La dimensión moral de la economía

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La dimensión moral de la economía:
personas y mecanismos
MARIA PAOLA SCARINCI DE DELBOSCO
1. Veinte años históricos
En los últimos 20 años hemos asistido al
surgimiento de numerosos debates entre
quienes niegan y quienes sostienen el carácter ético de la actividad económica.
Sin duda la actividad económica es un
campo de actividades humanas que, además
de expresar un aspecto de la creatividad humana, influye notablemente en la calidad
de vida de personas y comunidades. Por eso
no es extraño que en este período se haya
difundido la conciencia de la necesidad de
considerar el aspecto ético
de la producción y
de las transacciones. No se trata de una novedad absoluta, pero sigue siendo una novedad en un contexto generalmente reacio a
poner freno al mecanismodel interés y de la
oportunidad.
Seguramente la actividad productiva, especialmente desde la organización empresarial de los proyectos, desde la revolución
industrial, necesita apoyarse en capitales para llevar a cabo su cometido; por eso no parece fácil eliminar el capital como instrumento eficaz para el dominio del mundo en
respuesta a las necesidades humanas. Es
más, la historia nos ha mostrado las insanables grietas de la versión colectivista de la
producción, que, privada de la libertad y
del incentivo del crecimiento personal, se
caracteriza por el estancamiento crónico.
Pero esto no significa, como demasiado a
menudo se ha afirmado, que no se pueda
intervenir en los mecanismos de la producción. Muchos afirman que la capacidad productiva, tanto de individuos como de organizaciones, depende en gran medida del libre juego de las partes, de tal manera que
cualquier intervención ajena al mecanismo
del interés tiene necesariamente el efecto
de entorpecer los resultados. Sobre esta base, han surgido teorías que intentan justificar la despreocupación por la moralidad
del mercado financiero o del mercado en
general. Un ejemplo clarísimo de esta postura lo encontramos en George Soros, el
exitoso financista húngaro, ahora también
filántropo, que nos explica por qué los mercados financieros no son inmorales, son
amorales:1
“Cuando era un anónimo actor de los
mercados financieros nunca tuve que sopesar las consecuencias sociales de mis acciones. Era consciente de que en algunas circunstancias las consecuencias podían ser
perjudiciales, pero me sentía justificado al ignorarlas por entender que jugaba de acuerdo a las reglas. El juego era muy competitivo
y si me imponía limitaciones adicionales a mí
mismo terminaría perdiendo. Por otra parte
me daba cuenta que mis escrúpulos morales
no representarían ninguna diferencia para el
mundo real, dadas las condiciones de competencia efectiva o casi perfecta que prevalece en los mercados financieros: si me abstenía, otro ocuparía mi lugar”2.
Revista Valores en la Sociedad Industrial
103
Seguramente la de Soros3 no es la única postura sobre el carácter no moral de los
mercados, pero nos parece que refleja de
manera particularmente eficaz el argumento de muchos sobre la imposibilidad de modificar los mecanismos que regulan las transacciones comerciales o, simplemente, las
relaciones entre capital y trabajo. En concreto así aparece también en las objeciones
que los mismos profesores del MBA de Harv a rd opusieron, al comienzo de los ’80,
frente a la propuesta de incorporar contenidos éticos en sus clases. Algunos de ellos
afirmaron que la ética es más bien algo así
como una doctrina de altruismo, que poco
tiene que ver con la realidad competitiva
del mercado; otros en cambio consideraron
que se trata más bien de un asunto personal
de creencias y sistema de valores, que no
tiene lugar en el curriculum de las escuelas
de business 4. Junto con estas objeciones
pueden aparecer otras que expresan la
creencia generalizada de que la ética aplicada a los negocios solo puede introducir restricciones en un campo en el cual se aprecia, por sobre todas las cosas, la acción confiada y decidida5.
