REVISTA Nº 038 – JUL. 2012 “ORDEN CATÓLICA DEL TEMPLE” ANNO TEMPLI DCCCXCIV +Editorial: +Contenido: PORTADA PERSONAJES DE LAS CRUZADAS. (Reyes de Jerusalén). MARAVILLAS DE AMÉRICA DEL SUR. (Perú – Kuélap) EL PROFETA EZEQUIEL (Y su visión de ruedas giratorias). DOCUMENTOS DEL PROCESO CONTRA LA ORDEN DEL TEMPLE. EL RINCÓN DE JOAQUÍN SALLERAS. Federico Leiva i Paredes. Editor y Director. +Colaboradores: Gerardo Glez. Escobedo. Joaquín Salleras Clarió (Historiador de Fraga). Albert Coll Vilá. Fredy H. Wompner G. Juan A. Portales. +Publicación de artículos: Email: [email protected] HAERBOLARIUM. (El Achiote). LOS PAPAS DE LA HISTORIA. (San Evaristo I). LEYENDAS Y TRADICIONES POPULARES. (La Laguna de Taravilla S. XVI). CONTRAPORTADA. EDITA: OCT (Orden Católica del Temple) +Contactos: www.ocet.org.es [email protected] [email protected] http://templariosdecristo. blogspot.com/ Non Nobis Domine Non Nobis La OCT no se responsabiliza de las opiniones o doctrinas de los autores, ni de la posible violación de autoría y originalidad de los trabajos, colaboraciones o artículos enviados a esta redacción. Los autores serán los únicos responsables de todas las cargas pecuniarias que pudieran derivarse frente a terceros de acciones, reclamaciones o conflictos derivados del incumplimiento de estas obligaciones previstas por la Ley. Reservados todos los derechos de edición, publicación y difusión Sed Nomine Tuo Da Gloriam Reyes de Jerusalén – (Hugo I de Chipre – Isabel I de Jerusalén) Hugo I de Chipre o Hugo de Lusignan (1194/1195 - 10 de enero de 1218), ascendió al trono del Reino de Chipre el 1 de abril de 1205, siendo aún menor de edad, al morir su anciano padre Amalarico de Lusignan, Rey de Chipre y Rey Consorte de Jerusalén. Su madre era Eschiva de Ibelín, heredera de la rama de los Ibelín que habían poseído Bethsan y Ramla. Desde su nacimiento, fue prometido con Felipa, hija de Enrique II de Champaña, Rey de Jerusalén, e Isabel de Jerusalén, mientras sus dos hermanos se prometieron a dos hermanos de Alicia. El objetivo de estos compromisos era conseguir la sucesión en los dos reinos (Chipre y Jerusalén), cuya situación era algo confusa desde la expulsión de Guido de Lusignan del Reino de Jerusalén. Sin embargo, Enrique de Champaña murió poco después de 1197, y fue elegido rey Amalarico de Lusignan, con lo que los compromisos fueron cancelados. Amalarico II murió el 1 de abril de 1205, y los dos reinos volvieron a separarse. María de Montferrato, hija de Conrado de Montferrato e Isabel de Jerusalén, subió al trono de Jerusalén bajo la regencia de Juan de Ibelín, mientras que Hugo subió al trono de Chipre, bajo la regencia de Gautier de Montbéliard. Gautier de Montbéliard fue un fiel regente, aunque severo y codicioso, enriqueciéndose durante la regencia. Parece que ser que marco mucho el carácter del joven rey. En 1206/1207 lideró una expedición a Adalia para rescatar a su maestro, Aldobrandini, amenazado por los Turcos. Para fortalecer las alianzas entre los dos reinos, los dos regentes (de Jerusalén y Chipre) organizaron la boda de Hugo I en septiembre de 1210, no con su antigua prometida, sino con la hermana, Alicia de Champaña y Jerusalén. Felipa, que aún no estaba casada, contrajo matrimonio en 1213 con un señor de la Champaña, Erardo de Brienne, Señor de Ramerupt y Venizy. En 1210, a pesar de su codicia, Gautier de Montbéliard deja la regencia. El rey, lleno de vergüenza, confisca sus bienes y lo exilia. Gautier se marcha a San Juan de Acre, donde es recibido cordialmente, provocando una situación de tensión entre los dos reinos. Hugo se convierte en un rey tiránico, a menudo enojado y violento, pero, según la continuación de la crónica de Guillermo de Tiro, la cólera no le dura demasiado tiempo. Un conflicto sobre el nombramiento de obispos le opone al Papa Inocencio III, aunque al final cede y permite la libre elección en los capítulos. Sus sucesores intervendrán de nuevo sobre este punto. Para garantizar la defensa militar de la isla, Hugo promueve la implantación tanto de la Orden del Temple, como de la Orden del Hospital de San Juan. En 1213, se enfrenta al Patriarca Latino de Constantinopla por la cuestión de la plena independencia de la Iglesia de Chipre, bajo autoridad real. Tras el IV Concilio de Letrán, la Iglesia de Chipre mantiene su independencia. A principios de 1218, su media hermana Melisenda de Lusignan se casa con el Príncipe Bohemundo IV de Antioquía. Poco después del convite, Hugo cae enfermo y muere el 10 de enero de 1218 en Trípoli. Hugo se casó en Nicosia en septiembre de 1210 con su hermanastra Alicia de Champaña y Jerusalén (1196 o 1195/1196 - 1246), hija de la reina Isabel de Jerusalén, última esposa del padre de Hugo, y de Enrique II de Champaña, un marido anterior a Amalarico. La pareja tuvo tres hijos: Maria de Lusignan (antes de marzo de 1215 - 1252 o 1254), casada en 1233 Gautier IV de Brienne (1200 - asesinado en El Cairo en 1244), Conde de Brienne y de Jaffa. Fue la madre de Hugo de Brienne (1240 - 1296), Conde de Lecce y Brienne y pretendiente a los reinos en el Levante cuando la línea sucesoria de su tío Enrique comenzó a extinguirse. Esta demanda se transmitió hasta su nieto Gautier V de Brienne y sus descendientes. Son los herederos del rey Amalarico I de Chipre y del mismo Hugo I. Isabel de Lusignan (1216 - 1264), casada en 1233 con Enrique de Antioquía. Fue la madre de Hugo III de Chipre y ancestro de la denominada como segunda línea sucesoria de la Dinastía Lusignan. Enrique de Lusignan (1217 - 1253), con el mismo nombre que su abuelo materno, se convirtió en 1218 en Rey de Chipre a la muerte de su padre, con su madre en calidad de regente. Murió en Trípoli y fue enterrado en la Iglesia de los Hospitalarios de Trípoli. Posteriormente fue trasladado a la Iglesia de los Hospitalarios en Nicosia. Isabel de Jerusalén (h. 1171–1205) fue Reina de Jerusalén 1192–1205. Era hija de Amalarico I de Jerusalén y de su segunda mujer María Comneno, una nieta del Emperador bizantino Manuel I Comneno, que había recibido la ciudad y el territorio de Nablus de su esposo, el Rey. Isabel creció en la corte de su madre y de su padrastro Balián de Ibelín, en Nablus. Con 12 años se acordó su matrimonio con Hunfredo IV de Torón, que tenía 17, en 1183. En su noche de bodas, el castillo de Kerak fue atacado por las fuerzas de Saladino. Como el matrimonio anterior de Amalarico I, el padre de Isabel, con Inés de Courtenay había sido anulado (aunque sus hijos fueron legitimados), Isabel fue siempre considerada en su niñez como una potencial heredera del trono. Su medio hermano Balduino IV fue reconocido unánimemente como Rey, pues era el único varón. Pero en previsión del futuro posterior a Balduino IV, la madre de Isabel y el partido de los nobles se ocuparon de hacer presentes los derechos de Isabel, sobre todo por la ilegitimidad de Sibila, la otra medio hermana de Isabel. Tras ser decepcionado por el segundo marido de Sibila, Guido de Lusignan, Balduino IV decidió eliminar a Sibila de la sucesión. En su testamento, un compromiso alcanzado en 1183 ratificado por la Haute Cour, se establecía que le sucedería su sobrino Balduino V, el hijo menor de Sibila (de su primer matrimonio), y en caso de muerte de Balduino V, la cuestión sucesoria la dirimirían los reyes de Inglaterra, Francia y el Emperador. La decisión se retrasaría diez años, durante los cuales reinaría un regente. Según este acuerdo, Sibila e Isabel tenían los mismos derechos sucesorios. Balduino IV murió a principios de 1185, dejando al hijo de Sibila como Rey y a Raimundo III de Trípoli como regente. Pero Balduino V falleció al año siguiente. Los partidarios de Isabel pusieron en duda los derechos de Sibila a causa de la nulidad del matrimonio de sus padres. Si Sibila no hubiese estado casada con Guido, habría sucedido con menos oposición; pero ahora resultaba más fácil recuperar los argumentos para la sucesión de Isabel, que contaba 16 años de edad. El testamento de Balduino IV fue ignorado y se coronó a Sibila en 1186. Pero en 1190 murieron Sibila y sus dos hijas, en pleno caos de la invasión del reino por Saladino y la conquista