El género neutro y la constitución de la psicosexualidad Ana Maria

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El género neutro y la constitución de la psicosexualidad
Ana Maria Rocca Rivarola1
Podemos pensar en la constitución de la psicosexualidad como la manera en que una persona
combina su percepción corporal y genital, su sexualidad erótica, sus fantasías conscientes e
inconscientes, sus experiencias con los primeros objetos y sus identificaciones con ellos. Todo
eso contribuye para la construcción del sentimiento de sí mismo como un agregado único de
elementos masculinos y femeninos que define la forma como cada persona va a situarse en el
mundo y va relacionarse con los otros.
El desarrollo de la sexualidad biológica, desde la concepción hasta la pubertad, ocurre según un
proceso discontinuo y diferenciado en el cual se da una serie de transformaciones en diferentes
aspectos (sexo cromosómico, gonadal, hormonal, genital). Sin embargo, en el ser humano,
existen otros factores de cambio que se superponen al desarrollo biológico, están en el origen de
la constitución de la psicosexualidad e intervienen favoreciendo o dificultando su evolución.
Algunos de esos factores son: 1- La manera como el sexo del niño es percibido por sus padres (y
por el ambiente), que depende de sus deseos y expectativas conscientes e inconscientes y se
expresa en la relación madre-hijo desde antes del nacimiento. 2- El apego pre-edípico o la
identificación inicial del niño con la madre. El encuentro con ese primer objeto es lo que
definiría un tipo de estructuración psíquica que no se fundamenta en el reconocimiento del otro
marcado por la diferencia personal y sexual, mas por un tipo de vínculo indiferenciado, donde el
otro es visto como neutro y como una parte de sí mismo (narcisismo). 3- Las identificaciones del
niño con aspectos masculinos y femeninos del padre y de la madre. La articulación de esas
identificaciones va a determinar el sentimiento del niño de pertenecer al género masculino o
femenino. 4- La presencia del padre en la mente de la madre y en la mente del niño, como
también su presencia física real, va a permitir al niño salir de la relación simbiótica con la madre
pre-edípica y establecer vínculos que lo relacionan individualmente con la madre y con el padre,
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Miembro Titular da Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo
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al mismo tiempo que lo confrontan con el vínculo existente entre los padres del cual él no
participa, mas es testigo.
Eso hace posible que pueda percibirse como una persona separada de la madre y relacionarse con
los otros, pasando así de la bidimensionalidad (en la que no existe la percepción del objeto) a la
tridimensionalidad (donde existe la percepción de la separación y la percepción del objeto) el
sujeto tiene consciencia de la discontinuidad de la presencia del objeto, de su indisponibilidad
ocasional y, por lo tanto, de la existencia de otros objetos y de la posibilidad de relacionarse con
ellos reconociendo la diferencia y la incompletud que hace sentir el dolor de la separación y
percibir la importancia del deseo tanto del objeto como de él mismo (Complejo de Edipo).
Green, en su trabajo sobre “El género neutro” dice que ciertas estructuras
psicopatológicas parecen estar fijadas en un tiempo en el cual no existe la diferenciación sexual.
En estos casos, el sujeto no se siente ni hombre ni mujer. Apaga de su comportamiento, como
también de su deseo, cualquier aspiración hetero u homosexual. Esta fantasía de neutralidad,
construida con la ayuda de todos los recursos de un narcisismo imperante, lleva las marcas de un
Yo ideal megalómano. Pues en materia de deseo, todo está reglado según el todo o nada.: “Ya
que no puedo tener todo ni ser todo, no tendré, no seré nada”. El niño construye esta fantasía a
partir de la percepción de la fantasía materna que desea que su hijo/a no sea ni sexuado ni vivo.
La fantasía del género neutro surge como una forma de vengarse de ella con un violento rechazo
(Green, 1973).
Freud, en su trabajo “Sobre la sexualidad femenina” dice que: “En esa dependencia del
niño con su madre se encuentra el germen de la posterior paranoia en la mujer. Este germen
radica en el temor de ser muerto (devorado) por la madre. Es plausible conjeturar que esa
angustia corresponde a la hostilidad que el niño desarrolla contra su madre debido a las
múltiples restricciones impuestas por ella durante la educación y los cuidados corporales y que
el mecanismo de proyección sea facilitado por la inmadurez de la organización psíquica infantil.
