Historia del Anarquismo en Holanda Sacado de Anarchism de

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Historia del Anarquismo en
Holanda
Sacado de Anarchism de George Woodcock
Versión Castellana de Sofía Yvars Fernández
En Holanda, el anarquismo ha compartido la tendencia de los movimientos alemán y
sueco hacia el sindicalismo, pero ha desarrollado características propias debidas al
pacifismo militante de sus dirigentes, en especial de Ferdinand Domela Nieuwenhuis.
El verdadero desarrollo del anarquismo holandés se debió a la influencia dinámica de
Nieuwenhuis. En la Primera Internacional, la pequeña Federación Holandesa
trabajó en estrecho contacto con los belgas, dirigidos por Caesar de Paepe, apoyó a
Bakunin en su enfrentamiento con Marx, se opuso al centralismo del Consejo General y
se afilió a la Internacional de Saint-Imier, sin llegar a ser nunca una organización de
auténticos anarquistas. En realidad, en Holanda no comenzó a surgir un movimiento
anarquista claramente definido hasta finales de la década de 1880.
Nació del resurgimiento del movimiento socialista holandés inspirado por Nieuwenhuis
a finales de los años setenta. Nieuwenhuis comenzó su vida activa como famoso
predicador luterano en una elegante iglesia de La Haya. Cuando tenía poco más de
treinta años, sufrió una crisis de conciencia bastante similar a la de William Godwin, y
decidió dejar la Iglesia y dedicar su vida a la causa de los trabajadores. En 1879
renunció a su ministerio y fundó un periódico, Recht voor Allen, en el que propugnaba
un socialismo ético basado en una fuerte repugnancia emocional hacia la opresión y la
guerra y en un profundo sentido de la fraternidad humana; se trataba de una traducción
de los principios cristianos a términos modernos. Nieuwenhuis renunció a su ministerio,
pero no dejó nunca de ser un hombre religioso, en el verdadero sentido de la palabra. La
fuerza de su personalidad y su fervor idealista pronto hicieron de él el personaje más
influyente entre los grupos dispersos de socialistas holandeses, y cuando éstos se
unieron en 1881 para formar la Liga Socialista, Nieuwenhuis se convirtió en su líder
indiscutido.
Los años iniciales de la Liga, durante los cuales ésta orientó sus esfuerzos hacia la
propaganda antimilitarista y la organización sindical, fueron muy tormentosos y la
mayor parte de sus miembros activos, incluido el propio Nieuwenhuis, fueron
encarcelados en uno u otro momento; pero progresaron lo bastante para que
Nieuwenhuis pasase en 1888 a formar parte del Parlamento como diputado socialista.
Ocupó este puesto durante tres años, pero aquélla fue para él, como para Proudhon o
Grün, una experiencia deprimente de la que salió convertido en anti parlamentarista
convencido. Fue en su época parlamentaria cuando comenzó a aproximarse al
anarquismo ya propugnar, antes de que se desarrollase el sindicalismo francés, la idea
de la acción industrial directa y la huelga general como medios para que los trabajadores
se librasen a sí mismos de la opresión política y económica y para oponerse a la guerra.
Ya en el Congreso Socialista Internacional de 1889, Nieuwenhuis había atacado la
participación de los socialistas en la actividad parlamentaria, y en el Congreso
de Zurich de 1891 planteó, ante la violenta oposición de Wilheim Liebknecht, la idea de
convertir una guerra entre naciones en una guerra internacional revolucionaria de clases
mediante la huelga general. En ambos congresos, y nuevamente en 1893 y 1896, se
mostró partidario de que la Internacional incluyese a los socialistas de todas las
tendencias, desde los reformistas más moderados a los anarquistas más avanzados, y
finalmente encabezó la retirada de la delegación holandesa del Congreso de Londres en
1896, como última protesta contra la expulsión de los anarquistas llevada a cabo por la
Segunda Internacional.
En el intervalo habían surgido disensiones en el seno de la propia Liga Socialista
Holandesa, entre la mayoría, que seguía a Nieuwenhuis en su aproximación al
anarquismo, y una fuerte minoría atraída por la socialdemocracia alemana. Las
diferencias llegaron a un punto decisivo en el Congreso de Groningen de 1893, en el
cual la mayoría trasladó la Liga al campo anarquista y los parlamentarios se escindieron
para formar su propio Partido Socialista.
