minería - salud en el potosí colonial

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Vol. 11 N° 1 - 2 Enero - Diciembre, 2005
lrchivoa Bolivianos de i iatoria de la Medicina
MINERÍA - SALUD EN EL POTOSÍ COLONIAL
Di: Ing. Carlos Serrano *
RESUMEN
En esta contribución abordaremos el tema de
'la influencia de la minería en el proceso saludenfermedad. Para investigar los orígenes de
las afecciones laborales y otras, tomaremos
en consideración: la tecnología, el trabajo
coaccionado o mita y sus repercusiones en las
condiciones de salud de los trabajadores.
explotación, el beneficio y la fundición,
influyendo en la situación de salubridad de los
actores mineros. Detalles referentes a la forma
del trabajo minero-metalúrgico han sido ya
publicados [1].
Las distintas etapas para la obtención de las
apreciadas barras de plata, pasaban por la
En el período inicial de la Colonia los
minerales se explotaban a tajo abierto en el
Cerro Rico. Posteriormente, eran directamente
fundidos en hornos rústicos. En el tajo ocurrían
a menudo accidentes por la profundidad que
alcanzaban las excavaciones, determinando la
caída desde las escaleras de los trabajadores,
que sufrían fracturas de las extremidades y
contusiones por golpes en cualquier parte del
cuerpo. También pueden haberse originado
lesiones en los ojos por pedazos de roca o
mineral que saltaban cuando se barreteaba, o
por golpes en las manos y dedos , dado el
empleo de combos pesados. Los indígenas, a
pesar de realizar el trabajo en lugares abiertos,
estaban expuestos al polvo y a los fenómenos
naturales, lo que les generaba con frecuencia
males pulmonares, bronquitis, catarros y toses,
que con el pas ar del tiempo se complicaban
con la aparición de cuadros de neumoconiosis,
silicosis y de tuberculosis (tisis).
* Miembro de la Academia de Historia de la
Medicina, Capítulo Potosí.
En las faldas del cerro y en las viviendas se
realizaba la fundición. La gente encargada de
Un aspecto queremos recalcar: el tuna de las
epidemias y enfermedades más frecuentes que
azolaron la Villa de Potosí, y sobre todo a sus
pobladores nativos y a los llegados allende
los mares.
Sin duda alguna, muchos fueron los factores para
la presencia y propagación de las epidemias y
en fennedades (también para las enfermedades
pr(?fesionales), una vez dado el contacto (le dos
culturas diferentes en sus formas de vida, su
higiene pública o sus prácticas medicinales.
.TECNOLOGÍA DE LA ÉPOCA
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archivos Bolivianos de iistoria de la Medicina
obtener las barras de plata estaba expuesta a
muchos factores de contaminación ambiental
y de daño a su salud, por la inhalación de gases
tóxicos, quemaduras, debidas al manipuleo
de las escorias y (le la plata fundida, inhalación
de polvos durante el carguío de los hornos
previo a la fundición y otros.
Posteriormente, las labores a cielo abierto
dieron paso a los trabajos subterráneos que se
realizaban en distintas clases de labores
abiertas muy artesanalmente. El hecho notable
tecnológico de la utilización de la pólvora (a
mediados del siglo XVI) para realizar el
arranque, habría aumentado los riesgos de
enfermedades profesionales por la gran
profusión de polvo originado por las
explosiones. Todo esto dio paso al
recrudecimiento de las enfermedades
pulmonares, de la tisis, bronquitis, accesos de
tos y fiebre.
Es conocido el aumento de la temperatura en
función de la profundidad de una mina. Los
mineros trabajaban en ambientes que
contrastaban con la situación climática
característica de Potosí, lo que repercutía en
la salud de los naturales: tos, catarros,
resfriados eran enfermedades que estaban a la
orden del día y que al no ser convenientemente
curadas derivaban en pleuresía o "mal de
costado", asma y otras graves afecciones
respiratorias.
Con la difusión de los trabajos en profundidad,
surgió también el problema del traslado de los
minerales. Especialmente los mitayos
encargados del transporte del material
escogido hacia el exterior o sea a la canchamina realizaban esta tarea cargando una
mochila o arrastrándola con los pies en
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aquellas labores estrechas; esto debía traer
consecuencias o lesiones en la.espalda y en
las extremidades, los codos, las rodillas, etc.
