en la reproducción, sino que también brinda herramientas para el ejercicio libre, responsable y voluntario de la sexualidad, que es también un derecho humano. Este derecho fue reconocido por el 97,2% de las personas entrevistadas (99% de los hombres y 97,6% de las mujeres), lo que evidencia un cambio cultural importante a favor del respeto a los derechos fundamentales de las mujeres en la población en general. ¿Ejercer una sexualidad libre, responsable y voluntaria es un derecho humano de las mujeres? 98,3% 1,7% Sí No El cambio es substantivo pero aún no ha sido total. Como se observa en el gráfico anterior, aún existe un 1,7% de la población que considera que ejercer una sexualidad libre, responsable y voluntaria no es un derecho humano de las mujeres. Curiosamente el 70,6% de estas personas son precisamente mujeres mayores de 25 años, mayoritariamente amas de casa (75% de este grupo de mujeres); ello evidencia que aún existe un sector de la población femenina en nuestro La mamografía es una herramienta fundamental en la detección temprana del cáncer de mamas. Se recomienda que las mujeres de 40 años o más se realicen el examen una vez al año o cada dos años. Aunque este tipo de cáncer también puede presentarse en los hombres es mucho menos frecuente y por tanto también lo es la realización de la mamografía en ellos. Entre la población entrevistada el 32,69% de las mujeres mayores de 40 años nunca se han realizado una mamografía, mientras que el 23,85% lo hicieron hace menos de un año y el 21,15% hace uno o dos años. Las provincias donde existen más altos porcentajes de mujeres mayores de 40 años que no se han hecho la mamografía nunca son Guanacaste (66,7%), Puntarenas (70,0%) y Limón (76,1%). Por otro lado, del total de mujeres entrevistadas que son aseguradas de la CCSS, el 53,4% no se han realizado nunca la mamografía. 8 Una de las características de las mujeres en la actualidad es que pueden decidir sobre su sexualidad 6,00% 1,60% Sí No Ns/Nr 92,40% Es correcto que la mujer tenga sexo por placer 7,59% De acuerdo Ni de acuerdo ni en desacuerdo 24,48% 57,14% En desacuerdo Ns/Nr 10,79% país que no se siente dueña de su propio cuerpo ni con derecho a tomar decisiones relacionadas con su propia sexualidad. También resulta preocupante que de las personas que no consideran el ejercicio libre de la sexualidad como un derecho el 47% se encuentra actualmente en una relación de pareja formal (matrimonio o unión libre). El 53% restante son personas solteras, separadas o divorciadas, lo que deja abierta la posibilidad de entablar relaciones futuras de pareja en las que este derecho no sea respetado ni exigido como tal. Este derecho se relaciona directamente con la posibilidad de las mujeres de decidir sobre su propio cuerpo y disfrutarlo, lo que incluye ejercer su sexualidad cuando así lo deseen, separar la sexualidad de la reproducción, y decidir cuándo y cuántos hijos o hijas tener. Históricamente la sociedad patriarcal ha reconocido al hombre estos derechos, pero no así a las mujeres. La sexualidad continúa siendo un tema álgido y lleno de tabúes restrictivos y contradicciones cuando se trata de su ejercicio por parte de la población femenina. La Encuesta Nacional sobre Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres en Costa Rica incluyó una pregunta sobre las características que la población consideraba que identificaban a las mujeres en la actualidad. El 92,4% de la población entrevistada consideró que el hecho de que puedan decidir sobre su sexualidad era una de ellas. Sin embargo, más adelante en el cuestionario, cuando se pregunta si es correcto que la mujer tenga sexo por placer sólo el 57,2% está de acuerdo. El 24,5% de la población entrevistada está en desacuerdo o total desacuerdo con esta afirmación, mientras que un 10,8% no está ni de acuerdo ni en desacuerdo y un 7,6% no respondió la pregunta. En la desaprobación de esta última afirmación vemos algunas tendencias. Por ejemplo, el 65,33% de las personas en desacuerdo son mayores de 35 años, mientras que el 64,53% de quienes están de acuerdo son personas menores de 44 años. Los hombres entrevistados tendieron a estar más de acuerdo con la afirmación que las mujeres (53,63% de los hombres estuvo de acuerdo, mientras que entre las mujeres sólo lo estuvo un 46,37%), lo que concuerda con la afirmación hecha anteriormente sobre la existencia de un grupo de mujeres que aún no se ha adueñado de su derecho a tomar decisiones en torno al ejercicio de su sexualidad y a disfrutarla. Lo anterior resulta aún más preocupante si se toma en cuenta que el 41,8% de las mujeres que consideran que no es correcto tener sexo por placer están casadas y el 13,48% viven en unión libre. Entre los hombres con la misma posición ideológica el 51,40% están casados y el 15,89% viven en unión libre. Es presumible, entonces, que en estas parejas la sexualidad esté relacionada directamente con el placer del hombre y por tanto con su satisfacción, mientras que las 9 necesidades de las mujeres y el disfrute de la relación sexual para ellas esté