Cuerpo y sexualidad en la experiencia de hombres y

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Cuerpo y sexualidad en la experiencia de hombres y mujeres con VIH: una exploración de
diferencias y coincidencias de género en México
Author(s): Cristina Herrera, Lourdes Campero, Marta Caballero, Tamil Kendall and Ana E.
Quiroz
Source: Estudios Sociológicos, Vol. 27, No. 79 (Jan. - Apr., 2009), pp. 147-170
Published by: El Colegio De Mexico
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/25614136 .
Accessed: 03/06/2013 16:51
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Cuerpo y sexualidad en la experiencia
de hombres ymujeres con VIH: una exploraci?n
de diferencias y coincidencias de genero enMexico
Cristina Herrera
Lourdes
Campero
Marta Caballero
Tamil Kendall
Ana E. Quiroz
Introduction
Aun cuando los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros
hombres son el grupo mas numeroso en las estadisticas de vih enMexico, el
perfil de la epidemia va cambiando y actualmente este incluye un n?mero
importante y creciente de mujeres que adquirieron el virus por contactos
heterosexuales. Se estima que de un total de 180 000 personas con vih en
Mexico, 42 000 sonmujeres, es decir, una de cada cuatro personas con el vi
rus (onusida, 2007).
En general, las estrategias preventivas no contemplan adecuadamente
la complejidad de las relaciones y normas de genero que estructuran los in
tercambios sexuales, impidiendo que estos sean asumidos de manera m?s
consciente, tantopor los hombres como por lasmujeres. Con frecuencia las po
liticas apuntan al cambio individual de comportamientos, enviando mensa
jes que implicitamente asumen, no solo que los individuos cuidan su propia
salud y aplican adecuadamente la information recibida, sino que tienen iden
tidades sexuales claras y una conducta sexual rational y aut?noma. Estas
estrategias desconocen, por ejemplo, el hecho de que aun cuando las mu
jeres puedan percibirse en riesgo, la estructurade sexo-genero (Rubin, 1996)
en que su subjetividad est? construida y recreada a diario, impone serias li
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mitaciones a su capacidad de acci?n aut?noma, especialmente en el campo se
xual y de pareja. En el caso de los varones, la complejidad de sus pr?cticas
es en parte consecuencia de la construction social de la iden
sexuales?que
masculina
tidad
dominante? es igualmente desconocida por las politicas p?
blicas (Kendall et al., 2007); esto tiene consecuencias negativas para la pre
vention del vm entre la poblaci?n masculina, que no se identifica con una
cultura sexual determinada, lo que incrementa su propia vulnerabilidad y la
de sus parejas, si bien esta semanifiesta de distintamanera en unos y otras (Ri
chardson, 1990; Johnson et al., 2003). Algunos autores han hablado de una
construction "esquizofrenica" de la sexualidad masculina dominante en cier
tos contextos
mexicanos,
donde
los varones
son alentados
a mostrarse
como
mon?gamos y buenos padres de familia en espacios "heterosociales" (como la
comunidad y la iglesia), mientras que en espacios "homosociales", princi
palmente lugares de diversion para hombres, se les "exige" ostentar "hom
bria", relatando multiples conquistas sexuales (Hirsch et al., 2007).
Pero la normatividad de genero no solo moldea las pr?cticas sexuales
que tiene consecuencias directas en el riesgo de adquirir VIH y otras in
fecciones de transmisi?n sexual (ITS), asf como embarazos no deseados?,
?lo
sino
que
afecta
existencialmente
la manera
en que
se vive
con
VIH
una
vez
que la transmisi?n del virus ha tenido lugar.Esto porque las normas y estruc
turas de genero no solo definen responsabilidades y tareas para cada sexo,
sino que al mismo tiempo dictan "c?mo debe ser" un hombre o una mujer
para obtener reconocimiento social, es decir,modelan las subjetividades que
sostienen esos papeles sociales. El entorno y las redes sociales adquieren aqui
una importancia central,ya que en buena medida es a travesde ellos que los su
jetos reciben losmensajes sociales y los refuerzan o, en algunos casos, los
cuestionan. Las estructuras politico-sociales, por su parte, profundizan las
desigualdades entre los gener?s y la diferencia entre las distintas vulnera
bilidades que cada uno tiene a la epidemia (ONUSIDA, 2006). En otras pala
bras, como intentaremos ilustrar en este trabajo, las estructuras de genero
subyacen a lamanera en que los hombres y lasmujeres se relacionan con el
VIH y construyen sumanera de vivir con el, especialmente por tratarseeste de
un padecimiento socialmente vinculado con lamoral sexual. La construction
social del VIH?frecuentemente hecha de discursos pseudo-cientificos, mo
rales y medi?ticos, y re-utilizados por las personas en su vida cotidiana?
refuerza el estigma social de ciertos grupos, proceso que no es neutral en ter
minos de genero. En el caso de los hombres, la epidemia pone en evidencia
su vulnerabilidad y con ello cuestiona los ideales tradicionales de masculini
dad, lo que se suma a la persistencia del mito seg?n el cual es una epidemia
de
"homosexuales".
Muchos
varones
con
VIH
se esfuerzan
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por marcar
una
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y sexu alidad
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en la experiencia.
distancia respecto de este grupo. Las mujeres con vih, por su parte, son es
tigmatizadas en tanto supuestamente no aptas para la sexualidad reproductiva
y lamaternidad, principales tareas asignadas a su genero, adem?s de cuestio
nar sumoral sexual (Kendall y Perez-Vazquez, 2004), lo que no siempre
ocurre en el caso de los varones. El estigma y la consecuente discrimination
asociados al vih producen una vulnerabilidad "secundaria", que se anade a
la de genero, estatus socioecon?mico, raza, y/o preferencia sexual, lo que
impide una prevention y atenci?n eficaces, en lamedida en que desalientan
a las personas a realizarse la prueba del vih, revelar su estatus a otros, acudir a
consultas y eventualmente sostener un tratamiento (Negroni, 2002).
El prop?sito de este trabajo es presentar algunos hallazgos de un estudio
m?s amplio desarrollado enMexico entre hombres ymujeres con vih, cuyo
objetivo central fue conocer las experiencias personales y necesidades par
ticulares en la vida con vih seg?n el genero; asi como la perception de las
vivencias del otro genero, para conocer en que medida lasmaneras de enten
der las relaciones de genero y el vih presentes en la sociedad mexicana y en el
medio social de las personas impactan en sus procesos de cuidado, preven
tion y atenci?n, tanto en ellas como en su entorno inmediato. Dada la rique
za de los testimonios recogidos, en este articulo particularmente nos propu
simos mostrar una cuesti?n que no ha sido muy abordada en los estudios
sobre vih: la vivencia de los hombres y lasmujeres sobre el cuerpo y la se
xualidad despues de haber contraido el virus.
El principal supuesto que nos gui? en esta indagaci?n fue que el "pro
pio" cuerpo no solo es experimentado de manera diferente por los sujetos
(hombres ymujeres) despues del diagn?stico; es decir, al entrar en el discur
so medico
?como
ocurre
con muchos
otros
padecimientos?,
sino
al
que
tratarsede una its involucra cuestiones que tocan a lamoral sexual, y esto da
caracteristicas peculiares a dicha vivencia.
El cuerpo es algo totalmente singular, es el "sentimiento de una existen
cia" (Nancy, 2003), lo que se sabe o se siente necesario (irreemplazable) en su
contingencia. No es la "propiedad" de un sujeto, sino que "es" el Sujeto.
Seg?n Nancy (2003), el cuerpo se encuentra en el orden de la emoci?n?que
significa puesto enmovimiento, sacudido, afectado, herido? o,mejor, de la
conmoci?n
?"movimiento
con"?.