Otra fuente de accidentes laborales era la caída
y los derrumbes de planchones que podían
matar por aplastamiento y asfixia a los
trabajadores dentro de la mina.
La situación de riesgo no era distinta en los
ingenios, donde se procesaban todos los
materiales extraídos de las minas y donde
trabajaba el resto de la familia.
En los ingenios de tratamiento, al haberse
cambiado la tecnología en 1573, con la
introducción del proceso de amalgamación de
cajones empleando el mercurio; se aumentó los
riesgos de otros tipos de enfermedades y
dolencias (hidrargirismo, asma, silicosis,
neumoconiosis, reumatismo, etc.). En la
trituración-molienda-clasificación de las menas
argentíferas se originaba mucho polvo, al ser
realizadas estas operaciones en seco. Al parecer
éste no fue un gran problema durante el resto
del siglo XVI, ya que estas labores eran
efectuadas al aire libre. Sin embargo, en los
siglos siguientes estas operaciones empezaron
a efectuarse en ambientes cerrados. Para evitar
la inhalación de polvos, los indígenas
empleaban pedazos de tela colocados a la altura
de la nariz y la boca. La coca masticada por
ellos servía también como un filtro. A pesar de
ello, estas primitivas fuentes de protección no
fueron suficientes para prevenir el riesgo de
males y de patologías laborales. Otras heridas
y dolencias se han debido presentar cuando el
trabajador, sentado delante del morterado en
las trituradoras de pisones, se golpeaban los
dedos y hasta la mano, al alimentar a esta
máquina, si no prestaba atención cuando caían
los mazos para fragmentar los pedazos de
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Pirchivos Bolivianos de TTistoria de la Medicina
mineral. Esto podría haber ocasionado incluso dentadura. El hidrargirismo no puede estar
amputaciones. fuera de estas consideraciones.
Ya en la continuación del proceso de
tratamiento y si los minerales argentíferos
contenían sobre todo antimonio y arsénico, se
procedía a efectuar la tostación en hornos con
el objeto de eliminar el azufre, que es un fuerte
contaminante del medio ambiente y
principalmente de la salud, no sólo de los
trabajadores, sino también de la población que
vivía aledaña a la Ribera de Ingenios de la Vera
Cruz, situada en pleno centro de la villa.
Durante la propia amalgamación, los operarios
estaban en contacto directo con el azogue; ya
que según los cronistas el mezclado de todos
los insumos de ella (por ejemplo: sal, sulfato
de cobre, cal y mercurio) con el mineral
triturado, se lo efectuaba con los pies o en
algunos casos empleando azadones.
Una vez lograda la amalgama, se separaba el
azogue de los otros acompañantes sin valor,
utilizando agua para efectuar el lavado en tinas
y "cochas" empleando las manos o con un
azadón. Los trabajadores en esta etapa estaban
propensos a contraer enfermedades reumáticas
y artríticas (crónicas y agudas).
El mercurio y la plata se separaban en forma
mecánica empleando pedazos de tela
exprimiendo la pella. Sin embargo, la plata
contenía azogue y esto se llevaba a la
desazogadera, una especie de horno donde se
destilaba y se obtenía gases de mercurio que
enfriados condensaban en metal líquido. A
pesar de los cuidados que se ponía en sellar
los hornos, es fácil imaginarse algunas fugas
de gas mercurial que daba lugar a
enfermedades nerviosas y afecciones a la
Al final, la plata era fundida y de esto ya nos
hemos ocupado. Lo que no se ha dicho es que
este trabajo lo efectuaban las mujeres de los
mineros que inclusive procesaban y fundían
los minerales robados o rescatados. Los niños
eran empleados como mano de obra barata,
ya sea en los ingenios o en sus casas. Esto daba
lugar a enfermedades y dolencias que
afectaban grandemente a las familias; los
ancianos, fuera de la edad de la mita,
trabajaban en labores poco pesadas; como por
ejemplo, realizando la selección o escogido de
los minerales.
