Posguerra española

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PANORAMICA GENERAL DE LA CULTURA
LA CULTURA ENTRE 1939 Y 1956
En los primeros años del régimen, entre 1939 y 1945, se elaboraron los principios básicos de esa cultura
oficial y católica en la que primaba el espíritu de cruzada, combativo y militante contra toda heterodoxia real
o ficticia. Citando al respecto títulos publicados en este periodo, nos daremos cuenta de la pervivencia de esta
actitud: Enrique Suñer escribe Los intelectuales y la tragedia española (Burgos, 1937) y Fernando Martín
Sánchez Juliá Una poderosa guerra secreta: La Institución Libre de Enseñaza (San Sebastián, 1940).
Mientras tanto, hombres de cultura, filósofos, científicos e historiadores abandonan el país: Juan Ramón
Jiménez, Luis Cernuda. Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel Azaña, Ramón J. Sénder, y otros
morían: Unamuno, García Lorca o Julián Besteiro son sólo algunos ejemplos.
No obstante, existieron intelectuales destacados que no abandonaron España y otros que regresaron en los
primeros momentos: Azorín, Baroja, Marañón, Ortega, aunque sus trayectorias vitales no les permitirían
producir obras clave al margen del pensamiento oficial. Circunstancias como el fin de la guerra en Europa y el
inicio de a represión de los vencedores permitieron, sin embargo, la publicación de obras como La familia de
Pascual Duarte, de Camilo José Cela, que narra la historia truculenta de un campesino extremeño que, tras
una vida marcada por el crimen, morirá a maños del verdugo. Todavía hoy parece imposible que la censura
dejara pasar sin retoques una obra llamada a ejercer una gran influencia en la novela española posterior y que
reflejaba los más duros tintes de la violencia y la crueldad. Nada, de Carmen Laforet, refleja el ambiente
barcelonés de la posguerra, revelando aspectos como e1 hambre, el dolor y la muerte. Al mismo tiempo,
algunos intelectuales de la rama falangista crearon la revista Escorial (1940). cuyo objetivo será restablecer
una comunidad intelectual en España al margen de cualquier posición partidista. A este grupo, formado por
Dionisio Ridruejo y Pedro Laín Entralgo, se unirían Julián Marías y José Luis Aranguren.
La reacción tradicional a esta tímida apertura se manifestaría enseguida con la inauguración del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (1910), bajo cuyo marco nacerá la revista Arbor; que enlazará
rápidamente con las actitudes políticas e ideológicas de movimientos católicos como el Opus Dei.
Entre 1945 y 1951 tiene lugar el aislamiento internacional del régimen de Franco al mismo tiempo, el intento
de recuperación del pensamiento liberal del periodo anterior a la guerra. Esta recuperación fue protagonizada
por Ortega y Gasset, fundador del Instituto de Humanidades (con restringida influencia en el Madrid cultural
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de la posguerra), la revalorización de los escritores de la Generación del 98−desde Azorín a Machado−, y ya
en los años sesenta, la recuperación de la obra de algunos republicaños corno Azaña, o socialistas como
Besteiro. Títulos destacados de la producción literaria del momento serán: La sombra del ciprés es alargada,
de Miguel Delibes (1948), e Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo (1949).
Desde 1951 hasta 1956, con Joaquín Ruiz Giménez en el Ministerio de Educación Nacional, tuvo lugar la
política de apertura universitaria e intelectual, que permitió difusión del pensamiento europeo José Luis
Aranguren y Enrique Tierno Galván contribuyeron a fomentar la comunicación intelectual.
A pesar de las dificultades internas, el diálogo con el exilio se hace cada vez más fructífero. Ni el exilio era la
anti−Espana, ni los escritores del interior estaban todos asueldo de la dictadura. Las revistas como Cuadernos
Americaños (Mexíco) y Cuadernos hispanoamericaños (Madrid) acercan y expresan las divergencias entre las
dos españas. Lo mismo puede decirse del debate histórico: en el año 1948 Américo Castro publica en el exilio
la obra España en su historia, abandonando la sistematología tradicional en los estudios históricos. Nunca
pretendió cubrir toda la historia, sino que trataba de encontrar la génesis del particularismo español en
relación con los demás pueblos europeos. Llegará a la conclusión de que esa peculiaridad se debe a la
convivencia de tres religiones y culturas: judíos, moros y cristianos. A partir de la posición del cristianismo
corno religión exclusiva y excluyente en el país, Castro sitúa lo que él denomina la edad conflictiva, en la cual
se asentaron definitivamente los rasgos definitorios de lo español". La quiebra del equilibrio entre las tres
culturas produjo efectos decisivos: la uniformidad política y religiosa, la conquista y colonización de América,
la lucha contra la reforma luterana, que fueron, poco a poco, configurando el caráder español. La publicación
de la obra desato Li respuesta también apasionada de Claudio Sánchez Albornoz, quien reprochaba a Castro la
exageración del elemento no cristiano en la evolución histórica española, sosteniendo que existe una unidad
de historia y de destino entre los españoles. En su obra España, un enigma histórico otorga una función
primordial a la Reconquista y a la repoblación considerando la Edad Media como época crucial. Durante este
largo período, la península Ibérica hizo posible cambios políticos y culturales, actuando como vanguardia y
maestra de Europa y abriendo el camino hacia las sociedades políticas modernas.
