Documento sobre la utilización de la Hipoterapia como actividad terapéutica: Por: Esther Cuadrado, madre de Arturo, niño con autismo La Hipoterapia es una actividad que en España no tiene ningún tipo de regulación legal. Por lo tanto, como toda actividad no regulada existe un gran abanico de personas y caballos que se dedican a estos menesteres. Lo primero para subir a cualquier persona a un caballo es que debe existir un seguro. El profesional al que se acuda debe exigir que el jinete se haga con una tarjeta federativa. Esta es una buena pista para saber si dónde acudimos son profesionales. Tampoco está de más solicitar al centro ecuestre información sobre los seguros de responsabilidad civil de los que disponga. Montar a caballo es una actividad lúdica, pero no debemos perder de vista que se hace sobre animales de 500 o 600 kilos. Lo segundo es que nunca debe subirse a un caballo sin un casco: imprescindible. Subir a un caballo a una persona con diversidad funcional añade a estas consideraciones un plus: el caballo debe especialmente domado y la persona que se encargue de trabajar con ese caballo debe tener acreditada experiencia trabajando con personas con diversidad funcional, y si es posible debe estar titulada. Existen titulaciones de técnico superior en terapias ecuestres impartidas por distintas universidades. Que un caballo esté domado parece algo obvio, pero ¿qué pasa con cualquier caballo si se le acerca una persona por los cuartos traseros?¿qué pasa con cualquier caballo si se ve constantemente rodeado por dos o tres personas?¿qué pasa con cualquier caballo si el jinete realiza un movimiento brusco inesperado?. ¿qué pasa si está subiendo al caballo el jinete y el caballo se mueve?. Por lo tanto necesitamos personas formadas y profesionales y caballos que también sean profesionales, además de instalaciones adecuadas. Por otra parte, es también imprescindible la colaboración de la familia y o profesionales que trabajen habitualmente con la persona con diversidad funcional. El caballo, montar a caballo, debe ser siempre una actividad lúdica para el usuario, y todos aquellos pequeños trucos, o características personales del usuario final que ayuden a que la experiencia sea positiva, deben informarse y asesorar a los técnicos del centro ecuestre: cada persona es única, un diagnóstico u etiqueta no define a nadie, y menos a una persona con un trastorno del espectro autista, por lo tanto, es muy importante que ayudemos a los técnicos y personal del centro ecuestre a conocer al usuario, en beneficio precisamente de éste. Hasta ahora no he hablado de terapias ecuestres, como habréis podido leer, subir a cualquier persona a un caballo exige responsabilidad y sentido común, a veces el menos común de los sentidos. En relación a las terapias ecuestres, es interesante tener en cuenta las siguientes consideraciones: 1) NUNCA, JAMÁS, NUNCA, repito NUNCA, debe subirse a una persona con diversidad funcional a un caballo sin un informe médico firmado por los profesionales que trabajen con el usuario. 2) JAMÁS, NUNCA JAMÁS debe subirse a un usuario con cualquier tipo de diversidad funcional motórica a un caballo sin la supervisión directa de un fisioterapeuta. Es imprescindible que haya un fisioterapeuta en la pista. Montar en un caballo es un ejercicio físico pasivo importe, que puede lesionar a una persona que tenga diversidad funcional motórica, o como mínimo ser contraproducente. Terapias ecuestres y autismo, una experiencia personal. Un niño pequeño con autismo vive sometido a un régimen de continuos cuidados, tratamientos, consultas médicas, exploraciones etc… La hipoterapia es una oportunidad de hacer una actividad diferente, distinta y al aire libre, conocer y relacionarse con otras personas, superar retos. La hipoterapia además de una actividad capacitante, puede ser una puerta abierta al deporte. Para los niños con autismo, supone rehabilitación, terapeutas, hospitales. realizar una actividad lúdica, frente a sesiones de Para ellos es y debe ser una diversión, y de su terapeuta depende que la sesión sea además productiva en todos los aspectos. Un contacto directo con un caballo para cualquier niño es un reto, podemos pensar simplemente en la diferencia de tamaños. Su repercusión en la inclusión social de la persona con TEA. La hipoterapia es un valor en positivo para un niño con TEA. Frente a todo lo que está discapacitado es y se siente muy capaz para montar. Es en y con el caballo dónde puede, sabe y además le gusta. Concebir la hipoterapia como algo más que la suma de caballo, terapeuta y paciente; trabajar bajo el prisma