EL BIEN COMÚN EN EL EJERCICIO DE

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Rev ista Chilena de Derech o. Vol. 28 N" 2. pp . 227-237 (200 1). Secci ón Estud ios
EL BIEN COMÚN EN EL EJERCICIO DE
ALGUNOS DERECHOS FUNDAMENTALES
Eugenio Evan s Espiñeira
El art ículo primero de la Con stitución Política es el continente que afirma o sostiene los
más relevante s principios que informan nuestro ordenamiento fundamental. Los principios de
libertad, igualdad, subs idiariedad, la servicialidad del Estado , la uniformidad de los fine s de
la organi zación estatal son los que informan el contenido de' la preceptiva constitucional,
recogiendo especial consagración positiva en el catálogo de derechos fundamentale s que se
reconocen e l artículo 19.
Importa destacar, con especial interés, cómo es que el constituyente al inicio de la Carta
Fundamental se inclinó por especificar el fin directo del Estado a la par de definir el contenido de tal objetivo. Así, no solo Jo compromete con el bien común sino que quizá, yendo más
lejo s, defini ó el concepto de tal finalidad , imponiendo el objeti vo a cumplir para todo s los
titulares e inte gr ante s temporales de los órganos por lo cuales se expresa o manifiesta. De es a
forma, el Estado existe por y para el cumplimiento del fin temporal con sistente en la creaci ón
de las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la
comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a
los derechos y garantías que la Con stitución establece.
Ahora bien , establecido por la misma Ley Fundamental que el Estado tiene un objetivo
claramente definido y limitado en su logro por los derechos y garantías constitucionales, es
importante además señalar que para las personas ese mismo fin , el bien común, supone a la
vez una suerte de restricción para el ejercicio de sus derechos en el plano indi vidual. En
efec to, el bien común señala un orden de conductas que impide la realización de acto s
individu ale s no contestes con la reali zación de los fine s de los demás integrantes del cuerpo
social, es decir, supone una cierta organización adecuada y apta par a que cada uno alcance su
fin , pero para alcanz arlo es nece sario contribuir a que los demás miembros del cuerpo social
lo alca ncen a su vez . Tal conclusión deriva de la propi a organización soci al , medio natural de
exi stencia y so breviviencia hum ana , y que se sostiene en Georges Burdeau para quien "el
bien común es el bien de la sociedad entera, la expresión de lo que desea la comunidad.
.Comprendiendo, ya para incluirlos, ya para suprimirlos, los bienes particul ares ondulantes
como la muchedumbre , el bien único del grupo de unifica en él. Eso no significa que este
bien no perten ezca sino a la socied ad y que individualmente sus miembros no tengan en él
parte alguna . No se concibe el bien de una sociedad en el que sus miembros no tuvieran
interés, tal como la sociedad misma no tiene existencia si se hace abstracción de los miembro s que la componen. Los individuos participan en el bien común, pero como parte s integra ntes de la sociedad; su título a participar del bien común es la pertenencia al grupo. Bien
de todos es, además, bien de cada uno , porque las partes se benefician de lo que aprovech a al
conjunto" (Tr atado de Ciencia Política, t. l .. págs. 66-67) .
Entre nosotros, esclarecedor nos parece lo expuesto por Sil va Bascuñ án quien señala que
"como indi viduo, cada hombre es dep ositari o de bienes, ventajas, posibilidade s que son equ ivalentes a las que caracterizan el existir y actuar de cualquier otro de sus semej antes, con
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facultade s y atribuciones, intereses y aspiraciones análogos , como son pbr ejemplo, la vid a,
las riquezas, la cultura, el poder, la glori a, todo lo cual, si es nece sario y la col ect ividad lo
requiere para el bien común -de los que ahora viven y de las futuras generaciones-, puede ser
sacrificado por el hombre en pro del general beneficio". Pero continúa señalando "el hombre ,
al mismo tiempo que individuo, es persona, o se a, un ser que persigue su prop io perfeccionamiento temporal , pero cuyo destino tra sciende lo terrenal y se proyecta en lo ultratemporalo.. " " El comportamiento que, en conciencia, se impone cada hombre como nece sario para
su perfecci ón, no puede ser sacrificado en ara s del bien común; este puede limitar y pri var de
los bienes parti culares de los indi viduos, pero no del bien person al, porque el Estado ex iste
ca balme nte par a crear las condiciones que favorezcan el bien personal de todos y ca da uno de
los seres racionales". (Tra tado de Dere cho Con stitucional, t. 1, pág. 197 ).
El bien común como objetivo prim ord ial de la organi zación estata l y com o as pirac ión del
orden socia l recoge su con sagración en diversos derecho s y garantías con stituci on ales, lo qu e
pasaremos a revi sar a continuación.
l . EN EL DERECHO A LA PRIV ACIDAD
Juri sprudencia : El recurso de protecci ón se enc uentra consag rado en la Constitu ción 110
so lo para los casos de perturbación o privación del ejercicio de ciertos derechos fu ndam ental es sino también pa ra el caso de simple am enaza, de modo qu e para su pro cedencia no se
requiere qu e se haya produ cido el atropello de tal es ga rantias, bastando para acogerlo el
temor razonable de qu e tal violación pueda ocurrir.
La circunstancia de contener el ordenamiento ju rídico medio s encaminados a sancionar la
vulneración de los derechos garan tizados y reparar los daño s que se causan por ello, no es óbice
para que pu eda dedu cirse y acogerse la acción de protección que es de rango constitucional.