Esta polémica, a la que se unieron Vicens Vives y la Escuela de Barcelona, contribuyó a enriquecer el debate
histórico y actualmente las obras de Sánchez Albornoz y Américo Castro se explican de toma
complementaria. Estos historiadores, junto al grupo de Pau en torno a Manuel Tuñón de Lara, constituían un
buen punto de partida y un estímulo para posteriores investigadores sobre el debate historiográfico.
LA CULTURA ENTRE 1956 Y 1962
En este período se pone de manifiesto la necesidad de superar el contexto social y espiritual de la guerra y la
posguerra, en aras de una evolución hacia la democracia. La narrativa se hará mucho más comprometida,
siendo ahora cuando comienza la llamada novela social, en la que destacan Carmen Martín Gaite, Ana María
Matute y Alfonso Grosso, rompiendo lo que Jesús Fernández Santos llamó Tiempo de silencio.
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Los años sesenta se caracterizan por la apertura en el campo del pensamiento cristiano y la difusión de la
filosofía, saltando mínimamente los márgenes permitidos por el franquismo. Permitirán, asimismo, la
reincorporación y reintegración a nuestra cultura activa −que no siempre coincide con la oficial− del
krausismo y las vertientes de pensamiento derivadas de la Institución Libre de Enseñanza.
El franquismo finalizará con un clima de estancamiento e involución general. Los leves intentos de avance y
apertura serán inevitablemente frustrados, pero, frente a ellos, la sociedad civil hace más fuertes sus demandas
de libertad política, cultural y social. Son numéricos los ejemplos que podemos citar al respecto: los
movimientos sociales de bases (feministas, ecologistas), la reivindicación de culturas y lenguas nacionales y
los nuevos planteamientos en la metodología de las ciencias sociales y de la filosofía, que contribuirán al
desarrollo de un nuevo tipo de pensamiento político, que cristalizará en la Constitución de 1978.
El CINE
LA PRODUCCIÓN NACIONAL
El 1 de abril de 1939 Fernández de Córdoba leyó por radio el mensaje del final de la guerrra, y en aquel
mismo día se puso en marcha la reestructuración del Departamento Nacional de Cinematografía, que había
funcionado en Burgos bajo la dirección de Manuel Augusto García Viñolas. Se trataba dc resucitar una
industria que apenas se había familiarizado con el sonoro. Franco, muy aficionado al cine, al que consideraba
como un valioso instrumento de propaganda, escribió, bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, el guión de la
película Raza, en la que mostraba cuáles eran sus ideas solare las que debían basarse las películas del nuevo
régimen: exaltadoras de los valores patrióticos, religiosos y familiares, buscando en el pasado de la historia las
raíces que permitieran recrear un futuro según los principios ideológicos del Movimiento.
De esta manera aparecieron en las pantallas héroes militares, mujeres abnegadas, Sacerdotes dispuestos al
martirio, misioneros, conquistadores en tierras de Infieles etc. Esto obedecía a razones tales como la creación
de un sistema proteccionista que concedía licencias de importación a las productoras españolas que hacían
estas películas, dentro de un baremo que iba desde la película de interés nacional a la tercera categoría, cuyo
estreno en locales de primera fila se prohibía tajantemente.
El sistema de censura se completaba con el corte directo y explícito que debían Superar las producciones
españolas en tres etapas: la de guiones, la de la película acabada (que obligaba a cortes y cambios de diálogos,
cuando no a la prohibición total del filme) y la de autocensura de escritores y productores, temerosos de caer
en desgracia.
Pero el cine español que dominó la década de los cuarenta cuenta con títulos tan destacados como Harka, A mí
la Legión, de corte militarista; guiones literarios como El clavo, El escándalo; filmes religiosos como La mies
es mucha; comedias: Ella, él y sus millones, y folclóricos, como La Lola se va a los puertos.
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En los años cincuenta el cine español marca un evidente continuismo con respecto A los planteamientos de la
posguerra, pero, con todo, la voluntad de ruptura se manifiesto con las primeras generaciones salidas del
Instituto de Investigaciones y Experiencias cinematográficas con la proliferación de cine− clubes y con los
debates del SEU dirigidos por Martín Pariño. la producción busca consolidarse a través de medidas
proteccionistas, tales como la creación de Uniespaña para fomentar el mercado extranjero y las
coproducciones para buscar nuevas fuentes de financiación. Como líneas maestras podemos destacar: la
decadencia del cine histórico−patrio, debido a sus elevados costes y a la competencia de las súper productoras
norteamericanas en Cinemáscope; el desarrollo del cine religioso −Marcelino Pan y vino (1954)− y el de las
películas con un niño como artista que dieron a conocer a Marisol y a Joselito (que basaron su éxito en las
aptitudes musicales), y finalmente el folclorismo, ligado a cantantes flamencos o tonadilleras −Antonio
Molina, bola Flores − que incide en la comedia popular −Morena Clara.
