J - Casa del Teatro de Medellín

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Bllcaramanga, Domingo, Junio 22 de 1980
VANGUARDIA DOMINICAl
.
Bucaramanga, Domingo, Junio 22 de 1980
-1
VANGUARDIA DOMINlCAl
(Diálogo onírico con Aleio Carpentier yJecnPoul Sartre
Oda prosaica a los muertos enuncio en este París oscuro estercorlero donde pudren voces: Jean-Paul Sartre y el "otro Juan-Pablo n
(en Montmartre en los reinos de putasmaricaslobosladronesmendigos
de la noche con pantalones llenos de mierda seca) Carpentier, y otros...'
que vienen a engrosar esta danza macabra al son de las campanas que
E ugenia de Montijo clavara en la Colina del Monte de Júpiter o de los
Mártires. Sus voces son como la música moderna (de la que Julio Estrada hace la apología) provocadora de l ritmo brutal establecido entre
'el tiempo y la memoria, en tre la voz encaladora de fachadas y la que
carcome artesonados, vigas, paredes, cimientos. E l ritmo lineal rompióse y otro en zig-zag lo remplaza, como la copa donde el vino agrio y
añejo se escancia: la voz encierra, y no, la verdad; la voz enciende,
como en los troncos de los bosques fosilizados, un fuego vivo, y no. Más
la palabra no perteneció (ni pertenece) a la boca que la profiriera; esa
palabra es incorruptible, aunque las bocas pudran de gusanos o de
ruiseñores. Para este entierro o mascarada llevo su cortejo inquisitorial
de alabanza y moralizadora chunga. E l reino de este mundo es el de los
vivos y el de los muertos. Los vivos pueden estar muertos y viceversa.
José Maria Alfonso Sónchez
jean Palll Sartre
EnParrs, y sus senderos de la muerte, se han perdido
Alejo Carpentier y leln·Paul Sartre. Las huellas de sus
sombras laten en la ciudad y entablo con ellas mi diálogo.
No tengo que hacerles preguntas. Las adivinan y me responden con sus voces fluviales y proféticas, rabiosamente
provocativas, rebeldes a las enseñanzas de la historia y a
las lecciones de un presente negro. Se aferraron al suefio
de una libertad posible y lejana, tierra de promisión de l
hombre, esclavizado por los hombres y la vida, y en la que
todos los hombres podrán alcanzar esa "libertad o divino
tesoro" que redime, otorgando la auténtica vida al hornbreo
Evoco a Carpentier en el Peny, el bar de un polaco
parisino. Su clientela la forman guadalupenses, martiniqueses, parias de La Reunión, kabilefios, gitanos de
Marsella, putillas y maricas: la crema del naufragio y del
exilio. Junto al bar está el hotel del Viejo Montmartre;
¡.,ruarida de marginales animadores de las noches de la
buue de Montmartre, 1acques Brel canta, pero la música
que form a' el tapiz rítmico del bar Cust es la del Carpenlier del "Siglo de las luces", del "Reino de este mundo",
de todos los siglos y reinos perdidos, cuyas cenizas mantienen las brasas vivas. Un día brotarán en hogueras. Son
la voz de la tierra ancestral dormida. Son el alma del mundo. Despertarán un día. Serán el canto, a la libertad y al
amor, de las razas innumerables de los héroes. Aquí, en
este mundo marginal y pestífero, invoco a Carpentier. Le
ofrezco el único púlpito digno de su voz poética. Aquel
predicador excepcional, que fuera Alejo Carpentier, sigue
tronando sermones proféticos. Me limito a ofrecerle los
'altavoces enanos de mis líneas sosas.
" Nací en La Habana en 1904. Mi padre era un arquitecto bretón, que se vino a las Antillas en 1902. No
podía aguantar la podredumbre de Francia, su país, encenegado por el "affaire Dreyffus". E l me infundió el
amor a la libertad y el culto a los héroes, muertos por alcanzarla o mantenerla. Por eso escribí el "Siglo de las
Luces" y el "Reino de este Mundo". Mi madre era una
gran pianista. Hizo de mí un aficionado a la música y un
erudito musical. Mis .. obras literarias son sinfonías
poéticas, como "Concierto Barroco", "El Arpa y la Sombra". De mis padres y de mi tierra heredé las culturas
latina, anglosajona, india y negra. Ellas hicieron mi canto
universal y determinaron mi vocación de escritor. Dejé
mis estudios de arquitectura y me dediqué al periodismo
en 1921. Formé parte del grupo "Minosírta", fui director
de la revista "Carteles", escribí la novela "Ecue-YambaO"... y pasé siete meses encarcelado por h ab er firmado un
manifiesto contra el dictador Machado. Después escribir/a el "Recurso de l Método" ridiculizando este tirano. No fUI el iniciador de esta literatura. Esteban
Echeverría con "31 Matadero", Valle Inclán con "Tirano Banderas", Asturias con "Señor Presidente" ridiculizan la figura del dictador y describen su política
aniquiladora. Robert Desnos, que daba un ciclo de conferencias en Cuba, me ayuda a sa lir de la isla en 1928 y a
refugiarme en Francia. Mi estancia en París me permitió
el conocer todos los movimientos de la vanguardia artística y literaria y trabar amistad con los creadores del
siglo XX en todas las ramas del arte. Esta ciudad me
recobraría en el 1966, después de mi estancia en América.
Aquí me ha cogido la muerte cargado de experiencia y
aferrado al sueño de una libertad posible para el hombre.
Para quienes se la negaron he sido un juez implacable.
Para Las Casas, para Cristobal Colón... Ya ves cómo
hablo del Almirante: "Fue en aquel sábado (tr ece de octubre de 1942) en que yo, Almirante de Castilla, me di
cuenta de que los indios llevab an joyas de oro. La codicia
se despertó en mí, recomiéndome las entrañas, e intenté
saber de dónde provenía ese oro. A siete de aquellos infelices los hice prisioneros. A latigazos los metieron en las
calas de las carabelas y luego mandé atarlos a los mascarones de las proas para que nos guiaran al país del oro:
el único norte de nuestra aventura. Yen mi viaje de vuelta
los llevé a presentarlos a mi amada, la reina de Castilla.
Los vestí como reyes de escarnio. De rodillas, lloraban,
temblaban de miedo. Pidieron su libertad y elvolver a su
tierra. Yo les dije a los reyes que su. llanto era de la
emoción sentida por estar en su presencia. Poco después
morían todos ellos, excepto Dieguillo. Los loros que había
traído del Nuevo Mundo también murieron. Pero no
fueron solo éstos a quienes esclavicé. Carabelas enteras
desembarcaron en Sevilla y la venta de estos esclavos indios suplió a la riqueza de un oro de ley, soñado, más no
lograd o. La reina ordenó que se los li?ertara. iM~nuda
faena! Yo fuí el creador de la esc lavitud en las tle~r~,s
lib res de América. Discípulos tuve y en abundancia .