MITA Y CONDICIONES DE SALUD
¿En que consistía en realidad la mita o trabajo
forzado y a quienes involucraba? Concernía a
todos los indígenas o naturales que vivieran en
no menos de 139 pueblos comprendidos entre
las 13 ó 17 provincias del Altiplano y regiones
circunvecinas (distantes hasta mil kilómetros
de Potosí). El trabajo forzado afectaba a todos
los varones comprendidos entre los 18 y 50 años
de edad y aún a los menores de 18, casados. En
pocas palabras, las provincias obligadas tenían
una población apta y disponible para siete años
de 94 500 varones; la séptima parte trabajaba
un año y descansaba seis. De esos 13 500
mitayos (la gruesa de la mita), la tercera parte
(4500, o la mita ordinaria) debían trabajar una
semana y el resto (9 000) descansaban y así se
alternaban; entonces un mitayo trabajaba al año
17 semanas y 2 días (casi cuatro meses) [2].
Muchos cronistas han descrito las principales
características de la mita y las consecuencias
que este sistema de organización del trabajo
23
¿rchivos Bolivianos de íT istoria de la liledicina
tuvo en la situación de salud de los habitantes
de Charcas. Las opiniones, pese a tener matices
distintos, concuerdan en el enorme impacto de
este sistema en las condiciones de las personas. Para ellos no cabía duda alguna que el
trabajo en las minas-ingenios-fundidoras y el
tipo de vida que llevaban los naturales,
conducía a distintos tipos de patologías que
podían tener consecuencias fatales: diversas
enfermedades bronco-pulmonares, entre las
que podemos destacar a la tuberculosis, la
bronquitis, el asma, la silicosis, la
neumoconiosis; las afecciones cardiacas y
también del estómago, vesícula, riñones,
hígado,-nervios, ojos, oídos y extremidades.
De todo esto se generó una condición crónica
de enfermedad que afectó a la mayoría de
quienes trabajaron en la minería. Algunas
patologías en particular acecharon a los
trabajadores de las minas-ingenios-fundidoras
durante todo el período colonial. En todo caso
el dato cierto y muy curioso es que a la hora
de entregar datos de tipo epidemiológico sobre
los efectos de la actividad minera en la
población nativa durante el período colonial,
nos encontramos con una falta evidente de
información fidedigna. Sólo es posible razonar
a través de inferencias, hipótesis y
descripciones cualitativas.
Debemos mencionar que con el transcurrir de
los años, la mita y los mitarios fueron
disminuyendo, y entre una de las causales se
cuenta la desolación que causaron aquellas
grandes epidemias. Dignas de mención, son
la de 1590, cuando se desató la viruela, que
casi dio fin con la población nativa y el
problema de fuentes de trabajo se tomó tan
agudo que incluso se pensó traer negros del
Brasil para relevar a los mitayos que estaban
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agotados. Se aseguraba que el exterminio de
la población se debía a enfermedades como la
erisipela y el garrotillo del año de 1614; sin
olvidarse de la mayor de todas las pestes, la
de 1719 (bubónica, tabardillo, etc.) que hizo
estragos entre la gente indígena. Las epidemias
tuvieron un papel importante en el colapso
demográfico de la América indígena [3].
Otra consideración que hay que hacer, es el
enorme impacto socio-cultural que tuvo la mita
en los pueblos de Charcas: desplazamientos y
migraciones forzadas, desigualdad socioeconómica, división al interior de los ayllus,
ruptura del sistema de integración ecológica
de las comunidades andinas: control de
distintos pisos ecológicos, diversificación de
la alimentación y quiebre en- la identidad
cultural.
LA OTRA CARA DEL CONTACTO
Un otro aspecto es el de las epidemias y
enfermedades más frecuentes que asolarón a
la Ciudad Minera, y sobre todo a los
pobladores nativos y a los llegados allende los
mares.
Con seguridad, una fuente de contagio cuando
había alguna enfermedad o epidemia, era el
lugar al pie del Cerro, cuando todos los lunes
en ese recinto se juntaban los mitayos y eran
distribuidos por los capitanes y caciques, para
que suban a explotar las minas, vayan a trabajar
en los ingenios y fundidoras, y en otros
sectores sujetos a la coacción.
LAS EPIDEMIAS
Pasemos a tratar casos concretos presentados
en la Villa Imperial.