En esta década se inicia la tendencia neorrealista, que tiene su máxima expresión en Bardem y Berlanga,
recién salidos del Instituto de Investigación y Experiencia Cinematográficas, que dirigen conjuntamente Esa
pareja feliz, y que después inician su carrera por separado. El primero escoge un registro crítico sobre la
hipocresía de una sociedad marcada por la represión y los moralismos −Calle Mayor−, y el segundo opta por
comedias costumbristas tiernas y amalles, pero que contienen reflexiones sobre el entorno social en que se
desarrollan −Bienvenido, Mr. Manshall, o Calabuch.
En los sesenta, los tiempos han cambiado con el turismo, las remesas de dinero de los emigrantes y la
consolidación del Mercado Común, con lo que asistimos a unamayor pujanza económica del país. Un ejemplo
de cine que recoge la vida de los emigrantes y supone una cierta apertura al sexo" es Vente a Alemania, Pepe,
protagonizada por Alfredo Landa. tina visión de cambio se imponía en la cultura, y el cine era la punta de
lanza de tal pretensión. La clave fue la llegada de Manuel Fraga al Ministerio de Información y Turismo y de
José María García Escudero a la Dirección General del Cine. Este ultimo promulgó una legislación
innovadora que apoyaba la producción de películas de jóvenes directores. Fue así como debutaron los
miembros de la generación del nuevo cine español: Manuel Summers, Mario Camus, Jose Luis Borau o
Carlos Saura. Con este ultimo se lanzo a su ambicioso plan de producción Elías Querejeta, el único productor
que consiguió mantener vivo su proyecto con la llegada de la democracia.
Títulos como Del rosa al amarillo de Summers; La caza, de Saura, y Nueve cartas a Berta, de Patino,
convivieron con otros filmes desiguales, como el del spaghetti western o el de agentes secretos. El proyecto de
García Escudero se vino abajo tras su destitución a finales de la década, impidiendo la continuidad de la obra
de los jóvenes directores, que no pudieron reanudarla hasta la democracia.
Los últimos años de la dictadura de Franco están marcados por la convivencia entre el cine creativo de los
años anteriores y los que el productor José Luís Dibildos llamó la tercera vía". Se trata de un cine crítico con
nuevas formás de expresíon, como Españolas en París, de Roberto Bodegas (1970), o Tocata y fuga de Lolita,
de Antonio Drove (1974). Pero el cambio se iba anunciando poco a poco; en el festival de San Sebastián de
1973 triunfó El espíritu de la colmena debut en el largometraje de Víctor Erice. Al año siguiente la prima
Angélica. y en 1975 Furtivos, de Borau, marcaban ya el final de una época y el abandono definitivode una
censura durante la transición.
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EL ÉXODO REPUBLICANO
En los inicios de la Guerra Civil, muchos actores se encontraban en gira por Ibero América, otros prefirieron
permanecer allí por precaución y otros se exiliaron definitivamente. A España regresarían Carmen Amaya,
Andrés Mejuto o el joven Alberto Closas, hijo de un conseller de la Generalitat, que narra así su exilio: yo era
republicano, rojo, y sólo en el consulado de Argentina en Paris me dijeron: Por el único hecho de ser español,
para la Argentina es un honor acogerlo (Declaraciones de Alberto Closas a El País el 5 de diciembre de 1985).
En cuanto a Luís Buñuel, fiel a la causa republicana. se encontraba en Hollywood al producirse la victoria de
las tropas de Franco y comenzó para él un largo exilio, que le llevó a realizar en México parte de su
filmografía. Regresaría a España para dirigir en 1961 su polémica Viridiana, que escapo al control de la
censura, y no volvió hasta 1969. cuando filma Tristana −su peculiar versión de la obra de Galdós.
EL CINE EXTRANJERO
La política de guerra y la censura se habían impuesto en los dos bandos durante la contienda. En el lado
republicano, durante la contienda, el Gobierno se había preocupado por proyectar películas de la URSS, y a
partir de la victoria y como consecuencia de la proximidad política al Eje Roma−Berlín, eran muchas las
películas italianas y alemanas que se proyectaban en el bando nacional.
Pero la preferencia española por el une americano era clara. Películas como Tres lanceros bengalíes,
interpretada por Gary Cooper, o El capitán Blood, por Errol Flynn, se proyectaron antes, durante o después de
la guerra. En relación con Flynn, probablemente hubo un fallo informativo y no fue prohibido, a pesar de que
vino a España a la zona republicana, produciéndose la noticia de haber sido herido en las proximidades de
Madrid, información publicitaria que motivó la protesta de la Asociación de actores de cine, presidida por
Charles Chaplin. Sin embargo, aunque no prohibieron sus películas, el nombre de Charlot no podía aparecer
en anuncios y carteles de prensa. A veces se le llamó Carlitos en series de películas mudas y otras se recurrió a
un grafismo extraño con un gran signo de interrogación con sombrero y zapatos.