siendo totalmente invisibilizado. Y es que en el ámbito de la sexualidad de las mujeres existen grandes contradicciones entre el reconocimiento público y racional de sus derechos y el libre ejercicio de los mismos. Esta dicotomía crea una ilusión de respeto que se entreteje con una verdad restrictiva y discriminatoria para un grupo considerable de mujeres. La Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanas de las Mujeres en Costa Rica indagó sobre la posibilidad de decidir que tienen las mujeres en diversos ámbitos. Uno de ellos fue la posibilidad de decidir cuándo tener relaciones sexuales en el contexto de la pareja (actual o eventual). El 83,3% de las personas entrevistadas respondió que la decisión se toma entre ambos miembros de la pareja; un 4,2% indicó que la decisión la toma el hombre, mientras que un 3,9% dijo que lo hace la mujer. Cuando entramos a analizar detalladamente cada respuesta encontramos que entre las personas entrevistadas que afirman que la decisión sobre cuándo tener relaciones sexuales se toma entre los dos, el 52,5% son hombres y el 47,8% mujeres. Cuando se analizan los datos cruzando las variables sexo y edad, tanto entre los hombres como en las mujeres el grupo de personas mayores de 65 años respondió con menos frecuencia que la decisión es de ambos miembros de la pareja (sólo el 75% entre los hombres, 62,9% entre las mujeres); en el resto de los grupos etarios la frecuencia de esta respuesta supera el 80%. Entre las personas que consideran que esta es una decisión del hombre, el 40,5% son hombres y el 59,5% son mujeres. Estos hombres y mujeres son, en su mayoría, mayores de 40 años (64,71% de los hombres que dieron esta respuesta y 68% de las mujeres que dieron esta respuesta). Finalmente, entre las personas que consideran que esa es una decisión de la mujer, el 33,3% son hombres y el 66,7% son mujeres. Estos datos se complementan y al mismo tiempo se contraponen con los derivados de otra sección de la Encuesta, en la cual se indaga sobre los roles de la esposa en el matrimonio, y especialmente, en el ámbito de la sexualidad. Ante la afirmación “Es obligación de la mujer tener relaciones sexuales con su esposo aunque ella no quiera”, el 84,9% de la población entrevistada estuvo en desacuerdo con la idea, un 8,8% estuvo de acuerdo y un 6,40% no estuvo ni de acuerdo ni en desacuerdo. 10 Evidentemente hay avances importantes en el reconocimiento de la autoridad de la mujer sobre su propio cuerpo, específicamente en el contexto del matrimonio. No obstante, resulta preocupante que aún exista un porcentaje de la población que se muestre indeciso sobre la obligación de la mujer de tener relaciones sexuales con su esposo, y más aún que exista un porcentaje de la población que considere que sí es obligación de la mujer aunque ésta no desee la relación sexual. Entre el grupo de personas que se mostraron en contra de la afirmación (un 84.9% del total) un 52% son mujeres. Los y las estudiantes, las amas de casa y las personas que desempeñan una profesión liberal tuvieron los porcentajes más altos de rechazo a la afirmación (90,38%, 87,94% y 89,13% respectivamente). Por el contrario, el 54,55% de las personas que consideran que la mujer está obligada a tener relaciones sexuales con su esposo aunque ella no quiera son hombres y personas mayores de 45 años (21,80% del total de personas que respondieron la pregunta). Llama la atención que entre las personas casadas, solteras y viudas hay porcentajes de aceptación de la afirmación mayores al 8% (8,94%, 9,18% y 14,06% respectivamente), lo que evidencia un número importante de mujeres que en algún momento de su vida han sido, son o serán forzadas a mantener relaciones sexuales con sus esposos aún cuando no lo deseen. Quienes no se muestran ni a favor ni en contra son también un sector importante, pues su indecisión les hace proclives a irrespetar eventualmente el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. Este grupo está conformado principalmente por hombres (68,75%), personas mayores de 45 años (54,69%), casadas o solteras (45,31% y 31,25% respectivamente), lo que coincide con el grupo que está de acuerdo con la afirmación. Es obligación de la mujer tener relaciones sexuales con su esposo aunque ella no quiera De acuerdo totalmente acuerdo: o de - 54,55% hombres - 21,80% mayores de 45 años - Personas casadas, solteras y viudas (8,94%, 9,18% y 14,06% respectivamente). Ni de acuerdo ni en desacuerdo: - 68,75% hombres - 54-69% son personas mayores de 45 años, - Personas casadas o solteras (45,31% y 31,25% respectivamente). En desacuerdo o totalmente en desacuerdo: - 52% mujeres - Estudiantes, amas de casa y personas que desempeñan una profesión liberal (90,38%, 87,94% y 89,13% respectivamente). 