García Márquez le respondió lo siguiente a Plinio Apuleyo Mendoza

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García Márquez le respondió lo siguiente a Plinio Apuleyo
Mendoza en la entrevista que éste le realizó:
“La historia de América Latina es también una suma de
esfuerzos desmesurados e inútiles y de dramas condenados de
antemano al olvido. La peste del olvido existe también entre
nosotros. Pasado el tiempo, nadie reconoce por cierta la
masacre de los trabajadores de la compañía bananera, ni nadie
se acuerda del Coronel Aureliano Buendía.”
A base de esta cita, expongo, explico y analizo cuáles son las
críticas políticas, económicas y sociales que la voz narrativa de
esta obra plantea sobre el pasado, presente y futuro de América
Latina. Establezco la relación existente entre la cita, su
respuesta y sobre todo el título y final de “Cien años de
soledad”.
La estructura de “Cien años de soledad” se puede comparar
con una historia, más verbal que documentada, de Hispanoamérica.
El renacimiento derrotó a la teoría geocéntrica, gracias a Copérnico y
los europeos se vieron en la necesidad de crear un nuevo mundo
controlado por ellos. Los conquistadores y colonizadores
emprendieron su gesta con una visión egocéntrica de fama y gloria.
Tenían la oportunidad de “crear” un mundo nuevo en el cual ellos
mantuvieran el control y el poder absoluto. Se sintieron dioses
porque históricamente lo eran dentro del contexto renacentista
antropocéntrico. La intención religiosa de los misioneros, que
también estaba “corrompida” con el nuevo pensar, no pudo más que
la intención individualista de los laicos. Hernán Cortés y Francisco
Pizarro no fueron más que monigotes de los intereses imperialistas
de la nueva nación española.
Las dos primeras partes de la novela se remontan al origen de
Macondo. Aparecen José Arcadio Buendía y su familia, circundando
por toda la selva hasta encontrar la “nueva tierra”. Los
expedicionarios no podían soportar el sentimiento de culpa y pecado
que los ahogaba en medio de un ambiente húmedo y misterioso. Por
eso José Arcadio imagina que Macondo era una isla y que la
condición insularista justificaba el comenzar a señalar y nombrar todo
lo que existía para luego olvidarlo todo. Cuando descubre a la
escritura, por necesidad, colgó letreros a todos los objetos y de ahí
se generaron las ciencias, dando paso a olvidar el instinto natural
humano, esa sabiduría antigua que guiaba a los pueblos, libre de
contaminación física, mental y espiritual. El nuevo hombre
renacentista ya no adivinaba, ya no seguía el instinto natural, ya no
consultaba a la naturaleza misma. El nuevo hombre se esclavizó a
los métodos y así mismo conquistó y colonizó a los aborígenes
quienes seguían a la sabiduría natural y antigua. Y los europeos
tenían que aplicar los métodos al nuevo mundo. Tenían que crear un
nuevo “lenguaje” controlado por ellos. Entonces se esclavizaron al
nuevo lenguaje y lo peor de todo, esclavizaron a los “conquistados”.
Aquí comienza la segunda parte de la novela. Se presentan los
treinta y dos levantamientos armados del coronel Aureliano Buendía.
Comienza la masacre, la expresión del poder desmedido. La
explotación del plátano. La explotación de Macondo por los mismos
que lo crearon. Tal como América: explotada y empobrecida, primero
por los europeos y luego por los grandes intereses estadounidenses.
Después vino el diluvio y Macondo quedó olvidado. Así como hoy
son olvidados todos los pobres del mundo, ante un mundo
materialista y consumerista. Encontramos a los sobrevivientes,
Amaranta Úrsula y Aureliano, quienes apenas podían dormir debido
al ruido de las hormigas coloradas.
La tercera parte da paso a la historia narrada por el gitano
Melquíades. Había estado presente en la fundación de Macondo, por
lo cual dependía de la escritura para que no se perdiera la memoria.
