AUTOBIOGRAFÍA FEMENINA Y PERCEPCIÓN DEL ESPACIO

Anuncio
AUTOBIOGRAFÍA FEMENINA
Y PERCEPCIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
Carolina Coddetta
Ponencia para presentar en el
XXII INTERNATIONAL CONGRESS
OF THE LATIN AMERICAN STUDIES ASSOCIATION
March 16-18, 2000
Hyatt Regency Hotel, Miami Florida
Autobiografía femenina y percepción del espacio público
Introducción
El presente trabajo analiza el texto Espejo Rodante (páginas autobiográficas) de Lucila
Palacios, escritora venezolana que vivió entre 1902 y 1994 y que tuvo una destacada actuación
política. Queremos explorar cómo esta autora se representa el espacio público, cuándo y cómo
decide introducirse en él, cuáles alternativas se le presentan y qué motiva sus decisiones.El marco
histórico-cultural de la realidad en la que ella vivió ayuda a comprender las opciones que tenía y
sus escogencias. Finalmente, queremos descubrir cómo se articulan en su vida lo político, lo
literario y el género.
El espacio público
Hay consenso en empezar la discusión sobre público y privado reconociendo las diferentes
dimensiones semánticas de lo público, tales como lo espectacular, lo notorio, lo diáfano, lo que
está a la vista de todos, lo vinculado con el poder, lo que es expresión de lo político. A través de
las diferentes épocas históricas, la significación atribuida a los dos términos ha sufrido cambios;
sin embargo, siempre convergen hacia la contraposición entre lo plural y lo singular; dentro de lo
plural se habla de público, colectivo, comunitario, social: dentro de lo singular, de lo privado, lo
individual, lo particular y lo personal.
Desde un punto de vista antropológico, la dicotomía espacio público - espacio privado
constituyen “una invariante estructural que articula las sociedades jerarquizando los espacios.”1
El espacio público fue definido inicialmente como el espacio relativo al Estado y a su acción de
gobernar; luego esta definición se fue ampliando en la medida en que se buscaba una
democratización del poder.
Uno de los aportes de la teoría feminista2 a la ciencia política, es la reconceptualización de
esta dicotomía, cuyo origen se ubica en el siglo XVIII cuando, para justificar la exclusión de las
mujeres de los beneficios que implicaban las ideas de la Ilustración, se le da un nuevo contenido al
concepto de espacio privado y se sitúa en él a la mujer. En la nueva familia burguesa, lo privado
será el espacio de lo personal, de lo intimo, y la mujer será su artífice y su guardiana; en él se
ubica todo lo que se define como no-político: la necesidad, la sexualidad, el amor, el matrimonio,
la familia. El espacio público es el espacio del reconocimiento, en él se produce el principio de
individuación y se distribuye el poder. El espacio privado es el de la indiscernibilidad, es el
espacio de las idénticas, no hay individuación, no hay poder que repartir.3 Entre lo privado y lo
público no puede haber ni simetría ni complementaridad: en lo público está lo valorado
socialmente, en lo privado está lo sub-valorado.
A pesar de que actualmente se cuestiona la dicotomía público-privado con la afirmación
que cada acción tiene potencialmente un sentido público, que el poder político empieza con el
mínimo gesto de dominación interpersonal, y que la razón que lo sustenta puede ser cuestionada
1
M.Z.Rosaldo, citada en Celia Amorós ,Mujer. Participación, cultura política y estado. p.7.
Por teoría feminista se entiende el estudio sistemático de la situación de la mujer en la sociedad mediante la
utilización de conceptos básicos, categorías y métodos de análisis que ya tienen el estatus de ciencia y cuyos aportes
están incluidos en los manuales introductorios de diversas disciplinas dentro de las ciencias sociales (entre ellas,
sociología, antropología, psicología y ciencia política; ver RITZER, MACRIDIS, LIGHT y otros).
3
Celia Amorós. op.cit. p.8.
2
por sus connotaciones y por sus patrones lingüísticos, para los efectos de esta investigación,
entendemos como espacio público, el espacio de los demás, diferenciándolo del espacio privado
como espacio de los suyos.