2. Los 80 y la ética de los negocios
Sin embargo, a pesar de este generalizado modo de interpretar el mundo de los
negocios, de la producción y de las transacciones, algo debe haber inducido a rever los
supuestos sobre los que se basaba, porque
constatamos que en los ’80 empiezan a difundirse rápidamente las escuelas de negocio que incorporan contenido ético a sus
cursos, así como se multiplican asombrosamente los títulos de libros con referencia a
la dimensión ética de la actividad económica. Aunque sea con acento escéptico, también el pensador postmoderno Gilles Lipovetsky constata este fenómeno:
“A semejanza de la bioética, la moda de
la ética de los negocios ha nacido y se ha extendido por los Estados Unidos, tomando el
relevo de la corriente de pensamiento llamada de "responsabilidad social de la empresa". Desde la década de 1980, son innu104
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merables las obras, artículos y conferencias
dedicados al tema, se enseña en las escuelas
de dirección de empresa y en los departamentos de filosofía, los consultores de ética
venden sus consejos a las empresas, proponen auditorías y tests de ética; en Wa l l
Street, los jesuitas han abierto un centro de
reflexión moral para banqueros y directivos
católicos”6.
Lo nuevo de esta ‘moda’ consiste en que
no parece estar reñida la preocupación por
la dimensión ética y el desarrollo normal de
los negocios. Aquí no se trata de una opción entre la austeridad de un monasterio y
los lujos de la nueva Babilonia, sino en la
búsqueda de un modo de hacer negocios
que no destruya a los seres humanos. Un
desencadenante de esta nueva preocupación seguramente ha sido la evidencia de la
situación de pobreza y marginación que la
lógica del interés producen. En este marco,
se enfatiza la responsabilidad de los que toman decisiones que pueden modificar, para bien o para mal, la vida de enteras comunidades, sobre todo a partir de la constatación de la interconexión de la economía de
grupos y países alejados entre sí. El gran desafío es encontrar el modo de proponer a
todos los actores del ámbito económico la
conveniencia humana de encarar su actividad desde su condición de miembros de
una comunidad. El subrayado de la expresión conveniencia humana responde a la
necesidad de tomar distancia de otra interpretación de la llegada de la ética en el
campo de los negocios, la que la lee como
una variante del marketing, un fenómeno
‘chic’7. En esta versión de la preocupación
ética, las empresas simplemente tomarían
acto de la actual preferencia por temas como la defensa del medio ambiente, la protección de especies en peligro de extinción,
la no discriminación, la eliminación del trabajo infantil, etc., de tal modo que sus productos o ser vicios no se vean rechazados
por alguna de estas reservas de carácter ‘ético’ de los potenciales consumidores o usuarios. Entonces, para el que ha captado el
‘espíritu de la época’:
“La sustancia del discurso no tiene ninguna importancia, todo es equivalente, to-
do se vuelve legítimo apenas parpadea el
significante "ética" y la invocación a los valores. (...) hoy, bajo los auspicios de la ética,
todo puede venderse”8.
Esta versión ‘postmoralista’de la ética para usar el mismo término de Lipovetsky no reconoce otra motivación que el interés,
siendo la propuesta moral solo un envoltorio a la moda.
Sin embargo, no siempre el tono cínico
de Lipovetsky logra desarmar lo que hay de
auténtico en esta búsqueda del rostro humano de la actividad económica:
“Al igual que todo un bloque de la reflexión bioética se orienta contra la espiral de
los derechos del individuo soberano ,también la moral de los negocios desea una reconversión del ethos individualista entregado a la búsqueda del interés personal sin
preocupación por el futuro.(..) Lo que ha
hecho necesaria la business ethics no es solo la desconfianza respecto de las grandes
firmas y la degradación de la imagen de los
negocios en la opinión pública, es también
la nueva conciencia de las contradicciones
del individualismo del self-interest, de los
callejones sin salida de la maximización del
beneficio, de los abusos de la lógica de Wall
Street”9.
También en Soros se insinúa la necesidad de considerar los ámbitos de la actividad económica desde la perspectiva humana, puesto que reconoce que las consideraciones morales no pueden obviarse cuando
uno se encuentra en contacto con personas.
Curiosamente él admite la mayor libertad
de maniobra que conceden los mercados
por no ser entidades evidentemente ‘sociales’, dando a entender que la definición de
‘amoralidad’ del mercado solo puede sostenerse si se olvida que el mercado también
tiene que ver con las personas:
"Si tuviera que tratar con personas en vez
que con mercados, no podría haber evitado
elecciones morales y no habría tenido tanto
éxito a la hora de ganar dinero. He bendecido la suerte que me llevó a los mercados
financieros y me permitió no mancharme
las manos10."
