Lorraine Caza, CND o Boletín CRC, Volumen 11, n . 1 – Invierno 2014 La Nueva Evangelización y sus Sorpresas... Desde hace algún tiempo la Iglesia ha estado usando la expresión «Nueva Evangelización», no en el sentido de un nuevo Evangelio sino para indicar una nueva manera de proclamar las Buenas Nuevas de Jesucristo, la misión permanente de la Iglesia desde la Encarnación de su Palabra. Estamos llamadas a estudiar e implementar las ideas contenidas en la exhortación hecha después del Sínodo de la Nueva Evangelización que se llevó a cabo en Roma en el otoño del 2012. El año 2013 reveló, como de antemano, aspectos específicos de esta Nueva Evangelización tan querida para los corazones de dos discípulos eminentes de Jesucristo: Benedicto XVI y Francisco. Yo llamo al año 2013 en la Iglesia, el año de las «sorpresas papales». En este artículo examinaré tres sorpresas de Benedicto XVI: su renuncia como Papa, los testigos que escogió para evocar en su homilía del Miércoles de Ceniza el 13 de febrero, y el compartir de su experiencia del Vaticano II el 14 de febrero. En relación a Francisco, será su discurso a la Congregación General previa al cónclave, su carta a los no creyentes y su entrevista con el Padre Spadaro, SJ. Es mi opinión que estos seis eventos contienen secretos preciosos que nos ayudarán a pensar y vivir la evangelización del siglo XXI. Un final lleno de sorpresas «Tras haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, dada mi avanzada edad, ya no corresponden con las de un adecuado ejercicio del ministerio petrino. [...] Por esta razón, y muy consciente de la gravedad de este acto, con plena libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de san Pedro, confiado a mi por los Cardenales el 19 de abril de 2005». Me interesaría conocer más acerca del misterioso diálogo que pudo haberse llevado a cabo entre Benedicto XVI y Celestino V (12151296), el último Papa en hacer un acto similar… De hecho, fue una decisión inesperada llena de una humildad profunda, lucidez y un raro sentido de libertad, un acto que creo abre un paso maravilloso a la evangelización. Dos días después de su renuncia, Benedicto XVI da la homilía del Miércoles de Ceniza. Habló acerca del desierto como un lugar de conversión y habló acerca de las grandes conversiones de Pablo y Agustín. Luego, de manera más sorprendente, pasó a nombrar a los grandes conversos del siglo XX: Pavel Florenski, un agnóstico que se convirtió en un monje Ortodoxo Ruso; Etty Hillesum, una joven judía no practicante de Amsterdam que desarrolló un gran amor hacia la Biblia y hacia Agustín, y quién antes de su muerte en Auschwitz llega a amar a Dios y a practicar la adoración; Dorothy Day, una socialista militante de Nueva York que estaba convencida que el comunismo ateo era la solución a todos los problemas sociales, fue bautizada y admitió tener una atracción extraordinaria hacia la oración que ella misma no lograba comprender. ¿Por qué escogió Benedicto XVI estas tres figuras? Una de las cosas que tienen en común es su insaciable búsqueda de Dios. Su escogencia habla del hecho de que sus preocupaciones no estaban limitadas a la Iglesia Católica Romana sino a su pregunta de qué pasará con Dios en el mundo. ¿Tiene algo que ver su preocupación con la Nueva Evangelización? El día siguiente, Benedicto XVI habló acerca de su experiencia en el Vaticano II, 50 años antes cuando tenía 35 años. «Había una expectativa increíble. Esperábamos que todo se renovase, que llegara verdaderamente un nuevo Pentecostés, una nueva era de la Iglesia. Se sentía que la Iglesia no avanzaba, se reducía; que parecía una realidad del pasado y no la portadora del futuro. Y, en aquel momento, esperábamos que esta relación se renovara, cambiara; que la Iglesia fuera de nuevo una fuerza del mañana y una fuerza del hoy». Su compartir me permitió darme cuenta de la importancia de considerar toda la vida viajera de la persona al relacionarla con la evangelización de personas e instituciones. Francisco, un hombre de muchas sorpresas En una de las Congregaciones Generales previas al cónclave, el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio declaró: «Evangelizar supone en la Iglesia la parresia de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales… Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar, pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir… Simplificando, hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí y la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí… Pensando en el próximo Papa: debe ser un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de “la dulce y confortadora alegría del evangelizar”». El Papa Francisco continúa