Elecciones, ciudadanos y candidatos al congreso: Un triangulo sin

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Elecciones, ciudadanos y candidatos al congreso:
Un triangulo sin base.
Mg. Sandro Macassi Lavander
Jefe de proyectos del IOP
468 candidatos pero una lista corta de elección
Si algún ciudadano ejemplar se propusiera conocer las características de cada uno de los
468 candidatos para el Congreso de la República que están en carrera, tendría que
recurrir a las hojas de vida que el JNE publica en su página Web1, sin embargo, la
información allí consignada difícilmente podría inclinar su voto preferencial a favor de
uno y otro candidato, y, por lo tanto, sería remoto que el conocimiento concienzudo de
las características de los candidatos incline la selección del voto preferencial prospecto.
Más allá del entusiasmo del marketing y la publicidad por convencer a los candidatos
por determinada estrategia de segmentación y de posicionamiento, está claro que los
ciudadanos no se plantean elegir entre los 468 candidatos y los spots y paneles
publicitarios que prometen “honestidad y justicia”, “venta de medicinas genéricas” o
“lucha contra la corrupción” no llegan a la retina ciudadana, nadie vota por una
promesa, sin conocer a la persona, sin establecer niveles de confianza, sin atribuirles
valores, capacidades. En verdad en el campo de elección de los ciudadanos existe una
lista corta de entre 5 y 10 nombres de candidatos, que se definen en función de la
recordación y la atribución que se les hace respecto a algún desempeño pasado.
En tal sentido la representación está mediada por la confianza construida por el
candidato o atribuida por el ciudadano, pero esta confianza ha venido socavándose
estructuralmente en la medida que las dimensiones urbanas han restringido mucho la
interacción cara a cara, por los niveles de saturación informativa de la comunicación
política y debido a excesiva complejidad e intermediación de los sistemas políticos2 que
alejan al ciudadano de su representación y desvanecen el nexo entre demandas y
políticas.
Frente a este panorama resulta oportuno preguntarse cómo los ciudadanos construyen
sus listas de elección de candidatos para el congreso, dado que los partidos políticos no
funcionan, las ideologías políticas no organizan el relacionamiento con lo político y la
clase política se muestra incapaz de superar los intereses particulares y actuar en base al
interés del bien común.
Si no lo veo, no lo voto
Frente a la amplia gama de candidatos en cada elección congresal, los ciudadanos se
vinculan con aquellos candidatos que en primer lugar los reconocen, los sienten
cercanos y en segundo lugar les atribuyen alguna capacidad de cambio. Existe algunas
formas de visibilidad pública que facilita en mayor o menor medida la posibilidad de
1
2
Proyecto voto informado del JNE: www.votoinformado.pe
CASTELLS, Manuel. La Era de la Información. Economía, Sociedad y Cultura. VOL I
estar en la lista de elección del ciudadano o ciudadana, es decir, en el campo cognitivo
de los electores, estas formas de visibilidad y por ende de construcción de cercanía son
diversas, entre las que encontramos las siguientes:
a
Tener algún capital político que le haya permitido ser conocido y que fácilmente
pueda ser identificado con una causa un tema, una gestión o una sector poblacional.
En esta categoría entran los políticos profesionales, los ministros y funcionarios, y
congresistas y excongresistas con trayectoria, ciertamente también los operadores
políticos que al viejo estilo han desarrollado relaciones clientelistas con sectores
poblacionales alrededor de programas sociales.
B
Tener algún capital mediático de una exposición permanente que haya fijado su
rostro en las retinas de los ciudadanos antes de convertirse por estas épocas en electores.
En esta categoría tenemos a cantantes criollos o folklóricos, vedettes, humoristas,
comentaristas deportivos, periodistas y también a vendedores de fotocopiadoras, y un
sin fin de miembros de la farándula nacional.