Pero en la medida en que se reconoce
como miembro de una comunidad con la
‘hipoteca’ de su conexión con los demás,
Soros admite que hay que tener en cuenta
los valores de la sociedad, y propone el libre
juego democrático como el camino más válido para ahuyentar el peligro tanto del individualismo, en el cual las personas se despreocupan de las consecuencias de sus actos, como el de los fundamentalismos de
cualquier signo – habla, por ejemplo, del
fundamentalismo del mercado-, que imponen valores no compartidos por todos los
ciudadanos. La solución propuesta por Soros es la de la sociedad abierta, es decir, la
sociedad en la cual hay lugar para el debate
en el respeto por las opiniones y posturas
de los demás. Más allá de esta preferencia
dictada por el principio de falibilidad, que
para Soros es el que, mucho más realistícamente, reemplaza la fe iluminista en la razón, admite que para recuperar el sentido
de lo correcto y de lo incorrecto en el seno
de una sociedad es necesario que haya individuos que actúen sobre la base de sus valores
- in
2
dependientemente de lo que hagan los 1demás
.
Esta afirmación nos permite comprender
que la sola confrontación de ideas no es suficiente para fundar la vigencia de valores
que no se reduzcan a simples gustos personales. Parece ser necesario algún otro tipo
de consideración que amplíe el horizonte,
permitiendo salir de la abstracción de los
números y de las entidades impersonales.
3. La economía y el desarrollo
En el pensamiento de Amartya Sen, premio Nobel de Economía en 1998, encontramos un claro hito en esta búsqueda de combinar la actividad económica con otro tipo
de consideraciones, que podríamos llamar
éticas, sobre todo cuando está en juego la
toma de decisiones importantes, por las que
se influye poderosamente en la sociedad.
No podemos definir su postura como una
business ethics, pero debemos reconocerle
el mérito de haber planteado el tema económico en relación con la capacidad de
producir el desarrollo de una sociedad. No
se trata entonces solo de confrontar los números, es decir, los resultados cuantificables
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de las diferentes ‘recetas’ económicas que
se aplican sobre todo en los países en vía de
desarrollo, sino que es necesario observar
otros aspectos que involucran particularmente las capacidades humanas para el
ejercicio de la libertad. A pesar de haber sido tildado de ser poco preciso, de no ser un
economista , de simplificar o de complicar
en exceso el análisis de la realidad , es innegable que Amartya Sen ha enriquecido el
debate sobre economía y desarrollo justamente por haber ampliado el ámbito de lo
estrictamente económico, como le reconoce –muy a pesar suyo- Fareed Zakaria:
"...en un campo cada vez más obsesionado por virtuosismos estrictamente técnicos,
Sen ha persistido haciendo preguntas importantes y complejas, mezclando la ética
con sus ecuaciones13."
Efectivamente, nos encontramos frente a
un intento de obviar la abstracción de los
análisis ‘científicos’ de la situación económica de la personas o de las comunidades,
que consiste en indicadores numéricos, para subrayar la complejidad del problema
del desarrollo. Al margen de las críticas que
le han sido dirigidas por expertos de otra
orientación, y sobretodo por los llamados
‘ortodoxos’, es decir, representantes de la
teoría económica neoclásica, el punto de
vista Amartya Sen llama la atención sobre
los aspectos no numéricos de la economía,
aspectos difíciles de describir y sobre todo
difíciles de evaluar, pero más cercanos a la
comprensión de la compleja realidad de las
actividades humanas fruto de la libertad.
