Autorregulacion emocional - Escuela Internacional de Coaching

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LA REGULACIÓN EMOCIONAL
En general, la regulación emocional tiene que ver con los procesos
involucrados en el manejo de distintos niveles de emociones tanto si abren
posibilidades como si las cierran. Como se puede esperar ante un fenómeno
muy complejo, existen diversas perspectivas desde las que atender la
regulación emocional. La investigación en psicología está en un momento de
mucho interés por las llamadas “competencias emocionales”. El coaching que
nuestra Escuela propone las atiende y las tiene en cuenta desde hace más de
20 años. En este ámbito recae una amplia gama de habilidades, desde el
reconocimiento de las emociones de sí mismo y de los otros, hasta aquellas
que permiten una gestión eficaz y competente de los estados emocionales en
las relaciones.
Hoy día, la definición de regulación emocional se ha focalizado en el sentido
adaptativo que supone la capacidad de modular la conducta de manera
organizada con la finalidad de lograr ciertos objetivos. Podemos decir que es la
capacidad de evitar reacciones emocionales descontroladas. Consiste pues en
encontrar el equilibrio entre la expresión de las emociones y su gestión.
Desde nuestra perspectiva, el control nos lleva a no experimentarlas ni permitir
que ocupen el lugar que deben en nuestra biología, en cambio la gestión nos
permite experimentarlas pero no quedarnos enganchados en ellas.
La regulación emocional no sólo tiene relación con la capacidad de disminuir el
estrés o extinguir los impulsos, sino que también implica la capacidad de
provocar deliberadamente una emoción que nos lleve a encontrarnos en una
situación deseada.
Según Caballo (1991), existen dos tipos de respuestas que orientan la manera
como se va a conducir la interacción; estas son: las respuestas estratégicas y
las respuestas emocionales. Las primeras tienen en cuenta las consecuencias
a largo plazo, las acciones se planifican y promueven el autocontrol; las
segundas, como no prevén los resultados, provocan resultados inesperados y
el deterioro de relaciones, además de generar malestar entre los implicados.
Tras la gestión emocional que aporta el Coaching,
podemos ofrecer una
tercera alternativa a la mirada de Carvallo, que tiene que ver con escuchar la
emoción, experimentarla sin dejar que te atrape, marcar una distancia y
escuchar lo que nos quiere decir para actuar en consecuencia de forma
totalmente coherente con lo que sucede. Paulatinamente, el coach puede
trabajar en la reinterpretación de situaciones y en la elección de creencias que
no secuestren al coachee y le alejen de obtener el resultado que busca.
La regulación emocional debe entenderse desde una concepción intra e
interpersonal (Rimé, 2009). Y ello resulta especialmente necesario en los
deportes de equipo. La relación que se establece por lo tanto con las otras
personas tiene importantes repercusiones en el proceso de regulación. Rimé
(2009) enfatiza la importancia del contagio emocional en los procesos de
regulación interpersonal. El contagio emocional implica beneficios en las
situaciones de afecto positivo y además permite establecer mayores vínculos
sociales.
El Coaching todavía no ha generado resultados de investigación en esta línea,
pero la Psicología lleva años trabajando en ello y por tanto ofrecemos una
mirada desde esta disciplina.
Adjuntamos la tabla de estrategias de regulación emocional de un estudio
publicado por Xavier Oriol Granado, Miquel Gomila Andreu y Gemma Filella
Guiu en los cuadernos de Psicología del deporte versión impresa ISSN 1578-8423
Con respecto al resultado de su investigación, mostramos las siguientes
conclusiones:
Los resultados muestran en primer lugar que los jugadores usan más la
reevaluación cognitiva que la supresión ante resultados adversos. En concreto
vemos que la reevaluación cognitiva (autorregulación) es la estrategia más
utilizada
seguida
por
el
contagio
emocional
hacia
los
compañeros
(heteroregulación). La reevaluación implica un cambio mental que favorece un
menor impacto emocional ante esa situación en concreto (Gross y John, 2003).
El uso de esta estrategia de regulación se ha asociado a una disminución de la
reactividad fisiológica y se asocia a un mayor intercambio de emociones y un
mayor apoyo social (Richards y Gross, 2000).
El contagio emocional positivo hacia los compañeros es una estrategia
relacionada con el apoyo social. El hecho de compartir emociones con otras
personas y afrontar el hecho de forma constructiva aumenta el bienestar y
favorece la percepción de una mayor felicidad (Larsen y Prizmic, 2008).