Algunas mujeres pueden quedar detenidas en ese primer vínculo con la madre sin
alcanzar nunca una genuina reorientación al padre”. (Freud,1931, Vol.III, p.520)
La presencia del padre permite el pasaje del regazo materno al paterno, haciendo posible
que el niño se perciba separado de la madre y pueda relacionarse con los otros alargando las
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posibilidades de contención y fluidez de los sentimientos de amor y de odio (Nick, 2013). Si el
padre estuviera ausente, persistirá en el niño la preeminencia del apego pre-edípico a la madre en
el cual sólo es posible el establecimiento de relaciones diádicas, indiferenciadas y asexuadas.
En el trayecto que la mujer hace desde el nacimiento hasta transformarse en madre, ella
revive su identificación inicial con la madre y con el padre. En la transformación de la
maternidad, el escenario ‘triangular’ que generó al hijo, puede transformarse en ‘dual’ si la
madre abandona su posición femenina (como compañera del hombre) y se refugia con el hijo (o
a través del hijo) en una relación simbiótica, indiferenciada, que excluye la sexualidad (en cuanto
el reconocimiento de la diferenciación de lo femenino-masculino). En este caso, el bebe no tiene
otra opción sino la de ser ‘el deseo irrealizado de la madre’ frente a la amenaza de no ser. En esta
situación, la dinámica del deseo sexual de la madre-mujer dirigido a su compañero, será
fundamental para reinstalar la triangularidad capaz de poner un fin a lo simbiótico,
indiferenciado. El padre no sólo debe estar presente en el deseo y en la mente de la madre,
también es importante su presencia activa en cuanto padre y compañero de la madre. Él también
deberá renunciar a la tendencia a colocarse como “hijo” en la relación con la mujer (ahora
transformada en madre) intentando revivir el vínculo simbiótico con la propia madre, para poder
asumir su posición masculina de hombre que con su deseo exige de la mujer que ella ocupe su
posición femenina. De esta manera él va a impedir que la mujer se quede atrapada en un vínculo
simbiótico con el hijo, permitiendo así que ocurra el pasaje de lo materno para o femenino.
La sexualización que genera el Complejo de Edipo, con el reconocimiento del otro, de la
diferenciación sexual y de la incompletud, quiebra el hechizo de lo neutro, de lo asexuado, de lo
narcisista, que en situaciones graves provoca vivencias próximas a lo siniestro (Marucco, 2012).
El deseo sexual masculino y femenino del padre y de la madre permite restablecer la
triangularidad. Así el bebe es rescatado de la relación simbiótica con la madre pre-edípica y la
madre es rescatada de la relación simbiótica con el hijo.
“Cuando la madre tiene una bisexualidad psíquica bien estructurada, con una buena
internalización de la pareja paterna y de su relación con cada uno de sus padres, puede ofrecer
al bebe una mirada que lo acoge en su singularidad desde el nacimiento” (Haudenschild, 2009)
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La ausencia de un padre objeto-interno firmemente instalado en las relaciones de objeto
edípicas inconscientes de la madre, genera un vacío emocional que roba al niño un ingrediente
esencial para la elaboración psicológica e interpersonal del complejo de Edipo” (Ogden, 1991)
En estos casos, la función del análisis consiste en permitir rescatar al paciente de lo
indiferenciado, de la tendencia a la muerte psíquica. La posición del analista es fundamental
porque a partir de su postura de hombre/mujer que reconoce la diferencia, lo femeninomasculino que lo constituye, va a permitir al paciente acceder en su vida psíquica al
reconocimiento de la separación, de la incompletud, del otro, de lo masculino y de lo femenino.
Así el trabajo analítico abre al paciente la posibilidad de constituirse como individuo,
encontrando, en la medida de lo posible, la manera propia de vivir su sexualidad, de desarrollar
su capacidad de pensar, de transformar creativamente la realidad y de relacionarse con los otros,
tornándose autor de su propia vida.