11 Los datos anteriormente expuestos dan cuenta de que, a pesar de que existe un conocimiento general sobre el derecho humano de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, en la práctica, en situaciones concretas, aún existe un porcentaje importante de la población que no avala el ejercicio de este derecho. Esta situación representa una forma de discriminación en contra de las mujeres, pero lamentablemente no es vista como tal en la magnitud que corresponde. Ante la frase “Las mujeres son discriminadas en su libertad sexual” el 63,90% se mostró de acuerdo (51,16% mujeres y 48,84% hombres), mientras que el 18,60% estuvo en desacuerdo con la afirmación (51,32% hombres y 48,68% mujeres). Aunque mayoritariamente la población reconoce la existencia de ese tipo de discriminación, el porcentaje evidencia una invisibilización de las restricciones que tienen las mujeres actualmente para el ejercicio libre, responsable y voluntario de su sexualidad. Como se observó con anterioridad aún existen grupos de personas, minoritarios pero no por ello insignificantes, que consideran que no es correcto que las mujeres tengan sexo por placer, que en las relaciones de pareja es el hombre quien decide cuándo tener relaciones sexuales, o que la mujer tiene la obligación de mantener relaciones sexuales con su esposo aunque no lo desee. Todas estas son distintas formas en las que se ejerce control sobre el cuerpo de la mujer y su sexualidad y constituyen ejemplos claros de la discriminación. Si usted tiene o tuviera pareja, ¿quién decide cuántos hijos tener? Hombre Mujer No aplica 5,7% 8,3% El hombre 3,4% 2,2% La mujer 3,8% 12,1% Entre los dos 84,8% 74,3% La sexualidad en la mujer debe entenderse no sólo en función de la reproducción, pues de lo contrario se convierte a la mujer en un instrumento para la procreación. Esta perspectiva deshumaniza a las mujeres y las coloca en una posición carente de dignidad y por tanto de derechos. No obstante, una parte importante del derecho a decidir sobre el propio cuerpo para las mujeres es la posibilidad de determinar si desea o no desea tener hijos o hijas, y en caso afirmativo, cuántos hijos o hijas tener. Difícilmente se podría obviar que actualmente esta posibilidad es mucho más palpable en la vida de las mujeres que hace algunas décadas, pero tampoco se puede obviar que no es así para un grupo de ellas. Los datos de la Encuesta Nacional sobre Percepción de los Derechos de las Mujeres muestran que existe un 86,4% de personas encuestadas que consideran que la posibilidad de decidir o no tener hijos es un hecho que caracteriza a las mujeres en la actualidad, lo que evidencia un 12 Ns/Nr 2,4% 3,2% reconocimiento extensivo del derecho. No obstante, existe aún un 11,8% que está en desacuerdo con la afirmación. Ahora bien, el poder de decisión de las mujeres sobre si tener o no tener hijos debe ser analizado también en el contexto de las relaciones de pareja. Ante la pregunta “¿Si usted tuviera pareja o si la tiene, quién decide cuántos hijos tener?”, el 79,5% de las personas entrevistadas respondieron que es una decisión consensuada de la pareja, el 7,9% indicó que es la mujer quien decide y el 2,8% que la decisión corresponde al hombre. Resulta significativo que de los hombres que respondieron que es a ellos a quienes les corresponde la decisión de cuántos hijos tener (3,4% del total de hombres), la gran mayoría son casados (58,8%) y con escolaridad de secundaria incompleta o inferior (94% del total de los hombres con esta respuesta). El derecho de las mujeres a decidir cuántos hijos o hijas tener, es decir el derecho a la autonomía reproductiva, se relaciona directamente con la posibilidad de las mujeres de acceder a métodos de anticoncepción. Este derecho no debe restringirse por razón de origen social, edad, religión u otros factores similares, sino que el acceso debe ser igualitario para todas las personas, y en ¿Es correcto que los y especial, para todas las mujeres. las adolescentes usen anticonceptivos? Una de las poblaciones más discriminadas en nuestro país con - De acuerdo o totalmente de acuerdo: 68,8%. - Ni de acuerdo ni en desacuerdo: 9,9%. - En desacuerdo o totalmente en desacuerdo: 21,30%. respecto al acceso a métodos anticonceptivos es la población adolescente. En la Encuesta se evidenció que el 68,8% de los y las entrevistadas estuvieron de acuerdo con que las y los adolescentes utilicen anticonceptivos para evitar el embarazo. Este porcentaje está compuesto por personas jóvenes entre 18 y 34 años (83,25% de la población entre 18 y 24 años y 70,27% de la población entre 25 y 34 años), y estudiantes (82,18% de los y las estudiantes entrevistadas). Las cifras anteriores indican que 69 de cada 100 personas en nuestro país están de acuerdo con el uso de anticonceptivos por parte de los y las adolescentes. No obstante, esta realidad no se refleja en la aprobación de políticas públicas en la materia, pues pareciera ser que las personas tomadoras de decisiones ofrecen una mayor resistencia a suplir esta necesidad de la población joven. Y es que aún existe un grupo de la población de alrededor de 21 de cada 100 personas que están en desacuerdo o en total desacuerdo con que los y las adolescentes utilicen anticonceptivos. Llama la atención que este grupo está conformado mayoritariamente por mujeres (57,97%), amas de casa (35,75%) y personas mayores