En lo que respecta a las estrategias de regulación más utilizadas a nivel grupal
el contagio emocional positivo es la estrategia más usada seguida de la no
regulación. Como ya se ha comentado, el contagio emocional positivo implica
compartir la afectividad positiva ante una situación que a priori podría ser
considerada como negativa. Encontrar algo positivo en un suceso negativo es
una manera de tomar el control sobre la situación o evento (Emmons y Shelton,
2002). El hecho de que los deportistas intenten apoyar a sus compañeros
induciendo a un contagio emocional hacia ellos, favorece el clima de confianza
entre los miembros del equipo. Además, compartir emociones con otras
personas ha demostrado importantes efectos a nivel cognitivo y en
consecuencia efectos también a nivel fisiológico (Coan, 2008; Rimé, 2009). Se
produce un reparto de la carga emocional (Coan, 2008) y además el compartir
emociones positivas implica un proceso de capitalización en el que los
episodios emocionales no son vistos como problemas que hay que superar
sino como oportunidades (Langston, 1994). La no regulación correspondería a
una estrategia de evitación de la situación y ello implica una tendencia a
rechazar la realidad de lo ocurrido.
Como coaches, si observamos que un deportista no regula adecuadamente su
emocionalidad hemos de trabajar con él para que mejore y aumente la
capacidad de mantener conversaciones incómodas desde el respeto y también
es posible entrenar la capacidad de mostrar los verdaderos sentimientos para
que sean tenidos en cuenta, desde la autenticidad y la coherencia. También
cabe la reinterpretación de situaciones para que se produzca una regulación
adecuada.
LAS ATRIBUCIONES Y SU PAPEL EN LA EMOCIONALIDAD
Cuando hablamos de atribución nos referimos a las causas que las personas
utilizan para explicar una conducta, a un tipo de inferencia que realizan las
personas para explicar:
a) el porqué del resultado de una acción
b) las características o cualidades que poseen ellas mismas u otras personas
en función del resultado obtenido.
Estas atribuciones también nos permiten entender la conducta humana. Hay
que tener en cuenta que las atribuciones que realiza una persona tienen
consecuencias (en conductas futuras) en función de los resultados que se
obtienen, pudiendo ser estas consecuencias de tipo afectivo, cognitivo o
motivacional.
El deportista puede atribuir tanto el éxito como el fracaso a factores internos y
externos;
estables
o
inestables;
controlables
o
incontrolables.
Estas
atribuciones afectan de forma considerable las expectativas de éxitos o de
fracasos así como a las reacciones emocionales (Biddle, 1993 citado por
Weinberg y Gould, 1996; Hewstone, 1992 ). Por ejemplo, las atribuciones a
factores internos o de bajo control, como el esfuerzo y la capacidad (más que a
factores externos o fuera de control), con frecuencia se traducen en
sentimientos de orgullo y bienestar o de vergüenza. Según Castro y Edo
(1994), la percepción de control puede constituir un punto clave en el
mantenimiento de conductas saludables. Los autores agregan que cuando se
intenta ejercer control sobre situaciones de estrés, es necesario percibir cierto
grado de control, bien sea conductual, cognitivo o de decisión, para que este
pueda facilitar la adaptación emocional. En cambio, la ausencia de control
puede producir déficits motivaciones y afectivos (Seligman, 1975). Las
apreciaciones intuitivas o cognitivas sobre los eventos producen respuestas
comportamentales de tipo emocional, como la ira, la ansiedad, la agresividad o
la satisfacción.
Como señala Vallerand (citado por Velásquez 2001,2005), los deportistas
evalúan su propio desempeño de una manera secuencial en del entrenamiento
o la competición, lo que produce un aumento de los afectos sobre su capacidad
de competencia. Esta definición da cuenta del papel que desempeñan las
atribuciones en la autoeficacia, la fijación de metas, la percepción de la propia
capacidad, la autoconfianza y otros factores base en el rendimiento deportivo.,
El modelo de Vallerand toma el concepto de atribución para explicar la
interpretación personal de las situaciones de éxito, logro, dificultad o fracaso en
el entrenamiento o la competencia. Vallerand postula la existencia de una
secuencia temporal de valoraciones positivas o negativas durante y al finalizar
una competencia que el deportista hace subjetiva o reflexivamente de su propio
desempeño. Este tipo de examen le permite evaluar el nivel alcanzado. El juicio
sobre el propio rendimiento y las atribuciones causales internas producen
conjuntamente un aumento positivo o negativo de los afectos (sentimientos,
reacciones emocionales) sobre su capacidad de competencia. De esta forma,
las atribuciones son determinantes en la autoconfianza, la autoeficacia y la
fijación de metas, factores fundamentales del rendimiento deportivo.