Caso clínico – Mora
Mora tiene actualmente 32 años, es hija única. Nació con una malformación genética, una
síndrome que presenta diferentes características, tiene las manos deformadas, al nacer tenía el
paladar hendido (fue operada cuando todavía era un bebe), tiene poco pelo, dientes de leche, es
muy flaca y de baja estatura. Su aspecto físico es hibrido y frágil. Se viste de manera
indiferenciada, sólo usa pantalones y colores neutros. La malformación genética no incluye los
órganos genitales, sin embargo, existe en ella una indefinición sexual que responde a la forma
como fue constituyendo su identidad. El estado de vulnerabilidad física como consecuencia de
esta malformación tuvo una influencia en el tipo de vínculo simbiótico que Mora estableció con
la madre, el cual quedó reforzado por la ausencia del padre (quien, hasta los 13 años de la
paciente, se mantuvo distante afectivamente y después de esa edad, estuvo definitivamente
ausente, pues murió en un accidente). Esta situación le impidió desarrollarse afectiva y
sexualmente, sin embargo que en el plano intelectual logró alcanzar un buen desarrollo. Puede
observarse en Mora una marcada escisión de la personalidad. Es médica, una profesional muy
capacitada, pero afectivamente permaneció en un estado extremamente infantil.
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A lo largo de varios años de análisis, fue pasando de un estado en el que ella se sentía
prácticamente un bebe (en la época en la que empezó su análisis estaba en tercer año de medicina
y su madre le daba de comer en la boca) a la situación actual en la que está intentando
diferenciarse de la madre y construir su propia identidad. Su interacción con los otros, fuera del
ambiente profesional, es muy pobre, prácticamente no habla con hombres sólo se relaciona con
ellos profesionalmente. Para Mora, el hombre es un ser distante y desconocido, vive rodeada de
mujeres (parientes y colegas de trabajo) no tiene amigos, sólo un amigo homosexual, con el que
hace intentos frustrados de imaginarse como una mujer relacionándose con un hombre.
Con algunas mujeres, que se tornan figuras importantes para ella, repite el vínculo simbiótico
con la madre, aspira ser la preferida, la única, no admite a nadie que a sus ojos se presente como
un rival, necesita eliminarlo, y muchas veces, con su astucia y deseo omnipotente, lo consigue.
Si, por un lado, está unida a la madre en una relación simbiótica y no puede imaginarse separada
de ella, por otro lado, la odia porque siempre la hizo sentir que su nacimiento fue una desgracia y
nunca más quiso tener hijos. Según Mora, la madre se dedicó a ella de tal forma que se abandonó
como mujer. Se queda muy impresionada cuando ve fotos de la madre, más joven y bonita,
porque después que ella nació, abandonó su postura femenina, transformándose en una persona
neutra y descuidada.
Según Mora, los padres tenían una relación fría y distante, nunca pudo imaginárselos como una
pareja. Ella tenía celos del padre, rivalizaba con él, deseaba que se muriera para poder quedarse
sola con la madre. Cuando el padre murió, Mora tuvo la sensación omnipotente de que con su
deseo había conseguido matarlo. Después de la muerte del padre, Mora empezó a dormir en la
cama de la madre. Entró en la facultad de medicina en una ciudad próxima a su ciudad natal.
Durante el primer año de análisis, iba y volvía todos los días a la casa de la madre,
posteriormente compró un departamento y se instaló en la ciudad en la que estudió y actualmente
trabaja en la universidad. La madre la visita semanalmente y se ocupa de limpiar la casa, cocinar
y lavar la ropa de Mora. Durante el análisis, Mora fue consiguiendo, poco a poco, hacer algunos
cambios. Salió de la cama de su madre y preparó un cuarto sólo para ella. A pesar de las
dificultades, que al principio del análisis parecían insuperables, terminó la facultad e hizo
residencia médica. Posteriormente, hizo un tercer año de residencia en una ciudad muy distante y
algunos meses de estudios en el exterior. Lentamente fue separándose de su madre, al menos
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físicamente, y trabajando activamente en el análisis para diferenciarse y encontrar su lugar como
persona única, individuada, diferente del otro.
El análisis de Mora
En la época en la que empezó su análisis, Mora tenía 22 años y estaba en tercer año de medicina.
