Siria y la posguerra iraquí

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Área: Defensa y Seguridad - ARI Nº 113/2003
Fecha 26/9/2003
Siria y la posguerra iraquí
Pablo H. Rodríguez∗
Tema: Reacciones sirias con respecto a la situación iraquí y sus repercusiones en la
región, reflejadas en la prensa y en las declaraciones gubernamentales.
Resumen: Siria ha pasado rápidamente de un cierto temor tras la rápida victoria
americana a una situación más cómoda e independiente, aunque siempre a la espera de
que el Congreso norteamericano no apruebe la Syrian Accountability Act, al comprobar
las dificultades que están encontrando las tropas de la coalición en la estabilización del
país. La postura oficial se remite siempre a las decisiones de la ONU, tanto en el caso
iraquí como en el israelí. La formación de un nuevo gobierno puede contribuir a acercar
posiciones entre Siria y Estados Unidos.
Análisis: La postura siria respecto a la situación en Irak y sus consecuencias se articula
en tres ejes principales: el respeto por parte siria a la legalidad internacional, tomando las
resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU como referencia (Consejo del que es
miembro actualmente y en el que aprobó la resolución 1444 y se abstuvo en la 1500), las
repercusiones en la situación geopolítica de la región, especialmente en lo que concierne
a Israel, y las relaciones bilaterales con Estados Unidos.
Tanto en el caso de Irak como en el caso palestino, la postura siria, al igual que la de los
otros países árabes, se remite siempre a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la
ONU y a la legalidad internacional. En el editorial del periódico Al Thawra del 9 de
septiembre, Moufid Khansa, redactor jefe, se felicita, tras el discurso del presidente
norteamericano George W. Bush, por el tono más dialogante empleado por éste y su
invitación a las Naciones Unidas para que protagonicen un mayor papel en Irak, algo que
Siria siempre ha defendido, junto al envío de tropas internacionales (diferentes de
multinacionales), la soberanía del pueblo iraquí y la indivisibilidad del país. Se critica
duramente el proyecto americano para la región ya que, pretendiendo llevar la
democratización y la estabilidad a la zona, lo único que ha conseguido en Irak es la
inestabilidad y la falta total de seguridad. Las armas de destrucción masiva (ADM) son
citadas como el falso pretexto para invadir Irak (se recuerda que no ha aparecido ninguna
y que las armas químicas que llegaron en los años ochenta a Irak provenían de Estados
Unidos) y se es muy crítico con el doble rasero en el caso de las ADM e Israel. Una
propuesta recurrente en la prensa siria y árabe en general es la de convertir Oriente
Medio en una región libre de ADM, empezando por Israel, que es el país de la región que
posee mayor número de estas, y se señala que forma parte de los tres únicos países
(junto a India y Pakistán) que no han participado en el Tratado de No Proliferación de
Armas Nucleares. De hecho, Siria ha efectuado formalmente una petición al Consejo de
Seguridad de la ONU para que se prohíban en Oriente Medio las armas de destrucción
masiva.
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Pablo H. Rodríguez
Periodista
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Área: Mediterráneo y Mundo Árabe - ARI Nº 113/2003
Fecha 26/9/2003
Acogida al nuevo gobierno iraquí
El gobierno provisional iraquí aún no cuenta con el reconocimiento sirio y de otros países
árabes, aunque esta situación cambiará dentro de pocas fechas. En un primer momento,
seis países árabes (Marruecos, Jordania, Qatar, Bahrein, Omán y Kuwait) dieron la
bienvenida a la resolución 1500, en cuya votación dentro del Consejo de Seguridad Siria
se abstuvo, de acuerdo con la línea de rechazo que había mostrado la Liga Árabe hacia
dicho gobierno. Esta posición ha cambiado rápidamente, ya que el ministro de Asuntos
Exteriores iraquí, Houchiar Zibari, ha sido ya incluido en la lista de participantes en la
reunión semestral de ministros de Asuntos Exteriores de países árabes organizada por la
Liga Árabe el 9 y el 10 de septiembre, en la que el Consejo Árabe de Ministros de
Asuntos Exteriores aceptó la demanda del gobierno provisional iraquí para ocupar el
asiento correspondiente a Irak en la Liga Árabe. Finalmente, se considera este paso
(reconocimiento del gobierno iraquí) como imprescindible, pese a las dudas sobre la
legitimidad e independencia de dicho gobierno con respecto a Estados Unidos, para que
se puedan celebrar unas elecciones libres lo antes posible, se elija un gobierno dotado de
total legitimidad y las tropas de la coalición se retiren de Irak.
