Estima devastación de 15 comunidades autóctonas Nalúa Silva

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26/07/2016
Año VIII
N° 059
Estima devastación de 15 comunidades autóctonas
Nalúa Silva: “Arco Minero producirá desaparición masiva de pueblos indígenas”
A los numerosos pronunciamientos surgidos luego de la activación del Arco Minero del Orinoco (AMO),
contemplado en los motores productivos de la Agenda Económica Bolivariana; desde la Universidad
Nacional Experimental de Guayana (UNEG) se suma el juicio de la profesora Nalúa Silva Monterrey;
cofundadora y Coordinadora del Centro de Investigaciones Antropológicas de Guayana (CIAG).
“Después de la experiencia del Caura y de los efectos documentados de la
extracción minera en las zonas indígenas, nos preguntamos si lo que realmente
producirá este proyecto no es la desaparición masiva de los pueblos indígenas
de la región, su aún más acelerado etnocidio y la intervención de áreas
protegidas de larga data y con una extraordinaria diversidad”.
Silva Monterrey es Lic. en Antropología Física y Doctora en Antropología Social y
Etnología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Es
docente e investigadora de la UNEG desde mediados de la década de los 90.
Debido a su estrecha vinculación con los pueblos indígenas, es conocida por su
entusiasta lucha a favor de los derechos de las comunidades autóctonas y de la
conservación de la Cuenca del río Caura.
Dra. Nalúa Silva Monterrey.
Impacto antropológico
Con el apoyo de geógrafos, y partiendo de las coordenadas incluidas en el Decreto del AMO, Silva
Monterrey realizó el trazado poligonal del proyecto, lo que le hizo estimar que la dimensión territorial
superará los 112.000 Km2 y significaría la afectación de todo el curso del río Orinoco y la devastación de
la gran cantidad de grupos indígenas que habitan en esa zona. Supone que estas nuevas prácticas
sociales implican una erosión cultural, de las tradiciones y la auto-aniquilicación de los pueblos
autóctonos.
“El Arco Minero comprende tanto la margen derecha como la margen izquierda del Orinoco y va desde el
río Apure (tierra de los Pumé) pasando por Palital (zona Kari’ña frente a Ciudad Guayana) hasta el límite
con el Estado Delta Amacuro en Barrancas (Warao) por la margen izquierda; y luego entra hacia la
margen derecha del Orinoco, hacia el Cuyuní (Arawak, pemón y kari’ña), a la zona de influencia del
Parque Nacional Canaima (Pemón), al río Paragüa (afluente del Caroní - Pemón, Sapé, y tierra de los
últimos Uruak y Arutani) y luego cae al Aro (zona Kari’ña) desde donde avanza hacia la cuenca del Caura
(zona ye’kwana, sanema), la traviesa y sigue hacia el Monumento Natural Sierra de Maigualida (zona Hoti)
hacia el Cuchivero (zona Eñe’pa-Panare) y va hacia el Parguaza (zona Wanai –Mapoyo, Piaroa) de donde
regresa al punto original en donde también hay ocupación estacional Hiwi.”, precisó.
Se trata de, al menos, 15 comunidades indígenas que tienen su hábitat en el área de influencia del AMO.
Dada su experiencia de contacto con dichas culturas autóctonas, la experta sostuvo que no todos los
grupos tienen el mismo grado de contacto con la sociedad nacional y es esa diferencia cultural la que
hace que la respuesta sea diferente.
“Desde afuera, estimamos un impacto devastador pero las organizaciones indígenas, en su mayoría,
están en desacuerdo con este proyecto porque implica la intrusión de personas ajenas a sus territorios y
a las zonas que habitan. Con el AMO entrarán nuevas relaciones laborales y sociales. La experiencia
indica que la minería lleva consigo prostitución, venta y comercio de productos alimenticios que antes
eran intercambiados, en fin, un cambio acelerado de la forma de vida de esas poblaciones. Se trata de
sociedades que están en gran tensión y si se le suman más elementos que distorsionen su vida
cotidiana, es obvio pensar que se alterará su relación con el medio ambiente y con las demás personas”.