El motivo que la llevó a pedir ayuda era que se sentía sin fuerzas para seguir estudiando, estaba
muy angustiada, fragilizada física y psíquicamente, no participaba de reuniones o fiesta, no podía
comer en público porque vomitaba, se enfermaba cuando participaba en algún congreso, vivía
muy aislada.
El trabajo del análisis para Mora es como un segundo nacimiento en lo que se refiere a la
tentativa de construir aspectos de su identidad que nunca se desarrollaron. A lo largo de muchos
años de análisis, fue construyendo un sentimiento más consistente acerca de sí misma. Somatiza
menos, puede tener una postura más reflexiva sobre su posición indefinida y neutra y apropiarse
de un deseo de diferenciación, tratando de encontrar una forma propia de vivir su sexualidad. Por
momentos se desanima, teniendo 32 años piensa que ya es tarde, que no va a ser posible, pero en
otros momentos puede sentir y expresar el deseo de descubrir algo verdadero de sí misma, algo
que dé sentido a su vida. Por ejemplo, al final de una sesión reciente, dijo:
“Es sufrido (refiriéndose a la malformación), pero esa es mi vida, o soy eso o no soy nada. Vale
la pena porque es eso lo que tengo para vivir… Tengo ganas de vivir para conocer cosas
nuevas, para elaborar todas las cosas mal resueltas en mi vida”.
En los últimos tiempos, Mora relata muchos sueños en el análisis que muestran su esfuerzo y
trabajo interior para apropiarse de sí misma, como también muestran la dinámica del análisis.
“En la situación analítica los sueños pueden cambiar, ser comunicaciones para el analista,
regalos, actos de cortesía para el analista y expresiones del proceso de elaboración como
respuesta a las interpretaciones del analista. En ese sentido, los sueños también reflejan lo que
está pasando en la relación paciente-analista en términos de transferencia”. (Barros, E.M.B.
(2011)
Como analista, es necesario estar muy atenta para percibir y discriminar cuando los movimientos
y sueños de Mora son tentativas de establecer una relación simbiótica, de total sintonía con lo
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que imagina que pueda ser el deseo de la analista y cuando son verdaderas expresiones de un
proceso de elaboración en respuesta a las interpretaciones.
Voy a ilustrar, con algunos sueños de Mora, momentos de este análisis.
Viñeta 1
Mora: Tuve um sueño: Había una iglesia y había una copia de esa iglesia en otro lugar y en un
momento aparecen juntas, como si una estuviera pegada a la otra: una era antigua y la otra era
nueva. La antigua iba a ser demolida porque no tenía más sentido, pero después, cuando se
quedan una al lado de la otra, pienso que si la antigua fuera demolida, podría acabar con la
otra.
Cuando me desperté me acordaba del sueño, después me olvidé, como si de repente la mente se
hundiera y el recuerdo del sueño se perdiera. Ahora me acordé.
A: Existe esa ambivalencia. Por un lado, sólo puedes imaginarte una forma de estar con el otro,
quedándote pegada, confundiéndote con él. Por otro lado, deseas separarte, pero crees que es
peligroso, porque, si como pasa en el sueño, ‘la iglesia nueva’ se separa de la ‘iglesia madre’ es
como si la destruyera y, al mismo tiempo, corre el riesgo de destruirse también, como si fueran
siamesas. Crees que una no puede vivir sin la otra. Todo se destruye.
Comentario:
A: La ‘Iglesia’, desde mi punto de vista, simboliza en este sueño la organización interna que
guarda lo ‘Sagrado’, la esencia de ella misma, que está confundida con la madre. Mora expresa
aquí la percepción de la necesidad de separarse de esa relación indiferenciada para poder
encontrar sus propios contornos, su propia identidad, pero al mismo tiempo muestra como, para
ella, la separación es vivida como una amenaza de destrucción de ella misma y del otro. La
separación es como una muerte.
