Grupo Coppan SC Proliferación Nuclear Octubre 16, 2006 Corea del Norte: caso no resuelto El día 9 de octubre el régimen norcoreano de Kim Jong Il reportó haber realizado, exitosamente, la detonación subterránea de un artefacto nuclear. De confirmarse el éxito de esta prueba, colocaría a Pyongyang como el noveno miembro del selecto Club Nuclear. El 15 de octubre el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1718, que impone sanciones a Corea del Norte. No incluye ninguna medida de carácter militar. Se limita al embargo de armamento y a la revisión de embarques de mercancías a ese país. China y Rusia se encargaron de bajar el tono de la resolución, mientras que Francia, Japón y Gran Bretaña aprobaron desde el principio la propuesta estadounidense de la resolución. Historia de una crisis anunciada El fin de la guerra de Corea, en 1953, dependió en buena medida de la amenaza de Eisenhower de utilizar armas atómicas de no alcanzarse un acuerdo. El armisticio suspendió las hostilidades, pero no resolvió el conflicto. A partir de entonces, Kim Il Jung -en el poder desde 1948 hasta su muerte en 1994, cuando lo reemplazó su hijo, Kim Jong Il, actual líder en Pyonyang-, contó con el apoyo de Rusia y China para el desarrollo de tecnología nuclear. Se estima que en los noventa contó también con el apoyo de Pakistán, a través de de Abdul Qader Khan, líder del proyecto nuclear de ese país. Desde 1986 Corea del Norte cuenta con dos pequeños reactores de plutonio en el Yongbyon Nuclear Scientific Research Center, asunto que fue mantenido en secreto hasta principios de los años 90, cuando Estados Unidos buscó desalentar a Pyongyang de continuar su programa nuclear. En 1994, Estados Unidos y Corea del Norte firmaron el Agreement Framework (Acuerdo de Cooperación), en que el régimen norcoreano se comprometió a suspender el programa de producción de plutonio a cambio de combustible, cooperación económica y la construcción de dos plantas energéticas a base de agua ligera. Este acuerdo logró detener por unos años el problema. Sin embargo, el incumplimiento parcial de ambas partes y el cambio de gobierno en Estados Unidos, llevaron a su virtual rompimiento cuando en enero de 2002, después de que el presidente George W. Bush colocó a ese país en la triada del Eje del Mal – a la par de Irán e Irak- , Kim Jong Il anunció la reanudación del programa de enriquecimiento de uranio y plutonio. A finales de 2002, Corea del Norte reactivó la estación nuclear de Yongbyon e invitó a abandonar su territorio a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). En 2003, Corea del Norte denunció el Tratado de No Proliferación Nuclear. Infructuosas negociaciones 2 A partir de entonces inició la llamada negociación de seis bandas, en la que participan Corea del Norte, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Rusia y Japón. Corea del Norte manifestó su disposición a alcanzar un acuerdo similar al de 1994, y suspender su programa nuclear a cambio garantías de que Washington no llevará a cabo ninguna ofensiva militar, la promesa de construcción de un reactor de agua ligera, y el fin de las restricciones financieras y comerciales impuestas por Estados Unidos. A cambio de ello, Pyongyang se comprometería al uso pacífico de la energía nuclear, a restablecer sus relaciones diplomáticas y al completo desarme, de manera que pudiera ser verificado y se hiciera de manera irreversible. Las cinco rondas de las Pláticas de los Seis no dieron los frutos esperados. Estados Unidos se ha negado a otorgar cualquier garantía en tanto Corea del Norte no suspenda su programa nuclear de manera definitiva, con todas las verificaciones internacionales. Japón comparte la posición estadounidense, pero está constitucionalmente incapacitado para llevar a cabo cualquier ofensiva militar. China es el principal proveedor de energía y alimentos de Corea del Norte y quien podría tener mayor influencia sobre Pyonyang. China propone un camino intermedio, hasta ahora inaceptable para Estados Unidos. Mismo es el caso de Rusia. Ni China ni Rusia parecen dispuestos a apoyar medidas más drásticas, y mucho menos a embarcarse en una ofensiva militar. Los efectos de la resolución 1718 Las presiones para tomar medidas más drásticas contra el régimen norcoreano, impulsadas por Estados Unidos y Japón, tuvieron poco éxito. La resolución 1718 establece el embargo de todo tipo de armamentos a Corea de Norte, la confiscación de activos financieros en el exterior relacionados con el proyecto nuclear y la revisión de embarques de mercancías hacia este país para verificar que no se estén enviando materiales prohibidos. China y Corea del Sur han declarado ya la imposibilidad de verificar todos los embarques de mercancía, pues no cuentan con los sistemas ni los recursos para hacerlo, señal de que incluso estas medidas podrían tener poco efecto. Corea del Sur cuenta con 30 mil tropas estadounidenses estacionadas en su territorio (las últimas cabezas nucleares de Estados unidos en ese país fueron retiradas en el último lustro). Por múltiples razones Seúl está con Estados Unidos, pero también es el país que tiene más que perder en un conflicto y por lo tanto el más interesado en una negociación. La negociación “todo a cambio de nada”, propuesta por Estados Unidos, ha resultado un fracaso. Ahora será necesario negociar con Kim Jong Il bajo el supuesto de que ya cuenta con armas nucleares, lo que fortalece su posición. La ofensiva militar resulta impensable. Esto obliga a buscar una fórmula más realista en la que China está destinada a llevar el liderazgo, convencer a Japón y Estados Unidos de entrar en una verdadera negociación, posición que seguramente contará con el apoyo de Rusia y de Corea del Sur, y tarde o temprano con la anuencia de Estados Unidos, ante la imposibilidad de imponer sus soluciones en esa parte del mundo. *Con la colaboración especial de Ma. Dolores Hernández J.