El impacto de la religión semita, fenicios y car

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[Otras ediciones en: en J.M.ª Blázquez – R. Ramos (eds.), Religión y magia en la antigüedad,
Valencia (Universidad Internacional Menéndez Pelayo) 1999, 49-87 (también en J.M.ª Blázquez, Mitos, dioses, héroes, en el Mediterráneo antiguo, Madrid 1999, 241-304). Versión digital
por cortesía del autor, como parte de su Obra Completa, revisada de nuevo bajo su supervisión
y con la paginación original.]
© Texto, José María Blázquez Martínez
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
José María Blázquez Martínez
[-49→]
Los fenicios llegaron al Occidente en busca de metales, y seguramente también de
esclavos y salazones. La Península Ibérica era El Dorado de todo el Mediterráneo por la
variedad y la calidad de sus minerales, en frase del historiador griego Estrabón, contemporáneo de Augusto. Esta riqueza y variedad hizo que sus minas fueran objeto de atención del historiador griego Polibio (Str.3.2.19), que visitó la Península Ibérica con motivo de la Guerra Celtibérica, 154-133 a.C.; de Posidonio (Str. 3.2.9), que vino a Cádiz
durante la Guerra Sertoriana (80-72 a.C.) y de Estrabón (3.2.8), que no conocía el Occidente pero estaba bien informado por los escritos de Polibio, Posidonio, Asclepiades de
Mirleia (Str. 3.4.3; 4.19), que enseñó gramática en Turdetania (Str. 3.4.3) y dejó una
descripción de sus pueblos; y de Diodoro de Sicilia, coetáneo del anterior y de Augusto,
que dejó una detallada narración de las minas hispanas (Str. 5.35- 38). Anteriormente a
estos autores la riqueza de las minas hispanas captaron la atención de Timeo, que vivió
en el siglo IV a.C.
Los fenicios conocían el Occidente por lo menos desde finales del siglo IX a.C. 1.
Antes habían realizado unas expediciones de tanteo. Los fenicios no sólo se asentaron
1
M. Almagro Gorbea, El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura, Madrid 1977; J. Alvar y J.M. Blázquez (eds.), Los enigmas de Tarteso, Madrid 1983; M.E. Aubet, Tartessos. Arqueología
protohistórica del Bajo Guadalquivir, Sabadell 1989; J.M. Blázquez, Tartessos y los orígenes de la
colonización fenicia en Occidente, Salamanca 1975; Id., Fenicios, Griegos y Cartagineses en Occidente, Madrid 1982; Id., Historia de la España Antigua, I. Madrid 1991; 277-521; J.M. Blázquez y
M.P. García-Gelabert, "Los cartagineses en Oretania", en A. González Blanco (ed.), El mundo púnico.
Historia, Sociedad y Cultura, Murcia 1994, 33-52; Id., "Los cartaginesa en Turdetania y Oretania", HA
20, 1996, 7-21; H. Schubart y O. Arteaga, "La colonización fenicia y púnica" Historia de España.
Desde la Prehistoria hasta la conquista romana (siglo III a.C.), Barcelona 1994, 431-469; D. Ruiz
Mata, "Tartessos" ibid, 379-429; M. BLeCH, "Los griegos en Iberia" ibid., 471-509; R. Corzo, Historia
del Arte en Andalucía. La Antigüedad, Sevilla 1989, 92-182; J, Mas (ed.), Historia de Cartagena, Barcelona 1986, 94-434; M. DeL Amo (ed.), Primeras Jornadas arqueológicas sobre colonizaciones
orientales, Huelva Arqueológica Vil, Huelva 1982; J. Fernández Jurado (ed.), Tartesos y Huelva,
Huelva Arqueológica X-XI.1.2, Huelva 1988-1989; Id., La Andalucía ibero-turdetana, Huelva Arqueológica XIV, Huelva 1997; M. Almagro Gorbea, Ideología y poder en Tartessos y el mundo ibérico,
Madrid 1996; M. Belén, Fenicios en Andalucía Occidental. Diez años de investigación (1980-1990),
HA 18, 1994, 495-518; R. Olmos (ed.), La sociedad ibera a través de la imagen, Madrid 1992; Id. (ed.),
Al otro lado del espejo. Aproximación a la imagen ibérica, Zaragoza 1996; H.G. Niemeyer (ed.),
Phönizier im Westen, Maguncia 1982; M. Gras, P. Rouillard, J Teixidor, L'Univers Phénicien, París
1989; E. Lipinski, Dieux et déeses de l'Univers phénicien et punique, Studia Phoenicia XIV, 1995; J.A.
Martín Ruiz, Los Fenicios en Andalucía, Sevilla 1995; G. del Olmo, M.E. Aubet (eds.), Los fenicios en
la Península Ibérica, Sabadell 1986; C. González Wagner, Fenicios y cartagineses en la Península Ibérica. Ensayo de interpretación fundamentado en un análisis de los factores internos, Madrid 1983. En
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en la costa, donde fundaron una serie de colonias como Abdera, Sexi, Málaga, Toscanos, Cádiz, etc., que explotaban la costa litoral y su hinterland [-49→50-] interior, sino
que además realizaron una verdadera colonización 2 agrícola, posiblemente establecida
en los ricos valles del Guadalquivir, con gentes procedentes del norte de Siria 3 y de
Fenicia que huían de la presión asiria. Estas razzias han quedado descritas magníficamente en los relieves asirios, como los cuatro registros de un obelisco de época de Ashurbanipal II (883-859 a.C.) con la recepción de tributos; en el obelisco negro de Shalmanasar III (858-824 a.C.), con la entrega de tributos de Sua y del israelita Jehú (ambos
se ven postrados ante el rey); en las puertas de bronce de Balawat, de la misma época,
donde se describe gráficamente la entrega de tributos de Tiro y la campaña contra
Hazuzu, el cortejo de prisioneros hechos allí, y la toma de Tiro; el asalto a la ciudad de
Hazuzu, el cortar la cabeza a sus habitantes, las campañas militares del monarca asirio
en el norte de Siria, como el asalto a Dabigu y el empalamiento de los habitantes, la expedición a las fuentes del Tigris, el asalto a la ciudad de Hama, el convoy de prisioneros
a dicha ciudad; en los relieves de tiempos de Tiglat-Pileser III (744-727 a.C.) con el botín de ganado y de prisioneros de la ciudad de Astartu (?), probablemente la bíblica
Ashtarot, ciudad consagrada a Astarté, citada ya en el Génesis (14.5), con los escribas
anotando el botín y con las mujeres y niños deportados en carros; del ataque a la ciudad
de Garzu y de los prisioneros empalados; de Senaquerib (704-681 a.C.) recibiendo el
botín; del ataque a la ciudad de Laquis por el mismo monarca asirio. Estos saqueos
continuos explican la colonización agrícola a Occidente satisfactoriamente 4.
Los fenicios introdujeron en el Occidente una serie de productos muchos de los
cuales han llegado en uso hasta hoy, como el aceite (antes se conocía el acebuche, cuyo
aceite sin refinar es nocivo para la salud), el vino, a partir del siglo VIII a.C. que se cultivaba en las factorías fenicias de Toscanos, Chorreras y Mezquitilla, y poco después en
los valles del Betis y del Genil, y en el levante ibérico, donde ya se conocen lagares en
el siglo VI a.C.; posiblemente el garbanzo, la granada (a través de los púnicos), el asno
(antes había el onagro), la gallina (antes se criaba una gallinácea, representada en terracotas de la Ría de Huelva), el torno de alfarero, la pintura vascular, el hierro, el alumbrado, la púrpura, probablemente los salazones de pescado, ya documentados en el siglo
VI a.C. en las proximidades de Cádiz, y que los fenicios exportaban desde esta ciudad
hasta Cartago y desde allí a otros lugares del Mediterráneo (Ps. Arist. De mirab. aux.
136), aunque la palabra garum no es de origen semita sino griego. También llevaron los
fenicios a Occidente la escritura, atestiguada en la Ría de Huelva en torno al 700 a.C., la
talla del marfil, el granulado y repujado en las joyas, y el uso de perfume; formas nuevas de vestido, que presuponen el uso de la fíbula, y técnicas de trabajar el mineral,
aunque las minas no se encontraban en manos fenicias sino de los indígenas 5, es decir,
general, S. Moscati (ed.), I Fenici, ieri, oggi, domani, Roma 1995; Id., Luci sub Mediterraneo, Roma
1995. Sobre la religión fenicia, E. Lipinski, Dieux et deesses de l'univers phénicien et punique, Lovaina
1995; C. Bonnet, E. Lipinski, P. Marchetti, Religio Phoenicia. Studia Phoenicia IV, Namur 1986. Sobre minas hispanas: J.M. Blázquez, Economía de la Hispania Romana, Bilbao 1977, 253-275.
2
C. González Wagner y J. Alvar, "Fenicios en Occidente: la colonización agrícola" RSF XVIII.1, 61-102;
M. Belén, J.L. Escacena, "Interacción cultural fenicios-indígenas en el Bajo Guadalquivir" Kolaios 4,
1995, 67-101.
3
J.M. Blázquez, "Sirios y arameos en la colonización fenicia de Occidente" RSF XXI, 1993, 41-52.
4
J.B. Pritchard, The Ancient Near East in Pictures relating to the Old Testament, Princeton 1969, 290294, figs. 350-374.
5
A. Blanco, J.M. Luzón, D. Ruiz, Excavaciones Arqueológicas en El Cerro Salomón (Riotinto, Huelva),
Sevilla 1970; D. Ruiz, "Huelva: un foro temprano de actividad metalúrgica durante el Bronce Final"
Tartessos, 209-243; D. Ruiz Mata y J. Fernández Jurado, "El yacimiento metalúrgico de época tartésica
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de los reyezuelos con los cuales los fenicios intercambiaban las llamadas por Homero
«azirmatas», preciosidades, por minerales, esclavos, etc. En un estudio reciente M. Pellicer 6 considera que el yacimiento de Huelva es múltiple: junto a un extenso asentamiento inicial del Bronce Final, tartésico precolonial, desde el siglo IX a.C., con la necrópolis se hallan cabañas esporádicas de barro, con una extensión de 24 Ha. A mediados del siglo VIII a.C. en la parte baja surge una factoría, emporio o colonia, auténticamente fenicia, en simbiosis con la población fenicia, que en el siglo VII a.C. tenía una
extensión [-50→51-] de 10 Ha., y una población de 2000 habitantes. Huelva sería una
gran cabeza de puente por donde penetraba en la Península Ibérica la cultura fenicia
hacia el interior. Este autor propone que debía haber un santuario dedicado a Melqart
como indican las dos supuestas imágenes de Reshef.
También trajeron muy probablemente al Occidente los fenicios los escudos de escotadura que aparece en algún ejemplar de estela hispana 7, tipo que aparece en la Gruta
del Ida, en Creta, en el siglo VIII a.C., conjunto de piezas que Dunbabin 8, hace ya cuarenta años, demostró que no podían ser obra de artesanos griegos, sino fenicios, y el tipo
de los carros de estas estelas hispanas también proceden del norte de Siria.
En la Antigüedad los pueblos colonizadores, griegos, cartagineses, romanos, y
también los fenicios no tenían intención de imponen sus creencias religiosas a los lugares donde arribaban, de modo que la introducción de formas artísticas y de creencias
eran consecuencia del intercambio de productos. En este sentido es muy ilustrativo un
texto de Estrabón (4.1.5), donde el geógrafo afirma que los griegos que habían fundado
Massalia hacia el año 600 a.C. extendieron el culto de la Artemis Efesia entre los iberos,
de modo que éstos sacrificaban al modo griego; texto que A.Blanco 9 interpreta en el
sentido «que sacrificaban animales, no seres humanos, como hacían los cartagineses, recogían la hemorragia ritual en una crátera o recipiente similar (sphageion) y atenúan los
gemidos de las víctimas con el canto de los asistentes y con el sonido de la flauta (aulós). La crátera, la pátera y la flauta llegan a ser en Iberia los símbolos del rito sacrificial, rito que culminaría en la comida de la carne de la víctima».
Ningún texto de los conservados referentes a la Península Ibérica alude a la religión
fenicia en ella, sólo que se mencionan determinados accidentes geográficos, como los
montes, o islas consagradas a dioses semitas, que conocemos por su equivalente romano
o griego, y el culto en el Heracleion gaditano. Fueron lugares visitado por los navegantes fenicios y después por los cartagineses. Lo que queda de la religión ibera, y con más
razón de la fenicia, son los restos de un gran naufragio muy difícil de interpretar por
tratarse de piezas aisladas. Aspectos fundamentales de los rituales o de las creencias sobre
los dioses, sobre eí acontecer humano o sobre la ultratumba, se nos escapan totalmente.
de San Bartolomé de Almonte" HA VIH, 1986; J. Fernández Jurado, "San Bartolomé de Almonte: yacimiento metalúrgico de época tartésica" Revista de Arqueología 26, 1980, 40-46.
6
M. Pellicer, "Huelva tartésica y fenicia" RSF XX1V.2, 1996, 119-140.
7
J.M. Blázquez, J.M., Fenicios, Griegos y Cartagineses en Occidente, 137-180; E. Galán, Estelas, Paisaje y Territorio en el Bronce Final del sureste de la Península Ibérica, Madrid 1993; J.A. Barceló,
"Las estelas decoradas del sudoeste de la Península Ibérica" Tartessos, 189-208.
8
The Greeks and their Eastern Neighbours, Oxford 1957; E. Kunze, Kretische Bronzereliefs, Stuttgart
1931.
9
"La escultura ibérica. Una interpretación", en Escultura Ibérica, número extraordinario de Revista de
Arqueología, Madrid 1987, 37. Sobre las relaciones entre griegos e iberos, cf. P. Rouillard, M.C. Villanueva-Puig (eds.), Grecs et ibères au IVe siècle avant Jésus-Christ. Commerce et iconographie, París
1989; T. Chapa, Influjos griegos en la escultura zoomorfa ibérica, Madrid 1986; P. Cabrera, R. Olmos,
E. Sanmartín, "Iberos y Griegos. Lecturas desde la diversidad" HA XIII, 1-2, 1994.
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MITOS
Los fenicios trajeron al Occidente algunos mitos del Oriente, que se propagaron
entre los indígenas, como el mito de Gilgamés, que siempre hemos defendido que está
representado en un relieve del monumento sepulcral de Pozo Moro (Albacete), en el que
se ve a un varón con un árbol en el que hay posadas unas aves, a hombros, auxiliado por
dos ayudantes que sostienen los ramajes con horcas, rodeado de monstruos. Este relieve
no puede referirse a otro mito que al de Gilgamés, puesto que la iconografía coincide
plenamente con el relato escrito: el árbol al hombro, las aves posadas en él, los sirvientes y los monstruos a su alrededor 10. Gilgamés en lucha contra el león, al igual que en
Etruria, es representado en [-51→52-] el cinturón de La Aliseda, en torno al 600 a.C.,
pero aquí el tema es simplemente decorativo y no de carácter religioso.
Relieve de Pozo Moro. Posible mito infernal. MAN. Según M. Almagro Gorbea.
En el relieve de Pozo Moro 11 que representa un banquete infernal con dos varones
con cabeza monstruosa y un hombre con cabeza de caballo, probablemente se trata tam-
10
M. J. Almagro Gorbea, "Origen y significado de la escultura ibérica", en Escultura Ibérica, número
extraordinario de Revista de Arqueología, Madrid 1987, 63, con bibliografía menuda; J.M. Blázquez,
Primitivas religiones ibéricas, II. Religiones prerromanas, Madrid 1983, 24, 31-33, fig. 8. Según A.
Blanco no podría tratarse de Hércules en el Jardín de las Hespérides. Tampoco nosotros lo creemos
probable.
11
M.. Almagro Gorbea, "Pozo Moro. El monumento orientalizante, su contexto socio cultural y sus
paralelos en la arquitectura funeraria ibérica", MM 24, 1983, 193-200, lám. 23c; J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 27-28, figs. 9-10. Para los hombres con cabeza de animales citados, ver: E.