Viñeta 2
Mora: Tuve un sueño. Soñé que estaba en el Perú, casi volviendo para Brasil, y quería pasear
por la calle, pero era peligroso, podría ser asaltada, de repente podrían venir varias personas y
sacarme las cosas. Aún sabiendo que era peligroso, decido salir para conocer el lugar. Tenía
una sensación de inmunidad, de que nada podría pasarme. Y, realmente, vienen cuatro tipos
jóvenes, me agarran por las piernas y por los brazos y quieren robarme la cartera. Les pido que
no se lleven mis documentos, porque sin ellos no podría volver a Brasil. Les muestro mis manos
(algo que nunca hago) como diciendo: “No tienen pena de mí?!” Al fin, se van, no sé si se llevan
mi cartera, no sé si se llevan algo. Cuando me quedé sola otra vez, todavía tenía ganas de
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caminar por la calle, pero había perdido la sensación de inmunidad. El mayor peso quedó en no
poder conocer la ciudad… Esa sensación de inmunidad era como si fuera una persona especial,
protegida. Y ahí descubro que soy una más, no soy especial, no soy diferente.
Cuando soy asaltada muestro mis manos como si quisiera usar eso como una ventaja para
protegerme… Pero, es una cosa muy agresiva: cuatro personas tironeándome! Cómo iba a
luchar contra cuatro hombres?! No podía! En el sueño me sentía una pobrecita. Usé eso de
mostrar las manos para librarme da la situación. No me siento una pobrecita. Como no soy
fuerte, o voy por la fuerza o por la fragilidad.
En el sueño no quería quedarme en el Perú, pero no sé cómo era ese lugar, no sé si era un lugar
malo. Si me robaran los documentos, no tendría la opción de quedarme o irme. Sin documentos
no tendría opción.
Pienso que muchas veces en la vida la opción al final es de cada uno. Algunas opciones son tan
difíciles que uno cree que no tiene opción. Dora (orientadora) dice que tengo que tratar de ser
docente, que tengo perfil para ser docente. Por un lado, me siento lisonjeada, por otro, pienso
que eso no tiene que ser bueno para ella, tiene que ser bueno para mí.
A: Tal vez el ‘Perú’ (nombre que se le da vulgarmente, en Brasil, al órgano sexual masculino)
represente la sexualidad masculina, que vives como muy agresiva y piensas que si te expusieras
a ella perderías tu identidad (tus documentos). La cartera podría representar tu femineidad, tu
sexualidad, que podría ser robada, arrancada por la agresiva sexualidad masculina.
No sabes todavía si sentirte mujer frente a un hombre es bueno o malo, tienes miedo, aún crees
que prefieres volver a esa concepción de tu misma con la cual estás identificada: ‘volver a
Brasil’ sería continuar siendo una Mora que no se expone a la sexualidad masculina (el Perú) y
no necesita posicionarse como mujer.
Mora asiente, se queda pensativa.
A: ...Parece que esto tiene que ver con la sesión anterior. Cuando hablaste sobre la película:
”Final de Partida”2, parece que en el relato omitiste una parte…
M: (Se ríe) Una parte que omití?... No sé que dije, que no dije...
A: Qué pasa cuando el protagonista prepara el cuerpo de la persona que murió?
M: Ah! Sí! El primer cuerpo que prepara parecía ser el cuerpo de una mujer, pero él se da
cuenta que era un hombre. Al final lo que cuenta es la opción de esa persona muerta. El cuerpo
es preparado como la persona había elegido vivir, es preparado como una mujer. Hay una
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‘Final de Partida’ (Departures) Pelicula japonesa de Yojiro Takita.
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aceptación del padre, de la familia… (Se queda pensativa) Cómo separar lo que es del otro y lo
que es realmente mío?
Cuando Juan (amigo homosexual) me dijo: “Para mí tu eres un hombre en el cuerpo de una
mujer, yo tenía ganas de pegarle. Yo quería que él me viera como una mujer.
A: Ninguno de los dos estaba aceptando al otro. Tú no querías aceptar que él es homosexual, y
querías que te viera ‘como un hombre mira a una mujer’. E él no quería aceptar que tú eres una
mujer.
M: Tuve otro sueño: Estaba en un baño y entra una mujer y me toca la cola. Como si fuera una
‘cantada’. Me quedó sorprendida, pienso: “Y ahora qué hago?” Me quedo paralizada. Siento
algo ambiguo, me pregunto: “Porque no te acercas a ella para ver lo que pasa?” Pero no hago
eso, decido salir y me voy”.