-Bien habla el Almirante- prosigue Ca rpentíer : E l 4
de agosto de 1526 tres ob ispos autorizan a Bartolomé
Cornejo a abrir la primera casa de putas en San J ~an de
Puerto Rico. Las indias no sabí'an putear y las pnmeras
prostitutas fueron rameras importadas de España. Con el
cor rer de los' siglos vendrán nuevos verdugos de Europa.
Esteban, uno de los personajes del "Siglo de las Luces",
nos describe así la arribada de Víctor Hugues a las Antillas: Esta ~oche he visto alzarse de nuevo la Máqu~na
(la guillotina). Estaba en la proa, co~o una puerta a?Ierta hacia el vasto cielo, que nos trajera olores de tierra
sobre un océano tan tranquilo, tan dueño de su ritmo, que
el navío, suavemente conducido, parecía adormecerse en
su rumbo... Pero la puerta sin hojas se alzaba enla proa...
Su armazón estaba allí, desnudo y liso, de nuevo amenazando el suefio de los hombres, como una presencia,
una amonestación, que a todos nos concernía del mismo
modo... No la acompañaban los estandartes, ni los .tambores ni la multitud; ni conocía la borrachera de quienes
en Francia la rodearan de un coro de tragedia antigua.
La brisa olía a tierra , humus, est iercol, espigas,
resinas de esta isla, colocada hacía algunos siglos bajo la
protección de una señora de Guadalupe, q ue en la provincia extremeña de Cáceres y en Tepeyac (Méjico) alzaba
su silueta sobre una luna nueva sostenida por un arcángel.
Y Víctor Hugues, ex-negociante de Puerto Príncipe, discípulo de Robespierre, de lator público en Rochefort,
desembarcaba en la isla con la primera guillotina del
Nuevo Mundo y el decreto que abolía la esclavitud en las
colonias de América. Hugues establece primero laguillotina y después restablece la esclavitud al ordenarlo así
Napoleón Bonaparte. Así obró este revolucionario, que
fuera Víctor Hugues. A todo negro acusado de gandul o
desobediente, de refunfuñón o rebelde, se le guillotinaba.
Y como había que aleccionar a la isla entera, la guillotina,
sacada de la plaza de la Victoria, empezó a viajar por la
isla entera. La acompafiaba siempre el monsieur Anse,
que fuera el verdugo dé Rochefort, mulato distinguido,
educado en París, exce lente violinista, en cuyos bo lsillos
habían siempre caramelos con qué obsequiar a los niños,
Anse era, además, un exquisito coleccionador de conchas
marinas, de minerales, de peces - luna empalados, de
raíces vegetales con formas zoológicas. Este personaje,
tan sensible y culto, se encargaba de cortar las cabezas de
los embrutecidos esclavos negros. Mas los esclavos no se
resignaron nunca a serlo. Desde que los europeos pisan
América surge la rebeldía de l esclavo contra el esclavista,
de los indios contra los españoles, (como aquel famoso
don Enrique en tiempos del padre Las Casas), de los
crio llos contra las oligarquías locales. Y los negros de
Haití rehusaron la gu illotina. Sonthonax logr ó emplazarla una sola vez. Los negros asistieron en masa a la
primera decapitación de un hombre; comprendieron el
mecanismo de la decapitación y lanzándose contra la
guillotina, la hicieron trizas. Pero se anuncia en las An-
tillas la noticia fa tal del restablecimiento de la esclavitud
en las colonias' francesas de América y m iles de ciudadanos libres son conducidos de nuevo, a garrotazos y
latigazos, hasta sus barracones. (E l puerto de Santiago de
Cuba se llenó de ladrid os. Encadenados unos a otros,
rab iando y amenazando tras el bozal, tratando de morder
a sus guardianes y de morderse unos a otros, lanz ándose
hacia las gentes asomadas a las rejas, centenares de perros
eran me tidos en las calas de un velero.. ¿A dónde los
llevan? - A comer negros-l. Jaurías de perros rabiosos
. capturaban en los campos a los esclavos que, colgados de
eadenass eran entregados a sus capataces. Un decreto de
Napoleón prohibía la entrada en Francia a negros y
mulatos. Ya había demasiado en la metrópoli y, si aumentaba su número, ocurriría como España con los moros.
Quería la piel y la sangre de los franceses puras. Un planto
colectivo semejante al ulular de las fieras acosadas, se alzó de la negrada, Las sombras de los esclavos se perdía en
la noche buscando la protección del monte y de la selva.
Sabían lo que los b lancos les reservaban. Esteban, el discípulo de Víctor Hugues, nos cuenta que en una sala de
hospital había vis to nueve negros, custodiados por negros
armados, fumando tranquilamente en pipas un tabaco
agrio y fermentado. Los habían pescado al intentar .escaparse a la selva y los habían condenado a la amputación
de la pierna izquierda. La sustencia tenía que cumplirse
de manera científica, desterrando procedimientos arcaicos, propios de épocas bárbaras, que provocaban
sufrimientos excesivos o poníanenpeligro la vida de l reo.
El mejor cirujano de Panamaribo se iba a encargar de
serrarles las piernas. "El cirujano Greuber, volviendo la
cabeza y encarándose con los que esperaban, ordenó: ".
Venga, el primero de vosotros". Unnegrodefren~evo~u~­
taria y musculatura hercúlea se levantó en silencio .
Como esta escena se podrían contar miles y miles. Los
¡negros se rebelaron siempre contra esta tiranía. Ya en el
siglo XVI existen los cimarrones. En Venezuela se subleva el negro Miguel con los mineros de Buria y funda
un reino. Después surge en plena selva el reino de GambaZumba. Zumbi, sobrino del rey y mariscal del ejército, era
invulnerable a las balas enemigas. Sus hombres marchaban sobre las copas de los árboles de la serva, cayendo
como frutos madúros sobre los soldados enemigos armados e indefensos. Los cimarrones de Jamaica crearían
en la selva un imperio que duraría un siglo. Los negros
eran indestructibles. Su mundo era un mundosecreto que
comprendía el lenguaje de los árboles, d~ las pied~a~, de
las pieles y de las fibras vegetales. Cada iglesia cnstiana.
abrigaba, detras de la sacristía, una iglesia cimarrona
consagrada a Obatala, Ochum o Yemanya. Los negros
volvían a venerar, bajo las imágenes delos santos cris. tianos, a sus santos o dioses. Asediaban de maleficios a los
colonos que les robaban la tierra. Los amenazaban con
cosas extrañas, tan terroríficas como indescifrables, como
el bucráneo de un bóvido, con los cuernos pintados de
rojo, plantado ante la choza del colono; con calabazas
llenas de huesecillos, de granos de maíz y limaduras de
hierro; con piedras semejantes a rostros, con conchas in-
Alejo Carpentier
crustradas en ojos y boca; con guijarros liados en telas ensangrentadas; con gallinas negras colgadas al dintel de la
puerta por una pata y con la cabeza hacia abajo. Conocían
los secretos de la magia y los empleaban para liquidar a
sus enemigos.
