Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías FES-Iztacala, UNAM Grupo CHAT Vol.1, No. 1 – 2012 Pp. 7-14 La Intervención en Crisis como Herramienta Terapéutica del Psicólogo de la Salud1 Ana Laura Parada López2 Universidad Nacional Autónoma de México Resumen: La incorporación de psicólogos en el campo de la salud, obedece a la necesidad de los pacientes y sus familiares de la atención médica desde una perspectiva biopsicosocial (Ríos Saldaña, inédito), dado el potencial impacto que puede representar un diagnóstico desfavorable para la persona y su familia; en este sentido, este tipo de eventualidades pueden representar una crisis, que suele ser definida como un estado temporal de trastorno general, activado por algún acontecimiento demandante, percibido por el individuo como amenazante o desafiante; dicho estado se caracteriza por una desorganización que se puede manifestar en los procesos fisiológicos, cognitivos, emocionales, conductuales y sociales, deshabilitando a la persona para que responde adaptativamente con sus recursos actuales disponibles y/o auto-percibidos a las demandas de la situación (Musito, et.al., 2004); por lo que el psicólogo que se desempeña en los ámbitos hospitalarios, puede hacer uso de modelos terapéuticos que respondan a las demandas de dicho ambiente, es decir, modelos que busquen restablecer el equilibrio psíquico del paciente y su familia en un breve período de tiempo; un enfoque, aunque carente de respaldo científico es la Intervención en Crisis. El presente escrito corresponde a un estudio teórico (Montero & León, 2002) que tiene como objetivo dar una visión general de la Intervención en Crisis como herramienta terapéutica que puede ser empleada en el Campo de la Salud, en respuesta a la creciente demanda y reconocimiento de la labor psicológica en dicho campo. Palabras clave: psicología de la salud, crisis, primeros auxilios psicológicos, equilibrio psíquico, seguridad psicológica. 1 Estudio realizado en modulo teórico de la Licenciatura en Psicología SUAyED, FES-Iztacala, UNAM. Asesorado por Lic. Omar Moreno Almazán. 2 Estudiante de 8° semestre de la licenciatura en Psicología SUAyED FES, Iztacala, UNAM, sede Oaxaca. Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías 7 Introducción La integración de psicólogos a los servicios de salud y ambientes hospitalarios obedece a la necesidad que tienen los pacientes que presentan las más diversas enfermedades de una atención integral, sin embargo, dicha labor no ha sido lo suficientemente desarrollada y existen pocos países donde el psicólogo se desempeñe en los hospitales plenamente dentro de los principios de disciplinas como la psicología de la salud (Ríos Saldaña, inédito). Cabe mencionar que dentro de los profesionales de la salud (médicos, enfermeras, trabajadores sociales, etc.) se tiene un buen grado de aceptación hacia el trabajo del psicólogo en los ambientes hospitalarios, haciendo referencia en especifico a actividades concernientes a la psicología clínica (Buela, 2005); en este sentido, dicho grado de aceptación se ha traducido en el diseño de programas académicos en psicología de nuestro país, que tienen como uno de sus ejes centrales el desarrollo de habilidades y competencias profesionales en los estudiantes y practicantes de psicología en el campo de la salud, como: a) el manejo del comportamiento para el ajuste hospitalario, b) el desarrollo de elementos conductuales que posibiliten el proceso de rehabilitación, c) la implementación y desarrollo de programas ambientales que faciliten una mejor integración a la hospitalización, d) el entrenamiento o asesoramiento a otros profesionales y para-profesionales de la salud en el manejo psicológico de los pacientes (Soria, 1992), por lo que las actividades del psicólogo dentro de los hospitales no se restringe a la la intervención directa con los pacientes y con los familiares de los mismos. Antecedentes históricos y conceptuales El incremento en las solicitudes de asesoramiento psicológico en el campo de la salud y a la detección de un incremento significativo de trastornos adaptativos, afectivos, así como la carente adaptación y desabasto de recursos humanos y materiales para hacer frente a las demandas salud (Peña, Cañoto & Santalla, 2000), ha deribado en revisiones a los modelos tradicionales de intervención psicológica, generando adaptaciones de modelos tradicionales en psicología clínica a las necesidades del campo de la salud, lo cual trajo la popularización de los modelos terapéuticos de menos duración, como la Psicoterapia Breve y de Emergencia y la Intervención en Crisis, este último en palabras de Uribe (2009) es de una de las competencias más apreciadas en el psicólogo de la salud. La intervención en crisis tiene sus inicios en el trabajo de Erick Linderman en 1944, al atender a personas afectadas en el incendio del centro nocturno “Coconut Grove” en Boston; Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías 8 posteriormente Capplan, uno de los colaboradores de Linderman, definió crisis como “un estado provocado cuando una persona encara un obstáculo a las metas importantes de su vida, que por un tiempo resulta inmanejable por medio de la aplicación de métodos usuales para sobrellevar los problemas” (Bellak & Small, 1970); Webster (en Figueroa, s/f) expone que una crisis es un “punto de cambio en el individuo” que puede generar cambios que lo lleven a un mejoramiento o derivar en enfermedades, así también, Martínez, Alonso, Castro, Álvarez y Oviedo (2004) definen crisis como “la respuesta a eventos conflictivos, internos o externos, que es experimentada como un estado doloroso agudo o como un estado temporal de desorganización física y psicológica”, a lo que Hyma y Tesar (1996) recalcan que tiende a ser una experiencia subjetiva, es decir, que el impacto que tenga en la persona un evento estresor, dependerá de sus recursos internos (tolerancia a la frustración, auto-concepto, condiciones fisiológicas) y externos (apoyo familiar, redes sociales de apoyo, etc.) que pueden influir en como asimila dicha situación, como de riesgo o como una oportunidad de cambio (Lorente, 2008). Considerando que una crisis, puede ser considerada como una experiencia subjetiva, Martínez et.al (2004) mencionan que las personas emplean mecanismos que los ayudan a enfrentar una situación estresante o de peligro y restablecer el equilibrio previo a la experiencias desencadenante de una crisis, pero si la persona no cuenta con suficientes mecanismos adaptativos o no sabe canalizarlos adecuadamente para afrontar una experiencia desfavorable, la crisis puede llevar a la persona a desarrollar una sintomatología física y psicológica más grave, que puede restringir la funcionalidad del individuo, manifestando dicho desequilibrio con respuestas desadaptativas y de riesgo como intentos suicidas, homicidios o en el peor de los panoramas ambos (Bellak & Small, 1986; Florenzano & Jacobson, 1984 y Leenaars, 1994). Algunas situaciones que pueden representar un estresor desencadenante de una crisis son: 1. Diagnósticos médicos desfavorables: el enfrentamiento de un evento potencialmente incapacitante es razón suficiente para que el individuo presente un desequilibrio psicológico (Reynos & Selligson, 2004 y López, Parada & Rubiños, 2009). 2. Situaciones en las que la vida este comprometida, es decir, de alto riesgo para la integridad física y psicológica. 3. Pérdidas que implican un factor afectivo, por ejemplo, el fallecimiento de un ser querido o rupturas amorosas (Chinchilla, Correas & Quintero, 2004). 4. En situaciones en las que la persona ha incurrido en un delito (Amaris, Angarita, Madariaga, Granada & Palacio, 2007). Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías 9 5. Factores idiosincrásico o percepción invidivual, es decir, que un mismo hecho puede ser grave para una persona, pero no para otra (por ejemplo una mala racha económica). Por lo tanto, una crisis puede ser definida como un estado temporal de trastorno general, activado por algún acontecimiento demandante, percibido por el individuo como amenazante, desafiante; dicho estado se caracteriza por una desorganización que se puede manifestar en los procesos fisiológicos, cognitivos, emocionales, conductuales y sociales; deshabilitando a la persona para que responda adaptativamente con sus recursos actuales disponibles y/o autopercibidos a las demandas de la situación (Musito, Herrera, Cantera & Montenegro, 2004), teniendo una duración de