Este
autor
sostiene
que
la tradici?n
oc
cidental ha nombrado "alma" a esta "experiencia de conmoci?n del
cuerpo",
lo que es tambien un modo de dejar en inferioridad,de desechar o de recha
zar el cuerpo. El dualismo moderno entre "el hombre" y "el
cuerpo" hace a
este ?ltimo objeto de discursos que, si bien parecen ocuparse de el, en reali
dad lo borran como tal.Los discursos sobre el bienestar, la buena
apariencia,
la juventud y la salud aparecen en ?ltima instancia como deseos de
conjurar
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Estudios
Sociol?gicos
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al cuerpo, de ocultar esa extension que es lugar de la precariedad, la contin
gencia, el envejecimiento y lamuerte (Le Breton, 2002). Uno de los discur
sos "oficiales", quiz?s el mas autorizado en la actualidad para hablar del
"cuerpo", es el discurso medico (Le Breton, 2002; Turner, 1989). Pero en
rigor, no es del cuerpo de lo que se ocupa este discurso, sino de la enferme
dad (Clavreul, 1983). El cuerpo, entonces, est? de alg?n modo m?s alia de la
signification (Nancy, 2003). En una linea similar, JudithButler (2005) sos
tiene que el cuerpo es discursivamente inaprehensible. Sin embargo, para
esta autora los cuerpos se presentan en gener?s, y "las normas que regulan
el sexo obran de una manera performativa para constituir lamaterialidad del
cuerpo y especificamente paramaterializar la diferencia sexual en aras de con
solidar el imperativoheterosexual" (Butler,2005). Para Butler, lamaterialidad
del sexo se construye a traves de la repetition ritualizada de normas generi
zadas, proceso que, al tiempo que es constitutivo de subjetividades, tambien
es inestable (de ahi la necesidad de repetition). El cuerpo es entonces algo
complejo, que desafia los limites discursivos entre naturaleza y cultura o en
tre sexo y genero (Butler, 2005). Para los fines de esta indagaci?n tomamos
el supuesto de que si bien los hombres y lasmujeres pueden tenervivencias
"comunes"
en cuanto
a la experiencia
de un "padecimiento",
al experimentar
su cuerpo como "desde fuera" (Nancy, 2003), como contingencia y no como
una "intimidad", la condition de genero marca diferencias sustanciales entre
ellos, en cuanto a su vivencia del cuerpo y en especial de la sexualidad. Sin
desconocer el car?cter profundamente singular de estas experiencias, quisi
mos explorar posibles invariantes y/o resistencias a la construction predo
minante de lamoral sexual y del genero enMexico, en una poblaci?n que ha
debido experimentar el cuerpo de manera peculiar y expresarlo discursiva
mente
a traves
de
sus narraciones.
Creemos
que
indagar
en estas
coinciden
cias y diferencias puede aportar elementos para orientar de mejor manera
politicas y programas dirigidos a las personas con vm, asi como a la preven
tion en la poblaci?n en general, como se sugiere en las conclusiones.
Metodos
La investigation que sustenta este an?lisis es de tipo cualitativo. En ella se
hombres y
realizaron 40 entrevistas a profundidad a personas con vih?20
20 mujeres no relacionados entre si?, que reportaron pr?cticas heterose
xuales, m?s de un ano de diagn?stico y estado ambulatorio. El criterio del
tiempo de diagn?stico fue establecido para garantizar que la persona hubiera
iniciado un proceso de "aprendizaje" de la vida con vih; por su parte, el del
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en la experiencia.
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estado ambulatorio para entrevistar a personas en buen estado de salud que
pudieran centrar su narration en la experiencia de vivir con vih y no en el
momento critico de enfrentarel sida, y el de reportarpr?cticas heterosexuales
apunt? a poder comparar las experiencias de hombres ymujeres, sin la inter
ferencia de problemas que son especfficos de la comunidad que se asume
como gay. Se aplic? adicionalmente un breve cuestionario para obtener un
perfil socioecon?mico de los entrevistados. Los informantes fueron recluta
dos de grupos de autoapoyo, servicios de infectologia de hospitales p?blicos,
servicios ofrecidos por ong y siguiendo la tecnica de "bola de nieve". En
todos los casos, los entrevistados firmaron cartas de consentimiento infor
mado donde se les explicaban los objetivos del estudio y se garantizaba la
confidencialidad de los datos proporcionados. Se disenaron y probaron guias
de entrevista a profundidad donde se exploraron diversos aspectos de la ex
periencia y el significado de la vida con vih.
El trabajo de campo se desarroll? en los Ultimosmeses de 2003, en los
estados de Guerrero, Morelos y el Distrito Federal, enMexico. La selecci?n
de estos estados se debi? al prop?sito de mostrar una variedad de contextos
sociales de vulnerabilidad en relation con el vih. En Guerrero, las dos ciuda
des donde se realizaron entrevistas fueron destinos turisticos nationales e
internationales de importancia, con niveles significativos de trabajo sexual
y/o turismo sexual. Estos centros urbanos, adem?s, est?n rodeados de areas
semi-rurales
y rurales
de
extrema
pobreza,
con
poco
acceso
a information
preventiva y a servicios adecuados.
Morelos est? experimentando una creciente migration a la ciudad de
Mexico y a los Estados Unidos, tendencia que puede representar una mayor
vulnerabilidad al vih entre losmigrantes y sus parejas sexuales. La ciudad de
Mexico es el centro de la epidemia, con el mayor n?mero de personas con
vih del pais y lamayor concentraci?n de servicios medicos especializados y
de apoyo de organizaciones civiles. Dentro de esta variedad, quisimos mos
trarexperiencias comunes y diferencias en lamanera de vivir el cuerpo y la
sexualidad despues del diagn?stico, entre hombres ymujeres de diferentes
edades y situaciones famili?res. Se realizaron 13 entrevistas enMorelos, 11
en el Distrito Federal y 16 en Guerrero. El n?mero de entrevistas establecido
desde el inicio fue arbitrario: se buscaba obtener una muestra amplia que
abarcara lamayor variabilidad de situaciones. A lo largo del proceso de reco
lecci?n de information y an?lisis fue posible observar que el punto de satura
tion te?rica era alcanzado en algunos temas, por ejemplo la vivencia del
cuerpo y la sexualidad, independientemente del n?mero de entrevistas
tentativamenteestablecido, lo que nos permiti? hacer un an?lisis interpretativo
del conjunto de los testimonios.
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estudios
sociol?gicos
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Las entrevistas fueronaudiograbadas por los investigadores y transcriptas
en procesador de palabras, cambiando los nombres de los informantespara
garantizar su anonimato. El material fue capturado y procesado en el soft
ware Atlas Ti (Muhr, 1997). Con el se llev? a cabo un an?lisis inductivo,
usando el metodo propuesto por Glaser y Strauss (1967) para organizar la
informaci?n por temas, con base en c?digos y partiendo de la guia de entre
vista. Despues de la transcription de las entrevistas realizadas, los c?digos
originales fueron revisados tomando en cuenta los relatos de los entrevista
dos y se agregaron c?digos que incorporaban nuevas categorias y definicio
nes hasta alcanzar la saturation te?rica. Este procedimiento sirvi? para iden
tificaraspectos estructurales y de sentido del discurso de los informantesque
permitieron desarrollar un esquema tem?tico de clasificaci?n y organization
del material de campo.