. ,·Son un pueblo admirable. Una de mis novelas la consagro a un personaje excepcional: MackandaI. Sus artes
de narrador imponían el silencio a los hombres, sobre todo
cuando evocaba el viaje que hiciera, como cautivo, antes
de ser vendido a los negros de Sierra Leona. Su voz se
iluminaba al describir las ciudades de Guinea, cuyos artesanos eran diestros en forjar espadas que mordían como
navajas. Los ríos de Guinea eran hijos del hie lo y se lanzaban fieros sobre las tierras, amansándose al besar los
pies del hombre: Bajo cobijas de palma dormían tambores
gigantes, madres de tambores, que ten ían patas pintadas'
de rojo y semblantes hu m anos. Las lluvias obedecían a los
conjuros de los sabios y, en las fiestas de la circuncisión,
cuando los adolescentes bailaban con los muslos lacados
de sangre, se golpeaban lajas sonoras que producían una
música como de grandes cascadas domadas. En la urbe
sagrada de Widah se rendía culto a la Cobra, mística
representación de l ruedo eterno, así como a dioses que
regían el mundo vegetal y solían aparecer, mojados y
relucientes, entre las junqueras que asordinaban las
orillas de lagos sa lobres. Mackandal trabajaba sin descanso. Agarraba las cafias por haces metiendo lascabezas, a empellones, entre los cilindros de hierro. Agarrada por los cilindros que habían girado de pronto con.
inesperada rapidez, la mano izquierda de Mackandal se
había ido con las cafias, arrastrando el brazo hasta el
hombro. En la paila del guarapo se ensanchaba un ojo de
sangre. Asiendo un cuchillo, Ti N oel cortó las correas que
sujetaban el caballo al mástil del trapiche. Mackandal
tiraba de su brazo triturado, haciendo girar los cilindros
en sentido contrario. Con su mano derecha trataba de
mover un codo, una muñecavque había dejado de oJiedecerle. Comenzaron a aplicarle un torniquete de cuerdas
en la axila para contener la hemorragia. El amo ordenó
que se trajera la piedra de amolar; para dar filo al machete
que se utilizaría en la amputación. Al mane-, no lo dejaron
parar. Lo destinaron a guardar el ~anado. Observando el
lento desparramo de las bestias que pacían con los
lréboles por el vientre, se le había despertado un raro interés por la existencia de ciertas plantas siempre desdeñadas. Recostado a la sombra de un algarrobo, apoyándose en el codo de su brazo entero, forrajeaba con su
única mano entre las hierbas conocidas en busca de todos
los engendros de la tierra cuya existencia hubiera desdeñado hasta entonces. Descubría con sorpresa la vida
secreta de especies singulares, afectas al disfraz, la confusión, el verde verde, y amigas de la pequeña acorazada
que esquivaba los caminos de hormigas. La mano traía alpistes sin nombre, alcaparras de azufre, ajíes minúsculos.'
Pero ahora Mackandal se interesaba más aún por los
hongos, que olían a carcoma, a sótano, a enfermedad. El
mandinga deshacía la pulpa de un hongo entre sus dedos".
llevándose a la nariz un sabor ~ veneno. Luego hacía husmear su mano por una vaca. Cuando la bestia apartaba la
cabeza con ojos asustados, respirando a lo hondo, Mackandal iba por más h ongos de la misma especie, guaro
dándonos en una bolsa de cuero sin curtir que llevaba colgada al cuello. Con el pretexto de bañar a los caballos, Ti
Noel solía alejarse de la hacienda para reunirse con el
manco. Ambos se encaminaban entonces, hacia el lindero
del valle, hacia donde la tierra se hac{a fragosa, y la falda
de los montes era socavada por grutas profundas. Se
detenían en la casa de una anciana que vivía sola, aunque
recibía visitas de gentes venidas de muy lejos. Varios
sables colgaban de las paredes, entre banderas encarnadas,de astas pesadas, herraduras, meteoritas y lazos de
alambre que apretaban cucharas enmohecidas, puestas
en cruz, para ahuyentar a l barón Samedí, al barón Piquant, al barón La Croix y a otros amos de
cementerios. Mackandal mostraba a Mamam Loi las hojas, las
yerbas, los hongos, los simples que traía en la bolsa. Ella
los examinaba cuidadosamente, apretando y oliendo
unos, arrojando otros. A veces, se hablaba de animales
egregios que habían tenido descendencia humana. Y también de hombres que ciertos ensalmos dotaban de poderes
licantrópicos.
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"
Se sabía de mujeres violadas por grandes felinos que
habían trocado, en la noche, la palabra por el rugido. Y un
día agarraron un perro en celo que pertenecía a las jaurías
de Lenormand de Mezy. Mientras Ti Noel, a horcajadas
sobre él, le sujetaba la cabeza por las orejas, Mackandalle
frotó el hocico con una piedra que el zumo del hongo
había teñido de amarillo claro. El perro contrajo los
músculos. Su cuerpo sacudido, en seguida, por violentas
convulsiones, cayendo sobre el lomo, con las patas tiesas y
los.colmillos de fuera. Mackandal se fue al monte. Al día
siguiente lo llamaron en vano. El amo organizó una
batida para edificación de las negradas, aunque sin darse
demasiado trabajo. Poco valía un esclavo con un brazo
menos. Pero el manco comenzó la guerra del veneno que
se arrastraba por la Llanura del Norte, invadiendo potreros y establos. No se sabía cómo avanzaba entre las
gramas y alfalfas, cómo se introducía en las pacas de
forraje, cómo avanzaba entre las gramas y los bueyes y los
otros bichos reventaban por centenares, cubriendo la
comarca entera de un incansable hedor de carroña. Los
más expertos arbolarios del Cabo buscaban, en vano, la
hoja, la resina, la savia, posibles portadores del azote. Las
bestias seguían desplomándose, con los vientres hinchados. Y el veneno entró en las casas. Seguía reptando,
como una incontenible enredadera que buscara las sombras para hacer de los cuerpos sombras. Hasta que cierta
larde en que le amenazaban con meterle una carga de pólvora en el trasero, el fula patízombo acabó por hablar. El
manco Maekandal, hacho un houngán del rito Radá, investido de poderes extraordinarios por varias caídas en
posesión de dioses mayores, era el señor .d~l V ene~lO;
había proclamado la cruzada del exterminio, elegido,
como lo estaba, para acabar con los blancos y crear un imperio de negros libres en Santo Domingo. Este sueño
acaba con la captura de Mackandal, condenado a la
hoguera en la plaza pública. Los negros nunca creyeron
en su exterminio. De noche, en sus barracas y viviendas,
los negros se comunicaban, con gran regocijo, las más
raras noticias; una iguana verde se había calentado el
lomo en el techo del secadero de tabaco; alguien había
visto volar, a medio día, una mariposa nocturna; un perro
grande, de erizada pelambre, había atravesado la casa .. o•• Todos sabían que la iguana verde, la mariposa nocturna, el perro desconocido, no eran sino simples disfraces. Dotado del poder de transformarse en animal de
pezuña, en ave, en pez o en insecto, Mackandal visitaba
continuamente las haciendas de la Llanura para vigilar a
sus fieles y saber si todavía confiaban en su regreso. De
metamorfosis en metamorfosis. el manco estaba en todas
partes, habiendo recobrado su integridad corpórea al vestir trajes de animales.. Pero no son tan solo estos negros
quienes buscaron la libertad: Esteban y Sofía son dos
plantas soberbias que dieron tales frutos. Esteban fue un
discípulo incondicional de Víctor Hugues, pero acabó
renegando de su maestro y de sus errores. Era un poeta y
su sensibilidad le abría el espectáculo de la naturaleza,
como una epifanía de la vida. La claridad, la transparencia, la frescura del agua al amanecer, provocaban en Esteban una exaltación física, semejante a una especie de
borrachera. Recreándose, gozándose en el sitio donde se
posaba era tan feliz, que al pisar el suelo andaba como
borracho. Cuanto descubría en las rocas le maravillaba:
los vivientes racimos de madréporas, urna manchada y
cristalina de las margaritas, la disimulación de tantas
conchas que, encubriendo bajo su pobre apariencia y
menospreciable yeso, ocultaban en sus entrañas una
iluminación de palacio en fiestas. En este prodigioso mar
de las islas, incluso los guijarros del océano tenían estilo y
atractivo. Así le embrujaba el mar. La tierra, mirándola
hacia el continente, la observaba en la proximidad de una
vegetación densa, hostil, mucho más infranqueable que
los muros de una cárcel. Esteban experimentaba una especie de vértigo, pensando que la selva virgen, que comenzaba allí, era la misma que se extendía sin tregua, ni
corte alguno hasta las márgenes del Ormoco y del
Amazonas; hasta el Venezuela español ; hasta la laguna
de Parima; hasta el lejano Perú. Cuanto era amable en
los trópicos de la Guadalupe, aquí era agresivo, enmarañado y duro, con estos árboles de talla desmesurada,
devorándose unos a otros, aprisionados por sus lianas y
comidos de parásitos. Esteban ha visto la naturaleza y los
hombres; ha conocido el entusiasmo y la decepción.