sorprendiéndonos cada día desde su primera aparición como Papa anunciando su elección y el nombre que escogió. Nunca olvidaré la reacción de Christian Bobin: «Pese a su edad, el hecho de que solo tiene un pulmón, la fatiga y lo duro del trabajo, yo veo a un hombre nuevo, vivo y vibrante que me ha tocado profundamente… él sabe a dónde vive Cristo más de lo que nosotros sabemos». El 11 de septiembre el Papa Francisco sorprendió a todo el mundo con una carta que publicó en el periódico La República. La carta escrita en un estilo «agradable y afectuoso» fue su respuesta a una crítica de Eugenio Scalfari (quien se identifica a sí mismo como no creyente y que no está en busca de Dios) a la encíclica Lumen Fidei. En lugar de reaccionar de una manera agresiva a las ideas de este reconocido periodista, el Papa le dijo que estaría muy contento de tener la «posibilidad de dialogar de una realidad tan importante como la fe». Esta fe, dice Francisco, «nace del encuentro con Jesús, pero no podría suceder sin la Iglesia». Él continúa diciendo: «escucho con agrado sus preguntas y busco, junto a usted, senderos por los cuales podamos comenzar a recorrer juntos parte del camino». En esta carta el Santo Padre habla de la realidad de la cruz «ahí donde Jesús se muestra a sí mismo como el Hijo de Dios». Cuando habla de la resurrección nos dice: «no para salir vencedor sobre quien lo había rechazado, sino para confirmar que “el amor de Dios es más fuerte que la muerte, que el perdón de Dios es más fuerte que cualquier pecado”». Francisco le dice a Eugenio Scalfari que es correcto que piense que la Encarnación del Hijo de Dios es el eje de la fe cristiana. Me parece a mí que la respuesta rápida del Papa Francisco a Scalfari es un ejemplo perfecto de lo que él se refiere a salir hacia las periferias existenciales de la humanidad. El tono así como el contenido de la respuesta revela que Francisco no tiene miedo de llegar al corazón del asunto. Esta fue seguida de una inesperada llamada telefónica, una invitación de Scalfari para reunirse con su interlocutor eminente. Sabemos que esta reunión se llevó a cabo porque Scalfari habló de ella públicamente. El relato de la entrevista realizada por un compañero Jesuita, Antonio Spadaro, entre el 19 y el 29 de agosto, nos da una mejor idea de este hombre de muchas sorpresas. Para los propósitos de este artículo me limitaré a mí misma a su comparación de la Iglesia con un hospital de campaña después de una batalla: «Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental. Lo más importante es el anuncio primero: “Jesucristo te ha salvado”… Yo sueño con una Iglesia Madre y Pastora…». También debemos dejarnos sorprender por Benedicto XVI: el estilo de su acto de renuncia, así como la acción misma revela una dimensión de la evangelización pocas veces resaltada. Nuestras fragilidades también pueden ser el lugar de donde estamos llamadas a proclamar el Evangelio. Es un hecho que de manera individual o comunitaria todas experimentamos días en que nuestro «quehacer» simplemente no tiene el mismo alcance, la misma relevancia. La idea de proponer tres testigos, todos en diferentes lugares en sus vidas… de ir desde el agnosticismo hasta pertenecer a una iglesia Cristiana diferente a la nuestra; de ir desde una vida totalmente tomada con múltiples pasiones amorosas a una vida con un diálogo incesante con Dios; de ir de una vida de convicción de que el comunismo ateo es la solución a todos los problemas a una vida de compromiso social al servicio del Evangelio… ¡es una manera maravillosa de ampliar nuestro concepto de evangelización! Para Benedicto detenerse a la edad de 85 años y ver hacia atrás a lo que era a la edad de 35 es otra manera de ver la evangelización desde un ángulo un poco diferente. Al permanecer atentas a los mensajes y acciones diarias de Francisco veremos como la verdadera apertura al Evangelio nos conducirá de una sorpresa a la otra y descubriremos las periferias existenciales a donde somos llamadas a ir. No solamente aprenderemos que Jesús desea venir hacia nosotras pero que Él quiere alcanzar a nuestras hermanas y hermanos a través de nosotras. Seremos capaces de aceptar como regalos de Dios las oportunidades de entrar en diálogo con personas luchando con las mismas preguntas que nos disturban. Aceptaremos con humildad las fragilidades de nuestra Iglesia. Desarrollaremos las actitudes de los enfermeros en los hospitales de campaña después de la batalla: curaremos las heridas con amor y perseverancia. Y ahora te pregunto a ti, ¿qué has aprendido acerca de LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO después del 26 de noviembre? Lorraine Caza, CND [email protected]