Además, en un contexto mundial tan claramente interconectado, no es posible no tener en cuenta los efectos próximos o remotos de las medidas económicas por las que
uno opta, y el enfoque de Sen tiene claro
que cuando se tocan temas económicos se
está hablando del desarrollo de personas en
sus capacidades, y no solo de cantidades de
bienes para el consumo. Este distinto punto
de vista se encuentra en la línea de una
nueva óptica de lo económico que enfatiza
el carácter de ‘humano’ de la economía y
de las actividades a ella ligadas. Probablemente estamos saliendo de un modelo abstracto de hombre para tomar en cuenta al
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ser humano en su situación real: no solo en
sus necesidades materiales, sino en su necesidad de elegir, de actuar, de lograr algo
por sus medios. Sen se anima inclusive a
afirmar que en el concepto de bienestar debemos considerar también lo que uno hace
por los demás:
“Por supuesto, esto no implica que el bienestar de una persona no pueda comprender "la preocupación por otros". Más bien,
el efecto de una "preocupación por otros"
en el bienestar propio tiene que operar mediante algún rasgo del propio ser de la persona. Hacer el bien puede permitir que una
persona se sienta contenta o realizada, y éstos son logros importantes de funcionamiento. En este enfoque, los funcionamientos se consideran centrales en la naturaleza
del bienestar, aunque las fuentes del bienestar pueden fácilmente ser externas a la persona”14.
Haber enfatizado lo específicamente humano significa tener en cuenta las diferencias personales y culturales, y buscar atender las necesidades complejas de una vida
humana digna de ser tal, como se manifiesta en el texto precedente, en el cual aparece que también la capacidad de servicio
puede ser un rasgo de una vida lograda,
marcando aquí una interesante dirección
para un desarrollo más completo.
Por otra parte, esta tendencia a completar con otras consideraciones los indicadores meramente numéricos de los estudios
sociológicos de calidad de vida no es solo
un caso aislado, sino que es una verdadera
tendencia, que revela la conveniencia de
analizar con más precisión las condiciones
de vida de las personas, teniendo en cuenta
también su dimensión social. No se trata de
alimentar individuos y de cuidar su salud
como receptores aislados y pasivos, sino que
vuelve a ser importante su capacidad para
el uso efectivo de la libertad y su capacidad
para la vida de relación. Éste es el sentido
de la inclusión por parte del sociólogo finlandés Eric Allardt15 del indicador ‘Amar’,
además de ‘Ser’ y ‘Tener’, para obtener una
descripción más ajustada de la calidad de vida. Se refiere con ‘Amar’ a situaciones y
funcionamientos tales como el arraigo, los
contactos con la comunidad local; el apego
a la familia y a los parientes; patrones activos de amistad; relación con los compañeros de trabajo, etc. Si este cuadro de la vida
humana empieza a ser tenido en cuenta
cuando se deciden las medidas económicas
y políticas a llevar a cabo, ya no será posible
moverse solo con el criterio de la maximización de los beneficios, sino que habrá en
juego mucho más: la posibilidad de un
mundo más humano.
4. Economía y comunidad
A partir de la noción de comunidadcomo
hábitat natural para el ser humano, surge al
filo de los’90 otra corriente de pensamiento
que vincula fuertemente la economía con la
ética. Se trata del llamado comunitarismoo
también tercera vía, representada por Amitai Etzioni y Anthony Giddens, entre otros.
El desarrollo de la postura de Etzioni tiene
su historia. Cuenta él mismo que en los ‘80
se encontraba en Harvard como profesor invitado, cuando le tocó asistir a un debate ‘insoluble’ entre los mismos miembros del
claustro sobre la oportunidad de enseñar ética en la Escuela de Negocios. Ya analizamos
al comienzo de este trabajo16 algunas de las
motivaciones contrarias a tal enseñanza, objeciones por otra parte muy similares a las
que el mismo Etzioni escuchó de boca de los
alumnos, podría sintetizarse que en general
la ética en el ámbito de lo económico era
considerada como un innecesario obstáculo
añadido al mecanismo de la producción. Etzioni queda sorprendido por un frente tan
compacto de rechazo, sobre todo considerando que inclusive el primer Adam Smith,
el de La teoría de los Sentimientos Morales,
ya había vinculado a los hombres entre sí
por un lazo natural17. Si se tiene en cuenta
que el ser humano posee una dimensión individual y una social que pueden distinguirse
pero no separarse, la visión de la economía,
así como también la de otras áreas de la actividad humana libre, empieza a tener en
cuenta a la comunidad como algo esencial al
ser humano . Por esta razón Etzioni propone sustituir el paradigma individualista del
self interest de la línea neoclásica de la economía con un nuevo paradigma sintetizado
por la fórmula I & We. Esta expresión quiere
indicar la condición humana, imposible de
obviar, de ser miembros de una comunidad,
condición que lejos de impedir la libertad individual la permite, pues solo el que sabe
quién es hace uso de su libertad. Etzioni
aclara que las personas no son simples depositarios de los valores de su comunidad como
tampoco son totalmente libres de ellos18. Tomar en consideración la dimensión social
del ser humano implica ampliar las causas de
su conducta, que el paradigma individualista
reduce a la mera utilidad, porque la condición de ser miembro de una comunidad hace aparecer otras motivaciones y otras finalidades. El análisis de la conducta humana se
enriquece así con la consideración de los valores implicados en la elección, constituyendo un tipo de conducta que puede ser definida como una acción moral, que difícilmente podría interpretarse en base al self inter
est.