Resultados
Caracteristicas de los participantes
Para el estudio la edad de los informantes abarc? un rango de entre 26 y 57
afios, del cual lamayoria cay? en los treinta.M?s de lamitad de los entrevis
tados tenia entre primaria y secundaria completa y lamayoria pertenecia al
sector socioecon?mico medio-bajo. La mitad de los hombres y algo m?s de
lamitad de lasmujeres estaban desempleados(as). Del total de entrevistados
un poco menos de lamitad contaba con seguridad social por parte del imss,
ya fuera como beneficiario directo por su trabajo o indirectopor el trabajo de
su pareja o hijos. Tres cuartas partes de los entrevistados report? ganar entre
1 000 y 3 000 pesos mexicanos al mes (entre 100 y 300 d?lares estadouni
denses). La mayoria de lasmujeres eran viudas o estaban divorciadas, y refi
rieron vivir con los hijos, con la pareja e hijos, o con alg?n otro familiar por
parte de ellas o de sus compafieros. En el caso de los hombres, lamayor parte
declar? ser viudo o estar soltero; en estos dos casos generalmente reportaron
vivir con los hijos y/o con alg?n otro familiar.Mientras que lamitad de los
hombres report? no tenerhijos, lasmujeres los teman en todos los casos. En
total reportaron cinco hijos con vih y un caso a?n estaba indefinido. Pode
mos decir que lamuestra fue relativamente homogenea en cuanto a condi
tion socioecon?mica, pero variable en relation con la edad y etapa del ciclo
de vida de las personas. Una limitation de lamuestra fue el criterio de incluir
a personas que declararan tenerpr?cticas "heterosexuales". Esto se debi? a
que el objetivo del estudio m?s amplio fue comparar las experiencias fami
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en la experiencia.
hares de hombres ymujeres con vih, juzg?ndose conveniente dejar fuera por
elmomento las de hombres gay o abiertamente homosexuales, cuya proble
m?tica especifica habria quiz?s limitado las posibilidades de comparaci?n.
No obstante creemos que estudios posteriores deben abordar el tema en es
tos grupos.
La mayorfa de los entrevistados habia recibido su diagn?stico de vih
entre cuatro y siete afios previos a la entrevista, luego sigui? un grupomenor
de entrevistados con un diagn?stico con entre uno y tresafios de antig?edad,
y otro a?n m?s reducido que habia sido diagnosticado entrenueve y trece afios
antes. Exceptuando este ultimo grupo, que recibi? su diagn?stico en unmo
mento en que la posibilidad de acceso a tratamientosenMexico
resto, una
vez
diagnosticado,
en su mayorfa
tuvo acceso
eraminima, el
relativamente
pronto
(entreunas pocas semanas y seismeses) a losmedicamentos antiretrovirales
(arv). Sin embrago, seis personas (dos mujeres y cuatro hombres) no esta
ban tomandomedicamentos en elmomento de la entrevista.Los entrevistados
reportaron diversas fuentes de aprovisionamiento de medicamentos, tanto
formales como informales, regul?res e irregul?res: las clinicas del imss, la
clinica especializada en vih y sida en la ciudad deMexico, de la ssa, hospi
tales civiles de lamisma ssa; a traves de la participation en protocolos de
investigation (donde se les proporcionan medicamentos de manera gratuita
a cambio de su participation en estudios clinicos); o bien por donaciones de
familias de pacientes fallecidos, ya sea a traves de las ong o de los propios
medicos.
Los hallazgos que siguen se presentar?n siguiendo como eje de an?li
sis las principales coincidencias y diferencias entre las experiencias de hom
bres ymujeres ?a
partirde sus propios relatos?, en relaci?n con la vivencia
del propio cuerpo y la vida sexual y afectiva despues del diagn?stico, yendo de
lom?s general (com?n a muchos padecimientos) a lo especifico del vih. El
an?lisis se basa en una interpretation del conjunto de los relatos, donde in
cluimos algunos testimonios con el fin de ilustrar puntos especificos que
interesaba
destacar.
Vivir el cuerpo con vih
Vivir con vih, como con otros padecimientos, supone una serie de cambios
en relaci?n con diferentes aspectos de la vida, pero uno de los que sobresale
es el hecho de tenerque someterse continuamente a supervisiones y contro
lesmedicos, ingesta de medicamentos, dietas, ejercicio y cuidado del cuer
po. La repentina "medicalizaci?n" del cuerpo implica una ruptura y al mis
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mo tiempo una exigencia de cambio en la relation que cada sujeto tenia con
el "cuerpo vivido" antes de la "objetivaci?n cientffica" (Merleau-Ponty, 1957)
que supone el sometimiento a lamirada y las prescripciones medicas. Seg?n
Merleau-Ponty, usualmente no somos conscientes de la diferencia entre el
cuerpo como algo propio y el cuerpo como un "background an?nimo-afecti
vo"; pero podemos volvernos conscientes de ello, por ejemplo, en la enfer
medad, donde el interes y la atenci?n se distraen por el dolor y la fatiga, y
actividades en las que no nos habiamos concentrado ahora se vuelven cen
trales,como respiraromovernos. Estas actividades pueden volverse el centro
de nuestra atenci?n, tantoa travesdel fracaso como de la reflexion.Como he
mos sugerido m?s arriba, el cuerpo "vivido" como background an?nimo
afectivo (Merleau Ponty, 1957) est? fueradel discurso (y en particular del dis
cursomedico); es un cuerpo que siente y se experimenta "desde fuera", como
emotion y conmoci?n (Nancy, 2003). Los sujetos son esos cuerpos, pero al
ser interrogados deben expresar sus experiencias seg?n las l?gicas de senti
do con que esos "cuerpos" han sido socialmente construidos. Algunos de
nuestros entrevistados dieron cuenta de esta nueva experiencia del cuerpo:
Yo
fui muy
gustaba,
par?lisis
mejor".
vanidosa
yo no me
antes de todo esto
sentia mal
(...) me
ffsicamente
y no me
facial
(Martina,
refiero a que me gustaba, yo me
despuds con todo eso me dio
y ahora,
gusta, o sea dije
52 anos, separada, hijos
"Ay,
si esto no
tuviera me
sentiria
adultos)
la panza y en el abdomen
grasaen
(...) me siento m?s cansado
ya no puedo
que lograba antes, hasta hacia un
lograr la masa muscular
eso? R: Si yo creo que si. P: ^En
(...). P: ^Y te da miedo
poco m?s de ejercicio
va
se
tu
En
R:
danando
sentido?
que
cuerpo
poco a poco, por los medica
que
Si, he tenido m?s
(...)
mentos.
(Celeste,
36 anos,
soltero,
sin hijos)
Estos testimonios muestran que en el caso del vih, con frecuencia el
cuerpo pasa de ser vivido como lugar del atractivo fisico y el erotismo, a ser
percibido como campo de lucha entre dos fuerzas antag?nicas, pero ambas
han
hostiles: el virus y losmedicamentos. Las personas que han pasado ?o
visto pasar a otros? por fases de debilidad a causa del virus, reconocen
los efectos positivos de losmedicamentos, pero temen sus efectos secunda
rios. Esta ambiValencia es uno de los factores que influyenen los problemas
de adherencia terapeutica (Campero et al, 2007), ya que, sea cual fuere el
resultado de esa "lucha", el cuerpo acaba siendo "menoscabado" de alguna
manera.
El cuerpo que se vive como dominado pormovimientos involuntarios y
procesos no controlados (malestar, cambios en la figuracorporal), no es solo
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en la experiencia.
el cuerpo activo (que "puede") ni el pasivo (que "sufre"), sino el cuerpo que
despliega una "teleologia viviente", una "vitalidad extrana" (De Beauvoir,
1989), que frustralos planes y las decisiones personales, como vemos clara
mente en este testimonio:
en la noche (...) yo me siento, me
platico con el [el vih]
con 61, es m?s,
a platicar con 61, con mi vih (...). Converso
Yo
acuesto,
me
lo bautice.
pongo
P: iQu6
le dice? D: ^Pues que le digo?, pues a lomejor tonterias,?no?, pero yo le pido
los dos, dejame vivir, te prometo que te voy a dar de co
que, luchemos
te prometo que te voy a dar de beber, te prometo que voy a estar muy bien
(Daniel,
para que tu estes bien adentro, o sea, no me molestes,
dejame dormir".
