La escritura egipcia se inventó algo antes del principio del tercer milenario a la orilla del Nilo. En efecto, implica unos signos particulares que pertenecen a la geografía del país. Empezó dibujando los objetos, pero se vio obligada a añadir unos dibujos de objetos homófonos a un dibujo que podía dar lugar a dudas. Este detalle le permitía así anotar los términos abstractos mediante el procedimiento del pasatiempo que llamamos precisamente jeroglífico. El verbo «amar» se escribió, pues, con una azada, por cuanto este instrumento comprendía las mismas consonantes. La invención del determinativo, signo general que permitía clasificar la palabra siguiente en una categoría determinada (nombre de hombre, nombre de mujer, materia pulverulenta, nombre geográfico, idea moral, etc.), da gran claridad a una escritura que podría ser complicada. Completan estos principios simples algunas convenciones. Cuando el signo debe designar el propio objeto de que es imagen, se le aguega una rayita vertical. Si se traza esta rayita debajo del dibujo de la boca, hay que leer «la boca» y no «r», consonante de la palabra «boca» en egipcio. Tres rayitas detrás de una palabra indican el plural. La estructura lingüística del egipcio ofrecía un sistema consonántico estable cuyas variaciones vocálicas indican las flexiones gramaticales. Por consiguiente, se contentaron con escribir solamente las consonantes. Poco después de su invención, la escritura egipcia se vio deformada en la grafía cursiva, sobre piel, sobre papiro e incluso sobre la piedra o sobre vasija de arcilla. Así nace la escritura llamada «hierática», que evolucionó durante más de dos mil quinientos años. Se dejó de escribir el hierático anormal en el Alto Egipto en la época salta. En el Delta, donde se había concentrado la vida activa egipcia, se utilizó en lo sucesivo una cursiva tan alejada de los jeroglíficos primitivos, que se presenta como una sucesión de signos sumamente estilizados, a menudo difíciles de leer para nosotros: es el «demótico». Pero nunca dejaron de emplearse los jeroglíficos en la epigrafía monumental e, incluso, hasta en algunos papiros. 1) Escritura jeroglífica. Espécimen: principio de la estela de Bakhtan, procedente del templo de Khonsú en Karnak y conservada actualmente en la Biblioteca nacional de París. Se da el fragmento según la reproducción impresa con los caracteres de la Imprenta imperial para la Exposición universal de 1856 en París. Las líneas del texto impreso no corresponden a las del original. 2) Escritura hierática. Espécimen: papiro Prisse, pág. 12, 1. 1-5, de la Biblioteca nacional de París. Se trata de los Aleccionamientos de Ptahhotep, en una copia que data del Imperio Medio. Se reconocen todavía fácilmente cierto número de signos jeroglífico correspondiente. En demótico, ya no se distingue a primera vista ningún signo que recuerde la imagen primitiva. 3) Escritura demótica. Espécimen: papiro n.° 215 de la Biblioteca nacional de París, col. 2, recto, 1. 1-7. Es el comentario, escrito al principio de la época ptolomeica, de una profecía referente a los últimos reyes del Egipto independiente. Se le conoce con el nombre de Crónica demótica, el cual no le es muy propio. Escritura del Delta. Procedencia probable: Menfis. (BIBL.: Sottas y Drioton, Introduction d 1'étude des hiéroglyphes, París, 1922; G. Lefebvre, Grammaire de l'égyptien classique, 2.a ed., El Cairo, 1955.)