de 35 años (72,95% de la población en desacuerdo). Esta postura se contrapone a los hallazgos sobre el conocimiento de los distintos métodos de anticoncepción que tiene la población costarricense; por un lado, la población está bien informada sobre los diversos métodos anticonceptivos y por ende sobre la anticoncepción en general, pero por otro, existe un sesgo de discriminación hacia la población adolescente en la medida en que se desaprueba su uso. 13 Profundizando un poco más sobre el conocimiento que se tiene de los métodos anticonceptivos, es importante decir que éste está bastante extendido en nuestro país. La Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres indagó entre las personas encuestadas cuáles métodos anticonceptivos conocían 3. En todos los casos el porcentaje de personas que dijo conocer el método fue mayor al 50%. Los métodos más conocidos son las pastillas (93,5% del total de personas entrevistadas, 91,7% de los hombres y 95,3% de las mujeres), el preservativo o condón (95,7% de la población entrevistada, 95,3% de los hombres y 96% de las mujeres) y las inyecciones (78,9% de la población entrevistada, 74,1% de los hombres y 83,6% de las mujeres). En términos generales es posible decir que las personas con más bajos niveles de escolaridad (primaria completa o menos) son quienes conocen menos los métodos anticonceptivos. Sin embargo, en aquellos métodos que son más conocidos por la población en general los porcentajes nunca son inferiores al 38% de las personas, incluyendo a las personas que no han tenido ninguna escolaridad. Al respecto resulta muy importante resaltar que estos datos indican que el sistema educativo tiene un papel fundamental en la difusión del conocimiento sobre anticoncepción, pero no es la única entidad que cumple este papel. Las conversaciones con familiares y amigos o amigas, las iglesias, los medios de comunicación de masas y el sistema de Salud Pública, sirven también como instancias de difusión de información sobre la temática, y el enfoque que en cada entidad se adopte influye en la manera en que los y las receptoras del mensaje lo perciban. Con respecto al sistema de Salud Pública de nuestro país, la Encuesta indagó si la población considera que debería tener un papel activo brindando información sobre métodos anticonceptivos. El 94,7% de la población entrevistada consideró que el sistema de Salud Pública efectivamente debería dar información y asesoramiento sobre métodos anticonceptivos, lo que resulta en una demanda importante de la población a las autoridades de Salud en el país, a fin de tener acceso a uno de los derechos fundamentales: el derecho a la información, en este caso, en materia de salud sexual y salud reproductiva. Entre las personas que se mostraron de acuerdo con la afirmación cabe resaltar que el 42,80% son personas con baja escolaridad (primaria completa o menos) y el 82% son personas aseguradas por de la CCSS, lo que significa que eventualmente la información sobre métodos de anticoncepción es, o podría ser, una demanda real que hagan a los servicios de Salud Pública. Las personas que no creen que esta sea una obligación del Sistema de Salud, son hombres mayores de 50 años (69,56% de los hombres en contra de la afirmación), y mujeres mayores de 65 años (50% de las mujeres en contra de la afirmación). Aún cuando existe cierto consenso con respecto a que el Sistema de Salud debería brindar este servicio, el ejercicio del derecho a la información en este espacio es limitado. De las personas entrevistadas sólo el 35,97% ha pedido alguna vez asesoramiento sobre anticonceptivos en los servicios de salud pública. El grupo que ha hecho ejercicio de este derecho está constituido principalmente por mujeres (63,19%), personas menores de 39 años (56,31% del total de personas que solicitaron asesoramiento), casadas, en unión libre o solteras (juntas suman el 85,16% de las personas que sí consultaron), con primaria completa, secundaria incompleta o secundaria completa (juntas suman 3 Se presentó una lista que incluyó pastillas anticonceptivas, preservativo o condón, DIU, diafragma, píldora del día después, inyecciones, ritmo o conteo de fechas, óvulos, esterilización masculina, esterilización femenina u otros. 14 57,98% de las personas que sí consultaron), y que viven en las zonas urbanas concentradas (47,25% de las personas que sí consultaron) o rurales dispersas (25,27% de las personas que consultaron). Llama la atención que entre quienes solicitaron asesoramiento sobre anticonceptivos existe un porcentaje pequeño pero importante de personas que no son aseguradas de la CCSS (12,64%). Esto denota una demanda real que requiere ser cubierta para solventar las necesidades de información de la población general, ya sea que cuente o no con un seguro de la Caja. ¿Tiene fácil acceso a anticonceptivos? Asegurado Hombre No asegurado Porcentaje global Asegurada Mujer No asegurada Porcentaje global Sí No Ns/Nr 79,1% 14,3% 6,5% 69,4% 19,4% 11,1% 77,1% 15,4% 7,5% 74,7% 11,1% 14,2% 58,7% 25,3% 16,0% 72,35 13,2% 14,4% Es claro