ECONOMÍA Lunes 29 de Agosto de 2016 - 12:05am El microcrédito necesita innovar sus productos en Colombia Foto: Archivo Un mayor acceso al crédito formal reduciría el uso de alternativas informales, como los pagadiarios, que se caracterizan por plazos de pago personalizados y tasas de interés altas. POR: ALIANZA EL HERALDO CON LA UNIVERSIDAD DEL NORTE El acceso al crédito en los hogares podría contribuir a disminuir los niveles de pobreza del país, pero estos siguen siendo esquivos para las poblaciones de menos ingresos. En Colombia, según cifras del Banco de la República, el crédito a los hogares, compuesto por la cartera de consumo y la hipotecaria, ha venido aumentando su participación en el PIB: pasó de 9% en 2005 a 20% en 2015. No obstante, a pesar del aumento, el peso de estos créditos en el PIB todavía es bajo, si se compara con países desarrollados, donde los créditos aportan hasta el 72% del PIB en promedio; incluso con los países más importantes en América Latina. Por ejemplo, para Brasil esta participación es del 25%; para Chile es del 38%; mientras que México y Argentina presentan participación de crédito más bajas que Colombia: 15% y 8%, respectivamente. Estas cifras indican que en el país hace falta más inclusión financiera, sobre todo en los hogares de ingresos bajos, que son los que más trabas tienen a la hora de acceder a un crédito. Un estudio reciente del Banco de la República muestra que entre los factores que inciden positivamente en el acceso al crédito están: el estado marital del jefe de hogar, el nivel educativo, el nivel de ingresos, el tamaño del hogar y si la vivienda es propia. Sin embargo, existen otros tipos de factores, ajenos a las características propias de los hogares, relacionados con aspectos institucionales de las entidades financieras, como los requisitos que se les pide a las personas. En muchos casos estos suelen convertirse en la principal restricción, especialmente para los hogares de bajos recursos. Estas restricciones generan incentivos a los hogares para entrar en el mercado informal de créditos, el cual se caracteriza por plazos de pago personalizados y tasas de retorno altas. Para Luis Sánchez, profesor de la Escuela de Negocios de Uninorte, entre los requisitos exigidos por las entidades financieras pesa principalmente el historial crediticio en centrales de riesgo. Según Sánchez, otro elemento importante es la certificación de ingresos estables, al igual que el desplazamiento hacia oficinas de ciertas entidades financieras formales, que limita el acceso y aumenta los gastos asociados con la realización de transacciones en persona. Sánchez afirma que un mayor acceso al crédito formal reduciría el uso de alternativas informales, siempre y cuando las condiciones se ajusten a la medida de las necesidades de dichos segmentos, más allá de replicar modelos que han funcionado en otros segmentos. “Si se ofrecen alternativas de créditos productivos, liberando algunas de las barreras que existen actualmente, dichos hogares podrían generar ingresos más allá de cubrir necesidades de consumo. Esto debería contribuir a reducir la pobreza; sin embargo, esto debe ir de la mano de iniciativas de alfabetización en temas financieros, en el cual aún hay mucho camino por recorrer en nuestro país en todos los segmentos. De lo contrario, podrían terminar sobreendeudados ,y la cura sería más costosa que la enfermedad”, explica Sánchez. El microcrédito en hogares de bajos recursos. Sebastián Chaskel, director de la organización Innovation Poverty Action (IPA) en Colombia, sostiene que “el impacto del microcrédito en la reducción de la pobreza ha sido limitado, por lo que se debe trabajar en productos innovadores diferentes al microcrédito tradicional con el fin de mejorar las condiciones de vida y reducir la pobreza”. De acuerdo con investigaciones de la IPA, los productos que ofrece actualmente el mercado no ayudan a las personas a salir de la pobreza, por lo que se deben desarrollar otros que permitan una mayor flexibilidad al cliente a la hora de tomar un microcrédito. “Cuando se toma un microcrédito, generalmente estos son muy estandarizados, igual para todas las personas, si tomas un microcrédito de 12 meses, debes pagar todos los meses, por lo que se debería agregar un poco de flexibilidad, de tal manera que no tengan que pagar ciertos meses, o que se dé un período de gracia, lo cual le daría a la persona un poco más de flexibilidad y tranquilidad a la hora de tomar un crédito. Por lo tanto, no se trata de crear políticas nuevas de inclusión al crédito, sino que las mismas instituciones financieras deberían innovar y experimentar con sus productos”, explica Chaskel. Chaskel considera que el gran beneficio del acceso al microcrédito, es que le optimiza a las personas la manera de ganar dinero. “Entre las personas que tienen microcrédito, se observa que ellos tienen más habilidad de decidir si quieren ser emprendedores o si quieren ser empleados, si quieren invertir en su casa o en animales para su finca”, dice. En cuanto a recomendaciones para el gobierno, de la IPA no se recomienda prohibir ni poner trabas al microcrédito. “Si en verdad se quiere reducir la pobreza, no se debería estar subsidiando el microcrédito, pues no es la mejor herramienta para reducirla”, finaliza Chaskel. Hogares: A incentivar el ahorro A la hora de pensar en estrategias y formas de reducir la pobreza o mejorar las condiciones de vida de los hogares de bajos recursos, se suele pensar en subsidiarlos o facilitarles el acceso al crédito, con el fin de que utilicen de manera autónoma estos recursos en busca de su mayor beneficio. Sin embargo, Chaskel cree que se le debería incentivar el ahorro en los hogares de bajos recursos. “Las entidades financieras se empeñan y se comprometen a ofrecer créditos a hogares de bajos recursos, pero no ofrecen las mismas oportunidades cuando se trata de ahorro, y hemos analizado que el ahorro en un hogar tiene un impacto positivo en sus condiciones de vida. Sin embargo, en Colombia el porcentaje de personas que tienen ahorro formal es bajo”, agrega Chaskel.