CONCIERTO PIANO ALFREDO PERL EN UN PROGRAMA DEDICADO A LOS COMPOSITORES SCHUMANN Y BEETHOVEN. 02 AGO_ 20:00 H PROGRAMA DE SALA Joseph Haydn Sonata en La bemol Mayor Hob. XVI/46 I. Allegro moderato II. Adagio III. Finale. Presto Robert Schumann Humoresca Op. 20 INTERMEDIO Ludwig van Beethoven Sonata en Fa Mayor Op. 54 I. In tempo d’un Menuetto II.Allegretto Ludwig van Beethoven Sonata en fa menor Op. 57, Appassionata I. Allegro assai II. Andante con moto (attacca) III. Allegro ma non troppo ORGANIZA MEDIOS ASOCIADOS 96.5 FM COLABORA PROGRAMACIÓN ACOGIDA A LA LEY DE DONACIONES CULTURALES NOTAS AL PROGRAMA Por José Manuel Izquierdo A lo largo de su carrera, Haydn escribió una gran diversidad de sonatas, que cubren uno de los períodos históricos más importantes para el piano como instrumento. En 1732, año de nacimiento del compositor, el piano era aún más una novedad mecánica que algo para tomar en serio, siendo el clavecín y el clavicordio los instrumentos preferidos de la aristocracia europea. Pero Haydn entendió que el piano permitía un rango de expresión mucho más amplio que sus antecesores, uno que pudiera desarrollar totalmente ese Empfindsamkeit, esa sensibilidad que tanto apreciaban sus contemporáneos ilustrados. Por lo mismo, la gran mayoría de sus sonatas no pueden adscribirse a un modelo único de forma, sino que hay que entenderlas como una exploración en las posibilidades del instrumento y del lenguaje musical. La sonata en La bemol mayor, XVI/46, de hecho, no nació aún nombrada como sonata, sino que como “divertimento”, un apelativo más común en aquellos años. Fue compuesta en 1767-68, justo después de llegar al que sería su trabajo permanente por el resto de sus vidas: la residencia de la familia Esterházy. La sonata está marcada por su expresividad intensa, incluyendo bellas melodías seguidas de rápidas exploraciones del teclado (con escalas y notas repetidas en el bajo), así como también por silencios y trinos inesperados, una fantasía que alcanza su punto más alto en el desarrollo del primer movimiento. Esta expresividad se expande en el segundo, en la tonalidad de Re bemol, particularmente lejana y extraña para el período, rara vez utilizada. Haydn la usa para crear un particular universo sonoro, uno donde las acentuaciones inesperadas son quizás aún más nítidas que en el movimiento anterior. El final, como sería típico en sus sinfonías tardías, en un presto de virtuosismo, donde la diversión es casi pura exuberancia. Veinte años tras la muerte de Haydn en 1809, el piano era el instrumento rey, y seguiría siéndolo a lo largo de todo el siglo diecinueve, máquina infaltable en millones de hogares alrededor del mundo y en cada sala de concierto. Los compositores románticos buscarían como llegar cada vez más lejos, y una figura clave en esa búsqueda es, sin duda, Robert Schumann. Su Humoreske op.20 es, justamente, de 1839, dedicado a Julie von Webenau, pianista y estudiante de Franz Xaver, hijo de Mozart. Schumann la respetaba no solo como intérprete, sino también como compositora, y parece adecuado que le dedicara una de sus obras formalmente más originales. De hecho, su abundancia de secciones (siete) y de temas musicales constantemente en renovación, hacen que muchos no logren percibir en ella una estructura clara, un problema achacado a Schumann más de una vez en vida. Pero para entender a Schumann, debemos dejar las herramientas formales como fin en sí mismo y entender la expresión total que busca su música, ese intento de cantar sobre todo lo que le rodea, sobre cada experiencia. No por nada Schumann escribió a Clara poco después de terminarlo: “He pasado al piano toda la semana, componiendo y escribiendo, riendo y llorando, todo a la vez. Lo encontrarás todo descrito bellamente en mi op.20”. El humor y la melancolía, por tanto, van de la mano en una obra de enormes contrastes. Por ejemplo, en la tercera sección (titulada “simple y tiernamente”), Schumann inserta una de las secciones más virtuosas de toda su obra a una de las melodías más simples y entregadas, como si la tranquilidad de vivir no pudiera ser aceptada plenamente. Los títulos usados para cada sección pueden ser también tramposos, desde el “simple” con que abre la obra, marcado por sus cambios bruscos y rápidos, y constantes transformaciones de la armonía. El término “innig”, íntimo (o interior, sentido), aparece con frecuencia, como en la sección cuatro (titulada de este modo), y es quizás esa Y AUNQUE HOY SOLEMOS CREER QUE TODO COMPOSITOR REFLEJA SIEMPRE SU MUNDO ANTERIOR, ESTO NO FUE SIEMPRE ASÍ. indicación, tan central al corazón de la pieza, la que más nos alumbra la lógica detrás de toda esta obra. Y es que, para el compositor romántico, el piano es una herramienta para reflejar la