XX INTERNACIONAL SALUD AL DÍA niños cuyos padres (!) Los superan cánceres de pecho, elnorte.com/vida pulmón, próstata y de recto y colon tienen más posibilidades de sobrevivir si sufren la misma enfermedad, según un estudio sueco publicado en la revista Lancet Oncology. Reuters Domingo. 4 de Noviembre del 2007. [email protected] / Tel. 8150-8289 / Fax. 8150-8726 Editor: Francisco Betancourt Perfiles e Historias: Paramédicos y voluntarios Entre la vida y la muerte Por MARÍA LUISA MEDELLÍN E l territorio en el que transitan día y noche estos héroes anónimos es la delgada línea que divide la vida de la muerte. De sus manos y su técnica surge para centenares de personas una segunda oportunidad de vivir. El riesgo es un elemento infaltable en su quehacer, pero no son de hielo, antes o después de prestar auxilio en accidentes automovilísticos o catás- • • trofes, su mejor catarsis es meditar, saber que se hizo hasta lo imposible, orar o llorar en silencio. Y aunque la muerte les merece respeto y los reta a diario, los paramédicos y voluntarios de la Cruz Verde, Protección Civil de San Pedro y de la Cruz Roja se sienten satisfechos porque en muchas ocasiones le han ganado la batalla. • • • RAÚL SÁNCHEZ GAMIZ Paramédico de Protección Civil de San Pedro MERARI MORALES HERNÁNDEZ Voluntaria de Protección Civil de San Pedro JUAN ANTONIO WALLMARK Paramédico de Cruz Roja Monterrey JESÚS SEGOVIA HERNÁNDEZ Coordinador operativo de Cruz Verde Monterrey JOSÉ ÁNGEL FLORES GUTIÉRREZ Coordinador operativo de Cruz Verde Monterrey ISMAEL CONTRERAS Director de Protección Civil de San Pedro “NO ME SUELTES” LA MUERTE JOVEN CON EL RIESGO DE CADA DÍA “SÓLO TÚ PUEDES AYUDARLO” UNA DECISIÓN DETERMINANTE LA FURIA DEL HURACÁN Por un cerrón, la camioneta pick up cayó al lecho del Río Santa Catarina y se estrelló de frente con una gran roca que hizo acordeón la cabina. Raúl Sánchez Gamiz, paramédico de Protección Civil de San Pedro, llegó y observó que el conductor, único ocupante del vehículo, permanecía acostado en un estrecho espacio del asiento que no fue averiado y su pierna estaba prensada entre los pedales y la puerta. Se disponía a continuar las maniobras de rescate, cuando el hombre se aferró a su mano con fuerza. “‘No me sueltes’, me dijo, y aunque le explicaba que trataría de liberarlo, no quería que me apartara de su lado. Decía que no quería morir y sentía mucho dolor”, evoca. “Estuve con él media hora, tranquilizándolo, diciéndole que saldría con vida, y en ese tiempo mis compañeros cortaban el capacete y desplazaban la pared del tablero y el respaldo del asiento hasta que lo sacaron”. Él no soltó la mano del paramédico, sino hasta que lo subieron a la ambulancia. Entonces volteó y conmovido le dio las gracias. La noche del sábado 20 de octubre, Merari Morales Hernández se encontraba en la central de Protección Civil de San Pedro, donde es voluntaria desde hace dos meses, cuando de pronto el sector quedó a oscuras. Una de las unidades inició un recorrido para detectar la causa, y enseguida pidió apoyo, ya que en Calzada del Valle y Río Suchiate, un auto con dos jóvenes en su interior se había impactado de lleno contra un poste de energía eléctrica. Cuando Merari y el equipo de paramédicos llegaron al lugar, la joven que iba al volante había fallecido y su acompañante sólo presentaba lesiones leves. “Nos dirigimos con la joven que lamentablemente había muerto, la sacamos con cuidado por la puerta trasera, cerramos sus ojos y se revisaron sus signos vitales. La otra chica salió por su propio pie, pero estaba en shock. Le hablábamos y tenía la mirada perdida, no estaba consciente de lo sucedido”. “Para mí fue una impresión muy grande porque la