Dios conoce todos los detalles Sus nombres eran Caleb y Joy Stephens. Tenían algo más de treinta años y llevaban casados un par de años cuando ella sufrió una rara enfermedad que la dejó ciega. Era algo que no estaba en sus planes cuando se casaron; pero su compromiso les llevó a afrontar la adversidad. Tuvieron que aprender nuevas formas de vivir. Afortunadamente la compañía para la que trabajaba Joy le permitió seguir en su trabajo. Fue difícil el aprendizaje del método Braille, el uso del bastón para ciegos, el manejo del ordenador..., pero ella gradualmente consiguió aprender lo básico para valerse en las tareas diarias, lo que incluyó cómo moverse por la ciudad usando el transporte público. Vivían en una gran ciudad y no tenían coche. La primera semana, Caleb la acompañó en sus salidas. Fueron juntos caminando desde su apartamento hasta la parada del autobús. En la octava parada, Joy se bajaba, caminaba hasta un edificio de oficinas y subía hasta su lugar de trabajo. Caleb habló con los conductores de la línea del autobús que tomaban, explicándoles la situación y pidiéndoles que cuidaran de Joy durante el viaje. Así viajaron cada día durante la primera semana. Ella se manejaba bien, pero el siguiente lunes sería la verdadera prueba. Ese lunes fue el primer día en que Joy viajó al trabajo por su cuenta. Llegó muy bien a la parada del autobús, se montó en el autobús correcto y se bajó en la octava parada; encontró el edificio donde trabajaba y subió hasta su oficina, perfectamente, como lo habían ensayado cada día de la semana anterior. ¡Lo había conseguido! La semana fue pasando sin dificultad; y el viernes, cuando estaba a punto de bajarse del autobús, el conductor se dirigió a ella diciéndole, “Su marido debe amarla de verdad.” Ella, algo perpleja por el comentario, le preguntó, “¿Por qué lo dice?” Y él respondió, “Usted no lo sabe, pero cada día de esta semana su marido ha seguido al autobús en bicicleta. Él se ha asegurado de que usted cogía el autobús correcto y se bajaba en su parada. Le ha estado esperando cada día en la parada del autobús cuando salía usted del trabajo. Él siempre ha estado a su lado, aunque usted no se diera cuenta. Dios le ha dado un buen marido. Él nunca la perdió de vista, aunque usted no le viera.” A menudo, Dios obra como este hombre. Él está cerca de nosotros y en nosotros, pero nosotros no somos conscientes de ello. Este es el verdadero mensaje de la Navidad, un Dios que está cerca de nosotros. Nuestro Dios, que ha creado el universo y a cada uno de nosotros, no permanece a distancia, sino que está cerca de nosotros. Él es el Dios del Salmo 139: “Oh Señor, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.” Él vino al mundo como hombre y tomó el nombre de Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. Es un Dios que se preocupa de verdad por cada uno de nosotros. Es el Dios que nos ha llamado a una vida sin igual. Y junto con su llamamiento encontramos su promesa de que Él proveerá. No es un Dios distante, sino que cuida hasta los más pequeños detalles. Esto lo vemos en la historia de la Navidad, si consideramos cómo Dios guió a María y José en el pasaje de Mateo 1:18-25 18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando comprometida María, su madre, con José, antes que vivieran juntos se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José, su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Pensando él en esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». 22 Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: 23 «Una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Emanuel» (que significa: «Dios con nosotros»). 