La autobiografía
Tal como nos lo señala la crítica literaria sobre el género, históricamente la autobiografía
era escrita por personas que tenían una significación en el ámbito público, principalmente con el
objetivo de presentar una vida ejemplar, de clarificar problemas, reivindicar ofensas recibidas por
personajes conocidos. Naturalmente, no figuraban mujeres en este grupo de individuos; ellas
escribían su autobiografía sólo cuando eran obligadas a ello, en el estilo de las místicas (Santa
Teresa, Sor Juana Inés de la Cruz, etc.). Más tarde la autobiografía adquiere importancia como
expresión de una personalidad individual, pero, siguen siendo pocas las mujeres que consideran su
vida y su interioridad tan relevante como para plasmarla en un escrito autobiográfico. Sólo en el
siglo XX la mujer accede a asumir este género literario, y especialmente en las últimas décadas se
produce un florecimiento de autobiografías femeninas; sin embargo, todavía no se puede afirmar
que, en general, las mujeres que escriben sus autobiografías sean mujeres típicas, es decir, que en
cierto sentido representen un grupo significativo de mujeres que viven y sienten como ellas. Por lo
tanto, la autobiografía femenina de por sí representa una transgresión tanto porque supone darle
importancia a la vida de la mujer, como por ser una transformación del espacio privado en espacio
público.
Para Gusdorf, la autobiografía es un espejo en que la persona refleja su propia imagen.4 El
objeto observado es el mismo sujeto observador, porque el observador se observa a sí mismo; en
términos literarios, el sujeto que narra es el mismo sujeto narrado. Según de Man5 el problema del
sujeto se complica cuando se toma conciencia que el narrador y el personaje se determinan
mutuamente: los dos se reflejan y se constituyen a través de esa reflexión mutua; además, también
el lector participa en este proceso de construcción del sujeto.
Lo que busca el narrador autobiográfico es reconstruir un pasado haciéndolo presente;
pero el pasado, bajo ninguna circunstancia puede hacerse presente, por eso existe la memoria. En
realidad la memoria hace virtualmente de todo, menos lo que se supone que debe hacer, esto es,
mirar hacia los hechos del pasado y verlos como ocurrieron, porque la memoria no es un simple
mecanismo de grabación, sino que elabora los hechos, y desde ese momento pierde validez como
historia. La memoria re-crea el pasado para hacerlo presente; y en esta re-creación lo deforma y lo
transforma.6 Según Olney,7 la memoria se convierte en el fin, la meta o el telos del pasado. La
autobiografía, cuando consiste en la lectura de la experiencia, no recrea objetivamente el pasado,
sino que indaga en el sentido de esta experiencia, y así ofrece una visión más verdadera que una
mera reconstrucción de los hechos; estos tienen entonces una relación en función de su
significación, y no de su cronología. Esta acción transformadora y deformadora de la memoria, al
no poder recrear objetivamente el pasado, presenta un serio problema para la investigación social
en los estudios que buscan en la autobiografía una fuente de información para el conocimiento del
entorno social; lo que se puede encontrar en ella es sólo una percepción subjetiva del mismo.
4
Georges Gusdorf. “Condiciones y límites de la autobiografía”. pág.11.
Paul de Man, La autobiografía como desfiguración. pág114.
6
James Olney, “Algunas versiones de la memoria/algunas versiones del bios: la antología de la autobiografía”.
p.41
7
Ídem.
5
2
El autor descubre, afirma y crea un yo en el proceso de la escritura o de la narración tanto
en la autobiografía, como en el relato de vida; él narra el yo que tiene adentro y que se ha ido
formando a través del tiempo; no narra cosas que le han pasado a otros sino las que le han pasado
a él y que lo han ido formando. La reelaboración de los hechos permite reconocer un proceso
teleológico que se dirige hacia una meta y un fin específico y así dar forma a una vida que sin ese
proceso carecería de sentido. Aquí se ve la diferencia entre autobiografía y diario: el diario no
tiene preocupación de continuidad, solo refleja impresiones y estados de ánimo del momento.
