Bruno del Piero: Medio siglo de servicio sacerdotal en el Caquetá

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Bruno del Piero: Medio siglo de servicio sacerdotal
en el Caquetá
Posted by caqueta on 16 abril, 2011 in Mi Caquetá |
El sacerdote Bruno del Piero cumplió 50 años de servicio sacerdotal. La mayoría de este
tiempo lo ha entregado al Caquetá desde la labor misionera hasta la propiamente parroquial.
El siguiente texto, es un homenaje a uno de los sacerdotes más queridos por los
puertorriqueños, sanvicentunos, florencianos y caqueteños en general.
Padre Bruno del Piero en compañía de Hermes Campos Calderón. Florencia 13 de enero de 2013
La población de Roveredo in Piano (Robledo del Llano) está enclavada en las faldas de los
Alpes italianos, hace parte de la región del territorio que a través de los años ha
desarrollado con lujo el cultivo de viñedos, que complementa con trigo, frutales y hortalizas
para la época del crudo invierno.
Sus aproximadamente 600 familias que para 1932 no superaba los 200 habitantes, tenían
un fuerte linaje patriarcal, los abuelos disponían de casas grandes de tres niveles, el primero
para comedor, cocina y salas de recibo, el segundo para habitaciones, una para cada hijo
con sus familias, el tercero para almacenar el grano y al fondo establos, ordeños y la huerta
familiar.
El pueblo se describe con una plaza principal dominada por un iglesia construida en 1854,
con el concurso y trabajo de sus habitantes, con una nave principal, estilo cruz griega de 20
metros de altura, 60 metros de fondo y una torre de 30 metros, que años después serviría de
inspiración para la construcción de la torre de la Iglesia de Cartagena del Chairá.
Es en este lugar donde se inicia la historia, de un hombre que marcaría con su obra
apostólica y misionera, la huella que juró cumplir como apóstol de Dios, el padre Bruno del
Piero.
Bruno del Piero nació el 24 de octubre de 1932, es el cuarto de los siete hijos del hogar de
Giuseppe del Piero y María Cadelli, nació en el otoño, en plena cosecha de uvas, su padre
quería que se llamara como el patrono de Italia, San Francisco de Asís, pero pudo más el
sentimiento nacionalista de la época de Benito Mussolini para decidirse por varios nombres
para sus hijos: Bruno, Benito, Vittorio. Su padre al igual que el abuelo y los tíos, se
dedicaban a los cultivos de trigo, cebada, maíz, forrajes y a la construcción de casas en
piedra que tallaban con maestría.
Su vida escolar empieza a los seis años, a los 11 años muere el abuelo y crece ayudando a
su padre en la huerta y acompañándolo a la cofradía de la iglesia del pueblo, donde empieza
a formar su vocación católica. En principio el niño Bruno gustaba de morder las velas del
Santísimo y fue un viernes santo, cuando su padre lo descubre y de penitencia, lo lleva al
rezo más largo del día.
En 1942 estalla la Segunda Guerra Mundial, los aliados combaten con fuerza a Italia que
apoyaba la Alemania de Hitler y la población sufre bombardeos que obligan a todos los
niños a suspender sus estudios hasta que el Gobierno de Italia decide romper el pacto con
Alemania y apoyar las fuerzas aliadas; este gesto es visto por los alemanes como una
traición y persiguen a los habitantes italianos, presentándose escasez de alimentos, ropa,
trabajo, hasta el primero de mayo de 1945, cuando se firma la paz.
Primera revelación
Entre 1945 y 1950 continúa en casa de sus padres y consigue su primer empleo, como
administrador de la fábrica de quesos y lácteos de la población. El 24 de octubre de 1950
fallece el párroco del pueblo y al asistir a sus honras fúnebres, escucha ante el féretro su
primera revelación: “Debes continuar mi labor”, de manera que decide escribirle al padre
Consolato, director del seminario en Vittorio, contándole su deseo de ingresar a este centro.
Finalmente el 6 de septiembre de 1950 lo recibe en la puerta del Seminario el padre Silvio
Vettori y habla por primera vez con el rector del plantel que tan pronto lo ve, le aconseja:
“ore, rece, estudie, pues lo veo como sacerdote misionero”.