de todo el territorio excepto de la fortaleza de Tiro. En dichas circunstancias, Guido siguió titulándose Rey, a pesar del apoyo que tenía Isabel. En otoño de 1190, Isabel fue obligada a divorciarse de Hunifrido, contra su voluntad, y a casarse con Conrado de Montferrato, 25 años mayor que ella. Conrado ansiaba el trono, oficialmente vacante en ese momento, y sus aliados (entre los que se encontraban la madre de Isabel y su padrastro) argumentaron que el matrimonio de Isabel no era válido porque era menor y había sido obligada por Balduino IV. Además, Hunifrido, al que Isabel amaba pues prácticamente habían crecido juntos, no se consideraba preparado para el trono en tiempos tan turbulentos. Por todo ello, Isabel aceptó la nulidad. Conrado, por matrimonio, se convirtió en Rey de Jerusalén, y fue confirmado en 1192 tras dos años de interregno en el que Guido de Lusignan siguió actuando como Rey. Conrado murió pronto en circunstancias misteriosas, a manos de los Hashshashin, dejando a Isabel embarazada. Isabel se casaría entonces con Enrique II de Champaña (sobrino de los reyes de Francia y de Inglaterra). Enrique murió en 1197. Había tenido dos hijas: Alicia de Chipre (nacida en 1196) y Filipa de Champaña (nacida en 1197). Mientras estaba casada con Enrique, se decidió que su matrimonio con Hunifrido de hecho no era inválido, pero como éste había muerto, Isabel se volvió a casar, por cuarta vez, con Amalarico II de Jerusalén (también conocido como Amalarico I de Chipre), hermano de Guido de Lusignan. Con él tuvo dos hijas: Sibila de Lusignan (nacida en 1198) y Melisenda de Lusignan (nacida en 1200), y un hijo, Amalarico (1201-1205). Amalarico II murió en 1205, poco antes que Isabel y que Amalarico niño. A la muerte de Isabel en 1205, fue sucedida por su hija mayor María de Montferrato. Por F.L.P. Perú – Kuélap Kuélap, o Cuélap, es un importante sitio arqueológico del Perú construido por la cultura Chachapoyas. Forma un conjunto arquitectónico de piedra de grandes dimensiones, ubicado en lo alto de una montaña a 3.000 msnm. Se encuentra en la margen izquierda del río Utcubamba, en la provincia de Luya. Se estima que su construcción se realizó hacia el año 1000, coincidiendo con el período de florecimiento de la cultura Chachapoyas. En lengua nativa, Kuélap significa "lugar frío", y es que, a pesar de encontrarse en la selva peruana, tiene un clima templado, seco durante el día y con temperaturas muy bajas durante la noche. Aunque algunos autores consideran que Kuélap fue una fortaleza militar, los estudios del arqueólogo Federico Kauffmann Doig lo consideran un centro de administración de la producción de alimentos y del culto destinado a favorecerla. También se cree que simplemente fue una ciudad fortificada. Descubrimiento. Este monumental exponente de la arquitectura de los chachapoyas permaneció virtualmente ignorado hasta 1843. La razón estriba en lo poco accesible de la zona boscosa y lluviosa en la que se encuentra. En el año referido, al realizar una diligencia en la zona, Juan Crisóstomo Nieto, juez de Chachapoyas, pudo admirar su grandeza guiado por lugareños que ya conocían el sitio arqueológico. Con posterioridad, Kuélap mereció la atención de algunos estudiosos y curiosos en materia de antigüedades. Entre ellos descuella el francés Louis Langlois, que lo analizó en la década de los años 1930, y Adolf Bandelier, que lo describió con anterioridad. La zona es boscosa y lluviosa. Por un sendero empinado que parte del poblado de El Tingo, cercano al la ribera del Utcubamba, a 3.000 msnm de altura, se accede al sitio tras andar unos 8 kilómetros y ascender unos 1.000 metros. También es posible el acceso por una vía carrozable que serpentea por la margen izquierda del río Tingo y que, luego de cruzarlo, permite alcanzar en unas 4 horas de viaje la planicie de Marcapampa, en las proximidades del monumento. Kuélap se caracteriza por su condición monumental, con una gran plataforma, orientada de sur a norte, asentada sobre la cresta de roca calcárea en la cima de la montaña. La plataforma se extiende a lo largo de casi 600 metros y se sostiene por una muralla de 19 metros de altura. Frisos en piedra. Sobre la plataforma, se levantan, hacia uno de los lados, un segundo y tercer Waru waru y más de 400 recintos, en su mayoría de planta circular, de los que tan solo quedan las bases en la mayor parte de ellos. En algunos casos, los recintos presentan paredes ornamentadas con frisos de contenido simbólico que, por lo general, parecen evocar ojos y aves que toman la forma de una "V" en cadena. Dichos recintos no fueron, al parecer, viviendas, sino depósitos de comestibles para que la población no sufriera por la falta de alimentos en años aciagos, cuando la región era azotada por fenómenos naturales, como las catástrofes que desata el fenómeno del Niño. Los campesinos, por otro lado, debieron morar en los campos adyacentes al monumento y, siendo sus viviendas frágiles, estas no han resistido los embates del tiempo. Entre las muchas construcciones existentes en Kuélap, tres son las estructuras que más destacan: El Tintero, La Atalaya y El Castillo. El Tintero. El Tintero está situado en el extremo sur del gran andén y se caracteriza por ser un torreón circular en forma de cono invertido, verdadero desafío a las leyes de la gravedad. La Atalaya, conformada también por un torreón, se ubica en el extremo norte de Cuélap. El Castillo, por su parte, es una construcción presente en el sector más conspicuo de Kuélap y destaca sobre el andén superior. Probablemente, el conjunto de El Castillo fue morada del jerarca y de los altos dignatarios del lugar. El acceso a la primera plataforma era posible solo ingresando por dos portadas, ambas ubicadas en la fachada este o principal; una tercera portada, ubicada en el costado de un despeñadero que da al oeste, más que entrada debió de ser "salida" al precipicio; ello lleva a suponer que podría haber sido el acceso a un lugar de sacrificios. Una de las tres entradas estrechas a la fortaleza. La portada mejor conservada, y probablemente la principal, se ubica en el lado sur del frontispicio que da al este. Alcanza, en su base, tres metros de ancho y sus jambas se angostan al elevarse por unos 10 metros. Para permitir el acceso a la plataforma ya citada, esta portada necesariamente cala en el andén, cortándolo cual si se hubiera retirado un "pedazo de torta"; acaso simbolice una inmensa vulva. Al internarse el visitante, esa entrada lo conduce a un pasaje con forma de rampa que asciende flanqueada por altas paredes, lo que le confiere el aspecto de un "callejón". Este se va estrechando a lo largo de un recorrido de 20 metros, hasta permitir, en su tramo final, el paso de una sola persona, por una especie de angosto túnel. Aunque en el sector de la entrada las jambas terminan casi tocándose en su extremo superior, las paredes que flanquean el pasaje convierten a este en una especie de "Callejón" sin techo en el que las paredes se inclinan hacia el interior a medida que van elevándose. Es evidente que Kuélap es un monumento anterior al Imperio inca. Considerando su carácter monumental, es indudable que debió desempeñar un papel protagónico en el pasado de la cultura chachapoyas. En efecto, la arquitectura de Kuélap es, en términos generales, la misma que se halla dispersa en el área cultural de los chachapoyas. Lo que no se ha podido precisar hasta ahora es en qué momento del largo proceso de desarrollo de la cultura chachapoyas, cuyos inicios podrían remontarse al siglo VIII, fue levantado el monumento de Kuélap. Asimismo, se desconoce el tiempo que perduró su florecimiento y cuándo y por qué fue abandonado. Hay otros aspectos que no han podido ser dilucidados, como el transporte de los bloques de piedra hasta lo alto de la montaña y la habilidad de los arquitectos involucrados en la construcción, que supieron dotarla de un sofisticado sistema de drenaje del agua de las lluvias. En la actualidad, por estar obstruidos sus ductos, el monumento se ha ido "hinchando". Al dilatarse la gran plataforma, las piedras de las murallas que la revisten van desprendiéndose. Tampoco