Para Eakin,8 el acto autobiográfico es un modo de ‘autoinvención’ que sigue el modelo de
la vida misma, es decir, el sujeto se autoinventa en la autobiografía en la misma forma como lo
hace en la vida. El narrador se transforma en un ente en busca de una identidad; la autobiografía,
reconstruye su unidad y su identidad a través del tiempo9. Sin embargo, la síntesis que resulta del
trabajo de reelaboración de la memoria no se dirige sólo hacia el pasado, sino hacia las raíces de
cada ser individual, así el relato se establece como instancia de evaluación personal, búsqueda de
coherencia, otorgamiento de sentido.
Así como en el campo literario, la preocupación prioritaria a cualquier otra reflexión es el
establecer si el texto autobiográfico analizado es un texto literario o no, en el campo sociológico,
el problema sigue siendo si el sujeto refleja la sociedad, y si su percepción de la realidad puede
servir como base para la sustentación de algún comportamiento.
La relevancia de la utilización de la autobiografía para el estudio de la percepción del
espacio público por parte de la mujer se basa en el hecho que la mujer se encuentra aprisionada en
un rol social bastante rígido, y por ello vive una doble vida: la esperada, como hija, esposa y
madre, y la interior que delata la inconformidad con el rol impuesto. Este último limita a la mujer
en su actuación en el dominio público y esto puede hacerse más evidente en la reflexión que la
mujer hace sobre sí misma. Es importante detectar cuál es la visión que ella tiene de lo público, o
simplemente del ámbito que traspasa lo privado o familiar. Sin embargo, en el caso de la mujer, no
se puede investigar nada más que el aspecto político porque existe una conexión muy estrecha
entre todos los aspectos de su vida.
En tal sentido, nos proponemos investigar aspectos tales como la percepción en las
diferencias en la socialización en función del género y percepción del futuro como mujeres;
desarrollo de un proceso de concienciación sociopolítica; dificultades encontradas en las primeras
experiencias de incursión en el espacio público; el manejo de las posibles interferencias de la vida
privada en las actividades públicas, cuando éstas ocurran; la fundamentación para las decisiones
básica de la vida; y finalmente, la síntesis de una vida, en términos de la percepción final del papel
cumplido en el espacio público.
Información biográfica y contexto histórico-político
Lucila Palacios fue el nombre literario de Mercedes Carvajal de Arocha, nacida en Puerto
España (Trinidad) en 1902 y muerta en Caracas en 1994. Su infancia y juventud transcurrió en
Guayana; después del matrimonio vivió en otras regiones del país. Participó activamente en
política, ocupó cargos legislativos, fue nombrada Embajadora en Uruguay, recibió premios
literarios y distinciones académicas. Es reconocida como novelista, cuentista, autora teatral y
cronista venezolana; gran parte de su obra narrativa tiene como tema central a la mujer y la
problemática socio-histórica que la envuelve.
8
9
Paul John Eakin, Autoinvención en la autobiografía: el momento del lenguaje. p.
Georges Gusdorf, op.cit. p.12
3
Lucila Palacios vive su infancia en la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez, bajo la
cual su familia es hostigada y reducida a la pobreza; más tarde su esposo también sufre los abusos
de la persecución militar. Luego vive la experiencia del post-gomecismo, la formación de los
nacientes partidos, la estructuración de las primeras agrupaciones femeninas autónomas, y
finalmente la conquista del derecho al voto cuando se llega a la primera experiencia democrática
entre los años 1945-48, en la cual ella asume responsabilidades políticas formales.
Características del texto
El título del texto, Espejo Rodante, nos recuerda la definición de Gusdorf de la
autobiografía como espejo que refleja la propia imagen del autor. El adjetivo “rodante” desde ya
nos dice que el espejo captará una imagen cambiante a través del tiempo y del espacio, enmarcada
en un contexto también cambiante. El subtítulo (páginas autobiográficas), anuncia el carácter
autobiográfico del texto sugiriendo, al mismo tiempo, que se trata de fragmentos, que no
pretenden constituirse en una unidad.
