IVÁN Y SU SUEÑO - Amarillo verde y azul

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IVÁN Y SU SUEÑO.
En un lejano lugar, en el ombligo del mundo, se encontraba la Isla de Las Sirenas.
Allí, un niño llamado Iván, le pedía a su abuelo que le contará un cuento antes de irse a dormir.
Su abuelo le dijo si quería conocer la historia de las sirenas, aquellos seres que Iván siempre
había escuchado nombrar, pero que nunca había visto.
-
Sí, abuelito, cuéntamela, siempre he querido saber por qué ya no hay sirenas en las
isla.
-
Bueno, Iván, escucha atentamente:
“Hace muchos, muchísimos años, esta isla estaba llena de preciosas sirenas, seres mitad mujer
y mitad pez. Eran bellísimas, con el pelo largo y rubio, con una cola de pez de color verde y
con una voz preciosa, con la que deleitaban a los marineros.
Pues había tantas que la Isla se llamó la Isla de las Sirenas. Los marineros solían verlas al
amanecer y también con la puesta de sol.
Las sirenas eran muy alegres, les encantaba navegar al lado de los barcos, cantando y
animando el duro trabajo de los marineros.
Todo era maravilloso, todos los habitantes de la isla eran felices con ellas, se las cuidaba y se
las respetaban. Hasta que el pueblo se fue modernizando: llegaron las fábricas, los coches, la
basura y todo lo que hoy ves a tu alrededor.
Durante mi juventud llegué a ver a una de las últimas sirenas, y me dijo que se habían ido a
otro sitio porque la vida en la isla era muy difícil.
Algunas habían muerto atrapadas en las redes a la deriva de los pescadores, otras se habían
tragado plásticos. Cuando salían a pasear tenían que ir esquivando las botellas y toda la basura
que navegaba sin rumbo por el mar.
La vida se volvió muy dura, viendo cómo otros animales también morían y sufrían, como las
tortugas marinas, que se alimentaban de bolsas de plástico que confundían con medusas, su
alimento favorito.
Debido a esta contaminación marina las sirenas fueron desapareciendo, y hoy en día ya no se
han vuelto a ver, convirtiéndose en un mito”.
-¡Qué pena abuelito!, ¡pues yo quiero ver una sirena! - se quedó pensativo- Y si las sirenas se
fueron porque el mar estaba sucio, si lo limpiamos ¿a lo mejor vuelven? dijo a su abuelito.
El abuelo le respondió que eso sería imposible, que hoy en día no quedan en los océanos
paraísos limpios.
-
Pero Iván, no te voy a quitar la ilusión de que algún día puedas verlas.
Entonces Iván le dio un beso a su abuelito y se quedó dormido.
A la mañana siguiente buscó a su abuelo y le dijo que había tenido un sueño y que iba a
conseguir que las sirenas volvieran a la isla.
Salió corriendo hacia el cole, y allí, durante el recreo les contó a sus amigos Elena, Lola,
Cristóbal y Raúl, el sueño que había tenido, y les pidió su ayuda. Tenía que conseguir su sueño
y no pararía hasta conseguirlo.
Lo primero que hicieron fue hablar con el padre de Elena, que era el alcalde, para que se
instalaran depuradoras en toda la isla y nunca más se produjo ningún vertido de aguas
contaminadas al mar.
Además, ellos decidieron hacer unos carteles donde explicaban el peligro de contaminar el
mar y todas las tardes iban a la playa a explicárselo a los bañistas. Desde entonces todas las
playas estaban limpias y la basura en sus papeleras correspondientes. En la papelera azul, el
papel y el cartón; en la papelera amarilla, los envases; y el la papelera verde, el vidrio.
Iván se hizo mayor, pero nunca abandonó su sueño. Estudió Ingeniería Aeroespacial, y dedicó
su vida a luchar contra la contaminación marina. Unas de los primeros inventos que hizo fue la
creación de barcos que funcionaban con energías renovables, ya no habrían más mareas
negras. Además, creó un sistema de pesca tradicional que manejaban unos robots, y se
dejaron de usar las redes, que siempre se rompían y acababan perdidas en la mar.
Iván siguió inventando cosas, como fueron las bolsas biodegradables y una máquina de
retorno de envases, gracias a la cual todo el mundo devolvía las botellas y las latas.
Pero, a pesar de todo, aunque ya no se vertía basura al mar, había sido tanta la basura que
durante años se había tirado, que las corrientes se la había llevado y se formaban sopas de
plástico en zonas muy alejadas de la costa. Este problema hizo que Iván pensara en la forma de
eliminarlas.
Un día lo consiguió, inventó un embudo-colador gigante que recogía la basura del mar y la
reciclaba. Gracias a este invento Iván recibió un premio.
Iván era muy feliz, estaba consiguiendo su sueño, el mar estaba limpio; aunque las sirenas no
habían vuelto.
Pero el abuelo de Iván iba envejeciendo y ya no podía salir a navegar solo. Así que Iván esa
mañana le acompañó. Mientras navegaban, el abuelo le dijo lo orgulloso que se sentía de él,
de todo lo que había conseguido y que nunca pensó que aquella historia le marcaría tanto su
vida. Y que aunque las sirenas no volviesen nunca, él siempre estaría orgulloso de su nieto.
Mientras recitaba esas palabras, una melodía comenzó a escucharse, cada vez se oía más
cerca, eran sirenas, que navegaban al lado de la barca.
Iván y el abuelo no se lo podían creer, Iván había conseguido su sueño.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Escrito por: Magdalena Martínez Carrillo.
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