El papel israelí
Los intereses israelíes se ven reflejados en la prensa por una frase de Kissinger muy
citada: “El camino a Jerusalén pasa por Bagdad”. Se considera que el gran beneficiado
de los últimos meses es Israel, política y económicamente (se señalan los intereses
israelíes en la participación en la reconstrucción de Irak y su intención de participar
directamente en el control del petróleo iraquí), y que Estados Unidos se ve perjudicado
en su política exterior y en su credibilidad internacional al alinearse incondicionalmente
con Israel y apoyar su política o criticar sólo ligeramente los aspectos más escandalosos
de ésta (construcción del muro de separación y los asesinatos selectivos). La prensa (“El
problema de América es Israel”, al- Thawra, 25 de julio) y la opinión pública se muestran
muchos más críticos con Israel que con Estados Unidos, a los que consideran rehenes
del lobby sionista y de los extremistas de la administración Bush. El periódico oficial del
partido Baath hace un llamamiento a la cooperación árabe-estadounidense (al-Baath,
editorial del 30 de julio), donde expone la disponibilidad árabe a cooperar con cualquier
socio, poniendo de ejemplo las relaciones árabes-europeas. Pero se lamenta de la falta
de disposición estadounidense a una relación similar: “el pueblo árabe sólo pide que se
tengan en cuenta su opinión, basado en el respeto mutuo... y en el marco de la legalidad
internacional”. Al salir Estados Unidos de esta legalidad, se une al club de “los fuera de la
ley internacional, que hasta el momento se limitaba a Israel”. Por ello se insta a Estados
Unidos a que ceda a la ONU el control de Irak para que se convoquen unas elecciones
libres que devuelvan la soberanía al pueblo iraquí. Al mismo tiempo, se critica a los otros
países árabes por su postura excesivamente sumisa ante Estados Unidos y se reclama la
soberanía y la independencia de Siria, todo ello sin renunciar al diálogo en ningún caso.
Siria quiere representar el papel de conciencia de la nación árabe y de su unidad, “el
pulso y la identidad del mundo árabe” como afirma la portavoz de Bashar el Assad,
Butheina Shabaan. El caso de Irak se compara con la ocupación israelí. La postura oficial
siria en el caso israelí es la exigencia de que se cumplan las resoluciones de la ONU y se
respete el Derecho Internacional, exigiendo que Israel devuelva los territorios ocupados y
vuelva a las fronteras anteriores a la guerra de 1967, tomando asimismo como referencia
la Conferencia de Madrid.
Las relaciones con Estados Unidos
En cuanto a las críticas directas realizadas por Estados Unidos a la política siria, se
reflejan principalmente en la Syrian Accountability Act, pendiente de adopción por el
congreso, y cuya discusión se está llevando a cabo actualmente. De adoptarse,
impondría duras sanciones a Siria e impediría a empresas americanas firmar acuerdos
con Siria, dificultando aún más los tímidos esfuerzos sirios por abrir el mercado y las
reformas prometidas por el presidente Bashar el Assad, que acaba de anunciar, a través
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del Frente Nacional Progresista (coalición de siete partidos dirigida por el partido Baath),
la formación de un nuevo gobierno bajo la dirección del primer ministro Mohammad Naji
Otri (primer jefe de gobierno nombrado por Bashar el Assad, ya que el anterior primer
ministro, Mohammad Mustafa Miro, había sido designado por Hafed el Assad poco antes
de su fallecimiento), con el objeto de modernizar la administración pública, estimular la
inversión privada y sacar al país de la recesión económica.
Recientemente se ha vuelto a blandir dicho proyecto de ley amenazando a siria, a lo cual
ha respondido el ministro de Asuntos Exteriores sirio, Farouk al-Sara, considerando que
las acusaciones contra Siria de apoyar al terrorismo actual son “injustas”, y mostró la
disposición siria a “cumplir las peticiones americanas, siempre que éstas sean aceptables
y realistas”. También expresó que Siria “está preparada para colaborar con Estados
Unidos en Irak, siempre que esta colaboración se efectúe en el marco de la legalidad
internacional y respetando la unidad territorial de Irak”, añadiendo que “nosotros (Siria)
estamos dispuestos a continuar el diálogo con Estados Unidos en todo lo concerniente a
Irak y al proceso de paz en la región”. Asimismo, indicó la necesidad de que exista “un
calendario donde se recoja una fecha concreta que ponga término a la ocupación (de
Irak)”. Con respecto a Europa declaró que “nuestro puntos de vista (sobre la situación en
Irak) son casi idénticos”. Estas declaraciones fueron efectuadas el día 16 de septiembre
tras la visita a Damasco de Chris Patten, comisario de Relaciones Exteriores de la UE, en
la que se trató el Acuerdo de Asociación con Siria. En la actualidad hay varias empresas
americanas (Veritas, Devon Energy, Gula Sanders Petroleum y Conoco), naturalmente
opuestas a esta ley, que han firmado contratos en Siria.
La lucha entre los partidarios y los que rechazan esta probable ley marca las dos
tendencias que ve Siria en la actual administración americana. Los partidarios de esta ley
son vistos como extremistas sionistas y de extrema derecha que sólo buscan perjudicar a
Siria (que tras la caída del régimen de Sadam Hussein es considerada por Israel como su
mayor amenaza) y a los países árabes de la zona a favor de Israel. Para este grupo, Siria
es el país árabe que representa el mayor obstáculo para sus nuevos planes para la zona,
mientras que los factores más moderados dentro de la administración americana han
apreciado los pasos positivos llevados a cabo por Siria, especialmente en la lucha contra
el terrorismo.