El texto consta de dos volúmenes escritos en momentos diferentes de la vida de la autora;
el primer volumen cubre la primera etapa, desde el nacimiento hasta 1948, y fue escrito en 1949
(a la edad de 47 años). El segundo volumen, escrito en 1971, cubre la segunda etapa (19481958), la tercera (1959-69), la cuarta (1969-1971); además incluye un epílogo escrito en 1986,
un año antes de su publicación.10
El Espejo Rodante se inscribe en una corriente no intimista, sino de testimonio histórico,
limitación reconocida y admitida; refleja el acontecer y la mentalidad del momento en que se
escribió: el primer volumen llega hasta el final de un experimento democrático construido con
mucho entusiasmo pero también mucha inexperiencia y que se acaba prematuramente; luego se
relata el período de la dictadura de Pérez Jiménez, y finalmente el período de la democracia
estable. En el epílogo la autora hace referencia a los vicios de esta democracia y vaticina la llegada
de tiempos muy difíciles. Podemos afirmar, siguiendo a Doris Sommer,11 que esta autobiografía se
aparta del modelo clásico de presentación de un yo individualista, sino que se acerca al testimonio
en cuanto no refleja sólo al individuo sino la evolución del individuo en relación con otros.
Desde sus primeras palabra, en el prefacio, el texto se relaciona con lo político: “este libro
fue escrito en 1949 a raíz del derrocamiento del gobierno constitucional de aquella época” y
está dedicado a Rómulo Gallegos, personaje incluido en la narración. La autora dice que no
pensaba publicar este texto, su deseo era conservarlo en su archivo como texto de evocación (en
lo privado, en la memoria); pero se decidió a publicarlo bajo presión de personas amigas y para
cumplir con un objetivo preciso, documentar una época poco conocida o tergiversada y así
contribuir al conocimiento de la historia de su país. El relato representa un momento de reflexión
retrospectiva, una elaboración de la memoria influida por los sentimientos de todo lo que significó
esa experiencia política. Hay que señalar que esta reticencia a la publicación es una característica
que se encuentra con frecuencia en las mujeres que escriben autobiografías, y que acceden a la
publicación sólo para cumplir con un objetivo que las trasciende.
Para el momento de su primera redacción, eran muy contadas las autobiografías de
mujeres que relataran su vida en su propio derecho, es decir, sin haber sido la esposa o la hija de
10
Para los efectos de este trabajo nos apoyamos principalmente en la primera etapa que recoge la vida de la autora
hasta 1948.
11
Doris Sommer. “Más que una mera historia personal:los testimonios de mujeres y el sujeto plural.” Págs.295330.
4
algún gran hombre; todavía no se había empezado la reflexión teórica sobre la autobiografía
femenina como subgénero con características específicas y claramente identificables. Aunque el
corpus crítico del discurso autobiográfico había crecido vertiginosamente desde la década del
60,12 fue sólo en los 70 cuando las historiadoras feministas empezaron a rescatar las historias de
las mujeres a través de los diferentes tipos de escritos personales,13 y a preparar las bases para le
teorización que florecería en la década siguiente.
La percepción del espacio público
La percepción del espacio público puede ser estudiada a través de los elementos del
proceso de socialización que son internalizados en la infancia e influyen sobre la identificación de
los modelos positivos y negativos con relación a la identidad de género socialmente establecida.
Así, el niño y la niña hacen suyas las representaciones sociales de lo que es ser hombre y ser mujer
a través de la identificación con los modelos aceptados por su ambiente.
Los modelos de nuestra autora en su infancia son decididamente héroes masculinos; ella
los encuentra en las figuras masculinas de su entorno familiar, prinpalmente el padre quien ocupó
cargos y se involucró en movimientos de guerra, y los tíos, hombres de espada y de pensamiento;
los encuentra entre los generales antigomecistas amigos de su padre que lo visitan: ella se escurre
entre ellos para oírlos conversar porque le gustan sus temas, le gustan sus nombres (p.8). También
le gusta la historia porque le da familiaridad con los héroes y las grandes figuras literarias.