Akurgal, Orient et Occident. La naissance de l'art grec, París 1969, 52, lám. 15a; 103, lám. 21a; 102,
fig. 64; 102, fig. 65; 107, fig. 80; 143-144, fig. 34; Id., L'Arte degli ittiti, Florencia 1962, 155, lám. 109,
Karkemish, entre los años 1050-850 a.C., grifo con cuerpo de hombre entre leones; dos grifos con cuerpos humanos afrontados, de la misma fecha y procedencia, 111, lám. 111; hombres con cabezas de toro
y de león, 111, lám. 112; hombre grifo de Zakçegözu, de la segunda mitad del siglo VIII a.C., 120, lám,
134; Karatepe, en torno al 700 a.C., 122, lám. 149. El tema procede del Oriente, como lo prueba el relieve con escena de exorcismo con genios humanos con cabezas de animales del arte asirio, siglo VIII
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
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bién de un mito oriental de carácter infernal quizá relacionado con sacrificios humanos
infantiles. Lo que sí es seguro es que seres humanos con cabeza de monstruos son muy
típicos del norte de Siria. Basta recordar el cilindro-sello de Vélez Málaga, datado en el
siglo XIV-XIII a.C., obra característica del norte de Siria, donde se representa al lado de
la diosa Anat a un perro-hombre con cabeza de fiera; a los genios con cabeza de grifos
de estilo arameo del ortostato de Saktshageuzu, fechado hacia el 739 a.C.; de la base
con leones de Karkemish, [-52→53-] de estilo neohitita antiguo y medio (dos), de la segunda mitad del siglo VIII a.C.7 de Sendjirli, del ortostato de la puerta de la ciudad de
estilo neohitita medio, 832-810 a.C. (dos); de Zincirli, puerta de la ciudadela, siglos XIX; del templo de Ain Dura, siglo X a.C. En una urna de Los Villares, Caudete de la
Fuentes, se representa la lucha contra los titanes, tema muy del gusto de la época helenística; basta recordar el Altar de Pérgamo, levantado por Eumenes II (197-159 a.C.) en
honor de Zeus y Atenea Mikeforos, entre 180 y 160 a.C. En una de las figuras de un
bronce de Máquiz (Jaén), A. Blanco veía una posible alusión al Jardín de las Hespérides, que los escritores antiguos situaban en el Occidente (Plin, 5.2; 19.63), ya que el poblado se encuentra cerca de la Vía Hercúlea.
Otro mito relacionado con Gilgamés podría ser la pareja humana realizando el acto
amoroso de un relieve de Pozo Moro 12. Aunque el acto amoroso se representa en la
Tumba de los Toros en Tarquinia 13, hacia el 520 a.C., no se debería descartar que se representase en Pozo Moro a Enkidú y la ramera sagrada. Falos grabados con escenas
amatorias se han encontrado en alguna tumba de Ampurias 14. En el mito de Habis aparece el protagonista amamantado por una cierva. Tsirkin 15 ha estudiado un relieve
hallado en Fenicia con el mismo tema, y considera que la citada escena mitológica del
monumento hispano es de origen fenicio.
RITUALES
Los fenicios introdujeron junto con el culto de Astarté el de Adonis, descrito en el
Breviario de Evora, obra medieval que relata la muerte de las santas Justa y Rufina en
Hispalis en el año 287, al comienzo del reinado de Diocleciano. F. Cumont ya demostró
en 1922 que el relato tenía rasgos de un gran arcaísmo y que debió ser introducido en
los comienzos de la colonización fenicia, que se conservó por la tendencia que tienen
todos estos rituales a mantenerse y repetirse indefinidamente. El culto a Adonis fue muy
popular en la Antigüedad. De él habla el profeta Isaías en el siglo VIII (17.10-11) en su
Oráculo contra Damasco. Su culto se introdujo en el mismo templo de Jerusalén, según
el profeta Ezequiel (8.14) que vio a la entrada del santuario dos mujeres llorando a
Tammuz, el dios babilonio llamado Adonis por los griegos. En Atenas en el siglo V a.C.
las mujeres celebraban ya estos rituales fúnebres con ofrendas de frutas, y colocaban los
Jardines de Adonis sobre los tejados, donde lloraban la muerte del amante de Afrodita,
y danzaban (Arist, Lys. 387-398). Estas fiestas las menciona en Grecia por primera vez
el comediógrafo ático Aristófanes en el año 421 a.C., y afirma que no estaban bien visa.C., o el genio humano con cabeza de pájaro del Fuerte de Salmanasar III, de la misma fecha, etc. Ver
también la obra de K. Bittel, Los hititas, Madrid 1976, 249, lám. 282; 266, lám. 302; 279, lám. 318.
12
M. Almagro Gorbea, "Pozo Moro", 203-204, lám. 26; J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas,
30-31, fig. 7.
13
St. Steingräber (ed.), Catalogo ragionato della Pittura etrusca, Milán 1984, 157, 158-160 y 354.
14
M. Almagro, La necrópolis de Ampurias, Madrid 1952, 300-301, fig. 259.
15
Incluso para los trabajos de Melqart este autor describe cierto componente fenicio: Ju. B. Tsirkin, "The
Labours, Death and Resurrection of Melqart as depicted on the Gates on the Gades' Heracleion, RSF
IX.1, 21-27. J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 20-24.
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6
José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
tas. Una obra dedicada a estas fiestas llamada las Adoniazousai se ha perdido. Algunos
fragmento de vasos griegos, procedentes de Argos, en el Louvre, y una hydria del pintor
de Meidias representan gráficamente estas fiestas, lo que indica que eran populares. Las
fiestas en Atenas se celebraban a finales del mes de julio, igual que en Hispalis, donde
pervivían también otros elementos del festival fúnebre documentados en Atenas como
son: la exclusiva participación femenina, la plantación de los Jardines de Adonis, las
lamentaciones, la danza y la fecha aproximada. El poeta ático de la Comedia Nueva,
Menandro, en la Samia, describe las fiestas, tal como se celebraban aún en Atenas. La
fiesta resultaba, según este autor ateniense, muy divertida. Las fiestas se celebraban con
la participación de las mujeres en el campo, que subían al tejado de las casas donde se
plantaban en los tiestos una flores de corta vida, bailaban y prolongaban la [-53→54-]
celebración durante toda la noche. Los mismos datos debían figurar en la obra de Filípides, también perdida, y en las cartas de las cortesanas de Alcifrón, autor que menciona
un banquete sagrado del que no hay huella en el Breviario de Évora. Este banquete se
celebraba en las Adonías de Dura Europos, junto al Eúfrates, donde han sido excavadas
varias salas de banquetes.
La imagen de Adonis, citada por Licofrón, debía ser similar a las varias que se conservan, halladas en Damasco, en Durostorum, o sobre una pelike del Museo Nacional
de Nápoles. Adonis, en todas estas obras, está tendido sobre un lecho que es a la vez
nupcial y mortuorio, según cuenta Bión. En Hispalis, según la acertada interpretación de
Bendala, la imagen del dios debía ser un monolito sin ojos, que es un tipo de imagen
muy primitiva. Afrodita estaba representada por una estatua. Menandro en las Adonías
alude, al igual que Aristófanes, a la vistosidad de la fiesta, al bullicio de las mujeres, a
las danzas, y al hecho que se trate de un ritual importado que se realiza en los tejados. El
rito, que es nocturno, se alargaba durante varias jornadas, igual que en Hispalis, donde
la procesión estaba encabezada por el gobernador de la provincia, dato no consignado
en otras fuentes. Teócrito en su obra Las Siracusanas afirma que con ocasión de la celebración del ritual en Alejandría se hacía una competición de cantos fúnebres en honor
de Adonis. Uno de los conservados es un epitafio de Bión. Una cantante que había obtenido el premio del certamen el año anterior interpretó un himno en honor de Adonis,
que es una composición erudita. Teócrito alude a la procesión que trasladaba la imagen
al mar. En Hispalis la llevaban las devotas a los Montes Marianos, con los pies descalzos, en señal de duelo. Otros signos externos de dolor son los citados por Teócrito: llevar el pelo suelto, el vestido sin ceñir, los pechos al aire, y cantar mientras se va caminando. Teócrito y Bión aluden a una fórmula ritual que pronunciaban las devotas, de la
que no hay constancia en Hispalis.
En Grecia y en Alejandría las operaciones preliminares al ritual comprendían: la
preparación de los Jardines de Adonis, aludidos en el Breviario de Évora, del lecho de
Adonis, la vigilancia fúnebre del primer día, un banquete, las lamentaciones rituales (no
citadas en el Breviario de Évora, donde se menciona, en cambio, una colecta, desconocida en otras fuentes). El segundo día se celebraba la procesión, igual que en Hispalis,
con la imagen de Adonis.
Luciano de Samosata ha descrito las Adonías del modo que se celebraban en Biblos
en el siglo II. El ritual ofrece puntos de contacto con los datos de Híspalis. Las manifestaciones de duelo recorrían las calles de la ciudad siria, y la procesión tenía lugar al
aire libre, exactamente igual que en Hispalis. El satírico sirio puntualiza que las devotas
«se golpean cada año, se lamentan, realizan sagradas ceremonias, y manifiestan gran
duelo por los campos vecinos». Luciano menciona el rito de raparse la cabeza las muje© José María Blázquez Martínez
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7
res o la sustitución de esta práctica por el ejercicio de la prostitución. Luciano menciona
expresamente la resurrección de Adonis, citado por el gran teólogo alejandrino Orígenes
(PG. 13,8; 800) hacia el año 240, y por Cirilo de Alejandría en torno al 440 (PG. 70, c.
440). De esta creencia no hay huellas en Hispalis. Se ha pensado que la resurrección de
Adonis se debe a influjo cristiano. Teócrito afirmaba que Adonis vuelve a la tierra y que
tornaba al infierno. Macrobio (Saturn. 1.21.3), cuyo testimonio remonta a Porfirio,
muerto en el año 303 d.C. y acérrimo enemigo del cristianismo, escribe que Adonis estaba detenido en los infiernos por Proserpina, y después era devuelto a la diosa. Un
himno órfico compuesto en honor de Adonis cita su estancia en las tinieblas tárticas y su
regreso al Olimpo.
A finales del siglo IV o comienzos del siguiente, en Belén se celebraba el ritual de
Adonis, en la gruta donde según la leyenda nació Jesús (Hier. PL. 25, c. 85).
La celebración de las Adonías se mantuvieron hasta el final de la Antigüedad.
Cuando el emperador Juliano visitó Antioquía en el año 363, la capital de Siria estaba
celebrando las Adonías, donde al menos con seguridad pervivieron un siglo más, según
testimonio de Procopio de Gaza (PL. 87,2, c. 2140).
Lo esencial del mito consiste en expresar la muerte y resurrección de la vegetación. En
Sidón y en Cartago una deidad con las funciones de Adonis era el dios Eshmún. [-54→55-]
Según el Breviario de Évora mientras Justa y Rufina vendían sus cerámicas en el
mercado de Hispalis, las devotas hacían colectas por las calles con la estatua de Salambó, danzando alrededor de ella. Pedían un tiesto para plantar los Jardines de Adonis.
Las devotas seguían la procesión descalzas hasta los Montes Marianos 16.
Nada tiene de extraño la pervivencia de unos rituales durante tantos siglos. Lo
mismo sucedió con los celebrados en el Heracleion gaditano 17 que eran todavía básicamente fenicios en el siglo I cuando los describió Silio Itálico.
Castulo, ciudad muy proclive a favorecer a los cartagineses (Liv. 24.41) acuñó monedas con la cabeza de Adonis, lo cual indica que su culto se practicaba en la ciudad 18.
MELQART
Melqart es el gran dios de Tiro (Hdt. 2.44), que contaba con un templo en Cartago
(CIS I, 264), y cuyo culto llevaron los fenicios a Cádiz (Str. 3.5-7; Mel. 3.46) y a Lixus
(Plin. 19.63); contó con varias islas consagradas a él. Una se situaba cerca de Carthago
Nova (Str. 3.4.7), otra junto a Huelva (Str. 3.5.5), que serían simples recintos al aire libre. En los primeros momentos de la colonización fenicia Melqart desempeñó un papel
importante ya que se le consultaba acerca del emplazamiento más propicio para las colonias (Str. 3.5.5). Melqart, Astarté y Baal Hammón forman la gran triada del panteón
fenicio, los tres bien conocidos en Occidente.
ASTARTÉ
En la Península ibérica se conservan varias imágenes de esta diosa 19, que era la
principal divinidad femenina de los fenicios, contra cuyo culto arremetieron los grandes
16
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 48-55; Id., Historia de la España Antigua, I. Protohistoria, Madrid 1983, 520-525.
17
J.M. Blázquez, Imagen y Mito, Estudios sobre religiones mediterráneas e ibéricas, Madrid 1977, 17-28.
18
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 145.
19
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas. 37-48; Id., Historia del Arte Hispánico. 1.1 La Antigüedad, Madrid 1978, 204-208; E. Akurgal, Griechische und römische Kunst in der Türkei, Munich 1987,
60-67, figs. 35-37; 39-42 (grifos y leones); 56-57, figs. 35-42 (grifos), para los prototipos de los calde© José María Blázquez Martínez
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profetas de Israel, creadores del monoteísmo judío (Jue. 2.13; 10.6; 1Sam. 74.4; 12.10).
Astarté es mencionada en las Sagradas Escrituras junto a Baal (1Re. 11.5.33; 2Re.
13.13; Jue. 2.11; 3.7; 6.25; 6.30; 9.4; 10.6; 1Sam. 7.3; 1Re. 16.31; 18.19; 19.18; 22.54;
2Re. 10.18-20; 17,26; 2Par. 21.6; 23.17; 28.4; 34.4; Os. 13.1; Sof. 1.4).
La imagen más antigua de diosa fenicia es el anillo sello, ya citado, de Vélez Málaga, que representa a Astarté-Anat. La diosa colocada de frente se asienta sobre un
león. A continuación vienen dos personas vistas de perfil que levantan un ibis por una
de sus patas traseras. El segundo personaje es un demonio con cabeza de animal. Detrás
de esta última figura vuela un pato. Debajo está tumbado un cuervo, atributo de la diosa.
La diosa desnuda es la Qadesh, que sigue el tipo de las 18 representaciones que se conocen de ella en tiempos de Ramsés III (1195-1164). Es la diosa Qudshu-Astarté-Anat.
Es una pieza importada que sirvió posiblemente de amuleto. [-55→56-]
Un borde de caldero hallado en Castulo, del siglo VI a.C., va decorado con tres
(otras varias no se han conservado) imágenes de Astartés rodeadas de flores de loto y
acompañado de caballos. Este caldero está con toda probabilidad fabricado en Occidente, quizá en un taller de Cádiz. Tampoco se puede descartar que lo fuera en Castulo.
El prototipo es del norte de Siria. Recientemente se ha propuesto que las Astartés pertenecen a un thymiaterion. Tal corno aparecieron no se puede dudar que decoraban el
borde de un caldero, del que se conserva un fragmento del borde, donde iban caballos.
La restauración ha prescindido de estos dos elementos. Dos asas que se recogieron con
las Astartés posiblemente pertenecieron al caldero, pues aparecieron junto a él.
Probablemente son imágenes de Astartés las varias de thymiaterion de Villagarcía
de la Torre, que llevan la flor de loto, atributo de Astarté, y la del thymiaterion de La
Quéjola, del siglo VI-V a.C., con la paloma, igualmente símbolo de la fecundidad. Se
trata de Astarté como señora de los caballos, tal como aparece en varios grabados de
Menfis, desnuda, montando un caballo y con inscripción jeroglífica, por lo que no se
puede dudar de que se trata de esta dios, que es de sexo ambiguo, pues a veces es varón.
La vinculación de Astarté con el caballo aparece en una placa de Iconion y en los cuatro
frontales de caballo de la tumba 79 de Salamina de Chipre, del sigo VIII a.C. Otros frontales de caballo con la diosa desnuda, probable imagen de Astarté, han aparecido en Samos, en Tell Tainat, y dos en Mileto. Un texto de Ugarit menciona el caballo de Astarté.
El Museo de Israel de Jerusalem exhibe una placa de oro, de forma rectangular, del
siglo XIII a.C., con una dama desnuda de pie sobre un caballo, y con flores de loto en su
mano. Muy probablemente se trata de una imagen de Astarté. Sólo conocemos otra
imagen de Astarté desnuda sobre un caballo, del [-56→57-] tipo de las numerosas de
Menfis estudiadas por Leclant. La zona donde apareció este caldero corresponde a una
necrópolis, que confiere a estas Astarté carácter funerario. Posiblemente estaba depositado en una tumba, al igual que varios de los etruscos hallados en Banditella en la
Tumba Barberini, en Palestrina. El prototipo de este tipo de calderos viene del norte de
Siria, zona productora de calderos con figuras de prótomos de toro, de sirenas, de leones, de grifos y de serpientes.