Las relaciones entre el cine español y el norteamericano llegaron a la cota más alta con las coproducciones y
el rodaje de películas de Estados Unidos en España, como El Cid de Samuel Bronston. Este período coincidió
con una renovación importante, con nuevas corrientes, y jóvenes directores que permitían exportar películas
nacionales fuera de nuestras fronteras. Este hecho, unido al doblaje obligatorio de películas extranjeras y al
desinterés del público por el cine francés, italiano o alemán, contribuyeron a la presencia casi exclusiva de las
producciones norteamericanas en nuestras pantallas.
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LOS AÑOS DE LA CENSURA
LA PRENSA
En la historia política del franquismo, el control de la censura sobre la prensa fue estricto y riguroso y se rigió
por la Ley del 23 de abril de 1938. Esta ley era en realidad un decreto dictado bajo una situación de guerra y
con características provisionales. Pero se mantuvo vigente hasta 1966 y permitió que durante esos seis lustros
la prensa sufriera una persecución implacable.
En su preámbulo se descalificaba totalmente la libertad de expresión y la función de la prensa en un sistema
democrático. Su función debe ser transmitir al Estado las voces de la nación y comunicar a ésta las órdenes y
directrices del Estado u su Gobierno (...) el periodista debe ser el apóstol del pensamiento y de la fe de la
nación recobrada a sus destinos (...) El Estado debe vigilar la organización y el control de la prensa periódica
La censura sobre la prensa seguía estos pasos:
−La autorización para editar. Así, por ejemplo, el 22 de diciembre de 1946
el ABC será sancionado con la reducción del 25% de su cupo de papel por haber publicado en aquellas fechas
ocho páginas más de las autorizadas. Esto era una simple excusa, ya que la sanción era consecuencia de la
política editorial
monárquica de ABC, que le enfrentaba con las autoridades.
− La designación del director por la Administración. Los rectores o propietarios del periódico) no podían
nombrar libremente al director de su publicación sino que esta función correspondía al ministro del Interior. el
cual podía también removerlo según la terminología de la ley. Sin embargo a este director se le hacía
responsable de todo lo que aparecía publicado en el periódico, incluso de los artículos firmados.
− Control de periodistas. Los apóstoles del pensamiento pasarían a ser profesionales estrictamente vigilados
por el poder político. Para ello, el Ministerio del Interior organizó el registro de periodistas, verdadera nómina
de control de quienes trabajan en ellos, y el de periódicos, puso en marcha la Escuela de Periodismo.
Lo que pretendía el régimen era que los informadores fueran fieles propagadores de sus excelencias. En los
primeros tiempos se les exigía jurar que servirían a la patria con fidelidad íntegra y total a los principios de
Estado. En 1941 era necesario, además, ser miembro de la falange Española de las JONS.
•−
Las consignas. Una vez controladas las empresas, los directores de los periódicos y los
periodistas, ya sólo faltaba vigilar el contenido de las publicaciones. Esto iba a lograrse por dos
procedimientos: la imposición de consignas y ejercicio de la censura en su sentido más estricto.
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Las consignas que enviaba la Administración eran instrucciones para no publicar ciertas noticias u otros
asuntos con las iniciales DGP (Dirección General de Prensa), que eran de inserción obligatoria, como los
discursos de Franco −que solían ir acompañados de instrucciones sobre frases que se debían destacar, fotos
para reproducir− y las glosas posteriores sobre el mismo.
Las consignas expresaban temás a los que el periódico no debía referirme: dimensiones de juntas directivas de
clubes deportivos, eliminación de personajes, como don Juan de Borbón, omisión de la llegada a España de
equipos de fútbol o baloncesto de la URSS, homenaje a personas fallecidas que no habían sido fieles al
régimen −Ortega, Companys− ,incluso despojando a la prensa de su opinión: los periódicos se abstendrán de
todo juicio sobre la obra de Gobierno y de la Administración y todo comentario relativo a la Administración y
a la oportunidad de mejorar cualquier servicio.
La censura se mantuvo basta 1966, fecha en la cual las Cortes aprobaron una nueva ley de prensa que procuró
tener en cuenta largos estudios de una comisión existente desde 1959. Se intentaba favorecer el necesario
Impulso político hacia la libertad (en palabras del propio Manuel Fraga, El Impulso a una España joven que se
prepara para acometer nuevas empresas).
La ley no carecería de algunos contrapesos, pero las sanciones que se impusieron fueron pocas y estuvieron
sometidas a la independencia de los tribunales, que a menudo quitaron la razón al Ministerio o al demandante.
Hay que decir en su favor que la renovación abrió la puerta no sólo a nuevas publicaciones y a un crecimiento
enorme de la edición de libros, sino a un género que había estado injustamente perseguido: el de la caricatura
referida a los periódicos y a los políticos, del cual la revista La Codorniz era su mejor ejemplo.
EL TEATRO
Este género literario no recogía los problemas de la guerra ni sus consecuencias. Resulta curioso comprobar
que, a pesar del gran aparato de propaganda que se habla montado con el régimen de Franco, sobre los
escenarios no aparecen personajes ensalzando a vencedores o vencidos, como ocurría en el cine.
