CORREO DE LA MODA. - Hemeroteca Digital

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&ladrid 8 de Febrero de i8at
y
CORREO DE LA MODA.
SUMARIO. Estudios recreativos: La Belleza, por don A. Pirala.-Poesla , por doña Dolores Cabrera 1 Dtredla.-Rosa (continuacion.) -Maria Garcia de 1\lalibran, por doiia Robustiana Armiilo de Cuesta. - A Matilde
(poesia), por don Juan Dot.-Correo de la Moda.- Tcatros.-Esplicacion del grabado de Modas.
ESTUDIOS HECfiEATllOS.
Brevemente podríamos terminar est~
artículo manifeslanrlo que cada uno la
comprende á su manera, y por consiguiente rechazan algunos que se defina;
poro siendo falsa , ademas de arbitraria
esta opinion, porque la bell eza , si bien
es una impresion de tos sentidos, no
deja por eso de estar reglada , vamos á
hacer algunas ligeras observaciones sobre ella , y á ocuparnos de las que otros
han hecho.
Reconocida como un privilegio de la
naturaleza, puede considerársela tarobien como una necesidad de la vida,
porque contribuye á su amenidad y á su
encanto.
Que haya pueblos con ideas esl&avagantcs sobre la belleza, no demuestra
esto mas que el atraso tic su civilizacion,
ó las preocupaciones de raza y de pais.
~
¡p.
~·
Porque no creemos que en la China y
en el Japon , por ejemplo, sea bello tener la mujer diminutos tos piés y abultado el vientre; en algunas partes de la
India los dientes negros y los cabellos
blanc.os, hasta el punto de que una de
las principales ocupaciones de la mujer
en las Islas Marianas es teñirlos con yerbas y aguas preparadas; lener aplastada
la frente, la cara 6 la cabeza, en varios
pueblos de America. Esto, lo repetimos,
no son mas que preocupaciones 6 exijencias de la moda ; así como lo es entre
nosotros la perjudicial de hacer ostentacien de un talle estrecho. El tipo clásico de la belleza , la Venus de Medicis,
no ostenta ese cuerpo de abeja que nues·
tras elegantes.
La belleza es verdaderamente una; y
consiste en la perfeccion de las formas,
que hacen ese conjunto perfecto, hermoso , que agrada á todos los gustos, como
agrada á lodos los oidos un armonioso
canto , a todos los ojo¡) un magnífico
cuadro.
Tomo 111.
~
© Biblioteca Nacional de España
Á
Las afecciones del alma, dice· un escritor francés, los pensamientos y la variedad de los deseos , dan mil encantos
á la belleza. Ellas animan las miradas,
los gestos, las actitudes: los ojos , sobre
todo, las cejas y la boca son las parles
del ro!;~ro gue reciben mas espresion.
Los ojos, espejo del alma, hacen seductoras las miradas, que animan la terne--za ó la dulzura, la esperanza y el deseo,
el candor y la ingenuidad. Las afecciones tiernas y honestas hacen brilla,~ las
gracias naturales por la serenidad que
reproducen en el semblante ; pero la
uoion mas perfecta , la que da inmenso
valor á la belleza , es la de la modestia , la sensibilidad , la dulzura y la inocencia. Cada una de estas bellas cualidades basta para agradar , y su conjunto es el colmo y el prodigio de la espresion de la belleza.
Tambien el amor embellece los objetos; porque las liemas afecciones enaltecen, subliman cuanto las inspira ; así
como las pasiones violentas y desordenadas, como Ja cólera, la envidia, los
celos , alteran las gracias de la belleza, eclipsan sus encantos , y en vez de
remontarnos á esas ideales mansiones á
que nos conduce el encanto de una afeecion purísima, nos arrastr.amos en el lodo de la tierra.
Por eso la virtud yla inocencia consti tu yen lambien la belleza, porque así
como la hermosura es un dón de la natnraleza, la virtud lo es de nosotros mismos, para merecer la estimacion de
Lodos.
