Una tragedia fría y distante

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LATERCERA Jueves 6 de febrero de 2014
(
Cultura&Entretención
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ESTRENOS DE CINE
Una tragedia
fría y distante
Daniel Villalobos
U
n gran momento -quizás
el único gran
momento- de
Django sin
Cadenas es el
monólogo
donde el dueño de la plantación de esclavos, interpretado
por Leonardo DiCaprio, cuenta
la historia de su padre y su “negro favorito”. El mismo esclavo
que, sin fallar un día, afeitó el
cuello de su amo por décadas.
¿Por qué nunca lo degolló? se
pregunta DiCaprio, ¿por qué
jamás se le ocurrió abrirle la
yugular con la navaja? Tarantino daba una respuesta a esa
duda histórica, aunque era una
respuesta tan infantil y poco
convincente como la misma
película.
12 Años de esclavitud repite la
misma pregunta. Desde que conocemos a Solomon Northup en
1841, cuando es capturado y
acusado falsamente de ser un
esclavo fugado, hasta que cae en
manos de un dueño que lo trata
con cierta decencia hasta otro
que lo humilla y golpea como al
peor animal, durante los 134
agotadores minutos de esta película, la interrogante de por qué
los esclavos no se alzan contra
sus opresores nunca deja la pantalla. Y la respuesta no es sencilla: como bien lo explica el mismo protagonista en un momento, sobrevivir es una cosa y vivir
una existencia de hombre digno
es otra y en el medio hay una
larga, ensangrentada gama de
grises.
12 Años de esclavitud llega
RR Michael Fassbender y Chiwetel Ejiofor en Doce años de esclavitud. FOTO: OUTNOW
precedida del aura que rodea a
un “filme de Oscar”, con abundantes nominaciones y el respaldo de un gran estudio. Lo
desconcertante es que no responde a los presupuestos asociados con ese tipo de cine. No
es La Lista de Schindler, lo que
significa que no evoca una horrible historia real para hacernos sentir buenos y morales por
el sólo hecho de espantarnos
frente a la pantalla. Tampoco es
cine-ensayo con todas las respuestas en la mesa como lo hiciera La cinta blanca. Es una
película fallida y extenuante a
ratos, quizás porque su interés
en una violación tan flagrante
de los derechos humanos como
fuera la esclavitud en Estados
Unidos viene más de lo alegórico y la evocación visual que del
relato basado en la empatía. Entendemos a su héroe, pero (al
igual que al adicto de Shame, el
filme anterior del director) lo
conocemos en base a sus rasgos
más externos. Lo que es coherente con esta película en general: una obra de arte de enorme
belleza formal y escasa emoción.
12 AÑOS DE ESCLAVITUD
Dir.: Seve McQueen. Con Chiwetel
Ejiofor, Michael Fassbender y Brad
Pitt. 134 min. Drama. EE.UU, 2013. Mayores de 14 años.
LA CORRECCION FILMICA
DE STEPHEN FREARS
HUMOR INFANTIL EN
BLOQUES PLASTICOS
UNA PELICULA
MCDONALD’S
René Martín
Pablo Marín
René Martín
C
orrecta, compuesta, grata y
amable sería la
mejor forma de
definir un película como
Philomena, del director
inglés Stephen Frears y
protagonizada por Judi
Dench y Steve Coogan.
Basada en una historia
real (un logo que desde
hace un tiempo se ha hecho más y más común, y
parece venir asociado a
calidad), aquí conocemos
a Martín Sixsmith (Coogan, quien oficia como
uno de los guionistas), un
periodista político pasando por un mal momento
profesional. Pronto conoce a Philomena (Judi
Dench), una mujer que en
su juventud vivió y trabajó en un convento debido
a que quedó embarazada a
corta edad. Como la manutención no era gratis,
las monjas tenían una segunda entrada económica, que consistía en vender a los niños de las mujeres que habitaban el
lugar a ricas parejas ex-
tranjeras. Por supuesto
uno de los pequeños fue el
de esta dulce señora,
quien ahora solicita a
Sixsmith su ayuda para
ubicar a su retoño.