A pesar de todo, esta propaganda promovió a partir de los años cuarenta la representación de autos
sacramentales y obras clásicas. Pero la comedia era lo que más público atraía, estrenándose las obras
simultáneamente por compañías diferentes en la capital y en ciudades y pueblos más o menos importantes.
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Muchos hombres de teatro Intentaron forzar los limites de una censura implacable que precisaba la aprobación
de la obra, los decorados y los figurines. Una serie de personajes, vinculados al principio a Falange y de las
JONS o al Ministerio de Información y Turismo, intentaban parar los nuevos aires de libertad que se
anunciaban. El ingenio de Jardiel Poncela, Tono, Mihura y Álvaro de la Iglesia Intentan luchar contra todo el
sistema. A veces se suspendían obras antes de ser representadas −como Doña Rosita la Soltera, de Federico
García Lorca− o los estudiantes del SEU irrumpían en el escenario del Teatro Cómico de Madrid cuando Niní
Montián, sólo en función de noche, cantaba El romance de la mal casada.
A partir del año 1953 se saltaron muchas barreras con el estreno de Escuadre hacia la muerte, de Alfonso
Sastre. Los aplausos superaron a las protestas cuando uno de los personajes exclamó si mataran a los héroes
no habría guerras. Superado este momento, se representará a Casona, García Lora, Antonio Gala y Buero
Vallejo. El teatro tiende en la última década del franquismo a tener menos autores nacionales destacados y a
incluir piezas extranjeras −como El círculo de tiza caucasiano, de Bertold Brecht.
LA CENSURA COTIDIANA
En la década de los cuarenta la censura se extendió a todos los ámbitos de la vida y a las costumbres
ciudadanas.
Se vigilaba la moralidad en cines, cafés y teatro, en el estreno y representación de obras frívolas e incluso en
las influencias aportadas por el turismo desde finales de años cincuenta, suscritas incluso por los propios
miembros de la Iglesia católica: Ante la aparición de modas exóticas e inmorales traidas por extranjeros con
indumentaria que no osamos describir este
prelado (monseñor Mondrego, obispo de Barcelona) se ve en la obligación de poner a sus feligreses en
guardia frente a personas cuya conducta es pecaminosa (...) y que entre nosotros ofende e insulta al pudor
cristiano de nuestro pueblo.
La Iglesia, incluso, se atrevía a opinar de los bailes como gavilla de demonios, estrago de la inocencia,
solemnidad del infierno, tiniebla de valores, infamia de doncellas alegría del diablo y tristeza de los ángeles
(cardenal Segura: Sobre los bailes la moral católica).
RETRATO DE UNA ÉPOCA
EL HAMBRE
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En enero de 1940 se impuso la cartilla de racionamiento, imprescindible para poder retirar los víveres que
proporcionaba la Comisaría de Abastecimientos. En Julio de 1940 se racionó también el tabaco,
imponiéndose, y sólo para varones, la cartilla del fumador y la gasolina los poseedores de vehículos tuvieron
que utilizar vales para retirar el cupo que se les asignaba en función de la potencia del automóvil.
Es muy difícil hacerse una idea completa del entramado del racionamiento. Tuvo una gran importancia desde
el punto de vista económico, pero fue de complicada valoración social, ya que supuso la supresión de la libre
elección en el consumo de los bienes necesarios y limitó la función del dinero a ser un mero instrumento
auxiliar del sistema.
En los primeros años de la posguerra se establecieron raciones individuales, pero a partir de 1943 se puso en
marcha el racionamiento diferencial: las raciones infantiles eran sólo un 60% de la de un hombre adulto y las
de las de las mujeres el 80% de las de el hombre. Sólo las madres gestantes, huérfanos, los mineros y los
trabajadores de ferrocarriles disfrutaban de raciones más completas. En los comedores de Auxilio Social se
repartían sobre todo comidas a los niños, que eran atendidos por personal de la Sección Femenina.
Del suministro semanal pueden ser ejemplos los dos siguientes:
•−
En Barcelona, la segunda semana de marzo de 1940 una persona tenía derecho a comprar 300
gramos de azúcar, cuarto de litro de aceite, 400 gramos de garbanzos y un huevo.
− En Madrid, la primera semana de enero de 1943 se le daba un cuarto litro de
aceite, cuarto kilo de arroz y cuarto de jabón. Ante este panorama alimenticio, el hambre se cernía sobre la
población. ya que la entrega de alimentos racionados era insuficiente para estar nutrido.
De la más cruda de las maneras, a los españoles se les planteó el drama de sobrevivir merced a los alimentos
cuya única vía de adquisición era la compra en el mercado negro: el estraperlo. La comparación entre los
precios de tasa y los que se alcanzaban en el comercio ilegal pone de relieve el abismo abierto entre las clases
del pueblo español. Un kilo de azúcar costaba 1,90 pesetas en precio de tasa; en el mercado negro había que
pagarlo a 20 pesetas; el aceite de racionamiento que se pagaba a 3,75 pesetas el litro se disparó a 30 pesetas.
