11 de octubre FICHA TÉCNICA Dirección: Brian de Palma País: USA. Año: 1983 Duración: 170 min. Interpretación: Al Pacino, Michelle Pfeiffer, Steven Bauer, Mary Elizabeth Mastrantonio, Robert Loggia, F. Murray Abraham, Miriam Colon, Harris Yulin, Paul Shenar Guión: Oliver Stone Producción: Martin Bregman Música: Giorgio Moroder EN POCAS PALABRAS Llegó en busca del sueño americano. En su caso, ese sueño incluía la venganza. SINOPSIS Un emigrante cubano frío y sanguinario, Tony Montana, llega de Cuba para instalarse en Miami, donde se propone hacerse con un nombre dentro del crimen organizado de Florida. Junto a su amigo, Manny Rivera, inicia una fulgurante carrera delictiva con el objetivo de ascender a la cúpula de una organización de narcos. ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES Oliver Stone escribió el guión mientras luchaba contra su adicción a la cocaína. El protagonista se apellida Montana en homenaje a su jugador de fútbol americano favorito, Joe Montana (quarterback de los San Francisco 49ers). La película ha influenciado fuertemente la cultura hip hop y la música rap desde finales de los 80. De hecho, cuando la película fue editada de nuevo para DVD en 2003, los productores sugirieron que la banda sonora fuera alterada para incluir canciones de rap inspiradas en ella. Sin embargo, Brian de Palma se negó tajantemente. La idea original era realizar un remake del Scarface de Howard Hawks (1932), pero las limitaciones presupuestarias hicieron imposible ambientarla en Chicago. El texto que aparece anunciado en el zeppelin al final de la película es el mismo que lucía en un edificio en el clásico de Hawks Algunas secuencias tuvieron que rodarse en Los Ángeles, en lugar de Miami, debido a la manifiesta hostilidad de la influyente comunidad cubana de esta ciudad ante un filme que los retrataba como gangsters y narcotraficantes. COMENTARIO, por Daniel Jiménez (www.cinengaños.com) "Todo lo que tengo en esta vida son mis cojones y mi palabra". Es una de las frases que inmortalizó al personaje de Tony Montana en Scarface, sin duda alguna, uno de los mayores clásicos de Brian De Palma. La historia comienza con un prólogo histórico que nos sitúa en la Cuba de los 80, donde 125.000 cubanos (25.000 de ellos delincuentes de poca monta o enemigos del régimen castrista) afrontan la salida del país, favorecida por Fidel Castro, hacia los EEUU. Entre éstos se encuentra Antonio Montana (Al Pacino), un matón de tres al cuarto que persigue a toda costa el sueño americano. Junto a él se encuentra su amigo inseparable, Manny Ray (Steven Bauer). Para despuntar, Montana, elige el camino más fácil: el de la corrupción y la violencia en la opulenta Miami de la era Reagan. Empezando con un trabajo para un magnate de la droga llamado Frank López, poco a poco, su carácter y su ansia de poder le hacen subir como la espuma en el violento y corrupto imperio de la droga. A sangre y plomo va subiendo cada vez más escalones, lo que le permite configurar un gran imperio en la que opulencia y corrupción se dan la mano. Pero ya se sabe: todo lo que sube acaba cayendo, y cuanto más grande, más fuerte es el golpe. Su carrera hacia la fama, el dinero, las mujeres y el control de la cocaína en esa Miami ochentera es meteórica. El deseo por poseerlo todo, por ser el amo del mundo se materializa en una lujosa mansión y en esa gran esfera del mundo en la que reza la frase: "The World is Yours". Y es que Montana, lejos de la discreción, no tiene el más mínimo interés por esconder su opulencia. Stone y De Palma configuran y llevan hasta el exceso un antihéroe chabacano, altanero, sin escrúpulos y violento, pues es su carácter agresivo lo que le permite, casi sin problema alguno, despuntar en la vida y llegar a la tan ansiada fama, al precio que sea. Y la verdad es que lo consiguen, creando con este personaje, tan poco afín a moralidad alguna (al menos en apariencia), todo un icono cinematográfico que pasó, merecidamente, a la historia del cine. Pero a pesar de la aparente vacuidad de cualquier tipo de sentimiento en un hombre como Montana, éste se muestra en contadas ocasiones en un ser con sentimientos y con conflictos morales. Y es esto lo que hace ser fascinante a un personaje como éste: un hombre frío a la hora de ejecutar la violencia más descarnada, pero que a la vez se torna como una persona sensible en ciertas ocasiones (siempre en los límites de su personalidad), incluso el llegar a cuestionar la moralidad de sus acciones. Este exceso en la creación de Montana, encuentra su justificación en la elevación del personaje a cotas casi místicas, llegando a pensar, en algunos momentos, en el carácter inmortal de este antihéroe en toda regla. Pero esta inmortalidad que envuelve al personaje y la incondicionalidad de sus seguidores (que los tiene, y muchos). No hubiese sido tal si debajo de la piel no hubiese estado el que está, me refiero a Al Pacino, que hace un 'tour de force' impecable. El estilo fanfarrón, chulesco y la mala uva que destila el personaje lo imprime magistralmente un excelente Pacino en uno de los papeles de su vida, memorable e irrepetible. Y es que si algo sobresale en esta película son sus impecables interpretaciones de todos y cada uno de los actores: empezando por el inmortal personaje de Pacino, pasando por una excelente Michelle Pfeiffer o por la soberbia interpretación de la hermana de Montana a cargo de Mary Elizabeth Mastrantonio, hasta llegar a actores como Robert Logia o F. Murray Abraham en roles más secundarios pero no menos brillantes. Hay que hacer referencia también al buen guión de la película, obra del citado Oliver Stone. Además de la excelente creación del personaje de Montana (con sus contradicciones interiores) y la dosificación de escenas pletóricas de violencia, tienen cabida también unos buenos diálogos libres de parafernalias y pequeños matices críticos sobre su país y el sistema capitalista de consumo (no nos olvidemos que estamos hablando de Stone), que crea seres como este personajillo venido de la nada con ansias de comerse el mundo. Como no podía ser de otra forma, también es obligatorio detenerse en lo respectivo a la dirección de De Palma, y es que esta película es todo un talante y ejemplo de cómo debe ser una puesta en escena. Es decir, que una vez más, la excelente dirección de De Palma se repite aquí de nuevo, creando cuadros verdaderamente sutiles y soberbios. Pero a veces (y aquí viene el hecho de que no considere esta película como una obra totalmente redonda) hay que reconocer que al director de Carlito’s Way se le va la mano en algunas escenas de la película, sacando las cosas de su contexto, por muy bien hechas que estén (algo indudable). Un clarísimo ejemplo sería la operística y nihilista escena del desmoronamiento físico del imperio de Montana, una escena arrolladora en su puesta en escena y llena de violencia pero que, decididamente, no casa muy bien con lo que se venía contando anteriormente. Aspectos técnicos como la estupenda dirección artística o la fotografía son dignos de elogio. Digno de elogio lo es también la penetrante y arrolladora banda sonora de Giorgo Moroder, que da a la película la fuerza que las imágenes necesitan. La duración de la misma (casi tres horas) podría ser también obstáculo para su seguimiento, pero la cinta está narrada ágilmente y su buen ritmo hace que el interés no decaiga en ningún momento.