Selección Universitaria y Composición Social de la Matrícula

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Daniel Casanova Cruz (Universidad Católica de la Santísima Concepción)
Resumen de Ponencia
Cuarto Congreso de Investigación en Educación Superior
Selección Universitaria y Composición Social de la Matrícula
Problema de investigación
La investigación cuyo resumen presentamos, se propone pormenorizar el papel que juega
el conjunto de criterios y procesos de selección y admisión universitaria en la desigualdad
de acceso a los estudios superiores universitarios en Chile, así como en la composición y
segmentación social de la matrícula.
Se busca caracterizar y comprender la forma en que funciona la selección universitaria y
su impacto en los nuevos patrones de desigualdad que se observan en el contexto de
expansión y diversificación de la educación superior, particularmente en la conformación
de una población estudiantil distribuida segmentadamente entre instituciones y
programas, según sus características socioeconómicas.
Mediante una caracterización socioeconómica del registro empírico de las listas de
seleccionados entre los años 2001 y 2014, se logra pormenorizar la distribución de los
sujetos según instituciones y clases de instituciones. Se concluye que los cambios en los
criterios de admisión (cambios en los test y uso de ranking de notas) no logran cambiar la
fisonomía social de la matrícula. Por otra parte, aun cuando se comprueba en general la
existencia de una segmentación social según una gradiente de prestigio institucional, la
desagregación de los datos permite constatar la existencia de diversidad social y un fuerte
componente inclusivo en varias universidades de alto prestigio. Se concluye que el sistema
de selección opera como una protección frente al ambiente jerarquizado esperable para
contextos altamente mercantilizados y privatizados, al establecer un criterio de
distribución distinto al del mercado desregulado.
Revisión de la literatura
Las teorías del capital humano (Becker, 1983; Schultz, 1981) actualizan el pronóstico
optimista de la economía liberal clásica: el capitalismo y el aumento de formas de
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diferenciación basadas en el mercado disolverán crecientemente las formas adscriptivas
de desigualdad (raza, género, familia, etc), cambiándolas por otras dependientes del
mérito de los individuos, aumentando de esta forma la igualdad de oportunidades. Como
bajo esta visión en una sociedad de mercado perfecta deberían existir diferencias basadas
exclusivamente en el logro de los individuos, entonces la discusión suele girar en torno a
que tanto se realiza el ideal de la igualdad de oportunidades y que obstáculos existirán
para tal realización (Orellana, 2011). En efecto, las teorías del capital humano sostienen
una epistemología de la modernización como un fenómeno ahistórico, fundamentalmente
basado en un procĞƐŽ͞ŶĂƚƵƌĂů͟ĚĞƚŝƉŽƚĠĐŶŝĐŽ͕ĂũĞŶŽĂůŽǀŽůŝƚŝǀŽLJĂůŽƐĂŐĞŶƚĞƐƐŽĐŝĂůĞƐ
que lo configuran. En ese sentido, al soslayar en clave funcionalista la cuestión del poder,
no permiten dar cuenta de la complejidad del fenómeno de la expansión y diversificación
de la educación superior y tiende a dejar fuera de la mirada como éste tiende más bien a
expresar las desigualdades, más bien que a corregirlas. Por otra parte, se genera una
visión de las instituciones de educación superior, y en particular de las universidades, más
cercana al concepto de corporación racionalizada por la lógica empresarial, que al
ƚƌĂĚŝĐŝŽŶĂůĚĞĐŽŵƵŶŝĚĂĚĂƌƚŝĐƵůĂĚĂĞŶƉŽƐĚĞůƐĂďĞƌ͘ůĚĞƐĂƌƌŽůůŽĚĞůĂƐ͞ĐŽŵƉĞƚĞŶĐŝĂƐ
ĚĞĞŵƉůĞĂďŝůŝĚĂĚ͟ĞƐƚĂƌşĂĞŶƚƌĞƐƵƐĨŝŶĞƐƉƌŝŵŽƌĚŝĂůĞƐ(Fernández & Lenhardt, 2012)
Marginson (2004) sostiene que la competencia mercantil en bienes de prestigio no solo no
mejora el bienestar general, sino que lo reduce. El mercado exacerba las desigualdades,
naturaliza sus resultados y dificulta cualquier intervención de política. Es una ilusión creer
que la expansión mercantil en educación superior, permite mayor acceso a los bienes de
prestigio, antes reservados a una elite y que ahora podrían ser comprados. El verdadero
cambio es que esos bienes llegan a ser más caros que antes y lejos de abrir el mercado a
una genuina competencia, este se cierra; luego, a las barreras de la selección de
estudiantes, se les añade ahora la del costo del financiamiento que recae sobre las
familias. Así, la reproducción de las elites destacada por Bourdieu llega a estar protegida
ahora tras las murallas de los altos aranceles (Bourdieu & Passeron, 2001b). En este cuasi
mercado de instituciones de prestigio no se ha abolido la competencia por estatus; más
bien, ha mejorado sus efectos de protección de sus tradicionales beneficiarios.