Era la época del mayor negocio de los estraperlistas y especuladores, que amasaron sus fortunas a expensas
del hambre de la mayor parte de la población.
EL NO−DO
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El noticiario cinematográfico fue creado por orden de la Vicesecretaría de Educación popular el 17 de
diciembre de 1942, y en adelante sería de exhibición obligatoria en todos los cines del territorio español, de
sus posiciones y colonias. La finalidad de su creación era difundir la obra del Estado en la reconstrucción y
mantener con impulso propio la directriz adecuada a las informaciones cinematográficas nacionales (...) ya
que todos debemos aspirar a conocer mejor la entraña española y hacer eficaz el esfuerzo común por una
España mejor.
Fue un formidable instrumento de propaganda del régimen −con la voz en off de Matías Prats, que con el
tiempo llegará a ser su director−, familiar a rodos los españoles, como también lo eran el caudillo, su pesca, su
caza, la entrega de diplomas y a asistencia a partidos de fútbol. El NO−DO pierde protagonismo con la
televisión, y el 1 de enero de 1976 su exhibición dejará de ser obligatoria.
LA RADIO
además de La radio fue de ese mueble mágico, refugio de los españoles en los duros años de la posguerra. Las
voces y la música hacían más llevadera la vida de los años cuarenta. Se hacían corrillos de vecindad, se
compartía la información y los programas más apasionantes, como series, partidos de fútbol, anuncios
publicitarios y el Diario hablado de RNE −con el que estaban obligados a conectar todas las emisoras− y que
transmitía la información oficial.
En los años cincuenta la compra de un aparato de radio era un objetivo de todas la familias para escuchar
canciones dedicadas por los novios. Salto a la fama y música ríe Antonio Machín, los consejos del padre
Venancio Marcos.
Había, sin embargo, ciertas emisiones cuya escucha era una aventura que la gente prefería correr en solitario:
la BBC y Radio España Independiente, emisora oficial del partirlo comunista en Moscú y en Bucarest,
transmitían información clandestina y opuesta a los principios del régimen.
EL FÚTBOL Y LA TELEVISIÓN
El nacimiento del Estado nacional sindicalista extendió su terreo control hacia los deportes, ya que la política
orientada hacia la unidad y el fortalecimiento de cuantas actividades conduzcan a la más firme potencia de la
patria no puede descuidar el deporte, en que encuentra uno de los principales instrumentos para la entera
educación del hombre español.
El fútbol sirvió en los años de la posguerra para simular la apertura de fronteras, y hasta el último momento
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del franquismo fue utilizado para boicotear manifestaciones de trabajadores en vísperas del 1 de mayo o el
propio traslado de los restos de Juan Ramón Jiménez a España. Sirvió para concentrar a los españoles ante el
televisor; en este sentido, Jordi García Candau recuerda el adelanto a viernes de un Real Madrid−Barcelona
para contrarrestar una concentración obrera en la Casa de Campo de Madrid.
La selección nacional jugó los primeros partidos con camisa azul y saludo desde, el centro del campo con el
brazo en alto. Posteriormente se recuperó el color rojo para el uniforme y se abandonó el saludo fascista.
En 1964, con el estadio Bernabeu hasta la bandera y con numerosos comunistas en las gradas que acudieron a
oír el himno soviético y ver ondear la bandera roja. España venció gracias a un gol de Marcelino, que pasó a
engrosar la mitología franquista, ya que suponía derrotar a los tradicionales enemigos de la patria.
Paralelamente, el comienzo de la televisión en 1950 abría un amplio abanico de posibilidades de utilización,
sobre todo cuando el constante aumento de aparatos en manos de la sociedad española ponía de manifiesto las
halagüeñas perspectivas de penetración en los hogares españoles con unas fórmulas televisivas comúnmente
aceptadas por todos los telespectadores. Si en 1961 el número de televisores era de 325.000, en 1978 era de
8.420.000 (se pasó de 106 aparatos por cada 1.000 habitantes a 230). Pocos hogares españoles carecían de
televisión a finales de los sesenta y ello es prueba de su extraordinaria implantación.
LOS TOROS
Manolote llenó toda la década taurina de los años cuarenta, rompiendo con el canon de la fiesta grande. Con él
se demostró que la heterodoxia era válida y rentable, sobre todo en una época en la que las reses bravas
estaban esquilmadas por la guerra. Pan, fútbol y toros era la divisa del régimen franquista, y más en los años
sesenta, cuando el boom turístico y los millones de divisas hicieron surgir una nueva forma de torear que
llenaba las plazas: era el toreo−espectáculo, el heterodoxo y el poco convencional que atraía a las masas, pero
que haría que el arte de la lidia entrara desde el principio de los años setenta en la crisis más grave de su
historia. Su protagonista indiscutible fue Manuel Benítez, el Cordobés.
EL 600
Es el más claro exponente de un país que pasaba de la autarquía a la expansión. Era una especie de caja
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rodante, ideada para la circulación en las grandes ciudades europeas ahogadas por el trafico. Pero que en
España se convirtió en vehículo utilitario, símbolo de la modernidad colectiva. Su precio no era barato, pero
en los sesenta las horas extraordinarias y las remesas de la emigración permitieron el ahorro para la compra
del vehículo, que iba a ser un símbolo en las carreteras españolas y un ejemplo del aumento del consumo y del
poder adquisitivo de las familias españolas.