A: Ahora estás hablando de otra mirada, que te ve como un objeto homosexual. Parecería que
aquí, en el análisis, estás tratando de encontrarte, de definir quién eres, descubrir tu sexualidad.
Te das cuenta que no quieres ser vista (ni verte) como si fueras un hombre (la mirada de Juan),
tampoco quieres ser vista (ni verte) como homosexual (la mujer del sueño).
M: En ese sentido, Juan está más definido que yo: se siente hombre y le gustan los hombres. Yo
quiero sentirme mujer pero no me siento con fuerzas. No puedo acercarme a un hombre porque
ni sé cómo es un hombre, es tan distante de mí que no hace parte de mi vida.
Yo no puedo morirme todavía, porque me siento tan incompleta que si me muriera ahora, parece
que mi vida no tendría sentido, como si dejara de vivir algo muy importante, falta una cosa muy
esencial, sin eso parece que el resto no se sustenta, por eso me apego tanto a la profesión.
A: Cómo podrías hablar de eso que sientes que falta?
M: Tengo ganas de sentirme mujer, de quebrar esa barrera, esa cáscara que deja mi femineidad
tan sofocada, no consigo darle forma, no sé cómo se hace. Siento que no soy nada. Si fuera el
cuerpo de la película (“La Partida”) no podrían decir nada de mí, sólo podrían decir: “No le
arreglen el pelo, no le pongan nada, ningún color, pónganle una ropa blanca, porque esa
persona no consiguió ser nada, es algo indiferenciado”.
A: Aquí estás tratando de encontrar tus propios ‘colores’, tu manera de sentirte viva y de ser tu
misma.
Comentarios:
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En el primer sueño, Mora está en el Perú, órgano masculino, deseando conocer el mundo de la
sexualidad, del hombre, del otro que es diferente, pero siente que es peligroso exponerse. Querer
conocer ese mundo es amenazador. Ese viaje también parece ser el análisis, un viaje peligroso
hacía el descubrimiento de sí misma. Descubre que no es inmune al dolor que significa percibir
su fragilidad, su incompletud, el choque con lo diferente, con lo masculino, que es sentido como
agresivo y peligroso. Quiere protegerse de esa exposición a la sexualidad adulta, apoyándose en
la imagen que tiene de sí misma, con la cual está acostumbrada: se presenta como una persona
defectuosa y frágil. Muestra las manos deformadas para que tengan pena de ella. En el análisis
Mora siente dolor al percibir que como analista puedo estar al lado de ella, puedo acompañarla,
pero no estoy adentro de su cabeza, somos dos personas separadas.
La postura de la madre es para Mora como la de esa mujer del segundo sueño, que la toca
dándole una ‘cantada’, como si fuera un ‘objeto homo’, el ‘hijito’ de la madre, o el falo de la
madre. En su fantasía, la postura de la madre es confusa. Tal vez hubiera preferido que ella fuera
un hijo varón?
Imagina la sexualidad genital como algo violento e invasivo, es una lucha en la cual pueden
despojarla de su femineidad (su cartera) y de su identidad (sus documentos). Tiene la fantasía de
una escena primaria agresiva. No puede tener realmente una vida sexual porque sería como
traicionar a la madre con un hombre, pues piensa su madre abandonó la sexualidad para
dedicarse a ella.
Puede crecer profesionalmente porque es un área más libre de conflictos, tiene una identidad
profesional que, aunque sea un aspecto parcial, es algo que le permite adquirir autonomía. A
partir de ahí, puede desarrollar otros aspectos de sí misma y puede tratar de salir de ese vínculo
simbiótico con la madre.
En esta sesión podría destacarse la importancia de la mirada del otro en la definición de la
identidad de la paciente
Cuando comenta la película “Final de Partida”, habla de la importancia de la mirada de
aceptación del otro para poder definir la identidad sexual del cuerpo ‘muerto’.
En el sueño: Si ella fuera vista como una mujer sería violentada, entonces trata de ser vista como
una persona frágil y defectuosa para preservarse.
