motivar a los jugadores - Academia de entrenadores

© Xesco Espar 2011
Curso de Motivación AdE – 2ª lección-
MOTIVAR A LOS JUGADORES Si existe una habilidad que nos gustaría tener a todos los entrenadores,
esta es la capacidad de encender y motivar a nuestros jugadores, por lo
menos al mismo nivel que solemos estar nosotros.
Pero esto no es fácil.
La mayoría de nosotros, antes de tener un sistema, los hemos intentado
de alguna manera. Algunas veces tenemos frases apuntadas; otras
intentamos motivar a los jugadores mostrando un gran entusiasmo pero
desde el punto de vista del pensamiento positivo, con poco o ningún
contenido de fondo. Simplemente nos vamos animando y motivando pero
no somos capaces de transmitir ningún mensaje fuerte.
Otras veces intentamos, procuramos darles muchas razones, muchas
teorías, muchas explicaciones cognitivas pero con muy poca emoción en la
transmisión del contenido.
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Incluso algunas veces nos sirve el enfado, el cabreo, el grito, el poner
mucha intensidad, proponer mucha exigencia pero, totalmente ausentes de
contenido y de empatía.
No es que sean malos métodos. Todos tienen su momento.
Hay momentos en los que tenemos que ser desorbitadamente positivos, hay
momentos en los que tenemos que dar mucho contenido, hay momentos en
los que tenemos que cabrearnos y pegar un grito. Todos sabemos que a
veces una palabrota “bien dicha” en la media parte de un partido va hacer
reaccionar el equipo y echufarlo para la segunda parte… sin embargo,
tener un sistema de transmisión de la información, un sistema de hablar
para motivar al equipo, nos va a permitir, de entrada, preparar cuando
nosotros queramos la motivación de los jugadores.
Nos permitirá, no sólo usar el sistema, sino repetirlo a nuestra voluntad, es
decir, no que nos salga bien ocasionalmente, sino que seamos nosotros los
que decidamos cuando queramos motivar y lo que vamos hacer.
La primera y mayor distincion que debemos tener es que las razones que
nos llevan a nosotros a estar motivados, no tiene por qué coincidir con las
de los jugadores. ¡Insisto, una vez más, y nunca cansaré de repetirlo!,
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¡Solamente podemos motivar a los jugadores despertando sus
necesidades: sólo se puede motivar a un jugador desde su mundo!
Lo que en realidad quieo decir es que entre aceptar que no podemos
especialmente motivar a los jugadores e intentar hacerlo de cualquier
manera, siempre hay un punto medio. Ese punto medio, vamos a intentar
cubrirlo en este documento, con un sistema.
Este es un sistema, que yo he ido desarrollando con el tiempo, y después
de haber ir estudiando diversas teoría psicológicas y programación
neurolingüística, de haber leído las formas de motivar que tienen grandes
entrenadores, y éste es el sistema que os quiero proponer.
También quiero aconsejaros que muchas de estas cosas las pongáis por
escrito, ¿por qué? Pues porque cuando veamos si funciona o no funciona,
podremos corregirlo. El hecho de tener un método, y tener un sistema y
poder escribirlo, nos va permitir posteriormente, poder corregir aquello que
podemos mejorar.
No es fácil motivar a los jugadores a partir del cero, no es nada fácil. Por
eso, cuanto más practiques mejor, cuánto más practiques las cosas que
aprenderás de este archivo con tus jugadores, con tus amigos, con tus
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compañeros, con tu pareja. Cuantas más veces seas capaz de transmitir
empatía, mucho mejor te vas a desarrollar después cuando estés delante de
los jugadores. Así que esto, practícalo, practícalo, equivócate, corrige y
vete desarrollando y mejorando cada uno de los puntos que trataremos a
continuación.