"sabes
mer,
39 anos, separado, 1 hijo adoptado)
Esta sensaci?n de tenerun "cuerpo extrafio", o la conciencia de la pro
pia vulnerabilidad corporal es algo que le ocurre en general a todo sujeto que
ha contraido el virus y que ha debido someterse al tratamientomedico indi
cado. Sin embargo, la experiencia es diferente seg?n se tenga un cuerpo (y
genero) femenino o uno masculino. La diferencia entre hombres ymujeres
representa dos maneras de experimentar lamisma contingencia (De Beauvoir,
1989), pero cargada como esta de significados sociales, condiciona fuerte
mente la experiencia de vivir con vih. Los significados sociales de los cuer
pos sexuados explican en parte, por ejemplo, la expresi?n frecuente de
nuestros entrevistados acerca de que los hombres "aguantan menos" la idea
y las exigencias de vivir con vih que lasmujeres:
nosotras
no dejamos
los hombres a la primera
vencernos,
se encierran en sus miedos,
en su egoismo,
ficil sacarlos,
dolor
y ya no se puede, y as! a una mujer es m?s
fuerza. (Marisela,
37 anos, viuda, hijos
za, m?s
se rinden y es m?s di
en ese sentido, en su
f?cil, siento que es m?s
fortale
adolescentes)
La "vitalidad extrana" que representa el vih dentro del propio cuerpo
parece m?s dificil de procesar para los varones, que han sido socializados en
los valores de lamasculinidad dominante, asociada con la idea de potencia,
actividad, voluntad e inseminaci?n, ymenos con la de sufrimiento pasivo o
incapacidad. Muchos de nuestros entrevistados suscribieron algunas nocio
nes de sentido com?n, como la idea de que lasmujeres est?n "naturalmente"
m?s adaptadas al displacer corporal y a la disciplina que los hombres?de
ahi que toleren de mejor manera las prescripciones medicas y la auto-vigi
lancia que implica el cuidado constante del estado de salud?. Aqui aparece
un elemento fundamental de la vida con vih, que es la necesidad de tomar
medicamentos, lo cual, si se tiene la fortuna de acceder a ellos de manera
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gratuita y regular, exige constancia, orden y disciplina para evitar fallas tera
peuticas que podrian generar resistencias virales. Seg?n lamayona de las
mujeres entrevistadas, tanto la disciplina como el orden son cualidades que,
a diferencia de los varones, ellas si poseen. Una de ellas apunta:
Pues
los hombres
bueno
constantemente
siempre est?n:
dejan el medicamento,
lo tomo", y nosotras
las mujeres
siempre estamos ahf con las
son m?s burros pues no se las toman como debe de
hombres
luego me
(...). Los
"Ay que
pastillas
ser (risa); sonm?s necios. (Ofelia, 44 anos, viuda, hijos adolescentes y adultos)
Esto tambien se puede identificar en algunos testimonios de varones:
P: iY has dejado alguna vez de tomar medicamentos?
R: "Si, muchas
veces, por
situation
y los
que salgo de vacaciones,
porque a veces sale alguna
especial
dejo dos, tresdfas. S6 que no lo tengoque hacer; s6 que es peligroso porque
Trato de no hacerlo, pero a veces salen cosas, cuando
puede llegar a cambiarme.
a lo
estds activo salen cosas que a veces no controlas. Trato de no angustiarme,
se.
a
no
me
me
tonto
No
lo
lo
solito.
(Celeste, 36
yo
y
ayuda,
mejor
hago
mejor
anos,
sin hijos ?cursiva
soltero,
nuestra?)
La mayor capacidad de adaptation a un proceso corporal "ajeno" por
parte de lasmujeres, parece relacionarse, en el discurso social, con el hecho
de que ellas de alg?n modo, en sus procesos reproductivos, ya experimenta
ron esa "vitalidad extrafia" ahora representada por el virus. Una de lasmuje
res entrevistadas directamente asoci? el VIH con un embarazo y con toda la
situation emotional que este implica:
A un hombre
conde
se le detecta m?s
el virus. Los
hombres
r?pido,
son m?s
se vuelve
egofstas
a la mujer se le es
realistas. De que esta
sintom?tico,
y menos
personame golpe? (llanto) [hablandode quien le transmitioel virus seg?n su
testimonio]
yo pensaba
cuenta
la habfa
que
siempre me
iba a querer por
haberme
contagiado,
o sea yo digo: si yo fuerahombre y yo contagiara a alguien, iba a hacer de
que
pensaba
separada,
(llanto)
hijos
que
embarazado,
el iba a hacer
adolescentes
?cursiva
e iba a cuidar
conmigo.
Me
siempre
de ese
equivoque.
bebe\
(Emma,
yo asf
34 anos,
nuestra?)
Este testimonio revela varias diferencias de genero en relation con el
cuerpo y la sexualidad: el car?cter abierto y externo de la sexualidad mascu
lina versus el internoy oculto de la femenina (a lamujer se le "esconde" el
virus, mientras que al hombre se le nota en seguida). Esta dicotomia que
sostiene culturalmente la oposici?n femenino-masculino tiene un correlato
fisico en terminos vulnerabilidad a las infecciones de transmisi?n sexual, ya
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Herrer a et al.: Cuerpo y sexu alidad
157
en la experiencia.
que mientras que estas son "visibles" en los hombres por tener sus ?rganos
genitales expuestos, en lasmujeres permanecen ocultas e ignoradas pormu
chom?s tiempo, generando mayor vulnerabilidad al vih. Como hemos cons
tatado en este estudio, con frecuencia son los varones quienes primero con
traen el virus, y sus parejas femeninas advierten su propia infecci?n cuando
la enfermedad ya est? avanzada en ellos (lamayor parte de nuestras entrevista
das habfa enviudado). Pero m?s importantea?n, el testimonio citado muestra
larelaci?n ambivalente de lamujer con sus propios procesos corporales, que
por un lado le son "ajenos" y por otro, son importantesgeneradores de vmcu
los emocionales y de identidad, almenos en el imaginario de genero enMexi
co, donde el papel m?s valorado en lamujer es el de madre: lamujer citada
espera
virus
amor
con
a cambio
del
"contagio"
que
asocia
con
un
embarazo
?y
al
un bebe?.
En suma, el diagn?stico de vih es un evento que produce un cambio ra
dical en toda la vida de las personas. Se con vierte en un punto de inflexion
que marca un antes y un despues, y en tanto acontecimiento critico puede
producir reflexiones y fuertes replanteamientos. Apartir de ahi,muchos as
pectos de la vida sufren cambios rotundos e irreversibles. Pero adem?s, al
ser el vih un virus fuertemente asociado con la conducta sexual, pone en
juego aspectos morales que son vividos de manera distinta por lasmujeres y
los varones, ya que confrontan los ideales de femineidad y masculinidad
dominantes. A ello nos referiremos en el siguiente apartado.
Sexualidad antes y despues del vih
El ideal sexual femenino traditional enMexico, como enmuchas partes, es
pera ciertos comportamientos y actitudes en lasmujeres, que a su vez garan
tizan el control de la reproducci?n: la virginidad antes del matrimonio?mu
chas veces confundida con la idea de inocencia y esta con ignorancia de las
cuestiones sexuales?, pasividad, no reconocimiento o expresi?n del deseo
sexual, Obligation de complacer a la pareja m?s all? de su propio deseo o vo
luntad, fidelidad y orientation a la procreaci?n como principal motivo para
ejercer la sexualidad (Szasz, 1998). En contrapunto, el ideal de lamasculini
dad implica que el hombre ante todo debe ser heterosexual, activo, tener
multiples conquistas sexuales, saber sobre sexo, satisfacer inmediatamente
un impulso que se ve como incontrolable, ser fuertey
arriesgado, e invulne
rable (Melhus, 1998; Villasenor-Farias y Castaneda-Torres, 2003). Estas
constructions sociales sobre el genero y la sexualidad, que aun siendo fre
cuentemente transgredidas resultan eficaces como referente normativo a
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158
Estudios
Sociol?gicos
XXVII:
79,2009
la hora de confrontar la conducta propia y la ajena, impiden una adecuada
conciencia del riesgo de vih, tantopara los hombres como para lasmujeres,
y adem?s les acarrean fuertes estigmas una vez que han adquirido el virus
(Herrera y Campero, 2002).