LA MUJER EN LA ÉPOCA FRANQUISTA
A lo largo del periodo de gobierno del general Franco el papel de la mujer va a afirmarse como el de
portadora de los valores morales, guardiana del hogar y puntal de la familia.
La educación católica subraya este papel. El jesuita Herrera Oria exponía:
Desde hace diez años se viene haciendo no solamente una campaña sistemática, sino llevando a término una
organización para apartar a la mujer de su misión de reina del hogar {...) Las niñas actuales no son como las
antiguas. Antes se glorificaban de aprender a coser, bordar y hacer la cocina. Ahora todo eso lo desprecian, de
manera que son muchísimas las muchachas que no saben ni coser un botón.
Y en esta línea se orienta la labor de la esposa, el ama de casa y la madre dedicada a las tareas del hogar, a sus
labores, ya que la naturaleza la ha hecho para la ternura, para el suspiro de los pequeñuelos, para ser nido
caliente, para sacrificarse sin aguardar retorno.
A nivel político, la educación y la formación de las mujeres quedaba encomendada a la Sección Femenina de
Falange, surgida durante la Segunda República con una clara voluntad de subordinación a la jerarquía
masculina y con deseo expreso de orientar a la mujer española hacia su verdadero lugar en la sociedad: el
hogar, tarea a la que se consagró después de la Guerra Civil. Su considerable poder iba a ejercerlo a través de
las enseñanzas obligatorias, puestas a su cargo en los centros de enseñanza y del servicio social, por el cual
había de pasar cualquier mujer que pretendiera conseguir no ya un trabajo, sino un certificado cualquiera o
una licencia de conducir. Entre sus tareas estaban: bordar camisas, visitar a los presos, llevarles la comida,
casarse con miembros de su partido −o atraer a los que no lo fueran a la ideología de Falange− y ocultar las
armas de sus compañeros cuando asistían a los mítines y eran cacheados por la policía, llegando ellas incluso
a empuñar las armas con su propia mano.
El régimen franquista saludó el repliegue de la mujer al hogar tras los tímidos intentos de emancipación
femenina intentados durante la Segunda República.
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Lo curioso es que las dirigentes de la Sección, con Pilar Primo de Rivera a la cabeza, no predicaban con el
ejemplo. Ellas no se casaban y tenían un trabajo que llenaba sus vidas y les proporcionaba un medio de
subsistencia. Tampoco se distinguían por su sumisión al varón −ya que la Sección Femenina, una vez
concluida la guerra, actuó con mayor autonomía respecto a la rama masculina del partido.
El número de afiliadas a la Sección crecería durante la misma guerra Civil, consecuencia lógica del espíritu
totalitario que iba dominando la zona nacional: las pocas mujeres organizadas con que contaba la Falange en
España bastaron para dar vida y calor a las ciudades que se iban conquistando y a las que se ganaron para
que aumentaran en un 100% las secciones femeninas (...) Se abrieron talleres para hacer ropas a los
camaradas a los soldados. Se llenaron los hospitales de enfermeras y auxiliares (...) se organizaron los
lavaderos de los frentes en donde se lavaba y repasaba la ropa de los combatientes ( Pilar Primo de Rivera,
1937).
Organizado también por una camarada de la Sección Femenina, Mercedes Sanz Bachiller, viuda de Onésimo
Redondo, empezó a funcionar el Auxilio Social, asistido y montado en todos los pueblos por la mujeres de
Falange. La camisa azul está cubierta por la bata blanca de las enfermeras; por los alegres delantales de
Auxilio Social y por el tosco vestido de dril para la faena del campo, siempre con el yugo y las flechas (...) y
los heridos ven cómo Falange les cuida con cariño, los niños empiezan a rezar y los campos de España oyen
canciones de falange y las coplas populares (Pilar Primo de Rivera, 8 de agosto de 1938).
En algunas de las provincias liberadas atendieron las cárceles de mujeres, enseñándoles la tarea del hogar, que
era compensatoria para redimir penas por el trabajo bajo la promesa de que por cada año de formación en un
curso de escuela rebajarían uno de condena, aunque nunca fueron portavoces de las penalidades sufridas por
las presas y de los daños que sufrieron muchas de ellas en su cautiverio.
Pero su gran misión quedará claramente establecida en el Real Decreto del 28 de Diciembre de 1939. La
delegación nacional de la Sección Femenina es el organismo del partido a quien se confía la formación
política y social de las mujeres. Sobre las que no se afiliaban voluntariamente a ella, eran las asignaturas que,
con carácter obligatorio, impartían sus instructoras en centro de enseñanza los elementos de formación.
Dichas materias eran la Enseñanza del hogar y la Educación Física. La primera a en vagas nociones de
labores, cocina tradicional y economía doméstica, impartidas por monitoras que hacían cursos de tres o seis
meses y se incorporaban al docente. A partir de 1956 las profesoras que se incorporaban a la enseñanza hogar
tenían el título de magisterio.
