ME JUBILÉ ¡¡¡QUÉ MARAVILLA!!! Sé que cuando algunos de ustedes lean estas líneas, podrán sentir diferentes sensaciones al pronunciar la palabra JUBILACIÓN… Unos porque la ven tan lejana, que creen que no tiene sentido pensar en ello, otros; porque la ven tan cerca y siempre han tenido la concepción de que jubilarse es sinónimo de dejar de producir, de sentirse “Viejo”, de sentirse relegado y poco útil. Para mí la JUBILACIÓN es sinónimo de cosecha, de disfrute, de empezar a manejar tu tiempo de acuerdo a tu ritmo y a tus prioridades. Porque la JUBILACIÓN es esa etapa de la vida donde se cosecha aquello que se ha sembrado. Esto significa que si se ha sembrado una vida rica en comunicación con Dios, la jubilación, te va a permitir mayores espacios para seguir alimentando esa relación a través de la oración, los ejercicios espirituales, los encuentros íntimos con el Señor, y sobre todo, de espacios de entrega generosa a los más necesitados. Si se ha sembrado una vida rica en interioridad y conocimiento de sí mismo, la etapa de jubilación se convierte en disfrutar de espacios personales para seguir creciendo y desarrollándonos como seres humanos a través de la lectura, la música, el ejercicio físico y algún pasatiempo, que incluso no se haya podido disfrutar antes por estar muy llenos de trabajo y ocupaciones. Si se ha sembrado una vida familiar llena de plenitud y de verdadera unidad y amor, la JUBILACIÓN se convierte en mayor espacio para compartir con la pareja y los hijos, momentos especiales como el comer juntos, jugar juntos, pasear juntos y seguir creciendo juntos como familia, así se esté pasando por la etapa del nido vacío, pues siempre habrá un motivo para el reencuentro, para el compartir… Si se ha sembrado una vida en donde se han cultivado hábitos de vida saludable, la JUBILACIÓN se convierte el aprovechar el don de la salud, para poder seguir sintiéndonos productivos, vitales y con una excelente calidad de vida. Si se ha sembrado relaciones de amistad, la JUBILACIÓN se convierte en encuentros cálidos y sencillos para disfrutar de la buena compañía de los amigos. Y si se ha sembrado una vida laboral exitosa, la JUBILACIÓN se convierte en la posibilidad de encontrar nuevas formas de producir y de seguir cultivando el sentirse útil y el poder entregar posiblemente muchas ráfagas de la sabiduría que da la experiencia y los años vividos. En mi caso particular, me dedicaré a mis clases, a trabajar talleres de desarrollo personal, proyectos y a mis consultas psicológicas. Por eso, ahora que está próxima mi JUBILACIÓN, quiero agradecerle a la Universidad Javeriana, porque me brindó una formación sólida y rica en valores que me permite seguir disfrutando de esta nueva etapa de la vida. Me siento orgullosa de mi estilo de vida basado en la Espiritualidad Ignaciana, pues estoy segura que éste será mi mayor baluarte, el poder sentirme siempre dispuesta a vivir amando y sirviendo a los demás… Quiero agradecer a todas las personas que a lo largo de estos años estuvieron recorriendo conmigo este camino y me enriquecieron como persona y profesional. GRACIAS, MIL GRACIAS, MI AMADA UNIVERSIDAD JAVERIANA. Alba Liliana Jaramillo Gómez.