C
Tener algún capital temático: profesionales, empresarios y especialistas,
exitosos o simplemente fluidos en el lenguaje, que permanentemente han expuesto sus
ideas o acciones en los medios y que de alguna manera han construido una imagen que
les ha permitido hacerse conocidos y con ese capital de imagen tentar el puesto
irrenunciable de 5 años a buen sueldo. En el actual proceso electoral tenemos exfiscales, defensores de derechos humanos, ex presidentes de algún consorcio
empresarial, economistas, comentaristas políticos e incluso abogados de casos famosos.
D
Tener un capital identificatorio, como es el caso de deportistas por mérito propio
que han brillado dentro o fuera de las canchas, enmarcados generalmente en una
narrativa de heroísmo. Entre los que podemos encontrar últimamente voleybolistas
encabezando los primeros puestos de varias listas, corredores de autos, campeones de
algún deporte olímpico y con algo menos de brillo también presidentes de algún club
deportivo.
E
Tener un capital de adscripción: Que está referido a las relaciones construidas
entre miembros de las comunidades y con sus líderes, en esta categoría cabe la
postulación de una la hija del fallecido líder de los israelitas, ciertamente también los
líderes sindicalistas y gremiales, pero con menor capacidad de asegurar los votos,
líderes territoriales especialmente en el caso de postulantes al congreso por regiones.
Este listado de modalidades por las cuales los candidatos cuentan con un nivel de
visibilidad y puede ser más extensa, y sus combinaciones frecuentes, pero lo cierto es
que en la mayoría de casos tienen un vértice en común, que salvo la última categoría,
prácticamente todos tienen a los medios como la faja de transmisión de su visibilidad,
tanto políticos, como profesionales o deportistas, e incluso aquellos que se hacen
visibles por el escándalo o las acusaciones de delitos tienen a los medios de por medio.
Aquellos que no cuentan con ningún capital de visibilidad se hacen visibles gracias a
una denuncia de los medios como ocurrió con la enfermera de Fujimori o con los
denunciados por sus vínculos con el narcotráfico, salieron del anonimato y ahora
cuentan con una notoriedad pública aunque no con la confianza de los electores.
En conclusión, el escenario actual, para hacerse de una visibilidad suficiente, que se
mantenga en la retina de los electores, es más fácil construir un capital identificatorio o
uno mediático que construir un capital político o uno de adscripción. Por lo tanto, existe
un divorcio entre la naturaleza de la política: las ideas, las propuestas los planes y la
gestión del gobierno, con la forma en que el ciudadano se vincula con lo público, que
trae como consecuencia la “política de masa delgada”.
Si voto por ti, mañana no me acuerdo
A diferencia de las elecciones del 2011, en el siglo pasado los partidos de masas
operaban en base a capitales políticos y de adscripción, organizados sobre otras formas
de comunicar la política, ancladas en la comunicación comunitaria, familiar (el APRA),
células de militantes, de relacionamiento con los líderes (APRA, PPC) y alrededor de
las movilizaciones (sindicatos y grupos de izquierda), discursos en plazas públicas,
comunicación impresa, y radial. A finales del siglo pasado este esquema se desquebrajó
con el protagonismo que adquirió la televisión y las transformaciones consecuentes en
los procesos electorales y en el ejercicio de gobierno, que fueron descritas como
videopolítica por Sartori y que Oscar Landi analizó en América Latina3.
En el escenario actual la comunicación política es cada vez más dinámica, más efímera
y poco profunda. Las formas de comunicar la política se han transformado con la
digitalización y con las redes sociales4, el motor de la política no es mas la ideología
sino el drama5 y la economía, y, las encuestas enmarcan las decisiones de los
gobernantes. Algunos autores como Lee6 sostienen que la credibilidad en los sistemas
comunicativos ha desplazado a la credibilidad de los sistemas partidarios y de gobierno,
que la ideología y militancia correlaciona más con la credibilidad en los medios que con
la credibilidad en el gobierno, por ello la importancia de entender la relación que los
ciudadanos establecen con el sistema comunicativo de lo político y las modalidades de
relacionamiento con los candidatos.
