** [¿?]. Mujeres españolas son tres interesantes retratos de mujer, encendidos, el primero y el tercero de pasión, gentileza y brío; interesantísimo el segundo, en que suspira y añora una niña, semejante a aquella virgen primaveral de Machado, cuyas ansias indecisas le suben a los ojos, quietos y cándidos, como una niebla de jardín húmedo. Matilde MUÑOZ. ______________________________________________________________________________ ** Comentario al concierto de la Sociedad Filarmónica Madrileña. Concierto nº 421, 11 de enero de 1926. La posibilidad de fijar musicalmente la psicología de un tipo, su peculiar idiosincrasia, tan vivamente retratada por el gesto, con su capacidad de una inmediata traducción musical, ha sido una cuestión sobre la que se ha debatido hasta la saciedad, puesto que es asunto al que se llega como grado máximo en la cuestión de la música aplicada. Si esa posibilidad no solo se acepta, sino que se exige en la música dramática, se ha puesto en tela de juicio en la llamada música pura, esto es, en la música instrumental, en términos generales. Pero en este dominio musical ese deseo de reflejar un carácter, de retratar, por decirlo así, el espíritu de un personaje, ha sido una ambición de todas las épocas. No hay ejemplo más claro y palpable que el de Couperin, que pretendía «que sus retratos adquirían bajo sus dedos un grado notable de parecido con los originales que los habían inspirado”. El asunto es menos trivial de lo que puede imaginarse, y, entre otras razones que no son de este lugar, puede darse como fehaciente el testimonio de su supervivencia. En nuestros días, en que las sensaciones de toda índole forman el motivo de inspiración de gran cantidad de música, escasea, en cambio, el que se refiere a personajes cuya sentimentalidad o carácter especial forma la base poética de la obra. La razón es, probablemente, y aunque parezca extraño a primera vista, que el primer caso es mucho más subjetivo que el segundo, porque en aquél se trata de dar forma externa a una sensación producida por la contemplación de agentes exteriores, y en este otro no es ya una transposición subjetiva de los sentimientos del personaje modelo, sino más bien una síntesis de sus sentimientos característicos, que tienen una traducción musical. Por lo menos, esa parece ser la estética de esta obra de Turina. Éste no interviene en el desarrollo pasional del modelo. Se limita a observarle y a reflejar sus caracteres musicales, combinándolos de modo tal, que técnicamente ofrecen como resultado una obra perfecta de forma y de una absoluta independencia de acción; música que tiene como base un asunto objetivo, pero que recaba luego su absoluta libertad artística, y vale ya sólo por sí, según el principio general de la música subjetiva (música de programa, literaria, etc.), que por eso deja de ser música absoluta. Analizados dentro de la técnica escueta los tres retratos de Mujeres españolas, podían ser consideradas como una sonata en tres partes, la primera en forma de primer tiempo (primer tema, el de chotis; segundo, el pasodoble); el segundo movimiento, como un lied en cinco secciones, una de ellas (la segunda) con dejos de seguidilla, y otra (la cuarta) de guajira; y, por fin, el tercer tiempo, como un rondó, en el que el estribillo es la seguidilla manchega con episodios libres. Pero, desde este punto de vista, la obra perdería flexibilidad y la gracia viviente y palpitante que la caracteriza. Procuraremos apuntar los motivos inspiradores, advirtiendo que ciertos detalles tienden a dibujar el modelo; pero que son objeto de representación musical. Ésta, lógicamente, se hace en términos amplios y generales sin correspondencias que puedan señalarse estrictamente. Nuestra descripción se refiere al tipo, tal como nos ha sido indicada por el compositor, sin que ello suponga que se haya seguido puerilmente su traducción musical al pie de la letra. [El texto que sigue pertenece a Turina. Ver, más arriba el comentario escrito por el compositor en noviembre de 1925] Adolfo SALAZAR ______________________________________________________________________________ ** Joaquín Turina, Madrid, Editora Nacional, 1ª ed. 1943, pp. 67-68. (2ª ed. p. 65). Hasta las Mujeres españolas, primera obra de Turina que transparenta una lograda convicción del propio estilo, la vacilación es clara. Ha sido necesario se forme en Turina una especial calidad lírica; ella realiza esa selección de los temas y esa flexibilidad de la forma que permite una personalísima construcción. Esa calidad lírica es la única clave de comprensión aquí. Por ser lírica, expresión de un personal proceso sentimental, huye del simple pintoresquismo. Es lo suficientemente concreta y andaluza para no poder plegarse a esa forma de pobre universalismo característico de tantas aulas de composición. Por otra parte, va teñido de un vago descriptivismo absolutamente opuesto a la técnica de programa que, por ser dúctil a un desmenuzamiento musical, se siente muy a gusto dentro de una constante referencia al sistema cíclico glorificado por Franck y seguido por sus discípulos. Ese perfume descriptivo exige una técnica de claroscuro que se siente bien amparada, porque Turina, aun sin ser impresionista, no ha rehuido recoger consecuencias de este movimiento; se salva así del exagerado cromatismo de los epígonos de Franck, dando a su obra un valor de atmósfera, de leve tono vagoroso, sin el cual sería imposible comprender la música que concretamos”. …. y en pp. (1ª. ed. 96-98), (2ª ed, 87-89). Lo más esencial de la obra pianística de Turina reside en un grupo especial de la obra, donde lo pintoresco está sometido a una elaboración personalísima, paralela al procedimiento de la Sinfonía sevillana, pero con unos específicos valores de intimidad cuya mejor expresión veo yo cifrada en la primera serie de Mujeres españolas (...). La segunda serie está orientada hacia matices más particularmente descriptivos. El subtítulo Retratos indica que el matiz psicológico está muy estilizado. La línea de cada uno de estos retratos es sencilla y contrastada; la obra en conjunto, como construcción, es de las que se puede dar mejor idea del estilo de Turina. La madrileña clásica, La andaluza sentimental y La morena coqueta -los títulos muestran claramente un sentido relativamente idealista del retrato- se agrupan sin esfuerzo dentro de la forma sonata. El juego bitemático en La madrileña clásica se basa en una feliz disputa entre el chotis y el pasodoble, inteligentemente estilizados, claro está, para prestarse a este tratamiento, estilización que no resulta arbitraria ya que está conducida por un claro deseo de perfil psicológico. La morena coqueta puede considerarse como un rondó, cuyo estribillo es la seguidilla manchega, con episodios libres; sin embargo, este último número, cuyo tema ya empleó Turina en Recuerdos de mi rincón, es de mayor complicación psicológica y descriptiva. El número central, La andaluza sentimental, es una de las obras más bellas y más finamente construidas de Turina. La construcción es clarísima: un lied con cinco secciones. Hagamos un poco de análisis de esta obra, una de las más favorecidas en el éxito. La línea sicológica es bien sencilla: una andaluza, rubia y alegre, suspira en casa por las fiestas cuyo eco llega hasta la ventana. El personaje está caracterizado por un melancólico recitativo, popular y lírico a la vez, cantarín y profundo como una queja de adolescencia. Este recitado constituye las tres secciones impares de la obra. Las pares están construidas por dos episodios distintos. Es primero un eco de seguidilla que trae un recuerdo de baile y de bullicio; la guajira, en cambio, es más personal, más melancólica, más directamente ligada con la sentimental apetencia de la rubia andaluza clausurada entre macetas y pájaros. Esta es la síntesis de La andaluza sentimental, donde Turina ha encontrado una original y encantadora manera de expresar su intimidad. La fuerza directa y concreta del recitativo contrasta tan bien con esas dos danzas populares, cuyo tratamiento es indirecto, casi alusivo, que el elemento folclórico incorporado, quiebra dulcemente su espontaneidad ante la forma precisa y la personal