Tratamiento del dolor en los pacientes con infección por VIH J.M. Santamaríaa Z. Zuberoa J. Muñoza R. Teiraa J. Baraiaa O.L. Ferreroa a Unidad de Enfermedades Infecciosas. Hospital de Basurto. Bilbao. INTRODUCCIÓN En los últimos años hemos asistido a indudables avances en el manejo de la infección por el VIH, tanto en lo relativo a nuevos fármacos antirretrovirales, como en el diagnóstico, profilaxis y tratamiento de las infecciones oportunistas. Esto ha tenido como consecuencia positiva una mejora en la supervivencia y calidad de vida y, como contrapartida, la existencia de un subgrupo de pacientes con complicaciones más tardías de la enfermedad, múltiples diagnósticos coexistentes y patología de más difícil manejo1. Por otra parte, no podemos hablar aún de curación de la enfermedad, por lo que sigue en plena vigencia prestar atención a los cuidados paliativos en las personas infectadas por el VIH, y más concretamente al tratamiento del dolor2. Las razones por las que el tratamiento del dolor en los pacientes con infección por VIH es con frecuencia subestimado o insuficientemente tratado son múltiples, pero cabe destacar el temor a crear adicciones, los recelos a la hora de valorar el dolor en pacientes con antecedentes de drogadicción, defectos de entrenamiento en la evaluación del dolor y/o sus principales causas en estos pacientes o al hecho de que prestamos más atención al tratamiento de las complicaciones agudas y menos al alivio del sufrimiento3,4. El tratamiento del dolor en los pacientes con infección por el VIH tiene un enfoque multidisciplinario, y sigue en general los mismos principios que en otro tipo de pacientes2. En este artículo trataremos exclusivamente algunos aspectos diferenciales, como la incidencia del dolor en los pacientes con infección por el VIH, áreas puntuales que presentan mayor dificultad de manejo, síndromes dolorosos más frecuentes en estos pacientes y recordaremos brevemente los principios generales de la analgesia. INCIDENCIA DEL DOLOR EN PACIENTES CON INFECCIÓN POR VIH El dolor es un síntoma frecuente en los pacientes con infección por VIH, y su incidencia aumenta a medida que la enfermedad avanza: afecta al 28-75% en la fase de manifestaciones clínicas y se presenta en la mayoría de los que están cercanos a su muerte3-5. La frecuencia es superior en los hospitalizados, pero también es muy importante en los pacientes atendidos por los servicios de hospitalización domiciliaria, en residentes de casas de acogida y ambulatoriamente, por lo que en la práctica todos los niveles de asistencia están implicados en su manejo6-8. ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DIFERENCIALES Y DIFICULTADES ESPECÍFICAS EN LOS PACIENTES CON INFECCIÓN POR EL VIH De entre ellas podemos destacar las siguientes: Causa tratable El dolor en los pacientes con infección por el VIH casi siempre obedece a una causa susceptible de tratamiento etiológico, por lo que es frecuente simultanear el tratamiento del dolor y de la causa que lo produce. Esto trae como consecuencia planificar exploraciones complementarias para tratar de averiguar la causa del dolor; pero ningún estudio diagnóstico ni la prescripción de un tratamiento causal deben retrasar el inicio del tratamiento sintomático del dolor4,9,10. Consumo de tóxicos Aproximadamente en el 75% de los pacientes con sida en España existe el antecedente del consumo de tóxicos, que en ocasiones persiste hasta etapas muy avanzadas de la enfermedad, y que es una de las causas de que se subestime el dolor y no se prescriban, o se haga en dosis inadecuadas, medicamentos necesarios para su correcto control4,5,8,11. Como en cualquier otro paciente, es muy poco probable que se desarrollen patrones adictivos como consecuencia del uso de opiáceos como analgesia, lo cual es por otra parte irrelevante en pacientes en situación terminal. La experiencia más generalizada es que los pacientes con antecedentes de consumo de tóxicos no se quejan más de dolor, tienen una respuesta al tratamiento similar a la de los pacientes sin consumo de tóxicos y sólo en contadas ocasiones son necesarias dosis más elevadas de fármacos para conseguir la analgesia11. Tratamiento de mantenimiento con metadona En los pacientes toxicómanos en tratamiento de mantenimiento, la metadona, a pesar de su potencial analgésico, suele desempeñar un papel limitado en el control del dolor y, en cualquier caso, no anula la eficacia de otros medicamentos analgésicos12. Pacientes con encefalopatía por VIH Estos pacientes pueden tener dificultad para expresar el dolor. Por otra parte, se ha teorizado con que los afectados por la encefalopatía por VIH presentan una mayor sensibilidad a los