Astarté como señora de los caballos es típica de zonas marginales del mundo fenicio como Egipto o el Mediterráneo occidental, donde pervivió el culto a esta diosa vinros de Castulo con Astartés. Calderos similares han aparecido en Delfos, Olimpia, Etruria, y en Salamina de Chipre (V. Karageorghis, Ancient Cyprus. 7000 Years of Art and Archaeology, Londres 1981,
132-133). En Etruria los ejemplares importados proceden de las dos tumbas principales de Palestrina y de
la Tomba del Circulo dei Lebeti de Vetulonia, y una imitación de la Tumba Regolini Galassi, de la
segunda mitad del siglo VII a.C. (M. Spencer, G. Bartoloni, Etruschi. L'Arte, Milán 1983, 87, láms. 30-31.
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culada a los caballos, como se verá más adelante. Una divinidad protectora de los caballos tiene muchas probabilidades de éxito en un país en los que estos animales abundaban, como afirma Estrabón (3.4.15). Entre los pueblos de la Hispania prerromana recibían devotos dos santuarios, El Cigarralejo y Pinos Puente, cuyos exvotos son équidos.
Las representaciones de caballos en la cerámica ibérica levantina son numerosas. Una
Astarté entre prótomos de caballos adorna una fíbula del Museo Provincial de Jaén. Se
conocen otras imágenes de Astarté: una placa de bronce de Castulo va adornada con una
cabeza de Astarté, con peinado de la diosa egipcia Hathor, como es frecuente.
Una imagen de Astarté importada del Oriente, y que recibió culto en su santuario es
la hallada en El Carambolo (Sevilla), que se ha fechado entre los siglos VIII-VI a.C. y
que lleva en la peana la inscripción fenicia más antigua de Occidente, que dice:
«Ofrenda que ha hecho Baaljatón, hijo de Dommelek, nigromante de Astarté, en agradecimiento a Astarté-Ur, por haber escuchado la voz de su plegaria». Ur parece ser la
referencia a una cueva. Esta Astarté se debe fechar entre la mitad del siglo VIII y los
comienzos del siglo VII a.C. y procedería de un santuario de esta diosa en el Oriente
(Tiro, Sidón, Sarepta u otro) 20. [-57→58-] La diosa aparece sentada, desnuda, y posiblemente en su mano, hoy perdida, sostenía un cuenco, tal como aparece en marfiles y páteras fenicias. Es la misma postura de la diosa Baalat de Biblos, con la inscripción de
época persa de Yehawmilt. La diosa de El Carambolo recibió culto de los indígenas durante siglos, posiblemente en el santuario colocado en lo alto del cerro. Es la diosa de la
fecundidad cananea, señora de los astros, de la guerra, del amor y de la fecundidad en
sus más variados aspectos. Se la cita en documentos de Ugarit. Los judíos la llamaron
Ashtoreh y la confundían con Asherat, pero los textos cananeos diferencian ambas diosas. Las Sagradas Escrituras se refieren a ella (1Re. 11.5.33; 2Re. 23.13) como diosa de
los sidonios. El profeta Jeremías (7.18; 44.17 ss.), a mediados del siglo VII a.C., describe bien su ritual y la llama reina del cielo. El ritual consistía en ofrendas de tortas de
harina, en libaciones de líquidos, y en la quema de incienso en su honor. Era también
diosa de la guerra y en sus templos se consagraban las armas tomadas a los enemigos
(1Sm. 31.10), pero de este ritual no hay indicios en los santuarios ibéricos, quizás por no
estar consagrados a Astarté. Su culto se vinculaba con ia prostitución sagrada, de la que
seguramente hay un testimonio en una ventana procedente de Castulo 21. La prostitución
sagrada es un ritual muy extendido por Oriente, según Heródoto (1.199). Fue practicado
en Israel (2Re. 9.21-22; 23.7). Se documenta en los templos de Afrodita en Erice, de
Sicca Veneria, en Chipre, en Cartago, y en Pyrgi. Se la ofrecían los cabellos como sustitución del ritual de la prostitución, rito que no estaba mal visto. Lo practicaban las damas de los estratos más altos de la sociedad.
En una tumba de Galera (Granada), la antigua Tutugi, seguramente de carácter
principesco, se encontró una figurilla de alabastro fechada en la segunda mitad del siglo
VII a.C. Es obra procedente del norte de Siria. Representa a una dama que viste larga
túnica de pliegues verticales, entronizada entre dos esfinges tumbadas. La diosa cubre
su cabeza con la doble tiara egipcia. Un velo desciende por la espalda. La dama sostiene
en sus brazos, apoyados sobre las rodillas, un recipiente cilindrico, con dos rollos perforados en el centro, que deben ser las asas. Los pechos, que están horadados, se apoyan
en el borde del cuenco. El líquido vertido por lo alto de la cabeza se vertía en el cuenco
a través de los senos. La cara es muy parecida a los rostros de dama de los tridracmas.
20
21
C. Bonnet, Astarté, Roma 1996, pp. 128-131, para la interpretación de la inscripción.
M.R. Lucas, E. Ruano, "Sobre la arquitectura ibérica de Castulo (Jaén). Reconstrucción de una fachada
monumental" AEspA. 63, 1990, 43-47.
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Las diosas con los pechos perforados están bien atestiguadas en Mari, 2040-1870 a.C., y
en el Egeo. La diosa de Galera es Astarté como señora de la fecundidad humana. Es la
misma, desnuda y en pie, entre esfinges de un colmillo de elefante de Ugarit. Diosas entronizadas, entre esfinges, están bien documentadas en el mundo semita (Haghia Eirene,
Solunto) y en los llamados «tronos de Astarté» de Fenicia, aquí sin imagen de la diosa. En
los escarabeos fenicios frecuentemente se representan diosas o dioses entronizados entre
esfinges. La figura de Galera recibió culto, sin duda, de los iberos, o mejor de algunos reyezuelos, y cuando se la depositó en una tumba principesca debido a su carácter de diosa
funeraria debió haber recibido veneración entre los indígenas durante varios siglos.
En la provincia de Sevilla se recogió un bocado de caballo que representa un busto
de Astarté con los brazos extendidos, con flores de loto estilizadas en las manos y una
barca formada por aves. Este bronce se fecha en el siglo VI a.C. y confirma la vinculación que esta diosa tiene con los caballos en Occidente. Probablemente tendría un carácter apotropaico. Es el prototipo de otro bocado de caballo hallado en Cancho Roano
(Zalamea de la Serena, Badajoz), fechado en el siglo IV a.C., que es la imagen de un
despothes hippon, bicéfalo, esculpido en relieve entre caballos a los que nos referiremos
luego. Debido a la ambigüedad de Astarté en su sexo en los grabados de Menfis, posiblemente es la misma deidad de Sevilla y con el mismo carácter. [-58→59→60-]
Una cabecita de Astarté con el peinado de Hathor decora un braserillo de carácter funerario, del siglo VI a.C., hallado en una tumba indígena de la Ría de Huelva. Se parece
mucho a las Astarté de Castulo. Aquí es una diosa funeraria, igual que las Astartés de Galera, de Castulo y probablemente la de Medellín y de Pozo Moro. En este relieve la diosa
está sentada en una silla de tijera, peinada como Hathor, con flores de loto en sus manos y
tres alas a cada lado sobre cuyos bordes descansan pájaros. Astarté tiene en este relieve el
papel de diosa de los muertos, como indica el propio monumento donde el relieve está
empotrado: una tumba. Los artesanos que esculpieron estos relieves probablemente procedían de Fenicia o del norte de Siria, donde en el arte neohitita se hacían relieves planos.
Una pequeña placa de marfil encontrada en Medellín por M. Almagro Gorbea va
decorada con una imagen de diosa con tres pares de alas a cada lado superpuestas, y un
disco en el centro, según modelo de los Bronces de El Berrueco. Posiblemente Astarté
en esta pieza tenga sentido funerario por haber aparecido en una necrópolis, pero debió
ser trabajada en algún taller de labra de marfil del sur, quizá asentado en las proximidades de Carmona.
Los Bronces de El Berrueco (Salamanca) son cuatro. Uno de ellos se ha hallado en
Cádiz, y prueba que esta ciudad era el lugar de fabricación de los mismos. El lugar del
hallazgo está próximo a las fuentes del Tormes. En todos ellos se representa la misma
diosa, Astarté, con peinado de Hathor, cuatro pares de alas, y rodeada de flores de loto.
Sobre el cuerpo hay un disco con rayos, adornado en dos lados por una flor de loto, entre las piernas de la diosa hay un apéndice triangular, que relacionaría esta imagen con
representaciones arcaicas de Melissa, del siglo VII a.C. En un vaso etrusco de figuras
negras fechado entre los años 520-510 a.C. se pintó una dama con disco solar sobre el
cuerpo, y con cuatro alas. La diosa de El Berrueco es la misma, con flores de loto en las
manos y disco sobre el pecho, como en los marfiles del Fuerte de Salmanasar en Nimrud, y de las monedas de Biblos y Malos, acuñadas entre los años 525-385 a.C. Las tres
diosas saliendo de un disco alado de Nimrud posiblemente tienen su origen en la mitología siria o cananea, de donde pasan a Asiria y a Babilonia. Las placas de El Berrueco
probablemente fueron objeto de culto que se propagó entre las poblaciones vecinas,
como prueban la tosca pieza de Hoyo de las Calzadillas, con figura tetráptera con disco
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sobre el vientre y las manos sobre la cabeza. Serían llevadas por buhoneros, y la de
Hoyo de las Calzadillas es de fabricación local.
En una moneda de Castulo de comienzos de la época helenística se representa una
dama sobre un toro corriendo. En opinión de G. López Monteagudo se trata de una imagen de Astarté, diosa vinculada al toro. [-60→61-]
En el Génesis (14.5) se la llama «Astarté de los dos cuernos». En el museo de
Alepo un relieve representa a Astarté con una cabeza de toro encima de ella. En una
moneda de Sidón, de tiempos de Heliogábalo, se representa a Astarté sobre un toro. G.
López Monteagudo y M.P. San Nicolás han estudiado la distribución de los testimonios
de Astarté Europa en la Península Ibérica. Catalogan 32 documentos de todo tipo vinculados con Astarté. La mayoría de ellos han sido encontrados en la mitad sur peninsular: cuatro entre el Tajo y el Guadiana, y otros cuatro entre los ríos Duero y Tajo; uno en
Sagunto. Los yacimientos coinciden con zonas de directa influencia o conexión con los
asentamientos fenicios del sur.
LUGARES DE CULTO A ASTARTÉ
Gran cantidad de accidentes geográficos de Occidente estaban consagrados a la
Venus Marina (OM. 58, 437, 444), o Noctiluca (OM. 429), interpretación romana de la
Astarté fenicia, como el Cabo Higuer, el de Trafalgar (Mel. 2.96; OM. 322), el de Gata,
el de Baria, la «isla de la luna» frente a Málaga o la isla de San Sebastián (Plin. 120),
donde Astarté tuvo consagrada una gruta con oráculo y un templo (OM. 315-317). Este
oráculo sería el que profetizó a César en el año 68 a.C. su futura grandeza, interpretando
favorablemente su sueño incestuoso (Plut. Caes, 7; Dio Cass. fr.37.52). En Israel el
culto a Astarté tenía sus profetas (1Re. 18.19). La existencia de una cueva vinculada con
Astarté está confirmada por la ya citada inscripción de El Carambolo. Un santuario consagrado a Astarté se construyó en el cabo oriental de los Pirineos, en Port Vendrés (Mel.
2.84; Plin. 3.24; Ptol. 2.6.11; Str. 3.19).
El santuario de Fósforo a que se refiere Estrabón (3.1.9) llamado Lux Divina estaba
dedicado a Astarté, es decir, al planeta Venus. Posiblemente se localiza en Sanlúcar de
Barrameda (Cádiz), donde se ha encontrado un santuario.
Todos estos lugares de culto, al aire libre, serían visitados por los navegantes fenicios que recorrían la costa. El Deuteronomio (12.2-4) describe un santuario cananeo y
menciona los altos montes, los collados, un árbol frondoso, los altares, los cipos, las
aseras y las imágenes talladas. Parecidos serían los lugares de culto fenicios en Occidente. Plinio (4.120) conserva los nombres que los diferentes autores dan a esta diosa de
la fecundidad. Éforo y Filístides la llaman Erithrea, Timeo y Sileno la llaman Afrodisias, y los indígenas Juno, es decir, Tanit o Astarté 22. Una diosa de la fecundidad como
Astarté encaja muy bien en la mentalidad de las poblaciones iberas que en el segundo
milenio tributaban culto a una gran diosa con las mismas características 23.
22
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 37-48, figs. 14-24; Id., Diccionario de las religiones prerromanas de España, Madrid 1977; Id., "El legado fenicio en la formación de la religión ibera", en I
Fenici, ieri, oggi, domani, 107-117; Id., Religiones en la España Antigua, Madrid 1991, 29-81; Id., "El
legado cartaginés a la Hispania Romana", Actes du IIIe Congrès International des études phéniciennes
et puniques. I, Túnez 1995, 150-164; M.C. Marín, "Documentos pour l'étude de la religión phénico-púnique dans la Péninsule Ibérique: Astarté" Actes du deuxième Congrès international d'études de la Méditerranée occidentale II, Argel 1978, 21 ss.; G. López Monteagudo, M.P. SaN Nicolás, Astarté-Europa
en la Península Ibérica. Un ejemplo de interpretatio romana, en Complutum, extra 6(1), 1996, 451-470.
23
M.J. Almagro, Los ídolos del Bronce Hispano, Madrid 1973; J.M. Blázquez, "The Early Bronze Age
idols of Iberia: Origins and Chronology" Journal of Prehistoric Religion VI, 1992, 6-14.
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ÍDOLO-BOTELLA
Este tipo de ídolo es frecuente en las estelas púnicas (Cartago, Mothia, Nora, etc.) y
fenicias (Alzio) 24, pero es desconocido en Occidente. Muy probablemente se encuentra
en una placa de oro del tesoro de Serradilla, fechada a finales del siglo VI a.C. Indicaría
la penetración de la imaginería religiosa fenicia entre los pueblos del interior, al igual
que los bronces de El Berrueco y el marfil de Medellín. [-61→62-]
DIOSES MASCULINOS
Hadad era el dios cananeo de la tormenta identificado por los griegos con Zeus, que
lleva rayos en las manos. El dios monta un toro en relieves de Jekke, del siglo VIII-VII
a.C.; de Arslan Tash, de época de Tiglat-Pileser III (744-727), y de los dos relieves de
Til-Barsib, de los siglos XII-XI a.C. Se ha supuesto que es el mismo dios guerrero de
Medina de las Torres (Badajoz), con lanza, vestido con túnica corta. No parece que tuviese gran aceptación entre los indígenas 25.
BES
Bes es una divinidad egipcia menor, una especie de genio es un enano patizambo
con enorme cabeza y gesto arisco que a partir de la Dinastía XVIII, hacia el 1380 a.C.,
se convierte en uno de los espíritus protectores del hogar, especialmente del ámbito de
la mujer, pues ampara la concepción, el embarazo, el alumbramiento y el postparto. Por
ese motivo sus imágenes tenían cabida en los santuarios de las diosas Hathor e Isis. Su
imagen se difundió en amuletos por todo el Mediterráneo, de uno a otro extremo. Tuvo
especial aceptación entre los fenicios y cartagineses, que llevaron su culto a Ibiza,
donde se conservan imágenes de este genio en cuentas de vidrio y terracotas. Aparece
también en amuletos del Cortijo de Évora y en urnas de alabastro de Sexi (Almuñécar,
Granada), pero son piezas de importación.
BAAL HAMMÓN
Era un dios muy querido por los navegantes fenicios, como indica el hecho que tuviera varios cabos consagrados a él en las costas del Mediterráneo Occidental, como el
de Palos (OM. 452), que Plinio confirma estar dedicado a Saturno, o sea, a Baal Hammón; de Segres (OM. 215-216); de San Vicente (Str. 2.3.1.4; Mel. 3.7; Plin. 2.242; Ptol.
