Eduardo Fuentes

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COMPUTING MACHINERY AND INTELLIGENCE
¿Pueden pensar las máquinas? Primero de todo cabe plantearse como bien hace el texto
al que hacemos referencia el planteamiento de la pregunta en sí. Cabe plantearse como
bien se dice ¿qué es pensar?, ¿qué es una máquina?, obteniendo como resultado que el
primero concepto es bien difícil de definir sin llevarnos a axiomas que nos dejarían casi
tal y como estamos. Estas dos preguntas son a mi juicio, necesarias para abordar el
problema sin perderse en enjundios filosóficos y llegar al planteamiento de un problema
del que podamos decidir si tiene solución o no y, si la tiene, que forma adoptaría. Para
ello hábilmente se transforma la pregunta y se acomoda a términos donde nosotros si
podemos opinar sin miedo a perdernos tanto como en la primera pregunta realizada
mediante el planteamiento del “juego de la imitación” y sobre el que basaremos nuestras
conclusiones y juicios a partir de ahora, ya que, a la vista de la pregunta inicial, la
respuesta después de muchos conceptos filosóficos sobre el pensamiento y las máquinas
seguramente fuera que no, tal y como entendemos el pensamiento y las máquinas en la
vida cotidiana.
En este juego propuesto tratamos de observar si un interrogador conseguiría averiguar el
sexo de cada uno de los dos sospechosos que juegan sabiendo que uno es hombre y el
otro mujer y uno de los dos dice la verdad (mujer) y el otro miente (hombre) .Por
supuesto que las reglas hacen referencia a que el interrogador solamente tiene capacidad
de juzgar sus respuestas por el contenido de lo que dicen y cómo lo dicen literalmente
pero nunca físicamente. Partiendo de este juego, ahora replanteamos la pregunta arriba
propuesta y la formulamos como: ¿qué ocurriría si una máquina (de estados discretos)
tomara parte del hombre mentiroso en el juego?,¿Podría la máquina (de estados
discretos) tomar parte del hombre mentiroso en el juego satisfactoriamente?
Con esta nueva cuestión como bien dice el texto se esboza la línea que separa las
capacidades físicas e intelectuales del hombre para poder así llevar a cabo nuestra
argumentación definiendo previamente el tipo de máquina que ponemos en juego. Ésta
sería en nuestro caso una máquina de estados discreta o más comúnmente llamada
digital que a día de hoy son las más dóciles y fáciles de programar en contra de las
máquinas analógicas quizá mas rápidas, quizá más parecidas a la realidad, pero
demasiado complejas de construir y de programar.
Aquí ya entra en juego nuestro juicio y nuestros argumentos para criticar o apoyar la
idea de que la máquina pudiera hacer esto sin problema siempre y cuando se tuviera una
capacidad de almacenamiento en ella suficientemente grande y una programación
suficientemente hábil para llevar a cabo semejante tarea.
Por un lado se razona el argumento teológico para derribar nuestra teoría acerca de si lás
máquinas pueden pensar expresada en los términos del juego de la imitación. A mi
juicio no debería ni mostrarse semejante argumento (aunque por la fecha en la que esta
escrito es posible que tuviera mas relevancia) puesto que nuestra pregunta planteada en
los términos expuestos del juego poco tiene que ver con las almas de las personas (en
caso de que éstas existieran) y el pensamiento dícese asociado sólo a éstas. Podría tener
más cabida en la pregunta general donde se plantea: ¿pueden las máquinas pensar? Y
donde, por supuesto, y según argumentos teológicos, sólo los cuerpos con alma pueden
hacerlo, cosa sin demostrar por faltar una definición completa y consistente acerca del
alma, primero para demostrar quien tiene alma (después de haberla definido) y quien no
la tiene y luego por saber quienes de los que la tienen piensan y quienes no. A todas
luces argumento que hace aguas y no aporta sino gasto de explicaciones para la gente
aferrada a la teología.
Esta cuestión que enlaza directamente con la siguiente que no sabría como traducir sino
literalmente (“heads in the sand”“cabezas en la arena”) y que ya desde la falta de
contundencia en el nombre la objeción da indicios de que no ni siquiera tal, puesto que
no objeta, sólo alerta acerca las consecuencias tan dañinas que tendría el hecho de que
las máquinas pensaran y que no tomaremos siquiera en consideración.
A continuación nos encontramos la objeción matemática donde basándose en el teorema
de Gödel y posteriores nos dice que en un sistema suficientemente bien estructurado hay
afirmaciones que no pueden ser ni aprobadas ni refutadas con el propio sistema (a no ser
que el propio sistema sea inconsistente de por si). Donde llevando esta cuestión a
nuestro campo podemos decir que habría ciertas cosas que una máquina no podría hacer
y más concretamente en el juego propuesto respuestas erróneas lejos de las que daría el
hombre tomando parte del mismo. Replicando a este argumento, que el mismo
argumento de Gödel traducido a las máquinas también podría ser aplicado a las
personas dando éstas también respuestas “fuera de tono”, cosa con la que estoy
totalmente de acuerdo.