expresión interior, la “poesía” frente al instrumento. Y aunque hoy solemos creer que todo compositor refleja siempre su mundo anterior, esto no fue siempre así. Sin duda, Haydn por ejemplo rara vez se expresa a sí mismo, y lo que escuchamos es la descripción de sentimientos que todos podemos entender, externos: como en la ópera o en el teatro, representaciones antes que poesía de sensaciones privadas. El compositor clave en este cambio, fue Ludwig van Beethoven. Para Beethoven, la reducción en el número de obras producidas, y la concentración en cada una de ellas, iba de la mano con la expresión de ideas y sensaciones profundas que estaban directamente ligadas a su mundo interior. El período clave en este cambio es alrededor de 1804, época de escritura de la Sinfonía Eroica y de la aceptación de su sordera (y ese cierre hacia lo exterior dado por su cuerpo). Es un período en que encontramos tanto obras escritas con mayor cercanía al modelo clásico, aquel de Haydn, como algunas de sus piezas más románticas, las que serían admiradas y retomadas por Schumann. La Sonata N°22, op.54, fue escrita en 1804, al mismo tiempo que Beethoven comenzaba a trabajar en su Quinta Sinfonía, y cuando Haydn aún estaba vivo. Parece haber un arco evidente al pasado en ella, uno que la ha transformado en una obra casi desconocida para muchas audiencias, quizás siendo menos evidentemente revolucionaria que otras del periodo. El primer movimiento, para ser más claros, es nada menos que un minueto, y hay quienes han leído en esta extraña intrusión (un minueto rara vez abriría una sonata), una parodia de compositores mediocres que no sabrían cómo hacer algo más interesante. El minueto es seguido, al modo de las últimas sonatas de Haydn, por un segundo movimiento que es a la vez final. Aquí, todo lo que era humor indescifrable se convierte en alegría evidente, con un virtuosismo que avanza de compás en compás y una cierta felicidad terrenal que rara vez se percibe en sus obras del periodo, y que necesitará quizás hasta la Octava Sinfonía para reaparecer entre sus obras. Aun así, esta estructura en dos movimientos, con solo breves temas recurrentes que son trabajados minuciosamente, ya habla del poder de concentración formal de Beethoven que lograría su mayor expresión en las últimas sonatas. Del mismo año es la Sonata N°23 que le sigue, op.57, pero aquí nos encontramos en la vereda opuesta: una de las composiciones más revolucionarias y radicales del compositor. De hecho, aunque la comenzó en 1804, solo la terminó hacia 1807, cuando fue publicada. Su título Appassionata fue puesto por un editor (para un arreglo a cuatro manos) en 1838, pero sin duda el mismo ha logrado penetrar en las salas de concierto por lo acertado. La obra es apasionada, explícitamente, y no hay mucho que debatir sobre ello (aunque Czerny, alumno del compositor, señaló que “la obra es más grande que aquel título”). Lo que más ha llamado la atención de músicos desde su origen es que la profunda expresión de la misma, su fuerza, radica tanto en la simplicidad de su estructura. Es una obra fácil de seguir formalmente, clara y concreta, de ideas rotundas, y en este sin duda comparte un proceso LA OBRA ES APASIONADA, EXPLÍCITAMENTE, Y NO HAY MUCHO QUE DEBATIR SOBRE ELLO (AUNQUE CZERNY, ALUMNO DEL COMPOSITOR, SEÑALÓ QUE “LA OBRA ES MÁS GRANDE QUE AQUEL TÍTULO”) creativo directo con la Quinta Sinfonía (y el uso de ciertas ideas comunes, incluyendo cierto famoso motivo rítmico). El uso del Re bemol como nota clave (la que se escucha la segunda vez que inicia el tema, en el cuarto compás), lleva a un duro contraste armónico que produce la mayoría de las tensiones, y ya en los bocetos originales de la obra este contraste era la idea clave que Beethoven quiso trabajar. Quizás el mismo es especialmente evidente justo al final del primer movimiento, en que una explosión dramática es seguida, inesperadamente, por un silencio cadencial. La tensión no se resuelve, y debe ser llevada a cada uno de los otros movimientos, un reto para el compositor y los intérpretes: Fa menor como explosión emocional, Re bemol mayor como lirismo y contención. Quizás por esto, el segundo movimiento es una serie de variaciones en esta última tonalidad, un momento de calma en la tormenta, con un espíritu cercano a lo religioso. Pero las dificultades armónicas del tema se vuelven cada vez más explícitas, hasta que las disonancias hacen imposible seguir, con dos grandes acordes en el aire. El tercer movimiento ataca directamente, y aquí las disonancias expanden una y otra vez, una de las soluciones más originales de toda la obra de Beethoven. Su alumno, Ferdinand Ries, recordaba como en el verano de 1804, en un paseo fuera de Viena, Beethoven de pronto comenzó a tararear