El talento es un dón que se debe considerar como una belleza. Mi rabean era
sin duda uno de los hombres mas feos
de Francia, y parecía hermoso cuando
~ subido en la tribuna tenia suspensos los
ánimos de todos con su magnifica y arrebatadora elocuencia.
Ya nos ocupamos otras veces sobre el
talento y la hermosura; no necesitamos
repetir lo que dijimos: solo dirémos para
terminar que, no olviden nuestras lectoras qne la juventud siempre es bella, que
la belleza ejerce una poderosa é irresistible influencia sobre el hombre; que
debe ser una arma de paz, de felicidad,
no de engaño , ni de turbaciones ; y que
se conserva 1~ belleza, con la tranquilidad del alma, con la temura de las afecciones , y con la virtud , que es el supremo bien.-A. Pimla.
En la CORONA FÚNEBRE del malogrado
y 1impático j6ven DoN FERI'IANDO na PAo u.
MmANDA v NoRlEGA.
Para quien vive como tú has vivido,
Y deja el mundo como Jo has dejado.
Siendo de tus amigos tan querido.
Siendo de tu familia id'o latrado,
Para el que su mision ha comprendido
y siempre sus deberes ha llenado,
Dando en su muerte de virtud ejemplo,
Ara es la tumba, el panteon un templo.
A él vienen la amistad, y los amores
Paterno y fraternal , sobre su losa
Vertiendo llanto, y esparciendo flores :
Nace en él la esperanza religiosa,
Unica lenitiva en Jos dolores
De esta vida , tan breve y tan penosa ,
Y al hombre peregrino en este suelo
Hace ver que su patria está en el cielo!
A esa region tu vuelo levantando
Nuestra infestada tierra abandonaste ;
Antes, tu fiu cercano adivinando
Aliado de tu madre regresaste:
En s\JI'seno tus párpados cerrando
A los piés del Señor te despertaste,
Pareciendo en lo dulce tu agonía
Al bello declinar de un claro día !
1
flj
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====~====================c=o=ti=z=o==oi~t='=i=o=%~i~·===-==-=============·~
Belleza 1 génio , decision , tern11ra ,
Todo lo grande en l[ se hallaba unido,
Y del amor filial, vlctima pura ,
En la flor de tu edad has sucumbido 1
Tu muerte careciendo de amargura
La recompensa de tu vida ha sido ,
Y hace por siempre eterna tu memoria;
Quien v-ive con honor , muere con gloria 1
DoLORES
CnREu v H11azou.
Jaca t.• de Febrero de 1855.
ROSA.
•
~
La jóven marquesa vivía creando en su
ilusion entes ideales, que en breve destruía
la triste realidad: forjábJJse mil quimeras,
hijas todas de su ardiente fantasla, llegando
su devaneo á alterar su salud.
En situacion tan triste, quiso Dios aliviarla: la dió una hija, y con ella una nueva
existencia, un nuevo sér; nació el amor , el
entusiasmo , el placer; los deseos del presen·
te y la esperanza del porvenir quedaron satisfechos, y en el goce de esta hermosa realidad huyeron las mentidas y fantásticas visiones.
¡Con cuánta ternura veia crecer á su amada Clemcntii1a 1 ¡Con qué interesado esmero
ae dedicaba á formar su tierno corazon! Con
qué afan tan prolijo sembraba en su alma el
gérmen de todas sus virtudes 1Cuando la sen.
taba sobre sus rodillas , y con las manecitas
unidas, contestaba balbuciendo á la oracion,
que la enseñaba radiante de alegria, y vertiendo lágrimas de entusiasmo santo, se consideraba la mas dichosa de las madres , y
juzgaba el mundo pequeño para contener su
felicidad.