fármacos con acción sobre el SNC, por lo que se ha aconsejado iniciar el tratamiento con opioides a dosis más bajas y aumentarlas según la respuesta. Sin embargo, no parece existir en la literatura evidencia suficiente de que los efectos secundarios de las drogas con acción sobre el SNC sean más frecuentes que en los pacientes con cáncer4,5,8,11. Interacciones medicamentosas Es habitual que los pacientes con infección por VIH tomen múltiples fármacos, por lo que es importante tener presente posibles interacciones medicamentosas que varíen las concentraciones de los medicamentos con el consiguiente riesgo de infradosificación, o por el contrario de aumento de los efectos secundarios. Dentro de estas interacciones destacamos, por más novedosas, las de los nuevos antivirales del grupo de los inhibidores de proteasas con los fármacos analgésicos, ansiolíticos e hipnóticos, que se exponen en la tabla I13. Esteroides como tratamiento analgésico Los esteroides tienen varios usos como coanalgésicos en los pacientes con sida, especialmente en el dolor por aumento de la presión intracraneal, compresión nerviosa o medular, en ciertas neuropatías periféricas o en úlceras bucales idiopáticas. Su potencial efecto inmunosupresor es probablemente poco valorable en períodos cortos de tratamiento, y menor que las ventajas como analgésico, en especial en el paciente en situación terminal3,4. Dolor refractario La mayor parte de las veces el dolor refractario en la infección por el VIH se debe a un inadecuado tratamiento de causas habituales, y pocas veces es necesario tener que recurrir a medidas extraordinarias como el bloqueo nervioso u otras técnicas invasivas para el manejo del dolor11. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DEL DOLOR. GENERALIDADES La escala de analgesia propuesta por la OMS en 1986 (fig. 1) tiene plena vigencia también para los pacientes con infección por VIH3,4,7,8. Para dolores de menor intensidad o intermitentes, puede ser suficiente el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINE) o acetaminofeno. El segundo escalón de analgesia incluye los derivados opioides de menor potencia, como la codeína y el dextropropoxifeno. Si la respuesta no es adecuada, se debe pasar a los opioides más potentes, como la morfina, que constituyen el tercer escalón. Todos ellos pueden administrarse solos o con los llamados coanalgésicos: esteroides, antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina, anticonvulsionantes, destacando la carbamacepina, fenotiacinas, caso de la clorpromacina, o analgésicos tópicos como la lidocaína viscosa. Como regla general, los fármacos se darán en pautas fijas, no "si tiene dolor", y alcanzando las dosis máximas permitidas antes de pasar al siguiente escalón. Se aconseja no mezclar opioides débiles con opioides potentes. Dada la frecuencia del estreñimiento y vómitos secundarios a la prescripción de opioides, es aconsejable hacer profilaxis de los mismos ya desde el inicio del tratamiento. SÍNDROMES DOLOROSOS MÁS FRECUENTES EN PACIENTES CON INFECCIÓN POR VIH. ALGUNOS ASPECTOS TERAPÉUTICOS En este apartado solamente nos referiremos a algunas de las causas más frecuentes del dolor o a las que presentan alguna dificultad específica en su manejo. En cuanto al tratamiento, como ya se ha comentado, es básico tratar la causa que lo origina. No nos referiremos al tratamiento etiológico de cada una de las causas del dolor por rebasar con mucho el objetivo de este trabajo, y solamente haremos mención de aquellas medidas analgésicas más útiles. La localización y frecuencia de los principales síndromes dolorosos es difícil de establecer, y varía según el estadio de la enfermedad, la experiencia intra o extrahospitalaria, etc. Probablemente los dolores más frecuentes son el orofaríngeo, la cefalea, el ocasionado por virus herpes, el dolor neuropático, las artralgias y el dolor abdominal4,6-9. Boca y faringe La candidiasis oral, los abscesos y otros procesos dentarios y la gingivitis necrosante son causas fácilmente reconocibles y tratables de dolor en cavidad oral4,14. Son muy frecuentes las úlceras bucales, en general secundarias a herpes virus. El herpes simple puede ser una causa de dolor oral y perioral severo y persistente. Con frecuencia, las úlceras orales son idiopáticas y constituyen una causa significativa de dolor14. En estos casos puede usarse tratamiento tópico, como la lidocaína viscosa, o bien sistémico, con esteroides. La talidomida puede ser una alternativa eficaz en caso de fracaso de otros tratamientos15. Esófago Casi un tercio de los pacientes con infección por VIH referirán odinofagia/disfagia a lo largo de su evolución, habitualmente secundaria a