11.2. UTECO sigue apoyando al régimen de Franco 329

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Estas son las consideraciones que en un estudio premioso de las Bases que hemos recibido de
S.E., hemos considerado necesario hacer presentes para eludir toda posible responsabilidad en
aquellas orientaciones que consideramos erróneas.
El Plan de Desarrollo Agrícola se aprobó en la sesión del
Consejo Foral de 28 de junio de 1964, en el que se produjo
un enfrentamiento entre Alfredo González Sanz y Francisco
Uranga, que introdujo una enmienda para que a las Cooperativas y Agrupaciones Sindicales legalmente constituidas se
les concediera «^irioridad en las ventajas de este ^irograma», que
ascendía a 1.483 millones de pesetas. El consejero González
Sanz se oponía por creer que la industria conservera privada
saldría perjudicada. Pese a todo, no se evitó la sensación de
que la agricultura navarra no era atendida al mismo nivel
que la industria.
11.2. UTECO sigue apoyando al régimen de Franco
Los cambios que se estaban produciendo en España, no
sólo económicos sino también de orientación política, se
reflejaban en las páginas del órgano de expresión de UTECO.
El anteproyecto de Ley de Reforma Fiscal obligó a la
Diputación en el otoño de 1963 a iniciar gestiones en Madrid
en defensa del Régimen Foral, que se veía amenazado con
perder su autonomía fiscal. La Acción Social Navarra, interpretando el sentir de todas las Cooperativas Agrícolas de Navarra, se solidarizó con la Diputación «en estos momentos en que
la Cor[^oración se a1iresta a defender ante los organismos estatales
nuestro régimen ^»zvativo paccionado». En audiencia concedida
a Diputación, según nota de ésta, «el Caudillo ha ^ruesto de relieve su amor a Navarra, asegurando a esta Di^iutación el respeto a la
integridad de nuestro Régimen Foral».
Con motivo del 125 aniversario de la Ley de Modificación de
Fuerosde 16 de agosto de 1841 ( 16 de agosto de 1966), apare-
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cieron artículos y editoriales sobre el régimen foral. La idea
fundamental que se barajaba era que los fueros no eran un
privilegio concedido a Navarra por el Estado, sino un pacto
entre ambos. Sin embargo, también se analizaban los fueros
más que como un disfrute, como una carga, pues Navarra,
por su autonomía, había de hacerse cargo de servicios que
en otras zonas cubría el Estado, y, por lo tanto, su contribución al Estado era proporcionalmente mayor que^ el de otras
^
zonas.
No era de extrañar el tono de estos artículos ya que estaba en perspectiva la negociación del nuevo Convenio Económico, y en toda la prensa navarra, así como en La Acción
Social Navarra, aparecían artículos afirmando que la presión
fiscal en Navarra, sumando lo que se contribuía al Estado, a
la Diputación y a los Ayuntamientos, era mayor que la de
otras zonas del Estado.
^
Pero 1966 estuvo centrado políticamente por el referéndum de diciembre para aprobar la Ley Orgánica del Estado.
La posición de UTECO fue clara, como se ve en el llamamiento efectuado por el jefe de UTECO desde la revista a
votar afirmativamente el 14 de diciembre, «^ior patriotismo y en
defensa de nuestros ideales cooperativos»:
ANTE EL 14 DE DICIEMBRE
Nuestro movimiento cooperativo no puede
estar silencioso e indiferente cuando el futuro de
España está en juego, cuando la evolución del
mundo moderno nos lleva por nuevos cauces
derivados de los que nos trazáramos el glorioso 18
de julio.
Franco pide nuestro apoyo, nuestro voto aprobatorio de esta Ley Orgánica del Estado con la
que se abren horizontes al futuro de nuestra
patria, a la continuidad evolutiva del Régimen
que nos ha dado 27 años de paz. A esta llamada,
los hombres del cooperativismo estamos obligados a acudir, a dar nuestro apoyo al hombre al
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que tanto debemos en el progreso de nuestros viejos ideales católico-sociales.
Por patriotismo y en defensa de nuestros ideales cooperativos votemos el próximo 14 aprobando la Ley Orgánica del Estado.
FRANCISCO URANGA GALDIANO
Jefe de la Unión Territorial de Cooperativas
del Campo de Navarra
Un llamamiento similar, que también reprodujo la revista, se hizo desde Diputación para respaldar la voluntad del
Jefe del Estado Español, «en cuya persona se apoya hoy, con la
firmeza de siem1rre, la confianza de todos los navarros».
Ya se notaba, también en Navarra, un cierto movimiento
de oposición al régimen, que se manifestó en pintadas y octavillas pidiendo el no al referéndum o la abstención. El movimiento de oposición al régimen, obrero y estudiantil, salía ya
abiertamente a la superficie, y la subversión estudiantil en las
grandes universidades del Estado preocupó a la UTECO en
los años siguientes.