Etzioni propone el ejemplo de la atención
brindada a parientes enfermos, que se expli19
ca solo porque "that is the right thing to do"
.
Aceptada esta otra dimensión de la existencia humana, se modifica también la comprensión de la actividad económica. Si consideramos a la empresa, la explicación de su
razón de ser en base a la mera utilidad dejaría afuera los otros fundamentales aspectos
que hoy constituyen su núcleo activo. Las
empresas no son un cuerpo extraño respecto
de la sociedad, porque están hechas por seres humanos, y sus acciones involucran necesariamente a personas, por eso no es posible
explicar todo en base a las leyes del mercado, así como el mercado mismo necesita ser
regulado para garantizar el buen funcionamiento de la sociedad:
"Al mismo tiempo la buena sociedad asume que si el mercado no tiene suficientes
controles, puede deshumanizar a las personas y causar estragos en la comunidades locales, en las familias y en las relaciones sociales. Y, por supuesto, un mercado sin control puede perjudicar las relaciones ‘Yo-Tú’
hasta conseguir que las relaciones ‘Yo-cosas’
acaben dominando20."
En conclusión, para Etzioni es posible
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edificar una buena y próspera sociedad teniendo en cuenta la dimensión moral de toda acción humana, lo que permitirá un juego equilibrado entre las comunidades, el estado y el mercado, favoreciendo un amplio
diálogo sobre valores para garantizar el pleno respeto de las necesidades de cada uno.
tante del mensaje de Juan Pablo II haya sido –y siga siendo hasta que Dios así lo disponga- el recordatorio y la audaz propuesta
de humanizar todos los ámbitos de la existencia humana. Desde la primera encíclica,
Redemptor Hominis
, la preocupación del Papa se ha centrado en el ser humano, tanto
en su dimensión interior, como en su dimensión interpersonal, desde el primer nú5. El desafío de humanizar la economía
cleo natural, la familia, a su vocación comunitaria. Por eso hemos recibido su mensaje
Creemos oportuno incluir en este trabarespecto de la necesaria rectificación de la
jo a la visión sobre el trabajo y la economía
conciencia a la luz de la verdad con la Veritaque aparece en los numerosos documentos
tis Splendor
, así como hemos sido encaminade Juan Pablo II, porque constituye un cordos al enriquecimiento espiritual por la vipus completo, que no solo refleja una mirada sacramental y las prácticas piadosas, recida perfectamente aggiornata sobre la realibiendo inclusive la invitación a rezar el Rodad del mundo de la producción, sino que,
sario siguiendo cinco ‘nuevos’ misterios, los
centrada su preocupación en el bien de toMisterios de la luz, para favorecer aun más
do el hombre y de todos los hombres, se
la vivencia de la historia de la salvación.
anima a presentarnos audaces ideas para la
Pero donde el magisterio de Juan Pablo
construcción de un mundo más humano.
II impacta más en el mundo de hoy es sin
Entre ellas aparece la de combatir en todo
duda en el campo de la actividad laboral
momento la tendencia al funcionamiento me
- del hombre, de tal modo que también los
cánicode la economía, en cualquiera de sus
hombres y mujeres de buena voluntad – a
aspectos, por ser la causa de muchas de las
los que por primera vez Paulo VI dirigió
injusticias que sufren hoy un gran número
una encíclica, la P o p u l ou
r m Pro g re s s i,o en
de personas y enteras comunidades.