Philomena no es una película de grandes tesis y
está pensada en gustar a
todo el mundo. Es el tipo
de filme que deja al espectador con una gran sonrisa
y demuestra que aún se
puede tener esperanza en
la vida y en el ser humano,
que las cosas, por muy malas que sean, hay que tomarlas con calma, humildad, filosofía y humor. De
una puesta en escena
transparente y con personajes que por muy estereotipados, están vivos, este
film cumple lo que promete, sin ser descollante y sin
trascender. Que esté nominado al Oscar como mejor película, tampoco tendrá trascendencia.
PHILOMENA
Dir.: Stephen Frears. Con Judi
Dench, Steve Coogan. 98 minutos. Drama. EE.UU., 2013. TE+7
L
a compañía danesa Lego, sinónimo
de creatividad lúdica, diseñó en
1949 unos bloques que
pueden ensamblarse y
conectarse de muchos
modos para construir
vehículos, edificios y
tantas otras cosas. Y
agregó con los años parques temáticos y trabajo
mancomunado con franquicias como Star wars.
Ahora tocó el largometraje, que para nuestra
suerte no es otra película
insufrible o rutinaria,
sino una que saca inteligente partido a las posibilidades que su material
le ofrece.
En el pasado, un hechicero fue derrotado por un
multimillonario que ahora es dueño del mundo, o
casi: Presidente Negocios.
El personaje tiene un plan
maligno y el único que
puede salvar la situación
es Emmet, tipo promedio
que canta la misma canción y se ríe de los mismos chistes que todo el
mundo. Accidentalmente, sin embargo, se convierte en el mesías de los
bloques plásticos y debe
pasar mil pellejerías junto
a la polola de Batman,
aparte de transitar entre
los distintos universos
Lego disponibles. Animada computacionalmente
con un look stop motion,
la película es de los directores de Lluvia de hamburguesas y Comando especial. Y cumple, desde el
arranque, con no tomarse
a sí misma muy en serio lo que demanda método y
consistencia-, con aplicar
ocurrencia en el humor y
con sacarle punta a lo que
Lego tiene a mano para
estos propósitos. Lo que
resulta es una cinta fresca
y despreocupada, que orquesta sus buenos momentos como quien no
quiere la cosa.
LA GRAN AVENTURA LEGO
Dir.: P. Lord y C. Miller.
100 min. Animación. EE.UU.Dinamarca, 2014.
Todo espectador.
D
espués de iniciar
su carrera con
celebradas adaptaciones de obras
de Shakespeare, el actor y
director inglés Kenneth
Branagh entró al reino de
Hollywood y con el tiempo
fue a parar al mundo de
las franquicias. Empezó
hace un par de años con la
adaptación del súper héroe Thor y ahora está tras
la dirección del relanzamiento del espía Jack
Ryan, creado por el desaparecido escritor Tom
Clancy, y que ha pasado
por cuatro reencarnaciones, incluida ésta. Ahora
es el turno de Chris Pine,
el de la franquicia de Star
Trek, quien da vida a un
Ryan más joven, en su primera aventura especialmente escrita para el cine.
Esta es una historia de
iniciación, en la que el joven analista debe detener
un enrevesado complot soviético para desestabilizar
la economía norteamericana y dejar al país en una segunda gran depresión. Con
una primera mitad que
transcurre construyendo la
base del personaje, su patriotismo para enlistarse e
ir a Afganistán post 11 de
septiembre, un accidente
que casi lo mata, conocer a
quien será su esposa, conocer a quien lo llevará a ser
un espía, la segunda mitad
se ansía repleta de acción y
sorpresas. Esto no ocurre.
Con un guión genérico y
que parecen retazos de antiguas películas de espías
de la guerra fría, este filme
nunca deja de parecer una
de esas de media tarde en
el cable que quieren “parecer”, pero nunca lo logran.
En un mundo post Jason
Bourne y Misión Imposible, no basta con repetir la
fórmula, hay que romper
las reglas, sino todo queda
como una simple e indistinguible franquicia. Como
un McDonalds.
JACK RYAN
Dir.: Kenneth Branagh. Con
Chris Pine y Kenneth Branagh.105 min. Suspenso.
EE.UU., 2014.
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