intención sentimental. No es vana, pues, nuestra preferencia por esta obra que preferimos a otras más ambiciosas quizá -la Sonata romántica y la Sonata pintoresca (Sanlúcar de Barrameda)-, pero menos ceñida a esa suave trascendencia de lo popular en estos femeninos retratos. Sanlúcar de Barrameda, por ejemplo, es obra de proporciones amplias, dificilísima -después de las de Albéniz es quizá la obra más virtuosista del piano español-, llena de problemas descriptivos, pero inferior, sin duda alguna, en gracia e intimidad a las Mujeres españolas. Federico SOPEÑA. ______________________________________________________________________________ ** «Mujeres españolas». Iniciación a la música, Madrid, Espasa Calpe, 1962, p. 394. Tres retratos para piano de música objetiva, y, sin embargo, de música pura, de música absoluta. Es como una sonata en tres partes: La madrileña clásica, con un tema de chotis, otro de pasodoble; La andaluza sentimental, una canción con seguidilla y guajira; La morena coqueta, rondó combinado con seguidilla manchega. ______________________________________________________________________________ ** Comentarios al CD: Columbia SCLL 14123 (estéreo). Esteban Sánchez (pianista). Uno de los más importantes ideales del piano romántico fue encontrar lo que llamamos la música del retrato. En las dos series de Mujeres españolas, Joaquín Turina nos da las características esenciales de su piano: el retrato cuando es fiel, supone la conversión de lo descriptivo en lírico y supone no menos el que el trabajo del artista y de su modelo sea tanto de silencio como de diálogo. El éxito enorme de la primera serie de Mujeres españolas (...) animó a Turina a continuar la serie el año 1932. Continuamente encontramos en Turina la vuelta a los temas que parecían olvidados. Se trata en el fondo, de esa continuidad en los temas de inspiración, de esa fidelidad a los aciertos de juventud que permite volver hacia ellos sin retraso. No es necesario comentar cada número pues los títulos lo dicen todo; son títulos que encontraremos en la pintura realista española, en la más tradicional, sin que dejemos de señalar la influencia de cosas que, con origen en el teatro ligero, se redimen de su fácil popularidad a través de la maestría y del encanto de la música; así por ejemplo, La florista [segunda serie]. La estética de estas piezas de piano, de mayor dificultad y de mayor hondura que los Cuentos, se resume en La andaluza sentimental, una de las obras cumbre del piano español. La construcción es clarísima: un lied con cinco secciones. La línea sicológica es bien sencilla: una andaluza, rubia y alegre, suspira en casa por las fiestas cuyo eco llega hasta la ventana. El personaje está caracterizado por un melancólico recitativo, popular y lírico a la vez, cantarín y profundo como una queja de adolescencia. Este recitado forma las tres secciones impares de la obra. Las pares están construidas por dos episodios distintos. Es el primero un eco de seguidilla que trae un recuerdo de baile y de bullicio; la guajira, en cambio, es más personal, más melancólica, más directamente ligada con el ensueño de la Andaluza sentimental, soñando en la dulce clausura de las macetas y de los pájaros. En la Andaluza sentimental, Turina ha encontrado una original y encantadora manera de expresar su intimidad. La fuerza directa y concreta del recitativo contrasta tan bien con esas dos danzas populares, cuyo tratamiento es indirecto, casi alusivo, que el elemento folclórico incorporado, quiebra dulcemente su espontaneidad ante la forma precisa y la personal intención. Federico SOPEÑA. ______________________________________________________________________________ ** Comentarios al CD RCA 16333 (estéreo) Joaquín Achúcarro (pianista). (...) Aquí encontramos algo muy típico en el compositor de Sevilla: el retrato musical. No solo el paisaje o la evocación de un momento pueden ser motivo de inspiración, sino la pintura de una personalidad. Esto es lo que hizo Turina con un piano que tenía algo de romántico y algo de impresionista. El impresionismo moderado por un gran sentido