Los modelos femeninos son prácticamente ausentes y raras veces presentan rasgos
heroicos: la figura de la madre no aparece en sus recuerdos casi nunca; las tías son silenciosas y de
personalidad desdibujada; las hermanas la aburren porque son lloronas. Los acontecimientos que
la rodean en su primera infancia son violentos y protagonizados por los miembros masculinos de
su familia. A las mujeres solo les corresponde huir en busca de refugios seguros para los niños, los
viejos y los enfermos (p.7). Y rezar. Sólo algunas mujeres recibe su admiración: las que asumen
un comportamiento masculino, como Jesusita, una mujer de gran temple que pelea al lado del
esposo como uno más de sus soldados, o Luisa Duarte quien, con asombro de todos, lee
tranquilamente en el patio a pesar del tiroteo que se está dando alrededor de ella. El alejarse del
patrón femenino las transforma en heroínas. Otra mujer que atrae su admiración es la abuela
materna que conoce sólo a través del recuento. Ella, por ser una mujer de gran voluntad, se opone
a la tradición de los matrimonios arreglados en una familia celosa de la conservación de su estirpe,
y no acepta para ella esta situación. Da muestra de un gran valor moral y se enfrenta al escándalo
que de ello deriva representando un estímulo para que otras mujeres se separen de la tradición
familiar.
Otro aspecto importante es ver cómo se visualizan las alternativas de vida futura: cuáles
estímulos se encuentra, cuáles prohibiciones y condicionamientos. Desde muy niña la futura
escritora siente mucha atracción por los libros, y aquí también el modelo es el padre quien era un
gran lector y quería que su hija se tranformara en intelectual; para ello la estimulaba dándole
confianza en sus aptitudes vocacionales y transmitiéndole sus conocimientos y sus valores. Ella
percibía su presencia segura y orientadora: “mientras tanto yo crecía a su lado y escuchaba sus
lecciones”(p.7).
12
ver Sidoney Smith.” El sujeto [femenino] en la escena crítica: la poética, la política y la práctica
autobiográfica” Págs.35-68 y Domna Stanton, “Autoginografía: ¿un tema diferente, otro sujeto?” págs. 71-100.
13
Sidoney Smith. op.cit. pág.37.
5
La atraen varios aspectos del arte: la pintura, la música, la escultura. El tío Ramón es su
cómplice para lograr un encuentro secreto con una gente de teatro que está presentando una obra
(p.12). Descubre lo que significa ser célebre y declara a sus padres que quiere alcanzar la
celebridad a través del teatro. Se entusiasma con la poesía y la escritura en general. La madre no
compartía las ideas del padre, se asustaba por las orientaciones que él le daba a la hija,
consideraba que la haría una mujer en desacuerdo con el medio social venezolano; según ella, las
mujeres que se ocupaban de poesía y periodismo se desacreditaban. Para el padre ella debía
realizar sus aspiraciones; “no ceñirse a lo profesional era restar fuerzas al progreso del
mundo.”(p.14).
Lucila está consciente que el padre buscaba y encontraba en su hija mayor lo que había
perdido con la muerte del único hijo varón, es decir, quien perpetuara el apellido. Esta misma
relación de estímulo a la formación intlectual de una hija hembra la encontramos en la
autobiografía de Victoria Ocampo, cuyo padre buscaba en ella un sustituto del hijo varón que no
había podido tener.
Tendencias divergentes
Cuando llega al final de la adolescencia ya está claro que su vocación es la literatura pero
siente miedo de dejarse absorber por la creación poética, de darse al público, de entrar en diálogo
con los lectores. (p.52). Por otra parte, está enamorada y desea casarse. Ha internalizado las dos
tendencias divergentes que tenían sus padres acerca de su futuro, y ese conflicto lo vivía en su
interior. Temía ser absorbida tanto por la “vocacional devoción” como por el matrimonio. Gana
este último, y funda un hogar, consciente de las limitaciones que le impone el medio social. En el
intento de armonizar las dos tendencias, sigue escribiendo poemas, pero sólo para sí misma, y se
ubica en una posición de observadora para enriquecerse espiritualmente, entrenarse en la
comprensión de los sentimientos y de las pasiones, e ir a la caza de personajes para sus cuentos.