ha quedado aclarado cómo se llevaba a cabo el suministro de agua para sus moradores; tal vez algunos de los recintos carentes de acceso hayan servido como reservorios. Los demás recintos, en su gran mayoría, debieron ser almacenes de alimentos a la manera de los tambos incaicos, en los que se solía edificar un conglomerado de graneros. En cuanto a la función que cupo a Kuélap, también se carece de una respuesta del todo satisfactoria. Popularmente, el monumento es calificado de "fortaleza", por su ubicación y por la solidez y altura de sus muros. Adolf Bandelier, y especialmente Louis Langlois, trataron de demostrar que Kuélap, más que fortaleza, habría podido ser un lugar fortificado destinado a servir de refugio a la población en casos de emergencia. Le atribuyeron, probablemente por analogía, el mismo papel que desempeñaron los burgos en la Europa medieval. Los altos muros que enchapan la plataforma y la estrechez del acceso a la ciudadela en su tramo final sugieren, en efecto, que el monumento de Kuélap pudo construirse con miras a servir como reducto defensivo, o que por lo menos debió ser un sitio protegido de los intrusos. Pero esta posibilidad no necesariamente anula otras interpretaciones, acaso de mayor trascendencia. Así, tomando en cuenta la función desempeñada por la arquitectura monumental en el pasado arqueológico peruano en general, la cual estuvo relacionada con las necesidades socioeconómicas motivadas por el medio, puede concluirse que Kuélap pudo básicamente ser un santuario precolombino en el que residía una poderosa aristocracia cuya misión primaria era administrar la producción de los alimentos, recurriendo para ello al mando y a prácticas mágicas, a fin de contar con la colaboración de los poderes sobrenaturales que gobernaban los fenómenos atmosféricos, que, de no ser bien honrados, podían hacer llover en exceso o azotar a los hombres con sequías que pudieran hacer peligrar su existencia. Por J.A.R. INTRODUCCIÓN La historia del hombre seguida a través del relato bíblico cuenta con una serie de episodios muy singulares y extraordinarios que probablemente hoy en día tengan una interpretación distinta a la que tuvieron cuando ocurrieron hace miles de años. El conocimiento de los fenómenos astronómicos, climáticos, atmosféricos, magnéticos y luminosos le han dado una explicación más científica a muchos episodios bíblicos de la antigüedad, asociando a eclipses, terremotos, erupciones volcánicas, etc., lo que antes era asociado al poder sobrenatural de Dios. Sin embargo un episodio que resulta especialmente interesante y de difícil interpretación es el caso de la historia de Ezequiel y su visión de ruedas giratorias. Muchos son los intentos de asociar la experiencia de Ezequiel a distintas explicaciones que van desde la presencia de ángeles, viajeros del tiempo, extraterrestres, cuerpos de luz y otras tantas mas, no obstante lo anterior aun se está lejos de llegar a un consenso respecto a este tema. Este artículo tratara de analizar este episodio de manera objetiva, exponiendo los distintos puntos de vista con respecto al tema y sin el afán de influir en el lector. Ezequiel fue un sacerdote y profeta hebreo exiliado a Babilonia que ejerció su ministerio desde el 595 - 570 A.C. durante el cautiverio de Israel en Babilonia y a diferencia de otros profetas, tuvo importantes revelaciones en forma de visiones simbólicas de parte de Yahvé. Ezequiel se caracteriza por las descripciones detalladas de las visiones que le fueron mostradas. Su primera visión acerca de un vehículo celestial en Ezequiel 1:4-28 han sido interpretadas de muy diferentes formas. Sus profecías avisaron de la destrucción inminente de Jerusalén. También fue uno de los oráculos sobre la condenación de las naciones extranjeras y de la restauración de Israel. Su nombre Ezequiel (hebreo: Yejez·qé'l) significa “Dios Fortalece”. Ezequiel, vivió en el mismo tiempo del profeta Jeremías, Daniel y Esdras, estaba casado (Ez:24:18), era hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Jeconías (Joaquim) de Judá (597 a. C.) e internado en tierra caldea, en el actual Tel-Aviv a orillas del río Cobar o Queb-ar. Cinco años después, a los treinta de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó a cumplir su misión de profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años, es decir, hasta el año 570 a. C. A pesar de las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de abrigar falsas esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y que Dios no permitiría la destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa (véase Jer. 7, 4 y nota), eventos que ya habían sucedido. Había, además, falsos profetas que engañaban al pueblo prometiéndole en un futuro cercano el retorno al país de sus padres. Tanto mayor fue el desengaño de los infelices cuando llegó la noticia de la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo. No pocos perdieron la fe y se entregaron a la desesperación. La labor del Profeta Ezequiel consistió principalmente en ejercer la amonestación y el arrepentimiento, combatir la idolatría, la corrupción por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del pronto regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el Profeta, con los más vivos y bellos colores, las esperanzas de la salud mesiánica. LA VISIÓN DEL CARRO DIVINO (EZEQUIEL 1:128) El año treinta, el día quinto del cuarto mes, mientras se encontraba Ezequiel, a orillas del río Quebar, se abrió el cielo y tuvo visiones divinas. Según relata: “Yo miré, y vi un viento huracanado que venía del norte, y una gran nube con un fuego fulgurante y un resplandor en torno de ella; y de adentro, de en medio del fuego, salía una claridad como de electro. En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres. Cada uno tenía cuatro rostros y cuatro alas. Sus piernas eran rectas; sus pies, como pezuñas de ternero, y resplandecían con el fulgor del bronce bruñido. Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas. Sus alas se tocaban una a la otra, y ellos no se volvían cuando avanzaban: cada uno iba derecho hacia adelante. En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda, y un rostro de águila. Sus alas estaban extendidas hacia lo alto: cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que les cubrían el cuerpo. Ellos avanzaban de frente: iban adonde los impulsaba el espíritu, y no se volvían al avanzar. Entre los seres vivientes había un fuego como de brasas incandescentes, como de antorchas, que se agitaba en medio de ellos; el fuego resplandecía, y de él salían rayos. Los seres vivientes iban y venían, y parecían relámpagos. Yo miré a los seres vivientes, y vi que en el suelo, al lado de cada uno de ellos, había una rueda. El aspecto de las ruedas era brillante como el topacio y las cuatro tenían la misma forma. En cuanto a su estructura, era como si una rueda estuviera metida dentro de otra. Cuando avanzaban, podían ir en las cuatro direcciones, y no se volvían al avanzar. Las cuatro ruedas tenían llantas, y yo vi que las llantas estaban llenas de ojos, en todo su alrededor. Cuando los seres vivientes avanzaban, también avanzaban las ruedas al lado de ellos, y cuando los seres vivientes se elevaban por encima del suelo, también se elevaban las ruedas. Ellos iban adonde los impulsaba el espíritu, y las ruedas se elevaban al mismo tiempo, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando ellos avanzaban, avanzaban las ruedas, y cuando ellos se detenían, se detenían las ruedas; y cuando ellos se elevaban por encima del suelo, las ruedas se elevaban al mismo tiempo, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Sobre las cabezas de los seres vivientes, había una especie de plataforma reluciente como el cristal, que infundía temor y se extendía por encima de sus cabezas. Ellos estaban debajo de la plataforma con las alas erguidas, tocándose una a la otra, mientras las otras dos les cubrían el cuerpo. Yo oí el ruido de sus alas cuando ellos avanzaban: era como el ruido de aguas torrenciales, como la voz del Todopoderoso, como el estruendo de una multitud o de un ejército acampado. Al