El resp eto a la vida privada y a la honra de las personas y de la familia , constituyen
valores de tal j erarquía y tra sc endencia qu e la sociedad política se organiza precisam ente
para preser varlos y defenderlos, de man era que no puede admitirse conce pció n alguna del
bien com ún qu e perm ita el sacrifi cio de ellos, ni conve rtir tal sac rificio en medi o para qu e
prevalezca otra garantía constitucio nal.
La pr ocedencia del recurso de protección ant e la so la amenaza del der echo al resp eto de
la vida pri vad a, dignidad y honra de las personas y de su f amilia se afi rma s i se conside ra
qu e ellos cons tituyen valores de tal j erarquía que el so lo ini cio de su vulne rac ión ge nera
da ños imp osibles de reparar en términ os equivalentes al bien qu e significa su resp eto pa ra
quien los po see y requier e conse rvarlos íntegros e inviolados (Cort e Suprema) .
La Con stitución Política es un ordenamiento institucional cuyos precept os no pu eden se r
int erpretados en forma aislada sino de 1111 modo sistemático por cuanto forman un conj unto
orgánico y coh er ente debi endo existir la debida correspondencia y armonía entre las distintas normas del texto constitucional (Corte de Ap elaciones).
Los derechos fundam ental es llevan implícitos el deber de usarlo s su titula r para su propio
desarrollo personal y para el progreso social, pero en caso alguno para atropellar los derechos y
libertades de otras persona s, lo que importa que deben se r ejercidos de una man era legítima.
Por vida privada ha de entende rse aqu ella zona que el titular del der echo no qui ere qu e
sea conoc ida por terc er os sin su conse ntimiento. (Revi sta de Derecho y Ju risprudenci a, Tomo
XC, Núm . 2, 1993, sección 50, págs. 164-174.)
El derecho a la privacidad dice relación con la protección del ámbito personal , famili ar. e
íntimo de toda s las personas, es decir, aquel espacio del desarrollo individual, en el que la
personalidad se desenvuelve en comunidad con los seres má s cercanos y, por lo mismo,
aquellos a quienes con más intensidad las personas se conectan . La Con stituci ón ha establecido , en la mism a categoría de protección a la honra, es decir, al buen nomb re y reconocimiento
que las person as gozan enfrente del entorno en el que vi ven y, aún más, lo hace respecto de
quienes, por su actividad, oficio o profesión , son conoc idas públicamente.
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El dere cho a la priv acidad supone, respecto de los rest ante s miembros del cuerpo social,
un deb er de res peto que se sustenta en la indis pensable armo nía que debe exis tir par a la
convive ncia en socieda d, es decir, exige el trato que impone de scartar los apetitos que mueven a imponer se de los suces os priv ado s de los dem ás, como igualmente exige inhibir, mediante el establ ecimiento de ciertas figur as pen ales, los atentados infundados co ntra la int imidad , el buen nombre, el decoro o simplemente, el prestigi o.
Hacia la ca ute la de la pri vac idad tiend e el título III del Lib ro 2 0 del Códi go Penal que
contempla los del itos contra el respeto y protección de la vida privada y pública de la per sona
y su fam ilia, artíc ulos l6lA y l6lB , como en pro de la ca ute la de la honr a y en el buen
nombre se tipifican del itos con la ca lumnia y la inj uria.
2. EN LA LIB ERT AD DE CON CIENCIA. LA MANIFEST ACI ÓN DE TOD AS
LAS CREENC IAS Y EL EJE RCIC IO LIBR E DE TOD OS LO S CULTOS
Juri spruden cia: Que si bien es cierto. nuestra Constitución. en el artíc ulo 19 N° 6, aseg ura a todos los habitantes la libertad de conciencia. la manif estación de todas las creencias y
el eje rcic io libr e de todos los cultos que no se opongan a la moral. a las buenas costumbres o
al orden público. en este caso. habiendo conducido do ña xxxx a su hijo al Hospital Regional
para ser atendido por el grave estado en que se encontraba, lo que se puede deducir de los
ante cedentes. el cotejo de los intereses en confl icto, el derecho a la vida y la libertad de
conciencia, debe prevalecer el pr imero de los nombrados, porque la recurrida solic itó la
atención médi ca de su hij o, a fin de preser var su salud y conse rvar su vida, disponiendo el
hospit al de los elementos huma nos y materiales pa ra que el paciente recuperara la salud y
mantuviera la vida, propor cion ándosele al enfe rmo los auxilios médicos necesarios. entre
ellos. la tran sfu sión de sang re. que lo han llevado a su recuperación.
Que. en consecuencia. habi éndose deducido el recurso de protección de fojas 1 ante esta
Corte. y perteneciendo la recurrida y su hijo - el pa ciente xxxx- a la religión Testigos de
Jehová. que no permit e la transfu sión de sangre. la validez jurídica de sus consentimientos
para que no se reali ce un acto de esta naturaleza, supuesto un mínim o razonabl e de madurez
y salud mental del afec tado, el que tiene veinte mios de edad, ante el derecho preponderante
que se trata de salvar. valorado de acuerdo con las normas socioculturales generalmente
admitidas y el acatamiento de las norma s éticas y técni cas que integran la lex artis médica.
llevan a acoger el recurso interpuesto a f ojas l . (Rev ista de Derecho y Jur isprudenci a, t.
LXXXIX (1 992), 2° parte, seco5°, 212-222).
La libertad de conciencia, de mani festar creenc ias y el ejercicio lib re de cultos supone el
reconoc imiento del natural derecho de toda s las personas de adoptar una idea o credo reli gioso o bien no hacerlo conforme los dict ado s de su conci encia. Igu almente fac ulta el dar a
conocer a todos los fundamentos y caracteres de las ide as que se profesan como el ejercer. sin
imp osiciones ni exclu sione s, los di versos cultos a los que libremente el ser hum ano adhiere.