Entrando en el tema de conciencia de una máquina o la conciencia de una persona nos
metemos en terrenos escabrosos, creo bien resueltos por el autor donde se nos termina
por hacer ver que si uno es consciente de su propio pensamiento, entonces la forma de
ver si alguien es consciente de que piensa no es más que siendo esa propia persona en
si, derribando completamente cualquier intento de quitarle conciencia a la máquina (que
no sentimientos que a mi parecer si son propios de personas y nunca de máquinas,
aunque si podrían ser perfectamente imitados por una máquina preparada para ello a
nivel fisico, maquillada para parecer humana con la suficiente perfección y a nivel
intelectual , programada con la suficiente capacidad de interpretación).
Haciendo referencia a los argumentos posteriormente aducidos como la falta de
capacidad de ser amistoso, belleza, tener iniciativa, sentido del humor, etc. Creo que son
cosas que se podrían lograr partiendo de los bases de partida de la máquina con
suficiente capacidad de almacenamiento y una vez más con suficiencia en su algoritmo
de programación, incluida la emulación de errores, para parecer “más humano” a ojos
de quien la evalúa. Todos estos argumentos son cuestión de altas dosis de tiempo y
tecnología pero plausibles de cara a las capacidades adquiridas hasta el momento y de
las futuras, sólo a falta de, sobre todo, tiempo y perfeccionamiento de las mismas hasta
lograr los efectos deseados. Es decir, creo que si se tuviera suficiente tiempo
(seguramente no lo veamos), recursos económicos para llevarlo a cabo, y tecnología de
cara a la emulación fisiológica de las personas, se podría lograr perfectamente construir
el llamado “humanoide” que nos lograra confundir ante su identidad. Viendo como gran
problema sobre todo la tecnología para la emulación fisiológica de la materia “viva” y
secundariamente el tiempo para programar dentro de lo deseado la máquina en cuestión.
Salvando la cuestión fisiológica estaríamos ante el caso del juego de la imitación de
nuevo transformado y adaptado a otras nuevas reglas de juego y otro juego en sí pero
salvable a nivel de programación con suficiente cantidad de tiempo e intelecto.
Por supuesto que entra dentro de mi cabeza la posibilidad de “aprendizaje” por parte de
una máquina como se comenta posteriormente ante la objeción de Lady Lovelace donde
seguramente si no se llega a ello es porque no tenga sentido plantearse hacer un
máquina que realice todo aquello que queremos, es decir, la emulación de una persona
física.
Más adelante se dan razones acerca de la similitud engañosa de lo eléctrico del sistema
nervioso y lo eléctrico de una máquina donde estoy totalmente de acuerdo que aunque
eléctricos ambos no tienen nada que ver, siendo el sistema nervioso una de los sistemas
más complejos y directamente relacionado con el cerebro y la capacidad de raciocinio
del ser humano, al que creo difícilmente se aproxime jamás ninguna máquina es sus
facetas constructivas ni intelectuales a nivel de funcionamiento que no a nivel de
resultados (salidas hacia el mundo exterior del mismo). Enlazando esta cuestión con la
informalidad del comportamiento donde aparece claramente que una persona no se rige
por un juego de reglas fijo y que ese juego de reglas se puede variar difiriendo ahí en
parte de las máquinas donde las reglas de la base (jamás cambian) y sabiéndolas
lograríamos lo que queremos de esa máquina no siendo así de una persona, donde
mismamente una mirada extraña puede hacer variar las reglas de la base del
comportamiento hacia otra persona, que en una máquina podrían (en el mejor de los
casos) traducirse en una variación de las salidas al mundo exterior como si hubierán
variado las reglas básicas pero sin ser así, habiendo variado sólo las reglas de nivel
superior al básico.
Ni qué decir cabe que la percepción extrasensorial es a mi juicio, una burdo intento de
justificación de hechos desconocidos y metidos en la “saca” de percepciones
extrasensoriales, es más haciendo referencia al propio nombre seguramente alguien sin
sentidos percibiría mas bien poco, seguramente nada.
Seguramente me he excedido en el comentario y me excedería mas aún pero es
complicado dar respuestas a preguntas donde hay tanto concepto por detrás intrínseco a
ellas quedando aquí justificado más o menos mi punto de vista en relación al tema
propuesto.
EDUARDO FUENTES HERNÁNDEZ
Nº MAT : 00146
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