que murió tenía 19 años, casi mi edad. Después me enteré que venía de cumplir un sueño, de ver a su cantante favorita, Avril Lavigne, y tomarse fotos con ella. Pensé en las metas que ya no alcanzaría, y en por qué la muerte se lleva a los jóvenes y a los niños… es lo que más duele”. Hace ocho años, Juan Antonio Wallmark, delgado, de rostro afilado y ojos claros, acudió a un servicio en lo alto de la colonia Independencia. En una riña entre pandillas, uno de los miembros resultó con heridas graves de arma blanca en el abdomen. Se dispuso a atenderlo, pero uno de los amigos del lesionado lo amenazó apuntándole con un cuchillo: “Si se muere, aquí quedas”. “Seguí trabajando, pero tenía al amigo éste fuera de control y casi encima, así que le dije: ‘Ayúdame para que se salve’. No esperé a que contestara, nada más le pasé el suero y lo mantuve ocupado con que dime si se acaba, o si pasa el líquido, mientras yo intentaba detener el sangrado”, narra el paramédico de la Cruz Roja, con 13 años de labor. “Al subir al herido a la ambulancia, el chavo se quería meter a fuerza, pero no lo dejé. ‘A’i’ te quedas’, y cerré la puerta”, cuenta entre risas, porque el humor es su forma de afrontar este trabajo estresante, que requiere toda la prudencia y calma posibles. Temía por su propia vida, sí, porque el joven agonizaba y, de hecho, murió en el hospital, pero a él le importaba el paciente, y debía ingeniárselas para no distraerse y actuar con celeridad. “Qué no habremos visto nosotros”, dice sacudiendo la cabeza. “Somos testigos de tantas tragedias, que lo más sano es enfocarse en el momento y darle vuelta a la hoja, de lo contrario no seguiríamos aquí”. Desde el camino hacia Laguna de Sánchez, a la altura de Puerto Genovevo, en Santiago, Jesús Segovia Hernández contempló aquel auto destrozado que había caído al vacío unos 50 metros e inició maniobras para bajar a rappel. Mientras descendía observó que en el asiento del copiloto una mujer joven estaba atrapada y sin vida. Este veterano paramédico de Cruz Verde Monterrey estimó que los otros ocupantes habrían corrido la misma suerte, cuando una voz débil lo apartó de sus pensamientos. Era el conductor, quien sostenía entre sus brazos a un niño de escasos cinco años. “‘Gracias a Dios’, me dijo. ‘Sólo tú puedes ayudarlo’”. El hombre extendió sus brazos, le entregó al pequeño y expiró. “Yo abracé al niño y comencé a subir, pero la mirada del padre se quedó fija en nosotros y a mí se me salieron las lágrimas. Sólo esperaba que alguien salvara a su hijo, no murió hasta estar seguro de ello”, comparte este hombre de cabello entrecano, bigote recortado y mirada melancólica. “Es inexplicable que el niño no presentara ninguna lesión, nada más estaba asustado, quería estar con sus papás”. Sus compañeros organizaron el rescate de la pareja. Él llevó al chico al hospital y lo dejó en manos de sus familiares, pero por mucho tiempo quedó fija en su mente la mirada serena de aquel hombre, confiándole la vida de su hijo. La losa de concreto crujió sobre ellos, y aunque el equipo de rescate continuó labores, un denso silencio se apoderó de la escena. Todo era que se viniera abajo aquella estructura y cimbrara la blanda tierra alrededor para que murieran sepultados junto al joven albañil que intentaban liberar, ya que un deslave anterior lo había cubierto hasta la cintura. “Estábamos arriba de una tubería de drenaje, en el Topo Chico. Sobre nosotros había un espacio reducido y encima la placa de concreto. El muchacho estaba aprisionado a un lado de la tubería”, cuenta ahora José Ángel Flores Gutiérrez. De 26 años y con una década en rescates, este joven coordinador operativo de Cruz Verde platica que con mucha cautela para no provocar una vibración, colocaron las llamadas quijadas de la vida en un hueco entre tubería y tierra. Así, la apartaron poco a poco apoyados con unos tablones y liberaron, por fin, a la persona. “Yo pensaba en mi familia, me encomendaba a Dios; eso fue hace tres semanas. Encamillamos al paciente y lo llevamos a la superficie hasta la ambulancia”, narra este muchacho de sonrisa constante, tez clara y ojos vivarachos. “Entonces, reuní al equipo y les pregunté: ‘¿Se dieron cuenta de que la losa se nos pudo venir encima?’