Tema 19 España en su diversidad regional El proceso de organización políticoadministrativa de España. Las Comunidades Autónomas y regiones. Desequilibrios regionales. Políticas regionales y de cohesión. El proceso de organización políticoadministrativa de España Un país como España, de gran extensión y con fuertes contrastes naturales, históricos, sociales, culturales, económicos… exige dividir su territorio en espacios menores para posibilitar su organización. La división territorial de España en unidades menores con características económicas, culturales y político-administrativas existe desde la Antigüedad. Es precisamente este largo pasado histórico el que ha cimentado la formación de las llamadas regiones históricas hasta llegar a las comunidades autónomas actuales. Época prerromana Antes de la dominación romana, la organización territorial de la Península presentaba una gran complejidad. Los diferentes pueblos que la habitaban tenían organizaciones políticas diferentes. Los límites no estaban bien definidos. La Edad Antigua: Roma Durante la dominación romana la Península Ibérica conoce su primera organización administrativa. Hispania quedó dividida con fines administrativos en provincias. La Edad Media Durante la época visigoda son pocos los cambios que se introducen en la división territorial de España. La invasión musulmana traerá consigo la desaparición de la división territorial forjada por los romanos y mantenida por los visigodos. El territorio de Al-Ándalus quedó dividido en coras o provincias regidas por un gobernador. El periodo de Reconquista es clave en el proceso de regionalización de España, pues en él tiene su origen más inmediato la configuración de las regiones históricas españolas. En el proceso reconquistador se forman las regiones de Galicia, Asturias, Aragón, Navarra, Cataluña y Vasconia, a partir de la unificación de los anteriores condados de los reinos de León, Castilla, Aragón-Cataluña, Portugal y Navarra. La Edad Moderna Con los Reyes Católicos se consigue la unidad política de los diferentes reinos de España. La estructura político-administrativa, forjada durante la Reconquista y consolidada con los reyes de la Casa de Austria, tendrá su final a comienzos del siglo XVIII con la instauración de la dinastía borbónica en España. Para la administración del territorio se implantan los llamados corregimientos, al frente de los cuales se sitúa un corregidor. En un plano superior al de los corregidores aparecen las intendencias. La Edad Contemporánea La división en intendencias es el antecedente más inmediato de la delimitación provincial llevada a cabo por Javier de Burgos en 1833, ministro de fomento aprobó el decreto de la división de España en 49 provincias, más tarde serían 50 al quedar desdoblada en dos la antigua provincia de Canarias. Con esta delimitación quedó implantado un sistema administrativo centralizado en la capital provincial. A partir de entonces, las capitales provinciales son los centros donde se concentra la población y la riqueza; en un escalón inferior a la provincia quedó el municipio, unidad territorial administrativa básica. Con la llegada de la democracia se produce la división de España en comunidades autónomas. Las Comunidades Autónomas y regiones El artículo 2 de la Constitución Española de 1978 consagra la unidad e indivisibilidad de España, pero reconoce el derecho de las nacionalidades y regiones históricas que la integran a constituirse en autonomías. Con la organización en comunidades autónomas se pretenden los siguientes objetivos: Dar respuesta al deseo de autogobierno de muchas regiones. Modernizar las estructuras del Estado para hacer frente a la nueva situación con la integración en la Unión Europea. Dotar a la organización político-administrativa de España de una estabilidad que permita emprender políticas de desarrollo regional La delimitación autonómica se realizó partiendo de las antiguas regiones históricas. La Constitución establecía varias vías: la llamada “vía rápida”, utilizada por regiones históricas como Cataluña, País Vasco y Galicia, que permitía un acceso inmediato al pleno autogobierno; la vía del artículo 151, utilizada también por Andalucía, y la vía del artículo 143 o “vía lenta” , que seguirán el resto de las regiones. Mediante estos procedimientos se constituyeron 17 comunidades. Por último, en 1995 se aprueban los Estatutos de Autonomía de las ciudades de Ceuta y Melilla, con lo cual el mapa autonómico queda configurado definitivamente con 17 autonomías y dos ciudades autónomas Las comunidades tienen competencias exclusivas en diversos asuntos, otorgadas por la constitución: políticas, organizar sus instituciones de autogobierno; económicas: agricultura, ganadería, bosques, pesca, caza, comercio, artesanía, etc; en infraestructuras y transportes: obras públicas, carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, etc. y en ordenación del territorio: urbanismo, medio ambiente y vivienda; sociales y sanitarias: asistencia social, sanidad, higiene, protección de edificios e instalaciones, etc. y culturales: deportivas y de ocio, museos, bibliotecas, conservatorios, investigación, turismo, etc Desequilibrios regionales Para medir y expresar los desequilibrios económicos y sociales sobre el territorio se pueden utilizar diferentes indicadores. Tradicionalmente se han empleado los referentes a la producción y el nivel de renta de la población (producto interior bruto y nivel de renta de las personas) y la densidad y el nivel educativo de la población; pero actualmente a éstos se les han sumado otros que intentan dar una visión mucho más ajustada de la realidad económico-social regional. Entre estos índices, en la actualidad han alcanzado una especial relevancia aquellos que hacen referencia a la especialización funcional de las regiones, en actividades científicas y tecnológicas, y los indicadores referidos a la realidad económico-social, principalmente a las condiciones de la vivienda y el acceso a equipamientos públicos. Los desequilibrios regionales aparecen a priori como una realidad constante en el tiempo; sin embargo, si se echa la vista atrás se observa que tales desequilibrios no siempre han sido los mismos ni han revestido la misma intensidad. Remontándonos siglos atrás, en España en torno al siglo XV la mayor parte de la población vivía en la meseta castellana. Durante el siglo XIX, la industrialización acentúa el trasvase de la gente hacia la periferia y comienza a configurarse el mapa de los desequilibrios regionales actuales, configurándose un nuevo mapa de regiones en crecimiento o en retroceso, a manifestarse las diferencias entre unas regiones y otras. Desde la segunda mitad del siglo XX, la evolución del crecimiento económico de España y su incidencia regional ha venido marcada por unas etapas bastante precisas. La etapa del desarrollo: 1960-1973 Pasado el periodo de autarquía, 1959 inaugura una nueva etapa con la aprobación del Plan de Estabilización. Esta fase se caracteriza por un fuerte crecimiento económico, que situará a España como una potencia industrial pero que al mismo tiempo supondrá también la intensificación de los desequilibrios regionales y la instauración de un modelo de crecimiento polarizado. Como rasgos esenciales de la década de los sesenta el intenso éxodo rural, el creciente proceso de urbanización, la caída de la participación del sector agrario en el PIB, frente al avance que supone el sector industrial y de servicios, y el desarrollo del sector servicios. En esta etapa, el mapa regional de España nos presenta unas provincias pujantes, como son Madrid, Barcelona, Vizcaya, Guipúzcoa o Valencia, frente a otras claramente deprimidas, situadas fundamentalmente en el interior. Esto impulsará la política de planes de desarrollo. Los Polos de Promoción y Desarrollo Industrial tiene como objetivo promocionar las ciudades medias (Coruña, Córdoba, Granada, Logroño…) mediante la implantación de industrias que deben actuar como motores generadores de crecimiento. La incidencia de estas actuaciones ha comportado resultados dispares. La etapa de la crisis económica: 1973-1985 La crisis económica que se desencadena, consecuencia de la crisis energética y la subida de los precios del petróleo será determinante en el proceso de crecimiento económico. Afectó desigualmente a las diferentes regiones; especialmente grave fue en el País Vasco y Asturias. En cambio, Madrid, Valencia y Baleares la sobrellevaron mejor como consecuencia de su proceso de terciarización. Una nueva etapa de crecimiento: 1985-1990 La principal característica de esta etapa es la disminución de las diferencias entre las regiones, sin llegar a alterar de forma sustancial el mapa de los desequilibrios. Las regiones mediterráneas (Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y Cataluña) tendrán un crecimiento del PIB por encima de la media nacional. La situación actual de los desequilibrios regionales Desequilibrio demográfico El peso demográfico permite apreciar la población de cada comunidad en relación con las demás. En 2007, las comunidades autónomas con mayor peso demográfico en el conjunto nacional fueron: Andalucía, Cataluña, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana. Las comunidades con menor peso demográfico son La Rioja, Cantabria, Comunidad Foral de Navarra, Extremadura, Aragón, las dos Castillas… Desequilibrio productivo El Producto Interior