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Firchivos Bolivianos de Ijistoria de la medicina
Viruela
Esta. enfermedad, sin duda alguna, fue el mal
de todos los tiempos y la que más estragos y
morbilidad produjo en la Colonia. La
'influencia del contagio era extrema, ya que
encontró un terreno virgen en el que se incubó
y desarrolló, favorecida por la falta de
medicamentos y medidas profilácticas que
contribuyeron a su fuerte difusión.
Particularmente en Potosí, se reporta su
presencia en: 1587-93, 1626, 1628, 1635.
1716-17, 1719, 1732 y 1805. La enfermedad
se hizo endémica y lo fue en Bolivia hasta muy
entrada la república.
Durante la epidemia de viruela que se desató
el año de 1587, cayeron contagiadas y víctima
de ella. 47 000 personas en total; y dada esta
cantidad de afectados se tuvo que habilitar
"hospitales" o mejor, centros de atención, en
las iglesias de las parroquias de naturales;
gastándose mucho dinero en combatirla [4].
A fines de 1588, por acuerdo del Cabildo
.fueron nominados algunos diputados para
visitar y atender a los naturales enfermos de
pestilencia y de la cual también habían
españoles contagiados (Archivo Nacional de
Bolivia, en lo que sigue ANB CPLA del 1012-1588, vol. 5: f. 375v-396).
Recordemos que la Audiencia de Charcas
expidió una Provisión dirigida a evitar la
propagación de la peste de viruela y, como ya
lo vamos a mencionar, catalogó los remedios
en divinos y humanos. El Cabildo admitía a
fines de 1589, la existencia de viruela y de
sarampión (ANB CPLA del 23-11-1589, vol
5, f. 406; ANB CPLA del 20-12-1589, vol. 5:
f. 410-411 y ANB Minas SG 294c, La Plata
1589).
Por 1590, se presentó una nueva endemia de
viruela o se trataba de la continuación de la
que hemos comentado, y que atacó
especialmente a la población nativa
ocasionando muchas bajas [5]. Esto queda
ambiguamente ratificado por una carta del
Cabildo secular de Potosí dirigida a S.M., el 2
de mayo de 1590, donde asimismo se le
informa que ha caído en el reino una
enfermedad muy contagiosa [6]. Entre 159093 la epidemia de viruela se extendió por
Potosí, Charcas y todo el Perú.
Nuevamente en 1626, en el Cabildo de Potosí,
se estaba tratando cómo socorrer con carne,
pan, azúcar, pasas, chuño , papas y lo que fuere
necesario a los naturales enfermos de viruela
de las parroquias de San Martín y San Pedro
(ANB CPLA del 04-04- 1 626, vol. 18: f. 279v).
En los meses de julio a septiembre de 1732,
reinó una pestecilla que mató a mucha gente
repentinamente, y no respetó a niños o
ancianos. Se trataba de la viruela , acompañada
de tabardillo y otros males [4].
Tabardillo
El tabardillo, es lo que en la actualidad se
conoce como tifus exantémico o exantemático.
Era una enfermedad semejante a la fiebre
tifoidea y sus síntomas característicos fueron:
altas temperaturas, escalofríos, ardor de las
sienes. Venía acompañado de flujos de sangre.
En algunos casos se complicaba con la
ictericia.
Del tifus exantemático, se dice que tuvo su
origen en Europa y fue importada a Potosí.
Recibía diversas denominaciones, como:
fiebre particular, pintas, tabardillo, tabardete,
tabarete, fiebre maligna, chavalongo y fiebre
25
Archivos Bolivianos de ljiatoria de la Medicina
ardiente [7]. En muchas personas esta
enfermedad era tan violenta que en el lapso
de 3 a 9 días los afectados perecían y no se
contaba con los medicamentos adecuados y a
disposición, siquiera para prolongar algunos
días la existencia del contagiado.
El tabardillo volvió a dar señales de vida, no
como epidemia, según el cronista Arzáns y los
Acuerdos del Cabildo, en los años: 1609, 1622,
1628, 1635, 1649, 1657, 1684, 1692, 170405; 1707-08, 1713-14, 1716-17, 1719, 1725,
1729 y 1731-32.
En 1628, se presentó una endemia de
tabardillo, habiendo fallecido algunas personas
y muchas corrían el riesgo de contagiarse.