Un sistema de cuatro partes
Para este sistema en concreto, vamos a estudiar 4 partes. Vamos a
repasar nuevamente el mundo del jugador; después veremos cuál es la
actitud y la postura que tiene que tener el entrenador a la hora de dirigirse a
un jugador a los jugadores; veremos también, cómo debe ser estructurado
el fondo del mensaje que les lanzamos; y finalmente, veremos cómo
deberíamos tratar la forma de decirlo. Es decir, primero el mundo del
jugador, después la actitud del entrenador, cuál es el fondo del mensaje y
cuál es su forma.
El mundo del jugador
Ya hemos dicho repetidamente en estas lecciones que lo más importante
para motivar a un jugador o a un deportista es, entender su mundo. ¿Cuáles
son sus necesidades?, ¿qué es lo que quiere?, ¿cuáles son sus razones?
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Hemos visto varias teorías: “La pirámide de Maslow”, “Las necesidades
humanas de Tony Robbins”; hemos visto también ¿qué le acerca al placer y
qué le aleja del dolor? En cualquier caso, tenemos que tener claro, bien al
equipo en general, bien a los jugadores en particular, cuáles son estas
necesidades. Cuando las tenemos claras, tenemos que hacer dos cosas a
continuación: hay que despertarlas y hay que amplificarlas.
Si el jugador ya es consciente de que tiene estas necesidades directamente
podemos pasar a amplificarlas; pero hay veces, que los jugadores ni tan
sólo saben qué es lo que quieren; entonces tenemos que ayudarles a
descubrir ¿qué es lo que quieren?, ¿qué necesidades tienen? Y, en cuanto
tengamos, en cuanto percibamos cuáles son estas necesidades y él se de
cuenta, tenemos que mirar de amplificarlas.
¿Cómo se hace todo esto? Pues mirad, podéis empezaros ¡ya! ahora
mismo, una lista de frases y una lista de preguntas que os ayuden a
despertar y a amplificar estas necesidades.
Durante 6 años estuve entrenando al equipo juvenil de balonmano del FC
Barcelona. En esos años conseguimos que más de una docena de jugadores
llegasen a jugar en la máxima categoría española, y muchos de ellos
llegaron a ser internacionales. Recuerdo que siempre tenía frases de éstas,
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que dejaba caer en algún momento oportuno. Recuerdo por ejemplo, que
les decía, para que viniesen a entrenar el doble de tiempo que
entrenábamos, “Pero ¡a ver! ¿todos queréis jugar en división de honor, no?
Entonces si los que hay ahora son mejores que vosotros, y vosotros no
entrenáis más de lo que están entrenando ellos, ¡nunca llegaréis a su nivel!
¿Cómo pretendéis quitarles el sitio si ellos, ahora mismo, están por encima
vuestro y además, van a entrenar más tiempo?”. Con este razonamiento
conseguía motivarlos para que viniesen a entrenar cada día de la semana y
que viniesen con ganas.
Otro de los razonamientos que les lanzaba de vez en cuando era: “Mirad,
dentro de diez años los jugadores que van a estar jugando en división de
honor, ahora tienen 18, depende de vosotros que estéis ahí o no. ¿Quién
creéis que va a estar allí? Pues de todos los que hay en España y tienen 18
años, de todos ésos, ¡va a estar un grupo! ¿Por qué no vosotros? ¿Por qué
razón no podéis ser vosotros?” Era como una forma de aplicarlo, pero a
base de frases preparadas y preguntas preparadas para, despertar y
amplificar esas necesidades que ellos querían o esos deseos que ellos
tenían.
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Segundo punto: La actitud del entrenador
Nuestra actitud para motivar, es la base de nuestro éxito. El efecto que
tengamos en los jugadores, depende en gran medida, de la actitud que
tengamos. Si tenemos una actitud entusiasta y contagiosa, conseguiremos
encenderlos. Pero por muy buen razonamiento que tengamos, a no ser que
nosotros estemos transmitiendo la misma emoción que queremos generar
en ellos, muy difícilmente los jugadores van a empezar a cambiar.