Nos damos cuenta de que toda la historia ya era conocida por
Melquíades, inclusive antes que la escribiera, porque Melquíades no
se había contaminado aún con el nuevo pensamiento del hombre
moderno.
La novela plantea una tesis: los pueblos estarán condenados
por el olvido de sus propias historias. América Latina surgirá como un
águila libre cuando no se olvide de su historia y su identidad, y
cuando se libere de los parámetros con la que la miden los países y
naciones con realidades e historias diferentes a ella. Cuando se dé la
oportunidad de crearse a ella misma, no que otros la inventen. Solo
así América Latina será completamente libre y auténtica.
Por qué “Cien años de soledad” se inserta dentro de la nueva
narrativa latinoamericana; por qué la misma se considera
como “El Quijote” hispanoamericano y por consiguiente qué
características del Boom Latinoamericano se manifiestan en
el texto.
La narrativa de inicios del siglo XX hasta mediados del mismo,
se caracterizó por la denuncia de la problemática social de manera
puramente didáctica. Presentó la realidad regional de diferentes
pueblos donde limitaban la creatividad artística del texto. A partir de
los años cincuenta, la narrativa hispanoamericana se aleja de la
insistencia didáctica dando paso al ingenio literario. El escritor es un
experto con relación a la temática de su historia. Se rompe la línea
entre personajes buenos y malos ya que el escritor se concentra en
el individuo como un todo. La narrativa adquiere un carácter
universal. El valor narrativo reside precisamente en la creatividad.
Por lo tanto, los lugares y sucesos no tienen que ser literalmente
reales. De la necesidad que han vivido los escritores
contemporáneos de romper con la narrativa lineal, nace el “realismo
mágico” al igual que lo “real maravilloso”. Salieron de los cánones
narrativos tradicionales y dieron paso al uso del mito, la fantasía, el
humor y la parodia. La narración no necesariamente es verídica.
Debemos esperar que nos engañe de algún modo. El narrador
hispanoamericano de hoy parte de la premisa de que su lector es
inteligente y crítico; que está muy consciente de la realidad que lo
rodea y de su historia. El lector pasa de ser un ente pasivo a un
participante que arma la trama que le brindan las pistas y es capaz
de trascender a un análisis crítico inesperado hasta por el mismo
escritor.
“Cien años de soledad” es la máxima expresión del realismo
mágico. Los ambientes, la trama, los personajes; todo es un mundo
imaginario pero a la misma vez paralelo a la realidad histórica de la
América española. Gabriel García Márquez, al igual que Miguel de
Cervantes, establece una simbiosis entre la realidad dentro del libro y
el libro dentro de la realidad. Se observa esta relación realidad- ideal,
ideal- realidad, desde el inicio de la narración con el mito de la
creación de Macondo. Para que Macondo permanezca en la
memoria necesita la evidencia escrita y la tradición oral con igual
importancia ambos polos. Los rumores, los chismes, las leyendas,
las fábulas, las hipérboles, los susurros, los ritos de brujería, los
cuentos infantiles; todo es válido para perpetuar la memoria histórica.
La historia de Macondo y los Buendía nos sugiere que la historia real
es mucho más que la documentación oficial. Por eso la línea entre lo
ideal y lo real es sumamente fina y en ocasiones nula. La realidad de
la existencia humana, a través de todos los tiempos es que el ser
humano sueña, imagina, simula, inventa, y lo hace tanto para destruir
como para crear. El tema principal que planteó Cervantes con el
Caballero de la Triste Figura, hace más de cuatrocientos años, es el
mismo que presenta García Márquez en “Cien años de soledad” : la
lucha humana entre el ideal y la realidad para poder subsistir en un
mundo real adverso. Al igual que en “El Quijote” los personajes de
Macondo solo existen en la novela. El personaje nace en una novela
y se inmortaliza en el tiempo real. Macondo, el Quijote, Sancho, los
Buendía son y serán conocidos por generaciones. Las Crónicas de
Indias fueron narradas por los conquistadores españoles, bajo su
visión de mundo renacentista. “Cien años de soledad” narra una
historia inventada por nosotros mismos, sin las ataduras legales y los
intereses de los opresores. Cervantes se liberó de los libros de
caballería y la corrupción rampante y descarada del siglo XVII, al
crear una ficción, una fantasía paralela y congruente con la realidad
de la España barroca. Así mismo García Márquez, reinventa la
historia hispanoamericana con el mito de Macondo.