de la forma. El romanticismo más tardío aún que el de Granados, en una línea de recuerdo que fue también la que hizo a Turina poner música a las rimas de Bécquer. Carlos GÓMEZ AMAT. ______________________________________________________________________________ ** Comentarios al CD, Columbia SCLL 4123 (estéreo) (1982) Antoni Besses (pianista) Las, Mujeres españolas, con sus dos series, la op. 17 (...) y la op. 73 (...) constituyen un grupo de piezas coherentes y coloreadas con las características que imprime el género retrato. A los diversos aspectos psicológicas y folclóricos que determinan el origen de tales retratos, se une una manifiesta inquietud descriptiva sobre el contexto ambiental. Turina construye esta música con el lirismo y el sentido espontáneo en él innatos. Resulta inútil comentar cada una de estas piezas, siendo los enunciados altamente esclarecedores. Anotemos, no obstante, la encantadora simplicidad que se aprecia en La florista o en La murciana guapa; la sensualidad patética de La gitana enamorada, o en el refinamiento mandado de La señorita que baila [tiempos de la segunda suite]. En cuanto a La andaluza sentimental -pieza central del tríptico de la primera serie- quizá nos encontremos con una de las obras maestras de la literatura de la música hispánica para piano. Su forma perfecta y equilibradísima (un lied en cinco secciones) fluye a través de un recitativo suplicante y melancólico. Es como si en La andaluza sentimental se sintetizara la afección más diáfana e intensa proyectándose así el mensaje más profundo del arte de Turina. Antoni BESSES. ______________________________________________________________________________ ** “En el centenario de su nacimiento. El piano en la obra de Turina”, El Médico (Madrid) , nº 20, mayo de 1982, pp.79-80. Con esta primera serie de Mujeres españolas (...) Turina logra la esencia más perfilada de su obra para piano, obra, también es cierto de una significación valorativa que no se puede medir con el mismo rigor de tasación en toda ella. En la primera serie de Mujeres españolas, ese piano pintoresco de Turina se traduce en un valor de mayor intimidad: existe en ella como un trasfondo romántico (sobretodo en el número central, La andaluza sentimental) que el mismo subtítulo de retratos parece indicarnos, no como descriptivismo pictórico, sino como plasmación interna del carácter psicológico estilizado, que podríamos considerar de reminiscencia romántica. Jaime NOGALES BELLO. ______________________________________________________________________________ ** Turina, Madrid, Espasa Calpe, 1980, pp. 59-60. En el programa de mano, Adolfo Salazar analiza este hermoso tríptico pianístico no como una suite sino como una obra unitaria, una original sonata en tres tiempos (...). Las referencias a otras obras del autor no son pocas: así, en La andaluza sentimental hay como un eco de alegre fiesta que nos recuerda al primer movimiento de Rincones sevillanos; el La morena coqueta suena la célula temática ‘ya uté ve’ de la María de Recuerdos de mi rincón y, por otra parte, en la escena de coqueteo hay una cierta insinuación de ‘el otro’ con que nos encontraremos en el Barrio de Santa Cruz. Esta primera serie de Mujeres españolas alcanzó gran difusión y con toda justicia, pues es un espléndido ejemplo -acaso el más logrado- del arte pianístico de Joaquín Turina en esta etapa de primera madurez. No siempre se interpreta la opus 17 en sus tres páginas a pesar de que, indudablemente, cada una de ellas gana puntos en el contexto del tríptico. José Luís GARCÍA DEL BUSTO. ______________________________________________________________________________ ** “Centenario del nacimiento de Joaquín Turina”. Radio-2 de Radio Nacional de España Programa nº 15, 15 de julio de 1982. Uno de los motivos conductores del costumbrismo andaluz -y de todo costumbrismo- es el retrato, solo equiparable en su frecuencia al paisaje ciudadano, raramente vacío y, por lo general, poblados por tipos característicos, casi tipos-símbolo, alguno de los cuales lo fueron también del romanticismo: el gitano, la bailarina, el