“2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” Senado de la Nación Secretaria Parlamentaria Dirección General de Publicaciones (S-2532/15) PROYECTO DE DECLARACION El Senado de la Nación DECLARA: Su beneplácito por el Quincuagésimo Aniversario del Monasterio de Benedictinas “Madre de la Unidad”, el cual conjuntamente con el Monasterio de Dominicanas “Madre de Dios”, constituyen los únicos existentes en la provincia de Santiago del Estero dentro de los cuales se practica la clausura conventual. Gerardo A. Montenegro.FUNDAMENTOS Señor Presidente: La clausura monástica o conventual indica la forma de vida que llevan monjes y monjas en referencia a la obligación que tienen de no salir de su monasterio o convento y del impedimento de que personas ajenas a la orden puedan entrar en su espacio de residencia. La clausura tiene la finalidad de mantener un clima de recogimiento, silencio, oración y otros recursos ascéticos para la búsqueda de la unión mística con Dios. A pesar de esta separación física con "el mundo", los religiosos poseen como objetivo estar íntimamente unidos a la humanidad y a sus problemas a través de sus oraciones ofrecidas como intercesión. Entre las órdenes religiosas que practican la vida monástica de clausura en la actualidad , son pasibles de citar los siguientes ejemplos: los monjes benedictinos, carmelitas, cartujos, cistercienses, jerónimos, trapenses, entre otros (en el caso de las comunidades de los hombres), y las monjas anunciadas, agustinas, benedictinas, carmelitas, clarisas, cartujas, concepcionistas, jerónimas, mínimas, vis itandinas, entre otras. Fray Bernardo Fontova en su Tratado de las tres vías, purgativa, iluminativa y unitiva, sostenía que el procedimiento para el encuentro con Dios constaba en general de dos vías, purgativa e iluminativa, que tenían como propósito el acercamiento a Dios, y de una tercera, la “2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” unitiva, que no era en realidad tal, puesto que se daba ya una vez realizada la unión mística. Es así que la vía unitiva representa el éxtasis místico: Dios se une a su creatura y le revela un conocimiento y un placer sin límites. La fe católica nos muestra además a la oración como la llave que abre el corazón a la acción de transformación de Dios en los seres humanos y va descubriendo el misterio de la Voluntad del Creador, hasta ver el mundo con sus ojos. Es entonces en el silencio cuando el alma se deja transformar por Dios, quien va haciendo en ella su obra de "Alfarero", moldeándola de acuerdo a Su Voluntad (cfr.Jer.18,1-6). Sin embargo, más allá de la paz que acompaña a los reclusos monásticos, la entrega y sumisión a dicho modo de vida supone una elección difícil de comprender, ya que en nuestro mundo actual, pareciera que el silencio se ha convertido en un vacío que angustia y debe ser llenado, y donde lo material es la regla y el desapego una excepción. En esa inteligencia, los monjes de claustro, quienes practican la devoción en un pacífico retiro y en entrega absoluta hacia sus semejantes, representan, tal vez, las últimas reliquias del siglo XXI, en el cual los avances tecnológicos y de las comunicaciones derribaron casi todas las barreras, pero aún no los muros del claustro, siendo por ello que los mismos están rodeados de un halo de misterio y también de fantasías. Es por este sentido tan elevado que impregna sus vidas que debemos quitar fuera del imaginario colectivo la fantasía que nos muestra a los reclusos como personas encerradas, alejadas del mundo, con problemas para relacionarse, frustrados o con alguna decepción amorosa, gente misteriosa que no hace nada productivo y que sólo se dedican a rezar. El Papa Francisco, en su mensaje a las Monjas de Clausura que dio en su Visita Pastoral a Asís en el 2013, explicó que “la normalidad de nuestro pensamiento diría que esta religiosa está aislada, sola con el Absoluto, sola con Dios; es una vida ascética, penitente”. “Pero este no es el camino de una religiosa de clausura católica, ni siquiera cristiana. El camino pasa por Jesucristo, siempre… Las religiosas de clausura