En el caso de lasmujeres entrevistadas, la sexualidad parece ser un te
rreno ajeno a su control y deseo, lo cual queda puesto en evidencia por la
manera en que ellas manifiestan haber recibido el diagn?stico sobre el vih,
como un hecho totalmente inesperado y en algunos casos "imposible de creer".
Pero, paradqjicamente, almismo tiempo que su sexualidad es controlada por
otros y no por ellas mismas, se las suele hacer responsables de las conse
cuencias de su actividad sexual, y en este caso de la infection adquirida. Es
to pone en duda sumoral, ya que como dijeron tanto los hombres como las
mujeres entrevistados, el vih inmediatamente hace caer sobre ellas la sospe
cha de que "quiz?s se lo han buscado".
se permite m?s, es como
que la promiscuidad
un
una
es
y para
mujer
castigo, y eso es un (...)
Creo
(Emiliano, 31 anos, soltero,sinhijos)
un premio para un hombre,
es una puta", ^no?
"hijole,
La sexualidad parece ser asi el terreno de desigualdad m?s dificil de
cambiar en favor de lasmujeres, dadas las normas que rigen a ambos gene
r?s y el desbalance de poder que esto implica.A diferencia de los hombres, a
quienes se permite en principio gozar de libertad sexual, la sexualidad de las
mujeres se ve fuertemente controlada desde temprana edad (Turner, 1989).
Sin embargo, hemos podido constatar a partir de nuestro an?lisis, que
tambien la sexualidad "masculina" es vivida por sus sujetos?retrospectiva
mente? como un "pecado" del que la infection por vih seria el castigo es
perable. Dentro del dolor que esto ocasiona, los hombres encuentran en su
de los varones?
la explication "l?gica" de la
conducta "canija" ?propia
infection, que se convierte asi en una consecuencia "merecida". Si bien es
bastante evidente para ellos que la adquisici?n del virus es producto de la
falta de information oportuna y no su "culpa", en general tambienmanifies
tan que "de alguna manera se lo buscaron", a diferencia de lasmujeres que,
seg?n expresaron varios de ellos, adquirieron el virus aun "port?ndose bien".
Ahora bien, creemos que en estas maneras de entender la transmision
del vih se da una coexistencia de discursos sociales, algunos provenientes de
idea de la sexualidad como pecado?
la religion?la
y otros de la norma
tividad dominante sobre lamasculinidad "legitima" que, como dijimos, debe
ser ante todo heterosexual. Esto porque en la notion de "destrampamiento"
que muchos entrevistados mencionaron, se incluian abierta o veladamente
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159
en la experiencia.
Herrer a et al.: Cuerpo y sexualidad
en lamedida en que ellos se
pr?cticas de sexo con otros hombres, lo cual,
debian
"verdaderamente
consideraban
hombres",
justificar de alg?n modo.
su
en
esta
hizo
Si bien lamayorfa
vida, esto fue despues de
practica
explicita
sus
en
de
de
el
algunas
expresiones, como "des
que indagamos
significado
tramparse",
"andar
de canijos",
o ser "payasos",
asociando
el sexo
"indiscri
minado" (donde se inclman tanto trabajadoras sexuales como otros hom
bres) con diversas situaciones de "descontrol". Como otros estudios han
documentado (Bronfman yMinello, 1999), este relajamiento de los "contro
les" sexuales y de genero suele ser asociado por los varones con situaciones
como lamigraci?n, la soledad, el alcohol y las drogas, lo que fue constatado
por nuestros
entrevistados:
se embarazara
de mi segundo hijo nos separa
antes de que mi esposa
en la frontera, entonces pues solo, lle
un tiempo, estuve dos anos y medio
servicio y asf yo
sexuales con otras parejas, o sea buscaba
gue a tener relaciones
P: <<,terefieres a servicio de
pienso que fue donde hubo el punto de contagio.
Bueno,
mos
"prostitutas"?R: Aj?. (Abelardo, 32 anos, casado, hijos pequenos)
Muchos
de nuestros
entrevistados,
adem?s,
en esta
encontraban
sexuali
dad "descontrolada" la causa que "justificaba" su padecimiento, e incluso la
discriminaci?n posterior sufrida, pero uno de los mayores temores que los
varones manifestaron al respecto, fue el de ser identificados con los "homo
sexuales".
Los
hombres
heterosexuales
son m?s
Afortunadamente
todos somos
no somos drogadictos.
(Agustin,
por eso
discriminados,
no quieren juntarse
ni por medicamentos,
ra, 56 anos, viuda, hijo adolescente
adoptado)
chnicas
heterosexuales,
40 anos,
por
soltero,
con
no vienen
los homosexuales.
lomismo
no tenemos
sin hijos ?cursiva
a las
(Cla
vicios,
nuestra?)
Las mujeres, por su parte,manifiestan sentirfuertes sentimientos de cul
o durante la relaci?n estable?, y por
pa si han tenido otras parejas ?antes
ello prefieren no indagar en las posibles vias de transmisi?n del virus, aun
cuando tengan sospechas de pr?cticas bisexuales en sus companeros. Sien
ten que, de alg?n modo, ellas tampoco est?n "libres de pecado".
como obligada,
como tener que pagarle
[al ex es
comprometida,
a
a
con
tener
tener
estar
forzada
el.P:
que verlo,
que
^Sientes que le
poso],
hiciste algo a 61? R: Sf, siento que es mi culpa. P: <<,Porqu6? R: Pues porque le di
go que tuve otras parejas, no solo el. P: Pero fue el quien te infect? a ti, ^verdad?
Me
siento como
como
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160
Estudios
Sociol?gicos
XXVII:
79,2009
R: Si. (Su ex esposo era violento. Algunos
vecinos le dijeron que era "punal" ?ho
transmitido el vm la agredi?, diciendole
y a pesar de haberle
que
ella era la culpable
32 anos, separada, hijos pequenos)
(Rosaura,
"por puta").
mosexual?
El miedo a la sospecha de "promiscuidad" ?en
ellas? y de preferencias
homoer?ticas ?en
ellos?, son los elementos de lamoral sexual dominante
de manera diferente?, ya que obstaculizan
que m?s los afectan?aunque
tanto sus disposiciones preventivas como sus expectativas de recibir un trato
digno por parte de la sociedad, una vez adquirido el virus. Un buen n?me
ro de mujeres mencion? que habia sospechado de la "bisexualidad" de su
marido o que directamente un tercero se lo habfa hecho saber, pero persistia
en ella su negativa a admitirlo como "cierto". La conducta sexual masculina
suele ser invisibilizada y relegada a "espacios de hombres" a los que lasmu
jeres no acceden, ni siquiera para hablar de ello. Las posibilidades de activi
dad sexual de los hombres, que se sospecha son la causa del vih contraido
tambien por ellas, quedan subsumidas en un mundo oculto y nebuloso: va
rias respondieron a la pregunta ^c?mo cree que el adquiri? vih?, con frases
como
"le gustaban
linos,
donde
las cantinas".
circula
el
alcohol
Se
trata de espacios
mascu
tradicionalmente
se exponen
es sabido?
odios
y?como
y amores entre hombres. En general lasmujeres prefieren no saber detalles y
"seguir adelante", aun cuando la pareja idealizada haya sufrido con esto una
innegable ruptura.