que la solicitud de información o asesoramiento no es suficiente para indicar que las mujeres en nuestro país tienen garantizado su derecho a la anticoncepción. Uno de los factores que determinan la garantía efectiva de este derecho es la facilidad o dificultad con que se tiene acceso a los diversos métodos anticonceptivos. De las personas entrevistadas el 74,70% indicó que tiene fácil acceso a métodos anticonceptivos (77,1% de los hombres y 72,3% de las mujeres). Quienes tienen más fácil acceso son las personas jóvenes entre 18 y 29 años, mientras que quienes dicen con más frecuencia tener dificultades en el acceso a los métodos anticonceptivos son las personas de más de 45 años. En las zonas de tipo rural concentrada, los hombres dicen tener mayores dificultades para acceder a métodos anticonceptivos: sólo un 66,7% de los hombres que viven en este tipo de zonas dicen tener fácil acceso a los anticonceptivos. En el caso de las mujeres, las mayores dificultades existen en las zonas de tipo rural dispersa, donde sólo el 69,8% dice tener fácil acceso a anticonceptivos. Aunque estos porcentajes parecen ser elevados, denotan una restricción a un derecho que debería ser efectivo para el 100% de la población. El papel del Sistema de Salud Pública en nuestro país para garantizar el acceso a métodos de anticoncepción, especialmente para las mujeres, resulta ser vital. Cuando se compara el porcentaje de personas que reconocen no tener fácil acceso a métodos anticonceptivos existe una diferencia importante entre quienes son asegurados o aseguradas de la CCSS y quienes no lo son. 15 Para las personas que no cuentan con un seguro de la Caja Costarricense del Seguro Social, las facilidades para acceder a métodos anticonceptivos son mucho menores, especialmente cuando se trata de las mujeres, quienes se diferencian en 14,2 puntos porcentuales de sus congéneres con seguro. Ahora bien, ni el conocimiento ni las posibilidades de acceso garantizan las mujeres ejerzan su derecho a la utilización de métodos anticonceptivos. Como se verá a continuación, el conocimiento no siempre se convierte en acción. La Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres indagó sobre el uso de métodos anticonceptivos. Resulta alarmante que, a pesar del amplio conocimiento que existe sobre ellos a nivel nacional, el 52,5% de la población declaró no utilizar ningún método anticonceptivo. El porcentaje entre los hombres es del 46,8%, mientras que entre las mujeres alcanza el 53,95%. Al analizar los datos para conocer quiénes son las personas que no utilizan ningún método anticonceptivo se observa que entre el grupo de edad de 18 a 24 años el 41 de cada 100 personas no utiliza ningún método. Al desglosar esta cifra por sexo se detalla que 50 de cada 100 mujeres en ese rango de edad no utiliza anticoncepción, mientras que tampoco lo hace 32 de cada 100 hombres. La situación es igual de preocupante entre las personas de 25 a 29 años de edad, en donde 16,7% de los hombres y 35,2% de las mujeres no utilizan métodos de anticoncepción, para un porcentaje global del 25,44% en este grupo de edad. El dato resulta relevante porque estos grupos de edad son los que dicen tener más fácil acceso a métodos anticonceptivos y quienes los conocen más; sin embargo, su porcentaje de uso no concuerda con el nivel de conocimiento o accesibilidad. En el caso específico de las mujeres, cuando se evalúa el nivel de uso de anticonceptivos durante el periodo de edad reproductiva, se evidencia que 41,06 de cada 100 mujeres no utilizan ningún tipo de método y por ello podrían encontrarse frente a un eventual riesgo de embarazo no deseado. 16 Otro importante hallazgo de la Encuesta es que la accesibilidad a los métodos anticonceptivos no siempre genera un mayor uso. Por ejemplo, el 66,7% de los hombres que viven en zona de tipo rural concentrada dijeron tener fácil acceso a los anticonceptivos, pero sólo un 46,67% los utiliza. Lo mismo ocurre con las mujeres que viven en la zona rural dispersa, en donde el 69,8% dijo tener fácil acceso a anticonceptivos, pero sólo el 40,48% los usa. Los datos muestran claramente que a menor escolaridad es menos frecuente el uso de métodos anticonceptivos. En personas que Porcentajes de no utilización de métodos únicamente completaron la primaria o anticonceptivos tienen un nivel de escolaridad inferior Hombres Mujeres Porcentaje 53,78 de cada 100 personas no usan global ningún método anticonceptivo Personas 36,6% 61,8% 51,8% (53,78% de no utilización de solteras anticoncepción en personas con Personas 25,9% 34,8% 30,8% primaria completa, 69,32% entre en unión quienes tienen primaria incompleta, y libre 65,51% entre las personas con Personas 48,3% 42,9% 45,9% ninguna escolaridad). Aunque casadas preocupante, este resultado era esperable, pues existen otros estudios que establecen esta correlación. No obstante, resulta alarmante que en grupos con altos niveles de escolaridad también exista un alto porcentaje de personas que no utilizan ningún método anticonceptivo (porcentajes globales de 49,07% entre personas