' Convencida la marquesa de que una madre tierna y previsora es el mejor Mentor de
su hija, no quiso partir con nadie el trabajo
de tan dulce tar'Ca, de funcion tan sublime,
Y se dedicó toda á su desempeño ¡ la enseñó
todas las labores de su sexo, y la inició en el
~tm.
~o · ------~--~~~------~---
c96oeifuiento de la lectura, escritura y mltsica.
Amaba el marqués á so bija con ternura,
pero desaprobaba el ciego delirio de so madré : trató, páés , de modificar sus trasportes, y al éfécto la habló con firmeza y dulzura.-EI desarrollo de Clementina, la dijo, exije que se cultive su inteligencia, y se la dé
aquélla instrucción que, formando su carácter, la baga apreciable á la sociedad y digna
de sus padres. Para conseguirlo be determinado darla tóda clase de maestros.
Empezó, pues, la edueacion de Clementina, que vigilada y animada por su celosa madre, hizo en breve rápidos adelantos.
A los diez y ócho años poseía una vasta
instruccion, unida á un carácter angélico, á
una alma elevada, y á un corazon sensible y
generoso; su belleza no era tan notable como
la de su madre, pero tenia la gracia y esbeltez de sus formas; y la hermosura de sus negros ojos, sus cabellos castaños y espesos, su
tez de rresca palidez, su nariz de forma griega, su boca de h6medo coral y sus dientes
de nacar, hacian de Clementina una encantadora criatura.
El marqués, que contaba ya cerca de setenta años , cayó peligrosamente enfermo,
sin que pudiera salvarle ni los recursos de la
ciencia, ni los arectuosos cuidados de su esposa é bija. Murió, y sus bienes que estaban
vinculados, pasaron al hijo de su primer matrimonio, quedando reducida la marquesa á
una corta pension que la pasaba el heredero.
El infortunio no abatió el esplritu de Luisa: abandonó su amada quinta , y marchó
á Madrid con Clementina á reunirse con su
padre.
V.
VIU C.I.RTA.
El anciano recibió á sus hijas con la erusion del mas tierno cariño: habitaba un segundo piso de una linda, pero modesta casa,
situada en un barrio pacífico y solitario.
Cada dia aumentaba el amor de la marquesa hácia su bija ; amábala aun mucho~as
!
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~ .~ e
~=6======r=======~========A=LB=U=M==D=E~SB=Ñ=O=B=l=TA=~============T================
desde que murió su esposo, y todo su anhelo era llenar con su ternura el vacio triste
que la muerte de su buen padre dejára en el
corazon de Clementina.
La jóven por su parte pagaba este amor
con una ilimitada adhesion , y con un apasionado cariño; sentada junto al lecho de. su
madre , espiaba el momento en que despertaba para recoger su primera mirada ; no se
separaba un instante de su lado , era la confidente y depositaria de todos sus pensamientos, su compañera constante y su única amiga.
El consejero vi!ia enteramente ~islado, y
la marquesa y su hija habituadas á la soledad, y amantes de ella , no echaban menos
un mundo que ni una ni otra conocían; trataban únicamente á un anciano vecino que
ocupaba con sus criados el cuarto p'rincipal
de su misma casa: viudo hacia muchos .1ños,
poseía una inmensa fortuna, adquirida á costa de una vida laboriosa; había pertenecido
á la marina, y desempeñado en ella un destino muy elevado: era su carácter noble,
franco y generoso, su instruccion variada y
profunda , y unia á los modales mas distinguidos, la mas dulce é indulgente bondad.
Conocedor del mundo, y hastiado de él,
don Fernando de Osorio, vivia desde que se
babia retirado del servicio, cargado de bonores y de Htulos, en la mas completa soled!ld.
El trato de vecino; creó una amistad verdadera entre los dos ancianos, marino y consejero, y la llegada de la marquesa y de Clementina regocijó eu estremo á los dos.