Aseveró que “nosotros; los que les hemos acompañado en sus luchas, los que hemos reflexionado sobre
ellos, los que entendemos el valor de la diversidad cultural, no podemos quedarnos mudos, ni podemos
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-como dijo El Libertador en Angostura- ser instrumento ciego de su propia destrucción. Tenemos la
obligación de hacer escuchar nuestra voz de protesta y de alarma frente a un proyecto etnocida que
conllevará la destrucción del legado en oxígeno, agua, bosques, biodiversidad y patrimonio cultural de
ellos y de todos nosotros”.
Biodiversidad en riesgo
Más allá de su preocupación por el impacto negativo en las comunidades indígenas, Nalúa Silva aseveró
que el Arco Minero también compromete severamente las reservas hídricas e involucra el forzoso
perjuicio de la biodiversidad de la región, por el deterioro de los recursos acuíferos, los suelos y la
fauna.
“El proyecto en sí mismo es una aberración por promover la minería a cielo abierto y a gran escala. Los
niveles de contaminación ambiental serán incalculables porque la explotación de los recursos naturales
con metodología de extracción de alto impacto; como las técnicas de cianuración y mercurio que prevé
el Arco Minero, destruirá la Cuenca del Orinoco y traerá consecuencias graves de salud para las
poblaciones asentadas en ese territorio. Es bien sabido que la contaminación mercurial produce
problemas neurológicos, abortos, malformaciones, etc.”.
Por cuanto el objetivo del Ejecutivo Nacional es recuperar y reimpulsar la economía a través de la minería
lícita; Nalúa Silva Monterrey duda que se logre ese propósito. “Los perjuicios sociales y ambientales serán
mayores que los beneficios. El aporte a la economía local será muy pequeño porque ningún país se ha
desarrollado con la práctica de actividades extractivistas sino del impulso de la industria de
transformación”.
En su carácter de investigadora, y consustanciada con su responsabilidad hacia el quehacer académico y
las comunidades indígenas, Silva monterrey se siente obligada a opinar y orientar a la sociedad sobre
estos temas nacionales, de allí que confía en que el Ejecutivo Nacional “reflexione y detenga el proyecto;
porque además la Constitución Nacional prevé la responsabilidad transgeneracional, esa que nos obliga
a garantizar las posibilidades de vida a las generaciones futuras”.
Trasgresión constitucional
La puesta en marcha del proyecto “Arco Minero del Orinoco” es para el Gobierno
Nacional una posibilidad de incentivar la productividad en Venezuela, no
obstante, para Carla Pérez, Coordinadora del Centro de Investigaciones Jurídicas
de Guayana y experta en derechos territoriales de los pueblos indígenas,
adscrita al CIAG, es una oportunidad que “vulnera los derechos fundamentales
de las comunidades indígenas” que habitan en ese eje estratégico, donde
existen yacimientos de oro, níquel, coltán, piedras preciosas, hierro, bauxita y
otros minerales de alto valor industrial.
“El Estado Venezolano está de espaldas a los pueblos indígenas al no garantizar
ni proteger sus derechos fundamentales contemplados en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, en la cual se garantiza un ambiente sano, el
derecho a la cultura y a la vida de las generaciones futuras”, apuntó Carla Pérez.
Abogada Carla Pérez
Según la especialista, es necesario que cualquier actividad que se realice dentro
de territorio indígena sea previamente consultada entre las comunidades: “La consulta previa, libre e
informada es un derecho fundamental y es tan esencial para los pueblos autóctonos como el derecho al
territorio. Hablar de consulta previa pasa necesariamente por un proceso en el que el Estado venezolano
está obligado a preguntar a los habitantes de esa amplia zona en busca de un consentimiento previo y
en aras de la participación en la toma de decisiones que afecten directamente a dichos pueblos
indígenas. La consulta debe ser culturalmente adecuada, idónea y de buena fe; porque lo que se busca
es proteger la cultura y garantizar la supervivencia de las generaciones futuras, por cuanto ellos tienen
un derecho originario por el solo hecho de habitar esas zonas desde tiempos ancestrales. (YRT)
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