Además, entre los nativos se volvieron a
presentar casos de viruela (ANB CPLA del 2204-1628, vol. 18: f. 285. Siete años más tarde,
en 1635, en las rancherías se detectó que
muchos naturales se encontraban enfermos de
tabardillo, viruela, sarampión y dolor de
costado. Estaba muriendo mucha gente por la
suma pobreza, la sequía y la falta de auxilio
(ANB CPLA del 20 y 24-10-1635, vol. 20: f.
332-335).
En 1657, se presentó en la Villa de Potosí una
terrible' epidemia o peste de tabardillo, que
causó la muerte de mucha gente y, obviamente,
como en otros casos, se recomendó acudan los
contagiados al amparo de la virgen María
Santísima como refugio seguro. Recordemos
que en los años 1622 y 1635 se presentaron
casos aislados de este mal [4].
Entre los años 1729 y 1732, en la Villa Imperial
fue corriente la presencia del tabardillo
acompañado de otras enfermedades y
molestias (diarrea, dolor de costado, sarampión
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y viruelas). Bartolomé Arzáns, narra que fue
víctima en marzo de 1729 del tabardillo del
cual salió a los 32 días y gracias a la
misericordia del Señor [4].
Garrotillo
Una epidemia de garrotillo azotó las minas del
Perú en 1613, y es lo que se conoce hoy como
difteria. Esta epidemia tuvo asidero en Potosí,
uno o dos años más tarde, por la migración de
tanto indígena que tenía que servir en forma
esclavizante.
Este mal se reportó en los años de 1614-16 y
1711. El exterminio de la población potosina,
según el juicio del asesor Cañete, se debía más
bien, a endemias como de garrotillo (difteria
en la laringe), erisipela y peste bubónica [8].
Una de las pocas epidemias muy bien
documentadas en los Libros de Acuerdos del
Cabildo potosino, sin duda alguna, es la de
garrotillo que se presentó en 1615, más que
todo por el número de víctimas (se invocaron
procesiones y sacrificios); se menciona
también el fallecimiento (en algunos casos
violento), de autoridades y funcionarios. Para
los indígenas y españoles pobres contagiados
se dispuso que de la renta de la sisa se
dispongan unos seis mil pesos para su
tratamiento (ANB CPLA desde abril a
diciembre de 1615, vol. 14, f. 96v, 99v, 105v,
108v, 112v, 122 y 167). Hubo de pasar un
año para que nuevamente en el Cabildo se
trate sobre el pago de los insumos e
instrumentos (azúcar, pasas, conservas, pan,
carneros, jeringas adquiridos para la curación
de la enfermedad general de garrotillo) y
sobre el dinero dispuesto (ANB CPLA
sesiones del 8 y 21 de julio de 1616, vol. 15:
f. 224v y 226v, respectivamente).
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FIrchivos Bolivianos de jistoria de la Medicina
Sarampión
Se ha detectado su presencia , en mayor o
menor grado, ya sea en la Villa Imperial como
en otros lugares aledaños, en: 1531-33, 155758, 1572-73, 1582, 1585-93, 1597, 1618-19,
1628, 1634-35 y 1730-31.
Afecciones respiratorias
En una sesión del Cabildo del 30 de septiembre
de 1597, se trató sobre la presencia del
sarampión en la Villa Imperial.y un año después
se habla de "una peste" (ANB CPLA del 3009-1597 y sin fecha, vol. 8: f. 80v y 130).
niños), pechugueras y otros "molestos y aún
gravísimos achaques" (talvez bronquitis y
neumonía o pulmonía). Sin duda alguna el
contagio se extendió de manera alarmante y
no eran suficientes cuantas medicinas fueron
probadas, ya que perecieron algunos nativos,
negros y españoles. Muchos de los últimos que
se contagiaron, quisieron irse a La Plata y otros
lugares; y más tardaban en salir que en volver
a sus casas a morir, que ese era el remedio.
Los alimentos escasearon, lo que derivó en
hambruna generalizada. El. ganado también
sucumbía y no había carbón. Por otro lado, se
incrementaron las ciénegas y lodazales de
hasta cuarenta centímetros de alto y la caída
de los precarios caseríos.