detenerse, replegaban sus alas. Y se produjo un estruendo sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas. Encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas, había algo así como una piedra de zafiro, con figura de trono; y encima de esa especie de trono, en lo más alto, una figura con aspecto de hombre. Entonces vi un fulgor como de electro, algo así como un fuego que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi algo así como un fuego y una claridad alrededor de él: como el aspecto del arco que aparece en las nubes los días de lluvia, así era la claridad que lo rodeaba. Este era el aspecto, la semejanza de la gloria del Señor. Al verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz que hablaba”. (Continúa en el próximo número) Por Fredy H. Wompner G. Carta del Comendador Fr. Raimundo Zaguardia Al Rey Jaime II de Aragón Si este encantamiento que se ha hecho por el Señor Rey de Francia contra los freyles del Temple queréis vos seguir debierais atender que nosotros no somos de la misma condición que aquellos, porque nosotros somos vuestros naturales, y aquellos son de diversas naciones, lenguas y tierras, que conquistaron dicho rey y sus predecesores con fervor y ayuda de la iglesia y lo que ellos tienen en su país no pueden decir que lo hayan adquirido por conquista sobre los enemigos de la fe, sino por mandas y donaciones que se han hecho a los freyles del Temple, y compras y mejoras que ellos han hecho. Cuando nuestros freyles junto con vuestros predecesores, derramando su sangre y muriendo en combate contra los enemigos de la fe, y tomando de las otras tierras y provincias lo que de estas podían tomar, han ayudado a conquistar y a sostener y defender el país contra los enemigos de la fe, como de ello, Señor, hacen testimonio vuestros predecesores con sus privilegios y franquezas que nosotros hemos alcanzado, de lo que proviene que en las mismas libertades digan que dan tales gracias para la salvación de sus almas, y en remisión de sus pecados, a nosotros que somos batalladores, defensores y muro contra los enemigos de la fe de Jesucristo. Aún más, Señor, toda la gente de vuestros reinos o la mayor parte sabe bien, que cuando los sarracenos vienen en contra de vuestro reino, los freyles del Temple son los primeros que acuden en defensa de vuestro reino y de la fe de Nuestro Señor, y no hace mucho tiempo que el último Maestre que murió, entró en tierras del rey de Granada, con pocos freyles y pocas compañías, y vencieron al rey de Granada, y combatieron castillos y talaron el país y se albergaron donde quisieron, lo que fue en gran honor vuestro y de vuestras gentes; y aún más, Señor, Fr. Pedro de Moncada, que era Maestre de Aragón, fue preso en el valle de Albaida y todos los freyles que con el iban fueron muertos o presos en servicio de Dios y en defensa de la fe y de vuestro reino; y aún más, Señor, los freyles de esta parte del mar, (en contraposición a Ultramar), sean del Temple, del Hospital o de cualquier otra religión que hayamos oído nombrar, no hacen tan grandes limosnas como los freyles de vuestra tierra, pues en tiempos de Fr. Bernardo de Montolín, Comendador de Huesca, en Monzón, llegaba el número de los socorridos a cinco o seis mil personas, y en las demás casas donde hay freyles nuestros se hace la limosna que se puede, y en Miravet, ya que no pueden acudir allí tantos cristianos se da limosna lo mismo a cristianos que a sarracenos, en satisfacción de Dios, y como buen ejemplo de dichas gentes; y Nos en el Mas Deu, le damos todos los días a tantas gentes como quiere allí venir… Y aún más, Señor, tened presente la lealtad y la constancia con que han servido los freyles del Temple a vuestros predecesores, por lo que, aún cuando todos los hombres del mundo nos faltasen, Vos no deberíais sostener, pues cuando el rey de Francia vino a esta tierra a conquistarla, Fr. Berenguer de Sant Just que era Maestre, y los demás freyles del Temple de la Bailia de Aragón no se separaron del Rey Pedro, cuando la gente de Barcelona y la del país huían y se tenían por perdidos, mientras que dichos freyles guardaban abastecidos y dispuestos sus castillos y sus fuerzas, con voluntad de morir por el señor rey o de salvarle el reino defendiendo el país, cumpliendo así un deber de naturaleza; por todo lo que, Señor, parecería ser lo más justo que Vos debieseis librar a nuestro Maestre y a los demás freyles que están presos… Por todo esto clamamos de Vos merced, para que vuestra bondad, nobleza, sabiduría y devoción nos deba ayudar y valer, haciendo que se oiga nuestra verdad antes de proceder contra nosotros pues así Nos, como todos los demás freyles de vuestro Señorío, dispuestos estamos a toda prueba y averiguaciones que nos pueda hacer, ya sea en poder de prelados, como de ricos hombres y demás gente de vuestra tierra con tal de que sean dignos de fe… Miravet 8 de diciembre de 1308 <<< SIGILUM DE FR. RAIMUNDO DE ZAGUARDIA Por J.A. Portales TRES FASES REPOBLADORAS EN EL BAJO CINCA CON INTERVENCIÓN DE LA ORDEN DEL TEMPLE A) PRIMERA REPOBLACIÓN (1150 Y 1153) La conquista de Fraga, Lleida y Mequinensa, en 1149, trajo una importante movilidad humana y comercial siempre con la presencia de la cruz. La necesidad de mejorar las condiciones de vida de la población que iba a llegar a la zona exigió el auge del comercio, movilidad de capitales, desplazamientos humanos, y roturaciones de nuevas tierras. A veces, por desmonte o desecación. Algunas de las agrupaciones humanas que se formaban quedaron justificadas, además, por hallarse en los nudos de las mejores comunicaciones, como eran las del Alcanadre-Cinca, o las del Segre-Ebro. En sentido amplio, tierras que habían sido musulmanas como Huesca, Monzón, Barbastro, Fraga, Lleida y Mequinensa se convertirían bien pronto en centros impulsores de repoblación y de comercio. Años más tarde también hacia Castellón, Valencia, Murcia… En concreto, las tierras del Segre y del Cinca tenían una organización fundamentalmente rural, constituida en Almunias o alquerías abundantes a escasa distancia unas de las otras. Especialmente en ambas márgenes de sus ríos, separadas por escasos diez quilómetros. Los señores que llegaron al Cinca se encontraron con unas unidades de explotación y de comercio ya organizadas desde la época musulmana, que era necesario mantener y mejorar. Por eso, cada unidad territorial o cada almunia fue concedida a un señor distinto. A lo largo del Cinca, -desde Monzón a Mequinenza-, fueron ofrecidas tierras, molinos, acequias, granjas… de manera específica a los Templarios; mientras que el norte y oeste de Monzón fue otorgado especialmente a la Orden del Hospital de Jerusalén 1. Los conquistadores que acompañaron al conde-príncipe Ramón Berenguer IV recibieron todos su recompensa o botín, (casas, molinos, calles, derechos censales); en cambio, los colones o repobladores, se ofrecían a sí mismos a dichos conquistadores a cambio de un pequeño censo por su establecimiento, a quienes se les concedían explotaciones agrícolas, negocios o industrias (boteros, molineros, campesinos, herreros…) Además, todo ello como respuesta al acuerdo entre el citado conde con los Templarios de Monzón o de Chalamera, que tuvieron el derecho a disfrutar de los diezmos de todos los censos y réditos de sus repobladores. Incluso el citado conde Ramón Berenguer IV les había cedido -como una ayuda más- 1.000 sueldos jaqueses (s.j.) sobre Huesca y otros 1.000 s.j. sobre Zaragoza, así como el derecho del veinteno de las cabalgatas que realizaran en ayuda del conde y sus sucesores, en las nuevas campañas a emprender 2. Los moros o sarracenos de Fraga fueron desplazados hacia la zona del barranco del Banco, donde crearon un barrio de dicho nombre, y edificaron un mezquita. Se les dio hasta tres años para su completa instalación. El barrio, controlado en las cercanías del castillo, albergó algo más de un centenar de familias a quienes se ofrecieron parcelas de tierra para su subsistencia, satisfaciendo todas ellas el noveno de las mismas al conde de Barcelona y sus herederos. El caserío abandonado sería ocupado paulatinamente por nobles