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Brunner (Brunner, 2007; Brunner, 2008) ha caracterizado el mercado universitario chileno,
señalando que la competencia por estudiantes es el principal motor del sistema. Las
universidades de mayor capital reputacional, controlan la expansión de su matrícula
mediante mecanismos discriminantes en la admisión. Por el contrario, las universidades
de menor prestigio apuestan al volumen, generalmente por la vía de la expansión
territorial de carreras y programas. Como resultado, se produce una segmentación social
de quienes logran acceder a la educación superior, que se expresa en diferenciales de
valor de las credenciales. A nivel de la estructura social, la expansión de la cobertura
educacional es aprovechada diferencialmente por las diferentes clases sociales y, en el
caso chileno, es una pieza fundamental de la estabilidad de las elites, al mantener los
vínculos entre hogar, trayectoria escolar, y ocupaciones prestigiosas de alto retorno
monetario.
La literatura que se focaliza en la desigualdad en la educación también aporta una visión
menos optimista de la expansión de la cobertura educacional, sosteniendo la idea general
de que existe persistencia de la desigualdad pese a la expansión. La afirmación general es
la expresada en el concepto de Maximally Maintained Inequality o MMI (Raftery & Hout,
1993) según la cual la desigualdad es persistente en contextos expansivos, hasta que los
grupos privilegiados saturan el nivel educativo. Las variables de la provisión pública o
privada y sus relaciones y evolución en el tiempo, así como las diferencias de
financiamiento que derivan de una u otra forma, son decisivas. Del crecimiento de la
provisión privada (financiada con recursos privados), normalmente se sigue un proceso de
gran diversificación de la oferta y la convivencia, -incluso dentro de una misma instituciónde las lógicas client-seeking y status-seeking, lo cual es claramente determinante en el
comportamiento de los criterios de admisión y podría también diferenciar las
desigualdades observadas en ambos tipos de provisión. . De esta forma, cuando un grupo
social se acerca a la saturación en el acceso a un nivel educativo, las desigualdades de
acceso serían reemplazadas por desigualdades en el sector más selectivo (Lucas, 2001).
Esta tesis, se contrapone a la de la inclusión, que considera que la expansión ʹaún con las
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limitaciones producidas por la gradiente de calidad- genera oportunidades que de otra
manera no habrían existido.
Recientes investigaciones han encontrado indicios de que la expansión ha sido con
inclusión y menos desigualdad de la esperada, al menos para países desarrollados (Roksa,
2008; Arum, Gamoran, & Shavit, 2007), refutando en parte la tesis que sostiene que la
expansión capitalista de la educación superior genera un desvío de los hijos de la clase
trabajadora a una educación de menor valor.
La educación superior es un nivel en que no se espera que sea para todos, pero se plantea
válidamente que sus beneficios podrían estar abiertos a todos los que tienen el deseo de
participar y el talento de hacerlo exitosamente (Finnie, Swettman, & Usher, 2008). Por
otra parte, interesan los criterios y procedimientos de admisión, los cuales constituyen
͞ĚŝƐƉŽƐŝƚŝǀŽƐ ƚĠĐŶŝĐŽ-ƉŽůşƚŝĐŽƐ͟ (Brunner, 2010) y como tales constituyen un asunto de
relevancia de la política de acceso. Por eso, varían de acuerdo a los momentos históricos y
a los lugares (Matross, 2008). Se resalta con esto el carácter históricamente condicionado
de la admisión de estudiantes, fundamentalmente a las tendencias de la agenda social
respecto de la equidad del acceso. Así, la tendencia general observable en el siglo XX es
desde sistemas de admisión focalizados en el mérito socialmente heredado en que se
busca la igualdad solamente en los aspectos formales de procedimientos, hacia la
diversificación de criterios y la acción afirmativa de grupos sub-representados. Tal
tendencia es acompañada de una mayor consideración de las identidades sociales y la
conceptualización de la diversidad social en toda su complejidad (Clancy & Goastellec,
2007). Lo cual plantea la tensión entre el universalismo y el particularismo a la hora de
definir los criterios que permiten definir una racionalidad en la distribución de
oportunidades.