Vuelve a su patria, Cuba, desilusionado: "Vengo de la
tierra de los bárbaros", le confiesa a su prima Sofía, inflamada por los ardores y el entusiasmo revolucionario. Y
se embarca en busca del que, para ella, encarna la revolución. Víctor Hugues acaba con sus sueños. Es un perfecto tirano burgués. Sofía termina, como Esteban, asqueada, sin ilusión alguna. Pero cuando llega la hora
precisa, sus ideales la vuelven a entusiasmar, comoleocurre a Esteban. Y mueren, defendiendo la libertad en
las calles de Madrid el 2 de Mayo deISOS. Mueren a
manos de las tropas francesas de Napoleón. A esta tragedia de la libertad yo le doy sus fondos hirientes que las
leyendas de los grabados de Goya me ofrecen. Mi historia
no es mia, sino la de los hombres que luchan por seguir
siendo hombres. Todos mis personajes comprendieron
oscuramente y vivieron en el espacio de un pálpito, los
momentos capitales de su vida. Y el viejo Mackandal y
mis personajes "buenos" volvieron a ver a los héroes que
Oucaramanga, Domingo, Junio 22 de 1988
VANGUARDIA DOMINICAl
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les habian revelado la fuerza y la abundancia de sus lejanos antepasados de África, haciéndole creer en las
posibles germinaciones del porvenir, Se sintieron viejos de
siglos incontables. Un cansancio cósmico, de planeta cargado de piedras, caía sobre sus hombros descarnados por
tantos golpes, sudores y rebeldías. Ti Noel había gastado
su herencia y, a pesar de haber llegado a la última miseria,
dejaba la misma herencia recibida. Era un cuerpo de carne transcurrida. Y comprendía, ahora, que el hombre
nunca sabe por quién padece y espera. Padece y espera y
trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez
padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una
felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada.
Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer
mejorar lo que es. En imponerse tareas. En el Reino de los
Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá
todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir
sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleité.
Por ello, agobiado de penas y tareas, hermoso dentro de su
miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre
solo puede hallar su grandeza, su máxima grandeza y
medida cumplida en el Reino de este Mundo.
La voz de Carpentier se fue apagando. La babel del
bar se dispersó en la noche. U na luna llena animaba el
P?isaje y le restituía sus raíces antiguas de sangre y rebeldla.
LA VOZ DE]EANPAUL SARRE
La voz de Jean=Paul Sartre me llegaal silencio de mi
estudio de Montmartre. Hiere como la esperanza; nutre
como la desilusión; destruye y vivifica como el sueño.
"Simone de Beauvoir pasaba las vacaciones con su
familia en la aldea de Saínt-Germaínles-Belles, en el
Limousin. Habíamos quedado en pasar las vacaciones
juntos en ese villorrio. Yo me hospedaba en el hotel de la
Boule d'or, cuya clientela era gente del pueblo. Durante
las comidas charlaba con ellos y vivía sus problemas. Por
evitar chismorreos me veía con Simone en el campo, lejos
de la aldea. Sentados en la yerba pasábamos las horas
hablando de nuestros proyectos e ilusiones. Simone
quería traerse libros para leer y yo me negué rotundamente a soportar tal lastre. No hay alimento espiritual superior al diálogo. N o quise perder el tiempo en dar paseos
por el bosque y los prados. Sentía alegría a la clorofila y el
verde de las praderas me sacaba de quicio. Aguantaba la
yerba en donde nos sentábamos, con tal de poder olvidar,
sobre ella, toda la carga odiosa de mi niñez, La conversación . de Simone me nutría el olvido y avivaba mis
sueños. Temiendo que sus padres se opusieran a nuestras
relaciones, le había ocurrido a Simone una idea salvadora.
Les confesó que nos veíamos, porque estábamos preparando un libro de crítica antimarxista. Sus padres eran
anticomunistas feroces. A los cuatro días de haber llegado
a Saínt-Germain-les-Belles vino su padre al prado donde
yo estaba con Simone. Me pidió que me fuera del pueblo.
Le planté cara y seguimos viéndonos, cambiando continuamente de sitio para nuestras citas. Las gentes del
lugar criticaban aSimone. Su mala fama perjudicaba a la
buena de su prima, una solterita a la que querían casar
con un buen partido del contorno. Al volver a París nos
seguimos viendo asiduamente. Nos am~bamos y necesitábamos afirmar nuestras relaciones, nuestra vocación,
nuestros proyectos, nuestros problemas. Escribir y testimoniar sobre la problemática del hombre era mi vida.
Todos sus problemas podían resolverse; debíamos y
podíamos hacerlo. Eramos unos optimistas empeder'nidos. Recrear la sociedad y el hombre que la constituye
sería nuestra obra, realizada con los libros que ibamos a
escribir. Era el 1.929. La paz universal parecía definitivamente' asegurada; el colonialismo daba sus últimas
boqueadas ;la crisis económica mundial le daría el golpe
de gracia al capitalismo; el nazismo era W1 epifenómeno
sin importancia: la edad de oro estaba alboreando. Pero
ignorábamos todos los aspectos del peso de la realidad.