cristianos, obispos, abades, conventos, monasterios, y órdenes militares. Acabada la conquista de las montañas de Prades en 1153, los Templarios recibieron todos los castillos comprendidos desde Mequinenza, a Miravet 3. La repoblación de estas tierras del Ebro, en la actual provincia de Tarragona, se hizo con la participación de repobladores de Fraga, como nos demuestra la abundante presencia de ese topónimo. También es probable que repobladores del Campo de Tarragona hubieran repoblado Fraga para regresar a ocupar las nuevas tierras ocupadas desde 1153. Ese mismo año se celebró una concordia entre el obispo de Huesca, Dodón, -junto a los cabildos de Huesca y Jaca-, a favor de los cónyuges el noble Maza y su esposa María, sobre unas heredades que habían pertenecido a Galín Pérez. Esta concordia demuestra el proceso repoblador aludido, pues se basaba en la entrega de un alodio o alou en Fraga que había sido otorgado al citado obispo 4. La participación del conde de Urgel en la conquista del Cinca y del Segre quedaba clara en la fecha de la muerte del conde Armengol, ocurrida en 1154. Este conde dejaba a su esposa, Arsenda de Ager, y a su hijo y heredero, también llamado Armengol, las rentas correspondientes a Lleida, Fraga, Tortosa y demás. La fecha de este fallecimiento del noble Urgel coincide con el reajuste efectuado entre el obispo de Lleida, Guillermo Pérez de Ravidats, y los Templarios de Monzón, sobre el reparto de la décima 5 en los lugares de Remolins, Gardeny y Monzón, incluyendo en ellos los de Chalamera (Xalamera) y Ballobar (Vallobar). A nuestro parecer, los repobladores llegados al Cinca y Segre no sólo procedieron de la Ribagorza o del condado de Urgel, sino también de la Cataluña marítima. Ese creemos que fue el primer sustrato humano y la base del habla de sus primeros habitantes, a quienes les tocó convivir con una comunidad de habla musulmana que salía de su barrio para compartir el mercado y la vida rural. B) SEGUNDA REPOBLACIÓN (1156-1170) El elevado número de propiedades, rentas y convenios asignados fue tal que, en 1156, el pontífice Adriano VI confirmaba y legalizaba por bula papal las concesiones del conde de Barcelona 6. Ese mismo año, las donaciones Templarías de Gardeny se extendieron hacia Fraga: “Al comendador de Gardeny, Aimeric, y a sus frailes, le son entregadas tierras que confrontan con el camino que va hacia Fraga.”7 Había empezado una repoblación que había de prolongarse por más de diez años continuos. Se ha conservado un documento en el que se cita a Arnau de Torroja como Maestre, Aimeric como comendador de Gardeny, y a Bernardo de Cornellá como fraile en la citada encomienda. Está consignado ante la presencia de caballeros: como R. de Aguilar, G. de Castelló, y G de Santafe. En esta segunda fase repobladora es cuando la Orden del Hospital recibió los lugares de Sena, Sijena y los castillos de Cervera y Cullera. Concretamente en 1157 8. Coincide con la concesión a la Orden de Montgay o Montegaudio para que se ocupara de la guarda del castillo de Fraga. Sin embargo, la pervivencia de esta Orden en la villa fue efímera, porque sus honores fueron absorbidos por los Templarios también establecidos en la misma 9. La amplia presencia de frailes Caballeros de la Orden del Temple tanto en Aragón como en Cataluña pudo ser determinante para que en 1159 se nominara a un Maestre propio para la Corona de Aragón. Eso explicaría porque el Maestre Hugo de Barcelona actuara independientemente de la Provenza. La organización de funcionarios en Fraga ya estaba consolidándose. En ese sentido, en las Cortes celebradas en Huesca en 1162, presididas por la reina doña Petronila, fue reconocido como nuevo y futuro rey de todos los territorios de la Corona a su hijo Alfonso. Acto en el que se hallaban presentes, entre otras muchas personas, el conde Arnal Mir, señor de Fraga, Guillermo Ramón de Montcada y Asberto de Castellvell, estos dos últimos en calidad de testigos y albaceas testamentarios 10. El epitafio dedicado al fallecido conde de Barcelona, le nombra curiosamente rey de los Aragoneses-, señala que en su reinado fueron cristianizadas hasta 300 iglesias 11. Hablar de casi 300 localidades es hablar de un gran impulso repoblador. Como consecuencia del fallecimiento del conde catalán conquistador del Cinca Y Segre fue determinante para que su hijo Alfonso II, como rey de Aragón, se ocupase de la consolidación de la obra de reparto de su padre. Fue el primero en señalar fronteras entre Aragón y Cataluña, o entre Fraga y Ballobar (Vallobar). Lamentablemente, se quiere atribuir tal acción al rey Jaime Conquistador para mediados del siglo XIII. Las decisiones del nuevo rey afectaron, por lo tanto, a los numerosos establecimientos Templarios de la Ribera que contribuyeron a la repoblación y a la sumisión mora. Al tiempo, implicaba que, por vez primera, tanto el incipiente reino de Aragón, como el principado de Cataluña, dispusieran de una misma figura política con la titulación de rey-conde. C) TERCERA REPOBLACIÓN (1170-1192) La repoblación rural y ganadera de Fraga debió ser intensa a partir del año 1170. En octubre y noviembre de dicho año, el rey Alfonso II de Aragón, I de Cataluña, se hallaba en la villa, otorgando desde ella varias concesiones a particulares 12. La actividad política del nuevo rey queda reflejada en los siguientes ejemplos: Donación a la Orden de Montgay: En 1172, dos años después de la creación de la orden de caballería llamada de Montegaudio, del Santo Redentor, o de Alfambra –por su ubicación-, dicho señorío de Alfambra pasaba a los Templarios por mano de fr. Pedro de Cellas, procurador del Maestre de Alfambra, el caballero gallego y fundador don Rodrigo Gonzálvez. La carta de población de Alfambra es de 1174, conservada en el archivo de la Seo de Zaragoza. Dicha Orden desapareció por bula del 29 de abril de 1196, para ser gobernada por la Orden del Temple. Su primer comendador había de ser el Templario Guillermo de Peralta. En ese tiempo, el monarca les había cedido rentas en Bujaraloz, que más tarde fueron traspasadas a la Orden femenina Hospitalaria del monasterio de Sijena (Huesca) 13. Donación a la orden de los hospitalarios: otro hecho decisivo se produjo en 1172: el monarca Alfonso II de Aragón, para satisfacer un préstamo obtenido por importe de 285 morabatines, concedió a la Orden de San Juan de Jerusalén -como aval y garantía de devolución- la villa de Torrente de Cinca, que hasta ese momento había estado bajo la jurisdicción de Fraga 14. Como el rey no pudo devolver la deuda contraída, confirmó la donación en 1174. Momento que recordaba la pertenencia a la jurisdicción de Fraga 15. Instalación de hospitales (1171) La población de Fraga, por razón de repoblación, estaba llegando a constituirse en una de las localidades más notables del Bajo Cinca, y la apertura del hospital en Peñalba debió ser respuesta a la movilidad humana hacia poniente. Varios hospitales iniciaron su andadura en Fraga bajo los cuidados de órdenes militares, pues los nombres de los mismos –de Santa María y el de San Jaime-, así se lo sugieren a J.C. Boix 16. También hubo hospitales en Candasnos (Monegros) y en Calavera (Cinca). Es decir, en las rutas Cinca, y camino real Lérida a Zaragoza. La instalación del hospital de Peñalba está datada en diciembre de 1171, en nueva visita del monarca Alfonso II de Aragón a la villa de Fraga, con la intención de atender a pobres y peregrinos 17. La explotación y conservación del mismo correspondió a Guillem de Barbastro y a Pere de Lobera 18. “Actum est hoc mense decembris, apud Fragam, anno incarnacione Domini M.C.LXXI. Ego rex laudo et concedo tiibi G. de Barbastro et P. de Lobera ut teneatis et gobernatis dictum hospitalem” 19. Conflictos jurisdiccionales de los Templarios con la iglesia secular (1173). Los sucesos se aceleraron en la década de los setenta. Los Templarios, sintieron amenazados sus derechos. Por un lado, una bula del papa Alejandro III, datada en 13 de noviembre de 1173, mandaba a los arzobispos, obispos y demás prelados, se abstuvieran de exigir a los Templarios la tercera parte de lo que los fieles les dejasen en sus testamentos 20. Otras