Los tres pilares del estado emocional
El estado emocional, de hecho cualquier estado emocional, depende de
tres pilares básicos: de la postura en que nos encontremos; de la cantidad
de movimiento que le imprimamos a nuestro cuerpo, a nuestros segmentos
y a la velocidad del tono de voz que tengamos; y en tercer lugar, a lo que
estemos enfocando y en lo que hagamos enfocar en esos momentos.
Para motivar, nuestra postura tiene que ser una postura erguida, intensa,
tensa, con la cabeza alta, con los hombros hacia atrás, las piernas una
delante de la otra, como si estuviésemos balanceándonos de delante a atrás.
En cuanto a los movimientos normalmente, mover los brazos supone elevar
el estado de ánimo; y lo mismo con el tono de voz, el tono de voz no puede
ser grave y lento, tiene que ser un ritmo rápido, un tono alegre y tenemos
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que practicar, incluso leyendo esta forma de hablar, estar forma de
transmitir energía.
En cuanto al enfoque, por descontado, que tenemos qué enfocar en
nuestro mensaje. Tenemos que enfocar en los aspectos positivos de lo que
queremos transmitir, no podemos hablar de negatividad, tampoco es que
tengamos que decirlo o que verlo todo maravilloso, pero sí tenemos que
demostrar confianza en lo que queremos decir y en lo que queremos
transmitir.
Es muy importante memorizar el texto y el contenido que queremos
transmitir, de manera que, a la hora de lanzarlo a los jugadores sólo
tengamos que concentrarnos en nuestra actitud corporal, en nuestro
movimiento del cuerpo y en la forma de enfocar. Cuanto más aprendido
tengamos el discurso o las frases que tengamos que transmitir, más
podremos concentrarnos en el cómo, desde el punto de vista nuestro, lo
hacemos.
¡El entrenamiento de nuestra manera de hablar, de cuando hacer las pausas,
cuando mirar a los jugadores es importantísimo!
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Así que, para motivar lo primero que tienes que hacer es enchufarte tú.
Recordar cuál es tu estado de ánimo cuando estás motivado, recordar cómo
te mueves, cómo hablas, cómo enfocas las cosas importantes; y en ese
mismo momento, entrar en el vestuario o dirigirte al jugador para
motivarlo.
El lenguaje motivador
En cuanto a la forma de utilizar el lenguaje tenemos que convertirnos en
unos auténticos expertos en la utilización de las palabras. ¡No todas las
palabras son iguales! ¡No siempre un gran discurso, perfectamente
orquestado, sirve para motivar a la gente! ¡No una gran obra literaria sirve
para motivar! Hay palabras que, parecen que no valgan nada, pero que
tienen una contundencia extraordinaria. Fijaros en éstas dos: contundencia
y extraordinaria. Hay palabras que amplifican los sentidos, hay palabras
que transmiten sensaciones.
Nuestro sistema de representación del mundo se basa principalmente, en
tres de nuestros sentidos: la vista, el oído y el tacto o las sensaciones
quinestésicas. Por eso hablamos de que tenemos representaciones del
mundo visuales, representaciones auditivas y representaciones
quinestésicas.
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Los jugadores, los deportistas son principalmente, sobre todo en los
deportes colectivos, visuales y quinestésicos; en algunos deportes
individuales, son bastante auditivos y quinestésicos; pero en los deportes
colectivos, los jugadores suelen ser visuales y quinestésicos. Por esto,
tenemos que aprender a utilizar palabras como: rápido como un rayo muy
visuales; entrar como un cuchillo dentro de su defensa, o palabras
quinestésicas, tenemos que ser como un muro defensivo, tienen que notar
nuestra presencia …
Cada entrenador, para su deporte conocerá suficientes palabras, que sólo la
palabra en sí, ya transmite mucha energía. No todas las palabras son
iguales, tenemos que aprender a seleccionar palabras para la defensa,
palabras que signifiquen metáforas físicas o palabras para el ataque,
palabras que signifiquen lo mismo.
¡Uno de los archivos de esta lección contiene unas 100 palabras que
pueden cargar de emoción y motivación tu discurso y tu lenguaje!