Después de la guerra, en la gran concentración femenina celebrada en Medina del Campo, Pilar Primo de
Rivera recordaba al Caudillo los servicios prestados por ella en estos términos:
Y ahora, mi general estas son las secciones femeninas, las que acudieron desde el principio de la guerra (...) en
todos aquellos lavaderos del frente, en el campo (...) en todos aquellos puntos en que la patria reclamaba su
presencia.
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Franco le contestó: ahora os queda la reconquista del hogar. Os queda formar a niñas y mujeres españolas, ya
que la única misión que tienen asignada las mujeres en la tarea de la patria es el hogar. Finalmente, Pilar
Primo de Rivera argumentó: con la paz ampliaremos la labor iniciada en nuestras escuelas de formación para
hacerles a los hombres tan agradable la vida de familia que dentro de la casa encuentren todo lo que antes les
faltaba, y así no tendrán que pensar en ir a pasar en la taberna o en el casino los ratos de expansión.
Otra de las labores de la Sección Femenina fue la recuperación de cantos y danzas y la formación de grupos
locales y regionales, que llevaron por todo el mundo los antiguos bailes y las viejas canciones y los encantos
de nuestra cocina que fueron mucho más apreciados fuera de nuestras fronteras que en el interior. donde se
conocía la procedencia ideológica los responsables de esta labor. Cada provincia tenía unos coros y danzas
oficiales y muchas ciudades y pueblos importantes tuvieron otros locales. La compañía de discos Hispavox
contrato al profesor Matos para que realizara una larga excursión por España recuperando los viejos temas del
folclore y contrató a su vez la grabación exclusiva de todas las agrupaciones de coros y danzas dependientes
de la Sección Femenina. Gracias a ello ha quedado un impresionante archivo de la canción española
tradicional. Como muestra de esta mayor valoración que en otros países se hacía de esta música, un baile
popular de Olivenza (Extremadura, grabado por los coros y danzas correspondientes, llegó a los primeros
puestos de ventas en Francia, y fue entonces cuando en España se descubrió la existencia de este baile
llamado el candil.
También la Sección Femenina puso un notable empeño en la practica de la gimnasia, hecho que se encontraría
con numerosas reticencias por parte de la Iglesia católica. Se vigiló así la indumentaria, colocando pololos
bajo las faldas, que impedían total movilidad, y se convino en vigilar a las deportistas para que no cayeran en
la inmoralidad.
En un articulo publicado en la revista Ozono (1977) y titulado Pilar ya no es Pilar". Natacha Seseña veía
simbolizado en el pololo toda la ideología de la Sección Femenina:
El pololo es una prenda ambigua, ya que parece que permite moverse con libertad, pero al no ser de tela
elástica y pegadiza a la piel, resulta que tira y estorba, además de lastimar con sus gomas la cintura y los
muslos de la usuaria. Sin medias pero con "pololo", con título universitario pero sumisas al hombre,
bachilleres pero requeridas por decreto a las enseñanzas del hogar (...) productoras pero peor pagadas y con la
obligación durante seis meses de dos horas de formación en escuelas especiales, conductoras, becarias o
turistas, pero con el servicio social cumplido.
Afortunadamente para las mujeres, las cosas cambiaron, ya que desde 1975 surgieron grupos feministas más o
menos radicales que luchaban por cambiar el concepto tradicional de la mujer, incluso la Administración, a
través de la Subdirección General de la Condición Femenina. emprendió una campana de mentalización a
través de los medios de comunicación, tendiente a eliminar la discriminación de la mujer. La Sección
Femenina se diluyó en esta Subdirección.
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Pilar Primo de Rivera se retiró discretamente, convencida de que algún día la Historia reconocería la colosal
e impresionante labor de la Sección Femenina. Algunas de sus antiguas colaboradoras crearon la Asociación
Nueva Andadura en 1978, que incluía en sus objetivos básicos la lucha por la eliminación de la
discriminación femenina sin descuidar las labores del hogar.
Finalmente, hay cine señalar que en los últimos años del régimen la situación de la mujer mejoró, pero según
los datos del informe FOESSA de 1978, España estaba lejos de alcanzar las tasas de actividad femenina
registrada en países desarrollados como Estados Unidos (46%), Reino Unido (50,1%>, Francia (39,4%). En el
caso de nuestro país, el porcentaje de mujeres solteras que trabajaban era del 53%, las casadas 16,1% y viudas
y separadas el 44%. Estas cifras, con todo, dan una cumplida idea de la escasa incidencia de la mujer española
en el mundo del trabajo productivo y remunerado, si tenemos en cuenta que, además, la mujer, salvo raras
excepciones, desempeñó trabajos secundarios, poco prestigiosos y finalmente mal pagados. Esto fue debido al
peso de las enseñanzas políticas y del nacionalcatolicismo, que inculcaron el repliegue de la mujer
exclusivamente a las tareas del hogar. fue un largo paréntesis de cuarenta años, después de los avances
democráticos del período republicano.
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