Los incidentes estudiantiles de Madrid en enero de 1967,
que dieron origen a manifestaciones en la calle, eran atribuidos, lo mismo que las huelgas obreras, a «la consigna del comunismo internacional, que en esta ocasión ha dado consignas clarísimas que nadie puede negar» (8). Lamentaban la actuación de
los estudiantes, que perjudicaba a los compañeros que sólo
querían estudiar, porque los estudiantes, a diferencia de los
trabajadores, no podían argumentar reivindicaciones salariales o sociales, «sino ^olamente el es1iíritu de revancha, de agitación
y de imposición de sus nornzas y criterios, contrarios a la convivencia
ciudadana».
Francisco Uranga se presentó en septiembre como candidato a Cortes por el tercio de Representación Familiar. Un
editorial de la revista, el 7 de octubre, defendió la candidatu-
(8) LASN, 42-1967.
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ra de Francisco Uranga como miembro y enamorado del
movimiento cooperativo, orientando el voto. Sus contrincantes fueron los carlistas Auxilio Goñi y José Angel Zubiaur, que
saldrían elegidos. La oposición comenzaba a tener presencia
institucional, igual que en el Ayuntamiento de Pamplona. ^
El Pensamiento Navarro, cuya línea política y editorial
había evolucionado profundamente, se había convertido en
el periódico portavoz de la «oposición» a los grupos de poder
navarros asentados en el régimen y salió en defensa de sus
candidatos y de las cooperativas.
Mayo de168 también fue interpretado según claves ideológicas del primer franquismo. Al izquierdismo filocomunista se
atribuyó todo el movimiento revolucionario, iniciado primero
por los estudiantes y al que había seguido la huelga general
promovida por las centrales sindicales. «El Frente Popular se insinúa amenazador a Francia», escribían en clara alusión a la formulación franquista del origen de la guerra civil basada en los
presuntos «desmanes» cometidos durante la primavera de 1936.
Esta vuelta al tono apocalíptico del lenguaje en periodos de
crisis resurgió con fuerza en los comentarios, sobre todo, a la
política internacional: la violencia aparecía en todos los países.
Las universidades europeas reflejaban protestas estudiantiles,
igual que las españolas contra el régimen. El peligro de la subversión y la violencia generalizada eran de nuevo una realidad.
La invasión de Checoslovaquia en agosto de 1968 dio pie
a numerosos comentarios, en los que no encajaba la condena
expresada por algunos partidos comunistas como el italiano,
pues del español no se hablaba nunca. La condena del comunismo por esta acción se fortaleció, señalando los peligros de
invasión que corría Occidente.
La violencia francesa y los primeros atentados en España,
como el de Villabona, atribuido al anarquismo, les llevaron a
pensar que la democracia estaba en crisis. La democracia «es
un mito», pues no podía evitar la violencia que se producía en
los diferentes países y no resolvía los agudos problemas que se
planteaban en sus sociedades. La democracia, como represen-
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tación del pueblo en las responsabilidades del Gobierno de
una nación y como sistema político respetuoso con la dignidad del hombre era admitida con facilidad, «pero la democracia
convertida en partidos políticos, luchas callejeras, venganzas laborales, sabotajes y boicots, es poco apetecible para la resolución de los Ziroblemas que ^ireocupan a la humanidad». Y ponían como ejemplo
de la crisis de la democracia a Estados Unidos, Francia, Italia y
Bélgica con diferentes problemas de Gobierno en sus países.
Pese a sus críticas a la democracia como mito, la evidencia
de que el régimen franquista presentaba los primeros síntomas de agotamiento hacía que incluso entre los Consejeros
Forales se plantearan propuestas democratizadoras. Es el caso
del Consejo Foral, en el que se propuso una reforma de las
atribuciones y responsabilidad del mismo en la administración
provincial y municipal de Navarra, a finales de 1968. Algunos
consejeros defendieron que el Consejo Foral interviniera, previamente a su elaboración, en todas las disposiciones legales
de Diputación y no sólo en aquéllas (régimen administrativo
municipal) sobre las que tenía facultades reconocidas.
Desde la dirección de UTECO se consideraba oportuno
introducir variantes en la fórmula represeritativa de lo ^ diferentes estamentos provinciales dentro del Consejo Foral,
pero «sin exageraciones ni "snobismos" democráticos». Resuelto
eso, veían conveniente que el Consejo Foral interviniera en
disposiciones sobre tributos, elaboración de presupuestos u
otros temas, llegando sobre estos aspectos incluso a una formulación pintoresca, pues «sería nuestro deseo que el Consejo
Foral fuera una re^rroducción actualizada de las antiguas Cortes de
Navarra, con atribuciones ^iropias y responsabilidad adecuada a las
necesidades de nuestro tiempo» (9).
Este deseo renovador en sectores del Consejo Foral no
produjo frutos inmediatos. Hubo que esperar hasta las primeras elecciones al Parlamento Foral de 1979.
(9) LASN, 41-1969.
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