También respecto a la forma, nuestro tono de voz, el volumen, la
intensidad, las pausas, el silencio. El silencio es muy importante, después
de cada frase contundente, tenemos que dejar unos segundos de silencio
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para que, el jugador rellene esa frase con toda su experiencia y, poco a
poco, vaya interiorizando todo el mensaje que le estamos lanzando.
La congruencia es la clave…
Posiblemente la clave mayor que existe para que puedas motivar a tus
jugadores y transmitas bien el lenguaje es tu congruencia.
La congruencia que tengas el va hacer despertar ese estado de ánimo en los
jugadores; y la congruencia es la suma de la actitud, del tono y de las
palabras.
Repito: la actitud, es decir, qué postura adoptas, cómo te mueves, cómo te
diriges, cómo miras a los jugadores, cómo enfocas en los aspectos
positivos. En primer lugar es nuestra actitud; en segundo lugar, las
cualidades de la voz: el tono de voz que utilices, el volumen, la
intensidad… tienen que estar de acuerdo con tu postura y con tu
movimiento; y finalmente, las palabras, el mensaje.
Si las palabras que utilizamos son las adecuadas, sumando las palabras, el
tono y la actitud, si todo está alineado somos congruentes con nuestro
mensaje y no hay nada más poderoso para un entrenador que ser
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congruentes. En cambio, por muy buena actitud que tengas, si el tono no es
el adecuado, el jugador percibe que tu no te estás creyendo el mensaje, y
entonces, y a veces lo hace incluso, sin darse cuenta, se desconecta.
Si las palabras que utilizas tienen poca carga en sí mismas, por muy buen
tono y por muy buena actitud, no conseguirás influir todo lo que puedes
influir en los jugadores. Y ya no te digo, si tu actitud es baja, por bueno que
sea el tono, por acertadas que sean las palabras es imposible transmitir esa
energía.
Insisto, tu congruencia y el estado emocional que en que estés en ese
momento, es lo que va a determinar en gran manera tu éxito a la hora de
transmitir tu mensaje.
La Teoría de los Por qué…
He dejado deliberadamente el fondo del mensaje, un aspecto muy
importante, para explicaros “la teoría de los por qué”, que desarrollé hace
años. Esa teoría, la desarrollé para dar clases en la universidad.
No siempre es fácil, conectar con el mundo del alumno o del deportista, no
es fácil conectar a la primera y cuando transmites el contenido de tu
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mensaje. Entonces, anticipadamente al contenido que quería explicar,
siempre creaba tres preguntas que me hacía a mí mismo, y que eran tres,
¿por qué esto es importante?
Es decir, creaba el contenido y luego preguntaba una vez, preguntaba otra
vez y preguntaba otra vez. Tenía el contenido más tres razones por las que
el contenido era importante.
Y a la hora de explicarlo, empezaba al revés, es decir, en el orden contrario;
empezaba explicando un por qué, empezaba explicando un segundo por
qué y empezaba explicando un tercer por qué.
A partir de estos tres por qué, el contenido caía automáticamente en esa red
tejida en la cabeza de los alumnos, y el contenido automáticamente
adquiría una extraordinaria importancia.
Por ejemplo, en lugar de decirle solamente, que la defensa individual era la
principal defensa, empezaba pensando y reflexionando: ¡A ver! ¿por qué,
es la principal defensa en la iniciación? ¡Pues hombre! porque, el aspecto
físico se trabaja más; también es importante porque las necesidades de
atención de los jugadores en defensa, son mayores y les hace trabajar más
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perceptivamente; y como son jugadores jóvenes, cuanto más trabajen más
van a aprender.
Y al final, también es importante para el ataque, porque si los jugadores
defensores tienen que seguir siempre a los atacantes; los atacantes con su
movimiento, podrán decidir dónde quieren que estén los defensas. De
manera que, los atacantes podrán anticipar el espacio que se crea, en la
zona de culminación, cosa que no ocurre si permitimos que la defensa
defienda en zona.