Es una etapa de concentración en sí misma, de anonimato; aprovecha los viajes que realiza por
razones del trabajo del esposo para conocer otros medios, otras regiones del país y disfrutar de las
bellezas naturales, fuente continua de su vena poética y recursos para la imaginación (p.56).
Con el nacimiento de los hijos se enfrenta con las limitaciones derivadas de la escasa
internalización del patrón femenino tradicional: “no soy muy apta para las labores domésticas ni
para las atenciones requeridas por los chico”(p.58). Aborda la crianza de los hijos en forma muy
racional; sus embarazos son difíciles, limitan sus actividades y le producen mucho sufrimiento;
coincide con la opinión que mientras más culta es la mujer, más espanto le causa la hora del
parto (p.59). Para cada uno de los cuatro hijos tiene que limitar sus actividades y sobreponerse a
serios problemas de salud.
Después de escribir su primer cuento, tiene una primera y pública actuación literaria para
presentarlo: ella la experimenta como su iniciación en la vida litararia y un ingreso en el espacio
público. La posibilidad de publicación le causa desconcierto; siente inseguridad, miedo, la invade
esa profunda timidez cuya raíz eran los conceptos pesimista de su madre frente a los estímulos
del padre. Afortunadamente el esposo cumple ahora el papel que cumplía el padre al darle apoyo
y estímulo.
Su producción literaria es recibida con elogios, y le abre puertas en muchas comunidades
del interior del país; conoce muchos intelectuales y va fraguando nuevas amistades. Empieza a
involucrarse en la organización de actos culturales, y en la producción de materiales en torno al
tema de la mujer en el cual está muy interesada (p.69). Cuando por primera vez se enfrenta a la
6
necesidad de hablar en público, se siente muy insegura pero se sobrepone y logra salir airosa de la
prueba, aunque después no pueda recordar qué dijo. Escribe su primera novela, Los Buzos, fruto
de su inclinación hacia la literatura social que le permitía expresar sus inquietudes sin abandonar
del todo su vena poética.
En esta etapa logra armonizar las dos tendencias, y además conquistar un espacio que le
facilitará la entrada en el mundo político, pero eso no sucederá sino después de la muerte del
dictador, en 1935. Mientras, ella también sufre las consecuencias de los abusos de poder con la
encarcelación del esposo y las dificultades económicas que debe enfrentar para mantener a sus
hijos. Cuando llega el momento de la acción política, Lucila es una persona muy conocida y
respetada, tiene cierto entrenamiento para desenvolverse en ese campo y mucha motivación para
luchar por el logro de las conquistas democráticas.
La experiencia política
El movimiento cívico que se organiza espontáneamente después de la muerte del dictador,
la involucra de lleno: siente la responsabilidad de orientar el movimiento hacia la manifestación
pacífica y así evitar brotes de violencia; desarrolla un sentido de estrategia política; experimenta la
fuerza de la palabra cuando con su discurso decide la dirección que puede tomar el movimiento. A
lo largo de su experiencia política juega un papel de intermediaria tratando de evitar conflictos,
buscando acuerdos y conciliaciones entre tendencias contradictorias. A pesar de su aparente
fragilidad, desarrolla una gran capacidad de liderazgo y tiene una destacada actuación en la
Asamblea Nacional Constituyente. Hay que resaltar el contraste entre la seguridad y confianza en
sí misma con que asume las responsabilidades políticas y su natural timidez. Esto sugiere que sus
potencialidades para el liderazgo no habían sido cultivadas en sus primeros años o habían sido
inconcientemente reprimidas para adaptarse al patrón social establecido.