La alfombrilla, o sea una especie de sarampión
muy benigno, era una enfermedad muy
difundida en las minas andinas. En 1618,
afligió al virreinato del Perú una epidemia que
tuvo su origen en Quito y desde allí se extendió
.por el resto de su territorio, habiéndose ya
mencionado que en 1618-19 afectó también a
los potosinos y los mitayos que trabajaban en
las minas del Cerro [9].
Efectivamente, en reuniones del Cabildo, se
dispuso tomar medidas para acudir a la cura
de los indígenas y españoles contagiados de
sarampión o alfombrilla y disminuir la
mortandad (ANB CPLA del 1 y 20-08-1619,
vol. 16: f. 147-149).
En diciembre de 1730, los potosinos tuvieron que
confrontar al sarampión que vino de Lima, y un
mes más tarde lo hizo acompañado de otras
enfermedades (tabardillo, dolores de costado,
hinchazones del vientre y corrimientos por todo
el cuerpo) y se llevó muchas vidas; entre ellas,
18 monjas, amén de 800 españoles y por lo menos
dos mil naturales de las parroquias. Un año más
tarde se especulaba que sólo los mestizos
enfermaban y morían de sarampión, ya que a los
españoles los atacaban "otros ruines males" [41.
En agosto de 1557, una fuerte nevada que duró
once días seguidos, cubrió el Asiento de Minas
y alcanzó hasta 1.6 metros de espesor. Trajo
consecuencias en la salud de sus pobladores,
ya que se presentó una "cruelísima peste" de
catarro, toses (posiblemente tos ferina en los
El Cabildo estaba interesado en designar personas, ligadas a la producción argentífera, que
cuiden en ciertas parroquias de las curaciones
de los nativos debido a una epidemia de
"romadizo" (catarro de la membrana
pituitaria) y dolor de costado, que se habían
extendido en 1565. Fueron nombrados los
mineros: Niccoló del Benino, Francisco de
la Serna, Diego Núñez, Juanes de Aguirre,
Juan Ortiz Picón, y Antonio de Mena (ANB
Minas SG 92, Potosí 1565). Digna de
mención es la epidemia de gripe en Potosí,
1589-93. [9]
Arzáns, reporta que en mayo de 1709, se presentó
una molesta peste de catarro, pechugueras y
fiebre maligna. Se trataba de una verdadera
27
Arehivo5 Bolivianos de ía toria de la Medicina
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epidemia que se propagó por "éstos reinos" y
de todas las edades y clases. En 1717, los
obviamente en Potosí. Fue tan terrible que nadie
se salvó y se suponía era la misma que 8 meses,
antes anduvo en México O legada de Europa) y 2
meses antes en Lima. Las autoridades alertaron
que no se sangrase y más bien los afectados
ingirieran bebidas frescas. [4]
parroquianos oraban y salieron en procesiones
para que la viruela y tabardillo se fueran.(4)
El año 1719, comenzó con semejante contagio
que jamás se había visto y se diagnosticaron
tabardillos, dolores de costado y otros males
conocidos de que pereció mucha gente, y por
ese motivo fueron bautizadas como pestes
La famosa peste de 1719, fue acompañada de
otros males y, entre ellos, figuraba la
coqueluche. En 1733, "la peste que de
improviso acometió luego que entró la
primavera fue muy dañosa de un dolor que
daba en el costado, seco en unos y en otros
que arrojaba sangre; corrimientos, catarros y
otros males que mató mucha gente de todas
calidades". [4]
estos males; y de la misma manera a otros
accidentes de fiebres malignas, lipidias,
cámaras, granos, etc. Eso sí, la peste de ese
Peste bubónica (más otros males)
En lo que sigue, nos detendremos a analizar los
efectos de la gran peste bubónica de 1719, y
que fue la culminación de una serie de otras
pestes, como la ya citada de 1712. Un año más
tarde y al término de la sequía, se presentó una
fiera peste de corrimientos (diarrea) y tabardillo
con muchas víctimas. En 1714, apareció otra
sobre la que acababa y paralela con la pobreza,
falta de dinero y hambruna que campeaba; y
esto pasaba no sólo en la Villa sino también en
otros lugares de la provincia. A esta calamidad
se sumó la muerte de "varias señoras de la
nobleza con accidentes originados en sus
partos". A fines de 1715, la peste continuaba
con tal rigor que se llevó mucha gente sin
respetar sexo o clase social. Los betlemitas del
hospital informaron de 36 pacientes afectados,
de los cuales fallecieron 8. A este mal
acompañaba nuevamente una hambruna y
fuerte sequía que continuó un año más tarde;
especialmente la peste afectó a la Villa, sumada
al tabardillo y viruela de que expiraron gentes
28
año nunca se había experimentado en todo el
tiempo desde que los españoles arribaron a
Iberoamérica.