El asunto de la presencia de tropas sirias en el Líbano es otro punto importante en las
relaciones sirio-estadounidenses. El gobierno norteamericano ha exigido a Siria la
retirada total de su ejército en el país vecino. Las tropas sirias han comenzado su
repliegue en el Líbano, en cumplimiento de los acuerdos de Taif (1989) y no como
resultado de las presiones americanas, según fuentes sirias y libanesas. En estos
acuerdos, que supusieron el final de la guerra del Líbano, se estipula la retirada total del
ejército sirio de Beirut de las principales ciudades del país y del valle de la Bekaa. Pero
en estos acuerdos no hay ningún plazo marcado para la retirada y Siria y Líbano han
insistido en que la retirada total está ligada a la consecución de una paz árabe-israelí
duradera. Recientemente, el Líbano ha elevado protestas contra las repetidas violaciones
de su espacio aéreo por parte de Israel, en represalia por los ataques de Hizbullah en los
territorios ocupados del sur del Líbano y en el norte de Israel.
De la situación en Irak depende mucho el futuro de las relaciones entre Siria y Estados
Unidos. Una opinión muy difundida es que cuanto más tiempo permanezcan los
americanos y más dificultades (económicas, políticas y militares) encuentren en la
estabilización del país, menos ganas tendrán de emprender acciones similares contra
otros países, por lo que Siria sólo tendrá que esperar y ver qué es lo que sucede en el
país vecino. Tras los primeros días de la fácil victoria militar americana, se pensó incluso
en que Siria podría correr una suerte parecida a la de Irak, pero las dificultades halladas
en la posguerra y en la estabilización del país han devuelto la confianza al gobierno sirio.
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Los problemas internos de la actual administración republicana (caída de la popularidad
del presidente, problemas con la no aparición de las armas de destrucción masiva y el
caso del uranio de Níger) y las probables dificultades que encontrará George W. Bush
para la reelección se ven reflejados en los medios de comunicación sirios y en las
actitudes del gobierno, que está convencido de que todas estas dificultades encontradas
en Irak le disuadirán de emprender nuevas aventuras en Oriente Medio.
En cuanto al problema de los llamados por Estados Unidos grupos terroristas, y por Siria
legítimos movimientos de resistencia (Hamas, Yihad, Hizbullah y FPLP), Siria ha cerrado
recientemente las oficinas de Yihad y de Hamas en Damasco, aunque no ha expulsado ni
expulsará a ningún miembro de estas organizaciones (al menos no del país, aunque sí es
posible que de Damasco). Para Estados Unidos estos pasos no son suficientes, pero
para Siria la diferencia entre organizaciones terroristas como Al Qaeda, o las
organizaciones que han perpetrado el atentado en Bagdad contra la sede de la ONU, o
en Nayaf contra el ayatolá al Hakim, y los movimientos de resistencia nacional, palestinos
(Hamas, Yihad y FPLP) o libaneses (Hizbullah), es clara. Con anterioridad a la guerra de
Irak, Siria se había convertido en uno de los más activos aliados en la lucha contra el
terrorismo de Al Qaeda en el campo de la inteligencia, colaboración que ha quedado
interrumpida desde entonces y ahora empieza a recuperarse lentamente.
Respecto a las acusaciones de permitir la entrada de terroristas internacionales en Irak,
se recuerda que fue el alto mando americano el que anunció la disolución del ejército y
de las fuerzas de seguridad iraquíes, incluyendo las unidades aduaneras, lo que facilitó y
permitió la entrada de elementos desestabilizadores, extremistas y fundamentalistas, que
aprovechan el caos existente en el país y la ausencia de controles en las fronteras
iraquíes. Donald Rumsfeld ha señalado la detención de gran número de sirios y libaneses
y de personas de otras nacionalidades sin concretar, pero se sospecha que la mayor
parte de los terroristas son de origen saudí, en mucho mayor número que sirios o
libaneses.
Conclusión: El factor tiempo parece jugar a favor de Siria, que ve alejarse las
posibilidades de una intervención estadounidense directa en el país, debido a las grandes
dificultades que está encontrando Estados Unidos para estabilizar Irak y los problemas
de credibilidad de la administración Bush con respecto al asunto de las armas de
destrucción masiva. Aún así, habrá que esperar a ver qué decide el congreso con
respecto a la Syrian Accountability Act. Probablemente se seguirán sucediendo pasos
hacia la colaboración entre los dos países (donde España podría llevar a cabo una labor
de mediación), alternados con desencuentros, relacionados principalmente con el
problema israelí. Lo más indicado sería estimular las reformas económicas,
administrativas y políticas que intenta llevar a cabo, tímidamente debido a las reticencias
de la vieja guardia, el presidente Bashar el Assad. La retirada total del ejército sirio del
Líbano podría producirse en los próximos meses, aunque la influencia siria sobre el
Líbano seguirá siendo muy importante.
Pablo H. Rodríguez
Periodista
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