2.5.2), y una isla también consagrada a su nombre, que es la de Berlanga (OM. 164165). Es interesante el ritual que se celebraba en el Cabo de San Vicente, descrito por
Estrabón. No había templo, ni altares; sería un lugar sagrado al aire libre. El ritual consistía en cambiar las piedras, agrupadas en número de tres o cuatro, ofrecer una libación
y volverlas a su postura primitiva. No se podían ofrecer sacrificios, ni pernoctar en el
lugar. Este mismo reglamento aparece en los santuarios cananeos y en el de Monte
Carmelo (Tac. Hist 2.78). Las libaciones de agua son poco frecuentes. Las menciona en
el siglo IX a.C. el libro 1Re (18.33.35) con motivo de la contienda entre Elías y los sacerdotes de Baal, y en el siglo II formaban parte del ritual del templo de Atargatis en
Hierápolis, según Luciano de Samosata (De Dea Syria, 10 ss.; 28 ss.}, que es la diosa
que aparece posiblemente en un mosaico de Carthago Nova. Las piedras se considera24
S. Moscati, I Fenici e Cartagine, Turín 1972, 300, 314-315, 320; Id., Les dernières phéniciens. L'art de
la Sardaigne, Milán 1988, 106, lám. 46.
25
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 57-61, fig. 25.
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13
ban la morada de los dioses (Gn. 28.17); recordaban una teofanía, y por eso Jacob las
roció con aceite (Gn. 28.18). Son signo de la presencia divina y por tanto objeto de
culto, como señala Estrabón. En Israel eran símbolos de Baal (Ex. 34.13; Dt. 7.5; 12.3;
Os. 10.7; Miq. 5.12). El cabo de San Vicente debió ser especialmente venerado por los
navegantes fenicios habida cuenta de las dificultades de circunnavegarlo; pero no por
las poblaciones indígenas 26. Todos estos cabos que eran lugares de culto consagrados a
Astarté, a Melqart y a Baal Hammón no debieron ser frecuentados por los indígenas,
salvo el ubicado en Sanlúcar de Barrameda.
La Ora Marítima (OM. 259-261) menciona el Mons Cassius a Baal Safón, conocido en los textos ugaríticos y en las Sagradas Escrituras (Ex. 14.9) 27. Según M.C. Marín Ceballos en el Cabo de Palos quizás hubo un santuario de Zeus Kassios, es decir, el
Baal Sapon de Ugarit, lo cual es muy probable 28. [-62→63-]
RESHEF
De este dios fenicio han aparecido varios bronces en la Península Ibérica: Huelva,
Cádiz y Sevilla. A. Blanco, M.C. Marín, F. Presedo y F. Álvarez-Ossorio consideran
que son piezas importadas. M. Almagro Basch, al contrario, considera que son producidos en la Península Ibérica. En tal caso debieron serlo en Cádiz, si no todos, sí algunos,
en opinión de A.M. Bisi y de G. Nicolini.
El dios Reshef ya está mencionado en los textos de Mari y de Ugarit. En relieves
egipcios del Imperio Nuevo (1550-1090) aparece como guerrero armado de escudo,
lanza y hacha, tocado con una corona. Sus funciones le hacían fácilmente asimilable
para las poblaciones indígenas que estaban continuamente en pie de guerra (Str. 3.4.5).
Fechadas en los siglos XIX-XVIII a.C. se conocen varias imágenes de Reshef en estatuas del Valle de la Bekaa. Una inscripción de Es Cuyram le menciona junto con Melqart, igual que en Chipre. Según M. Almagro Basch recibió culto en el Heracleion gaditano (Philost. Vit. Apoll. 5.5; Mel. 3.46). Este autor propuso que el dios Reshef estaba
representado en algunas figuras del santuario ibérico de Despeñaperros. Aunque ello
fuera así, no parece que su culto se extendiera especialmente entre las poblaciones indígenas. Sus bronces han aparecido en colonias fenicias, como Cádiz, o en poblados que
debían tener un fuerte substrato fenicio, como Hispalis o Huelva 29. Quizá estas imágenes de Reshef corresponden a Melqart.
Las imágenes de dioses fenicios son realmente escasas lo que denota que su culto
no fue muy popular entre las gentes nativas.
SANTUARIOS FENICIOS
En Castulo, importante centro minero del Alto Guadalquivir, se ha descubierto un
santuario del tipo de los fenicios del Oriente. El edificio sufrió sucesivas destrucciones
y transformaciones. Consta de varias habitaciones adyacentes, de las que quedan bien
claras un patio, una fosa ritual, una rampa y la estancia, a la que daba acceso, cuyo aislamiento podría indicar asimismo una intención ritual. El depósito ritual contenía trozos
de huesos, cerámicas rotas in situ, y abundantes cenizas. En un ángulo había una cocina
al aire libre. Todos estos elementos recuerdan la descripción bíblica del santuario de
26
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 63-65.
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 65.
28
M.C. Marín Ceballos, "III. La religión fenicio-púnica en España (1980-1993), HA 18, 1994, 541.
29
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 55-57. Sobre Melqart: C. Bonnet, Cultes et mythes de
l'Héraclès tyrien en Méditerranée, Lovaina 1988.
27
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
Silo (1Sm. 1.1- 19; 2.11-17), en el que aparecen tres familias israelitas cocinando en el
mismo recinto sagrado las carnes que luego ofrecen a la divinidad, compartiéndolas con
los asistentes y los sacerdotes en un banquete sagrado. El suelo está empedrado con un
mosaico de guijarros de decoración ajedrezada en blanco y negro. Sobre este pavimentos se recogieron gran cantidad de escorias de fundición, unos lingotes diminutos de
forma romboidal y una gran tinaja con picos de minero en su interior. Junto al altar se
halló parte de la terracota de un toro. El ritual del bothros consistía en romper las cerámicas de mejor calidad contra el suelo, desconociéndose el contenido de los vasos, líquidos o plantas. La fecha del santuario comprende los siglos VII-VI a.C., comenzando
a ser frecuentado posiblemente desde finales del siglo VIII a.C. que es cuando se datan
las entradas empedradas con guijarros de color oscuro. La técnica de los mosaicos de
guijarros la importaron los fenicios del Oriente. Durante siglos se le realizan en conjuntos sagrados, templos y tumbas, como en las necrópolis castulonenses de Baños de la
Muela, del Estacar de Robarinas, de Pozo Moro, de Castellones de Ceal (Jaén). En la
Colina de los Quemados (Córdoba) aparecen estos mosaicos de guijarros adosados a casas, pero son una excepción. En el Mediterráneo Oriental estos mosaicos han aparecido
en Atenas, Olinto (entre los años 432 y 348 a.C.), Pella, etc.; en Sición y Mothia, en el
Mediterráneo central, y en Asia: en Gordión antes de finales del siglo VIII a.C. También
en Arslan Tash, Altitepe, Tell Basir, etc. [-63→64-]
No se detecta semejanza entre este santuario de Castulo y los de Despeñaperros. La
presencia de gran cantidad de escorias, de los picos de minero, y los lingotes diminutos,
parecen indicar alguna vinculación del santuario con las explotaciones mineras, exactamente igual que en los santuarios de Chipre, donde las explotaciones mineras eran monopolios de los santuarios. Posiblemente los lingotes diminutos son votivos, y quizá
también las escorias y las herramientas de los mineros, ignorándose a qué dios están dedicadas estas ofrendas, pero debía estar relacionado con el mineral o la profesión de minero, como en Chipre, donde en un santuario del siglo XII a.C. en Enkomi, se ha
hallado una estatuilla de bronce de un varón con barba, con la cabeza cubierta con casco
de cuernos, con lanza y escudo circular, sobre un lingote. Posiblemente se trata de un
dios protector de las minas equiparable funcionalmente a Apolo, Heracles o Alesiotas.
Podría incluso tratarse de una diosa de las minas, pues una estatuilla femenina desnuda,
con las manos en la actitud frecuente de Astarté, hallada en Siria, pero de segura procedencia chipriota, se encuentra sobre un lingote. Su fecha es también el siglo XII a.C. 30.
En Enkomi han aparecido, al igual que en Castulo, pequeños lingotes votivos.
Señala V. Karageorghis que «such was the importance of the production and export of
copper for the economy of the island that the copper industry was put under the protection, and hence the control, of religion an the religious authorities». Señala el investigador chipriota que este fenómeno es bien conocido al final de la Edad del Bronce en
Timna, en el Sinaí, y en Kee en el Egeo. También es significativa la asociación de un
smiting-god con una diosa, que posiblemente se dio también en Castulo, al igual que en
la mitología griega entre Hefaistos y Afrodita. La conexión de la metalurgia con la religión es evidente en el santuario de Myrtou-Pigadles, en el templo de Afrodita en Palaepaphos, donde se han hallado escorias, al igual que en el santuario de Castulo, y en el
30
V. Karageorghis, Ancient Cyprus, 95, figs. 71-72; Id., Cyprus from the Stone Age to the Romans, Londres 1982, 103-109. Sobre la interpretación de estas dos figuras: L. Carless, "The identification of
Chypriot cult figures through cross-cultural compari-son: some problems", en E. Peltenburg (ed.), Early
Society in Cyprus, Edimburgo 1989, 127-139. Para Timna: B, Rothenberg, Timna Valley of the Biblical
Copper Mines, Londres 1972, con un templo consagrado a Hathor.
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
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santuario de Golgoi. En los templos 1 y 2 de Kitión no se han hallado imágenes de dioses, pero según V. Karageorghis es probable que el templo fuera visitado por devotos de
una diosa de la fertilidad. En el periodo fenicio fue reconstruido el santuario para el
culto de la diosa Astarté, que con seguridad era venerada en Castulo. En el sancta
sanctorum del templo 4 de Kitión se han recogido pipas de marfil que podrían haber
sido utilizadas para fumar opio. El thymiaterion de Castulo podría tener idéntica finalidad. La presencia de un toro en el santuario de Castulo sugiere que se le adorara como
ente divino. En el gran templo de Kitión han aparecido cráneos de toro y un vaso cilindrico con perforaciones para fumar opio. En el santuario de Gazi en Creta la diosa es
representada entre plantas de opio en sus cabellos. En cambio no han aparecido en Occidente máscaras como las de los santuarios de Kitión, templo de Apolo, de Hazor y de
Tell Qasile en Palestina. Una máscara de Castulo es dionisíaca.
La sola presencia del toro no es dato suficiente para identificar al dios principal de
Castulo. Este centro religioso no difiere mucho de los santuarios de tipo rural de Chipre,
que se mantuvieron activos hasta época helenística. No es un santuario frecuentado por
indígenas sino por fenicios, en función de las explotaciones mineras. Posiblemente,
como sugiere J. Alvar, y del mismo modo que en Oriente, el Heracleion gaditano funcionaba como Karum, es decir, mercado. En función de la obtención de metales de los
indígenas, Castulo debió estar poblada por fenicios, igual en la región de Carmona debió producirse una colonización agrícola. Sacerdotes del Heracleion gaditano visitaron
los santuarios de Despeñaperros, enclavados en la cuenca minera. Los santuarios se colocaban en determinados parajes donde se evidenciaba con mayor facilidad lo sagrado,
cuevas, montes, roca, fuentes, etc.
Un santuario parecido es la llamada Roca de los Sacrificios por G. Bonsor en El
Acebuchal, Carmona, que presenta semejanzas estructurales con el santuario de Castulo,
del que es coetáneo. Su excavador [-64→65-] descubrió recintos de indiscutible sentido
ritual. El conjunto de edificios se disponía en torno a un patio pavimentado con guijarros. La gran roca tenía adosada una construcción de planta rectangular rellena de cenizas, seguramente restos de las comidas rituales, de piedras quemadas, de hachas de piedra pulimentada, y de numerosos fragmentos de cerámica hecha a mano. Los estratos
superiores del conjunto de edificios y del recinto rectangular contenían cerámicas a
torno de tipo orientalizante, ánforas globulares, soportes trípodes, lucernas bicornes,
cuencos a mano pintados, fragmentos de retícula bruñida, y soportes en forma de carrete. G. Bonsor interpretó todo este material como una fosa ritual en la que se arrojan
los desechos de los banquetes rituales así como los recipientes utilizados en los mismos.
Podría también tratarse de un bothros de ofrendas como los de Castulo y El Carambolo.
La misma función ritual asignó G. Bonsor a un túmulo de Entremalo, en cuya cima se
superponían hasta tres fosas rectangulares, con el suelo pavimentados de guijarros, y
unas ofrendas semejantes a las descritas. Incluso G. Bonsor señala la existencia de varios túmulos formados del mismo modo, con idéntica funcionalidad ritual, en Alcaudete, Vientos y Parias. En el sur de Portugal un santuario de este tipo se conoce en el
siglo IV a.C. 31. Merece indicar que en este lugar sagrado existía una gran roca, dato
31
Estos santuarios del sur de la Península Ibérica, Castulo, El Carambolo, Carmona, etc., nada tienen que
ver con los santuarios del Cerro de los Santos, Torreparedones, y Ullastret (R. Castelo, "El templo situado en el Cerro de los Santos, Montealegre del Castillo", Verdolay 5, 1993, 79-87), ni con los griegos
(R.Hampe, E. Simon, E., Un millénaire de l'Art Grec, 1600-600, Friburgo 1980, 48-54, 63, 64; D. Robertson, Arquitectura Griega y Romana, Madrid 1981, 58-78). El santuario de La Encarnación en Caravaca acusa influencia itálica en las terracotas (S.F. Ramallo, "Terracotas arquitectónicas de la Encarnación (Caravaca de la Cruz, Murcia)" AEspA. 60, 1993, 70-78). Una síntesis de los santuarios ibéricos en
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
recogido por G. Bonsor. En la religión semita las rocas tenían un papel fundamental. Su
existencia puede indicar que se trate de un santuario fenicio, más frecuentado por los
colonos que por los indígenas, del mismo modo que los de Castulo o de El Cigarralejo,
o mixtos, frecuentados tanto por colonos como por gentes nativas.
Estos santuarios se asemejan a los santuarios estudiados, en número de 12, por P.
Faure, que estaban al servicio de pequeñas comunidades rurales, integradas por campesinos
y por obreros. El santuario de Athropolithou está próximo a un centro productor de metales, y de metalúrgicos, donde apareció una figura de toro, exactamente igual que en Castulo. En Chipre existen santuarios con las mismas característica, como ya se ha indicado.
El santuario de El Carambolo, al cual debió pertenecer la citada figurita de Astarté
con inscripción en el podio, es del tipo de Castulo, con un tipo de ofrendas cerámicas
similares, de mejor calidad que de las del resto del poblado. Estaba situado en un cerro.
El ritual cananeo se celebraba generalmente en lugares elevados (1Re. 11.7; 12.32;
14.23; 15.14; 22.44; 2Re. 15.35; 16.4; 19.9.11; 21.2; 23.5.9; 11.19-20). La diferencia
más notable consiste en que no hubo propiamente un edificio con paredes del tipo de las
del asentamiento fenicio de Toscanos y Castulo 32, sino que debió ser una cabaña, como
en la primitiva religión de Roma. Salvo el ritual de la rotura de las cerámicas y de su
contenido se ignoran todas las demás partes del culto. En este santuario debían oficiar sacerdotes y sacerdotisas, como parecen indicar los dos lotes de joyas del tesoro hallado en
este lugar. Las placas rectangulares son de origen sirio o fenicio. Coronas de este tipo son
la que cubre la cabeza de una figura de Nimrud en marfil, y la corona de la Walters Art
Gallery de Baltimore, obra siria de mediados del siglo VIII a.C. decorada con imágenes
de Astarté desnuda, con peluca egipcia como la Astarté de El Carambolo. [-65→66-]
En los santuarios de Despeñaperros (Jaén) 33, del Cerro de los Santos (Albacete) 34,
El Cigarralejo (Murcia) 35, Pinos Puente (Granada), Nuestra Señora de la Consolación 36,
etc., no hay elementos de influjo fenicio. Solamente alguna figurilla femenina desnuda
del tipo de la corona citada 37, según ha sido interpretada dicha dama: la diosa Uni, la
M.C. Fernández Castro: Iberia in Prehistory, Oxford 1995, 276-311. Sobre la religión tartésica, cf. J.M.
Blázquez, "El enigma de la religión tartésica" en J. Alvar y J.M. Blázquez (eds.), Los enigmas de Tarteso, 117-139; y en general sobre la religión fenicia en Occidente: J.M. Blázquez, "La religión de los
pueblos de la Hispania prerromana" Zephyrus XLIII, 1990, 223-230, 233. No podemos asegurar que los
edificios de La Illeta dels Banyets sean templos; quizás estaban relacionados con los depósitos de pesca
y de los hornos para la cerámica próximos. Sobre este yacimiento, M. Olcina (ed)., La Illeta dels Banyets (El Campillo, Alicante). Estudios de la Edad del Bronce y Época Ibérica, Alicante 1997.
32
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 76-89; J.M. Blázquez, J. Valiente, Castulo III, Madrid
1981; ID., Castulo V, Madrid 1985.
