Texto de la Homilía

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Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe
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Versión estenográfica de la
Homilía pronunciada por Mons. Dr. Enrique Glennie Graue, Rector de la Basílica de Santa
María de Guadalupe, Vicario General y Episcopal de Guadalupe y Presidente del Cabildo,
en el XXIII Domingo Ordinario.
6 de septiembre de 2015
En consonancia con las lecturas del domingo pasado, la palabra del profeta Isaías y la de
Jesús en el Evangelio coinciden en anunciar la liberación del hombre frente a las diversas
servidumbres a las que es sometido y anuncia también la Buena Noticia que elimina las
trabas y los miedos.
En Jesús se realiza la profecía que escuchamos de Isaías. De aquí que su Dios, vengador
y justiciero viene ya para salvarlos. Dios en persona se acerca a nosotros como un Dios
amigo y cercano, especialmente en favor de los más necesitados. Este es el Dios que hoy
nos habla aquí en nuestra celebración y se acerca a nosotros.
Para comprender el Evangelio de hoy no podemos perder de vista el mensaje que
escuchamos el domingo pasado: la verdadera relación con Dios no consiste en ritos y
purezas meramente externos, sino en tener un corazón bueno y puro.
Si no hay alimentos impuros, nos decía hace ocho días el Señor, tampoco hay personas
impuras. En la mentalidad judía los extranjeros eran considerados impuros, pero Jesús
después de declarar puros todos los alimentos, se dirige ahora, como hemos escuchado
en el texto del Evangelio, a un territorio extranjero donde intencionadamente “toca” (eso
los hacía, según los judíos, impuros), toca a un extranjero sordomudo.
Después de curar al sordomudo, dando una orden perentoria: ¡ábrete! que nos recuerda
precisamente ese signo, es decir, es el signo que se hace también en el bautismo: le
pedimos al Señor que abra los oídos y la boca de quien es bautizado para que escuche el
Evangelio y lo proclame.
Después de esta orden, el Evangelio nos dice, que las gentes admiradas decían: ¡todo lo
ha hecho bien! Aquí resuena el estribillo del Génesis en el momento de la creación: “y vio
Dios que todo era bueno”, Dios hace las cosas bien.
Jesús no es un curandero más, lo que Él hace es signo de la presencia salvadora de un
Dios cercano que suelta las lenguas de todos para que lo anuncien por todas partes. El
sordomudo al que Jesús cura, se convierte entonces en un símbolo de los paganos que
en otro tiempo no tenían acceso a la Palabra de Dios ni podían responderle con su
alabanza. También se vuelve símbolo de los discípulos que no terminan de entender a
Jesús, a quien le resulta difícil abrirles los ojos y los oídos para que comprendan.
También nosotros queremos entender a Jesús y crecer en nuestra fe, pero con frecuencia
cerramos nuestros oídos a la Palabra de Dios. Estamos sordos. Cerramos nuestra boca,
estamos mudos para proclamar las alabanzas del Señor y así nos hacemos incapaces de
comunicar a otros la Buena Noticia.
Estas imágenes nos recuerdan que nuestra fe se apoya totalmente en la escucha de la
Palabra de Dios y sobre su actuación práctica. Hay que cumplir la voluntad de Dios. Esto
significa reconocer el primado de Dios en nuestra vida.
Conscientes pues de la presencia y cercanía de Dios con nosotros, abramos nuestro
corazón, nuestros oídos y nuestra lengua para escucharlo y proclamarlo con valentía. Nos
toca a cada uno dar testimonio después de haber oído en nuestro corazón a Dios, dar
testimonio en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en la escuela, con
los amigos, en fin. ¿De que damos testimonio?, de lo que hemos descubierto que Dios ha
hecho con nosotros. Por eso tenemos que escuchar que es lo que Dios ha hecho con
nosotros.
Que Santa María de Guadalupe nuestra madre y maestra nos enseñe a escuchar a su
Hijo Jesucristo y a hacer lo que Él nos diga y que seamos como San Juan Diego que sin
temor y con gran docilidad se presentó ante el obispo para cumplir lo que la Señora del
Cielo le pedía.
Así nosotros, que vayamos con alegría a dar testimonio y a hacer de nuestra vida lo que
el Señor nos está pidiendo. Entonces nos preguntamos: ¿qué nos pide el Señor que
hagamos en este momento de nuestra vida?
Cada quien responda en su corazón.
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