con universidad incompleta y 40% entre personas con universidad completa). Es importante resaltar, por las implicaciones prácticas que este hecho tiene, que los porcentajes de no utilización de anticoncepción son mayores en las mujeres con algún grado de educación superior que entre los hombres. Entre las mujeres con universidad incompleta el 59,6% no utilizan ningún método, mientras que entre las que tienen universidad completa, el 55,3% no lo hacen. Entre los hombres con universidad incompleta, en cambio, 37,3 de cada 100 no usan anticoncepción, y entre quienes tienen universidad completa, 28,8 de cada 100. Si se toma en cuenta que los grupos con educación universitaria completa o incompleta tienen muy altos porcentajes de conocimiento de todos los métodos anticonceptivos y también indicaron tener fácil acceso a anticonceptivos (96 de cada 100 hombres con educación universitaria y 75 de cada 100 mujeres), los datos causan preocupación, pues hablan claramente de una brecha muy grande entre conocimiento, acceso y acción. Con respecto al estado civil de las personas que no utilizan métodos de anticoncepción cabe resaltar que los porcentajes globales muestran que las personas que viven en unión libre se protegen más que las personas casadas e incluso que las personas solteras. Por otra parte, llama la atención que al comparar los porcentajes por sexo entre las personas solteras y casadas, se nota un incremento en el uso de anticonceptivos por parte de hombres y mujeres, pero el aumento es mayor entre las mujeres. Esto podría estar evidenciando que durante el matrimonio la responsabilidad de la anticoncepción recae en la mujer, mientras que durante las relaciones de 17 noviazgo o unión libre se espera que sea el hombre quien asuma la responsabilidad de protegerse de un posible embarazo. Ahora bien, entre las personas que sí utilizan métodos anticonceptivos los más utilizados son el preservativo o condón (16,21% de la población entrevistada), las pastillas anticonceptivas (13,04%) y la esterilización femenina (6,42%). Específicamente entre las mujeres el método más utilizado son las pastillas anticonceptivas (14,4%), seguido de la esterilización femenina (9,3%). Es importante mencionar que aunque estos métodos protegen ante un posible embarazo no deseado, no lo hacen de infecciones de transmisión sexual, para lo cual el único método eficiente es el condón o preservativo. Únicamente el 7,1% de las mujeres entrevistadas afirmó utilizar éste como método anticonceptivo. Específicamente entre las mujeres solteras se utilizan más las pastillas anticonceptivas que el condón (14,6% de las mujeres solteras usan pastillas y 6,9% usan condón), lo que las coloca en una situación de desprotección frente a la transmisión de infecciones por contacto sexual. Las pastillas anticonceptivas en las mujeres se utilizan principalmente entre los 18 y los 39 años (86,30% de todas las mujeres que usan pastillas están en ese rango de edad), coincidiendo este rango con la edad reproductiva de las mujeres. Por su parte, el preservativo o condón, es utilizado por las mujeres mayoritariamente entre los 18 y 29 años (47,22% de las mujeres que utilizan el preservativo están en ese rango de edad) o entre los 35 y 44 años (27,78%). Finalmente la esterilización femenina se utiliza de los 30 años en adelante (78,72% de las mujeres que planifican con este método son mayores de 30 años). Entre los hombres el método más utilizado es el condón, aunque su porcentaje de uso es muy bajo (25,3 de cada 100 hombres entrevistados). Los otros dos métodos más utilizados son las pastillas anticonceptivas (12,5%) y la esterilización femenina (5,5%). Estos datos evidencian un claro recargo de la responsabilidad de la anticoncepción en las mujeres; los hombres delegan esta tarea en sus parejas, y sólo un bajo porcentaje asume ese papel en la relación. Es así como vemos que entre los 18 y los 39 años el 76,27% de los hombres utilizan las pastillas como principal método de anticoncepción, y de los 35 años en adelante el 83,33% utilizan la esterilización femenina como método de anticoncepción. Si bien es cierto la anticoncepción es un derecho de las mujeres, su ejercicio no debe depender únicamente de ellas. Otro ejemplo claro de cómo esta responsabilidad recae exclusivamente en las mujeres son los datos relacionados con la esterilización como método anticonceptivo. Según los datos de la Encuesta Nacional de Percepción de los Derechos Humanos de las Mujeres, el porcentaje de esterilizaciones femeninas como método anticonceptivo es de 6,42% entre las personas encuestadas. Por el contrario, el porcentaje de esterilizaciones masculinas es únicamente del 0,99%, a pesar de que el procedimiento es mucho más sencillo y con menos repercusiones físicas. Lo anterior evidencia, entre otras cosas, una diferencia enorme entre discurso y práctica, porque cuando se pregunta si está bien que los hombres se esterilicen, el 62,06% de la población declaró estar de acuerdo o totalmente de acuerdo (51,78% entre los hombres y 72,33% entre las mujeres). Es