CRÓNICAS Y HUELLAS1. Parece ser la cima de una gran montaña. Miro, y veo más: parece que estoy a pocos metros de la cima. No hay nadie conmigo, ni siquiera escucho voces o el eco que me indique que se aproximan. No podría describir cómo llegué a este lugar, pero esta es la realidad: aquí estoy sola, a 1925 metros desde el nivel del mar, no hay viento, por momentos las nubes hacen una ronda en mi entorno y en otros instantes, el sol enrojece mi rostro fuertemente. Sin embargo el lugar parece ser más transitado que lo que muestra ahora. Hay senderos que así lo indican, y tal vez tenga que seguirlos. Hay abundantes matorrales y piedras que, con el efecto de la luz del sol y de las nubes, son por momentos azules, marrones, verdes, grises... Lo que me falta aún para llegar arriba no es tanto, pero el camino se bifurca y se pierde tras abultadas piedras y yuyales unos metros más allá de donde me encuentro. Por fin, me paro firme y miro alrededor. Lo único que se ve es el valle, la ruta y diminutos vehículos que se mueven cual insectos allí abajo, casa dispersas y mucho verde más allá... Vértigo, sorpresa, desconcierto, curiosidad, necesidad de auto cuidado, de autoprotección, se agudiza mi percepción y mi sentido histórico: mis antecesores han dejado sus huellas en este lugar, y es por algo, para algo... Al comienzo me descubro ansiosa y me persiguen algunos fantasmas, pero conforme avanzan los minutos dirijo mi voluntad al centro de mi ser, y tomo conciencia de mi. Aclaro _ cuando se disipan las nubes que me rodean y se hace luz el sol _ que tengo un único objetivo: llegar a la cima... en mi ritmo, dándome mis tiempos, pensando el modo... pero llegar. Y luego, regresar a la base, donde seguramente encontraré las explicaciones que ahora no tengo. Al aclarar mi propósito me concentro solamente en ello, y retorna a mí la seguridad ausente al comienzo. Avanzo entonces, y llego a la primera torre de piedras que deberé atravesar. Al verlas, me parece que sería un buen lugar y un buen momento para dejar un papel escrito que se haga visible. No tenía papel. Sin embargo, se me ocurre escribir en el pequeño boleto de colectivo que alguna vez debí haber dejado olvidado en mi bolsillo, un mensaje que testimonie mis huellas, señales para quienes me busquen, o me sigan... El mensaje dice: 1 Debajo de estas letras, las imágenes del Cerro Uritorco, Capilla del Monte (Córdoba), y la experiencia de subirlo hasta la cima. Sólo sigan mis huellas, paso a paso: allí estaré cuando lleguen... ¡No corran!, búsquenme sin apuro. Sigan tras mis huellas con cuidado, sintiendo la curiosidad que yo he sentido, el único placer de saber que van subiendo tras una búsqueda... Si la altura les da vértigo, protéjanse mutuamente y sigan sin mirar atrás. Si de aquí en más el único objetivo es encontrarme actúen con confianza, pues detrás de estas piedras he seguido mi camino, y al buscarme, ustedes mismos estarán buscando... Cuando nos encontremos, gozaremos juntos compartiendo la sorpresa... Silvia Gattino Córdoba, 12 agosto 2005