Amar al hombre que no conviene

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Desarrollo
Amar no es sufrir
Amar al hombre que no conviene
A
mar a una pareja debería de entenderse como una fuente
de gozo, enriquecimiento, alegría y expansión. Sin embargo muchas mujeres confunden sufrimiento con amor y sin
darse cuenta acaban sumergidas en relaciones tortuosas, problemáticas y adictivas que minan su seguridad y autoestima.
Convertirse en una “sufridora por
amor” no es algo que ocurra de la
noche a la mañana y sin motivos. Una
mujer “sufridora” lleva a sus espaldas un gran bagaje de podredumbre
emocional. Estas mujeres no pudieron
expresar libremente sus necesidades
emocionales y afectivas en su familia
de origen y en la mayoría de los casos
crecieron en familias en las que uno u
ambos padres estaban ausentes a nivel físico o emocional, lo que dió lugar a una sensación de abandono, no
aceptación y miedo a la soledad.
Una mujer acostumbrada al dolor
lo reconocerá como un ingrediente
necesario a la hora de establecer relaciones. El dolor está en ella tan integrado que no percibirá posibles
señales de alarma como pueden ser
los celos, la humillación o la traición,
pues todo lo que le produce dolor se
convierte en familiar para ella. Sin embargo otra mujer con un historial más
saludable escapará al menor indicio.
Baja autoestima, miedo a la soledad, excesiva responsabilidad hacia
los demás y dependencia afectiva
suelen ser rasgos característicos de
estas mujeres. Pero sin duda el rasgo más sobresaliente es la acuciante
necesidad de cambiar y controlar a
sus parejas volcándose con “todo su
amor”. Esta urgencia de volcarse en
el otro con el fin de intentar cambiarle
y controlarle es una forma de evasión
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para no cuidarse, cultivarse y darse a si
mismas lo que necesitan.
De alguna forma estas mujeres intentan compensar sus carencias dando todo el amor, afecto y atención que
ellas no tuvieron, sin embargo este
amor es más una forma de escasez
que de entrega y devoción. Amar en
exceso, demandando siempre algo a
cambio a través de reproches o acusaciones, es en realidad una forma
enmascarada de tener el control en la
relación. Caer en estos juegos de poder crea una dinámica en la que estas
mujeres pasan rápidamente del papel
de víctima a verdugo y este es el clima
más nocivo para establecer relaciones
de igual a igual donde el amor real
pueda crecer. Otro papel que les encanta a estas mujeres es el de la gran
rescatadora, lo que les convierte en
estupendas y útiles madres, terapeutas o enfermeras pero no en parejas
ideales.
El curriculum particular de estas
mujeres les llevará a sentirse irresistible y magnéticamente atraídas por
hombres emocionalmente inaccesibles (infieles, inconstantes, adictos,
mentirosos, distantes…), sin saber que
están siguiendo un patrón inconsciente. De alguna forma necesitan engancharse a los altibajos emocionales de
mentiras, discusiones, turbulencias y
subidotes de adrenalina porque toda
esta coctelera es el ambiente emocional donde han crecido y por lo tanto
es un terreno conocido donde irónicamente se sienten cómodas.
Hombres seguros, honestos, estables, comprometidos que puedan
generar un cierto clima de intimidad
y cercanía emocional pueden parecer
sosos, aburridos o de carácter poco
atractivo. Pueden servir como un reconfortante pañuelo de lágrimas en
los momentos de bajón o como grandes amigos en los que refugiarse, pero
no se plantearán nada serio con ellos.
El miedo a la intimidad aterroriza
a estas mujeres ya que no se conocen
y por lo tanto no se aceptan, de esta
forma siempre buscan papeles con
los cuales puedan salir a escena: la
fuerte, la seductora, la inteligente, la
víctima... hasta que llega un momento
en el que se olvidan de quienes son
realmente y cuando aparece un hombre con el que pueden llegar a tener
un cierto grado de intimidad se sienten torpes y vulnerables y de alguna
manera “extraña” son ellas las que
acaban desapareciendo.
Salir del patrón de sufridora requiere hacerse consciente de que el infortunio en el amor no es producto del
azar o del embrujo sino de que seguimos patrones que nos llevan a fijarnos
en un perfil de hombres determinado.
Cambiar este patrón comienza con
saber en qué punto nos encontramos
con respecto a nuestra autoestima,
definir que buscamos en una relación
de pareja y tomar consciencia de hasta que punto este tipo de relaciones
basadas en la dependencia y el dolor
nos llevan a olvidarnos de nosotras
mismas, de nuestro propio desarrollo
personal y de aquello que nos hace
sentir felices y LIBRES.
La clave para establecer relaciones
desde la intimidad y la igualdad consiste en mostrarnos tal y como somos
a pesar de la torpeza, la vulnerabilidad
o el miedo a los juicios. Si queremos
que nos amen por lo que somos, te-
nemos que exponernos tal y como
somos. Cuanto más nos desvelemos,
aceptemos y cuidemos de nosotras
mismas más preparadas estaremos
para atraer a una pareja que haga lo
mismo.
Mostrarnos tal y como somos puede asustar mucho al principio pero
siempre podemos ir practicando con
personas con las que nos sintamos
más tranquilas y confiadas, como pueden ser familiares, amigos o un grupo
de iguales.
El grupo de iguales puede convertirse en la plataforma ideal en el camino hacia la recuperación de la autoestima, pues en él se dan las condiciones
necesarias de confianza, comprensión
y aceptación para empezar a desvelarnos tal y como somos; por otro lado
las integrantes del mismo sirven de espejo fiel de aquellos aspectos que nos
cuesta reconocer en nosotras mismas
por considerarlos indignos y vergonzosos. El grupo puede aportar luz en
la oscuridad y a través de él podemos
reconocer la enorme cantidad de do-
Virginia de la Iglesia Aragón.
Facilitadora de Talleres de Desarrollo
y Bienestar.
[email protected]
www.afavordelacorriente.com
Guía+ vida. Sección Desarrollo
lor que somos capaces de soportar.
Sufrir por amor no es un síndrome
exclusivo de las mujeres, aunque en
ellas esté más extendido, pues en algún lugar de la psique de cada mujer
existe la idea de que un hombre les
dará la felicidad y la plenitud, olvidando que si no están previamente completas, nada ni nadie podrá llenar sus
vidas.
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