Su preocupación por el género está presente en su vida y en su obra, tanto literaria como
política. Ya vimos como en la primera etapa de su matrimonio logra armonizar su vida familiar
con los compromisos culturales; cuando llegan las responsabilidades políticas ya tiene mayor
libertad porque los hijos ya no son tan pequeños; pero se le presentan momentos muy difíciles,
como cuando le llega el llamado a un compromiso político el día en que una de sus hijas se está
muriendo. La muerte de la madre y del esposo, años más tarde, coinciden también con momentos
muy importantes de su vida política; son, como ella las llama, ironías del destino.
En la escritura, su preocupación por el género se manifiesta en materiales escritos para la
formación y concientización de la mujer en la lucha de sus derechos civiles; en su obra literaria se
expresa especialmente en la novela Tres palabras y una mujer, que causó un verdadero revuelo
en la Caracas de 1944 al denunciar la hipocresía social que envolvía la imagen del matrimonio y
le negaba a la mujer la posibilidad de una vida auténtica. Hay que tener en cuenta el contexto
histórico: la mujer de esa época no tenía ni voz ni voto; pero al mismo tiempo se estaba
despertando con la creación de las primera organizaciones femeninas autonomas que
emprendieron la lucha para la reforma del Código Civil y la conquista del derecho al voto
Consideraciones finales
Lucila Palacios tenía fundamentalmente una vocación literaria que se reveló
tempranamente y marcó su personalidad y su manera de visualizar la vida. Pero tuvo también la
oportunidad de vivir en una época particularmente significativa para la historia política de su país
cuando se dio el inicio de la experiencia democrática, y ella se comprometió a fondo con este
7
proyecto político. Su conciencia de género fue muy aguda; su visión de la situación de la mujer
fue fundamentalmente una denuncia a su exclusión del espacio público y su confinamiento al
espacio privado-doméstico y ella contribuyó activamente a la promoción de las organizaciones
para la conquista de los derechos civiles y la promoción de los cambios en la sociedad que le
permitieran vivir una vida más auténtica.
Las tres dimensiones de su vida, la literaria, la política, la conciencia de género, se
entrelazan a lo largo de su cotidianidad, la primera como vocación, la segunda como pasión, la
tercera como experiencia existencial; las tres se reflejan en cada página del texto, como testimonio
del sentir de una mujer que logró trascender el espacio privado/doméstico para llegar a la forma
más comprometida de la actuación pública
Finalmente, el Espejo Rodante es una relectura muy oportuna en un momento en el cual se
están desvirtuando unos acontecimientos fundamentales en la construcción de nuestra identidad
nacional.
BIBLIOGRAFÍA
Amorós Puente, Celia. Mujer, Participación, Cultura Política y Estado. Buenos Aires:
Ediciones de la Flor, 1990.
De Man, Paul. “La autobiografía como desfiguración”. En Suplemento Anthropos 29.
Barcelona: Ed. Anthropos, Diciembre 1991. Págs. 113-118.
Eakin, Paul John. “Autoinvención en la autobiografía: el momento del lenguaje”. En
Suplemento Anthropos 29. Barcelona: Ed. Anthropos, Diciembre 1991. Págs. 79-93.
Gusdorf, Georges. “Condiciones y límites de la autobiografía”. En Suplemento Anthropos 29.
Barcelona: Ed. Anthropos, Diciembre 1991. Págs. 9-18.
Olney, James. “Algunas versiones de la memoria/Algunas versiones del bios: ls antología de la
autobiografía”. En Suplemento Anthropos 29. Barcelona: Ed. Anthropos, Diciembre
1991. Págs.33-47.
Palacios, Lucila. Espejo Rodante (páginas autobiográficas). Caracas: Autor, 1987.
Smith, Sidoney. “El sujeto [femenino] en la escena crítica: la poética, la política y la práctica
autobiográfica”. En Angel Lourerio (Coord.). El Gran Desafío. Págs.35-68.
Sommer, Doris. “Más que una mera historia personal: los testimonios de mujeres y el sujeto
plural”. En Angel Lourerio (Coord.). El Gran Desafío. Págs.295-330.
Stanton, Domna. “Autoginografía: ¿un tema diferente, otro sujeto?”. En Angel Lourerio
(Coord.). El Gran Desafío. Págs.71-100.
8
Descargar