Vivimos una época vertiginosa de cambios acelerados, en las tecnologías de
comunicación y en los modos de relacionamiento, en las formas de construir la
confianza pública, cambios que afectan a la relación que los ciudadanos establecen con
sus líderes políticos, pues la construcción de la confianza no está pasando por el capital
político acumulado por los postulantes sino por los otros capitales mediaticos e
identificatorios.
3
4
5
6
Landi Oscar (1991)., "Videopolítica y cultura", en DIA-LOGOS de Ja Comunicación No. 29,
Lima.
Pan and Cosiski (2001). Framins as a strategic action in public deliberation. In Framing public life:
perspectives on media and our understanding of the social world. Reese et al , Routledge
Communication Series P 35.
Newman plantea que los frames enmarcan los acontecimientos públicos y políticos y estos se guian
por gramáticas de interés humano, de consecuencias económicas, de conflictos, de moralidad y de
responsabilidad. NEUMAN, R; JUST, M and CRIGLER, A (1992). Common knowledge.
Chicago, IL: University of Chicago Press. 172 pp
Lee, Tien-Tsung (2010). Why They Don't Trust the Media: An Examination of Factors Predicting
Trust. American Behavioral Scientist september 2010 54: 8
Existen tres factores claves que están ahondando la brecha entre ciudadanos y
candidatos durante los procesos electorales:
 El cotidiano escrutinio público que el periodismo realiza de los candidatos (con
sustento o no), que los arrincona y genera una dinámica de conflicto entre
medios y candidatos, que cambia el centro gravitacional de la política,
llevándolo de la “res pública” hacia la protección de la imagen y la popularidad.
 La multiplicación de la oferta informativa en medios abiertos, en radio, en
periódicos de 50 céntimos, por cable y en la Web, con información vasta, a
veces contradictoria, y en ocasiones funcionando como instrumentos de
campaña, que aturde al ciudadano y perdiéndose la centralidad comunicativa.
 El desarrollo de campañas electorales débiles en propuestas y centradas en la
guerra sucia y los ataques al oponente (últimamente instrumentando las redes
sociales), que incrementa la desconfianza y que conlleva a un descreimiento
crónico, a un cinismo político de los ciudadanos.
Cabe señalar que la dificultad que los candidatos al congreso tienen para comunicarse y
representar a los ciudadanos es, también, parte de la dificultad que tienen los partidos
para recoger las demandas sociales y poder articularlas en un discurso homogéneo y
coherente. Es cierto que el actual sistema de partidos agudiza el problema, que el
sistema de elección de los congresistas no permite fortalecer una relación de
“accountability” y que la ley de partidos vigente prioriza las alianzas frágiles y los
“partidos de vientre de alquiler”, pero más allá de eso, el sistema comunicativo y la
cultura política de los ciudadanos no se orienta hacia lo político, se encuentra divorciada
y fracturada del sistema político.
El uso de los nuevos medios como el facebook y el twiter están cobrando cada vez más
importancia en las elecciones pero ello no garantiza la fidelidad y la construcción de una
relación con el ciudadano, pues esa es la amarga lección del ahora presidente Obama
que luego de una movilización digital paso en poco tiempo a una rotunda derrota
electoral en el congreso. Ganó las elecciones basándose en un inteligente uso de las
redes sociales pero su capital electoral fue débil poco leal y efímero.
Voto preferencial y el arrastre de la votación presidencial
Frente a las dificultades de establecer vínculos con los candidatos al congreso resulta
difícil al ciudadano de Lima escoger por alguno de ellos, de hecho en las pasadas
elecciones del 2006 de los 15 congresistas más votados a nivel nacional, siete de ellos
tenían el primer lugar en las listas parlamentarias y otros seis ocupaban los 5 primeros
puestos y se beneficiaron de los votos por la lista y en menor medida por el voto
preferencial. Solo 2 candidatos obtuvieron una votación propia que los colocó entre los
15 más votados: Gaby Pérez del Solar, la voleybolista obtuvo la quinta mejor votación y
Guido Lombardi, reconocido periodista obtuvo el puesto 11, en ambos casos su capital
identificatorio y mediático fue determinante para apalancar el voto preferencial.