El paso siguiente era contarle a sus padres que se oponían a su vocación e intercede ante
ellos el padrino de Bruno y recibe frases de su señora madre como: “Hemos perdido un
hijo, lo hemos regalado” y finalmente aceptan que nadie lo podrá detener en su deseo de ser
religioso.
Bruno recibe tres consejos de su padrino que le marcarían de por vida su obra de
apostolado: “Tienes 13 años de tiempo, si no te sientes capaz, entonces desiste; cuidado con
las mujeres, son cazadoras de curas y si vas a ser sacerdote, debes ser humilde y escuchar a
la gente”.
Ordenación sacerdotal
El 15 de agosto de 1952, recibe el hábito negro, luego va al convento de los padres cartujos
para estudiar exclusivamente religión, pasa un año de prueba en la región de Torino en la
Fundación de los Misioneros Consolatos y finalmente el 18 de marzo de 1961, es ordenado
sacerdote en compañía de 19 religiosos: 5 han fallecido, 3 abandonaron la vocación y 11
aún viven.
Como sacerdote se queda un año en Italia y desea fervientemente que sea incluido en las
misiones y es precisamente en la ordenación de varios obispos por parte del Papa Juan
XXIII, el 7 de junio de 1961, cuando conoce a Ángel Cuniberti, que había llegado a
Colombia a la región de Caldas en 1952 y en voz baja le propone en el lavatorio: “se va
conmigo para el Caquetá” y así, con la emoción de ser un verdadero misionero, emprende
el 18 de octubre de 1962 el viaje en buque desde Génova, Nápoles, Barcelona, el Estrecho
de Gibraltar hasta llegar a Cartagena de Indias, 22 días después.
Llegada al Caquetá
De inmediato hace el recorrido hasta Bogotá donde permanece unos pocos días, tramitando
su cédula de extranjería la que le fue asignada con el número 9856. El 15 de noviembre del
mismo año parte en vuelo de Avianca hasta la desconocida región del Caquetá, llegando a
Florencia donde es recibido por el entonces intendente nacional Luis Hernando Turbay
Turbay, con quien formó una gran amistad.
El 1 de diciembre de 1962, llega como párroco de El Doncello y Puerto Rico
y reemplazando cada semana al padre Iván Callone en El Paujil. En esta etapa de su
naciente vida de misionero en el Caquetá se enfrenta con la dificultad del idioma y decide
asistir a la escuelas de sus propias parroquias a aprender español que pronto lo domina con
lujo de detalles.
Desde entonces fue párroco de San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá. Visitaba
con amor y apego las poblaciones y veredas más apartadas de los municipios donde ejercía
como párroco compartiendo con su amigos misioneros italianos, Juan de Michellis,
Francisco Melino, Franco Podavini, Iván Callone, Silvio Vetori, Juan Carlos Guazzotti,
entre otros, y haciendo grande la labor misionera con la construcción de escuelas,
carreteras, iglesias.
Para el padre Bruno nunca hubo un mal día para sus responsabilidades, su forma de ser
amable y sabiendo escuchar, le ganaron por siempre la admiración y afecto de miles y miles
de caqueteños, por donde pasa siempre será recordado por su hábito blanco, su sombrero de
explorador, sus maletas con la ropa de quitar y poner y con sus elementos litúrgicos como
su único patrimonio.
Su tierra: Caquetá
Hoy Bruno del Piero es un hombre espigado que mide 1:85 de estatura, que comparte cartas
con sus hermanos que aún viven y sus sobrinas, que goza de una envidiable memoria para
contarnos sus anécdotas, que todos los días su familia le recuerda que en la plaza principal
de su natal pueblo, lo espera un cuarto con vista a la calle en la casa de sus padres y que ese
hombre virtuoso y ejemplo para las presentes y futuras generaciones, se resiste a abandonar
la tierra que lo acogió hace 49 años.
Bruno del Piero sabe que su tierra es el Caquetá, sabe que su familia es el Caquetá, sabe
que su destino es el Caquetá, sabe que irá de visita a Italia y que sus 50 años de vida
sacerdotal, en su totalidad se los ha dedicado al Caquetá.
Gracias padre Bruno del Piero, por estar con nosotros, por habernos dado 50 años de vida
sacerdotal para el Caquetá, Dios le siga bendiciendo.
Autor Biografía: William Wilches, Director del Museo del Caquetá
Tomado de El Lider.com.co Diario Caqueteño por Hermes Campos C
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