Sin embargo , la Con stitución no habilita ni reconoce el ejercicio de cultos que contraríen
bienes j urídicos fundamentales para la convivencia social, es decir, la ampli a libertad que en
la materi a se reconoce a los individuos no alca nza a los credos o cultos que contraríen la
moral, las buena s cos tumbres o al orden públi co.
La sociedad toler a con j usta razón y en aras de la convivenci a destinada a la per fección
de todo s, qu e las per son as recurran en conciencia y concurran libremente a manifestar la fe
que profesan , pero no puede legitimar aquell as doctrinas palmari amente perv ers as, disociadoras, u otras que objetiva mente signifiquen un peli gro no solo para sus seg uido res sino que; y
eventualmente, para los restantes miembros del cuerpo social. Por ello es que el bien común
de todo s se impone como prioritario respecto del individual al restringir el ejercicio de cultos
y creencias contrarias a esos bienes jurídicos, pudiendo el orden amiento jurídico restringir,
proh ibir en determinado s casos y, aun sa ncionar las formas abu si vas de ejercer esto s derechos
y libertades.
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3. LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA
Jur isprudencia: Que, 110 está de más recordar en esta oportunidad, que la educac ión no
solo importa otorgar conoci miento s técnicos, científicos o humanistas, sino que es un proceso integral , donde el respeto por los demás. la disciplina y responsab ilidad son facto res tanto
o más importantes que la simple dación de datos que permitan un desarrollo solo intelectual
del indi viduo.
Que, por otra parte, las demás garantías que se dicen concul cada s y que nos restan por
considerar, como lo son la igualdad ante la ley, la libertad de ense ñanza que inclu ye el
derecho de ab rir, organizar y mant ener establecimientos educacionales y el derecho de propiedad, no aparecen en modo alguno vulnerados; el prim ero, porqu e al alumno no se le
discriminó sino que solo se le condicionó su matrícula a un proceder normal con respeto y
disciplin a a las norma s del colegio y a los demás compa ñeros, situac ión que f ue acept ada
por su apoderada al matricula rlo en el establecimiento con ese carácter; la libertad de
ense ñanza no se di visa en qué f orma pudo conculcarse , cuando ella está establec ida precisamente para fa vorecer al colegio en cuanto pueda pro ceder a organizar y mant ener establecimientos que no sean contrarios a la ley, la moral o el orden público; y por último, tamp oco
puede sostenerse que sobre la matrícula existe una especie de propiedad incorp oral. ya que
solo se tiene la mera expectativa de continuar como alumno de un colegio en cuanto se
observen los reglam entos, normas y demás disposiciones que este se dé (Rev ista de Dere cho
y Jurisprudenci a, t. XC, seco 50, pp. 296-300).
Dentro de los ámbitos en que se desenvuelven las per sona s. tratánd ose de un Estad o
sub sidiario. es contribuir a la formación cultural y al desarrollo formativo de los dem ás . La
libertad de enseñ anza tiene como núcleo esencial el derecho de abrir. organizar y mantener o
sostener establecimientos educacionales. es decir. escuelas, colegios, universid ades, institutos
de form ación profesional o técn ico, etc. y además, el impart ir conocimient os al amparo de la
más plena libert ad de cátedra, es decir, la facultad del maestro de imp artir las materi a propi as
de su cur so de sde su per sonal enfoque o conforme con la inspiraci ón doctrinari a a la que
adhiera. Al respecto, don Enrique Evan s señala que "el docente debe ser veraz y leal con sus
convicciones profe sionales y personales y transmitirlas al alumnado con igual franqueza . Lo
que cree con firmeza, no ha de disimularlo; lo que tiene duda s, ha de plant earlo como sujeto a
revi sión, a deb ate, a alternativas; lo que no sabe, ha de confesarlo , sin disfrazarlo con imp rovisaciones o apariencias de sabiduría. No debe ser dogm át ico , no ha de ser intolerant e con la
opini ón distinta' o ajena y debe admitir que su libertad de cáted ra como profesor tiene su
contrapartida en otra libertad simila r del alumno, a la que debe su magisterio ha de estimular
además de respetar, para que el alumno aprenda a razonar con sus propios argumentos; pueda
disentir con la orientación del profesor; utilice la bibliografía que él prefiera; objete, y se
forme su propio juicio personal". (Los Dere chos Con stitucionales, t. 1, pág . 295, Ed. Jur. de
Chile, 1999) .
La Con stitución impone límites a la libertad de enseñ anza en todas las manifestaciones
revisada s, es decir, a la creación, organización , mantención de establecimientos educ aci onales y a la libertad de cátedra, límites que dicen relación con la mor al, la buenas costumbres, el
orden público y la seguridad nacional , bienes jurídicos de distinta entidad que manifiestan
el interés del con stituyente por evitar que en el proceso de formación de los jóvenes se
introduzcan de svalores que atenten contra su integral desarrollo físico , ético, cultural y espiritual. En ese mismo sentido, la enseñanza reconocida ofici almente por el Estado no puede
orientarse a propagar tendencia político partidista alguna y ello por cu ant o es esen cial dentro
del proceso educativo dar a los estudi ante s las herr amientas para la refle xión , el ju zgamiento
y la decisión de las opciones y doctrinas que estimen libremente acoger. En síntes is, tal
prohibición impide toda inspiración ideológica en la educación chilena, la que debe abrir
opciones reale s a los estudiantes y a los padre s y apoderados para buscar la verdad en tod as
las fuentes del pensamiento contemporáneo, sin exclusiones y sin privilegios para ningun a
de ell as.