evidente que existe una diferencia porcentual importante entre el número de mujeres y 18 hombres que apoyan la esterilización masculina, pero también es clara la diferencia entre los hombres que consideran que esta es una opción correcta y quienes se practican el procedimiento. No es sorpresa, entonces, que del total de personas que no están de acuerdo con la esterilización masculina el 65,12% son hombres. Además llama la atención que entre las personas jóvenes existe un rechazo importante a la esterilización masculina, pues el 18,60% de las personas que consideran que no está bien que los hombres se esterilicen tienen entre 18 y 24 años. El recargo en la responsabilidad de las mujeres también se visibiliza cuando se indaga sobre quién decide si se deben usar o no métodos anticonceptivos. El 76,3% de las personas entrevistadas afirmó que es una decisión conjunta de la pareja, el 9,9% dijo que era de la mujer y el 3,0% que era del hombre. Cuando se separan estos resultados por sexo para analizarlos con mayor profundidad, se aprecia que del total de personas que respondieron que era una decisión conjunta el 82,6% de los hombres dio esa respuesta, pero sólo el 70% de las mujeres respondió de la misma manera. En el caso de las mujeres, el 15,2% dijo que esa era una decisión suya y un 2,4% dijo que lo decidía el hombre. Los hombres respondieron en 4,5% que la decisión es de la mujer y un 3,6% que era de ellos. Quienes más se inclinan a decir que si se usan anticonceptivos es una decisión consensuada son los y las jóvenes entre 18 y 29 años, mientras que quienes más se inclinan a decir que es una decisión del hombre son personas mayores de 65 años; no obstante, resulta curioso que entre los varones que se inclinaron por esta opción, una tercera parte tiene entre 18 y 24 años. Las mujeres que respondieron que la decisión les corresponde a ellas son en su mayoría mujeres jóvenes (entre 18 y 44 años), mientras que los hombres que dieron esta respuesta son también menores de 44 años. Los hombres casados respondieron en un 86,9% que la decisión es consensuada, y sólo un 3,8% dijo que la decisión es de la mujer. Estos datos contrastan con las respuestas de las mujeres casadas, quienes dicen que la decisión es consensuada en un 72,3% y que la decisión es de ellas en un 20,4%. Lo mismo ocurre al contrastar las respuestas de hombres y mujeres que viven en unión libre e incluso de las personas solteras. Los hombres en unión libre respondieron que la decisión es consensuada en un 88,9%, y que es de la mujer en un 5,6%, mientras que las mujeres en la misma condición dicen que es consensuada en un 65,1% de los casos y que les pertenece la decisión en un 28,8%. Finalmente los hombres solteros afirman que la decisión es consensuada en un 77,8%, y 19 de la mujer en un 5,2%. Llama la atención que además afirman que la decisión es suya en un 4,6%. Las mujeres solteras afirman que la decisión es consensuada en un 73,6%, que es de ellas en un 9,7% y que es del hombre en un 2,1%. La decisión sobre quién debe usar los métodos anticonceptivos parece ser también consensuada (73,5%), aunque en este caso la mujer tiene un mayor poder de decisión (11,7% de las personas dijeron que la mujer es quien decide). Nuevamente es importante aclarar que entre los hombres el 80,2% dijo que la decisión es consensuada, el 4,9% que la decisión corresponde a la mujer y el mismo porcentaje que corresponde al hombre; mientras que entre las mujeres el 66,8% dijo que la decisión era consensuada, el 18,4% que era su decisión, y el 2,6% que la decisión es del hombre. Quienes más consideran que la decisión sobre quién debe usar los anticonceptivos debería ser consensuada son las personas jóvenes entre 18 y 29 años. El 23% de las mujeres casadas considera que son ellas quienes deben tomar esa decisión, en contraposición con los hombres casados, entre los que sólo un 2,5% está de acuerdo con las mujeres. La misma diferencia se nota entre los hombres y las mujeres que viven en unión libre: sólo el 13% de los hombres considera que la decisión es de la mujer, mientras que el 31,8% de las mujeres cree que la decisión es de ellas. Entre los hombres y las mujeres solteras también existe esta diferencia, aunque no tan abismal como en los otros casos. El 11,8% de las mujeres solteras cree que la decisión sobre quién debe usar los métodos anticonceptivos es suya, mientras que sólo el 5,9% de los hombres solteros creen que así debe ser. A través de una encuesta de percepción es imposible ahondar en las causas que subyacen las respuestas. Por ello es válido preguntarse con respecto al ejercicio del derecho de las mujeres a la anticoncepción: ¿las mujeres están reclamando su derecho a decidir o están asumiendo como suya una responsabilidad que también es del hombre?, ¿acaso ha habido un retroceso en el acceso a la información y a los servicios en materia de salud sexual y salud reproductiva? CONCLUSIONES Los derechos humanos pertenecen a todas las personas por igual, únicamente por su condición de seres humanos y por la dignidad inherente a