Nos pavoneábamos de nuestra libertad absoluta, qué era
nuestra experiencia real. La libertad era una' intuición
práctica e irrecusable. Nos creíamos que no dependíamos
de nadie. Podíamos escribir y crear por ser dueños ahsolutos de nosotros mismos, del fin que intentábamos alcanzar y de los medios para lograrlo. Nuestra audacia era
inseparable de las ilusiones que la apoyaban y del conjuntI:? de circunstancias que las favorecían. Ningún obstáculo
exterior nos había obligado jamás a ir contra nuestra
corriente. Queríamos conocer y expresar nuestros conocimientos. La existencia colmaba de tal manera nuestros deseos, que nos creíamos ser nosotros quienes la
determinaban; esperábamos que seguiría sometiéndose a
nuestros planes preestablecidos. La suerte que habíamos
tenido nos ocultaba la dureza de la vida y del mundo.
Nada ni nadie nos ataba. Los padres de Simone habían
perdido la autoridad sobre ella, aunque seguían viéndose;
ni mi madre ni mis abuelos encarnaban la ley ante mis
ojos. No teníamos familia y habíamos erigido tal situación
en principio de vida. Nos alentaba el racionalismo
cartesiano, transmitido por Alain, y no por-que 1!0s convenía. Ni escrúpulos, ni respeto, ni in.
clinación afectiva de ninguna clase nos impedía tomar
decisiones conforme lo aconsejaran nuestra razón y
deseos. En nosotros no había nada opaco, ni turbio;
éramos pura conciencia y pura voluntad. Fortalecía tal
convicción el entusiasmo con que apostábamos sobre el
porvenir. No nos alienaba ningún interés definido, pues
pasado y presrnte debían sobrepasarse incesantemente.
Todo lo someuamos a una crítica acerba. Forzábamos las
cosas a cambiar, que todo cambio era un progreso. Nada
nos limitaba, ni definía, ni subyugaba; nosotros éramos
los que establecíamos nuestras relaciones con el mundo.
La libertad era nuestra sustancia. Para ejercitarla incesantemente nos servíamos d~l "juego", consistente en
crear comedias, parodias y apólogos de los que éramos
autores e intérpretes. Gracias a estos "juegos" no nos
tomábamos en serio y nos hacían más llevadero el mundo
al proyectarlo al terreno imaginativo, permitiéndonos el
tenerlo a distancia. Mi capacidad creadora de "juegos"
era inagotable. Componía letrillas, endechas, canciones
infantiles, epigramas, madrigales.. Tal. era nuestro "juego".
En el reino de los muertos imperan mis cenizas donde
el recuerdo persiste como una conquista del reino de este
mundo". Lo que adoraba en mi locura es el haberme
protegido y amparado contra las seducciones de la élite,
Jamás me creí un talento. Quería salvarme por el trabajo y
la fe, sin ayuda alguna, y por mi propia opción me coloqué
por encima de todos. Si arrumbo mi imposible salvación
en el cuarto de los trastos viejos, me queda por todo ajuar
ese "todo un hombre", hecho de todos los hombres y que
vale por todos y que vale no importa quién. Mención
obligada aquí es mi familia. La rama materna era alsaciana, la paterna francesa: los Sheweiter y los SÍU1.re. Mi
padre murió en el 1.906 de unas fiebres cogidas en Indochina, en uno de sus viajes, como alferes de marina. Yo
nací en 1.905. Me convertí en un burguesito, huérfano de
padre, con un abuelo médico y el otro profesor, habiendo
recibido la cultura burguesa propinada entre el1.90S y el
1.929, fecha del fin de mis estudios oficiales. Viví hasta
los 10 años con un viejo y dos mujeres; aprendí a leer descifrando el "Sans famille" de Héctor Malot, Tenía solo 4
años, Angustias mortales atormentaron mi infancia.
Terror y nebrosis fueron sn hijuela. A mis 7 afios leí "Madame Bovary", las obras de Corneille, del pantagruélico y oscuro Rabelais, de Voltaíre, de Víctor Hugo.. En los libros descubrí el Universo y encontré mi religión. Los libros fueron para mí lo más importante del
mundo; los primeros amigos de mi soledad infantil. Después me aficioné al cine y a la escritura. Me carteaba en
verso con mi abuelo materno, redactaba en alejandrinos
las fábulas de La Fontains, componía novelas inspiradas
en mis lecturas.. En 1.914 escribí "L' Histoire du soldat
Perrin " que secuestra al Kaiser y lo reta en combate singular. En 1.916 conocí a Paul-Yves Nizan, uno de mis
mejores amigos. Este encuentro me abría a la amistad y
me consolaba en aquella desilusión, de ver casada a mi
madre con el ingeniero Joseph Nancy, director de las
fábricas Delaunay-Bellevílle. Su casamiento me pareció
una traición. Nos instalamos en La Hochelle, donde
habían nombrado a mi padrastro director de Construcciones N avales. Allí aprendí lo que es la violencia. En el
liceo pasé las negras. Pagué la novatada y las pasé putas,
por ser "parisino". Allí me di cuenta de que era feo. A mis
padres les robaba dinero y libros para mostrarme generoso con mis condiscípulos. Entre otras obras y autores
leí "Los Miserables", "Les Civilesés de Claude Ferrere
(que me enseñó a odiar a los colonialistas), a Pierre Loti, a
A. France... Mi mala conducta decidió a mis padres enviarme a París, para apartarme de las malas influencias
de mis condiscípulos de La Rochelle. Los años pasados
allí fueron los peores de mi vida. Uno de mis compañeros
de entonces me describe, sin ahondar en mi estado de
ánimo verdadero: "Le apasionaba el escuchar a los otros,
sabía provocar la discusión y animarla durante horas enteras. Era muy ambicioso y tenía' un espíritu original
caracterizado por una exuberancia imaginativa. En
París, en el liceo Henri-TV, volví a encontrar a Nízan.
Vivía con mis abuelos maternos y le tomé un cariño grandísimo a mi abuela. Me pasaba las horas enteras tocando
el piano, leía a Dostoievskí y a Tolstoí, Con Nisan descubrí "Les Copíns" de Jules Romaíns y la obra de Proust
que nos apasionaba. Sus personajes formaban parte de
nuestro mundo familiar.