Osorio se aficionó de tal modo á su compañía, que no sabia separarse de ellas; admiraba las brillantes cualidades de la marqu!lsa, encantábale su carácter, y en cuanto á
Clementina, su gracia juvenil, su dulzura y
la pureza é inocencia de su alma, le hechiza- ban; nunca babia visto nada comparable á
aquellas dos nobles criaturas.
Cerca de un año hacia que la señora de Olmedo y su bija babian llegado á Madrid;
Clementina tenia ya diez y nueve , y hasta entonces los objetos únicos de su amor habían sido su madre y su abuela ; quería tarobien con estremo á su perro Azor, hermoso
galgo inglés'· que pocos días des pues de su
llegada á la córte le había regalado don Fernando: dulce , buena y dotada de un carácter simpático, solo se le advertía una timidez escesiva, que tocaba en lo ridículo, haciéndola esta debilidad recelosa y desconfiada: 1e]9s de verse en su semblante aquella
melancolía que daba tan sublime espresion á
las puras y hermosas facciones de su madre,
revelaba su fisonomía su carácter risueño y
bullicioso. Jamás la marquesa la babia dirigido una reprension : nunca el indulgente y
cariñoso anciano de quien era el ídolo, dejó
de hablarla con el acento de la dulzura, y no
obstante, su invencible cortedad impedía á
la jóTen manifestar la espansion y confianza que merecían aquellos dos séres, para los
cuales era objeto de una predileccion esclusiva.
Harto bien conocia la maquesa lo que aquel
defecto perjudicaba á su hija; creyó que á
fuerza de cariño podría, si no \'encerlo, disminuirlo; pero en vano hizo uso de todos los
medios que le sugirió su malcrnal interés;
en la edad ·en que el entendimien to eslá desarrollado y fortalecida la ra zon , no se conocían aun en Clementina ideas fijas ni voluntad decidida.
Y no se crea por esto que ca recia de talento, su comprension era feliz , su imaginacion
poética y ardiente , y su corazon sensible é
impresionable.
Una tarde hermosa del mes de setiembre,
¡a marquesa y los dos ancianos se hallaban
reunidos en el salon del consejero; Clementina bab!a salido á buscar una pieza de música que Osorio deseaba oirla cantar.
Los balcones abiertos dejaban penetru en
el salon el aire embalsamado del otoño; eran
las cinco, y se esperaba anunciasen que estaba servido el comedor.
Jugaban la marquesa y su padre al ajedrez , y don Fe rnando ojeaba, sentado junto
al piano, el album de Clementina.
-Si no mandais otra ~osa , marquesa , me
bajo á comer , dijo de pronto.
-¿No babeis dicho á mi hija que deseabais oirla cantar? contestó la de Olmedo.
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~=.=======================C=O=R~a=.B=O==D~E=L==A =H~O=D=A=.=======================3=7=====
-Veo con placer que el juego os divierte
mucho , repuso sonriendo don Fernaudo,
puesto que no habeis advertido que hace una
hora que la espero.
-Voy á mandarla llamar, dijo la marquesa. ¿ Qncreis esperarme un mollento, padre
mio? añadió, poniendo sohre las rodillas del
anciano el tablero dc1 ajedrez.
-Tened la bondad de tirar de ese cordon ,
mi querido Osorio , dijo el consejero, deteniendo á la marquesa , y tú, hija mia , sigue
la partida: jaque al rey.
El antiguo marino alargó 'el brazo para llamar, pero antes de hacerlo se abrió la puerta y apareció un criado.
-Haced me el favor de llamar á la señorita,
dijo la marquesa, quien convencida de que
la bondad conquista el corazon de los si rvir.ntes, hablaba á los suyos con dulzura.
-Iuclinóse el lacayo; des pues dirigiéndose al consejero: tengo que advertir al señor,
dijo , que hay en la antecámara un cai>allero
que desea hablarle.
-¿Os ha dado tarjeta? preguntó el anciano.
-Yédla aqu[, señor.