Bruto (PIB) representa una evolución ascendente desde finales de la década de los 90. En cambio, la estructura del reparto porcentual del PIB entre las diferentes Comunidades Autónomas ha variado poco: cuatro comunidades concentran el 60% del PIB: Cataluña, Comunidad de Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana. Los desequilibrios sociales La Encuesta de condiciones de vida (ECV) permite conocer por comunidades autónomas el nivel de ingresos por hogar, el nivel de personas que se encuentran por debajo del umbral de pobreza, el número de hogares con problemas y el nivel de satisfacción con la vivienda… Si nos fijamos en el ingreso neto anual medio por hogar por Comunidades Autónomas hay diez comunidades que se encuentran por debajo de la media nacional; por ejemplo, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha. Y los hogares con mayor poder adquisitivo se encuentran en la Comunidad Foral de Navarra, la Comunidad de Madrid, País Vasco y Cataluña. En cuanto a la tasa de pobreza, las comunidades con una tasa más elevada son Extremadura, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, Andalucía y Castilla-La Mancha. Claramente le mapa presenta un sur y oeste peninsular más deprimido, frente a las comunidades del norte y noreste, además de Madrid, con menores niveles de población pobre. El desequilibrio tecnológico Las orientaciones que han guiado el desarrollo de las políticas regionales en los últimos años han insistido en la importancia de la creación de los Centros de Empresas e Innovación, los Institutos Tecnológicos o los Centros de Formación como instrumentos que tienden a favorecer el desarrollo regional. Los indicadores referidos al desarrollo de realidades tecnológicas son actualmente los que mejor definen las diferencias entre las regiones que han cogido el tren de la modernidad frente a las que permanecen atrasadas. Para valorar esta realidad se pueden utilizar fundamental mente dos indicadores: el gasto por Comunidades Autónomas en actividades de I+D y las personas empleadas en las mismas. El aumento del gasto en I+D se aprecia a partir de la década de los noventa cuando comienza a producirse el mayor esfuerzo en este tipo de inversión. En cuanto al indicador de empleo en I+D, los sectores de alta tecnología ha aumentado, siendo Cataluña y Comunidad de Madrid las que tuvieron mayor número de ocupados en este sector. Políticas regionales y de cohesión La permanencia sobre el territorio de grandes desequilibrios en cuanto a la distribución de la población, de la riqueza o de las condiciones de bienestar y calidad de vida es un fenómeno que, en gran medida, viene condicionado por las políticas públicas. Esto es debido a que dichas políticas son las responsables de la planificación y creación de las grandes infraestructuras y equipamientos (de transportes y comunicaciones, de abastecimientos de agua, de energía, centros educativos, hospitalarios…), así como de la dirección en la implantación de las actividades económicas generadoras del empleo o del control de las condiciones ambientales. Por ello, aunque en determinados momentos se haya pretendido buscar razones históricas o geográficas para justificar el atraso de unas regiones respecto a otras, actualmente este tipo de argumentos no pueden ser vistos como determinantes de las situaciones de desequilibrio regional. La Constitución Española de 1978 recoge en varios de sus artículos la responsabilidad del Estado en la consecución de una justa distribución de la renta y en un desarrollo regional equilibrado y armonioso. El Estado español con el objetivo de corregir los desequilibrios existentes dentro de su Estado configuró en 1980 el Fondo de Compensación Interterritorial. Este fondo estaba previsto ya en la Constitución de 1978 Se entiende este Fondo como un instrumento de financiación de las Comunidades autónomas consistente en un dinero con destino a gastos de inversión, cuyos recursos se distribuyen por las Cortes Generales entre dichas Comunidades autónomas y provincias, en su caso, con el fin de corregir desequilibrios económicos interterritoriales y de hacer efectivo el principio de solidaridad. Es el principal instrumento de la política regional española para financiar inversiones públicas y transferencias de capital a comunidades autónomas atrasadas. Por otro lado, la Unión Europea viene siendo el auténtico motor de promoción del equilibrio regional. En el Tratado de la Unión Europea se insta a los Estados miembros para que sus políticas económicas vayan encaminadas a la reducción de los desequilibrios regionales, al mismo tiempo que se compromete a trabajar en la consecución de este fin con la aportación de los fondos estructurales.