una idea para la sonata, corriendo al piano al regresar a casa y, de golpe, por más de una hora, construyendo la transición hacia el final de esta sonata. El peso del final es evidente, y aumentado por el hecho de que el mismo lleva varias repeticiones, las cuales Beethoven remarcó en enormes letras en el manuscrito, denotando la importancia de las reiteraciones, del colapso de la estructura aplastada por el arrebato, la destrucción y la imposibilidad de resolver la tragedia que plantea la obra, una de las más satisfactorias de todas sus sonatas, y de las más admiradas obras para piano de la historia. ALFREDO PERL Nació en Santiago, Chile, en 1965. Realizó sus estudios musicales en su ciudad natal con el maestro Carlos Botto, continuándolos posteriormente en Alemania con el profesor Günter Ludwig, y en Londres con Maria Curcio. Desde su primera actuación pública a la edad de nueve años, ha dado numerosos conciertos en todo el mundo y ha sido galardonado en prestigiosos concursos internacionales, siendo reconocido hoy como uno de los pianistas más sobresalientes de su generación. Entre octubre de 1996 y enero de 1997, interpretó el ciclo completo de las sonatas de Beethoven en la Wigmore Hall de Londres, obteniendo grandes elogios de la crítica especializada. Aquella misma temporada logró éxitos similares con este ciclo en Santiago y Moscú, coincidiendo esto con el lanzamiento de sus grabaciones en disco compacto de las 32 sonatas y las variaciones Diabelli de Beethoven. El crítico Joachim Kaiser del Süddeutsche Zeitung, escribió: “…nos demostró que pertenece al restringido grupo de los intérpretes importantes, estilísticamente seguros y convincentes, de la obra de Beethoven en nuestra época”. Otras grabaciones de Alfredo Perl incluyen obras para piano de Liszt, y en el ámbito de la música de cámara, las Sonatas para clarinete y piano de Brahms con Ralph Manno y las Sonatas para piano y cello de Beethoven con Guido Schiefen. Grabó el Concierto para piano de Grieg y la Sinfonía concertante de Szymanowski y -con la BBC Symphony Orchestra de Londres- los Conciertos para piano y orquesta de Liszt. Recientemente grabó para el sello Celestial Harmonies las tres últimas sonatas de Schubert, y la integral de la obra para piano de Maurice Ravel. Su filmografía incluye los 24 Preludios de Chopin para BBC Television. La actividad internacional de Alfredo Perl lo ha llevado a actuar en los más prestigiosos escenarios: Queen Elizabeth Hall y Barbican Centre de Londres, Concertgebouw de Amsterdam, Rudolfinum en Praga, Gran Sala del Musikverein y Konzerthaus de Viena, Herkulessaal en Múnich, Hamarikyu Asahi Hall en Tokio, Teatro Municipal de Santiago, Teatro Colón de Buenos Aires, National Arts Center de Ottawa, Sydney Opera House, entre muchos otros. También ha sido invitado a participar en los festivales Rheingau Musik Festival, Schwetzinger Festspiele, Kissinger Sommer, Bath Festival, Festivales Beethoven de Bonn, Haydn de Eisenstadt y el Festival George Enescu de Bucarest. Alfredo Perl ha actuado como solista con prestigiosas orquestas, tales como la London Symphony Orchestra, Royal Philharmonic Orchestra, Sydney Symphony Orchestra, Nederlands Philharmonisch Orkest, Orchestre de la Suisse Romande y la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo. En 1997 debutó en los célebres Proms en la Royal Albert Hall de Londres. Recientemente actuó con la City of Birmingham Symphony Orchestra, la BBC Symphony Orchestra, la Orquesta de la Ópera del Estado de Baviera, la Orquesta Filarmónica de Dresde, la Orquesta Sinfónica de Viena, la Orquesta Gewandhaus de Leipzig y la Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo. En 2009 fue nombrado Director Artístico de la Orquesta de Cámara de Detmold, Alemania. Desde 2007 ha extendido sus actividades al campo de la pedagogía, teniendo a su cargo una cátedra de piano en la Escuela Superior de Música de Detmold, Alemania. PRÓXIMOS EVENTOS ORQUESTA FILARMÓNICA DE ISRAEL & ZUBIN MEHTA MIÉRCOLES 17 DE AGOSTO CONCIERTO FUNDACIÓN DE ORQUESTAS JUVENILES DE CHILE -FOJIJUEVES 18 DE AGOSTO CINE TEATRO UN GIGANTE EGOÍSTA 13 Y 14 AGO_ S 17:00 H D 12:00 H Compañía Cabrochico SANFIC MARTES 23 AL DOMINGO 28 DE AGOSTO CONCIERTO MISCHA MAISKY & LOS SOLISTAS DE TEL AVIV LUNES 12 DE SEPTIEMBRE ORQUESTA FILARMÓNICA DE HAMBURGO SÁBADO 24 DE SEPTIEMBRE ¿DÓNDE COMER? Cívico es el nombre del restaurant del Centro de las Artes 660 / CA660, ubicado en el Jardín de Esculturas, nivel -1. Su carta se caracteriza por ofrecer comida chilena, con un sello distinto y original. LOS INVITAMOS A HACER SU RESERVA PARA COMER DESPUÉS DE CADA ESPECTÁCULO. +56 2 2246 8987. De lunes a viernes de 10:00 a 23:00 horas. Sábados de 11:00 a 21:00 y domingos de 11:00 a 17:00 horas.