Entonces, la forma de transmitir el concepto al revés sería, empezar
preguntando: “¿qué creéis que es más importante, que los jugadores mucho
o trabajen poco?, ¿qué creéis que es más importante de cara al
aprendizaje de los jugadores jóvenes, que los defensores puedan estar de
forma pasiva o tengan que estar concentrados durante todo el tiempo?
todo el tiempo. “
Después les podía decir: “Fijaros en esta cosa: si el ataque se mueve y los
defensas se quedan quietos, porque defienden en zona, los atacantes no
crean ningún espacio . En cambio, si los defensores tienen que perseguir a
los atacantes, éstos con su movimiento pueden decidir dónde se quedan los
espacios y pueden generar la anticipación táctica.”
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Por esto, la defensa individual no es una defensa optativa en la
iniciación, es la defensa principal que tenemos que utilizar, tanto para que
los defensores trabajen más y mejoren, como para que los atacantes
puedan empezar a despertar los conceptos tácticos que necesitarán cuando
sean adultos.
El razonamiento va por delante, y la consecuencia lógica, es el
contenido que hemos querido emplear. A la hora de motivar podemos hacer
lo mismo, pensar tres aspectos multiemocionales importantes para los
jugadores, y lanzarlos primero, y una vez estos aspectos básicos están
aceptados porque son muy lógicos, nuestro contenido fuerte que vienen a
continuación, es automáticamente aceptado y asumido.
Incluso, podemos empezar o deberíamos empezar desde el punto en que los
jugadores están emocionalmente, empezar con esta transmisión de energía,
quizá un poco más baja, y a medida que pasamos, de argumento en
argumento, vamos generando más energía, vamos nosotros enchufándonos
más, hasta acabar con la frase final, que es la que queramos lanzarles en
nuestro estado de máxima alerta y de máximo rendimiento.
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El resumen del método
Resumiendo, podríamos ubicar o crear un mini-método de 6 pasos, para
conseguir cambiar la actitud del jugador.
El primer paso sería entender bien cuál es el cambio y qué emoción y
sensación queremos provocar en el jugador o en los jugadores.
El segundo sería pensar bien lo que le diremos y memorizarlo, por los
menos la estructura de los pasos básicos.
El tercero sería, de entrada, entender su estado emocional y calcar su
estado emocional, para generar complicidad entre él y nosotros, para que
no nos vea a nosotros muy acelerado y piense de entrada “bueno, bueno es
que éste ya viene…éste es un motivado”.
En cuarto lugar, ir aumentando progresivamente nuestro estado
emocional, mientras vamos lanzando nuestros argumentos. Aquí es cuando
hay que tener más atanción a nuestra congruencia entre el mensaje y
nuestra actitud corporal.
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El quinto punto sería, lanzarles y repetirles lo que nosotros queríamos en
nuestro primer mensaje importante, cuando nosotros ya estamos en nuestro
punto máximo de rendimiento, en nuestro estado de máxima alerta.
Y una vez lo hemos hecho, diríamos no hemos tenemos que acabar aquí,
sino que tendríamos que testear de alguna manera en un sexto paso: que lo
harán cuando ya no estén con nosotros; lanzándole algunas preguntas
sobre: Bueno y ¿cómo tenéis que actuar cuando os pase esto? A ver qué
dicen y ¿cómo tenéis que actuar cuando pase esto? A ver qué dicen.
Tenemos que asegurarnos que han pillado exactamente el mensaje.
Practica, practica, practica…
¡No es fácil! Memorizar la estructura de los pasos, escribidlo, probadlo,
hablad con otra gente, hablad con el portero del pabellón, hablad con
diversa gente e iros entrenando. Cuando tengáis el hábito de mantener así,
la estructura de la conversación, poco a poco iréis mejorando muchísimo,
en vuestra capacidad de transmitir empatía, de generar complicidad y de
motivar a todo el mundo que tenéis a vuestro alrededor.
Pero como siempre, cuanto más practiques, más hábil te harás en este
ámbito.
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