-¡ Edmunclo de Galvez! ct:jo el consejero
leyendo la tarjeta: no conozco este apclliuo;
introducidle , añadió, y anunciadle solo por
su nombre, pues que seria una imprudencia
intenta r sabe r mas de lo que se nos quiere
decir.
Esta rara y esquisita delicadeza se observaba siempre en casa del consejero.
La puerta volvió á abrirse, y un jóven oficial de infanter[a apareció en el umbral: el
criado acercó un sillon, y se retiró.
El militar aparentaba veinte años á lo mas;
era de esLclta y elevada estatura : tenia la tez
muy morena, y del negro mas hermoso los
grandes y rasgados ojos, y el rizado y abundante cabello : su mirada enérgica y atrevida, bien que templada por una dulzura inesplicable, se velaba á veces por la ancha franja de sus negras pestañas. Touas sus facciones eran hermosas , hasta la perfeccion.
Vestía con una soltura llena de elegancia
~neillo """"me , y "
des,.bdo ; ''"''
del blanco guante y de la charolada bota.
una mano y un pié, que hubieran dado envidia á una mujer
lnclinóse profundamente delante de la marquesa y de los dos ancianos: despues, sin
pronunciar una palabra, presentó al consejero una gruesa carla.
-Scrvios ante todo lomar asiento, caballero, dijo el anciano, indicando al jóven un
sillon , y sentándose él taml>ien : ahora añadió: permitid me que lea.
El ofil'ial se inclinó por segunda vez: en
aquel momento se oyó una voz fresca y sonora que canla!J:J el aria del Tancredo , y Cle-"
mentina aurió la puerta con estruendo.
-Dad de comer á Azor, dijo desde el umbral; ya sabeis que anoche no quiso cenar: y
tomando su andante de donde lo ha!Jiá dejado , entró en el sa Ion.
(Se continuarcí.)
M.
~JAUlA
DEL
Ptun Sc'iuts
G:\RCI.\ nE
Y NAVARRO.
~IALIBRAN.
Manuel García, buen cantor español y
compositor de algunas operetas representadas en el teatro del Prínc-ipe , en 1\Iadrid,
empezó á creer que su educacion musical no
estaba aun bien perfeccionada, y perseguido é inquieto por ese deseo que impulsa á
los verdaderos artistas , se trasladó á Parfs
con su familia , con ánimo de pasar desde alH
á la enca ntadora Italia. A su paso por Parls
dió á luz su esposa una hermosa niña , á la
que pusieron por nombre Maria , nombre
bien apropiado á las escelentes cualidades
morales de aquel ángel, que debía brillar
algun dia.
Despues de haberse entregado en Italia á
los estudios mas profundos , Manuel Garc[a
vohió segunda vez á Par!s , donde obtuvo
una re1mtacion y un éxito de los mas brillantes, haciéndose inimitable en los papeles del
Barbero , Otelo y Don Juan.
Hablase propuesto Garcia hacer de su bija
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[
a
.
:o
""'
.t.UUM DE UÑOIITAS.
una notabilidad filarmónica, pero dotado de ,
tm carácter duro , ardiente é intrépido, de-
•
·~~~1.-
========================~====================~=== ~ 1
bía hacer sufrir á su hija las pruebas mas
amugas. Hé aqui porque los primeros años
de Maria fueron penosos J acompañados de
amargas lágrimas.
Su disposicion musical se desarrollaba con
tanta lentitud , que rechazada por un padre
irritable 1 ahogada .por los ob!tácuiQ5 que Je
oponían sus escasas disposiciones , debió sin
duda alguna desesperar mil veces de poder
obtener grandes adelantos ¡ pero á despecho
de lodos estos obstáculos naturales, el instinto secreto , permanente y prodigioso det
arte , unido á su carácter firme, engendre)
en ella esa obstinacion en el trabajo, que es
la única que puede producir grandes cosas.