de que una persona con diversidad funcional NO es una persona dis-capacitada, sino una persona que con los apoyos y ajustes necesarios puede desarrollar su vida como todo el mundo, permite que el tiempo y los espacios donde se desarrollan las sesiones se conviertan en un tiempos y espacios donde la persona con autismo comparte la vida del centro ecuestre. Que el niño con diversidad funcional haga partícipe a sus compañeros de que va a montar a caballo supone de forma inmediata la CAPACITACIÓN y ADMIRACIÓN por parte de sus compañeros. El caballo se convierte en el personaje imprescindible del aula y en el protagonista de muchas conversaciones. Por otra parte, siempre podemos trasponer el mundo del caballo al aula: contar zanahorias, leer sobre los indios etc… Invitación de cumpleaños de Arturo. Accesibilidad. Como bien sabemos, la accesibilidad no está relacionada solamente con las barreras arquitectónicas. Es necesario que el centro dónde asistamos disponga de medios que faciliten la subida al caballo de los usuarios, aunque no tengan diversidad funcional motórica, cuanto más sencillo sea subir al caballo, minimizamos riesgos. Las barreras de la comunicación y el lenguaje son además de invisibles un gran hándicap que retroalimenta los mitos y prejuicios sociales contra los que las personas con autismo luchan todos los días. En nuestras manos ir un paso más allá y aplicar los pictogramas no solo en el desarrollo de la sesión de terapia, ( para facilitar su autonomía, anticipar visualmente el desarrollo de la sesión, facilitar su colaboración en el desarrollo satisfactorio de la sesión o prevenir la aparición de conductas disruptivas o indeseadas etc…) y convertir los espacios en accesibles: no está de más que el resto de usuarios del centro donde vayamos sepan que hay personas que necesitan de estos apoyos visuales para comprender mejor el mundo que les rodea. La inclusión pasa por la visibilidad y respeto a las diferencias. Mi experiencia personal. Sin duda alguna, el mejor terapeuta de mi hijo se llama Pipilín. Arturo DISFRUTA y lo hace con MAYÚSCULAS. El centro ecuestre Pinteño es un entorno facilitador de aprendizajes para Arturo. (por ejemplo: en clase se cuentan números, en el centro ecuestre flores, o las hojas de los árboles que le dan en la cara cuando pasea por el campo con el caballo ¿ apetece más que un pupitre verdad?) El caballo es un estímulo, y una responsabilidad. Arturo es el encargado de comprar la bolsa de zanahorias, que él busca lleva a la caja y paga, y se encarga de transportar hasta el centro ecuestre. Arturo lleva yendo al Centro ecuestre Pinteño desde los tres años y medio. Su primera palabra por pura necesidad: Pipi. Es lo que pasa cuando sale un caballo de la cuadra y le dejamos que arrincone a un niño de tres años y medio contra una pared. Sonrío recordando la cara de ¡qué hace!!! de Arturo y las “broncas” que su terapeuta y yo le echábamos al caballo.¡Bendito caballo!!. Sin duda el caballo es y ha sido fundamental para el desarrollo de Arturo. Pipilín hace de todo: nos llama por teléfono, tenemos que ir a buscarle pinturas porque él quiere pintar (a Arturo no le gusta nada), Arturo come manzana, o zanahorias porque las come el caballo, subimos al caballo Lolo porque Pipi quería conocerle… y tantas cosas hace Pipilín por Arturo que cuando le bajas del caballo para subir a otro niño Arturo dice ¡es mío!. A veces, cuando sube, dice bajito y suspirando ¡ay Pipi!, mientras le acaricia. En las fotos, agosto de 2009, Arturo tiene cinco años recién cumplidos. A Arturo le gusta montar solo. En la foto, está de paseo con su psicóloga, Ana González Sanchidrián, contando hojas y comiendo moras. Arturo tiene poco interés en dar de comer a ninguna muñeca, ni en dormirlas, sin embargo no tiene ningún problema por lavar a sus caballos de play mobil en el lavadero que le regaló su padrino, en darles zanahorias, cepillarles etc… Lolo y Pipilín. Sin profesionales formados y comprometidos esto no hubiese sido posible. Abrir el campo de visión y apostar por la igualdad de todos hace posible que el CENTRO ECUESTRE PINTEÑO sea un referente a nivel nacional e internacional en cuanto a Doma Adaptada. Un entorno ideal para aprender y superarse. Para muestra esta foto. En la foto Kira, la perra del Centro ecuestre. Arturo tenía pavor a los perros, auténtico pavor después de haber tenido un episodio bastante desagradable con un perro en un ascensor. Con mucho trabajo, y una perra muy mimosa, amiga de Pipilín (importantísimo) que todos los días venía al coche a buscarnos para que le saludásemos suceden este tipo de cosas.