33
I. Calvo, J. Cabré, Excavaciones de la Cueva y Collado de los Jardines, Madrid 1917-1919; P. Cabañas, R. del Nido, R., "Prospecciones arqueológicas en el Collado de los Jardines de Despeñaperros,
BIEG 21, 1959, 103-117; C. Fernández Chicarro, "Avance sobre recientes prospecciones arqueológicas
en Castellar de Santisteban y Peal de Becerro", BIEG 13, 1957, 153-157; R. Lantier, J. Cabré, J., El
santuario ibérico de Castellón de Santisteban (Jaén), Madrid 1917; J.M. Blázquez, Religiones en la
España Antigua, 19-27; Id., Primitivas religiones ibéricas, 89-96.
34
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 96-99.
35
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 99-101; E. Cuadrado, Excavaciones en el santuario ibérico de El Cigarralejo (Mula, Murcia), Madrid 1950.
36
C. Mergelina, El santuario hispano de la Sierra de Murcia, Madrid 1926.
37
E. Akurgal, E., Orient et Occident, La naissance de l'art grec, París 1969, 158, 161, 178, lám. 42. En
varios pendientes de Ugarit se representaba ya una diosa de la fecundidad desnuda. Hacia el año 750
a.C., en el Dipylon de Atenas se depositó una imagen de diosa desnuda con polos en la cabeza (A.
Blanco, Arte griego, Madrid 1982, 40, fig. 20; P. Demargne, Nacimiento del arte griego, Madrid 1964,
292, figs. 380-381; K. Schefold, Die Griechen und ihre Nachbarn, Berlín 1967, 158, lám. 3).
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
17
Astarté de los etruscos, mencionada en la inscripción de Pyrgi como diosa de la fecundidad 38, aunque tal interpretación no es segura.
Las actitudes cultuales de los exvotos de bronce ibéricos 39 aparecen de forma similar en el Oriente 40, pero también en la religión etrusca arcaica 41, pero ello no es indicio
de su procedencia. Los vestidos de los exvotos ibéricos no son de tipo oriental. Unos
exvotos masculinos que llevan la cabeza tonsurada, los pies descalzos, largas túnicas,
con lanzas bajo las axilas, han sido interpretados como figuras de sacerdotes del Heracleion gaditano 42. Son figuras poco frecuentes. La presencia de un quernaperfumes en
Despeñaperros puede interpretarse corno un elemento de origen fenicio en el ritual de
los indígenas, pero sólo hay un ejemplar, lo que indica que no se generalizó en los santuarios ibéricos el uso de quemar perfumes o hierbas olorosas. Aunque no se detecta influjo fenicio en los santuarios ibéricos, la idea del exvoto en bronce pudo llegar a los
oretanos tras haber conocido éstos bronces fenicios como el Guerrero de Medina de las
Torres, de las tres Astartés de Castulo, o las imágenes de Reshef. Tampoco se puede
descartar que llegaran algunos exvotos griegos arcaicos, del tipo de los estudiados por
E. Kukahn, que pudieron servir de prototipo. Lo que no cabe duda es que el tipo de religiosidad de los santuarios ibéricos es distinto del practicado en las mismas zonas en el
segundo milenio a.C. [-66→67-]
En los santuarios fenicios, y entre los judíos, sí era frecuente el quemado ritual de
incienso o plantas (Ex. 39.9; Lv. 2.1-12,16; 6.15; 1Re. 11.8; 13.1-2; 22.44; 2Re. 15.35;
16.4; 17.11; 18.4; 23.5.8; Jr. 7.9). Otros quemaperfumes que probablemente se utilizaron en el culto han aparecido en Castulo 43, muy parecido a un ejemplar de Israel, y en
otros lugares. M.L. de la Bandera y E. Ferrer 44 han catalogado 20 thymiateria, de los
38
M. Pallottino, M., Etruscología, Milán 1984 reed., 329-330. En Pyrgi se la identifica con Astarté: M.
Cristofani, I bronzi degli Etruschi, Novara 1985, 281; C. Bonnet, Astarté, 120-125.
39
J.M. Blázquez, Religiones primitivas de Hispania, I. Fuentes literarias y epigráficas, Madrid 1962,
105-109; ID., Diccionario, 148-166; E. Kukahn, " Zur Frühphase der iberischen Bronzen", MM 8,
1967, 159-171; G. Nicolini, "Gestes et attitudes cultuels des figurines de bronze ibériques", MCV 4,
1968, 27-50; Id., Les bronzes figurés des sanctuaires ibériques, París 1969; ID., Bronces Ibéricos, Barcelona 1977; M. Prada, "El vestido y los adornos en el mundo ibérico. La indumentaria en exvotos ibéricos de El Cigarralejo", Boletín de la Asociación española de amigos de la Arqueología 11-12, 1979,
27-36, y 13, 1981, 31-39; L. Prados, "Escultura ibérica en bronce", en Escultura ibérica, número extraordinario de Revista de Arqueología, Madrid 1987, 82-93.
40
P. Amiet, Art of the Ancient Near East, Paris 1977, figs. 463-469, 475-479, 492.
41
M. Cristofani, I bronzi, 74-184.
42
J.M. Blázquez, Imagen y mito, 22-23. Una escultura de varón procedente de Obulco, vestida con hábito
talar se ha interpretado por J.A. González Navarrete, Escultura ibérica de Cerrillo Blanco, Porcuna,
Jaén, Madrid, 1977, 102-106, como un sacerdote, al igual que otros exvotos de Despeñaperros por G.
Nicolini. Algunos marfiles del Artemision de Éfeso, desde final del siglo VII hasta 570-560 a.C., los
personajes van vestidos con ropas talares, grandes velos o gorros, y con collares al cuello. Se han interpretado como sacerdotes o sacerdotisas. Es difícil aceptar que los focenses trajeran al Occidente el culto
de la Artemis Efesia (Str. 4.5.5) y no su sacerdocio (E. Akurgal, Die Kunst Anatoliens von Homer bis
Alexander, Berlín 1961, 195, figs. 158-159; 204, figs. 169-173; Id., Griechische und römische Kunst in
der Turkei, 28, 30, lám. 69b, sacerdote de comienzo del siglo VI, y sacerdotisa datada hacia 570-560.
Otras figuras del Artemision son interesantes como posibles prototipos para algunos exvotos ibéricos,
como una estatua de oro (ibid., 27, lám. 75), fechada entre 570-560 a.C.; varias mujeres en marfil (ibid.
30, lám. 70-71). Un prototipo para el guerrero de Medina de las Torres puede llegar de Esmirna a finales del siglo VII a.C. (E. Akurgal, Die Kunst Anatoliens, 187, figs. 137-139; Id., Alt-Smyrna I. Wohnschichten und Athenatempel, Ankara 1983, 146, lám. 134 a-c, de final del siglo VII a.C.
43
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 194-195.
44
"El timiaterio orientalizante de Villagarcía de la Torre (Badajoz), AEspA. 67, 1994, 41-61; R. Olmos,
M. Fernández Miranda, "El timiaterio de Albacete", AEspA 60, 1989, 211-220; J.M. Blázquez, Historia
del Arte Hispánico, 217-218.
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
que hay que descartar el de Castulo. Se concentran entre el. Valle del Guadalquivir y del
Tajo hacia el mediodía. Los devotos fenicios son representados muy a menudo en escenas de culto en gemas y relieves delante de thymiateria, lo que explica la extensión de
su uso en las áreas de influencia fenicia. Han aparecido en La Joya, Safare, La Codosera, Colección Calzadilla de Badajoz, Villagarcía de la Torre, Sevilla, Alcalá del Río,
La Algaida, Punta de Nao, Pancorvo, Perro del Peñón, Los Castellares, Alhonoz, Los
Villares, Los Higuerones, Estacar de Robarinas, Despeñaperros, La Quéjoia, Puig des
Molins, y Fraguas. Del hecho de que varios vayan adornados con imágenes de Astartés
se puede deducir que están vinculados con ceremonias de quemar esencias en honor de
esta diosa. A estos citados hay que añadir uno de una tumba de Huelva, del tipo de los
hallados en Tiro. Sin embargo, como los varios quemaperfumes de Tiro, hoy en el Museo Nacional de Istambul, proceden de la necrópolis, no hay que descartar que los ejemplares de Castulo y Huelva se utilizaran en los rituales funerarios, puesto que han aparecido sin duda en cementerios.
En los santuarios ibéricos no han aparecido palas rituales, salvo en el santuario de
La Luz, Murcia, como las citadas en las Sagradas Escrituras (Lv. 10.1.12.16; Nm. 16.6),
y son bien conocidas en la religión judía a lo largo de su historia en la Antigüedad, en
mosaicos, en Masada, etc. [-67→68-]
Thymaterion de Castulo. Museo
Monográfico de Linares, Jaén.
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
19
[-68→69-]
Es posible que en Huelva hubiera un Heracleion, según la tesis de M. Pellicer,
santuario al que pertenecerían las dos imágenes de Melqart. La población fenicia sería
muy importante, en relación con el comercio de metales, cuyas transacciones estarían
controladas por el Heracleion.
AMULETOS
Los fenicios trajeron al Occidente los amuletos, que ellos utilizaban en gran número y variedad. La mejor colección de ellos es el conjunto de La Aliseda, tumba fechada en torno al 600 a.C. y que se ha pensado pertenecía a una sacerdotisa. Estos
amuletos, sobre todo los de forma de lengüeta, se propagan entre los iberos. Aparecen al
cuello de los exvotos de Despeñaperros y del Cerro de los Santos, pero no todos los
fieles los llevaban. Amuletos de forma acorazonada adornan el cuello de las Damas de
Elche, del siglo IV a.C., y de Baza, del siglo IV a.C. El amuleto, piedra, plomo con inscripción, se guarda en el interior de un estuche, como el ejemplar conservado en el
MAN de Madrid y el del Instituto del Conde de Valencia de San Juan en Madrid 45. Uno
de los collares con amuletos de El Carambolo, que es de carácter religioso, se utilizó
probablemente en el culto, en torno al 530 a.C., sigue prototipos de las esculturas chipriotas. Es el mismo tipo de collar, que en realidad es un portaamuleto, que el de Castro
de Elvira, que lo llevaría al N.O. hispano los navegantes fenicios que llegaban a esas tierras en busca de estaño.
RITUALES FUNERARIOS
Los rituales funerarios fueron introducidos por los fenicios en el Occidente, difundiéndose luego hacia el interior peninsular. La necrópolis más significativa es la de La
Joya (Huelva), utilizada desde finales del siglo VII a.C. hasta el siglo VI a.C. Esta necrópolis es de indígenas, y demostraría la asimilación por parte de los nativos, que proporcionaban a los fenicios asentados en la costa los minerales y la plata. Todo el ritual
seguido es de origen fenicio y no tiene paralelo alguno en los enterramientos del segundo milenio a.C. en Occidente. Se utilizaban braserillos para quemar perfumes. Algunos de ellos llevan máscaras de Hathor, es decir, de la Astarté, en su calidad de señora de los muertos. También van decorados con manos, símbolos también de Astarté,
colocados junto a los signos de Tanit en las estelas cartaginesas; y jarros de libaciones
fúnebres, de metal, como los jarros de bronce con cabeza de ciervo y de caballo, animal
este último de claro sentido funerario, o una segunda pieza adornada con flores de loto;
un jarro rodio, anillo con grifo, etc. Los desechos de los banquetes fúnebres se evidencian en los depósitos de platos y de huevos de avestruz, relacionados con creencias de
ultratumba, documentados por primera vez en la necrópolis de Sexi (Almuñécar) en urnas fenicias, y después, en gran número, más de 700, en la necrópolis de Baria, o de
Ibiza, con más de 70 ejemplares.
El rito más generalizado consistía en la incineración del cadáver, costumbre introducida por los fenicios en Occidente, en Sexi, propagándose después entre los iberos,
alguna inhumación se ha interpreta do como sacrificio humano. Las incineraciones también se dan en Castulo. Los sacrificios humanos eran rituales fúnebres usados en los
45
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 70-72; Id. Diccionario, 28-28; Id., Religiones en la España Antigua, 83-97.
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
pueblos mediterráneos. Aquiles sacrificó prisioneros troyanos a los manes de su amigo
Patroclo, escena representada en la Tumba François, de finales del siglo II o de comienzos del siglo I a.C. Aníbal inmoló tres mil prisioneros en honor de su abuelo muerto en
la batalla de Himera en 408 a.C. Alejandro Magno mató a gran número de varones en
edad de llevar armas con ocasión de los funerales de su íntimo amigo Hefestión. Las
honras fúnebres en las que había combates, como los representados en el heroon de
Obulco, de la segunda mitad del siglo V a.C., y de Urso, de comienzos del siglo III a.C.,
seguramente son de origen fenicio, o quizá griego. [-69→70-]
En la necrópolis de Rachgoun alternan incineración e inhumación. Se ha hallado
algún escudo redondo, del tipo de los representados en las losas sepulcrales. El ajuar cerámico solía ser abundante: ánforas fenicias de tipo arcaico que contenían aceite para el
banquete fúnebre, platos a torno, de barniz rojo, cuencos fabricados a mano, otras variedades de cuencos, grandes vasos hechos a mano, colgantes de oro, una arqueta de marfil, y algún escarabeo. También se depositó un quemaperfumes que indica la práctica de
ese rito habitual entre los semitas, y alabastrones que demuestran el empleo de perfumes
como en los funerales de Israel (Cr. 16.15).
En la necrópolis de Huelva se recogió un espejo, objeto relacionado con ideas de
ultratumba, que también aparece en La Aliseda, en diferentes estelas, como las de Logrosán, San Martinho II, Alberique, Solana de Cabañas, Brozas, etc., que al igual que
los carros y los escudos con escotadura en V fueron introducidos por los fenicios en Occidente. Espejos se recogieron en tumbas de Salamina de Chipre, y se documentan en el
Oriente en tres estelas de Marash, del siglo VIII a.C. El ritual de Huelva es parecido al
de las tumbas de Salamina, que es, a su vez, muy semejante al descrito por Homero en
la Odisea (11.24 ss.):
«Y yo, sacando mi aguda espada de la vaina, cavé una fosa de un codo de ancho
y de largo, y derramé en torno a ella una libación para todos los muertos, primero de
leche mezclada con miel, luego de dulce vino, y en tercer lugar de agua. Por encima
esparcí blanca harina de cebada... y, cuando hube implorado con votos y plegarías a
estas tribus de muertos, cogí los animales y los degollé sobre el foso, y su negra sangre corría por él. Y acudieron en masa las tribus de los muertos desde las profundidades del Erebo»
También se depositó en una tumba un carro de cuatro ruedas como el de la tumba
Regolini Galassi, del siglo VII a.C., decorado con cabecitas de leones como las de la
tumba 79 de Salamina de Chipre, del siglo VIII a.C.
A veces los cadáveres eran cubiertos de cal. Los huesos quemados eran lavados
antes de ser depositados en las tumbas. En Israel y en la Grecia arcaica se lavaban los
cadáveres. En la necrópolis de Setefiila los huesos quemados eran tamizados, lavados y
separados de las cenizas. Esta práctica está documentada en las necrópolis de Frigiliana,
Castellones del Ceal y Rachgoun. Los huesos largos eran untados de manteca, como en
Grecia.
Estos rituales fueron introducidos por los fenicios, y son iguales a los que éstos implantaron en Salamina de Chipre. En Huelva no han aparecido aún caballos sacrificados,
como en Chipre. El prototipo de los túmulos de las necrópolis de Setefilla, Carmena,
Castulo, Villaricos, Torre de Doña Blanca, y de Marruecos, procede de Chipre, y éstos
de Siria, con la diferencia de ser mucho más pobres. Los ritos funerarios de la necrópolis de Medellín siguen la norma general de las necrópolis del Bajo Guadalquivir introducidas por los fenicios.
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
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En los rituales fúnebres se utilizaban danzas, como indican los crótalos hallados en la
necrópolis de Medellín; y la danza fue igualmente representada en estelas de Ategua, de
finales del siglo VII a.C., y de Aldea del Rey, de comienzo del siglo VI a.C. Estas músicas y bailes funerarios fueron introducidas posiblemente por los fenicios 46. [-70→71-]
La costumbre fenicia de sacrificar caballos y depositar los carros en el dromos de la
tumba, como en Salamina de Chipre 47, se documenta en el siglo IV a.C. en Tugia, Peal
de Becerro (Jaén) 48. En Peal de Becerro y en Castulo 49 hay cámaras rectangulares
idénticas, fechas en la primera mitad del siglo IV a.C., que derivan de las llamadas
«built-tombs» chipriotas.