Cuando se consideran los obstác'utos que
liaría García hallaba en su voz, y el éxito
brillante que obtuvo dcspues, la imaginacion se asombra al ver los prodigios que es
capaz de hacer uua voluntad firme y enér·
gica.
1\Jaria debió esta voluntad , tanto á la educacion varonil que había recibido , como al
carácter duro de su padre¡ porque García
no podía comprender que nadie se dejase
dominar por el temor de no salir bien , y
no podía oir decir no puedo sin esperimentar
un movimiento de cólera y de desprecio.
l.a voz de Maria , débil y poco caracterizada, y su entonacion dudosa, hacían temer
á Garcia que no tuviese oido. Queriendo Maria imitar el tono de su padre 1 le sucedía
muchas veces solfear tan fuerte , que Garcia
aterrado dejaba el piano y se escapaba al otro
cstremo del salon, en tanto que la pobre niña , que sentía arder en su pecho el entusiasmo artístico, corría hácia él , le tiraba
por la ropa, y le suplicaba que volviese á empezar.
-Te has oido ladrar 't le preguntaba Garcla.
-Si, papá , si ; pero volvamos á empezar .
Garda volvia á ponerse al piano, y la leccion empezaba de nuevo.
Un dia María estudiaba un cl uo con uno de
~i•dpulos do '" p•dco,
P"• ooando '"'
le mandó cantar hizo uu esfoeno , se desanimó , y dijo suspirando :
-No puedo ... no podré nunca ....
-Qué dices T esclamó el andaluz fijando
en Maria sus e;os, ardientes de cólera, qué
dices YY cogí~ por un brazo á la niña 1 con
tal fuerza , que la hizo nrrodillar.
-Papá! esclamó Maria juntando las manos: allora , ahora 'fOY á cantar.
Y.cantó sin errar una nota_
-No sé, en 'ferdad, decia des pues Maria,
como he podido cantar .•. pero la mirada de
mi padre tiene sobre mi tal influencia que me
baria saltar de lo alto de las torres de Nuestra
Señora sin hacerme daño.
Garcia creía cumplir con un deber sagrado haciendo temblar á su hija para hacerla
cantar. Bien sé, decia muchas veces á sus
amigos, que soy con ella un bárbaro , pero
l'tlaría no puede llt!gar á ser grande sino á
ese precio. Su carácter indomable necesita
una mano de hierro para servirle de guia¡
ved sino á su hermana P aulina, jamás la he
r ei1ido, y sin embargo <<irá bien lejos en su
arte,., pero á esta es menester guiarla con un
hilo de seda y oro.
A pesar de los sinsabores que costaba á
l'tlaría su educacion ar tística , conservaba una
lozanla, una petulancia infantil, 'f sobre todo
un corazon tan escelenle , que se hacia querer por cuantos la conocían.
Bien que en su primera edad tuviese todas las apariencias de una niña delicada y
enfermiza, era difícil encontrar otra de su
edad que pudiese soportar mejor la fatiga y
las privaciones físicas . La inflexible severidad de Garcla se compensaba cou las caricias
que prodigaba á 1\Iarla una madre adorada ,
y por el tierno cariño que le profesaban sus
dos hermanos, la célebre Paulina Garcia, y
su hermano menor, que llegó á ser tambien
un profesor de primer órden: hé aquí porqué Maria conservaba esa resignacion y esa
alegria que la haciau feliz en medio de las
mas duras pruebas.
En tanto corrían rápidamente los años , y
la voz de María , notablemente desarrollada,
hacia ya con mo,·ersc al mismo Garcla , bien
_j
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es verdad que aunque su pecho babia adquirido ya la fue rza que admiramos despucs,
babia en la ejecucion algunos ton.os rudos y
velados. Velase en ella al ar!e luchando vcntajosam<'nlc contra las asperezas naturales,
J como decía Garcla :
-En esta niña elegante veo yo un bolon
de nenúfar , que crecerá rápidamente y será algun dia un árbol jiganle.