. Sí, me dijeron. Aun así nadie se movió, porque nuestra misión era salvar una vida, aunque muriéramos en el intento”. A 19 años de que la furia del huracán “Gilberto” transformara al Santa Catarina, de un río seco a un caudal de aguas rabiosas, las imágenes de los pasajeros de cuatro autobuses que sucumbieron al oleaje de su fuerza descomunal son recuerdos indelebles en la memoria de Ismael Contreras. “Se me quedó muy grabada una señora que traía una bebé con una chambrita rosa, primero la levantaba por la ventana, y cuando logró subir al techo por las ventilas gritaba desesperada que la auxiliáramos, igual que los demás. “Buscamos llegar por todos los medios, pero la fuerza de la naturaleza fue superior”, menciona el director de Protección Civil de San Pedro, reviviendo la impotencia y la rabia de esos momentos. “Entrábamos a la corriente y nos aventaba, aparte de que llevaba refrigeradores, vehículos y tanques de gas que parecían torpedos. Luego”, agrega, “una gran ola volteó los camiones y atacó el traxcavo en el que murió el comandante César Cortés, del grupo Cobra, con el que ya habían salvado a 11 de los pasajeros”. Con 25 años de experiencia en distintas corporaciones, y entonces como parte del equipo acuático de la Cruz Verde, Contreras relata que en esas primeras horas del 17 de septiembre de 1988 rescataron a otras siete personas de las que cayeron al agua. “Entre ellos estaba un joven de México, con una fractura expuesta en una pierna. Me pedía que no dejara morir a su hermano, pero por más que tratamos de lanzar cuerdas desde otros puentes, la corriente los cubría ya. Fue una desesperación y una impotencia tremendas”. Dar por terminada esa misión fue una decisión dura. Sin embargo, no era posible hacer más y se concentraron en nuevos llamados de auxilio. “Todos queríamos rescatar a otras personas, era como una revancha por las que no pudimos salvar”, expresa reflexivo. Aunque después de todo este tiempo, cada vez que la lluvia arrecia, las imágenes de las víctimas del furioso huracán pueblan su mente como si fuera ayer. ARQUEOLOGÍA Lo que un collar dice del hombre El hallazgo de un antiguo collar de conchas, en África, ofrece datos sobre la modernidad humana. PÁGINA 2 ‘PULGA’ EN CHINO Reuters El mercado Panjiayuan en Beijing, capital de China, es lo más parecido al mercado de Tepito, en la Ciudad de México, o a la “pulga” del Puente del Papa en Monterrey. Miles de buscadores de tesoros visitan cada fin de semana Panjiayuan, donde se venden antigüedades (verdaderas y falsas), joyas, libros y piezas de arte. COMUNIDAD CARTAS DE LA SINAGOGA FÓRUM AL DÍA Inician cruzada contra el alcohol Una misiva esperanzadora Hay que llevar a los peques En lo que será una ardua tarea, grupos regios se unen para luchar contra el abuso del alcohol. El Rabino Moisés Kaiman compartirá cada domingo una carta, una visión, una esperanza. El Fórum Monterrey ofrece diversos eventos y actividades para los niños y las niñas… ¡Conócelos! PÁGINA 6 PÁGINA 7 PÁGINA 4 EL NORTE.COM EXTRAS DE HOY Círculo de Padres “Mi hijo de 15 años no quiere cortarse el pelo. En la prepa no se lo prohíben. ¿Qué hago?”. d participa