1967- se han sentido y se sienten convocaEl magisterio de Juan Pablo II, mirado
dos para construir un mundo más acorde
desde la perspectiva de los 25 años de su
con la dignidad de las personas. Celebranpontificado, ha enriquecido la reflexión hudo los veinte años de la Populorum Progres
mana sobre una gran variedad de ámbitos
sio, Juan Pablo II, en Sollicitudo Rei Socialis
,
de la actividad humana, teniendo como
empieza reconociendo a León XIII y a Pauúnica dirección esa verdad radical de que el
lo VI por “el mérito de haber señalado el
misterio del hombre solo se compre n d e
carácter ético y cultural de la problemática
desde el misterio de Cristo. Esta frase aparerelativa al desarrollo, y asimismo a la legiticen uno de los documentos más frecuentamidad y necesidad de la intervención de la
dos del Vaticano II, la constitución Gaudium Iglesia en este campo21.”
et Spes
, que contiene una fundamental anLa audacia de insertarse en la problemátropología, que a la luz de la fe, ilumina al
tica social no desde la perspectiva política,
ser humano de tal modo que su dignidad
que implicaría alinearse con o contra las
constituye la base para la construcción de
ideologías o los bloques enfrentados, sino
un mundo más humano. El principal redacdesde la realidad de la dignidad del homtor de este documento ha sido Karol Wojtybre tiene como fuerza la capacidad de innola, mucho antes de que fuera elegido como
var, proponiendo una búsqueda de desarrosucesor de Pedro en uno de los pontificallo centrada en los derechos humanos y en
dos más dignos de pasar a la historia por los
el uso responsable de la propia libertad y de
e x t r a o rdinarios aportes al mundo de los
los recursos materiales o intelectuales. Al
hombres justamente en el sentido de la hu - subrayar el carácter moral de toda actividad
manización.
humana, el Papa insiste continuamente en
No sorprende entonces que una consque el mayor peligro de prácticas contrarias
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al hombre proviene de la tentación de considerar las reglas de juego de la actividad
económica y financiera como un mero mecanismo. También en el primer período de
la industrialización los mayores perjuicios
en contra de los trabajadores procedían del
hecho de haberlos incorporado al trabajo
como partes del mecanismo de la producción, dejando de lado su carácter de personas, que modifica sustancialmente el modo
de entender y organizar el trabajo humano.
Ya en la encíclica Laborem Exercens
, publicada el 14 de septiembre del 1981, celebrando los 90 años de la que se considera la primera encíclica social, la Rerum Novarumde
León XIII, el Papa nos recuerda que el trabajo no tiene solo un aspecto objetivo, directamente referido a la producción de bienes o servicios, sino que tiene fundamentalmente un aspecto subjetivo, puesto que el
que trabaja es una persona, que se manifiesta en su trabajo. Considerando además que
el tiempo que se dedica al trabajo es un
tiempo prolongado, se entiende que en la
preocupación de humanizar el mundo de la
actividad productiva, habrá que pensar en
disponer ámbitos de trabajo favorables a las
personas, tanto a su vida personal y familiar,
como a sus necesidades materiales, afectivas
y espirituales. El Papa añade que también
habrá que atender el ámbito religioso del
trabajador, y nos propone una inédita espiritualidad del trabajo:
“En el trabajo humano el cristiano descubre una pequeña parte de la cruz de Cristo
y la acepta con el espíritu de redención,
con el cual Cristo ha aceptado su cruz por
nosotros .En el trabajo, merced a la luz que
penetra dentro de nosotros por la resurrección de Cristo, encontramos siempre un tenue resplandor de la vida nueva, del nuevo
bien, casi como un anuncio de los’ nuevos
cielos y otra tierra nueva’(Ap.,2,21), los cuales precisamente mediante la fatiga del trabajo son participados por el hombre y por
el mundo. A través del cansancio y jamás sin
él. Esto confirma, por una parte, lo indispensable de la cruz en la espiritualidad del
trabajo humano; pero, por otra parte, se
descubre en esta cruz y fatiga, un bien nuevo que comienza con el mismo trabajo: con
el trabajo entendido en profundidad y bajo
todos su aspectos, y jamás sin él”.22
Fuertes de estas claridades, vemos con
mayor intensidad cómo el Papa nos impulsa
a luchar cada vez que realidades humanas
se despojan del carácter de frutos de la libertad para transformarse en mecanismos
inhumanos y deshumanizantes. Es el caso
de los préstamos del mundo desarrollado al