esa condición. Su carácter indivisible e interdependiente hace que no se pueda hablar de la satisfacción plena de un derecho si existen deficiencias en la garantía de otros. A pesar de los importantes avances existentes en la paradójicamente difícil tarea de lograr el reconocimiento de las mujeres como seres humanos particulares y por ello de sus necesidades específicas como derechos humanos, existen aún vacíos que es necesario llenar para garantizar el respeto de su dignidad. Para que un derecho se haga efectivo es necesario en primer lugar el conocimiento del mismo; posteriormente, una vez que este conocimiento se haya instaurado, es necesario el empoderamiento de las personas sobre el derecho, a fin de que lo sientan propio y puedan exigir su respeto. 20 En nuestro país el conocimiento de los derechos humanos de las mujeres es claro. Se reconocen derechos como el respeto a la vida e integridad física, psíquica y moral, el derecho a la salud integral, o el derecho a la información, orientación y educación integral en salud sexual y reproductiva, así como los servicios y tratamientos que se desea o no recibir. La encuesta muestra que en nuestro país la gran mayoría de la población reconoce que las mujeres poseen estos derechos, pero el ejercicio de éstos no está tan claro ni tan difundido, especialmente en lo que se refiere a los derechos sexuales y reproductivos. El ejercicio de estos derechos se encuentra aún rodeado de mitos, restricciones y discriminaciones para las mujeres costarricenses que deben ser poco a poco eliminados del imaginario social para lograr una sociedad igualitaria real. Un cambio cultural es imperativo. Los datos evidencian que existen aún contradicciones en el discurso que deben ser aclaradas para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos por parte de las mujeres, por ejemplo cuando se dice que la mujer tiene derecho al ejercicio libre, responsable y voluntario de la sexualidad, pero no se apoya el que la mujer tenga sexo por placer, o existe aún un sector de la población que considera que es obligación de la mujer tener relaciones sexuales con su esposo aunque ella no quiera, o se considera inadecuado brindar educación sexual y acceso a métodos anticonceptivos a los y las adolescentes. Estas contradicciones constituyen discriminaciones de facto que deben ser removidas para lograr la igualdad de las mujeres en cuanto a su derecho a decidir. Los avances no se pueden negar, sin embargo, es claro que aún falta separar la sexualidad de las mujeres de los procesos de reproducción para que se respeten sus derechos en ambos ámbitos. Mantener estos conceptos como una sola estructura indivisible posibilita que las discriminaciones se propaguen y que la mujer se convierta en un instrumento para la reproducción de la especie, y no un ser humano con poder y derecho a decidir. Los métodos de anticoncepción son la mejor herramienta que tienen las mujeres para ejercer su derecho a decidir en materia de reproducción. La anticoncepción les permite decidir si quieren o no ser madres, cuántos hijos o hijas tener y el espaciamiento entre ellos o ellas. No obstante, el ejercicio de este derecho ha recaído sobre las espaldas de las mujeres debido no sólo a que la mayor parte de los métodos están diseñados para su uso, sino también porque socialmente se ha obviado la responsabilidad de los hombres en el proceso reproductivo y ésta labor ha recaído únicamente en las mujeres. Es necesario que los hombres asuman mayores responsabilidades con respecto a su propio ejercicio de la sexualidad para que las mujeres puedan ejercer sus derechos y vivir la sexualidad de forma libre y voluntaria. En nuestro país es tiempo de pasar de la información al empoderamiento de las mujeres sobre sus propios derechos, pero esta no es una labor de una única institución. El trabajo conjunto, desde distintas perspectivas y con distintos públicos meta permitirá continuar la difusión de los derechos y logrará que las mujeres los asuman como suyos. La responsabilidad es conjunta y el principio ético que debe reinar en esta tarea es el del respeto a la dignidad humana y la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria para mujeres y hombres. 21 BIBLIOGRAFÍA (1998). Ley No. 7801, Ley Constitutiva del Instituto Nacional de las Mujeres. San José, Costa Rica. Camacho, R. (2008). Acercándonos a los instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos de las mujeres. San José, Costa Rica: IIDH. Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. (1995). Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Beijing. Facio, A. (2008). Los derechos reproductivos son derechos humanos. San José, Costa Rica: IIDH. Organización de Estados Americanos. (1948). Declaración Americana de Deberes y Derechos del Hombre. Organización de Estados Americanos. (1988). Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ("Protocolo de San Salvador"). 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Protección constitucional de los derechos sexuales y reproductivos. San José, Costa Rica: IIDH. 22