El monumento turriforme de Pozo Moro, con leones tumbados y adosados en las
esquinas responden a prototipos del norte de Siria, como ya observó correctamente su
excavador M. Almagro Gorbea 50. No somos partidarios de compararlo con el monumento de Amrit porque éste se fecha en época romana generalmente 51. Este tipo de monumentos fúnebres pervivieron en el Levante ibérico en época romana 52.
DIOSAS Y DIOSES DEL LEVANTE IBÉRICO
A. Blanco 53 considera imágenes de diosas ibéricas las Damas de Elche y de Baza,
el fragmento escultórico con dama entronizada de Ilici con adormidera en la mano, y las
damas del Cabecico del Tesoro (Murcia), y del Llano de la Consolación; a las que añade
una dama entronizada del heroon de Obulco (Porcuna, Jaén), de la segunda mitad del
siglo V a.C., y la dama con serpiente al hombro de este mismo heroon. La serpiente va
muy vinculada a la diosa alada de Elche y una dama acompañada por uno o dos niños.
También una tercera dama entronizada de La Alcudia.
Estas esculturas, en las que trabajaron dos o tres talleres de artesanos, son de influjo focense, como ya demostró en su día E. Langlotz 54, A. Blanco y nosotros 55. In46
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 116-134. Para los prototipos de los túmulos: J.M. Blázquez, Religiones en la España Antigua, 227-233.
47
V. Karageorghis, V., Salamis in Cyprus. Homeric, Hellenistic and Roman, Londres 1969, 50-59, 67-69,
lám. 22, figs. 5-8, 10, 15-16, 18; Id., Excavations in the necropolis of Salamis, I. (Text and Plates),
Nicosia 1967, 25-53, hacia el 600 a.C., lams. XVII-XXXIV (XVII-CXXI), con platos del banquete fúnebre como en Huelva; 74-90, láms. LXVII-LXXIV; 90-117, lám. XCVI, con platos y oinochoes con
forma de seta, como en Huelva, siglo VII-VI a.C.
48
M. Fernández Miranda, R. Olmos, Las ruedas de Toya y el origen del carro en la Península Ibérica,
Madrid 1986; P.F. Stary, "Zur Eisenzeittiche Wagengräber auf der Iberischen Haibinsel" MM 30, 1989,
151-183, estudia 11 carros, o fragmentos, encontrados en tumbas.
49
J.M. Blázquez, Castulo II, Madrid, 349-395; Id., Primitivas religiones ibéricas, 166.
50
"Pozo Moro. El monumento orientalizante", 177 ss.
51
L. Wooley, Mesopotamien und Vorderasien, Zurich 1961, 205, siglo I a.C.- siglo I d.C.
52
L. Abad, M. Bendala, "Los sepulcros turriformes de Daimuz y Villajoyosa: dos monumentos romanos
olvidados", Lucentum IV, 1985, 147-185.
53
"La escultura ibérica. Una interpretación", en Escultura ibérica, número extraordinario de Revista de
Arqueología, Madrid 1987, 32-47.
54
Die kulturelle und künstlerische Hellenisierung der Küsten des Mittelmeeres durch die Stadt Phokaian,
Colonia 1966. Trabajo fundamental para los orígenes de la cultura ibérica del Levante hispano y de
Obulco.
55
J.M. Blázquez, J.A. Gonzalez Navarrete, "The Phokaian Sculpture of Obulco in southern Spain" AJA
89.1, 1985, 61-69; Id. "Arte griego en España. Las esculturas de Obulco (Porcuna, Jaén)", Goya 205206, 1988, 2-14; J.M. Blázquez, Fenicios, Griegos y Cartagineses en Occidente, 387-421. La mayoría
de la escultura ibérica, de Ilici, del sureste, de Obulco, de Osuna, de Huelva, etc., ha llegado mutilada.
Ello se debe a las continuas incursiones de saqueos de unas tribus contra otras, de las que habla Estrabón (3.4.5): J.M. Blázquez, Religiones en la España Antigua, 189-195. Lo mismo sucede en Sicilia durante las guerras greco púnicas, donde los cartagineses destruyen templos y tumbas.
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
cluso el toro tumbado de Obulco, del siglo V a.C., acusa influjo de la escultura griega
en bronce. La coraza tiene paralelos en otra de Olimpia fechada en torno al 650 a.C., según A. Blanco.
Alguna escultura ibérica, sin embargo, sí parece mostrar cierto influjo semita. Un
excelente conocedor del arte ibero, E. Kukhan 56, opina que la Gran Dama Oferente del
Cerro de los Santos tiene influjo chipriota por su hieratismo. [-71→72-]
Astarté de Ilici. Museo Municipal de Elche (Foto: G. Ramos)
[-72→73-]
Elche ha dado una escultura de bulto redondo que con seguridad es una imagen de
Astarté. Se trata de una esfinge tumbada, con garras humanas, cabalgada por un varón
del que se ha perdido la cabeza, que lleva delante una dama en pie, con alas. Como muy
acertadamente ha escrito su descubridor, R. Ramos 57, se trata de la misma diosa de la
tapa de sarcófago de Cartago, que es Astarté 58. Aquí tendría un carácter funerario,
como las Astartés de Castulo, de Huelva y de Galera. La de Cartago sería una escultura
exenta de la diosa, que estaría en pie, pues tiene peana. El grupo de Ilici para ser adosado a una pared, posiblemente la jamba de una puerta, pues no está trabajada por uno
de sus lados. Es la misma diosa que, alada y rodeada de flores y vegetales, se representa
frecuentemente en la cerámica de Ilici 59.
56
En K. Schefold (ed.), Die Griechen und ihre Nachbarn, 308, lám. 374d; A. Blanco, Historia del Arte
Hispánico, 1.2, Madrid 1978, 52-54; E. Langlotz, Die Kunst der Westgriechen in Sicilien und Unteritalien, Munich 1963, lám. 160.
57
R. Ramos, "La escultura antropomorfa de Elche", en Escultura Ibérica, número extraordinario de Revista de Arqueología, Madrid 1987, 96-99.
58
M.E. Aubet, "Algunos aspectos sobre iconografía púnica: las representaciones aladas de Tanit", en
Homenaje a García y Bellido, I, Madrid 1975, 61-82.
59
L Pericot, Cerámica Ibérica, Barcelona 1979, figs. 94, 109, 154. Sobre esta diosa en el Levante ibérico:
J.M. Blázquez, Religiones primitivas ibéricas, 181, 189.
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Astarté, la Tanit de los cartagineses, era la diosa protectora de Ilici, como lo indica
el hecho que un semis de la ciudad de época de Augusto muestra la fachada de un templo en cuyo arquitrabe se lee IVNONI, es decir, la diosa romana equivalente a la Tanit
púnica, cuyos signos aparecen con frecuencia en motivos decorativos de la cerámica de
Liria 60. Esta diosa es la principal de la costa ibérica. La diosa alada de la cerámica de
Ilici la misma diosa alada representada en un pendiente hallado en Santiago [-73→74-] de
la Espada (Jaén), acompañada de sus atributos: la paloma, las rosetas 61, motivo que
también acompañan las imágenes de la diosa en los vasos de Ilici 62, lo cual no tiene
nada de particular, porque toda la sociedad ibera, como todos los pueblos antiguos, está
inmersa en lo religioso, y las imágenes de los dioses y sus símbolos aparecen continuamente en objetos de la vida cotidiana: cerámicas, joyas, etc.
En un kernos de Elche se pintó la máscara de Astarté, acompañada de sus símbolos. Se trata de un vaso sagrado. M.C. Marín Ceballos estudia las tres posibles imágenes
de Tanit que según esta autora serían los pebeteros, vinculados con la quema de perfumes en los rituales de la diosa. Su distribución en Sicilia occidental, Cartago, norte de
África, Cerdeña, Ibiza y el Levante ibérico prueban su vinculación con la religión fenicia. La misma influencia tienen las damas kurotrofas de Cabecico del Tesoro y La Albufereta, y las diosas aladas de Ilici.
Toda la escultura ibera es religiosa, en principio, igual que la etrusca 63, la griega 64
y la romana 65. Incluso las esculturas de Obulco y de Osuna pueden considerarse religiosas en cierto modo por pertenecer a un heroon que servía también de tumba y por tanto
poseía un carácter religioso fúnebre 66.
La Dama de Elche, alada, entre caballos rampantes, es Astarté, la misma del bocado
sevillano, del caldero de Castulo, de una fíbula del Museo Provincial de Jaén, de la placa
de oro de Laquis y de las Astartés a caballo con inscripción hieroglíficas que citan el nombre de la diosa en Menfis, estudiadas por Leclant 67. Puesto que este autor, apoyado en las
imágenes de Astarté y en los textos de las inscripciones, defiende la ambigüedad sexual
de Astarté, cabe pensar que los llamados «domadores de caballos» 68, tan numerosos en la
costa ibérica, Sagunto, Villaricos (Almería), Mogón (Jaén), Bolones (Alicante), Llano de
la Consolación (Albacete), etc., podrían ser imágenes de Astarté, al igual que sucede con
60
L. Pericot, Cerámica Ibérica, figs. 206, 163, 241-243.
J.M. Blázquez, "El legado fenicio en la formación de la religión ibera", lám. III, 1.
62
R. Ramos, Simbología de la cerámica ibérica de La Alcudia de Elche, Elche 1991; E. Kukahn, "Los
símbolos de la Gran Diosa en la pintura de los vasos ibéricos levantinos" Caesaraugusta 19-20, 1962,
79-85. La cerámica ibérica de Elche, de Tossal de Manises, de La Albufereta, de Tossal de Cala, etc.,
está Mena de símbolos de la Gran Diosa (L. Pericot, Cerámica ibérica, figs. 46-47, 57-58, 69, 71, 85,
89, 92, 99-100, 105-108, 112, 114-115, 117-120, 124-130, 137, 151, 159-161. Para Tanit en el Levante
ibérico: M.C. Marín Ceballos, ¿Tanit en España?, Lucentum 6, 1987, 43-79; E.M. Maestro, Cerámica
ibérica decorada con figura humana, Zaragoza 1989.
63
M. Sprenger, G. Bartoloni, Etruschi. L'Arte, Milán 1981, 92-93, figs. 46-48; 100, figs. 64-65; 101, figs.
68-69; 114, figs. 118-120.
64
G.M.A. Richter, Kouroi, Londres 1960; Id. Korai, Londres 1968;J. Boardman, Greek Sculpture. The
Archaic Períod, Londres 1985.
65
R. Bianchi Bandinelli, A. Giuliano, Los etruscos y la Italia anterior a Roma, Roma 1973, 317-352.
66
J.M. Blázquez, "Posibles precedentes prerromanos de los combates de gladiadores romanos en la
Península Ibérica" en El Anfiteatro en la Hispania Romana, Mecida 1994, 34-43.
67
J. Leclant, Astarté à cheval d'après les représentations égyptiennes, Syria 37, 1960, 1-60.
68
J.M. Blázquez, J.M., "Astarté, señora de los caballos en la religión íbera", Rivista di Studi Fenici,
XXXVI, 79-95; Id., Diccionario, 30-39; Id., Religiones primitivas ibéricas, 101, 104; Id., "El legado
fenicio en la formación de la religión ibera", lám. III; J.J. Eiroa, "Los relieves del Potnios Hippon de
Lorca (Murcia)" Espacio, Tiempo y Forma II.1, Historia Antigua 1988, 105-115.
61
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
algunas imágenes estudiadas por Leclant en las que no se puede dudar que sea la diosa
Astarté. El despotes theron de Obulco 69, de la segunda mitad del siglo V a.C. podría ser
también una imagen de la diosa de la fecundidad, debido a su sexo ambiguo, las cabras
están relacionadas a este concepto desde antiguo. Basta recordar un marfil de Ugarit 70,
fechado en el siglo XIV a.C. y un pendiente de la misma ciudad 71; ambas piezas son de
estilo sirio. Probablemente los santuarios ibéricos de El Cigarralejo y Pinos [-74→75-]
Astarté entre caballos. Museo Municipal. Elche.
[-75→76-]
Puente, con exvotos de caballos, estaban consagrados a Astarté señora de tos
caballos o al despothes hippon. Una escultura de Torreparedones lleva escrito sobre ella
Dea Caelestis, o sea Tanit. Puede ser una imagen muy mutilada de la diosa.
La diosa de Ilici rodeada de serpientes como atributo sugieren a A. Blanco 72 que se
trata de la misma diosa que la de Obulco. Cabe recordar otras varias imágenes de influjo
fenicio halladas en el Levante ibérico, las monedas de Ullastret con cabeza de dama en
el anverso y caballos en el reverso, tan frecuentes en las acuñaciones cartaginesas del
Mediterráneo central, representan muy probablemente a Tanit vinculada a caballos.
En una pintura vascular del Levante ibérico se transporta una imagen sentada en
andas, como era frecuente llevar las imágenes de las diosas en Oriente, según indica un
relieve de Nimrud, en el que los sol dados transportan en andas a los dioses de una ciudad capturada, sistema que debió ser introducido en Occidente por los fenicios.
Igualmente una terracota levantina parece representar una aserá, una colina, con una
cueva y trono de árboles tallados. Se trata posiblemente de una aserá citada en el Deuteronomio (12.2-4) entre los lugares de culto cananeo, cerca de los montes altos, de collados y
jardines de árboles frondosos, alta res, cipos e imágenes de las diosas. [-76→77-]
69
J.A. González Navarrete, Escultura ibérica de Cerrillo Blanco, 115-120; J.M. Blázquez, J.A. González
Navarrete, "The Phokaian Sculpture of Obulco", 64-65, lám. 12; J.M, Blázquez, Fenicios, Griegos y
Cartagineses en Occidente, 414, 416; A. Blanco, Antonio Blanco Freijeiro. Opera minora selecta, Sevilla 1996, 574-576, figs. 7-8.
70
A Parrot, M.H. Chéhab, S. Moscati, Les phéniciens. L'expansion phénicienne. Carthago, París 1975,
83, fig. 84; J.B. Pritchard, The Ancient Near East in Pictures, 303, fig. 464.
71
J.B. Pritchard, The Ancient Near East in Pictures, 303, fig. 465.
72
Op. cit., 43; Antonio Blanco Freijeiro, 572-574, fig.6; J.A. González Navarrete, Escultura ibérica de
Cerrillo Blanco, 111-115.
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La conocida terracota de la Serreta de Alcoy, que representa a una diosa-madre entronizada, con dos niños en brazos a los que da el pecho, con la paloma como atributo,
en compañía de cuatro mujeres (dos de ellas tocando la doble flauta) ha sido interpretada por A. Blanco 73 como posible imagen de la Artemis Efesia, cuyo culto introdujeron en Occidente los focenses (Str. 4.1.5) y que contaba con santuarios en Rosas, Ampurias, Hemeroskopeion y Sagunto, Podría tratarse también de Astarté. En todo caso sería una diosa de la fecundidad de origen oriental.
A Astarté se la representa en páteras y marfiles fenicios entronizada y acompañada
de una procesión de músicos y danzantes. Esta terracota indica que en los rituales del
Levante ibérico la diosa Astarté la música formaba parte del culto, al igual que en el
Oriente, y también la danza como se deduce de una pintura de Ilici, con varias hierodulas o bailarinas sagradas, con los pómulos pintados como las imágenes de la diosa
acompañada de los atributos. [-77→78-]
Bailarina sagrada. Elche. Museo Municipal. Elche.
La danza en Ilici no era ejecutada por una sola bailarina, pues en la cerámica aparece el brazo de otra a la que debía ir unida 74, como en páteras de Idalión, con diosa
entronizada, que creemos es Astarté delante de una mesa con fuente de frutos, hacia la
que se dirige una procesión de bailarinas cogidas por las manos y tres músicos que tocan la doble flauta, un pandero y la lira, respectivamente, y una sacerdotisa delante de la
mesa de ofrendas. Una interesante pieza del Museo de Jerusalem es un vaso ritual de terracota, fechado en el siglo X a.C., procedente de Ashdod; el vaso, de tipo cáliz muestra
en el pie, muy alto, cinco músicos, hombres con barbas, que tocan instrumentos distintos (por ejemplo, la doble flauta) asomados cada uno de ellos a una ventana 75. Se puede
añadir otra pieza de Esparta, con escena parecida de música, bailarinas que avanzan
hacia la diosa entronizada, y sacerdote delante de la mesa; tres damas llevan ofrendas.