están llamadas a tener una gran humanidad… ser personas que saben comprender los problemas humanos, saben perdonar, saben pedir al Señor por las personas”, enfatizó el Pontífice. “2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” Francisco entonces nos explica que el encierro de las hermanas tiene el gran propósito de hacer presente ante Dios las penas y pesares de la humanidad y de las personas que les hacen llegar sus intenciones por el medio que sientan más apropiado. Aunque algunos sostengan que este tipo de vida responde solamente a intereses personales, lo cierto es que el trabajo espiritual de estas personas se hace extensivo a todos, dado que en la actualidad es cuando más sedientos nos encontramos de la oración ya caída en desuso y de personas que mantengan la conexión íntima con Dios a fin de contrarrestar los errores de la humanidad. No obstante, es dable destacar que el Monacato ha sido la más pura y duradera creación del cristianismo, ya que se trata de una obra realizada por hombres para el servicio de Dios y la humanidad. Fueron muchos los hombres a lo largo de la historia que siguieron este tipo de vida y realizaron según sus convicciones, modificaciones a la forma monástica original, todos sin excepción aportaron algo a esta gran creación cristiana, que llegó a su forma última con Benito de Nursia en el siglo XVI, el cual es considerado el Padre del Monacato Occidental debido a que es precisamente él quien realiza los cambios dentro del monacato para adaptarlos al lugar y a las necesidades. La primera fundación benedictina en hispanoamérica tuvo lugar al finalizar el s. XIX: la Abadía del Niño Dios (Entre Ríos, Argentina), fundada en 1899 por Niño Dios la Abadía de Belloc (Francia), de la Congregación Sublacense. A lo largo del s. XX se realizaron las demás fundaciones benedictinas en hispanoamérica, especialmente en los países del Caribe y en el Cono Sur. Estas fundaciones provenían en su mayoría de monasterios pertenecientes a Congregaciones Benedictinas europeas (Sublacense, Solesmense, Beuronense, Helvetica), y desde los monasterios fundados anteriormente en los EEUU. En el año 1976, los monasterios de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay se unieron en la Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono Sur, la más reciente dentro de la Confederación. El primer monasterio benedictino femenino del Cono Sur fue la Abadía de Santa Escolástica (Prov. Bs. As., Argentina), fundado en 1941 por la Abadía de Santa María (Sao Paulo, Brasil). Por su parte, el Monasterio de Benedictinas “Madre de la Unidad” de Santiago del Estero encontró su fecha de inauguración un 07 de Julio de 1965 tras la llegada de cinco hermanas italianas por orden de la Madre María Giovanna Dore, quien en aquel entonces se encargaba de la dirección de la Congregación Mater Unitatis en Italia y fue a partir de dicho momento que el pueblo santiagueño pudo gozar de la intachable presencia de las fieles servidoras que silenciosa y “2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” abnegadamente han asistido espiritualmente a las personas de la región a lo largo de estos últimos cincuenta años. Y es en virtud de tan valioso trabajo que, resulta de sumo interés rememorar aquello que San Juan Pablo II ha manifestado en cierta ocasión respecto de esta vocación: “La vida contemplativa ha ocupado y seguirá ocupando un puesto de honor en la Iglesia. Dedicada a la plegaria y al silencio, a la adoración y a la penitencia desde el claustro”, porque “la Iglesia sabe bien que su vida silenciosa y apartada, en la soledad exterior del claustro, es fermento de renovación y de presencia del Espíritu de Cristo en el mundo”. La permanencia y entrega en tan sacrificada e importante misión por parte de las reclusas, permite que hoy podamos celebrar con regocijo las Bodas de Oro que han encontrado a la fundación del Convento, felicitando a las hermanas que, habiendo elegido el camino de la devoción divina, actualmente continúan dando vida a la casa religiosa y transformando en inextinguible la llama del servicio espiritual. Gerardo A. Montenegro.-