unas horas a seis semanas (Martínez, et. al., 2004). A este respecto la intervención en Crisis se encamina a ayudar a la persona, familia o grupo a sobrevivir y/o afrontar un suceso dramático, bajo un modelo de intervención psicológica de rápido establecimiento del problema (factores que originan la crisis), y la estipulación de un tratamiento razonable y rápido (no por ello, elaborado arbitrariamente o sin conocimiento pleno de la causa detonante de la crisis y de las características de las personas que será atendida), por lo que en una intervención en crisis, se debe: a) determinar el problema y/o acontecimiento detonante de la crisis; b) su objetivo general es restablecer el equilibrio pre-critico en la persona; c) disminución del malestar presente; d) restitución de la capacidad de auto-control; e) dotación de recursos personales y sociales idóneos para afrontar con competencia futuras crisis; f) prevención de recaídas y victimización secundaria (Musito, Herrera, Cantera & Montenegrom, 2004); g) manejo de los estados de estrés, ansiedad, desamparo y confusión del paciente; h) establecer patrones de conducta que permitan al paciente restablecer su equilibrio o nivel de funcionamiento previo al evento; i) ayudar al paciente y otras personas afectadas, con estrategias – como la resolución de problemas – que permitan llevar a cabo acciones inmediatas tanto personales como comunitarias (Reynoso & Seligson, 2005) y j) fortalecer los intentos personales de afrontamiento e integración (Lorente, 2008). Moos (en Figueroa s/f) identifica dos corrientes teóricas que pueden se sustentar a la intervención en crisis: 1. Teoría de Erickson: la cual sostiene que el ciclo vital del desarrollo se distribuye en ocho etapas, las cuales están marcadas por cambios, que llevan al sujeto a readaptaciones, que significan retos y transiciones, las cuales pueden ser determinadas como crisis. 2. Teoría de Holmes: expone que el estrés asociado a los sucesos de vida, los procesos de salud – enfermedad y a los cambios propios del desarrollo, se ven marcados por una crisis. Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías 10 Intervención en crisis y primeros auxilios psicológicos Es importante tener presente la diferenciación retomada por Slaikeu (1984) que distingue a la intervención en crisis, llevada a cabo por profesionales en psicología y la que es llevada a cabo por otros profesionales de la salud y/o para-profesionales (bomberos, policías, personal de primeros auxilios, etc.) que son denominados como primeros auxilios psicológicos y que son brindados en los momentos posteriores más próximos al evento que está generando una crisis, y que tiene los siguientes objetivos: 1. Detener o amortiguar el proceso agudo de descompensación psíquica. 2. Prevenir y mitigar el impacto del estrés postraumático. 3. Facilitar y orientar la asistencia profesional a mediano y largo plazo (si fuere necesaria). Cualquiera de dichas intervenciones, requieren de actitudes especificas por parte del profesional o para-profesional que la lleve a cabo, como el establecimiento de una relación comunicativa con el paciente, comprobando rápida y eficientemente la perspectiva que tiene la persona sobre la situación problemática, entablando en todo momento un dialogo y negociación activa sobre el problema y la solución del mismo (Hyma & Tesar, 1996), así también, brindar apoyo al paciente procurando fortalecer la solidaridad grupal, familiar y social con el mismo, manteniendo una posición racional ante la situación (Organización Panamericana de la Salud, 2002), lo cual puede facilitar la expresión y verbalización de las emociones por parte del paciente, y así producir la aceptación de la situación, que puede derivar en una búsqueda de soluciones realistas; pero para ello, el profesional de la psicología o para-profesional que brinde este tipo de ayuda debe tener un buen grado de desarrollo en escucha empática (lo cual nos puede aproximar al modelo humanístico existencial que busca el crecimiento, salud y ajuste desde la perspectiva del paciente), así como, un expresión natural de apoyo y cercanía hacia el paciente (Gómez del Campo & Estrada, 1997). Es muy importante en todo momento “proporcionar una situación de seguridad psicológica que permita la exploración de los eventos críticos en un contexto de realidad” (Gómez del Campo & Estrada, 1997). Por otra parte es importante considerar siempre, que dentro de cada modelo psicoterapéutico se toman diferentes variables y/o factores que determinan la percepción que se tiene del comportamiento y por ende la evaluación e intervención cambia de modelo a modelo, así también, los resultados de toda intervención psicológica, pueden variar de modelo a modelo y de persona a persona. Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías 11 Por lo anterior, el psicólogo de la salud y el clínico deben tener en consideración aspectos que puedan mejorar la relación con sus pacientes, por ejemplo, evitar conductas que promuevan un daño o explotación del paciente; Garaigordobil (2010) expone que el psicólogo al abordar al paciente en crisis, debe considerar las características psicológicas, socioculturales y biológicas que constituyen al mismo y que pueden influir sus repertorios conductuales que a su vez, constituyen los recursos internos y externos con los que cuenta el individuo para hacer frente a situaciones subjetivamente percibidas como desafiantes. La intervención en crisis, a decir de Blanc (en Musito, Herrera, Cantera & Montenegro, 2004), representa un cambio en la Psicoterapia tradicional, ya que marca la salida de los procesos terapéuticos del ambiente, un tanto artificial, que representa un consultorio, así también, conlleva la prevención primaria de posibles trastornos psicológicos, así como la promoción de la salud y el bienestar que deberían ser abordados desde una perspectiva de “prevención primaria” en psicología; ya que si una persona es capaz de afrontar y solucionar adecuadamente una crisis actual, tendrá más posibilidades de afrontar y superar adecuadamente eventos potencialmente peligrosos a futuro, con un restablecimiento rápido del equilibrio psíquico del individuo (Gómez del Campo & Estrada, 1997). Conclusiones Slaikeu (1984), sostiene que la intervención en crisis, tiene lugar en un momento de desorganización grave, a pesar de ello, no se cuenta con un modelo evaluado científicamente, pero se cuenta con una gran cantidad de trabajos y de estudios clínicos que evidencian la eficacia de este modelo terapéutico, también es importante recalcar que una crisis para ser considerada como tal debe tener una duración que oscile entre unas horas y hasta 6 semanas de duración. Ante la falta de literatura científica obtenida, es importante recordar que una de las misiones de la psicología clínica es la generación de conocimiento y la búsqueda de un respaldo empírico del conocimiento ya existente, en este sentido el modelo clínico-practicante resalta la importancia de la investigación, a lo cual Phares (1999) menciona que entrenar a una nueva generación de psicólogos puramente aplicados, puede derivar en una aceptación incondicional de la información que se les proporciona, lo cual puede llevar a esta disciplina a la mediocridad, de ahí la importancia del desarrollo de una actitud inquisitiva y escéptica, de pensamiento lógico, análisis y recolección de datos y opiniones, extracción de inferencias y la presentación Revista en Ciencias Sociales y Humanidades Apoyadas por Tecnologías 12 equilibrada de hallazgos, son habilidades que ayudan al psicólogo a elevarse por encima de un rango de técnicos, mejorar su campo de trabajo, construir una disciplina científica más competitiva y generar conocimiento no solo para el desarrollo de la psicología, también para disciplinas afines y que hacen uso de los conocimientos psicológicos en su quehacer cotidiano, ya sea en la práctica, en la docencia, en la investigación, etc. Por último es importante considerar la recomendación hecha por Amar, Amaris, Angarita y Madariada (2007) al mencionar que es importante que el profesional egresado o en formación en psicología y en especial el que se desempeña profesionalmente en el campo de la salud, por las características de la población a la que atiende, deberá contar con conocimientos sobre este tipo de intervenciones como una herramienta básica de abordaje en situaciones comunes, pero potencialmente estresantes. 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