saturnino cedillo `en chapingo`

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SATURNINO CEDILLO
EL SINCERO
Chapingo debería estar agradecido con Saturnino Cedillo, pues el Consejo Directivo
de la Escuela Nacional de Agricultura, nuestra alma mater, único órgano de gobierno
paritario en el mundo académico, nació en julio de 1937 gracias a la huelga estudiantil
involuntariamente propiciada por este cacique potosino, y General de la Revolución
Mexicana, que, a la sazón, era Secretario de Agricultura.
Poco antes, cuando el Presidente Lázaro Cárdenas notificó a Cedillo que sus
aspiraciones a la Secretaría de Guerra no podrían ser colmadas,
pero que a cambio lo nombraría Secretario de Agricultura y Fomento,
en sustitución del tabasqueño camisa roja Tomás Garrido Canabal,
trascendió que Cedillo, exhibiendo su sinceridad rural, contestó: «Ta
güeno Lázaro, acepto porque sé muncho de Agricultura. Tú sabes
que, junto con mis hermanos, antes de ser orozquista jui tallador de
iscle y agricultor ¿no?; pero te alvierto que de jumento sí sé muy
poco».
Así fue como Cedillo empezó a ganarse la admiración de los
estudiantes de Chapingo, y ya no les preocupó estar mal comidos,
mal vestidos y mal alojados; ni carecer de laboratorios y aulas, al fin
y al cabo que los planes de estudio y maestros no eran malos, eran
pésimos. Pero y qué; si la sinceridad era el atributo fundamental exigible a un secretario
de agricultura, tal vez con el tiempo alguno de ellos llegarían a ocupar tan apetitoso
puesto.
Ahí estaba el ejemplo vivo de mi General Cedillo.
EL DISCIPLINADO
Además de cándido era desinteresado y estaba decidido a que sus más cercanos
colaboradores tuvieran un salario frugal, pero digno –aunque sus enemigos lo acusaban
de ser un centavero en busca de ingresos más jugosos. Así, el día que tomó posesión,
inmediatamente ordenó al Oficial Mayor llevarle la lista de mandos superiores, con los
respectivos salarios.
—Mi general–, media hora después volvió su subalterno–, aquí está la nómina;
incluye un Secretario, usted, dos subsecretarios y un oficial mayor.
—¿Esta es la lista que le pedí?
—Sí mi general, la nómina aprobada por el Congreso.
—Por fin, ¿es la lista? o la pendejada ésa que dice usté.
—Es lo mismo mi general; le dicen nómina porque está a nombre de mi general
Cedillo.
El reducidísimo directorio leía:
CARGO:
Secretario
SUELDO MENSUAL:
$ 8,000.ºº
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Oficial Mayor
Subsecretario de Agricultura
Subsecretario de Fomento
Total
$ 4,000.ºº
$ 2,000.ºº
$ 2,000.ºº
$16,000ºº
Cuando terminó de leer, alarmado preguntó:
—Oiga, ¿y quién es ese Tótal que gana más que yo?, me lo impuso el pinche Trompas
¿verdá?
Al enterarse, los chapingueros encontraron más motivos para admirarlo y justipreciar
el alto concepto de la disciplina de Cedillo, quien mostró estar dispuesto a aceptar lo que
dispusiera el Presidente, así fuera imponerle a un desconocido y pagarle un salario más
alto. Fue otra gran lección.
EL TÉCNICO
Aunque de origen rural, no puede decirse que Cedillo fuera, precisamente, un
justiciero agrarista, más bien comulgaba con los pocos derechistas que al principio hubo
en el gabinete de Lázaro Cárdenas. Pero también sabía que el Trompas, quien ya había
desterrado al Turco Elías Calles, no se iba andar con miramientos, y que haría bien en
fingir seguirle la corriente en eso del reparto agrario en Yucatán y La Laguna, a menos que
estuviera dispuesto a sufrir las consecuencias de un acto desleal, o peor, tener que
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levantarse en armas . Así es que se dispuso a dar el espectáculo de hacer las cosas bien,
«¡qué bien!, ¡mejor!; mejor que los catrines ingenieritos esos, que andan repartiendo lo
que no es suyo», lo oyeron decir.
—Mi general, por disposición del Congreso y el Señor Presidente, es
necesario acelerar el reparto agrario en todo el país; ya tenemos listas
cincuenta brigadas de topógrafos, pero la Secretaría a su digno cargo aún
no nos ministra los nuevos teodolitos que, supuestamente, debimos haber
recibido hace ya seis meses –le comunicó, respetuosamente, Marte R.
Gómez.
—Mire ingenierito, allá usté y sus briagadas, sus topos y sus
tiodolitos; mientras yo sea el Secretario se van a hacer las cosas como Saturnino Cedillo:
a lo grande; nada de tiodolitos; tengo gente en Uropa y los Estados Unidos buscando los
mejores aparatos, pero no van a ser de ésos, de los chiquitos que usté está pidiendo;
conmigo van a trabajar con tiodolotes. Así es que se espera hasta que los encuéntremos.
¿Qué más podía pedir cualquier futuro agrónomo soñador? ¿Qué más querría un
joven idealista para ir a impulsar la reforma agraria, que un aparato moderno: ¡un
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Finalmente, como ya lo habían denunciado Hernán Laborde y Valentín Campa, Saturnino Cedillo
desconoció el gobierno de Lázaro Cárdenas y, con dinero de la Standard Oil de Rockefeller, se alzó en mayo
de 1938 contra la expropiación petrolera, para ser muerto por Enríquez Guzmán en enero del año siguiente,
mientras huía. Una parte de su numerosa familia logró escapar y marchó a San Antonio, donde cambiaron la
C por Z y finalmente a Caléxico frontera con Mexicali, donde se dice que nació Ernesto Zedillo.
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teodolote!, y no uno de esos anticuados y mínimos teodolitos?
Ahí fue cuando, al enterarse el estudiantado de que además de sincero y
disciplinado, el General contaba con una sólida preparación
técnica, se alzó en huelga como un solo hombre para llevar a su
ídolo hasta la cumbre si fuera necesario, para hacer entender a
Cárdenas que estaban con este Preclaro Hijo de la Revolución
Mexicana.
Pero el Presidente Cárdenas malinterpretó el movimiento y,
creyendo que los revoltosos aspiraban a un mejor entorno
académico, resolvió todas sus carencias, modernizó el plan de
estudios, aprobó el Consejo Paritario propuesto por profesores y
estudiantes –Pos me hubieran informado que querían parir...
", dicen que comentó Saturnino– y, personalmente, les nombró al
mejor director que jamás haya tenido Chapingo hasta hoy: Emilio López Zamora. Sólo
que, además, inexplicablemente y tal vez por celos de su popularidad, cesó al Secretario
de Agricultura y Jumento.
Sesenta años después, otro Cedillo, igual de sincero, disciplinado y técnico, pero con
Zeta, vengaría la afrenta sufrida por su antecesor y par en inteligencia, sólo que no se la
cobró a Cárdenas o su descendencia, sino a todo el país.
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