contrabandista, el ciego cantor de coplas y romances y, como auténtico modelo femenino ideal, la mujer andaluza. (...) Nada más lógico, entonces, que Joaquín Turina, cultivador a su manera de formas significativas del romanticismo meridional, sintiera la tentación de pintar con sonidos a la mujer española y, preferentemente, a la andaluza. En 1917 (...) se estrena el primer cuaderno de Mujeres españolas, un tríptico en el que se suceden La madrileña clásica, La andaluza sentimental y La morena coqueta. Probablemente estamos ante la mejor obra pianística de Joaquín Turina por la belleza temática, la explotación unitaria de los varios y característicos recursos armónicos del compositor, la distanciación evocadora, la penetración psicológica y las secretas, pero efectivas relaciones entre las tres piezas que otorgan al conjunto -como anota Salazar- un carácter casi de sonata. A la búsqueda de una significación de los retratos -el autor no se conforma con reproducir las imágenes- Joaquín Turina alterna su lírica personal con el aprovechamiento de datos de origen popular, limitados a los ritmos pero sin cita motívica. Pasodoble y chotis, Pasodoble, chotis, para la madrileña; seguidillas sevillanas y guajira para la andaluza y seguidillas castellanas para la morena, son puntos de apoyo e identificación en medio de un discurso cuyo propósito, como en Albéniz, Falla o Granados, no es otro sino evocar. Enrique FRANCO. ______________________________________________________________________________ ** La música contemporánea en España, Madrid, Ediciones La Nave, Madrid, 1930, pp. 210-211. La Mujeres españolas son, a mi entender, la primera obra de Turina que pueda aspirar a una consideración seria y de un parangón con las de sus predecesores en el movimiento de renovación musical contemporáneo. Adolfo SALAZAR. ______________________________________________________________________________ ** Comentarios al CD Connoi-Seur Society CD-4186 (1992). David Buechner (pianista). Las tres suites de Turina, Mujeres españolas (2 volúmenes) y Mujeres de Sevilla se caracterizan por su graciosa feminidad. En Mujeres españolas hay una separación de quince años entre el volumen uno y dos: la juventud de Turina y el Turina maduro. El primer volumen abre un gran despliegue de trinos en La madrileña clásica, siendo lo opuesto en La andaluza sentimental con ritmo de danza (6/8). La morena coqueta es una de las obras pianísticas más difíciles, un tour de force, de octavas, rápidos pasajes de acordes y glisandos. David BUECHNER. ______________________________________________________________________________ ** Comentarios al CD: Edicions Albert Moraleda CD-6402 (1997). Antonio Soria (pianista). Mujeres españolas, son solo retratos, descripciones que llevan a la música la estética que proponían pintores como Moreno de Torres. Turina, sevillano de origen, que había hecho sus años de estudio en París, y vivía instalado en Madrid, era un observador de su en torno que anotaba en la memoria pequeños croquis y que después gustaba de recrear en el piano, son rasgos directos, describiendo con lirismo, con humor, con gran musicalidad, que años más tarde iba a condimentar con la ironía del periodo de entreguerras. Hay obras que dan forma externa a sensaciones producidas por la contemplación de algo, mientras que otras, y este es el caso de Turina en Mujeres, dan una síntesis de sus elementos característicos, señala Adolfo Salazar con inteligencia. Es decir, que unas pueden ser impresiones y otras descripciones, sin entrar en la categoría de evocación, que resulta un concepto distinto. Mujeres españolas (...) son, según lo define el mismo autor en la partitura Tres retratos para piano de La madrileña clásica, de La andaluza sentimental y de La morena coqueta, esta vez manchega. Fueron compuestos en la primera mitad de 1916. Las miradas son hacia el sur, y no dejan de contar con los elementos del tipismo españolista. No obstante, parecen estar -como buenos retratos- inspirados en personas en particular, tal como se desprende de lo anotado por Turina en el cuaderno