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4. EL DERECHO A VIVIR EN UN MEDIO AMBIENTE NO CONTAMINADO
Juri spru den ci a: La ca usa que rebasaran las aguas del sistema de alca ntarillado e inundaran la propiedad de la recurrent e, es el exceso de desechos sólidos arrojados a ese sistema,
lo que es de suyo contaminante y quebranta el derecho de tal recurrent e a vivir en un medi o
ambient e lib re de cont aminación, aun cuando los desechos no sean contaminantes.
Debe acogerse lI/l recurso de protección dedu cid o en contra de una empresa que reconoce que co lmó con desechos de su f ábrica las cámaras y pil eta s de alcantari llado público,
daña ndo la casa del recurrent e por agua s serv idas al punto de quedar inutilizada com o casa
habitación. (Revista de Derecho y Juri sprudencia, t. XC, sec o Su, pág. 206-207).
Las medidas restricti vas de circulac ión vehi cular dispu esta s por la aut oridad competente
se fundam entan en el resguardo del derecho de todos los habitantes a vivir en un medi o
amb iente lib re de contaminaci án, derecho que toc a a la autoridad velar por su efectivo goce .
La conse rvac ión del patrimon io ambiental se enc uentra comprendida entre las circuns tancias que la función soc ial de la p ropi edad permiten al legislador disponer limitaciones u
obligac iones a ella. (Revi sta Derecho y Juri sprudencia, t. LXXXV, sec o Su, pág. 230) .
La Con stituci ón de 1980, en el N° 8 del artíc ulo 19 asegura a todas las per sona s "el
de recho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar por
que este derecho no sea afectado y tutelar la preservaci ón de la naturaleza. La ley podr á
establecer restri cciones específicas al ejer cicio de determinados derechos o libertades para
proteger el medio ambiente" .
Este nuevo derecho cab e sea complementado por el inciso 2° del artículo 20 de la misma
Carta Fundament al, el que admite su prote cci ón en sede jurisdi cc ional en la medida que sea
"a fectado por un acto arbitrario e ilegal imputable a una autoridad o per sona determin ada".
Para su análisis de sde la perspectiva de este trabajo. es mene ster que nos detengamos en
la historia del establecimiento de esta garantía. El primer antecedente sobre el tema se encuentra en la ses ión N° 18 de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución , en la que el
comisionado Sr. Sergio Díe z señaló que " para la prote cci ón del derecho a la vida de los
ciudada nos , impl ícit o en tod as las constituciones del mundo ser á nece sario est ablecer normas
que eviten la co ntaminac ión del med io ambiente" .
En la ses ió n N° 186, el tema se discutió a fondo analizándose una proposición de texto
del comi sionado Sr . Enrique Evans, quien para su elaboración tuvo como antecedente el
siguiente documento de la Comisión Nacional Científica y Tecnológica: "Ideas básicas sobre
p rotección co nstitucio nal y legal del medi o amb ient e y los recursos naturales.
Basados en el es tudio de algun os elementos del problema del medi o ambiente y recursos
naturales en Chil e, podem os concl uir que el text o constitucional y la legi sla ción debería
f undarse en los siguient es conce ptos básicos:
Que la sobe ranía nacional no solo se ej erce cuando se cautela el ámbito territorial o
patrimonio geográfico, sino tamb ién al proteger el medio ambi ent e y los recursos natural es ;
b) Que el med io ambiente y los recursos naturales son patrimonio de todos los habitantes
actuales y futuro s de la nación;
c) Que el Estado aparece como la única organización revestida de aut oridad y poder suf icient es para ca utela r la preser vación y enriqueci miento de ese patrimonio . De aquí que
deba as umi r como f unción propia la protección del medio ambient e y los recursos naturales, lo cual deb e alcan zarse mediante la consagrac ión de dicha fun ción en su Carta
Fund am ental y mediante la dictaci ár: de normas jurídicas que den orig en a mecanismos
de preser vación y a la educación ciudadana;
d ) Que el hech o de que el medi o amb ient e y los recursos naturales constituyan un patrimonio común, del cual reportan beneficios toda s las persona s naturales o ju rídi cas, es el
fundamento de obligaciones co rrelativas. Estas obligacion es involuc ran colaborar con el
Estado en la cons ervación del patrimonio común , soportar cargas tales como ciertas
a)
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restri cciones a las garantías indi vidual es y responder por los daño s que se causen,
restabl eciendo las cosas a su estado anterior e indemni zando a la comunidad el valor del
perjui cio social que se ocasione por el uso. agotamiento o deterioro ;
e ) Que el Estado, por su parte, debe prevenir la ocurrencia de actos que menoscab en el
medio ambie nte y los recursos naturales, creando una concie ncia nacional de responsa bilidad hacia dicho patrim onio común, mediante programa s educativos apropiados, y
f) Que debe aseg ura rse la existencia de organismos técnicos dotados de imperio, independencia y autonomía suficie nte para adoptar decisiones sobre los probl emas relacionados
con la prot ección del medio ambi ente y los recursos natu rales y abrirse a la acció n
públi ca la iniciativa para impetrar dicha prot ecci ón ",
De la historia fidedigna del precepto queda en claro que el con stituyente establ eció como
primera y prin cipal norma del nuevo Derecho Ambiental el derecho del hombre a desenvolver
y desarrollar su existencia en un medio coherente con las func ione s vitale s, es decir, en
respaldo del derecho a la vida, previamente asegurado, la Cart a Fundamental asegura e impone al Estado cautelar el entorno por y para el hombre,
Tocante a la conceptualización del medio ambiente, la materia fue objeto de ardua discusión en el periodo que medió entre la vigenci a de la Carta Fundamental y la de la Ley
N° 19.300, sobre Bases del Medio Ambiente y terminó precisamente con este cuerpo legal, en el
que se definieron por el legislador los conceptos básicos de la normativa respectiva, Así, se
entiende por medio ambiente, para todos los efectos legales, "el sistema global constituido por
elementos naturales y artificiales de naturaleza física, química o biológica, socioculturales y sus
interacciones, en permanente modific ación por la acción humana o natur al y que rige y condicion a la existenci a y desarrollo de la vida en sus múlt iples manife stacione s" (art. 2° letr a 11).