Está también la mirada del amigo homosexual que no puede reconocerla como una mujer.
La mirada de la mujer del segundo sueño que la ve como un objeto homosexual (mirada de la
madre).
La mirada de Dora (orientadora) que espera algo de la postura profesional de Mora.
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Y, finalmente, está la mirada de la analista que pretende ser una mirada comprensiva para
permitir que ella pueda desarrollarse, encontrar su propia individualidad y definir su forma de
sentir y vivir su sexualidad.
Viñeta 3
Mora cuenta un sueño: Yo estaba en su casa, era de mañana. Usted estaba con su marido en la
cocina. Trato de entrar en la cocina para tomar el desayuno, pero cuando abro la puerta, usted
me dice, muy enojada: “No, aquí no puedes entrar!” y cierra la puerta. Yo me quedo muy
ofendida y, al mismo tiempo, curiosa: por qué usted no me deja entrar?
En este sueño, Mora expresa, por un lado, el deseo de estar dentro de la `casa-mente` de la
analista para mantener la ilusión de que no existe separación. Pero al mismo tiempo, empieza a
percibir que el otro (analista) es una persona separada. Eso trae como consecuencia el
descubrimiento de que ella y su madre (analista, objeto) no están solas en el mundo. Empieza a
darse cuenta que el objeto se relaciona con otro objeto (marido), no sólo con ella, es el tercer
elemento que simboliza al padre. Eso marca el pasaje de la bidimensionalidad para la
tridimensionalidad. A partir de ahí, Mora empieza a fantasear sobre las relaciones secretas de esa
pareja que, de hecho, la excluye para disfrutar mutuamente de una relación íntima. La conciencia
de la discontinuidad de la presencia del objeto, de su indisponibilidad ocasional y, por lo tanto,
de la existencia de otros objetos le hace sentir el dolor de la separación y percibir la importancia
del deseo, tanto del objeto como de ella misma.
Consideraciones finales
Aunque Mora tenga cronológicamente una edad adulta, en su análisis estamos permanentemente
enfocando aspectos infantiles y adolescentes y la paciente va construyendo aspectos que nunca
fueron construidos. Como en el caso del adolescente, que está en pleno proceso de desarrollo, el
análisis abre también aquí la oportunidad para que la paciente pueda ir construyendo aspectos de
sí misma que están potencialmente presentes pero que todavía no tienen una forma o no se
definieron plenamente.
Durante el análisis de Mora, paciente y analista tuvimos que vivir y superar en la transferenciacontratransferencia un sentimiento de desánimo, de que no valía la pena invertir en el análisis,
porque Mora se sentía muy limitada para desarrollarse como persona. En medida que la analista
pudo cambiar de actitud y apostar en el análisis, superando ese sentimiento, Mora respondió
colaborando activamente con una rica producción de sueños. Los sueños son imágenes a partir
de las cuales surge el pensamiento y la palabra para dar forma a sentimientos profundos y difusos
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que no tienen palabras conocidas y que al ser pensados, en el aquí y ahora de la transferencia,
pueden ser transformados para detener la tendencia hacia la nada, hacia lo neutro, hacia la
muerte, que muchas veces domina a la paciente. Así, a través del trabajo analítico, Mora puede,
poco a poco, aceptar sus limitaciones y percibir sus posibilidades, encontrando una manera
propia de ser ella misma y de vivir su sexualidad.
Como dice Green (1995): “Podríamos preguntarnos qué es lo importante? Qué es lo que tiene
mayor valor? El valor de la vida está vinculado a lo que todos los seres humanos comparten y
desean: la necesidad de amor, de gozar de la vida, de ser parte de una relación en su expresión
más completa, etc. Nuevamente tenemos que depararnos aquí con nuestra ideología sobre para
qué sirve el psicoanálisis. Cuál es su objetivo? Superar nuestras ansiedades primitivas? Reparar
nuestros objetos dañados por nuestra maldad? Atender a la necesidad de seguridad? Seguir
padrones de adaptación? O ser capaz de sentirse vivo e invertir en la muchas posibilidades
ofrecidas por la diversidad de la vida, a pesar de las decepciones inevitables, fuentes de
infelicidad y carga de sufrimiento?” (Green, 1995, p. 220)
Mc Dougal, en su trabajo Las múltiples faces de Eros dice que: “Si las sociedades buscan
salvaguardar la sobrevivencia social y si la medicina busca salvaguardar la sobrevivencia
biológica, el psicoanálisis no podría declarar como su ética el objetivo de salvaguardar los
factores que contribuyen para la sobrevivencia psíquica de los seres humano?