La mitad de lasmujeres abandon? la vida sexual activa despues de reci
bir su diagn?stico; algunas restablecieron relaciones afectivas, pero no sexua
les. Las razones que ofrecen son varias, desde que no las desean, pasando
por no saber como manejar la situation con una nueva pareja, hasta el temor
a re-infectarse, incluso usando protection. Otras dicen que por el momento
no est?n interesadas en tener otra pareja, y una de ellas hasta coment? que
estaba cansada de los hombres. Para algunas, inclusive, buscar o teneruna
nueva pareja es perder la autonorrua alcanzada:
no pienso
tener una relation
al menos,
formal con
por el momento
bueno, yo estoy muy bien aqm en mi casa y estoy
ninguna persona.
Porque,
acostumbrada
tambien a estar sola, a salirme si me da la gana ahorita y regresar
o que* s^ yo, y entonces me acostumbre'
a ser muy libre en ese sentido.
manana,
Ahorita,
(Carmen,
47 anos,
separada,
hijos
adultos)
Entre lasmujeres que continuaban teniendo vida sexual activa, se daban
diversas situaciones: unas consideraban que no teman necesidad de protec
tion porque su pareja sexual tambien era una persona con vih, arriesg?ndose
asi
a una
re-infecci?n;
otras manifestaban
no
saber
como
manejar
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su
diag
Herrer a et al.: Cuerpo y sexualidad
en la experiencia.
161
.
n?stico con una nueva pareja y temian el rechazo, por lo que preferian no
hablar de su condici?n e intentarnegociar el uso de cond?n en cada relation
sexual, obteniendo distintos grados de exito en el intento.Un grupo pequeno
de mujeres sexualmente activas si utilizaba el cond?n como practica regular.
En terminos generales, observamos que la vida sexual tiende a ser aban
donada por lasmujeres, y en el caso de quienes no lo hacen, sigue siendo una
practica poco controlada por ellas, aun despues del diagn?stico de vih. Es
importantemencionar que cerca de la mitad de las mujeres entrevistadas
report? haber sufrido violencia sexual por parte de su pareja, expresada en
amenazas de abandono o de golpes si ella se negaba a tenerrelaciones sexua
les, y en varios casos sin protection, aun despues de conocer el diagn?stico. Va
rias de ellas manifestaron nunca haber disfrutado de las relaciones sexuales.
Esto parece constatar un modelo de sexualidad femenina dominante: como
sostieneAna Fernandez (1996), debe pensarse que elmatrimonio monog?mico
?el
solo puede sostenerse a
derecho exclusivo del marido sobre la esposa?
traves de un proceso hist?rico-social de production de una particular forma
de subjetividad: la pasividad femenina,por la que lamujer se aliena de la pro
piedad y exploration de su cuerpo, del registrode sus deseos, y de la b?sque
da activa de sus placeres. El vih, para muchas, cancela la posibilidad de pro
crear y,por lo tanto, la sexualidad "legitima"; y adem?s las lleva a exacerbar el
rolmaterno, quiz?s para evitar la posible "sospecha" de que han buscado su
propio
placer
sexual,
y fundamentalmente
porque
ese
es el papel
m?s
reco
nocido por la sociedad y el que define la identidad de genero m?s legitima:
con una mujer no se aguanta mucho
hombre, para tener relaciones
tiempo
sf puede aguantarse mucho
y una mujer
tiempo. Yo te lo digo porque yo ya lo
no teniendo pareja, te puedes distraer con tus
vi vi, que sf puede uno aguantarse
distraer en todo, hacer ejercicio,
la cosa que se te
hijos, distraer en tu quehacer,
El
olvida.
(Laura,
40 anos,
viuda,
hijos
pequenos
y adolescentes)
Precisamente el "castigo" m?s duro para muchas mujeres que han con
trafdoel vih, como ocurri? con varias de nuestras entrevistadas, es el intento
de parientes y allegados de alejarlas de sus hijos, a veces con la propia acep
taci?n resignada de ellas mismas, por sentirse poco dignas de sermadres.
La misma sociedad rechazam?s a lasmujeres, porque piensan que lamujer dio
motivo
para
salir infectada.
(Tobias,
27 anos,
viudo,
un hijastro)
En cuanto a la vida sexual de los varones, sus testimonios contrastan
notablemente con lo que lasmujeres dijeron de "ellos". Muchas de nuestras
entrevistadas opinaron que los hombres eran sexualmente "irresponsables" y
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ESTUDIOS SOCIOL?GICOS XXVII:
79,2009
que esto no cambiaba despues de adquirir el virus. Por el contrario, seg?n
varias de ellas, a los hombres "no les importa infectara otros u otras" e in
cluso "lo hacen a prop?sito, por venganza". Esta perception de la sexualidad
masculina como un impulso agresivo, e incluso destructivo, es parte de los
estereotipos de genero predominantes en la subjetividad femenina, aunque
no necesariamente coincide con lo que los propios varones relataron sobre
su vida sexual, antes y despues del diagn?stico. Muchos de ellos manifesta
ron sentiruna intensa culpa al descubrir que habian causado un dano, y s?bi
tamenteasociaban su vida sexual pasada con un "pecado" que de alg?n modo
debian expiar.Algunos, aun cuando lo hubieran deseado, manifestaron su de
cision de no volver a tener pareja por temor a "lastimarla", o bien habian
establecido relaciones afectivas con mujeres u hombres, pero evitando las
relaciones sexuales, por miedo a infectarlos incluso usando protecci?n, ya
que como varios dijeron, "siempre pueden ocurrir accidentes". Varios entre
vistados varones manifestaron que no sabian c?mo revelar su condici?n a
una eventual pareja, y preferian entonces tenerrelaciones sexuales ocasiona
les con trabajadoras sexuales, porque con ellas "no hay que explicar por que
se usa el cond?n". Una pareja "afectiva", a pesar de que lamayoria la consi
der? una necesidad vital, por el contrario, podria rechazar el uso del cond?n
por desear tener hijos y/o por sospechar infidelidad, ante la insistencia del
companero
en protegerse.
Desde que me comprobaron [el diagn?stico] dejd todo,deje de andar en las
a su pobrecasay
al trabajo (...) si se me insin?an
yanom?s
un
no
ni quiero que ellas lleguen a
mal
causarles
pero yo ya
quiero
cantinas. Mededico
personas,
saberde mf tampoco. (Sergio, 57 anos, separado,hijo adulto)
Entre los varones que continuaban viviendo con sus parejas estables, un
grupo valoraba los aspectos emocionales y de cuidado que recibian de ellas,
pero no manteman relaciones sexuales, mientras que otro grupo practicaba
con ellas sexo seguro y/oprotegido. A pesar de las variaciones, casi todos los
varones mencionaron haber sufridoun cambio radical en su vida sexual, que
se volvi? "m?s tranquila" o nula despues del diagn?stico.
el saber
beso, me besan ellas, pero algo m?s ya no; o sea, me doli? mucho
eso fue lo que me amol?.
se
una
el
transmite
a
sexual
relaci?n
de
travds
vm,
que
Las
(Daniel, 39 anos, separado,un hijo adoptado)
La depresi?n, elmiedo, el cansancio, losmalestares y los efectos secun
darios de losmedicamentos fueronmencionados por los varones entrevista
dos como las principales causas de una dr?stica "baja en la libido".
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Herrera
etal.:
Cuerpo y sexualidad
en la experiencia.
ahorita ffsicamente
todavfa; no me responde
estoy en condiciones
nismo por la enfermedad, me faltan las defensas, me falta energia
es para
tener relaciones.
supone que si busco una pareja
(Manuel,
viudo, hijos adultos ?cursiva
nuestra?)