mundo en desarrollo, que se vuelven justamente lo contrario de lo que debían ser: de
instrumentos del desarrollo que eran, son
ahora el freno más poderoso al despegue
de la economía ya suficientemente castigada de los países pobres. Sólo el hombre
puede revertir esta situación, teniendo en
cuenta que no existe tampoco un ‘mecanismo del progreso’, como cierta historiografía de corte iluminista quería asegurar, porque la historia es el campo de la libertad
humana, y de ella puede salir tanto una respuesta acorde al carácter comunitario de la
existencia humana como también a la simple satisfacción del egoísmo. De hecho la libertad es la única garantía para un verdadero desarrollo, pues es la capacidad libre del
h o m b re lo que abre el camino para un
mundo más apto para la vida humana en
paz, pues, explorando con libertad y espíritu de iniciativa las posibilidades de la naturaleza, se responde a las necesidades propias y ajenas. El desarrollo tiene sin duda
una dimensión económica, porque hay que
saber resolver las carencias propias del subdesarrollo como son la falta de viviendas
idóneas, el flagelo del desempleo, la parálisis productiva ocasionada por la excesiva
deuda externa; pero el desarrollo humano
no se agota en lo económico, sino que abarca la totalidad del hombre y la totalidad de
los hombres, cada vez más conectados entre
sí, de tal manera que la solidaridad es realmente el nuevo nombre de la paz. Esto nos
permite decir, junto con Juan Pablo II, que
en esta situación cada vez más evidente de
interconexión, se enfatiza la responsabilidad de aquellos que se encuentran en posesión de los recursos económicos o intelectuales, aquellos que se ven en condiciones
de predisponer los elementos para la producción. En este marco se entiende que el
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potencial extraordinario del capital no permite ignorar que su origen se encuentra
también en el trabajo humano:
“Este gigantesco y poderoso instrumento
–el conjunto de los medios de producción,
que son considerados , en cierto sentido como sinónimo de ‘capital’-, ha nacido del
trabajo y lleva consigo las señas del trabajo
humano”.23
En este mismo sentido, todos aquellos
que poseen bienes, legítimamente conseguidos, son también los que están llamados
a reconocer que pesa sobre la riqueza una
‘hipoteca social’, derivada del destino común de los bienes de la tierra, que los compromete a usar esos recursos para permitir
también a otros el acceso a la propiedad,
garantizándoles un empleo digno que los
haga partícipes del desarrollo:
“Es necesario recordar una vez más aquel
principio peculiar de la doctrina cristiana:
los bienes de este mundo están originariamente destinados a todos. El derecho a la
propiedad privada es válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En
efecto, sobre ella grava una hipoteca social,
es decir , posee, como cualidad intrínseca,
una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino
universal de los bienes”.24
Pero esto no significa en absoluto una
descalificación del capitalismo, sino una toma de conciencia de su insustituible función social, pasando de la condición de mecanismo de producción a instrumento huma
no libre
, y por lo tanto moral:
“Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado de la propiedad privada y de la consecuente responsabilidad para con los medios
de producción, de la libre creatividad humana, la respuesta es ciertamente positiva,
aunque quizás sería más apropiado hablar
de economía de empresa, economía de
mercado, o simplemente de economía libre”.25
Por eso mismo la empresa es entendida
no como sociedad de capitales sino como
sociedad de personas.26
No hay duda de que este enfoque permi110
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te entender la posibilidad de ‘Hacer nuevas
todas las cosas’ ( Ap.21,5), siendo para todos un desafío el modo en que llevaremos a
cabo la tarea.
Juan Pablo II ha elegido para concluir su
encíclica Sollicitudo Rei Socialis
un texto del
Misal romano que constituye la mejor síntesis de su magisterio en campo económico;
tiene forma de oración, porque todos nuestros esfuerzos solo en Dios encuentran su
fuerza y su realización:
“Oh Dios , que diste origen a todos los
pueblos y quisiste formar con ellos una sola
familia en tu amor, llena los corazones del
fuego de tu caridad y suscita en todos los
hombres el deseo de un progreso justo y
fraternal, para que se realice en cada uno
como persona humana y reinen en el mundo la igualdad y la paz”.27
Soros, George. La crisis del capitalismo global.