Además, en las elecciones del 2006, de los 35 congresistas elegidos por Lima, 21
curules fueron ocupados por candidatos que figuraban entre los 5 primeros puestos de
las listas partidarias. El resto, 14 curules, fueron ocupados por congresistas en puestos
posteriores, lo cual refuerza la idea que la votación presidencial suele arrastrar la
votación parlamentaria y el voto preferencial tiene una lugar marginal en la elección de
los congresistas, aunque significativa cuando se trata de un voto cruzado (cuando se
vota por una lista congresal diferente a la lista presidencial) que suele suceder cuando el
voto es estratégico, usualmente en contra de otro candidatos presidencial.
Las elecciones 2006 demostraron también, que aquellas listas parlamentarias que no
tienen candidatos a la presidencia de la república, tienen muchas menos posibilidades de
alcanzar algún número significativo de curules, en las presentes elecciones el panorama
es similar, las tendencias que presentan las encuestas apenas dan un 5% de posibilidades
a las listas (la lista del APRA por ejemplo) que caminan sin el tren de arrastre que es el
candidato presidencial.
En conclusión, los ciudadanos desprovistos de elementos de relacionamiento con los
candidatos congresales, organizan su votación en función de su preferencia presidencial
que de alguna manera es más clara, a partir de allí define su voto sea por un candidato
de su preferencia, sea para apoyar al candidato presidencial o como suele suceder cruza
su voto a favor de algún otro congresista de otra lista que le inspire confianza.
Hay que subrayar que, al entrar en crisis los partidos políticos, los candidatos al
congreso pierden especificidad, es decir, que se dejan de lado los planteamientos
ideológicos y programáticos y de política pública, y pasan a ser conglomerados de
personas pugnando entre ellas en una misma lista, con diferentes capitales al inicio de
partidor, con discursos basado en issues aislados y heterogéneos, lo cual aturde al
ciudadano y lo empuja a votar por elementos basados en la confianza y la credibilidad
que generalmente están anclados en las características de la personalidad y la imagen
proyectada.
El riesgo latente de una elección parlamentaria como la actual, donde existe un débil
relacionamiento del ciudadano con de los candidatos al congreso, es que con el tiempo
“la des-intermediación desembocará en una democracia directa, en una ecuación en la
cual estorbe la representación política7 y sea caldo de cultivo de otra aventura autoritaria
que en nombre de la democracia directa socave a la misma democracia.
7
Barragán, Luis (2001). ¿Cuál ciberdemocracia? Analítica.com.
http://www.analitica.com/va/sociedad/internet/8131153.asp
Referencia Biográfica
SANDRO MACASSI LAVANDER.- Bachiller en Psicología y magíster en
comunicación por la Pontificia Universidad Católica del Perú, se ha desempeñado como
docente en dicha institución y en la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Fue director del Centro de Investigación de la Asociación de Comunicadores Sociales
‘Calandria’ y actualmente se desempeña como Jefe de Proyectos del Instituto de
Opinión Pública (IOP).
Ha realizado diversas investigaciones sobre cultura política, prevención de conflictos y
comunicación, es autor del libro ‘Culturas juveniles, medios y ciudadanía. El nuevo
horizonte generacional y las disyuntivas de la inserción de los jóvenes en la sociedad’
(Lima, 2001) y coautor del libro "Juventud y gobiernos locales. Espacios y mecanismos
de participación" (Lima 2004) y también del libro "Prensa amarilla y cultura política
en el proceso electoral" (Lima, 2001).
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