La Con stitución encomienda al Estado tareas de gran amplitud y respon sabilidad, tales
son, velar por que el derecho de las personas a vivir en un medio ambiente libre de contaminación,
no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza. Aparece así una doble dimensión
respecto del análisis hermenéutico que debe darse a la disposición. Por una parte, la garantía se
concentra en el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y no alcanza a otros
valores ecol ógico s y de preservación o conservación del patrimonio natur al o cultural. La tutel a
jurídica de esta última clase de biene s es ·un encar go para el Estado , pero no adquiere, en el
texto de la Constitución, caracteres de un derecho reconocido o asegurado a los seres humanos.
Ahora bien, el ordenamiento con stitucional encomienda al legislador la normati va protectora del medio ambiente, la que podr á est ablecer rest ricciones específicas al ejercicio de
determinados derechos o libertades. Dado que al Estado corresponde el deber de prot eger el
derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y tutel ar la preservación de la
naturaleza, se pueden establecer las señaladas limitaciones, siempre que tras ese efecto se
procure el bien común.
No obstante lo anterior, las limitaciones al ejercicio de los derechos con stitu cionales
deben cumplir ciertos requi sito s, para su validez:
a) Debe tratar se de restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades, por lo que no son admi sibles limitaciones de carácter general, debiendo prec isarse
para cada caso qué facultade s o atributos de los derechos o libertades se restringen ;
b) Esas restricciones solo pueden ser impue stas por la ley. Es dec ir, la reserv a exclu si va al
legi slador para restringir el ejercicio de los derechos fundamentales o libertade s para la
protección del medio ambiente, lo que supone la impo sibil idad de establecerl as mediante
decretos con fuerza de ley, o mediante el ejercicio de la pote stad reglam entaria, autónoma
o de ejecución, del Presidente de la República.
e) Aun así y para todo s los casos , la facultad entregada al legislador de limit ar derechos o
libertades no debe ser ejercida indebidamente, es decir, al punto que afecte a esen cia del
dere cho o libertad reconocida, pues en tal caso se atentará contra la garantía del N° 26 del
art ículo 19 de la Carta Fund amental.
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5. LA IGUALDAD ANTE LOS TRIBUTOS
Jur isprudenci a: Que la dis pos ición constitucional del inciso seg undo del N° 20 del artículo 19 tuvo por objeto, seg ún se desprende de los debat es suscitados en la Comi sión de Estudios
de la Nueva Con stitución , evitar qu e el legi slador aprobara tributos que tuvi esen un carácter
confiscatorio o expro piato rio o que afectase n en su ese nc ia o imp idi esen el derecho de
desar rollar una acti vidad eco nómica.
Que ese ncialmen te reúnen el carácter de impu estos confiscatorios o expropiato rios aquello s qu e por su mont o afectan el patrimon io o la renta de una persona, y así lo sos tuvieron
los comisionados cuando trataron la materia y aprobaron la dispo si ción con stitu cional en la
ses ión N° 3 98, de 11 de julio de 19 78. En nin gún caso el cons tituye nte , en el inci so seg undo
del num eral 20 del artíc ulo 19 de la Constituci án, f ijó un monto o ran go para este tipo de
gravámenes, pero sí señaló al legislador un límite conceptual que le impide desp rop orcion es
inju stifi cadas o irra cional es y ella s se produ cen, cuando so n manifiestas, esto es, al teno r de
la def ini ción del Diccionario de la Lengua Española. cuando son descubierta s. pat ent es,
claras.
Que en materia de impuest os indirecto s que gravan el consumo, la desproporcionalidad o
injusti cia de la tasa del tribu to es dif ícil de determ inar, pu es exis ten múltiples facto res. todos
de hech o. qu e incide n en su calificac ión. Entre ellos. cabe desta car. la capacidad de pa go del
contribuye nte, la ca lificació n del bien como de uso o consumo habitual o de ca rácter suntuario o prescindible o si con su impo sición se impide el desarrollo de una actividad económi ca,
fac to res todos qu e implican a juicio de este Tribunal apreciac iones emi nentemente való ricas.
Que no obstante lo ant eri or este Tribunal no pu ede dejar de se/jalar que un imp ues to
indirecto podría. entre otras situac iones. se r manifiestament e desproporcionado o injusto si
con su imp osición o monto se impide del todo o se limita de tal man era que ha ce imp osible el
libre ejercicio de una act ividad económica o imp ide la adquisición del dominio de los bi enes
a qu e afecte el impu esto (S entencia Tribunal Constitucional. Rol N° 219).
Los tributos, cu alquiera sea su naturaleza, constituyen prestaciones pecuni ari as exig idas
co mpulsiva me nte a las per son as, para que el Estado pueda cumplir sus objetivos de bien
co mún. Son con secuenci a de la potestad tributari a que los ordenamientos jurídicos reservan
exclus iva mente al Estado, es decir, la impo sición de gravámenes patrimoniales que se traducen en cargas par a los particulares nacen de la exclusiva voluntad del Estado, porque es él
qu ien posee el imp erio para someter la voluntad particular con la imposición tributari a.