Aunque Arzáns, asevera que en 1719, lo que
pudo asolar a Potosí fue una fuerte gripe,
también se presentó el tabardillo o pintas. Por
la cantidad de personas fallecidas junto a la
hambruna, que costó la vida de 22 000 personas,
este dato confirmaría que fue la bubónica la
principal epidemia que asoló ese año. Según el
cronista, la concentración de mucha gente en
las rogativas, 38 novenarios, 20 procesiones y
otros actos que suponían concentración de
parroquianos, favoreció grandemente el
contagio y éste diezmó más a los naturales, dada
su mayor presencia por la actividad de la
explotación argentífera. Si el poblado contaba
con 60 mil habitantes, de ellos 35 mil eran
indígenas que además vivían en condiciones
infrahumanas en sus parroquias o rancherías,
en viviendas precarias (hacinados), sin buena
alimentación y salud por la costumbre de
emborracharse, de utilizar las hojas de coca para
su acullico y donde imperaba la promiscuidad
en todo tipo de relaciones. A ello se sumaba la
pequeña capacidad de camas en los dos
hospitales existentes. Lo cierto para nuestro
Cronista fue la cantidad de inhumados; por
ejemplo, a principios de abril por día se
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enterraban de 10 a 12 cuerpos; el lunes de
pascua del Espíritu Santo se contabilizaron 20
difuntos y en menos de 60 días ya llegaba su
número a más de 2.500 personas (de ellos 2.140
naturales y el resto españoles pobres, mestizos,
forasteros y uno que otro rico). Los datos
parecen contradictorios. cuando se dice que en
un día, en alguna parroquia de indios, un solo
cura o sea el párroco, enterraba unos dos mil
cuerpos. En pleno invierno, el 2 de julio
recrudeció la peste atacando a la gente española
y por ello muchos quisieron irse a La Plata y
otros lugares, donde igualmente perecieron. El
15 de agosto, hubo un eclipse a las 11 de la
mañana y la peste se llevó 120 individuos y más
tarde unos 130 oficiales de la Casa de Moneda
corrieron similar suerte. Muy sentida en las
minas del Cerro fue la muerte de 140 barreteros,
ni qué decir de los mitayos que faltaban en los
ingenios y que hizo parar la Ribera. Por otro
lado, 4 barberos sobrevivieron de 38 y no había
quien practicase una sangría. Muchos curas
betlemitas, juandedianos y de otras órdenes se
contagiaron y perecieron, como el párroco de
San Martín. José de Escarza. La peste ya llevaba
a estas alturas más de un semestre de acoso.
La lista aumentaba cón 300 panaderos, 40
llameros, 46 zapateros, 72 sastres, 39
carpinteros, 40 derribadores y 800 criaturas de
1 hasta los 12 años se quedaron sin sus madres.
En septiembre, la epidemia disminuyó; así
como la cifra de muertos de 50-80 diarios a
30 hasta 40. Todavía se calculaba que unos 12
000 estantes padecían la enfermedad. Hasta
-diciembre, ya eran diez meses de aflicción y
el número de fallecidos eran de 1 hasta 4 y los
contagiados notaban mejoría en su salud. El
dato de los 22 000 desaparecidos (de 60 mil)
era para este período de tiempo de 300 días.
Por su parte el agro registró unas 10 000 per-
sonas en Caiza, Purqu, Puna, Chak'i, Tambo
de Bartolo, Siporo, Chulchucani, Potobamba,
Tacobamba, Tinguipaya, Salinas, Tarapaya y
otros 12 lugares.
REFERENCIAS
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Colonia " (Sucre). Revista del Instituto Médico
68 (2003)123 Julio-Diciembre, p. 49-55.
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8. Cañete y Domínguez P. V. Guía histórica,
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Editorial "Potosí", 1952.
9. Bakewell P. Mineros de la Montaña Roja.
Madrid: Alianza Editorial S.A., 1989.
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