como Giraudoux, Gide, Valery Larbaud, Paul Monrand
.... Por entonces detestaba a Flaubert. Mis compañeros
me otorgaron el título de S.C. (Sátiro Oficial, organizador
de fiestas y jerigonzas). En 1923 publiqué mis dos primeras novelas cortas ("L'Ange du morbíde" y "Jesús, la
couette"] en la "Revue sans titre", Eran el íruto de mi experiencia en el liceo de La Rochelle y las había escrito
.durante el viaje que hice con abuelo a Alsacia en 1922. Mi
primera disertación. data del curso 1923-1924. El tema
me lo había impuesto mi profesor, Colonna dIstria, y
trataba de "la conciencia del durar". Para poder redactarlo me había tenido que embotellar "L'Essaí sur les
données immédiates de la conscience" de Bergson. Esta
disertación me aficionó a la filosofía, que enseñaba la verdad mediante los libros. En 1924 ingresé en la Escuela
Normal, donde conquisté mi independencia. Con Raymond Aron, René Maheu, Merleau-Ponty y Nizan organizamos un grupo violento, brutal en las maneras yen
el lenguaje. Hacíamos reinar un cierto terror entre los
normalistas mundanos y elitistas, vagamente niezscheanos.ralos que bañábamos con cubos de agua cuando
salían a la calle o se paseaban en el patio. "Así meaba
Zaratustra", les gritábamos al echarles el agua. Por entonces conocí, con Pierre Guille y René Maheu, a una
mujer de 40 años, Madama Morel. Sentíamos por ella
una' admirativa amistad. Años más tarde le dediqué mi
obra de teatro "Huís clos", Durante esos años de la Normar me leí a Descartes, a Spínoza, a Rousseau, a Marx
(que lo comprendía muy mal entonces ka Freud (cuyo
determinismo me desconcertaba) y a Stendhal, mi autor
preferido de entonces. Mi padrastro me consideraba
como el portavoz del Partido Comunista y discutía con él
acaloradamente. Yo simpatizaba con el Partido, pero mis
posiciones individualistas y anarquizantes me impidieron
afiliarme a él. He amado siempre todos los movimientos
que tendieron a otorgarle al hombre "su libertad". Yo no
era razonable, ni equilibrado. Con mi amigo Nizan
bebíamos como cosacos. Estaba siempre inquieto y
agitado, descontento conmigo y con mi mundo que, según.
la Razón, era absurdo. En La Nausea me describo en el
personaje -de Roquetin. Mi viscosidad, mi deseo de escribir una obra bella y dura como el acero, capaz de lanzarnos por los caminos de la Gran Aventura del Hombre,
entregado a una luz, ciego. Así fui yo. Otro de los personajes en que me reflejo en mi teatro es Fernando Gerassi. pintor español muerto en América en 1974. Era un
sefardí para quien las ideas tenían fuerza de dogma. Estuvo en la Guerra de España. Fue una de las promesas de
la escuela cubista española. La mayor parte del tiempo la
pasaba en "pensar en la pintura" en los cafés del Dome o
La Rotonde. De aquí proviene el dicho de estar "obsédé
par la peinture". Hasta tal extremo llegaba su entusiasmo, que un día se enfureció contra su mujer, Stepha y le
dijo: "Podeis moriros de hambre, tú y el níño ; me importais un bledo. Lo que me interesa es pintar". Pero cuando
se morían de hambre en 1930, cogió un trabajo en la
Compafiía de Electricidad y lo hicieron Director General
del Mercado Español. Ganó dinero y pudo invitarnos,
fastuosamente, a mí y a Simone, a pasar las vacaciones estivales en 1931 y en 1932, en España. Con su trabajo
ahorró el suficiente dinero para venirse a París y alquilar
un obrador en la rue Delambre. Allí daba clases de dibujo.
Su primera alumna fue Poupette de Beauvoir, hermana
de Simone. Así transcurría su vida, hasta que le anuncié
en La Rotonde que había comenzado la Guerra Civil en
España. Tenía atado con una cuerda a la cintura a su hijo
J ohn, para que correteara por el café y no se le escapara.
El crío tenía solo S años, DIscutía con Calder sobre el objetivismo de Mondrian. Y al conocer la noticia, cortó la
conversación, abrazó a su hijo y me lo entregó diciéndome
que se iba al fren te, a luchar a España, Calzaba zapatillas.
Me encargó le diera la noticia a su mujer y que le entregara el crío. Así se fue a la guerra. Sus convicciones eran
imp, 'ativos irrecusables. Su imagen, como la de otros
rebeldes y marginales, traman mi obra. Cualquier persona o hecho la marcaron. Cuando acabó la segunda
guerra mundial de este siglo, en contra del optimismo
general por la Paz lograda, dije lo que sentía: que la Paz
es algo que comienza. Creíamos que la Paz y la Guerra
eran dos cosas diferentes; que la Paz era el estado natural
del Universo y la Guerra una agitación temporal y superficial del Mundo. Pero nos hemos equivocado: el fin de la
guerra es el fin de esta guerra. Todos la querían y aceptaban como la plena realización trágica de la condición
humana. Los últimos momentos de esta guerra nos han
descubierto la fragilidad humana. La guerra la ha terminado una bombita que ha liquidado 100;000 hombres
en el Japón. El día de mañana puede otra bombita insignificante matar varios millones de hombres, acabar con la
humanidad entera. El suicidio de la especie humana no es
una utopía. Innumerables fueron las víctimas de la
guerra; una de tantas fue mi amígo Nízan. Su muerte fue
inútil y salvaje; su muerte fue tal y como la temiera y
presintiera. Un soldado inglés enterró sus cuadernos, los
de su diario desgarrador, y su última novela casi terminada. El soldado inglés reveló a su mujer el escondite de
los manuscritos y cuando intentó recuperarlos, ya no
quedaba nada del alma de Nízan. La tierra devoró su testamento. Los muertos me interesan enormemente, cuando murieron por abrir rutas nuevas denunciadoras de la
injusticia. A sus víctimas intentó liberarlasdesu opresión.
Luchó con los esclavos, los oprimidos, los que siguen la
rutadifíoil de una libertad inaccesible. Hay esclavos que
quisieron y supieron dejar de serlo. Por eso lincharon a sus
amos. Pero algunos de ellos se hicieron los amos. El exesclavo se transformó en tirano de los suyos, Su tiranía
cobró nuevas graduaciones y alcanzó horizontes inauditos
de tortura y envilecimiento. Por eso' sigo buscando al
Hombre. Necesito comprender eso del Hombre. Buscarlo
husmeando el universo oscuro de quienes lo fueron. Me
interné en el mundo de Genet, de Flaubert, de Mallarmé :
mundos de hombres en un hombre. No puedo resumirlos
a los tres y me limito tan solo a ese poeta suicida, que es
Mallarmé. Su suicidio. es un cosmocidio. Hablar del
poeta es hacerlo de su tiempo en que se ha consumado la
muerte de Dios, realizada en Francia gracias a los enciclopedistas y a la burguesía del siglo XIX. Los herederos de esta burguesía atea se desazonan ante las consecuencias del vacío que los nutre. Acusan a sus familias
de haberlos "hecho" ateos, sin aguardar su mayoría de ~
edad en que podrían decidir por sí mismos si querían o no
ser cristianos. Los habían privado de su libertad, administrándoles el bautismo de la incredulidad sin contar
con ellos. Lo único que podía llenar su vacío era la poesía,
si renunciaba a transformarse en el espejo de un mundo
inteligible. La existencia del hecho poético podía bastar
para elevar al ser humano sobre la materia. Para lograr
sus fines debía crear o producir síntesis irreductibles,
desembarazándose, así, el hombre de la Naturaleza. El
único que tenía tal poder era Dios, pero Dios no existía. El
poeta era el único que podía remplazar a Dios. En tiempos de la fe marcaba Dios con su sello in poeta y le otorgaba la inspiración de la palabra, para que cantara la
Creación. El poeta era el clarín que la Voz Divina hacía
vibrar. Pero los hombres cometieron el Parricidio y la
"inspiración" fue un mito vacío de sentido. Después del
Parricidio fue el delirio sagrado una forma singular de la
manía. Se lo provocaba mediante el alcohol, Un verso era
obra de la suerte. El verso era una combinación cuya
probabilidad se podía establecer mediante un cálculo. El
pensamiento aplicado a una impresión escogida o a un
efecto que hay que producir intenta crear una obra
universalmente apreciable. La poesía era una "técnica",
consecuencia lógica de la desaparición del Verbo. El
poeta, privado de Dios, quiere comunicar a sus lectores
las emociones que ya no siente. Lo Obra, a través del
poeta, ha de salir de la nada, del vacío del poeta. El tormento del poeta infecundo se transforma en el universal
desgarramiento de la conciencia entre la necesidad absoluta y la imposibilidad de crear. Mallarmé comprende
que el "crear" es imposible. El hombre es el clarín en el
que la Naturaleza vibra. A la Naturaleza no se le puede
añadir nada. El trabajo del poeta no podrá remplazar a la
inspiración. El poeta solo podrá trabajar sobre las combinaciones del azar. En esa Conciencia desventurada, que
es Mallarmé, se enfrentarán lo Singular y lo Universal, la
Idea y la Materia, el Tiempo y lo Eterno, el Ser y del
Deber-Ser. El héroe de este drama será Mallarmé. Impotente, le prestará ojos y pensamiento a la poesía y a la
humanidad enclenques para que puedan desarrollarse. .