No
163
mi orga
(...) y se
52 anos,
Discusi?n
Abordar el tema del cuerpo enfrentadificultades y complejidades. Si bien el
cuerpo como "conmoci?n" (cuerpo singular,que siente) est?m?s alia del cuer
po que "significa" (Nancy, 2003) y los sujetos son esos cuerpos, al ser inte
rrogados deben expresar sus vivencias seg?n las l?gicas de sentido con que
esos "cuerpos" han sido socialmente construidos. En la cultura occidental ha
predominado un desprecio o sacrificio del cuerpo en favor de la exaltation
del "espiritu" (Turner, 1989; Nancy, 2003; Le Breton, 2002). El cuerpo, sin
embargo, ha servido como met?fora de la comunidad o el orden social y po
litico,mismo que hoy se encuentra en cuesti?n (Turner, 1989). Seg?n algu
nos autores, el desencanto actual con el orden social semanifiesta como un
"desprecio del cuerpo", que es su correlato, y esto se expresa en la creciente
tendencia en losmedios de comunicaci?n a ofrecer im?genes de degradation
ymutilation de los cuerpos, especialmente los femeninos (Stathatos, 2004).
El cuerpo femenino aparece como un objeto ambivalente: santificados por
nuestra cultura como sede de lamaternidad y la crianza, es tambien satanizado
como lugar de desorden e impureza. Es de alguna manera "inviolable" y
"violable" a la vez. Como hemos senalado mas arriba, para Simone de Beau
voir (1989) el var?n experimenta las dualidades de su cuerpo primariamente
en su sexualidad, ya que el cuerpo le est? dado no solo como instrumentode
su voluntad y expresi?n de su deseo, sino tambien como un receptor
pasivo y
una vitalidad "ajena". El ?rgano sexual (por el que se afirma a simismo) es
al mismo tiempo sede de procesos ?por
ejemplo la erection? que est?n
m?s alia de su control. Las mujeres, en cambio, experimentan esta dualidad
de manera diferente. La "division" del cuerpo no es ocasional en ellas, sino
recurrente.Esta experiencia se vive en la cotidianidad a travesdel ciclo mens
trual y se intensifica en el embarazo, el parto y la lactancia; es decir, que si
bien la "vitalidad extrafia" pertenece a todo cuerpo viviente, lo que distingue
a la que experimentan lasmujeres es su estructura
temporal, que forma un
continuo ciclico en el flujo de su experiencia. El cuerpo, que es nuestra ancla
en el mundo, es al mismo tiempo un "extrano" para nosotros, y esto,
seg?n
De Beauvoir, es experimentado de manera m?s "intima" por las mujeres.
Para esta autora, lamujer inspira en el hombre un "horror al cuerpo dividi
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164
Estudios
sociol?gicos
XXVII:
79, 2009
do", que es el horror a su propia contingencia carnal, pero proyectada en
ella. En otras palabras, para mantener la ilusi?n de invulnerabilidad, certi
dumbre, completud y fuerza que en el imaginario de genero forman parte del
deber sermasculino, los hombres depositan fuera de si (en lasmujeres) las
caracteristicas de la debilidad, la incertidumbrey la vulnerabilidad corporal
que todo ser humano posee.
Estas construcciones est?n en la base de lamisoginia, pero tambien del
estigma social internalizado por los hombres, una vez que contraen el vih o
desarrollan sida. La enfermedad pone al descubierto la vulnerabilidad del
cuerpo, que tiende a ser vista como una caracteristica femenina o infantil.De
manera que el cuerpo y su contingencia son vividos de diferentemanera por
hombres y mujeres, no solo por las caracteristicas biol?gicas que senala
ra De Beauvoir (1989), sino especialmente porque la sexualidad est? mol
deada por lo que dictan los discursos sociales sobre el genero. La sexualidad
es una de lasmultiples formas en que el cuerpo se emociona y conmociona,
en el cruce con otros cuerpos, pero esto queda fuera del discurso (Nancy,
2003). El discurso medico, por su parte, se ha constituido como el discurso
oficial sobre el cuerpo (Le Breton, 1990). Sin embargo, tambien es un dis
curso normativo (Parsons, 1988; Goffman, 1973; Foucault, 2004; Canguil
hem, 1982; Clavreul, 1983), que ha tendido a convertir cuestiones sociales
en enfermedades, y a ofrecer soluciones tecnicas a lasmismas (Monserrat y
Rodriguez, 1994). Tambien es conocida la asociaci?n entre el desorden cor
poral y el desorden social (Douglas, 1984). En el caso del vih, el cuerpo se re
vela como el delator de un "desorden de indolemoral", extensible a las rela
ciones sociales en general. Y es lamedicina, como aquella que "sabe sobre el
cuerpo" y como discurso normativo (Clavreul, 1983), la primera convocada
a poner orden "allf'; pero ese allf
?el
cuerpo? es justamente algo inclasifica
ble, ambivalente. En la actualidad, al mismo tiempo que las disfunciones
corporales revelan "miserias" de tipo espiritual y moral de dudosa resolu
se exacerba una obsesi?n por la salud,
tion ?al menos desde lamedicina?,
un
esto ya no tiene que ver con el
Pero
saludable.
cuerpo
por procurarse
con
la
necesidad
de
sino
neutralizarlo, con un desprecio velado por
cuerpo,
elmismo. Seg?n Debray (1994), lamedicina pertenece al "regimen del arte".
En el prevalece la description, una mirada orgullosa de poder ver "claro y al
fondo", detr?s de la cual hay un sujeto intercambiable. Esta mirada crea
un espacio inteligible "que neutraliza los recovecos oscuros de lo sensible".
El cuerpo se ve como "volumen" (pero aplanado), que pierde narration y
sustancia.
En
este
contexto,
para
las personas
con
vih,
deck
"la
verdad"
sobre sus pr?cticas y estatus es vergonzoso, tal vez porque, en un padeci
miento que va m?s alia de lo estrictamentemedico y que involucra lomoral,
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Herrer a et al.\ Cuerpo y sexu alidad
en la experiencia.
165
los sujetos no pueden controlar las circunstancias de esta "exposition" (Sen
nett, 2003).
Hemos querido mostrar que la combination de normas de genero res
trictivascon falta de information adecuada sobre el vih constituye un "coctel
explosivo" para las personas que viven con el vih enMexico. La manera en
que se viven el cuerpo y la sexualidad despues del diagn?stico esta fuerte
mente marcada por esas normas, que a su vez obstaculizan la b?squeda de
information confiable, una vida sexual m?s consciente y libre, y un mayor
autocuidado. En general, nuestros entrevistados manifestaron teneruna vi
vencia angustiosa y casi alienante de su cuerpo y sexualidad, lo que relacio
namos con prejuicios morales y normas sociales internalizadas. Las mujeres
oscilaron entre dos conductas opuestas: o una franca negation de la sexuali
dad, o un ejercicio azaroso y heter?nomo de lamisma. Muchos varones no
se permitian expresar temor ante la sexualidad o desvincular la necesidad
de pareja de la exigencia de "buen desempeno" sexual, por lo que se priva
ban de la b?squeda de relaciones m?s plenas. Hombres ymujeres por igual vi
vian con miedo a transmitirel virus a otros o a la re-infecci?n o, por el contra
rio,mantenian relaciones desprotegidas con otras personas con vih y asociaban
el uso del cond?n con la posibilidad de provocar sospechas de tenervih o la
necesidad de compartir el diagn?stico. En cuanto a las pr?cticas sexuales
despues del vih, los varones que decidian mantenerlas parecian continuar de
decir por ejemplo que
jando el cuidado en manos de su pareja sexual?al
iban con
trabajadoras
sexuales
porque
ellas
si "saben"
del
cond?n?,
en tan
to que lasmujeres, parad?jicamente, cuando continuaban teniendo actividad
sexual, seguian dejando las "decisiones" enmanos de los varones por identi
cas razones: porque son ellos quienes "saben de eso". El hecho de que para
muchas mujeres dejar la vida afectiva?y
por lo tanto sexual? sea sin?ni
mo
de
"libertad",
nos muestra
el car?cter
heter?nomo
de
la misma,
aunque
ellas sigan siendo vistas como las responsables de sus consecuencias.
