... y lo que trajo consigo” “Leyendas desfasadas sin ningún fundamento, nos hablan de la fuente de la vida, un manantial que dota, a quién bebe de sus aguas, juventud eterna. Si ya hubierais visitado Ribafrecha, no os creeríais esas paparruchas, pues la primera persona que consiguió la juventud eterna ni bebió agua de la fuente San Pelayo, ni acudió a los remedios curativos del viejo boticario.” Nuestra historia comienza en la carretera que une Logroño con Ribafrecha, cuando, desgraciadamente, un coche de turismo en el que viajaban un matrimonio con su hijo y la abuela, colisiona fuertemente contra una furgonetilla procedente de “La Sierra” que conduce un viejo vendedor ambulante. Ambos automóviles quedan hechos añicos, y tal es la magnitud del choque, que el transportista, y el matrimonio y su hijo mueren, quedando como única superviviente la abuela, que es inmediatamente ingresada en el hospital... Un mes le costó salir del coma: treinta días interminables para los vecinos y amigos que la arropaban en la residencia, pensando tristemente en el momento en que Alegría – pues es así como se llamaba esta anciana de 80 años- se recuperaría, y se encontraría con la terrible noticia de que sus tres únicos familiares, yacían bajo la tierra del cementerio de San Pedro. Llegó el momento en que Alegría despertó. Un mareo le recorrió la piel. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Miro a su alrededor, y comprendió que se encontraba en la habitación de un hospital. Pero, ¿que le había sucedido? ¿Por qué estaba ahí, en esa cama? Después de estar un buen rato cavilando, se acordó del terrible accidente en el que sus familiares murieron, y pesarosa, esperó ansiosa que alguien viniera para saber que es lo que había pasado exactamente, para poder volver cuanto antes a su hogar. De repente, Juli, la mejor amiga de Alegría, entró por la puerta con un nescafé, y tal fue la sorpresa al verla despierta, que tirando al suelo el vaso de plástico que llevaba en las manos, se lanzó emotivamente hacia ella para abrazarla. Seguidamente, Juli, tras comprobar que su amiga estaba bastante mejor, le explicó lo que ocurrió exactamente, y le invitó a venirse a vivir con ella y su marido, pensando en la soledad que su amiga pasaría a partir de entonces. - pensamiento equívoco, por cierto... – Pasada una semana, nuestra protagonista se recuperó totalmente, y regresó a Ribafrecha, a su hogar de siempre, la casa en la que hace apenas treinta días, vivía feliz con su hijo, su nuera y su nieto. Juli comprendió el rechazo de Alegría, pues como esta última decía: tarde o temprano me tendré que acostumbrar a esta nueva vida, además, tú ya tienes una familia con la que debes convivir”. Muchos recuerdos le traían lo que albergaban esas paredes, y a pesar de que muchas veces sentía profundas ganas de llorar, gracias al apoyo de los vecinos del pueblo que se acercaban hasta su casa para animarla, reflexionó, y acabó pensando que tendría que asimilar la muerte de sus familiares, sin dramatizar su vida, pues ella podía seguir siendo la misma mujer vital y emprendedora de siempre y compartir desde ahora sus mejores momentos con Juli y otras amigas. Pasó el tiempo, y Alegría no tiró nada perteneciente a sus familiares fallecidos. Nada cambió de sitio, todo se quedó tal cual lo dejaron sus dueños... Día a día, la anciana olía las ropas que se quedaron en los armarios, y regaba las plantas que el matrimonio guardaba en su habitación (A pesar de que las dio todas por marchitas tras volver del hospital). De esta forma, la anciana los recordaba, pero orgullosa de ellos y contenta de lo que habían conseguido en lo poco que habían podido disfrutar de la vida. Pero lo más importante, es, que todas las noches, antes de irse a la cama, Alegría rasgaba las 6 cuerdas de la guitarra eléctrica de su nieto, haciéndole revivir los momentos en que aquel niño de 10 años componía bonitas melodías que luego tocaba para ella sin que nadie se enterara. Transcurrían los días, y Alegría tenía cada vez más ganas de desfrutar de la vida. Ya que ahora no podía inventar historias para su nieto, decidió escribir una obra teatral para el grupo de teatro del pueblo, y cuando la terminó, decidió apuntarse al “grupo de Teatro Tango”, y tras unos meses de ensayo en los que nadie estaba muy convencido de la incorporación de la anciana al grupo, se estrenó con éxito su obra, en la que Alegría daba vida a un insignificante personajillo, que pasó a ser el centro de atención del público debido a la gracia con la que