GEA, Grupo de Economistas y Asociados e ISA (Indagaciones y Soluciones Avanzadas), empresas que desde hace 18 años han realizado de manera conjunta numerosas encuestas de opinión pública, en apego al profesionalismo y a la ética que hemos observado a lo largo de nuestras trayectorias profesionales, reconocemos que en la encuesta de preferencias electorales en el estado de Nuevo León, dada a conocer el pasado 2 de junio a través de diversos medios de comunicación, estuvimos muy lejos del resultado de la elección: nuestra encuesta daba 40 al PRI, 31 al PAN y 21 a El Bronco y el dato preliminar es El Bronco 49, PRI 23 y PAN 22. Ese no fue el caso de otros estudios de esta alianza para este mismo proceso. En nuestro estudio nacional sobre preferencias para diputados federales la diferencia entre estimación y resultado por partido estuvo dentro de los márgenes de error estadísticos esperados, con una diferencia media menor a dos puntos, siendo una de las encuestas que estimó con mayor exactitud la distancia entre los primeros lugares. La opinión pública merece una explicación de las inexactitudes en casos como el de Nuevo León. Apenas terminada la jornada electoral es difícil disponer de una explicación acabada que dé cuenta de todas las posibles razones por las cuales una encuesta puede resultar lejana al resultado. Sin embargo, creemos conveniente adelantar las hipótesis sobre las cuales trabajaremos para dar con las fallas y, de esa manera, poder mejorar la eficacia y confiabilidad de este instrumento. Las razones por las cuales una encuesta puede resultar inexacta son múltiples. Unas de tipo técnico, como el diseño de la muestra y del cuestionario, o lo inadecuado del método de recolección de la información de acuerdo al tipo de materia que se investiga. Otros de operación, como un mal trabajo de campo, con supervisión inadecuada, o la ausencia de mecanismos de verificación de la información y deficiencias en su captura o procesamiento. Una más es el tiempo entre la toma de datos y el evento electoral, lo que no es un aspecto irrelevante. Para el caso de nuestra encuesta de Nuevo León, la hipótesis principal consiste en que el diseño técnico (los supuestos conceptuales del comportamiento del electorado mexicano, del cual se desprenden el diseño de la muestra y el cuestionario, entre otros aspectos) fue inadecuado para detectar un fenómeno inédito en los procesos electorales en México: las preferencias por un candidato independiente. Por ejemplo, hay evidencia de que frente a este fenómeno, parte de un sector de la ciudadanía no reveló su voto tal cual lo depositó en la urna. El que varias encuestas de salida hayan dado un resultado lejano al voto recibido por El Bronco y mayor en el caso del voto por el PRI, revela que, aun después de haber sufragado, un porcentaje de entrevistados no reconoció el sentido de su voto1. La inexactitud de los conteos (que ya no se basan en entrevistas al ciudadano, sino en los resultados de las casillas) dados a conocer la noche de la elección, solo pueden ser explicados por imprecisiones en el muestreo, ya que no se tenía antecedentes sobre votación por candidatos independientes y su distribución territorial, lo cual sesgó las muestras. Ese también pudo ser el caso de nuestra encuesta preelectoral. 1 Al respecto, puede verse: http://mexico.cnn.com/adnpolitico/2015/06/07/encuestas-de-salida-perfilan-como-ganador-albronco-en-nuevo-leon. Las encuestas son un instrumento científico para conocer las opiniones de la población en muchos temas. Al igual que cualquier otro método son falibles y mejorables. Así como hay numerosos ejemplos de encuestas acertadas también existen casos recientes, en México y en otros países, de fallas e insuficiencias, propios de las complejidad creciente de los fenómenos sociales y políticos ante los cuales es probable que los diseños técnicos fallen o ya sean inadecuados. Su precisión y eficacia han mejorado a lo largo de la historia, gracias a la corrección de los errores e insuficiencias mediante la experimentación de nuevos enfoques, nuevas técnicas estadísticas, mejores cuestionarios. Por tanto, la investigación que nos permita identificar las fallas técnicas del estudio de Nuevo León contribuirá a mejorar los métodos y diseños de nuestras encuestas. Tenemos la convicción y obligación de revisar desde sus cimientos la lógica y métodos de nuestros ejercicios de medición, lo que supone no sólo un cambio en la confección de cuestionarios, sino llevar adelante una reflexión teórica sobre el modelo de decisión del votante mexicano hoy en día. Estos enfoques teóricos y nuevas metodologías deben revisarse y probarse, por lo que en el curso de los próximos procesos tendremos que contrastar estas hipótesis sobre cómo hacer las preguntas y muestreos para recuperar la efectiva intención de voto del elector y cumplir con el objetivo central de la publicación de encuestas: conocer las preferencias reales del electorado.