Apesar de que la epidemia del vih ha obligado a hablarm?s abiertamente
sobre pr?cticas sexuales y sobre los avances logrados en education preven
tive la sexualidad sigue siendo un ?mbito Ueno de prejuicios y tab?es en la
sociedad mexicana. En general prevalece un discurso medico asociado a la pre
vention de la enfermedad, y se dejan de lado aspectos vitales de la vida sexual
y afectiva de los sujetos que tienen consecuencias directas en sus pr?cticas.
Este parad?jico ocultamiento de la sexualidad ?la
cual deberia hacerse m?s
visible? contribuye a generar lo que se ha dado en llamar la "segunda epi
demia": la del estigma y la discrimination asociados al vih. Como muchos de
nuestros entrevistados (varones ymujeres) hanmanifestado, el descubrimiento
del vih como infecci?n de transmisi?n sexual, lejos de haberlos llevado a
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una discusi?n m?s abierta o a una practica m?s consciente y responsable de
la sexualidad, ha tendido?por
el contrario? a reforzar su negation, a "no
querer saberm?s de ella". Creemos que esto de debe tanto a la persistencia
de mitos y prejuicios morales sobre la sexualidad, como a la falta de informa
tion y education sexual adecuadas para contrarrestarlos.Socialmente, a dife
rencia de lo que ocurre con los ninos, a quienes se juzga victimas inocentes
del vm, tanto lasmujeres como los varones que viven con el virus son trata
dos con ambivalencia o, en el peor de los casos, con franco rechazo. En el
caso de lasmujeres por la sospecha de promiscuidad, y en el de los varones
por la de homosexualidad. La medicina reduce esas ambiValencias, descono
ciendo todo aquello que no sea susceptible de tratamientomedico, por ejem
plo, el cuerpo, su historia y sus deseos.
Asi como sucede con el cuerpo, en general no se habla de sexualidad ni de
opciones reproductivas en los consultorios, menos con lasmujeres. El cuerpo
y la sexualidad est?n ausentes de los discursos "legitimos" sobre el vih, y esto,
adem?s de constituir una falta grave, marca una diferencia con otros padeci
mientos, sobre todo considerando que el vm es una enfermedad de transmisi?n
sexual. Todo ello sinduda afecta la salud fisica ymental de las personas con vm
y disminuye su calidad de vida. Como hemos visto, tanto los ideales sexuales
dominantes como las creencias err?neas sobre el vm dan por resultado una de
ficiencia en el autocuidado y el cuidado de los otros. Sin embargo, pareciera que
lasmujeres est?nm?s "preparadas" tantopara la disciplina de los tratamientos
como para cuidar de sus parejas e hijos con vm. La disciplina es vista social
mente como m?s "natural" en lamujer, mientras que en los hombres es como
un "castigo" a veces intolerable,de ahi lamayor tendencia en ellos a la "trans
gresi?n", por ejemplo abusando de drogas o de alcohol o practicando sexo des
protegido. El vm lesmuestra que su cuerpo tambienes vulnerable, algo que por
la socializaci?n de genero no est?n dispuestos a aceptar en buen grado, espe
cialmente cuando la vulnerabilidad es asociada a lo femenino, y el vm en par
ticular con los homosexuales. Los hombres manifestaron mayor temor a que
se conociera su diagn?stico precisamente para evitar el estigma asociado a los
"hombres gay", lo cual los lleva a una vida de aislamiento. Hemos encontra
do una notable persistencia de estas normas sexuales y de genero, aun dentro
de la variabilidad de experiencias de los sujetos participantes de este estudio.
Conclusiones
En este articulo quisimos destacar que la infection por vih afecta de manera
radical la vida de las personas, sean estas mujeres u hombres, pero que am
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Herrer a et al.: Cuerpo y sexu alidad
en la experiencia.
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bos gener?s tienen diferentesmaneras de experimentarla. AI mismo tiempo,
los testimonios dados por personas que han debido reflexionar al respecto,
saca a la luz construcciones sociales del genero y la sexualidad que operan
en la sociedad mexicana, modelando las pr?cticas sexuales de hombres y
mujeres, tengan o no vih. Conocer estas diferencias puede permitir identifi
car necesidades especificas que eventualmente sirvan de orientation a inicia
tivas que apunten amejorar la atenci?n y calidad de vida de las personas con
vih, pero tambien a elaborar estrategias preventivas m?s eficaces. Muchas
veces se espera de las personas con vih apego y obediencia a las prescripcio
nes medicas, sin reconocer lamultiplicidad de factores emotionales y socia
les que afectan este apego y que difieren por genero. Se necesita tambien
revisar lamanera en que la socialization traditional de genero atenta contra
las pr?cticas de sexo seguro y protegido en paises como el nuestro.
Nuestros hallazgos indican que es necesario abordar la sexualidad y los
estereotipos de genero, asi como brindar information completa y cientifica
sobre temas como la re-infecci?n, yendo m?s all? de la simple promoci?n del
cond?n en las clmicas que brindan tratamientoy cuidados a personas que vi
ven con vih. En todos los casos, es necesaria una fuerteperspectiva de gene
ro que reconozca las posibilidades diferenciadas de hombres y mujeres de
decidir sobre el uso del cond?n. Para el caso de las personas que tienen una
pareja sero-concordante o discordante que conoce su estatus serol?gico, la
consejeria y capacitaci?n en pareja pueden ser clave para promover la comu
nicaci?n sobre la sexualidad y el sexo protegido.Adem?s, es necesario que los
servicios de salud tengan la capacidad de brindar insumos y servicios en sa
lud sexual y reproductiva a personas que viven con vih. En una consulta reali
zada a nivel nacional enMexico (Foro de Consulta Ciudadana de la ssa so
bre vih y sida, 2007), lasmujeres que vivian con vih solicitaron incluir una
dotaci?n de condones a personas con vih dentro de los procedimientos ruti
narios en las clmicas de vih, y notaron una falta de acceso a condones feme
ninos en sus estados; en cuanto a la atenci?n de las its, solicitaron que se les
diera prioridad en el diagn?stico y tratamientode estas infecciones, en particu
lar para detectar el Virus del Papiloma Humano y el c?ncer cervico-uterino.
Los hallazgos nos orientan a capitalizar elementos de genero que po
drian contribuir al autocuidado, asi como la necesidad de intervenciones
diferenciadas por genero para estimular la creaci?n o el fortalecimiento de
redes sociales, autoestima e integration social en las personas que viven con
vih. Para lasmujeres se ha observado que la participation en grupos de auto
apoyo
con
otras mujeres
ha
sido una manera
eficaz
de empoderarse,
alentan
do la reactivaci?n de la vida afectiva, asi como profesional (Kendall y Perez
V?zquez, 2004). La vinculaci?n social para hombres que viven con vih no
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identificados como gays presenta un reto en la epidemia mexicana. Algunos
de nuestros informantesvarones heterosexuales pidieron grupos de autoapo
yo para heterosexuales, lo cual podria ser factible en ciudades grandes; el
mundo virtual tambien ofrece espacios de intercambio de experiencias, infor
mation, creation de amistades, etc. Es necesario que las estrategias de pre
vention y control del vm sean eficaces en terminos de salud publica, pero
tambien que respeten los derechos sexuales y reproductivos de las personas
afectadas. En nuestro pais a?n sonmuchos los obst?culos para una realiza
tion plena de estos derechos y,m?s en general, para un cambio sustancial en
las relaciones de genero que hacen vulnerables a hombres ymujeres al vih y
al estigma asociado a el.
Recibido: febrero de 2008
Revisado: julio de 2008
Correspondencia: InstitutoNational de Salud Publica/Insurgentes Sur 3493
10-104/Villa Olimpica/Deleg. Tlalpan/correo electr?nico CH: cherrera@
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