La Con stitución de 1980 regl amentó aca badamente la potestad tributaria del Estado, de
modo que en su ejerc icio se cumpliera con algunos de los principios más fund amentale s en
materi a tributaria. Por lo pronto y en un primer análisis, la Carta Fundamental hace referenci a
a la igual repartición de los tributos , expresión comprensiva de toda clase de exacciones
patrimoniales impuestas por ley , es decir, impu estos, contribuciones, derechos, tasas, etc . que
se pagan por los particul are s al Estado, con el objeto que este cumpla con los fine s de bien
común que j ustifica n su existenci a.
De los N°S. 2, 20 , 22 Y 24 del artículo 19, artículos 60 W 14 Y 62 W I aparecen
claramente manifestados los principios de igu aldad, legalidad, proporcionalidad, ju sticia y
equidad de los tributos, de modo que tales se constituyen en preceptos garantísticos de los
dere cho s de los contribuyentes frente a la pote stad reconocid a, en exclusiva al Estado , par a
imponer tributos.
En efecto, el principio de igu ald ad, referido a la capacidad de contribución de las per sonas aparece en los numerales 2, 20 y 22 del artículo ' 19. Señala la Con stituci ón que asegura a
toda s las personas " la igual repartición de los tributos, en proporción a las rentas o en la
progre sión o forma que señale la ley" ; por tanto, se formula en términos de prohibir al
legislador tributario di scriminar arbitrariamente a las personas por medio de los tributos, es
decir, grava r con algo a quien, con siderando su capacid ad contributi va deba estar exent a del
grava men o bien , eximir del pago tributario a quien deba estar gravado con algo. Interesa
destac ar que el principio de igualdad tributaria no se cumple con la con sideración pura y
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simple del tributo respectivo, ni se vincula so lo con la proporción que respecto del hecho,
renta, ganancia o beneficio gravados corresponde aplicar, sino que el legi slador debe atender
primordialmente al derecho de cada persona a soportar cargas que, conforme con su capacidad , sean igual es a las que soportan las otras personas. Desde esa per spectiva, aparecen más
propios con el sentido de la igu aldad tributaria los impuesto s pro gre sivos (v.g r. el de la rent a)
mientras que se alejan de él los proporcion ale s (por ejemplo, el 1.V.A. ) en los que la capaci dad contributiva de las personas es una con sideración del todo indiferente para la ley que los
impone.
El principio de legalidad se cumple con la misma formul ación del derecho a la igual
repartición de los tributos "en la forma que fije la ley" y al entregar al solo dominio de la ley
las dem ás materi as que la Con stitución señale como de iniciati va exclusiva del Presid ente de
la Repúbl ica (artículo 60 N° 14). Dentro de estas materi as de inici ativ a exclu si va, e l N° 1 del
artículo 62 dispone que corresponderá al Presidente de la República la inici ativ a par a los
proyectos de ley de stinados a "imponer, suprimir, redu cir o condonar tributos de cualqui er
cla se o naturaleza, establecer exenciones o modificar las existentes y determinar su forma .
proporcionalidad o progresión" .
La norm ativa con stitucional deja claramente establecido que el prin cipio de legalidad
debe ob servarse para la determinación de todo s y cada uno de los elementos que forman la
relación jurídica tributaria, a saber, el sujeto obligado al pago, el hecho gravado, la tasa del
impuesto o su cuantía , sin posibilidad que ninguno de ellos se entregue a la discrecionalidad
de .Ia administración . Es precisamente el requi sito de qu e en la ley se señale n la forma ,
proporcionalidad o progresión de los tributos, como asimi smo los restante s elementos de la
relación jurídica tributaria lo que habilitó a la Corte Suprema para declarar incon stitu cion al el
artículo 43 de la Ley sobre Rentas Municipales (D.L. 3.063), por la falt a de alguno de esos
elementos .
La proporci onalidad de los tributos aparece como una exigenci a al legislador al cual la
Con stitu ción prohíbe establecerlos en márgenes man ifiestamente desproporcion ados (artículo
19, N° 20 , inc. 2°). La historia del precepto dice relación con la protecci ón del derecho de
propiedad y de la libertad de emprendimiento de actividades económi cas. Corresponderá a los
órganos de control de supremacía jerárquica de las normas de la Carta Fundamental apreciar
en qué casos un tributo se torna expropiatorio, o impide de hecho el inicio o ejercicio de una
actividad empresarial y, por tanto , manifiestamente de sproporcionado.
La ju stici a y equidad de los tributos dicen relación con los factores de di scriminación a
utilizar por el legislador tributario. En efe cto, el legi slador, al defini r el hecho gravad o, la
forma y proporcionalidad o progresión del tributo y la tasa del mismo imparte ju sticia di stributiv a al definir a las personas obligadas a su pago. Para todo s los casos deberá ponderar la
capacidad de pago o de contribución de las personas de modo que la carga que sufran no se
torne en una concreta lesión al patrimonio.
En resumen , el pago de los tributos se impone como una obligación de las personas que
viven en sociedad para solventar los gasto s del Estado en cumplimiento de sus fun cione s de
bien común. Con stituyen un lícito límite a la libertad de deci sión, disp osici ón y administración de los bienes y rent as de las personas para cumplir un objetivo superior, el bien gener al
de la colecti vid ad encomendado como fin primordial de la or ganizaci ón estatal.
6. EL DERECHO A LA LIBRE ACTIVIDAD ECONÓ MIC A
Juri sprudenci a: Que la f inalidad de la legislación antimonopolios, conten ida en el D.L.