Por ejemplo, si una persona cuando no consigue un objetivo que se ha
propuesto lo atribuye a causas internas (p.e. su falta de capacidad o
motivación), estables (no cambian) e incontrolables (no puede hacer nada para
que los resultados sean diferentes), es muy probable que su motivación para
llevar a cabo una conducta similar en el futuro se vea muy mermada. Su
autoestima se verá dañada y anticipará fracasos en el futuro. Sin embargo, si la
persona tiene éxito en la consecución de un objetivo y lo atribuye a causas
internas (p.e. su esfuerzo), estables y controlables, será muy probable que su
motivación para realizar la misma conducta en el futuro sea elevada, teniendo
altas expectativas de éxito en el futuro.
Las investigaciones han comprobado además que:
√
Las expectativas previas influyen en las atribuciones causales que se
realizan, así por ejemplo, si la expectativa previa de éxito era alta, por haber
tenido éxito muchas veces, el fracaso es considerado como inestable y la
expectativa futura de éxito seguirá siendo alta.
√
Las adscripciones a causas estables producen mayores cambios en las
expectativas que las adscripciones a causas inestables.
√
Se responde a los resultados esperados haciendo atribuciones internas y
ante los inesperados haciendo atribuciones externas.
√
La combinación del consenso (semejanza de la conducta de varias
personas), la distintividad de la conducta (específica a un estímulo) y la
consistencia de la conducta (a través del tiempo y las situaciones), producen
unos u otros tipos de atribuciones.
√
Cuando la conducta de una persona tiene consecuencias que afectan de
forma positiva o negativa a otra persona, esta última tenderá a hacer una
atribución interna sobre la otra persona. Las conductas poco deseables
realizadas por una persona también incrementan la posibilidad de hacer una
atribución interna por parte de otras personas.
Existen una serie de fuentes de error o sesgos en los procesos de atribución
causal, el más conocido es el “Error fundamental de atribución”. Este error
consiste en una tendencia a sobreestimar como causas los factores personales
frente a las influencias externas o situacionales (y siempre que no se
predisponga a observar las influencias externas).
Otro error es el llamado “Efecto actor-observador”, que consiste en que quienes
observan la conducta ajena suelen atribuir como causa de la misma las
disposiciones personales o internas, mientras que cuando observan la
conducta propia suelen atribuirla a causas externas. Un tercer error es que se
conoce como “Sesgo a favor de uno mismo” que no es más que la tendencia a
atribuir causas externas a una conducta propia negativa y causas internas a
una conducta propia positiva.
¿Y cómo influye todo esto en un proceso de coaching? pues en parte ya lo
hemos visto con los ejemplos anteriores. Veamos algunos más….Cuando un
coachee atribuye sus éxitos o fracasos a un tipo de causas u otras
(internas/externas,
estables/inestables,
controlables/incontrolables)
está
impactando en su motivación y en su conducta futura. ¿Qué ocurre cuando
tiende a ver que la causa de los problemas, falta de avances, etc. son debidas
a factores externos? ¿Y cuándo siempre atribuye los problemas a causas
internas de sus compañeros de equipo?. ¿Cómo influye que crea que lo que
pasa es algo estable e incontrolable?.
Es claro que todas estas atribuciones provocarán pensamientos, emociones y
conductas en un sentido u otro, llevarán a pensar que el origen de los
problemas está en un sitio y éste no tiene por qué ser el real, que crea que se
puede hacer algo o que no se puede hacer nada, que el problema es uno
cuando puede ser otro……Ante ello el coachee podrá sentir ira, desesperación,
miedo, falta de confianza, u otro tipo de emociones. Y se generará un círculo
vicioso……
Es necesario transformar la forma en que uno mira las cosas para que se
puedan producir cambios, sino todo seguirá como hasta ahora. Y para que se
produzcan cambios es necesario poder confiar en uno mismo y en los demás.
Durante el proceso de coaching, el coach tiene que hacer consciente al
coachee de las atribuciones causales que está realizando, en qué medida esas
atribuciones son puras creencias o se basan en hechos, y cómo esas
atribuciones impactan en el comportamiento propio y ajeno y en la consecución
de sus objetivos.
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