24 Cuando despertó José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús. En estos versos encontramos muchas pruebas de la provisión de Dios en medio de una historia llena de “incertidumbres”. ¿Te imaginas las abrumadoras emociones que habrá sentido María al saberse elegida para ser la madre del Mesías?; emoción, gozo, responsabilidad. Es muy posible que quisiera compartir todo ello con José, la persona más importante en su vida, pero ¿cómo iba a hacerlo? ¿Cómo iba a creer la historia? En versos posteriores vemos cómo José, después de escuchar el relato de María, quiso dejarla secretamente. ¿Te imaginas los sentimientos y emociones por los que pasó José? Se sentiría traicionado, herido, triste, y mucho más. ¿Y... María? Ella estaba sirviendo a Dios con su vida, había obedecido, había elegido vivir por fe, y... ahora esto. ¿Acaso no previó Dios que esto ocurriría? ¿No lo había planeado todo? ¿Acaso no estaba en control de cada situación? ¿Se podía confiar en Dios en cada detalle de la vida? Seguro que se seguirían preguntando muchas cosas. ¿Podría viajar María hasta Belén con seguridad, estando embarazada? ¿Qué pensaría la gente si se enteraban de que María y José no estaban aún formalmente casados? ¿Dónde se alojarían en Belén, en medio de tanta gente? ¿Cómo estarían seguros, cuando el rey Herodes quería matar a Jesús? ¿Dónde vivirían? Tantas preguntas y tan pocas respuestas. Y, a pesar de todo, confiaron en Dios paso a paso en su caminar, siendo siempre guiados por el Señor. En el Antiguo Testamento encontramos las profecías, que prueban que Dios había ya preparado cada detalle cientos de años antes de que sucedieran. • Dios llamó a María, una mujer virgen, según había sido profetizado en Isaías 7: 14 “ Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.” • Su marido, José, sería descendiente de Abraham y David, conforme se había profetizado. (Mt.1) • Jesús nacería en Belén, como estaba profetizado en Miqueas 5:2. • A José se le comunicó a través de un sueño que tenía que llevar a María y a Jesús a Egipto, para ponerlos a salvo del rey Herodes. (Mt.2:13-15, Oseas 11:1) • A José le fue dicho en otro sueño que volviera con Jesús y María a Nazaret, “Al llegar, se fue a vivir al pueblo de Nazaret. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijeron los profetas: que Jesús sería llamado nazareno. Este principio lo vemos por toda la Escritura; cuando Dios nos llama a obedecerle, a dar un paso de fe, a un futuro incierto, o a cualquier cosa que nos parece imposible, Él lo hará posible. Cuando Dios llama, Él provee. Dios nunca nos llamará a algo, sin que Él no conozca todas las respuestas a quién, dónde, por qué o cómo. Servimos a un Dios de orden, que siempre ha guiado y continuará guiando nuestras vidas y nuestro mundo hasta completar su propósito. Pero, ¿por qué cuando Dios llama no provee todas las cosas de antemano para nosotros? ¿No sería más fácil? Es posible que más fácil, pero así nunca dependeríamos de Dios de continúo. Dios sabe que la vida sólo se puede experimentar en su plenitud cuando caminamos con Él. Es sólo en medio de la dependencia desesperada que Le conocemos verdaderamente y que nuestra vida puede ser usada para darle toda la gloria a Dios. A partir de esta mirada rápida a la historia de Navidad, podemos recordar que Dios tiene el plan perfecto para nuestras vidas. Él es digno de toda nuestra confianza. Pero, ¿en qué manera nos afecta todo esto a nosotros hoy? Estas preguntas nos pueden ayudar: ¿De qué te gustaría tener todos los detalles? ¿Qué estás esperando, que te lleva a pasar tiempos difíciles? ¿A qué te está Dios llamando, que te asusta tanto, te preocupa, te irrita, o te parece tan injusto o imposible? ¿Qué incertidumbres te preocupan? ¿Qué responsabilidades estás negando a aceptar? ¿A qué palabra de Dios estás dando la espalda? ¿Qué te ha dicho ya Dios, a lo que te niegas a responder? ¿Estás dispuesto hoy a confiar en Dios y obedecerle? Elige depender y descansar en el Señor, y permitir que esas emociones y deseos sean una herramienta que te acerquen más a Él. Espera y confía en él en cada detalle. En Él están todas las respuestas y la dirección que necesaria en cada momento y situación. Elige hoy buscarle más que a cualquier cosa. A medida que camines con Él, te guiará en cada momento, cada día. Él es el Dios que te conocía antes de que hubieras siquiera nacido, y que conoce tus días antes de que sucedan. Elige hoy confiar, descansar y caminar de la mano de Dios, porque Él es digno de toda confianza, aún en los momentos y detalles más inciertos de nuestra vida.