candidiasis esofágica16. Otras veces es por lesiones ulceradas causadas por herpes simple, citomegalovirus, etc., o por medicamentos como zidovudina (AZT) o zalcitabina (ddC), úlceras que ceden al retirar el fármaco17. También se han descrito casos de úlceras idiopáticas. Otras causas menos frecuentes de odinofagia/disfagia son los tumores, el linfoma, el sarcoma de Kaposi y casos idiopáticos16. Además del tratamiento causal, deben asociarse antiácidos y analgésicos y, en casos refractarios de úlceras esofágicas, puede utilizarse la talidomida. Dolor abdominal Las causas más frecuentes de dolor abdominal son las producidas por los medicamentos sobre el estómago o páncreas, y el dolor abdominal de tipo cólico secundario a los múltiples agentes causales de infección intestinal en estos pacientes18,19. Otras causas menos frecuentes, pero de muy difícil manejo, son la colangitis esclerosante o la patología biliopancreática por Cryptosporidium o Citomegalovirus, que pueden responder a los opioides o necesitar medidas agresivas como esfinterotomía o bloqueos nerviosos19. Cefalea En pacientes ambulatorios, en fases no avanzadas de la enfermedad, las causas de la cefalea suelen ser similares a la población general, como cefalea tensional, migraña o sinusitis que responden al tratamiento habitual20. En pacientes con enfermedad avanzada, las causas a valorar siempre son los tumores e infecciones oportunistas: toxoplasmosis cerebral, meningitis criptocócica, encefalopatía por VIH, etc.21. En todos los estadios de la enfermedad un 16-40% de los pacientes en tratamiento con zidovudina presenta cefalea, generalmente leve, que rara vez obliga a su retirada. Cuando la causa de la cefalea es la hipertensión intracraneal, el tratamiento con dexametasona es eficaz en el alivio sintomático. Dolor neuropático Se han descrito variadas afecciones del sistema nervioso periférico, de las cuales la más frecuente es la neuropatía periférica de predominio sensitivo22. También son causa de neuropatía periférica dolorosa las debidas a herpes zoster, a efectos adversos de medicamentos como didanosina (ddl) y zalcitabina, o déficit metabólicos22,23. Suelen responder bien a los antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina, o a los anticonvulsionantes caso de carbamacepina o valproato sódico. No obstante, la respuesta a estos medicamentos suele ser lenta, por lo que es aconsejable asociar desde el primer momento algún fármaco analgésico de primer, segundo o tercer escalón según las características del dolor en cada paciente5,7. La mexiletina es un antiarrítmico que se ha utilizado con éxito para alivio de parestesias y disestesias. Se han descrito neuropatías periféricas secundarias a vasculitis necrosante con buena respuesta a la corticoterapia24. Dolor reumatológico Las más frecuentes son las artralgias inespecíficas que responden bien a AINE25. De las artritis destaca el síndrome de Reiter, a menudo más severo y con menor respuesta a AINE. Son menos frecuentes las artritis de origen infeccioso. Otras manifestaciones musculares incluyen la miopatía por zidovudina y la polimiositis. Dolor cutáneo En pacientes con enfermedad avanzada, emaciados, hay que destacar el dolor cutáneo producido por úlceras de decúbito, que puede alterar significativamente su calidad de vida26. Lo más importante es prevenirlas, pero una vez que se han producido, las medidas de mayor utilidad son las locales, junto con analgésicos sistémicos que inicialmente pueden ser del grupo de los AINE. Otras causas de dolor cutáneo incluyendo las infecciones por herpes, pueden ser algunos casos de psoriasis extensas o lesiones secundarias al sarcoma de Kaposi4,26. Dolor corporal total En el cual el paciente se siente invadido por dolor general o de múltiples localizaciones, y se acompaña de una gran angustia. Suele ser la respuesta del paciente a un gran estrés emocional, y es importante considerar factores emocionales, sociales... que condicionan su aparición26. No obstante, debe valorarse como una verdadera urgencia. El tratamiento farmacológico más aconsejable es la administración de morfina por vía subcutánea o intravenosa. Referencias Bibliográficas: 1. Seli KR, Chuck S Trends in infectious diseases and cancers among persons dying with HIV infection in United States from 1987 to 1992. Ann Intern Med 1995; 123 (9): 33-36 [Medline] 2. Cuidados paliativos en el paciente terminal con sida Recomendaciones del Consejo Asesor Clínico del Plan Nacional sobre el Sida. Número 4, abril 1966 3. Goldstone I, Khul D, Johnson A, Le R, McLeod A Patterns of care in advanced HIV disease in a tertiary treatment center. 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