la anciana lo interpretaba. Ya había escrito una obra teatral, y había participado en ella, pero Alegría quería hacer algo más, y sin dejar a un lado sus ratos para redactar y los ensayos del teatro, decidió bajar semanalmente a Logroño, para aprender lo que estaba completamente segura que a su nieto le hubiera gustado continuar: tocar la guitarra eléctrica. Cada lunes, cogía un autobús a media mañana, que le dejaba a escasos metros de la academia en la que aprendía a tocar este moderno instrumento musical. La noticia, empezó a alarmar a la gente del pueblo, que pensaban que la señora estaba yendo demasiado lejos con su afán por vivir, pero ni los cuchicheos, ni las críticas, hicieron que Alegría dejara de practicar día a día los ejercicios y melodías que su joven profesor le enseñaba. Además, la anciana tenía una facilidad increíble para la música, lo que hizo, que en apenas siete meses, comenzara a componer sus primeras melodías, y ofreciera, de vez en cuando, alguna breve actuación junto a un principiante de batería. Alegría, vivía una de sus mejores épocas: se encontraba muy bien en cuanto a salud. Desde que empezó a tocar la guitarra, parecía que cada vez los huesos le dolían menos, que tenía menos problemas con la espalda, y que, veía mejor, tanto, que tuvo que acabar quitándose las gafas. ¿Por qué le habría pasado esto? Además, hablando de su estado anímico, se encontraba de maravilla, se sentía joven por dentro, y disfrutaba con cada iniciativa que tomaba. ¿Podría ser esto un milagro? ¿Habría conseguido rejuvenecer? Todo marchaba muy bien, pero Juli, cada vez estaba más enferma, y no salía de la cama debido a unos fuertes dolores que sufría en las piernas: deseaba morir. Alegría, desesperada por el estado en que se encontraba su amiga, pensó en lo que le había ocurrido a ella, y decidió utilizar la misma fórmula: empezó comprándole un radiocasete y varios recopilaciones de rock, música que empezó a animar a la enferma. Poco a poco, ésta se iba recuperando; revisaba con Alegría las obras que ésta inventaba, y desde que un día la escuchó tocar la guitarra, hasta se mostró interesada por aprender algo de música... Así que, finalmente, Juli acabó siguiendo los pasos de su amiga bajando a Logroño para aprender a tocar el teclado. Su enfermedad desapareció por completo, y Alegría, asombrada, se dio cuenta de lo que les había ocurrido: ¡habían rejuvenecido sólo por sentirse útiles y tener un poquito de iniciativa y esperanza! Este pensamiento, no sólo se les pasaba por la cabeza a las dos amigas, sino que todo el pueblo lo analizaba... Cada vez eran más los ancianos que cuchicheaban pero no criticando, sino admirando a las dos señoras. Después de una gran asamblea, todos los jubilados del pueblo decidieron acudir a Juli y Alegría para preguntarles cuál era su secreto. Estas, que al principio les reprocharon todas las críticas que recibieron por parte suya, no tuvieron ningún problema en contárselo y acabaron cediendo. Durante los días siguientes, el anciano que no pintaba, pescaba o jugaba a escondidas un partido de fútbol. Otros cantaban y bailaban, y algunos, hasta cogieron su escopeta y se dispusieron a cazar como en los viejos tiempos. Al principio, nada funcionaba, pues no ponían ni empeño ni ilusión, pero pasados unos meses, todos se sintieron como niños por dentro, como si hubieran recuperado de pronto esa vitalidad que les abandonó a medida que envejecían. Todo esto ha llevado, a que en la actualidad, todos los ancianos de Ribafrecha convivan juntos en el hogar del jubilado, donde organizan sus actividades disfrutando como el primer día: tienen una sala de pintura, cabinas de música, ordenadores, ciberteca, salón de baile, y, ¡la oficina central del club de paracaidistas de Ribafrecha! Aunque parezca increíble, desde que un jubilado enamorado del vuelo decidió un día cumplir su sueño, todos los sábados por la mañana, un centenar de jubilados con cara risueña, descienden desde el Hayedo en parapente aterrizando espectacularmente en el césped de las piscinas! Todo un espectáculo digno de admirar, que niños, jóvenes y adultos presencian cada fin de semana orgullosos de sus mayores. Nadie sabe por qué han conseguido conservarse así de bien. Piensan que verdaderamente existe una fuente de la vida, o que el boticario les dejó escondidas algunas hierbas milagrosas, y no se explican, como ha podido resurgir en ellos la juventud. Ah, se me olvidaba. Alegría y Juli están de gira con Alejandro Sanz. Dut-nevuj (seudónimo) GERMÁN BARRIO GARCÍA