2 JJ, no es solo la de resguardar el interés de los consumido res sino más bien la de salva guardar la libertad de todos los agentes de la actividad económica, sean ellos productores,
comerciantes o consumidores, con el fin últim o de benefi ciar a la colec tividad toda, dentro
de la cual, por cierto, tienen los consumido res importante pap el. En otra s palabras, el bien
jurídico protegid o es el interés de la comunidad de que se produ zcan más y mejores bienes y
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EVANS: EL BIEN COMUN
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se pr esten más y mejores servicios a precios más convenientes, lo que se consigue asegurando la lib ertad de todos los agent es económicos que participen en el mercado.
Que el D.L. 2 11 cumple, así, una trascendente f unció n soci al, de alt o inte rés nacional, ya
que dice relac ión con la satisfaccián de las necesidades vitales de las personas, para lo cual,
velando por el bien común, crea adecuada s condiciones económico-sociales en el mercado,
las que se alcanza n con una sana y efec tiva competencia (Comisión Resolutiva Antimonopolios, Resolu ción 368, 7 de abril, 1992 ).
En el N° 2 1 de su artículo 19, la Constitución reconoce como derecho fundament al de las
per sonas su lib ert ad para crear empresas y de sarrollar la actividad económica lícita que
desee n. Sol as. en soc ieda d o e n comunidad . la Cart a Fund amental no pone trab as a la ca pacidad de los se res humanos para cre ar riqueza y sati sfacer la nece sidad de emprender iniciativas
empresariales, sa lvo en cuanto ellas no vayan en contra de la moral. el orden público o la
seg uridad nac ion al. A la par del respeto a esos valores , bienes jurídicos desde que so n
es tablec idos por el orde na mie nto j ur ídico funda mental, la norma exige qu e las activida des
eco nómicas emprendidas se sometan a las norm as legales que las regulen.
Todo s ellos . en co nj unto. el desarrollo de actividades económicas lícitas y conforme a la
norm ati va legal qu e las regul a manifi estan el interés del co nstituye nte por or denar, e n beneficio de la cole ctividad, la capacidad crea dora, de organización y gesti ón de empresa s por parte
de las per son as. En razón de ese bien superior, no son legítimas las actividades contrarias a la
moral (v .gr. la pornografía, el com ercio sexual de menores, etc.), al orden público (v.gr. el
narc otráfico, trat a de bl anc as, las práct icas monopóli cas, etc .) o a la seguridad nacional (v.gr.
la vent a a públic o de material béli co ).
Igualmente. con miras al bien de la sociedad, el Estado, por medio de ley. exi ge que
determinadas act iv ida des ec onómicas so me tan a la observanci a de requ isitos para su iniciación y poste rior desenvolvim iento. Así ocurre con la acti vidad económica banc ari a, de las
empresas que ges tionan pre st aciones de segurida d social, las que prestan servicios públi cos
co mo conces ionarias, las qu e explotan bien es cuya propiedad la Con stitución reserva al Est ado. etc.
Pero hay incluso cuerpos leg ale s, comple me ntarios de est a ga rantía, que man ifie stan un
innegabl e su stento en el bien común y que obliga n a todo s quienes están ejerciendo libremente una actividad económica. Ejemplo de e llo es el D.L. 211 que cautela la libre competenc ia
en el eje rc icio de las actividade s económicas en procura de sati sfacer la concurrencia de
fund amental es bienes jurídicos, a saber, la protecc ión de los usuarios de los bienes y servicios, la perm anencia de los diverso s agentes económicos en el mercado respectivo, la no
di scrimin ación arbitraria entre tale s age ntes , etc. Se alza este cu erpo legal como un sa luda ble
freno al interés indi vidual de los miembros del cuerpo social en beneficio de la utilidad de
todo s qu iene s lo conforman.
7. DERECHO DE PROPIEDAD
Jurisprudenci a: Un análisis armónico y comparativo de la norma constitucional del artículo 19 N° 24 con los preceptos del Código Civil referentes al dom inio, por ejemplo, artículos
565, 576 Y 582 , conduce a un mismo concepto, esto ' es, que sobre las cos as incorp oral es
existe un derecho de propiedad, pero con una diferencia fundam ental; mientras la legislación
civil se ñala que sobre las cosas incorpo rales existe una especie de propi edad, en la Carta
Fundamental se garantiza la propiedad en sus div ersas espec ies y respecto de toda clase de
bienes, corpo rales e incorp orales, sin excluir a ninguno de ellos de la garantía constitucional, idea ref orzada en el N° 25 del mismo artículo, al garantizar la p ropiedad sobre las obras
artísticas y del intelecto (Re vista Derecho y Juri sprudenci a, t. 78, seco S", pág. 138 ).
La conse rvac ión del patrimon io amb iental se encuentra comp rendida entre las circunstan cias que la fun ción soc ial de la propi edad permite al legislador disponer limita ciones u
obligac iones a ella (Revista Derech o y Juri sprudenci a T. 85, seco S", pág. 230 ).
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REVISTA CHILEN A DE DERECHO
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La creac ión por decreto supremo de una Reserva Naci onal. a fin de velar por la conservación y protección del suelo. así como de las especies de fl ora y f auna silvestres. importa
una limitación al domin io de los propietarios sobre los predios de que son dueños. derivados
de su fun ción social. en razón del interés general de la Nación, lo que está permitido en el
incis o r del N° 24 del artículo 19 de la Constitu ción (Revista Gaceta Jurídic a N° 133.
pág. 50).
La expropiación es un acto de Derecho Administrativo que se emite en virtud de una
potestad oto rgada directamente por el ordenamiento jurídico a los órganos competentes y en
tal carácter está regulado fundam entalmente por el Derecho Público. No obstante. del ejerc icio de las potestades públicas pu eden nacer relacion es jurídicas cuyo contenido (derechos y
obligaciones ). en cuanto concierne a los particulares. queda regido por el derecho común o
pri vado. como es el caso de la prescripción aplicable a la acción deducida para exigir el
pago de la indemnización (Revista Gaceta Jurídica N° 132. pág. 42 ).