El humor en “Cien años de soledad” es similar al humor de
Don Quijote de la Mancha”. García Márquez es caribeño. Es natural
de Cartagena de Indias, Colombia. Ha nacido y se ha criado dentro
de una cultura alegre y de fiesta. Es un hecho que la historia no es
todo fatalidad. Hispanoamérica posee un brillo y encanto especial
que es percibido por todo el globo terráqueo. El mal se presenta con
humor, porque así somos los caribeños. Pero ese humor no es
ingenuo; más bien es irónico. Permanece en la memoria colectiva.
Se hace presente en el refranero popular, en las canciones, en los
textos escritos y orales. Cervantes lo hizo al crear la primera novela
moderna. El refranero cervantino pasa a ser la médula espinal de su
intento poético reflejado en “El Quijote”. Así, “la cola de puerco”,
“Macondo”, “Melquíades”, “Dulcinea”, “El Caballero de la Blanca
Luna”, “los molinos”, “los pescaditos de oro”, se convierten en dichos
simbólicos de la realidad cotidiana.
Cabe señalar que el estilo narrativo descrito, revela las
características del Boom Latinoamericano. Los escritores
contemporáneos se preocupan por el lenguaje mismo, por la claridad
en la expresión, y sin dejar de ser sumamente cultos, han sabido
velar por la agudeza narrativa que tanto le gusta al lector. El
elemento periodístico ha enriquecido a la virtuosa calidad narrativa
del Boom Hispanoamericano.
¿Por qué se dice que en “Cien años de soledad” se metaforiza
la realidad?
“Cien años de soledad” intenta metaforizar la historia de
Hispanoamérica en un tiempo total presente. José Arcadio Buendía
decide que siempre será lunes. Al final, Úrsula dice: “Es como si el
tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio.” El
Coronel Buendía fabrica pescaditos de oro para luego fundirlos y
volverlos a fabricar. La repetición de las mismas acciones ofrece la
sensación del renacer continuamente. Por eso son importantes los
ritos en todas las culturas. Esa acción humana es repetitiva a través
de los tiempos. Siempre han existido y existirán, en cualquier lugar y
época, los fundadores, los invasores, los tiranos, los destructores,
porque todos somos de la raza humana. Los Buendía son una
metáfora de la misma humanidad.
Se observa un sentido pesimista en la metáfora encerrada en
el título de la novela. Cien años no pueden ser de soledad. En cien
años se forman miles de relaciones, benignas y malignas. Es que la
soledad es el terrible miedo de la humanidad. También es el miedo
de Latinoamérica. Miedo al abandono. Miedo a que nazca un hijo con
cola de puerco y se tenga que volver a empezar de la nada. El miedo
al incesto que implicaría el tener que comenzarlo todo. José Arcadio
y Úrsula, la primera pareja de la creación, fornican con el temor de
que nazca un hijo con cola de puerco, pero tienen que seguir
consumiendo el acto del amor carnal para perpetuar la existencia,
para satisfacer las necesidades físicas y sublimes, para seguir
siendo humanidad. “Cien años de soledad” es una metáfora de un
siglo de historias, donde cada uno de nosotros nos vemos reflejados.
La necesidad de amor puede ser congruente con el miedo a la
soledad. El matrimonio podría ser la legalidad de esa metáfora. Por
otro lado, la falta de amor conduce a la soledad. El amor, al igual que
las historias inéditas y la imaginación, no se pueden medir, pero son
las fuerzas que marcan nuestra historia y lo que al final,
verdaderamente vale la pena.
Profa. Brenda Ortiz Nevárez
puertorriqueña
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