bulas del mismo año parecían evitar el crecimiento de la Orden. Otras, condenaban a maltratadores de familiares del Temple 21. Sin embargo, otras ordenaban a las autoridades eclesiásticas la protección de dicha Orden, por la mucha utilidad que producía a la iglesia católica, mandando respetar las limosnas y cesiones de los fieles a favor de la Orden 22. Una de ellas, parece explicar las circunstancias de la exención de las décimas a los hombres de la Milicia del Temple 23. Quizá –como apunta Josep Mª Sans- la falta de sacerdotes seculares en las dependencias Templarías estaba originando conflictos con los diocesanos, pues en algunas encomiendas ni siquiera tenían capellanes propios: “la mancança de clergues Templers que gairebé sempre patí l’orde”, dice un documento citado por el señor Sans i Travé 24. Después de completada la repoblación de Lleida, Fraga y Mequinensa, -por extensión el Bajo Cinca y el Bajo Segre-, el contingente humano de la zona estaba preparado para las nuevas campañas repobladoras que había de emprender especialmente Jaime I desde 1232. NOTAS: 1 Joan Fuguet Sans: Templers i Hospìtalers, III, Guia de les terres de Ponent i de la Franja, Rafael Dalmau, editors, Barcelona, 2000, p.13. 2 Archivo Corona de Aragón (ACA), S.J.J. perg. 97/11, arm. 23 (traslado del s. XII); ACA, S.J.J. Cartulario de Gardeny, f. 4-6, nº 5; edit, por Ramon Sarobe: Col·lecció diplomática…, ed. Noguera, Barcelona, 1998, doc. 335. Conformado posteriormente por Alfonso II de Aragón. 3 Privilegio de Ramón Berenguer IV a los templarios, haciendo merced de los castillos de Miravet (que acaba de conquistar), Algars, Batea, Corbera, Gandesa, Piniel y Rasquera. Concede, además, un heredamiento en cada uno de los pueblos situados entre Mequinenza y Mirabet, como recompensa de la quinta parte de las conquistas que en otro tiempo había prometido a la orden. Archivo Histórico Nacional (AHN), Órdenes militares, códices, 597-B, fol. 168; agosto de 1153. 4 Archivo Catedral de Huesca (ACH), 2-309, 24 de julio de 1153; ACH, 2-384, copia del siglo XII, con la misma fecha. Citado por A. Durán Gudiol: Colección diplomática de la catedral de Huesca, Zaragoza, 1965, doc. 204. 5 Décimas o diezmos: Consiste en el pago de la décima parte de los frutos anuales para el reparo y sostenimiento de la iglesia. Otro derecho consistió en la a la primicia, que era la entrega de un tercio de los primeros frutos del campo o de las nuevas crías de ganado. 6 Bula de Adriano IV, confirmando todas las donaciones otorgadas por Ramón Berenguer IV a los templarios, y particularmente la que hizo a su maestre Fr. Roberto, de Monzón, Montagut, Chalamera, Barberá, Remolins y Corbins. (AHN, Ordenes Militares, códice 597-b, fol. 117; 6 de abril de 1156) ACA, Armario Templarios, nº 162, saco C; ACA, Bulas, leg. 1, nº 16; ACA, CoDoIn, IV, nº 236. 7 ACA.- Gran Priorat, Armario de Gardeny, Perg. nº 2; año 1156. J. Miret i Sans: Les cases del Templers y hospitalers Catalunya, p. 73 8 ACA, perg. Ramón Berenguer IV, nº 317; ACA, CoDoIn, IV, 243. 9 En 1206 pasaron a la Orden del Temple, el resto intentó integrarse a la orden de Calatrava. Sus posesiones en Fraga se integraron a la Orden del Temple por bula de Inocencio III, del 17 de junio de 1206. (R. del Arco: Historia de la ciudad de Fraga, Fraga, 1951, p. 105.) 10 ACA, perg. Alfonso I, nº 1; Bofarull: CoDoIn ACA, IV, 387; Huesca, 4 de octubre de 1162. 11 Antolín Merino: España Sagrada, XLIII, apéndice 43, pp.466-470 (documento completo) 12 ACA, peg. Alfons I, nº 92. 13 Boletín Centro Aragonés de Barcelona, jul-Ag de 1994, pp. 10-12. 14 ACA, OOMM, Gran Priorato de Cataluña, Espéculo I, reg. 1113, fol. 254; ACA, Armario 10 de privilegios, llibre 2, nº 14. 15 ACA, OOMM, Gran Priorato de Cataluña, Espéculo II, 1113, fol. 254; ACA, Armario 10 de privilegios, libro 2º, nº 12. J. Delaville Leroux vio dos copias de esta concesión de Torrente en el AHN, leg 421 de la numeración antigua, referentes a la Castellanía de Amposta. (J. Delaville: L’ordre de l’hôspital..., p. 25) La confirmación de la donación de Torrente a los hospitalarios por parte del conde Ramón de Pallar, hijo de Arnal Mir y de Oria, casado a su vez con doña Englesa de Cardona, está documentado en 1175, por mano del Alfons, maestre del Hospital, y el testimonio de Guillem de Laurach, Pelegrí y de Plastell, frailes de la misma orden. (J. Miret i Sans: Les cases del Templers y hospitalers a Cataluña, p. 133) 16 J.C.Boix:De Ros a Lleida, Vielha, 1998, p. 106 17 ACA.- Perg. Alfonso II, nº 121. En Fraga redactó algunos documentos como la concesión de deuda de 100 morabatines a favor de Gereau de Marimón (R. del Arco Garay: Historia de la ciudad de Fraga, Fraga, 1951, p. 101) 18 J. Miret i Sans: Les cases del Templers y hospitalers a Catalunya, p. 57. 19 J. Caruana: “Itinerario de Alfonso II de Aragón”, en Estudios de la Edad Media de la Corona de Aragón, VII; p. 121 20 AHN.- Ordenes militares, códice, 597-B, fol. 29 21 AHN, OM, cód. 597-B, fol. 27; Anagni, 28 de julio de 1173. 22 AHN, OM, cód. 597-B, fol. 28; Anagni, 18 de agosto de 1173. 23 AHN, OM, cód. 597-B, fol. 14; Anagni, 12 de noviembre de 1173 Por Joaquín Salleras Clarió En este número estrenamos un espacio en el que el hermano Jesús, franciscano de vocación y herbolario de oficio y dedicación durante más de cincuenta años en el mismo convento, nos irá trayendo una a una hierbas y especias que domina a la perfección, haciéndonos participes de un conocimiento milenario, que a su vez seguro que nos va a ser útil en las diversas facetas de nuestra vida. El achiote, o urucú (Bixa Orellana) es una especie botánica arborescente de las regiones inter tropicales de América, cultivado específicamente en Colombia, México, Ecuador y Andes de Perú, desde la época precolombina. De su fruto se obtiene la especia homónima, habitual en la gastronomía mexicana. La palabra achiote es una castellanización del náhuatl achiotl. La etimología del nombre binomial corresponde a bixa, latinización del portugués bixa; orellana, dedicado al explorador español Francisco de Orellana (1490-1546). Bija era el nombre dado al tinte vino tinto obtenido de esta planta, en las comunidades Pijaos de Colombia. El otro nombre por el cual es muy conocido es urucú (palabra que procede tanto del guaraní como del tupi [uru-ku], o también urucum = "rojo"). En la cultura lusófona, se le llama también açafroa (ya que por ser muy colorante recuerda en algo al azafrán aunque el verdadero azafrán da color amarillo) y también colorau (es decir "colorado" con el significado de rojo). Colorau en todo caso es una forma impropia, ya que es la palabra que en portugués se utiliza específicamente para el condimento, o también el colorante, preparados en base a las semillas trituradas del urucú. En inglés frecuentemente se escribe annatto, en francés rocou [rucú], en alemán orleansstrauch. Es un arbusto perenne, de 2-4 m hasta 6 m de altura, copa baja y extendida; tallo pardo, ramifica a poca altura del terreno. Hojas simples, grandes, de 6-27 x 4-19 cm, y base redondeada o subtruncada, verdosas claras, persistentes, alternas, márgenes lisos, cordadas, de largos pecíolos, delgados, glabro, de 3-8 (-10) cm de largo, engrosado en los extremos. Flores en ramilletes terminales de panículas, de 5-10 cm de longitud, con pelos glandulares; hermafroditas, blanquecinas a rosadas según variedades, flores de 3-6 cm de diámetro, en pedicelos de 7-16 mm de largo, y un anillo de glándulas debajo del cáliz; éste con sépalos anchos, ovados a orbiculares, de 1-2 cm de largo, caducos; corola de pétalos muy obovados, de 1-2 cm de largo, rosados a blanco; muchos estambres, y anteras violáceas; florece escalonadamente, comenzando por los capullos terminales. El fruto es una cápsula roja, de 2 a 6 cm de largo, con pelos gruesos espinosos, dehiscente, verdosa oscura a morada (según variedades), que al madurar pasa a pardo rojizo oscuro. En cada valva hay semillas en número variable (10-50, en relación con el tamaño capsular). La semilla es comprimida, de 5 mm de largo, con tegumento recubierto de una sustancia viscosa rojiza intensa. Soporta temperaturas de 20 a 35 °C; y, en altitud, de 100 a 1.500 msnm, aunque crece mucho mejor en zonas bajas de no más de 500 msnm, sin heladas; y lluvias anuales de 1.000 a 1.500 mm. SUS USOS Se conoce como fuente de un colorante para natural rojizo amarillento derivado de sus semillas, conocido como annatto, el cual es usado como afrodisiaco colorante alimenticio. Se usa frecuentemente en la coloración de quesos como el Cheddar o Tipo Americano o el Mimolette, de margarina, mantequilla, arroz, pescado ahumado y a veces como condimento de cocina. Es utilizado ampliamente en diversas preparaciones culinarias de Latinoamérica y el Caribe, tanto como colorante como saborizante. En la hallaca, plato típico venezolano de la navidad, constituye un ingrediente imprescindible. Es frecuente en la región cruceña que se utilice (con el nombre de urucú) para edulcorar al locro llamado locro carretero. También se usa como condimento y colorante, formando parte de la cocina yucateca como la cochinita pibil y el Mukbil pollo, entre otros platillos. Es un condimento que fue muy utilizado por los mayas, extendiéndose su uso a prácticamente toda la América, a las Islas Canarias y al Sudeste Asiático, donde también es usado como ingrediente de la gastronomía regional. Los pueblos originarios de Centro y Sudamérica lo utilizan como pintura corporal y facial para sus rituales religiosos. El código del colorante es E160b. PROPIEDADES MEDICINALES Se le atribuyen diferentes propiedades terapéuticas: astringente, antiséptico, terapéutico, antibacterial, antioxidante, expectorante, cicatrizante, febrífugo, estomáquico y antidisentérico, diurético y antigonorreico, purgante, desinflamatorio e hipoglicemiante. La semilla molida es utilizada para tratar sarampión, viruela, afecciones estomacales, enfermedades del riñón, disentería y febrífugo, astringente y ligero purgante. La pulpa se usa en quemaduras y ampollas. Las hojas actúan contra malestares de garganta, afecciones respiratorias, dolores renales, inflamaciones dérmicas y vaginales, fiebre, hipertensión, vómitos sanguíneos, diarrea, hemorroides, angina, abscesos, cefalalgia, infecciones de la piel y conjuntivitis. Machacadas o hervidas son consumidas para controlar vómitos, como antídoto contra la intoxicación por el consumo de yuca brava que contiene ácido cianhídrico. La infusión de las hojas es usada por las mujeres para lavados vaginales y es muy eficaz en el control de inflamaciones producidas por hongos y bacterias. La raíz, por otra parte, está en discusión un grave efecto hepatotóxico, por lo que su ingesta directa, en infusiones y demás; esta totalmente contraindicada. Son absolutamente falsas las recomendaciones que sugieren un efecto beneficioso en las hepatitis. Los frutos y semillas en infusión controlan el dolor de cabeza. También tiene propiedades cicatrizantes. El extracto seco o la infusión de las hojas se usa mucho para controlar y curar la prostatitis, dolencia que suele degenerar en cáncer de próstata. Por Frey Herbolario San Evaristo I San Evaristo griego de nacimiento, pero originario de Judea, como hijo de un judío llamado Judas, natural de Belén, que fijó su residencia en la Grecia, y educó a su hijo en la doctrina y principios de su religión. Nació por los años 60, con tan bellas disposiciones para la virtud y para las letras, que su padre dedicó el mayor cuidado a cultivarlas, dando al niño maestros hábiles que le instruyesen tanto en éstas como en aquella. Era Evaristo de excelente ingenio, de costumbres inocentes y puras; por lo que hizo grandes progresos en breve tiempo. No se sabe cuándo ni dónde tuvo la dicha de convertirse a la fe de Jesucristo, como ni tampoco con qué ocasión vino a Roma; sólo se sabe que era del clero de aquella Iglesia, madre y maestra de todas las demás, centro de la fe y de la religión. Evaristo, con su celo y santidad, generalmente reconocida y celebrada en toda Roma, sostenía la virtud de todos los fieles; pues siendo todavía un mero presbítero, encendía el fervor y la devoción en los corazones de todos con sus instrucciones, con su caridad y con sus ejemplos. Era tan universal la estimación y veneración con que todos le miraban, que habiendo sido coronado con el martirio el Santo Pontífice Anacleto, sucesor de San Clemente, sólo vacó la silla apostólica el tiempo preciso para que se juntase el clero romano, que sin deliberar un sólo momento, a una voz colocó en ella a San Evaristo. No hubo en toda la Iglesia quien desaprobase esta elección, sino el mismo Santo. Por su profunda humildad, por el bajo concepto que tenía formado de sí mismo, por la gran estimación que hacía de la ciencia, de la virtud y del mérito de todos los demás que componían el clero, dudó mucho que aquella elección fuese dirigida por el Espíritu Santo: resistióla, representó su indignidad; pero su misma resistencia acreditó más visiblemente lo mucho que la merecía. A pesar de su humildad, le fue forzoso rendirse y ceder a la voluntad de Dios, manifestada por la voz del pueblo y por los unánimes votos de toda la clerecía. Fue consagrado el día 27 de julio del año 99 del Señor. Luego que el nuevo Papa se vio colocado en la silla de San Pedro, aplicó todo su desvelo a remediar las necesidades de la Santa Iglesia en quel calamitoso tiempo, perseguida en todas partes por los gentiles, y cruelmente despedazada por los herejes. Los Simoniacos, o los Simonianos, los discípulos de Menandro, los Nicolaítas, los Gnósticos, los Cainianos, los discípulos de Saturnino y de Basílides, los de Carpócrates, los Valentinianos, los Helceseitas y algunos otros herejes, animados por el espíritu de las tinieblas, hacían todos sus esfuerzos y se valían de todos sus artificios para derramar en todas partes el veneno de sus errores, singularmente entre los fieles de Roma; persuadidos a que una vez inficionada la cabeza del mundo cristiano, luego se dilataría a todo el cuerpo la ponzoña del error, haciendo el mayor estrago. Pero como Jesucristo tiene empeñada su palabra de que las puertas del infierno jamás prevalecerían contra su Iglesia, para detener esta inundación de iniquidad, y para disipar esta multitud de enemigos, había dispuesto su amorosa providencia que ocupase San Evaristo la cátedra de la verdad. Con efecto, el Santo Pontífice aplicó con tanto desvelo a cuidar del campo que el Señor le había confiado, que el hombre nunca pudo lograr sembrar en él la cizaña. Todos los fieles de Roma conservaron siempre la pureza de la fe; y aunque la mayor parte de los heresiarcas concurrió a aquella capital para pervertirla, el celo, las instrucciones y la solicitud pastoral del Santo Papa fueron preservativos tan eficaces, que el veneno del error jamás pudo ganar el corazón de un solo fiel. Pero esta pastoral solicitud del vigilante Pontífice no se limitó precisamente a preservar a los fieles de doctrinas inficionadas; adelantóse también a perfeccionar la disciplina eclesiástica por medio de prudentísimas reglas y decretos, que fueron de grande utilidad a toda la Iglesia. Distribuyó los títulos de Roma entre ciertos presbíteros particulares para que cuidasen de ellos. No eran entonces estos títulos Iglesias públicas, sino como unos oratorios privados dentro de casas particulares donde se congregaban los cristianos para oír la Palabra de Dios, para asistir a la celebración de los divinos misterios, y para ser participantes de ellos. Llamábanse títulos, porque sobre sus puertas se grababan unas cruces para distinguirlos de los lugares profanos; así como los sitios públicos se distinguían por las estatuas de los Emperadores, a las cuales se les daba el mismo nombre de títulos. Los presbíteros nombrados para la dirección de aquellos oratorios eran propiamente los párrocos de Roma, que en tiempo de Optato eran en número de cuarenta. Ordenó también, que cuando predicase el obispo le asistiesen siete diáconos para honrar más la Palabra de Dios, y por respeto a la dignidad episcopal en el principal ministro de ella. Asimismo mandó, que conforme a la tradición apostólica se celebrasen públicamente los matrimonios, y que los desposados recibiesen en público la bendición de la Iglesia. Atribúyense a San