Figuras masculinas y femeninas a través de mi vida, en el que incluye la semblanza de la manchega en cuestión, hasta con nombre y apellido: María Ortega, una camarera del café Nueva España, «agradable y simpática» y de figura “algo felina” retratada en el número tres de la obra, desde el comienzo, con un pequeño tema que representa su dicho característico: ‘Ya uté vé’ y que reaparece constantemente. El número uno, una madrileña de los barrios bajos, síntesis de «finura sentimental y achulapamiento», es pieza central en un aire de chotis y en el ritmo del pasodoble. El segundo de estos retratos, caracterizado como monólogo, es una de las piezas características del piano de Turina, y la más comentada; la mujer en cuestión es «una andaluza rubia y blanca, enormemente alegre» que, como lo aconseja la buena educación en su tierra, oye las música festivas de seguidilla y guajira que le llegan en lejano a su ventana florida. Sus sensaciones melancólicas, líricas, las recoge el compositor al abrir la pieza y las hace alternar con las danzas, subrayando al final una «resignada melancolía». El simpático personaje de la última pieza es La morena coqueta, que también aparece en los Recuerdos de mi rincón, opus 14, con su particular estribillo. Se trata de «una escena de coqueteo» en la que «el interlocutor pretende insinuarse por el lado sentimental, haciendo alusión a la seguidilla manchega» y que pronto se transforma en polémica, en la que se impone la “coquetería femenil” de la protagonista. Rasgos de un carácter, pues, en la primera, sensaciones en la segunda y una escena en la tercera de las piezas, componen esta obra que alcanzó gran éxito. “Probablemente estamos ante la mejor obra pianística de Joaquín Turina” (escribe Enrique Franco), por la belleza temática, la explotación unitaria de los varios y característicos recursos armónicos del compositor, la distanciación evocadora, la penetración psicológica y las secretas, pero efectivas, relaciones entre las tres piezas que otorgan al conjunto -como anota Salazar- “un carácter casi de sonata”. Jorge de PERSIA. ______________________________________________________________________________ ** Comentario incluido en el programa del XII Festival de Música Española. Patio del Palacio de los Guzmanes (León, 7 de julio de 1999). Las dos series de Mujeres españolas, op. 17 y op. 73, compuestas en épocas y circunstancias muy dispares, pueden considerarse como obras menores, especialmente la segunda serie, dentro de la vasta producción turiniana. Sin embargo ambas producciones poseen ese encanto tan espontáneo que siempre ha caracterizado la obra del genial sevillano. Ya en la primera serie, la mejor de ellas, el dibujo tan cuidadoso de los tres modelos de mujeres: La madrileña clásica, La andaluza sentimental y La morena coqueta, nos muestran a un Turina sutil, intimista y de algún modo observador fino del alma de estas tres españolas típicas. Así la madrileña, como mujer chulapa y rompedora contrasta con la sobriedad de la manchega o la andaluza. (...) Con tres trazos sencillos Turina dibuja esa castiza de las verbenas madrileñas, graciosa y provocativa, siempre dispuesta al desplante. En ella se escuchan los dos bailes típicos, el chotis y el pasodoble. La andaluza sentimental, subtitulada Monólogo, son las reflexiones de una mujer del sur, que mira tras las rejas de su casa, y ve pasar todo el bullicio y alegría de la calle con aire de resignación y profunda melancolía. La morena coqueta, primeramente titulada La manchega coqueta es tal vez el de mayor virtuosismo técnico. Lleva por título Escena y describe una riña que mantiene la protagonista María, con un parroquiano en un café de Daimiel. Todo hace presentir lo peor, pero la coquetería femenina y su fino instinto de hembra curtida, se impone con una sugestiva contestación a una pregunta: ¿Qué pasa aquí? A lo que María responde suavemente: ¡Ya uté vé! ¿Aquí no pasa ná...! Toda la obra pianística de Turina posee una buena factura y un gran valor pianístico como corresponde a quien fue un excelente maestro. (...) Miguel Ángel NEPOMUCENO.