En Chile se viene discutiendo intensamente desde hace más de una década acerca de la
selección universitaria y su relación con la desigualdad de acceso a los estudios superiores.
El debate en torno al test estandarizado de admisión, en orden a si es menos sesgado
según la herencia sociocultural un test basado en aptitudes u otro basado en el currículum
escolar estuvo en la agenda pública varios años (Rosas, Flotss, & Saragoni, 2002; Manzi &
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Bravo, 2002; Radic, 2002; Libertad y Desarrollo, 2002). Luego se verifica la discusión en
torno a la valoración de las calificaciones de enseñanza media y su incorporación como
medida del rendimiento relativo al contexto educativo (Gil, 2013; Gil & Grez, 2002;
Contreras & et.al., 2009). En pocas palabras, la discusión se refiere a las diferencias de
criterio para definir el concepto de mérito académico y las consecuencias que, en materia
de inclusión, tiene una postura u otra.
La literatura sobre este tema en particular se ha enfocado normalmente en las brechas
por tipo de colegio (Beyer & Le Foulon, 2002; CESCC-OPECH, 2010; Contreras & et.al.,
2009; Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, 2011; Manzi & Bravo,
2002; Manzi, 2006). A nuestro juicio, esta es una aproximación poco precisa. La distinción
entre colegios privados pagados, privados subvencionados y municipales apenas puede
considerarse una variable proxy que permita evaluar las brechas socioeconómicas de
acceso que produciría el sistema de selección y hacer un seguimiento longitudinal que
tenga sentido.
Metodología
En esta investigación se han utilizado las variables directamente atingentes al perfil social
de las familias (educación de los progenitores, tipo de ocupación de los progenitores,
ingreso bruto familiar per cápita) y siguiendo métodos estadísticos de reducción, se ha
establecido una posición relativa de cada sujeto en la jerarquía social, contextualizada a la
población en estudio. Esto permite seguir a trazo fino las diferencias relativas que se dan
en el grupo que queda seleccionado según los criterios del sistema de admisión, lo cual
resulta congruente con nuestro propósito de mirar la selección universitaria tanto como
barrera social en el acceso a la educación superior, así como mecanismo que segmentaría
socialmente la matrícula.
La fuente de datos son las listas de seleccionados generadas por el sistema de admisión
del Consejo de Rectores de Universidades Chilenas, entre los años 2001 y 2014 en base al
puntaje ponderado de selección el cual, a su vez, se basa en los puntajes entregados por
las notas de enseñanza media y los test estandarizados aplicados (Prueba de Aptitud
Académica y Pruebas de Conocimientos Específicos hasta el año 2003 y Prueba de
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Selección Universitaria y Pruebas Optativas a partir del año 2004). En base a las variables
socioeconómicas de dicha población, se le asignó a cada sujeto un puntaje en una
gradiente de 0 a 100 puntos construyendo de esta manera un índice socioeconómico.
Como ya se dijo, las variables usadas fueron la educación de los progenitores, el tipo de
trabajo de los mismos y el ingreso bruto familiar per cápita.
Resultados
Los resultados de esta investigación permiten sostener que el sistema de selección de
estudiantes que existe en Chile expresa desigualdades previamente existentes, en el
capital cultural y la calidad de la educación recibida por los sujetos. Si bien produce un
ordenamiento socioeconómico por instituciones y tipos de instituciones, la alta
concentración de alumnos de alto nivel educacional y socioeconómico es una realidad que
se acota a unas pocas instituciones metropolitanas y no un efecto generalizado de la
selección universitaria.
Por otra parte el sistema de selección, en su diseño, no es un factor relevante que
segmente socialmente la matrícula según la jerarquía de las instituciones, sino que al
contrario ha operado como un factor de protección frente al ambiente jerarquizado
esperable para un sistema altamente privatizado, arancelizado y casi no regulado por el
Estado.
Así mismo, los cambios en los criterios académicos utilizados (PAA a PSU, Ranking de
Notas) no tienen un efecto importante en los desiguales resultados del proceso de
selección, desde un punto de vista socioeconómico. Luego, sólo la introducción de
criterios no académicos de afirmación de grupos desaventajados tendría efectos
importantes en la diversidad social de la matrícula.
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