De Irán, aunque de procedencia incierta, es otra pieza con imagen de diosa entronizada
con procesión de tres mujeres tocando instrumentos musicales, dos tocan la lira y la otra
73
Op. cit. 43; G. Nicolini, Les ibères. Art et Civilisation, París 1973, 47, fig. 22; Antonio Blanco Freijeiro, 595, fig. 1. La diosa frigia de la segunda mitad del siglo VII a.C. está de pie entre dos jóvenes que
tocan la aulé y la lira (E. Akurgal, Griechische und römische Kunst in der Türkei, 95-96, figs. 55-56).
74
G. Markoe, Phoenician Bronze and Silver Bowls from Cyprus and the Mediterranean, Berkeley 1951,
171-172, C y 3, 246-247; 207-208, G.8, 328-329; 217, U 6, 346, 347; 217-218, U 7, 348.
75
C. & J.S. Gruss: Treasures of the Israel Museum Jerusalem, Jerusalem-Ginebra 1985, p. 16-17 con foto.
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el pandero, con dos damas oferentes, con mesa con jarro y ánfora, lo que indica las
ofrendas de líquidos, servidas por dos damas. Sobre las mesas generalmente aparece un
cuenco con frutos. En una pátera de procedencia desconocida, hoy en el Cleveland Museum of Art, se representan dos filas de bailarinas afrontadas. Estas páteras reflejan muy
bien aspectos fundamentales del culto a Astarté, que seguramente trajeron los fenicios a
Occidente, como la danza y la música ejecutada por mujeres, las ofrendas [-78→79-] de
líquidos y de frutos naturales 76. El vestido de la hierodula de Ilici es enteramente
griego, no fenicio como el que visten las bailarinas en una pátera fenicia, que es una túnica muy ceñida al cuerpo.
En el ánfora chipriota Hubbard se representa a Astarté entronizada, en una escena
de culto junto a cuatro mujeres que parecen bailar cogidas por la mano, acompañando a
un tocador de lira. La diosa bebe el líquido de un ánfora mediante un tubo. En una segunda pieza una dama avanza hacia la diosa llevando tres jarros de ofrendas de líquidos;
detrás del trono se encuentra una esfinge de pie. Este grupo es un precedente para las
Astartés entronizadas entre esfinges como la de Galera. Este ánfora pertenece a la clase
Bicrome III 77. Es muy probable, como sugiere R. Olmos, que los bailes gaditanos en
origen fueran en honor de la diosa Astarté después desacralizados.
La misma diosa Astarté de la cerámica de Ilici sería la representada en los pebeteros con figura de damas aladas, tan frecuentes en la costa ibérica. Ha aparecido en el
poblados: Ullastret, Puig del Castellar, Turó de Can Oliver, Castellar de Banyoles, Villaricos (unos 100); en santuarios púnicos: Es Cuyram; y en necrópolis: Ampurias, La
Albufereta, etc. Y fuera de la Península ibérica, en Cartago, Tamuda, etc. Su presencia
en necrópolis demostraría el carácter funerario de Astarté, así como el ritual de quemar
aromas en las ceremonias fúnebres 78.
ÁRBOL DE LA VIDA
Uno de los motivos decorativos que trajeron a Occidente los fenicios fue el Árbol
de la Vida, tan popularizado en el Oriente desde hacía milenios. Aparecen en placas de
cinturón (Niebla, Huelva), en las hebillas de Carmona, en la hebilla de Sanchorreja
junto al grifo; en un pilar de Osuna, en un segundo de Castulo, siguiendo prototipos fenicios, etc., posiblemente con carácter apotropaico. Ya Poulsen en 1912 indicó que, estilizado, el Árbol de la Vida aparece sobre la cerámica de Azaila siglos después 79; e
igualmente en la cerámica de Ilici.
76
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 186-187, fig. 111; Id, Diccionario, 77; L. Pericot, Cerámica ibérica, 103-104; J.M. Blázquez, "Las Danzas Sagradas de Ilici, Alicante" Homenaje a Alejandro
Ramos Folqués, Elche 1993, 65, 82; R. Olmos, "Puellae Gaditanae, Heteras de Astarté?" AEspA. 64,
1991, 99-109; J.M. Blázquez, Imagen y mito, 27, 341-342. En Cádiz recibió culto Astarté, y las danzas
formarían parte de su ritual. R. Castelo, "Aproximación a la danza en la Antigüedad hispana. Manos
entrelazadas" Espacio, Tiempo y Forma, II. 3. Historia Antigua, 1990, 19-42. Todas las danzas representadas en Liria, Fuente del Rey, Monachi, etc., tienen también carácter religioso. En el momento en
que se relanzan las cerámicas ibéricas levantinas con escenas de danza todavía no se ha entrado en un
proceso de desacralización. Las danzas con las mujeres cogidas de las manos podían ser igualmente de
carácter fúnebre (estela de Ategua). Podían proceder del mundo griego o del Oriente (H. Metzger,
Anatolie II, Ginebra 1969, 239, lám. 52, también griega, de mitad del siglo VI a.C., de Cízico). En las
citadas páteras fenicias se representan danzas de mujeres cogidas por los mantos, y en terracotas chipriotas fechadas entre los años 700-600 a.C. (T. Spiteris, The Art of Cyprus, Londres 1970, 154).
77
V. Karageorghis, J. des Gagniers, La céramique Chypriote de style figuré. Age du Fer (1050-500 Av.
J.C.), Roma 1974, 6-9.
78
Thymiatería de Castulo y de Huelva.
79
J.M. Blázquez, Primitivas religiones ibéricas, 203-204; L. Pericot, Cerámica ibérica, figs. 367, 372,
375-379, 384, 386.
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Todos estos símbolos demuestran cómo la religión impregnaba la vida de los iberos, aunque en Azaila es posible que estuvieran ya desacralizados.
SANTUARIO DE TORREPAREDONES
Terminamos esta breve síntesis de la religión fenicia y cartaginesa y de su impacto
en los pueblos de la España prerromana, aludiendo a este santuario de la provincia de
Córdoba, donde el agua desempeñaba un papel importante como en el santuario de
Castulo, y en el de Tanit de Cartago excavado por [-79→80-] Niemeyer. La toma de agua
de los acueductos, como la de Itálica, contaba con un lugar consagrado a Tanit 80. Quizás la presencia del agua, por comparación con el santuario de Cartago, sea indicio de
su dedicación a Tanit. Lo que más interesa es un relieve en ei que se representa la fachada de un templo 81 muy parecido a uno de una placa de Cartago, que podría ser real,
ya que no lejos del santuario, en la puerta [-80→81-] de Sevilla de Carmona, hay restos de
una construcción bárquida del siglo IIIl a.C. 82. Una dama vierte el contenido de un jarro
en una pátera. Ofrendas de líquidos a Astarté están bien representadas en páteras fenicias, y en la citada ánfora Hubbard, entre otras piezas.
SANTUARIO DE CARMONA
Recientemente ha salido a la luz un nuevo recinto sagrado de enorme importancia,
como resultado de las excavaciones realizadas en la Casa-Palacio del Marqués de Saltillo, en Carmona (provincia de Sevilla). Se trata de una habitación rectangular de apenas
8 metros cuadrados de superficie. Las paredes se levantan sobre un zócalo de piedra de
Alcor con adobes de color marrón rojizo y pardo grisáceo, revocados con una capa de
arcilla amarillenta o anaranjada, sobre la que se aplicaron sucesivas lechadas de cal. El
pavimento es una solución de mineral de hierro, preparada para dar al suelo un tono rojizo. En tres esquinas se abrieron sendos huecos para encajar tres tinajas (pithoi) de decoración figurada, calzados con piedras. La entrada está orientada al, sur, en el que
posteriormente se excavó una cisterna.
Los arqueólogos, en su memoria de excavaciones (Belén y otros 1997), indican la
clara influencia fenicia en las técnicas arquitectónicas, aportando datos comparativos
con otros edificios de Oriente y del sur de la Península Ibérica (en el poblado de Doña
Blanca). Los muros de adobes sobre zócalos de piedra están bien documentados en
Montemolín, El Cerro Macareno, Huelva, etc.
Esta habitación ha proporcionado un conjunto de vasos completos o semicompletos
fracturados sobre el pavimento de la habitación. Los fragmentos aparecieron amontonados junto a los muros, principalmente en la esquina oeste. Los objetos más importantes
son tres pithoi pintados. Uno de ellos va decorado con una procesión de cuatro grifos
entre los cuales hay flores de loto y capullos. Los otros dos están [-81→82-] decorados en
su parte central con capullos y flores de loto. Dos de estos pithoi parecen ser de fabricación local, igual que otras piezas recogidas en el recinto, un plato de barniz rojo y una
copa gris. Otras cerámicas exhumadas son: un plato de cerámica gris, vasos a mano, cucharas de marfil, dos cantos rodados y algún otro objeto.
80
A. Canto, "El acueducto romano de Itálica", MM 20, 1979, 329-333.
Antonio Blanco Freijeiro, 603-605, figs. 13-14; M.C. Fernández Castro: Iberia in Prehistory, 303-305,
Lám. 31.
82
Th. Hauschild, Hispania Antiqua, Maguncia 1993, 308, fig. 138.
81
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José María Blázquez: El impacto de la religión semita, fenicios y cartagineses, en la religión ibera
Los excavadores han argumentado la finalidad de este edificio basándose en la calidad de las piezas, verdaderos objetos de lujo. Las copas, generalmente, aparecen en recintos sagrados, como necrópolis (Setefilla, Medellín, Baza, Castellones de Ceal y Toya),
en santuarios ibéricos (Castellar de Santisteban; y el depósito votivo de Alhonoz).
Los pithoi de Carmona, con excelentes pinturas, parecen tener un carácter simbólico, que da sentido a los depósitos cerámicos de los bothroi de los santuarios de
Castulo y de El Carambolo, cuyas cerámicas son de mayor calidad que las halladas en
los poblados respectivos. En el pithos decorado con la procesión de grifos parece que se
almacenaban tierras de color rojo granate, que aparecieron en dos montones. En los
otros dos pithoi, seguramente, se vertió un líquido que lavó la pintura al resbalar por la
superficie del vaso. Los tres envases están lañados, de lo que se deduce que en principio
fueron utilizados por líquidos y luego por productos sólidos relacionados con las ceremonias.
Las cuatro cucharillas de marfil halladas, con forma de patas de animales, se documentan también en contextos sagrados, como en una tumba de Cartago.
La construcción del edificio, sigue el estilo de otros de Carmona, en tanto la cerámica es de calidad superior, lo que es indicativo de una finalidad de mayor rango que el
uso cotidiano, es decir, una finalidad religiosa. El edificio ofrece cierto paralelismo con
otro de Montemolín, sobre el Carbones, al que sus excavadores atribuyeron también un
sentido religioso. Tiene éste igualmente planta rectangular, y las dependencias se organizan alrededor de un patio central. Aquí se han encontrado restos de un pithos decorado con una procesión de grifos. En el exterior del edificio había un posible bothros, que
contenía cenizas, fragmentos de vasos, huesos, y un broche de cinturón. Los excavadores creen que durante el siglo VI a.C. se celebrarían sacrificios de animales según el ritual oriental. La misma procedencia oriental se percibe en la planta general del edificio
y en las técnicas constructivas, igual que en el recinto de Carmona.
En nuestra opinión las tesis del equipo excavador del edificio de Carmona, en el
sentido que es un recinto sagrado, son acertadas. La proximidad de una piscina refuerza
esta opinión. El hecho que las cerámicas estén rotas deliberadamente indica una intencionalidad religiosa. También creemos que, como en Castulo, la vega de Carmona fue
ocupada por gentes orientales que huían de la presión asiría, y que a ellos se debe este
edificio, como el de El Carambolo, y los marfiles de Carmona, así como la introducción
de ofrendas rituales atestiguados también en Fenicia y en Chipre de cerámicas rotas.
Se ha estimado que este edificio comenzó su actividad en la segunda mitad del
siglo VII a.C., y que estuvo funcionando hasta mediados del siglo VI a.C., coincidiendo
con la crisis tartésica. Los usos cultuales pervivieron todavía algún tiempo en estancias
de datación más tardía.
TEMPLO DE ILICI
R. Ramos ha excavado en Ilici un templo de planta rectangular, con torre adosada al
aire libre, sobre el que ha publicado recientemente un excelente estudio 83. Sólo la cámara
interior y la torre estuvieron cubiertas. En el interior hay una mesa de ofrendas, quizá un
altar, estucado en rojo, que R. Ramos puede tener relación con la masseboth de la Biblia;
pero ésta es una estela conmemorativa de algún acontecimiento significativo, como las
piedras que tomaron Jacob y sus hermanos para conmemorar el pacto entre [-82→83-]
Labán y Jacob (Gn. 31. 45-48); el monumento erigido por Jacob sobre la tumba de
83
R. Ramos, El templo ibérico de La Alcudia. La Dama de Elche, Madrid 1995.
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Raquel (Gn. 35.20); la piedra que el mismo Jacob levantó para recordar la visión de la
escala (Gn. 28.18), piedra considerada desde ese momento la morada de Dios (Gn.
28.22); el monumento de piedras que levantó Jacob en Betel (Gn. 35.14); o las doce
piedras que puso verticalmente Josué en el lecho del Jordán en el Jugar donde estuvieron los sacerdotes que transportaban el Arca de la Alianza (Jos. 4.9);,o las piedras que el
mismo Josué alzó en Guilgal cogidas del Jordán (Jos. 4. 20-22) para conmemorar el
tránsito del Jordán. Estas piedras eran a veces objeto de culto, y por tal razón Yahvé
mandó destruirlas (Ex. 23.24), como sucedió bajo Roboam (1Re. 14.23) y Oseas, el último rey de Israel (2Re. 17.10). Tres piedras fueron demolidas por Asa, rey de Judá
(2Cro. 14.2). Karageorghis 84 menciona en el templo de Kitión, consagrado a Astarté,
una mesa de ofrendas colocada cerca del sancta sanctorum y del altar. Por tanto, no se
puede descartar totalmente la hipótesis de R. Ramos, aunque considero mucho más probable que se trata de un altar. Altares se documentan en todos los templos fenicios. Varios había en ei santuario de Astarté de Kitión, y el altar es parte esencial de los cultos
dispensados en los santuarios chipriotas 85. Altares había en el Templo de los Obeliscos
de Biblos; de Arad, fechado en el siglo IX-VII a.C.; en el templo de Salomón; en el
Heracleion gaditano; en el gran santuario de Baalbek en Heiiopolis, etc.
El muro oeste del santuario lleva una bancada adosada al panel interior, donde según el excavador iban colocadas las esculturas encontradas en el pavimento de la calle
paralela a la fachada principal.
La puerta tiene dos pilastras con capiteles protoeolios, como los templos fenicios,
de Tamassos; de Kitión, templo de Afrodita de Paphos, según representación de las monedas romanas; del templo de Salomón, con pilares de bronce llamados Joaquim y Boaz
(1Re. 7.15.22; 2Par. 3.15-17). Pilares parecidos han sido descubiertos a la entrada del
sancta sanctorum del templo de Arad; del templo de Melqart de Tiro; del templo de
Heracles en Gades, y del santuario en terracota hallado en Idalión, con capiteles de estilo egiptizante. Estas columnas y el hecho que el templo de Ilici esté al aire libre demuestra que se trata de un templo fenicio. Una característica de los templos semitas es
tener el recinto sacro a cielo abierto, citamos algunos casos: el Templo de los Obeliscos
de Biblos, el Heracleion gaditano, los templos de Afrodita de Paphos (conocido por una
moneda de Macrino, 217-218) y de Sidón, dedicado a Astarté-Europa, según moneda de
Heliogábalo (218-222); el de Astarté en Tiro, según moneda del mismo emperador; el
templo de Abila, en Siria, según moneda de Lucio Vero (161-169); el de Heliopolis
consagrado a Hadad, es decir, el Júpiter Heliopolitano; el de Cesarea marítima dedicado
a la diosa de la ciudad según moneda de Trajano (98-177) 86. Aunque la arquitectura de
todos estos santuarios fenicios obedece a cánones de Grecia y de Roma, los templos
responden a concepciones religiosas que respeta Roma. Todos estos templos tienen el
altar al aire libre; y en la Península Ibérica en el santuario del Cerro de los Santos 87 y
ahora el de Ilici.
84
V. Karageorghis, Kition. Micenaean and Phoenician Discoveries in Cyprus, Londres 1976, 108-109,
138, 140.