Maria acababa de cumplir doce años cuando por fortuna llegó á París el célebre Rossini. La sociedad parisiense comprendía bastante bien la música singular del nuevo maestro, pero saberla cantar era otra cosa; en
vez de cantar, ladraban, y el ilustre autor
del Guillermo Tell y del Sitio de Corinto, no
sabia adonde ir á buscar los intérpretes de
sus admirables composiciones.
Una de las obras que mas apreciaba Rossini era una cantata á cuatro voces, obra compuesta en Italia , y que el público impaciente
petlia lodos los di as. Queriendo Rossini complacer al público, dispuso ponerla en escena,
aunque temiendo sinceramente un fiasco. Al
fin Dordogni, Pcllegrini y otra dama desempeñaban los papeles de bajo, tenor y soprano ; pero dónde buscaría Rossini un contrallo?
Entonces fué cuando García , que ocullaba su hija á los ojos de todos, como un avaro su tesoro , la ofreció para desempeñar en
la c:mtata el papel de contralto.
Rossini aceptó, no sin manifestar algunas
dudas acerca del éxito, pues todo lo que babia de notable en el mundo musica l debía
asistir á aquella solemnidad; en cuanto á
Maria parecía hallarse tan serena como si
fuese para ella una cosa ordinaria.
Su actitud severa y tranquila no dejaba
''islumbrar la menor sombra de temor, cualquiera hubiera dicho al verla que adivinaba
su porvenir, y que esta seguridad le prestaba esa audacia que es casi indispensable para
el que quiera obtener los favores del público. Es verdad que esta fuerza, esta firmeza
solo es verdadera cuando se apoya en el ta1
lento , pero no hay duda en que es preciso
~ que el cantante se eleve á sus propios ojos y
sepa colocarse sobre el pedestal , si ha de
dominar desde él á la multitud.
Lo cierto es, que su salida fué acogida con
los mayores aplausos, recibiendo las felicitaciones de todos los conocedores, y los ramilletes y dulces de las damas de la nobleza;
Maria recibía las felicitaciones con el corazon agitado por el entusiasmo , y los dulces
con alegria, porque esta cantatriz de catorce
años, no cumplidos, era medianamente golosa.
(Se colltinuará.)
RonusTIANA ARMIÑo na CuEsTA.
Eres l'tlatilde bellisima,
y es tu carácter simpático,
y en lu sociedad tu circulo
el círculo polar ártico.
Paseas eu coche cómodo
sin temer que auriga bárbaro
te prense con su vehir.nlo
en menos que pla un pájaro.
Y en Brihüega. en casa solida.
pasas el verano cálido,
donde las delicias rústicas
confortan tu cuerpo y ánimo,
Tienes amigas sin número
que Le aprecian hasta el máximum,
y tienes padres idólatras
en tu obsequio nada apáticos.
Y sobre lodo (es la súpima
felicidad del catálogo)
el travieso niño ciprico
aun no hirió tu pecho cándido.
Dios te le conserve incólume
y te defienda del cálculo
del que adoracion fingiéndote
solo adore tu metálico ,
Y de aquel pollo ridlculo,
que ya en la carrera práctico ,
sin la inclinacion mas minima
le pinte un fuego volcán ico,
Y del otro pobre tltere,
que, siendo un alma de cántaro .
-piense ascender, si es tu cónyuje,
por tu influjo á paso rápido ,
Y Dios le libre por último,
ya que del futuro es árbitro,
de vieja envidiosa y pícara
cuya lengua sea un !aligo.
~ --------------© Biblioteca Nacional de España
kA~
DoT.
~
-----··
ALIIUM DE SEÑORIT~!!.
T~!:fRO~o
~
La~ abundantes aguas que han sucedido á
las nieves anteriores bao trasformado á .Mayrid en una ciudad del Norte; las calles se
han convertido en lagun'\s, que las berlinas
del tres por ciento cruzan en todas direcciones, cual las góndolas por los canales de
Venecia: son co.ntadas las señoras que salen
á pié-f y éstas cubren su rostro con el espeso vel o , como los hombres con la chalina de
gr·ueso tarlan.