Para los efe cto s de esta ponen cia y como estamos tratando so bre las limit acione s al
ejercicio de los derechos deri vada s del bien común, nos abocaremos a tratar en específico .
respecto del derecho de propiedad, la con sagración de la funci ón soc ial en el texto de la Cart a
Fund amental.
Conforme con el artíc ulo 19 N° 24, es preci so distinguir entre la priv aci ón y las limitaciones al dominio o propiedad, pues el sustento de la privaci ón es el interés nacional y la utilid ad
pública, mientras que el fundamento de las limitaciones al dominio lo con stituye la func ión
social que debe cumplir la propiedad. En efe cto, según su sentido natural y obvio, la voz
privación impli ca el de spojo a uno de alguna cosa, en tanto que limitar en cambi o, imp orta
"acortar. cerrar , restringir" tal y como lo señala el Diccionario de la Len gua Española .
Conforme con la misma norm a, las limitacion es y obli gacion es al dom inio deben ser
impue stas por ley y deri van de la funci ón social que tiene que cumplir la propi ed ad , lim itaciones y obligaciones que, por mand ato del N° 26 del mismo artículo 19, no pueden afectar la
esencia del derecho , es dec ir, las facultade s de gozar de la cosa , bien o derechos en que
con siste o radi ca la propiedad, de usar, goz ar y disponer de ella, en la forma que estime el
dueño . Ahora bien , la funci ón social de la propiedad, como bien lo ha se ñalado el Tribun al
Con stitucional, "s ignifica que esta tiene un valor indi vidu al y social por lo que debe estar al
servicio de la per sona y de la sociedad". Cit a el Tribunal la Con stitución alema na la que
señala "la propiedad obliga", para hacer notar que el dominio adem ás de conferir derechos,
impone deberes y respon sabilidades a su titular. Esto s deberes y respon sabilidades del propi etario que armoni zan los intereses del dueño y de la soc iedad puede dec irse que constitu yen la
función socia l de la prop ied ad. (Sentencia Role s N°S 245 y 246, de 2/12/1996.)
La Con stitución de 1980, sin definir el concepto de función social. se encargó de preci sar
que solo al leg isl ador corresponde establecer las limitaciones y obligaciones que al dominio
le sean aplicable s en su conformidad. Ahor a bien, además de reserv ar al legislador el se ñalamiento de esas limitaciones y obligacione s, la Carta Fund amental se ñala qué bien es jurídicos
contempla la función soc ial, a saber, los intereses generale s de la naci ón , la seg ur idad naci onal, la utilidad y la salubridad públicas y la con ser vaci ón del patrimonio ambi ent al.
Unos y otro s son de difícil precisión y delimitación conceptual. Por lo pronto, es dable
señalar que en función de la utilidad y salubridad públicas se pueden imponer servidumbres
sobre pred ios privados para la construcción de instalaciones que sirven una concesión de
servicio público o establecer limitaci ones o restricciones de con structibilidad para ed ificios,
conj untos habitacionales, etc. Ejemplos de aplicación de los conc eptos de utilidad y salubridad públicas son, respectivamente, la Ley General de Servicios Eléctricos y la Ley General de
Urbanismo y Con strucción .
La conserv ac ión del patrimonio ambiental se ha estim ado como un exc eso del constituyent e si es que se con sid era el N° 8 del artíc ulo 19 ya visto. co nforme al cual la ley pued e
establecer restricciones es pecíficas al ejercici o de determinados derechos para prot eger el
medio ambiente. El profesor Evan s formula una crítica a la introducci ón de la con servaci ón
del patrimonio ambiental como elemento que legitima limitar o someter a obli gacion es al
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EV ANS: EL BIEN COMUN
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derecho de propiedad , pues en su co ncepto las restricc ione s del N° 8 hacen una notor ia
diferen cia co n las limitaci one s y obli gaciones del N° 24 , lo que redundará en confli cto s
interpretativos de difícil solució n. (Derec hos Con stitucionales, Tomo I1I, pág . 237, Ed. 1999.)
Al respecto se ña lamos que al domin io, y por razone s der ivada s de la protec ción del med io
ambiente, se le pueden llegar a imp oner un cúmulo de restri cci ones, sea recurriendo a la
prot ecci ón del medi o ambiente conforme con el citado N° 8, sea invocando la con ser vación
del patrim oni o ambienta l y est ableciendo para cad a ca so restricciones específicas al ejerci cio
del dere cho de propiedad o limitaciones u obligaciones si es que el legislador las estima
necesar ias par a el resgu ardo del patrimonio ambienta l, opciones alte rna tivas que deb ilitan el
derech o y qu e imp ondrán a lo s órganos de control de supremacía de la Con stitu ción (Co rte ·
Suprema y Tribunal Con stitucional) el ejercicio de su función de cautela para proteger la
ese ncia del derecho frente a cada medida que se adopte en beneficio del medi o ambi ente o de
la co nservación del patrimoni o ambienta l.
La seg uridad nacion al debi era conectarse con la prot ecci ón de los elementos que conforman el Estado-N aci ón, es decir, su pobl ación , su territori o y su gobierno legítimamente
constituido . La amenaza, real o potencial, a estos elementos, se enti ende compro mete la
seguridad nacion al.
Los intereses ge nera les de la nación aparece n com o entidades más difu sas y por ello
compl ej a su precisión. Sin embargo , al menos debe establecerse que los intereses generales se
refieren a la naci ón tod a, globalmente consider ada, ·por lo que al margen de ell os quedarán los
interese s de det ermin ado s grupos soc iales, por relevantes que sean.
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