Ed.Sudamericana, Buenos aires, 1999. p.229.
1°ed.en inglés ‘The crisis of Global Capitalism’
. 1998
2
Ibíd. p..228
3
Inclusive, en el texto citado, el autor está buscando
identificar el error en las reglas de juego del mundo
financiero que permiten actuar despreocupadamente, por lo cual él propone que deberían se cambiadas.
4
Gentile, Mary. Engaging the Power and Competence of
the Faculty
. En Piper, Thomas y otros, Can Ethics be
T a u g h t ?,Harvard Business School Press, Boston,
1993, Cáp.III, p.80 "Ethical discussion would in all
cases involve discussion of personal belief and value
systems. (..) Other faculty viewed business ethics as a
doctrine of altruism that had little to do with competitive realities of the marketplace."
5
Ibíd. "Faculty who defined business ethics in term
of attention to managerial misconduct perceived the
field to offer only restrictions to managerial choice,
in a context in which confident, decisive action was
prized."
6
Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber.
Barcelona,
Anagrama, 2000. p.245. 1°ed. en francés: Le crépuscule du devoir.París, Gallimard,1992
7
Así por lo menos lo declara Peter Drucker en Ethi cal chic. Forbes, 1981 p.160-173 (citado por Gilles
Lipovetsky)
8
Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber.
Barcelona,
Anagrama, 2000. p.253.
9
Ibíd.. p.259
10
op.cit.p.229
1
"Por individuos hipotecados entiendo aquellos
individuos que necesitan a la sociedad, individuos
que no pueden existir en espléndido aislamiento
(...) El pensamiento de los individuos hipotecados se
forma merced a su marco social, a su vínculos familiares y de otro tipo, la cultura en la que se crían. No
ocupan una posición atemporal y sin perspectivas.
No están dotados de un conocimiento perfecto y no
están desprovistos de intereses personales. Están dispuestos a luchar por la supervivencia pero no son
autosuficientes; por muy bien que compitan, no
sobrevivirán porque no son inmortales. Necesitan
pertenecer a algo más grande y más duradero,
aunque, al ser falibles, pueden no reconocer esta
necesidad .En otras palabras, son personas de verdad, agentes pensantes cuyo pensamiento es falible,
no personificaciones de la razón abstracta."
Op.cit.p.125
12
ibid. p.244
13
Zakaria, Fareed. Beyond Money
. New York Time.
Nueva York 28 de noviembre 1999 (citado por María
Edo en su tesis de licenciatura Amartya Sen y el
desarrollo como libertad. Universidad Torcuato di
Tella. junio 2002)
14
Sen, Amartya Capacidad y bienestar
, en Sen Amartya;
11
Nussbaum, Martha, (compil.) La calidad de vida.
Fondo de Cultura Econom.México, 1996 p.62. 1°
ed. en inglés The Quality of Life,
1993
15
Allardt, Eric.Tener, amar,ser: una alternativa al mode
lo sueco de investigación sobre el bienestar
, en Sen,
Amartya, y Nussbaum, Martha (compil.) La Calidad
de vida. FCE,. México, 1996
16
p.2
17
"How selfish a man may be supposed, there are evidently some principles in his nature , which interest
him in the fortune of others, and render their happiness necessary to him."
18
Etzioni, Amitai. The Moral Dimension
. The Free
Press, New York, 1988. p.11
19
op.cit. p.47
20
Etzioni, Amitai. La Tercera Vía hacia una buena
sociedad
, ed.Trotta, Madrid, 2001., p.79. 1° ed. en
inglés The third way to a good society
. 2000
21
N.8
22
Laborem Exercens
n.27
23
Laborem Exercens
n.12
24
Sollicitudo Rei Socialis
n.42
25
Centesimus Annus
n42
26
Ibid.n.43
27
Citado en Sollicitudo Rei Socialis
n.49
Revista Valores en la Sociedad Industrial
111
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