Será el soñador atolondrado, siempre en Babia, al que no
le asustará el escribir: "Sigo una inclinación que tiene el
Universo Espiritual de verse y desarrollarse, a través de lo
que fuí yo". y confiesa que : "todo esto lo he encontrado
por la vía satánica y "fácil" de mi "autodestrucción",
produciendo, no la fuerza, sino una sensibilidad que
Ia ta lmente m, ha conducido alll. Lo, títulos que
""'i
"ANGUARDIAi DOMINiCAL
para esto, son los mismos que vosotros teneís : El Elegido
es quien lo quiere ser. Su orgullo le permite hacerse el
Hombre y rehusar mérito alguno en tal conquista. Puede
igualarse a Dios y a no importa quién". Convencido,
como Pascal, de las contradicciones que nos dividen, nunca creyó que el ser humano pudiera concretizarse en un
concepto. La Realidad Humana no se piensa, se la vive.
Es la paradoja, el conflicto sin síntesis. El Hombre es el
único ser que se esfuerza .en escalar el trono de Dios, sin
lograrlo jamás. El Hombre es el Drama. Mallarmé ha
vivido este Drama.Vio, a veces, centellear en su cielo el oro
de un verso, escuchó melodías estremeciendo el aire y se
con la pluma alzada, indeciso y, cuando intentó exsentimientos y visiones, su pluma solo se cegó
en
de Victor Hugo, sin abrir la claridad sentida:
"las avalanchas doradas de un azul gastado". Drama fulgurante. mistificador: insoluble, por lo inabordable. Se
trata, en este drama que se nos escapa, de la transformación del porvenir sintético que nos tienta y, que no obstante. se nos revela un pasado analítico. Es el fracaso
necesario en toda tentativa de creación. Solo proferimos la
para hundirla en su inanidad. La tragedia del
estriba en volver a caer de nuevo en la misma
trampa. Se quiere convencer de que eso no le volverá a
ocurrir, de que en esta ocasión surgirá la unidad, la to- •
talidad, la síntesis orgánica, de que el azar no meterá la
pata. Más no ocurre así. En un acto en que el azar se pone
es siempre el azar
se sale con la suya. Comel hombre su impotencia para vencer eljuego del
azar El hombre: que no puede llegar a ser, fulgura en
cada uno de nosotros y se desvanece. Su pensar es un
sueño de pensamiento. Intenta pensar, pero solo es
materia desparramada en palabras. 10 único que existe es
la Materia en su absurdo y perpetuo presente. Somos "vanas formas", aunque muy sublimes por haber invenlado al Alma y a Dios, Sublime y absurdas formas somos,
porque la Materia se entrega en nosotros al impulso del
Ideal que sabe no poder llegar a realizarlo. Para nosotros
Bucarall1anga,Donlingo, Junio 22 de 1980
rematar el último naufragio humano, sepulcral y glorioso
y dormirse sobre la tumba de sus mayores: así se "realizará" como poeta, como el único "Poeta". Mas hay
quien no está de acuerdo con mi visión de la literatura
comprometida, fiel a unos criterios políticos o filosóficos
previos. Me acusan de querer reflejarme en la aventura
intelectual y poética de Mallarmé ; de haberlo deformado; de que no se hizo ateo por su rebeldía contra la
sociedad, sino por escribir e inventar un lengua al labrar
sus versos. Para esos Mallarmé es otro poeta distinto al
que yo descubriera. Afirman que fue el responsable de la
creación del Hombre ante la Nada de la Verdad; que experimentó el poder que tiene la palabra de autentificar lo
"vivido"; que como "poeta" se borró en cuanto locutor y
origen del sentido para ceder la iniciativa a la palabra;
que en él encontró el Universo su identidad y que la escritura lo reconstruye en sus términos, como un fragmento del texto entre otros fragmentos; que transformó el
poema en un proceso semántico y el libro (de poder llegar
a escribirlo l en una ecuación cósmica; que la lógica negativa de sus poemas- cobra en esta perspectiva su valor
experimental. Para ellos la sintaxis de Mallarmé descubridora de la esencia o ambivalencias, que impone una
'lectura plural, intenta manifestar, mediante anamorfosis,
la producción y el cambio de los sentidos y la eficacia
semántica del lenguaje ; que la audacia y lucidez profética
de Mallarmé superó el nihilismo al descubrir en sus
poemas y obra crítica los temas condioionadores actuales
de la epistemología y del saber; que la teoría de los signos
y de la situación del sujeto de la enunciación, del origen de
la verdad y de la genealogía de los valores, de la inscripción del mundo en un texto, se encuentra ya en Mallarmé.
Quienes así me acusan no saben comprender mi visión del
Hombre, ese Prometeo. Mi teatro giró en torno suyo, en
torno del hombre de hoy, de ayer, del futuro. Al escribir
"Erostratc" quise demostrar la inutilidad de obrar para
afirmarse y, ocupar un puesto en el mundo. La alienación
del hombre permanece y lo absurdo del mundo también.