Mas, qué es exactamente la sobrevivencia psíquica? Tal vez pueda ser definida como la
capacidad del individuo de sustentar un sentimiento de identidad en sus dimensiones tanto
subjetiva como sexual, como también mantener un sentimiento de estabilidad narcisista, aunque
los niveles de autoestima sean constantemente afectados por circunstancias fluctuantes” (Mc.
Dougal, 1995).
Resumen
Este trabajo aborda el tema de la psicosexualidad y de los diferentes factores que intervienen en su
constitución. A partir de un caso clínico, enfoca ciertas estructuras psicopatológicas que parecen estar fijadas en un
tiempo en el cual no existe la diferenciación sexual. En esos casos, el sujeto construye la fantasía de una
asexualidad, no se siente ni hombre, ni mujer, se siente una persona neutra. El apego pre-edípico del niño a su madre
es lo que definiría este tipo de estructuración psíquica.
Se destaca la importancia de la presencia del padre, para que el niño pueda percibirse separado de la madre y pueda
relacionarse con los otros, ampliando las posibilidades de contención y fluidez de los sentimientos de amor y de
odio. Si el padre está ausente, persistirá en el niño la preeminencia del apego pre-edípico a la madre en el cual sólo
es posible el establecimiento de relaciones diádicas, indiferenciadas y asexualdas.
En estos casos, el análisis y la postura del analista tienen la función de abrir una oportunidad para que el paciente
pueda superar la postura pre-edípica, simbiótica e indiferenciada, y acceder en su vida psíquica al reconocimiento de
la separación, de la incompletud, de la diferencia, del otro.
Resumo
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Este trabalho aborda o tema da psicossexualidade e dos diferentes fatores que intervêm em sua
constituição. A partir de um caso clínico, enfoca certas estruturas psicopatológicas que parecem estar fixadas num
tempo no qual não existe a diferenciação sexual. Nesses casos, o sujeito constrói a fantasia de uma a-sexualidade,
não se sente nem homem nem mulher, mas neutro. O apego pré-edípico da criança à mãe é o que definiria este tipo
de estruturação psíquica.
Destaca-se a importância da presença do pai para que a criança possa se perceber separada da mãe e possa
se relacionar com os outros alargando as possibilidades de contenção e fluidez dos sentimentos de amor e de ódio.
Se o pai estiver ausente, persistirá na criança a preeminência do apego pré-edípico à mãe no qual só é possível o
estabelecimento de relações diádicas, indiferenciadas e assexuadas.
Nestes casos, a análise e a postura do analista têm a função de abrir uma oportunidade para que o paciente
possa superar a postura pré-edipica, simbiótica e indiferenciada, e aceder em sua vida psíquica ao reconhecimento
da separação, da incompletude, da diferença, do outro.
Abstract
This paper addresses the issue of psycho-sexuality and the various factors involved in its formation. From a clinical
case focuses certain psychopathological structures that appear to be set in a time in which there is no sexual
differentiation. In such cases, the subject constructs a fantasy of asexuality, he don’t feels as a man nor as a woman,
but as a neutral person. The pre-Oedipal child's attachment to his mother is what would define this type of psychic
structure.
The importance of the father's presence is emphasized, so that the child can be charged separately from the mother
and can relate to others, expanding the possibilities of containment and flow of feelings of love and hate. If the
father is absent, the preeminence of the pre-oedipal attachment to the mother will persist in the child, in this case is
only possible to establish dyadic undifferentiated and no sexual relationships.
In these cases, the analysis and the analyst position have the function to open an opportunity for the patient to
overcome the pre-Oedipal, symbiotic and undifferentiated stance, and access his psychic life in recognition of the
separation, the incompleteness, the difference, the other.
Referencias Bibliográficas
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