Esto no quita que las reuniones de noche
M S resarzan de la reclusion del dia , y los
Lailes tle máscara y algunos par¡icularcs no
dejan de estar animados.
Los vestidos de baile se llevan muy escotados, entallados y sin aldctas. Aunque es ·
tas se conservan en boga para trajes de calle , son de muy mal gusto para los de baile , especialmente en los de telas ligeras. Están sin embargo admitidos en los trajes, que
se llaman serios , para las seiloras qu e no
bai lan, y que son comunmcntc de telas fuertes; como estos vestidos llevan sier npre la
falda lisa, los adornos se reservan para el
cuerpo. Es su complemento , y muy distin guido, un ligero echarpe de Cbantilly, ó un
(icftú de guipure ó de punto de Inglaterra.
Está mu y generalizado tambieu en los vestidos de baile , el cuerpo de drapería , moda
mu y graciosa, que da amplitud al pecho y
elega ncia al talle. En los trajes con bcr·ta, ó
de tirantes, no con<:luyen estos la cintura,
sino que continúan mas abajo , cayendo sobre la falda: otras veces van fijos al talle,
formando cinLUron con lazos y cabos flotantes. Las dobles y tripl es faldas, los volantes y los adornos de huecos, es lo mas distinguido que se lleva para traje de baile.
Aurora Perez bfiron.
·
?!Jf!~
.~
AJ..\.DRID t S:l4. -Jmp. de
El Real nos ha dado una nueva produc·cion del inspirado y fecundo Verdi, la Tra1Jiatta. Quienes hayan visto el arreglo que
hizu el señor Diaz de la Dame aux Camelies, de Dumas , hijo , bajo el título de Redencion '· ya saben el argumento de la E6travioda ; asl le omitimos. La noveclad es
la música y la ejecucion. A.C)uella no llega á
la altura de otras prolluccioues del mismo
autor; es mas ligera, y parece escrita sin
pretensiones, J)Cro · tiene trozos bellísimos
en que se revela el génio del autor de T.ttisa y del Trovado?'. En la ejecucion sobresalió la Spezzia , y en ninguna ópera la hemos visto tan inspit·ada como en esta : es su
ópera. Los aplausos que arrancó pr·emiaron
su mérito , y aunque admiradores de la 'Gazzauiga, la vimos competir con ella . Las noches que se ha repetid o ha sido igualmente
aplaudida con entusiasmo.
Los teatr·os de verso ofrecen varias no vedalles. Entretanto el de la Cn tz ha rlallo Samnel el Judío , drama en cuatr·o actos, arreglado del francés. Su ejec ucion ha sido
regular, y muy acertatla por parte del señor Romea ( D. J. )
Esplicacion del graba¡\ ode Modas N. o 2.
1 . Cofia de encaje, con rizados y
cabos de cinta azul , y lazos de terciopelo
negro.
Núm. 2. Cofia de encaje con adornos de
cinta verde.
Núm. 5. B e1·ta de encaje, con aldeta, y
adornos de cinta color de cai1a .
Núm. 4. Cuello, con caídas, compuesto
de entredoses y guarniciones de encaje .
Núm. 5. Cuello, de tul bot·dado , con
puntas cruzadas, guarnecido de valencienues.
Núm. 6. Corpüio de muselina bordada,
guarnecido de encaje y de lazos de cinta color de rosa; el pecho se compone de
entrcdoses bordados, alternudos con otros
de encaje ; los tirantes forman hombrera,
sobre la manga , que term ina con tres volantes.
Núm. 7. Manga Duquesa , guarnecida
de guipure.
Núm. 8. J11anga hueca de muselina con
adomos de encaje.
Núm.
~1. Campo-Redondo y S. Aguiu r.-lluerlai. ~~.
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