Mis reflectores iluminan, recortan al Hombre con luz artificial o solar, nocturna o diurna. El Pedagogo de "Las
Moscas" grita al principio de la pieza: ¡Qué cosa más
siniestra que el Sol! El cuerpo de Sorbier (en "Morts sans
sépulture") permanece expuesto al Sol, y, al final de la
pieza, cuando empieza a llover, confesará Lucis : Creía
ser necesario el vivir con el fuego de la luz del sol. Lucie le
tiene miedo al sol, porque es vulnerable, ama a la vida y
tiene miedo, de sí misma. Obligué a mis personajes, valientes, inteligentes y condenados a muerte por su valentía e
inteligencia, a pisar claridad y a dejarse calar por ella hasta los huesos, hasta las entrañas. A los cobardes los hundí
en la sombra, en las aguas turbias, en la sangre: eran
sacrílegos por ser traidores, por dimitir del Hombre, de su
ser de Hombre... Dos destinos fundamentales le obligué a
asumir al Personaje múltiple de mi teatro: La de hablar y
la de obrar (Freud y Marx fueron los pedagogos de mi
obra l. Hablar y obrar fuerzas son conflictivas y ambas se
concentran en mi teatro en un lenguaje radical, petrificado, recortando al individuo, resaltando sus auténticas
relaciones humanas. Ese individuo de mi teatro encamó
el destino, gracias al carácter definitivo de la palabra. En
mi espacio teatral tuvo el personaje (así logró mantener su
apariencia 1 que someterse a la limitación de la palabra
que lo fija y toma como blanco de sus tiros. Los intérpretes
de mis personajes actuaron corno marionetas, porque el
drama de mi teatro y del hombre fue y sigue siendo que su
lenguaje y su aparición son siempre e irremediablemente
verdaderos. El hombre se hace Hombre, cuando sabe que
las palabras que pronuncia nosonjamás simples palabras
que su personaje está fosilizado y sin enmascaramiento.
La única diferencia entre el lenguaje verdadero y el falso
estriba en eso de tener y no tener. Si el hombre de la ética
es una "pasión inútil," el hombre teatral, personaje de mi
teatro, transformándose en una pasión útil con su
no-pasividad, desarrollada en la lucha entablada pOl"
realizar el Verbo y su Sentido. Mi visión del Hombre, de
este hombre concreto, fue siempre como una fotografía de
su situación y de su momento de marginalídad. De Genet
me habían hablado, pero solo al "vedo" comprendí su ser
de poeta porque había atravesado el infierno serial de la
inclusa, del hampa, de la cárcel, del amor del hombre, de
la pasión por el amigo, de su olfatear la claridad en los estercoleros. A W ols lo comprendí, capté su universo
poético, ahondé en su miseria y me encargué de darle un
cobijo. El hotel donde moraba era el asilo de los mendigos
del Barrio Latino, a quienes ofrecía un desayuno, gratis,
el bueno de W ols. Quien pagaba estos caprichos era
J ean-Paul Sartre. Lo supe por mi secretario de entonces,
que irritado por el abuso del pintor mendigo, pagó a
regañadientes la cuenta del hotel, Matra, Cremonini,
Heheyrolle, Picasso, Giacometti, Masson... encontraron
~en mi mundo un eco de su mundo VIolento y lírico, onírico
y real, Me interesé por el hombre terrestre y cósmico,
fruto de la tierra, semilla de yerbajo o de cedro. Por verlo
crecer recorrí todos los continentes y todos los países; es"
tuve en Cuba y en el Brasil. Fui el misionero de una justicia en ciernes, maravillosa y utópica. Fui el sueño de una
noche desembocando en el alba.
~~~t~~~:e~E~;~~~1:~~:~0~:~:!~~~:~lrB!::~~:~~§¡¡¡¡¡~¡It¡¡¡¡¡¡¡I¡¡t¡¡¡¡¡¡1¡~¡¡¡¡¡¡¡~¡~¡~¡¡¡~¡¡¡¡¡~~¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡~¡¡¡¡¡It~¡~¡~¡¡¡~¡~¡¡¡tI~¡~¡~ImmH¡¡¡¡¡¡~¡¡¡¡¡~¡¡¡¡¡l
stante es el tiempo del Drama, o esa revelación fulgurante
y paradoxal de que el futuro era un pasado. El Azar no está en el Ser, Surge con el Hombre. Al confrontar orden
de sus fines con el encadenamiento infinitamente infinito
de causas en que consiste la Realidad, el Hombre hace
surgir su Sueño, Se habla siempre del Azar, cuando
pretendido resultado de una actividad concertada se
revela como un puro y simple producto del cruce de una
serie de causas. El Hombre que trae al mundo el Azar, se
revela vanamente contra él. Cada una de sus acciones
nace de la fatalidad que quiere destruir. La única solución
posible es el suicidio. Mallarmé no se suicida. Medita
sobre su fracaso. La fuente de su meditación anterior fue
su propia impotencia. Las motivaciones de.su vida las encontrará ahora reflexionando sobre su propia imposibilidad. El resultado de su actividad meditativa se resume
en una de las combinaciones del Infinito frente al Ahsoluio. es decir, la suerte más disparatada e improbable.
Le ocurre eso por ser el heredero de su raza, su última encarnación. el remate de una serie. El Padre detestado (o
ese Dios muerto) se amplifica en él. En organismos y
palabras la Historia y la Herencia han inscrito poco a
poco sus fatalismos. En cada generación se agrava el conflicto entre una pureza, cuyas exigencias se hacían cada
vez mas agresivas, y un Azar cada vez más manifiesto. Sin
embargo, los poetas seguían cantando la "belleza perfecta
e inmutable. El viejo sueño del Absoluto tenía que enfrentarse con su absoluto mentís. Tal conflicto lo plantea el
poeta Mallarrné, se le plantea a él y a la Poesía. Mallarmé
niega la Poesía al transformarla en poesía constructiva rcrítica: en poesía consciente. Mallarmé concibió la Poesía
baj« su verdadera forma o Negación pura. La zregación le
reveló al Hombre. Convencido de ü'!s el destino de la
Raza estaba en sus manos, no-podía s';:icidarse. Suidicarse
equivaldría a desencadenar un genocidio. Podía suhstit uir su suicidio con la destrucción de la conciencia y sus
sueños ; devolvería al infinito el movimiento personal;
suprimiría el azar.Suicidándoseobligaba a la Humanidad
a realizarse mediante una muerte voluntaria. Aún sin
suicidarse se tenía por muerto. No obstante, el suicidio era
el acto por antonomasia, el único acto sobrenatural. Al no
realizarlo se autoconcedía la gracia de renacer a la vida.
Cada una de sus actividades, de su respirar, cada acto del
muerto, que es él, es una reconquista de la Vida y del Ser.
No se ha suicidado, porque tiene que realizar esa poesía
crítica, ya concebida y que solo existe como proyecto, Si
llega a crear un tema poético de la desolación lúcida del
Arte. cuya imposibilidad reconoce, el poema será su
propio objeto. Asume Mallarrné, conscientemente, la
locura de sus antepasados. mas no quiere conocer la Nada
sin haber devuelto a los suyos el destino para el cual le
habían engendrado. El no cumplir con su deber sería con-
el
~~~;::~~ 1: ~~:~~aa~ ~~mt~~~~~o~ns~u ai~:~~l~d. ~ta~: ~¡!rt¡Jm!w¡!¡mmmr¡JJIt¡¡m¡¡¡f¡rr¡J!¡¡WW¡!t@!¡¡f~rt¡t¡J¡~¡fJ~¡~t!@f¡f~!~!
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