85
V. Karageorghis, Ancient Cyprus, 140.
86
J.M. Blázquez, "Los templos de Lixus (Mauritania Tingitana) y sus relaciones con los templos de
ciudades semitas representados en las monedas", en Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar,
Ceuta, noviembre 1987, Actas, I, Madrid 1988, 542-555, figs. 15, 18, 19, 25, 47.
87
R. Castelo, "El templo", 79-87. Los templos iberos no admitían comparación con los etruscos de
Portonaccio, Veio, datado a finales del siglo VI a.C.; de Mater Matuta, de Satricum, hacia el 490 a.C.;
de Sassi Caduti; de Falerii, en torno al 480 a.C. (M. Sprenger - G. Bartoloni, Etruschi. L'Arte, Milán
1983, 114-116, figs. 117-123; 118-119, figs. 132-135; 120-121, figs. 137-139; R. Bianchi Bandinelli,
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El templo de Ilici presenta varias etapas. La primera abarca desde finales del siglo
VI a.C. al último cuarto del siglo III a.C. en que fue destruido. El santuario fue remozado a finales del siglo III a.C. y duró hasta el [-83→84-] último cuarto del siglo I a.C.
(hasta el año 10 a.C.). En el ángulo noreste se colocó una pequeña capilla. El muro oeste
conserva una bancada de piedra revestida de arcilla, y sobre ella, como parece deducirse
de fragmentos escultóricos, se debió colocar, según su excavador, el gran friso en altorrelieve de lucha y las restantes esculturas ya conocidas. Encontramos muy difícil de
aceptar esta tesis de R. Ramos de que estas esculturas estuvieran dentro de un templo
fenicio, pues no existen precedentes. Los bancales serían para depositar pequeñas
ofrendas como vasos. En el santuario de Ayia Irini, en Chipre, hay estatua votivas monumentales, pero siempre recordaban a los devotos y se colocarían en el atrio, y no alrededor del altar, ni en escenas de movimiento como debían ser las de Ilici. En los templos griegos, como en el antiguo Partenón construido por los Pisistrátidas y destruido
por los persas en 480 a.C., las esculturas de Kuroi y Korai se colocaban delante del
templo y no dentro. De tiempo en tiempo se hacía un entierro ritual, en zanjas. En el
templo de Zeus en Olimpia, costeado por los griegos de Elida, y levantado en los años
470 y 456 a.C. según los planos del arquitecto Libón de Elida, en el frontón central se
esculpió una centauromaquia 88. En el frontón occidental del Partenón, según el proyecto de los arquitectos Ictino y Calícrates, se representaba la disputa de Atenea y de
Poseidón. En el interior no había frisos. El templo griego es donde se guarda la imagen
del dios en la celia, como las monumentales figuras de Zeus en Olimpia o de Atenea en
el Partenón, ambas obras de Fidias.
La torre adosada al santuario de Ilici tiene paralelos en los templos fenicios. Torres
adosadas al santuario existen en el templo de Hadad en Heliopolis, Siria 89. Torres
aparecen en las monedas del santuario de Capitolias, en acuñaciones de Marco Aurelio;
y en otras series monetarias a las que hemos aludido antes.
En la puerta de acceso del santuario de Ilici se localizó una favissa con el depósito
fundacional, de cerámica arcaica rota intencionadamente, como observa atinadamente
R. Ramos, al igual que en los bothroi de Castulo y de El Carambolo. En el templo de
Astarté de Kitión se excavó un depósito de fundación, situado en el ángulo suroeste del
atrio, que contenía una gran cantidad de cuencos, jarras en miniatura, y cerámicas, todo
ello mezclado con cenizas. Estos jarros diminutos desempeñarían, posiblemente, el
mismo papel que los vasos caliciformes de las cuevas del Levante ibérico, que se fechan
entre los años 450-150 a.C., siendo más frecuentes desde el siglo III a.C. El culto de
Astarté está vinculado a veces a cuevas, como lo prueba una inscripción de Sevilla 90, y
el penetrale cavum consagrado a Venus Marina (Avieno, OM. 316-317), es decir, Astarté próximo a Cádiz.
La capilla de Ilici también tiene precedentes en los templos fenicios de Chipre. Karageorghis, al hablar de la tercera etapa del templo de Astarté de Kitión, fechada entre
los años 600-450 a.C. menciona una habitación para guardar las ofrendas 91. En el interior del templo de Monte Sirai también hay una habitación rectangular 92 equivalente a la
A. Giuliano, Los etruscos, 359-360), ni con los griegos del periodo arcaico (D.S. Robertson, Arquitectura, 58-116).
88
J. Papaioannou, Griechische Kunst, Friburgo 1972, fig. 379.
89
H. Stierlin, Cites du Désert. Petra, Palmyre, Hatra, París 1987, 106; N. Jidejian, Baalbek Heliopolis.
City of the Sun, Beirut 1975, 87-88; pero estas torres son dos y están colocadas en la fachada.
90
C. Bonnet, Astarté, 127-128, lám. X.
91
V. Karageorghis, Kitión, 112.
92
S. Moscati, Les demieres phéniciens, 65.
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capilla de Ilici. En la remodelación del santuario realizada después del siglo III a.C. la
capilla fue sustituida por una cámara subterránea situada detrás del altar. Esta cámara,
creemos, se vincula con el culto de Tanit, qué sería la diosa venerada en este santuario,
como muy acertadamente propone R. Ramos. Probablemente también hay que relacionar con el culto a Astarté o Tanit las cuevas sagradas del área levantina ibérica hay 30
de ellas sólo en la provincia de Valencia, las cuales, en [-84→85-] opinión de A.U. Stylow, fueron utilizadas desde el siglo VI a.C. hasta el siglo II a.C., con posible perduración hasta el siglo II d.C. 93.
Los materiales se colocaban en el templo de Ilici detrás del altar, igual que en el
santuario de Ayia Irini en Chipre 94. Las dos grandes tinajas debían contener agua, elemento presente en todos los santuarios fenicios, incluidos, en la Península Ibérica, los
santuarios semitas de Castulo y Torreparedones. Una piscina se documenta ya en el citado Templo de los Obeliscos de Biblos, y dos grandes jarrones que servían para contener agua destinada a las purificaciones 95. Dos fuentes había en el interior del Heracleion gaditano (Str. 3.5.7). En el Templo de Salomón en Jerusalem estaba el llamado
"mar de bronce" gigantesco caldero para las purificaciones sostenido por doce toros
(1Re. 7. 23-26). Dos grandes piscinas había en el atrio del gran santuario de Júpiter
Heliopolitano en Baalbek 96, y en el templo de Bel en Palmyra 97.
El templo de Ilici, como sugiere R. Ramos, estuvo consagrado a una diosa de la fecundidad, Tanit. En su interior hubo una imagen de la diosa, de la que se conserva el
rostro. En el templo chipriota de Limassol se veneraba una imagen de diosa con los brazos levantados, tipo documentado en Chipre a partir del siglo XI a.C. y que fue muy popular. En la cella del santuario de Meniko se halló, como se ha indicado ya, una imagen
de Baal Hammón sedente, con barba y con cuernos de carnero 98. En cambio, en el
Heracleion gaditano no había imagen de Melqart, aunque creemos que las figuras de
Reshef de Huelva y de Cádiz son imágenes de Melqart.
HEROIZACIÓN
Existe la posibilidad de que los fenicios o los cartagineses introdujeran la heroización en las altas capas de la sociedad ibera. Los heroon de Obulco y de Osuna posiblemente se erigieron en honor de reyezuelos heroizados. El guerrero de Pozo Moro es un
difunto heroizado, igual que lo fue el descubridor de las minas de Carthago Nova, el
ibero Aletes, que recibió por esta razón honores divinos en una colina a él consagrada,
según informa Polibio (10.10.10). Esta heroización en una ciudad fundada por los Barcas no parece ser de origen griego.
En una tumba de Castulo ha aparecido una pizarra con un jinete grabado, que se ha
interpretado como un jinete heroizado 99. En una ciudad que simpatizaba con el partido
93
A.U. Stylow, La Cueva Negra de Fortuna (Murcia), ¿un santuario púnico?, en Religio Deorum. Actas
del coloquio internacional de epigrafía 'Culto y Sociedad en Occidente, 1988, Sabadell 1993, 449-460;
J. González, "Las cuevas santuario ibéricas en el País Valenciano: un ensayo de interpretación", Verdolay 1993, 67-78.
94
V. Karageorghis, Cyprus, 140-141.
95
A. Parrot, M.H. Chéhab, S. Moscati, Les phéniciens, 48.
96
N. Jidejian, Baalbek, fig. 38-39.
97
H. Stierlin, Cites, 140-152.
98
V. Karageorghis, Cyprus, 147, fig. 112.
99
J.M. Blázquez, Diccionario, 103-105; Antonio Blanco Freijeiro, 449-453; J.M. Blázquez, Castulo II,
374-376, láms. XLVII-XLIX; ID., Fenicios, griegos y cartagineses en Occidente, 452-458; J.J. Blánquez, "Las necrópolis ibéricas en el Sureste de la Meseta" Congreso de Arqueología Ibérica, Madrid
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cartaginés parece lógico que esta heroización sea de origen semita, al igual que en Pozo
Moro. También estaban heroizados los tres jinetes de los túmulos de Los Villares, en el
sureste, hacia el 490 a.C., el difunto de Huelma (Jaén), y el jinete del monumento funerario de Jumilla (Murcia), del siglo IV a.C. Un guerrero heroizado es probablemente el
representado en la estela de Abobada, rodeado de una inscripción tartésica. Indígenas
eran los que en [-85→86-] Córdoba, en el año 74-73 a.C., deificaron a Q. Cecilio Metelo
en vida de éste, sobre sus victorias militares sobre Sertorio en los años 75 y 74 (Salí.
Hist 2.70; Plut. Sert. 22; Val. Max. 9.1.5). En el sarcófago de Ahiram de Biblos, obra
del siglo XIII a.C. el rey entronizado entre esfinges y delante de una mesa de ofrendas,
está posiblemente heroizado, o divinizado, como indica el trono con esfinges propio de
Astarté; la mesa de ofrendas colocada delante está documentada en páteras fenicias delante de la diosa; así como las ofrendas de la comitiva y el gesto de adoración con los
brazos levantados de algunos miembros de la procesión.
Se conservan, pues, datos de un influjo de la religión fenicia en Occidente, que debió ser profunda en el Levante ibérico, si bien no tanto como cabría esperar. Los santuarios ibéricos no acusan este influjo. Avanzando el tiempo, el número de las imágenes de
los dioses fenicios fue disminuyendo en la mayor parte de la Península Ibérica, excepto
en el Levante ibérico.
En la Península Ibérica no existen grandes santuarios de tipo fenicio, como las de
Chipre: de Astarté en Erix y en Kitión 100. A partir del examen de los bothroi de
Castulo, de El Carambolo, de Carmona, y de los demás santuarios similares citados, se
deduce que estos santuarios tenían rituales similares de ofrendas de vasos cerámicos,
iguales a su vez al santuario de Astarté en Kitión, templo 4, dedicado a la diosa desde el
último cuarto del siglo XIII a.C. hasta el año 1000 aproximadamente, y desde el siglo
IX al 312 a.C. En otros templos fenicios de Kitión aparecen bothroi desde mitad del
siglo IX a.C., fecha de construcción del templo 1.
Tampoco hay huellas de la existencia de personal sagrado adscrito al servicio del
templo de Astarté conocido por inscripciones de otros lugares (guardianes, sirvientes,
panaderos, escribas, etc.), ni hay evidencia cierta de la práctica de la prostitución sagrada. No hay rastros del uso de máscaras de toro que se colocaban los sacerdotes en la
cabeza, ni hay bucráneos como en el templo de Astarté en Kitión 101, ni navajas de afeitar, ni estelas.
Cabe recordar unos cuantos datos más acerca del influjo fenicio. En Castulo fue
excavado un campo de betilos de piedra circulares, con carácter funerario, como aparecen en estelas de Cartago, de Nora, etc. Los betilos de Castulo se encontraron en una
necrópolis.
La población fenicia en el sur fue numerosa. Estrabón (3.2.13) afirma en época de
Augusto que la mayoría de las ciudades de Turdetania y de las regiones vecinas estaban
habitadas por fenicios. La misma opinión acerca de las poblaciones meridionales tenía
Agrippa (Plin. 3.8), el cual reorganizó administrativamente el territorio hispano una vez
concluida, la guerra que Roma mantenía con los Cántabros {29-19 a.C.). Ese importante
estrato social de origen fenicio practicaban posiblemente la religión cartaginesa 102.
1992, 257, 260; M. Varela, "El 'smiting god' de Azougada (Moura)" Trabajos de Prehistoria 40, 1983,
199-220.
100
V. Karageorghis, Kition, 95-142.
101
V. Karageorghis, Kition, 97, 101-102, 110-111, 140-141.
102
Este trabajo es continuación de otros nuestros anteriores, a los que complementa. Además de los trabajos ya citados en las notas precedentes: J.M. Blázquez, "Aportaciones al estudio de la religiones primitivas de España" AEspA. 30, 1957, 15-85; Id., "Die Mythologie der Althispanier", Götter und Mythen
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[-86→87-]
Hay que separar el influjo de la religión fenicia de aquél de la religión cartaginesa.
En nuestra opinión, el culto a Astarté o a Tanit podía recubrir antiguos cultos a la diosa
de la fecundidad autóctona del segundo milenio a.C. No podemos establecer con certeza
hasta qué punto las imágenes de dioses fenicios hallados en la Península Ibérica responden a un verdadero culto fenicio practicado por los indígenas o por las capas superiores
de la sociedad ibera. El impacto real de la religión fenicia en la moral o en las creencias
funerarias se escapa totalmente. Tampoco sabemos con segundad si objetos y temas
iconográficos en origen religioso por —ejemplo el árbol de la vida o los thymiateria—
conservan en la Península Ibérica su verdadero significado religioso original 103.
im Alten Europa, Stuttgart 1973, 705-828; Id., Historia de España, España Romana II, Madrid 1982,
261-321; Id., "Einheimische Religionen Hispaniens in der römischen Kaiserzeit" ANRW II.18.1, 164275; Id., "La religión de los pueblos de la Hispania prerromana" Zephyrus 43, 1990, 223-233; Id., "Últimas aportaciones a las religiones prerromanas de Hispania" Mélanges Raymond Chevalier, 2.1, Tours
1994, 63-73; Id., Saxa scripta (Inscripciones en roca). Actas del Simposio Internacional ibero-itálico
sobre epigrafía rupestre, La Coruña 1995, 47-57; Id., "La Dama de Elche, una obra maestra del arte
ibérico", Historia 16, XX, n.° 235, 1995, 99-113; Id. "El periodo orientalizante en Tartessos y en Etruria. Semejanzas y diferencias", en Tartessos. 25 años después, 1968-1993, Jerez de la Frontera 1995,
17-40; Id., "Últimas aportaciones a las religiones primitivas de Hispania. Addenda y corrigenda" Gerión 14, 1996, 333-362; Id., "Algunos aspectos de la religión ibérica", en prensa; J.M. Blázquez y M.P.
García Gelabert, "Últimas aportaciones a la religiosidad de la Hispania antigua" Homenaje a E. Llobregat, Alicante, en prensa; Id., "Los cultos sincréticos y su propagación por las ciudades hispanorromanas" en los orígenes de la ciudad en el noroeste hispánico, Lugo 1996, en prensa.
103
Addenda. Es fundamental por la gran cantidad de ideas que presenta: M. Almagro-Gorbea, Ideología y
poder en Tartessos y en el mundo ibérico, Madrid 1996.
Las diosas con culebras al hombre tienen precedentes en Oriente: P. Amiet, op. cit. fig. 488, diosa
siria de Ugarit, del s. XIV a.C.
-Sobre Timna: D. Valbelle, CH. Bonnet, Le sanctuaire d'Hathor maîtresse de la turquoise, París
1966.
Sobre los domadores de caballos: M.C. Marín, A. Padilla, "Los relieves del "domador de caballos" y
su significación en el contexto religioso ibérico", Quaderns de prehistoria i arqueología de Castelló.
Espacios y lugares culturales en el mundo ibérico, 18, 1997, 461-494. En este número de la revista hay
diferentes trabajos relacionados con el tema del presente trabajo.
Sobre Astarté vinculada con caballos: V. Karageorghis, "An enthroned Astarté on horseback", Report of
the Department of Antiquities Cyprus 1997, Nicosia 1997, 197-203.
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