Evaristo dos epístolas, una a los fieles de África, y otra a los de Egipto. Esta es sobre la reforma de las costumbres; y en aquella se condena que un obispo pase de un obispado a otro puramente por ambición o por interés, declarándose que no son lícitas semejantes traslaciones sin una evidente necesidad, y sin que se haga canónicamente la misma traslación. Ocupado total y únicamente San Evaristo en dar todo el lleno a las obligaciones de buen pastor, no descargaba enteramente el cuidado de repartir el pan de la Divina Palabra en los santos presbíteros que había nombrado para cada parroquia; él mismo le distribuía cotidianamente a su pueblo, y aún muchas veces al día. Extendíase su infatigable celo a los niños y hasta los esclavos, debiéndose a esta menuda solicitud, a ésta caridad universal, eficaz y laboriosa la conservación de todo su rebaño en la pureza de la fe, a pesar de los artificios y de los lazos que armaban tantos heresiarcas. Aunque el emperador Trajano fue en realidad uno de los mejores príncipes que conoció el gentilismo, tanto por su dulzura como por su moderación, no por eso fueron mejor tratados en su tiempo los que profesaban la religión cristiana. Antes bien no cedió ni en tormentos ni crueldades a las demás persecuciones la que padeció la Iglesia en tiempo de este emperador. Hacía gloria Trajano, de ser más religioso que los otros príncipes, y de mantener las leyes del Imperio romano en todo su vigor. Es verdad que no publicó edicto nuevo contra nuestra Religión, según se lee en San Melitón y en Tertuliano; pero tenía mortal aversión a los cristianos, porque no los conocía, sino por los horrorosos retratos que le hacían así sus cortesanos idólatras, como los sacerdotes de los ídolos; y bastaba esta aversión para excitar contra ellos a los pueblos y a los magistrados. De este mismo principio nacían aquellos tumultos populares en el circo, en los anfiteatros, en los juegos públicos, en los cuales, sin que precediese por parte de los fieles el más mínimo motivo, la muchedumbre levantaba el grito, pidiendo alborotadamente su muerte y la extirpación de su secta. A estos amotinamientos populares se atribuye la persecución de la Iglesia en el Imperio de Trajano. Esta persecución se señala en la crónica de Eusebio hacia el año 108 de Jesucristo, el onceavo de dicho emperador, y duró hasta la muerte de este príncipe, que sucedió el año 117, a los diez y nueve de su reinado. No podía estar a cubierto de esta violenta tempestad el Santo Pontífice Evaristo, siendo tan sobresaliente la eficacia de su celo, y tan celebrada en toda la Iglesia la santidad de su vida. El desvelo con que atendía a las necesidades del rebaño hizo odioso a los enemigos del cristianismo al Santo Pastor, sin que en su avanzada edad entibiase su apostólico ardor, ni fuese motivo para moderar sus excursiones y sus gloriosas fatigas. Siendo tan visibles y tan notorias las bendiciones que derramaba Dios sobre su celo, de necesidad habían de meter mucho ruido, o a lo menos era imposible que del todo se ocultasen a los enemigos de la Religión. Crecía palpablemente el número de los fieles, y regada la Viña del Señor con la sangre de los Mártires, se ostentaba más lozana, más florida y más fecunda. Conocieron los paganos que esta fecundidad era efecto de los sudores y del celo del Santo Pontífice, por lo que resolvieron deshacerse de él, persuadidos de que el medio más eficaz para que se dispersase el rebaño, era acabar con el pastor. Le echaron mano, y le metieron en la cárcel. Mostró tanto gozo de que le juzgaran digno de derramar su sangre y de dar su vida por amor a Jesucristo, que quedaron atónitos los magistrados, no acertando a comprender cómo cabía tanto valor y tanta constancia en un pobre viejo, agobiado con el peso de los años. En fin, fue condenado a muerte como cabeza de los cristianos; y aunque se ignora el género de suplicio con que acabó la vida, es indudable que recibió la corona del martirio el día 26 de octubre del año del Señor de 107, honrándole desde entonces hasta el día de hoy como a mártir de la Universal Iglesia. Por F.L.P. La Laguna de Taravilla (Siglo XVI) Son muchos los lugares de la geografía españolas que guardan increíbles misterios y leyendas. En esta ocasión nos situaremos en Castilla-La Mancha, en el pueblo de Taravilla en Guadalajara. En las cercanías encontramos una laguna llamada la Laguna de Taravilla la cual destaca por su impresionante belleza. Dicha laguna guarda varias leyendas, por ejemplo una que habla de un tesoro escondido en el fondo perteneciente al Conde Don Julián. Pero la leyenda que más ha penetrado en los lugareños es la que hoy nos trae esta laguna de Taravilla. Una tarde de septiembre de 1528, una imponente tormenta repentina asoló la población, rayos y truenos con gran torrente de agua sorprendió a la población así como a todos los viajeros que por allí pasaban. Uno de esos viajeros llamó a un albergue perdido en el monte, un noble caballero. Sus vestidos eran lujosos, y el ventero, después de inspeccionar por la mirilla de la puerta abrió complacido. El recién llegado pidió lumbre para secar sus ropas y permiso para meter en la cuadra a su caballo. Como la tormenta no cesaba y la noche se echaba encima, decidió alojarse allí; mandó que le prepararan una buena cena y una habitación para dormir. El ventero, imaginando que el caballero sería algún gran personaje extraviado en el monte y con sus bolsillos repletos de escudos, determinó apoderarse del oro, ya que a un rincón tan intrincado del bosque nadie le habría visto entrar. Le sirvió la cena lo más rápido posible, y sin cambiar palabra con él para que, sin ninguna distracción, se retirara inmediatamente a su aposento... El dueño de la posada, se despidió para acostarse, se metió en su cuarto, buscó un afilado cuchillo, y con gran agitación esperó a que su huésped estuviese acostado. Escuchó un rato sin percibir el menor ruido, y sabiendo que ya con certeza el caballero dormía, abrió con cuidado la puerta, se lanzó sobre el lecho y clavó repetidas veces el arma sobre el infeliz durmiente. El asesino cuando comprobó a la luz de una bujía que el hombre estaba muerto, registro sus ropas, hallando en ellas varias bolsas de oro. El hostelero se sintió feliz, varias veces contó las monedas y finalmente las puso en lugar seguro, metió a la víctima, rápidamente, en un saco lleno de piedras y cosido, lo cargó y lo transportó hasta la cercana laguna de Taravilla, la cual creen sin fondo y comunicada con la Muela de Utiel por abismos subterráneos. Vuelto a casa, el criminal borró toda huella del crimen, se acostó satisfecho y durmió toda la noche. Al día siguiente, como no encontró el cuchillo, se inquietó con el pensamiento de que lo hubiese dejado clavado en el muerto y de que el arma llevaba grabada en la hoja su nombre y apellidos. Pero se tranquilizó pensando ¿quién podría verlo nunca?, podría vivir tranquilo, ningún humano había llegado jamás al fondo del lago. Pasados unos meses, una negra noche, un fuerte temblor de tierra se dejó sentir en la comarca, abriendo las entrañas de la Muela de Utiel, lo que hizo que bajaran las aguas del lago de Taravilla, finalmente desaparecieron en las entrañas de las simas y el lago quedó seco. Acudieron a contemplarlo los vecinos de los pueblos de alrededor y descubrieron un saco abierto por algo cortante y un cadáver con un puñal en la mano, ese puñal llevaba el nombre del hostelero grabado. La noticia se divulgó rápidamente, y el asesino al verse descubierto, antes de ser detenido, se ahorcó de una viga. Semanas más tarde las aguas comenzaron a llenar de nuevo el lago. Desde entonces se ha repetido varias veces el fenómeno, y los vecinos creen que las aguas se retiran cuando el lago esconde algún secreto, y vuelven a aparecer cuando se le ha dado al cadáver cristiana sepultura. MORALEJA… Y es que aunque tú creas que nadie te ve hacer un mal te equivocas, porque siempre está Dios observándonos y Él ya se valdrá para descubrir tu mala acción. Por F.L.P. Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Jerusalén (Orden Católica del Temple) Maestrazgo Templario Católico Internacional