Mientras Nieuwenhuis y sus partidarios convertían a la Liga al anarquismo, sus
esfuerzos por organizar sindicatos tuvieron también un éxito considerable, y en 1893
se creó una federacion sindicalista, la National Arbeids Sekretariat. La organización se
desarrolló bajo la influencia de Christian Cornelissen, que más tarde llegaría a ser uno
de los más importantes teóricos anarcosindicalistas. Cornelissen estaba especialmente
interesado en la organización intelectual del sindicalismo, y su intelectualismo le
convirtió en uno de los pocos eslabones existentes entre los militantes obreros de la C.
G. T. como Pouget e Yvetot, con los que estaba en contacto directo, y los sindicalistas
teóricos reunidos en torno a Sorel y Lagardelle, en cuyo periódico, Le Mouvement
Socialiste, colaboraba. La influencia de Cornelissen sobre el movimiento anarquista
europeo fue muy considerable durante los primeros años de este siglo, pero quedó
reducida a la nada cuando, al
igual que Kropotkin y Guillaume, se declaró partidario de los aliados en la Primera
Guerra Mundial. Durante casi una década, la National Arbeids Sekretariat, que no tenía
por entonces más de 20.000 miembros, siguió siendo la organización más activa e
influyente entre los sindicatos holandeses. La pérdida de esa posición destacada se
produjo, de modo bastante dramático, a partir de la huelga general de 1903, que
comenzó en los ferrocarriles, se extendió a otras industrias y luego, en un momento de
aparente éxito, se derrumbó repentinamente cuando el gobierno comenzó a arrestar a
sus dirigentes y a utilizar a soldados como esquiroles. Los socialdemócratas cosecharon
los beneficios de aquella derrota, y se produjo un éxodo masivo de los sindicatos
anarcosindicalistas. Durante varios años, la National Arbeids Sekretariat no conservó
sino una pequeña cabeza de puente entre los trabajadores de los muelles de Amsterdam
y Rotterdam, y en 1910 el número de sus miembros se había reducido a poco más de
3.000.
También había disminuido la influencia y el número de afiliados del movimiento
anarquista fuera de los sindicatos, pero el prestigio personal de Nieuwenhuis no se
vio demasiado afectado. Pertenecía a ese tipo de idealistas que no necesitan un
movimiento para ejercer una influencia moral. Durante toda la Primera Guerra Mundial
y hasta su muerte, ocurrida en 1919, prosiguió sus apasionadas campañas
antimilitaristas, que luego continuaron otros anarquistas pacifistas holandeses más
jóvenes, como Albert de Jong y Bart de Ligt, autor del extraordinario manual de
resistencia pasiva La Conquista de la Violencia, que tuvo amplia difusión entre los
pacifistas ingleses y americanos durante los años treinta y llevó a muchos de ellos a
adoptar una postura anarquista. Los anarcosindicalistas holandeses recobraron
lentamente parte del terreno que habían perdido en 1903, y en 1922 la National Arbeids
Sekretariat había vuelto a alcanzar el número de miembros que tenía al principio,
aunque ahora era minoritaria en comparación con los otros sindicatos. Cuando se afilió
a la Asociación Nacional de Trabajadores en 1922, tenía casi 23.000 miembros, pero al
igual que el movimiento sindicalista francés, pronto se vio afectada por el hechizo que
ejercía el comunismo ruso sobre sus militantes más jóvenes. Por fin, los comunistas se
apoderaron de la propia organización y una amplia minoría, que permanecía fiel a las
tradiciones antiparlamentarias, se escindió en 1923 para formar el Nederlandisch
Syndikalistisch Vakverbond. Esta organización nunca logró tener más que una parte de
la influencia dominante que la National Arbeids Sekretariat había ejercido en una época
sobre el movimiento obrero holandés. De hecho, después de 1903 el anarquismo
holandés se resignó
a su transformación permanente en un movimiento minoritario cuyos líderes más
respetados, como Nieuwenhuis y Cornelissen, disfrutaban del prestigio que se reconoce
en las tierras nórdicas a aquellas voces que claman en el desierto y que constituyen la
conciencia, convenientemente externalizada, de los pueblos dedicados en gran medida a
la adquisición y al disfrute de la prosperidad material.
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