ORÍGENES DEL DERECHO INDIANO HASTA LAS LEYES NUEVAS

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Mañongo
No 24, 2005, pp. 111-120
ORÍGENES DEL DERECHO INDIANO
HASTA LAS LEYES NUEVAS
Raúl Meléndez M.
Resumen
El Derecho Indiano lo componen el conjunto de normas, codificadas o no, que
dictara la Corona Española para regular los aspectos fundamentales que caracterizaron a sus colonias americanas. Por lo general, el derecho que emanaba de
la Metrópoli española para sus colonias, en principio, fue excesivamente
casuístico y muy disperso. Pudiera pensarse, entre otras cosas, que la España
que viene a América no tenía la suficiente cultura jurídica como para regular con
efectividad el quehacer de sus colonias. Y así sucedió.
Desde la misma llegada del español a nuestras tierras los Monarcas comenzaron
a preocuparse en primer lugar para justificar la empresa descubridora y conquistadora frente al resto del mundo europeo. Luego de consolidarse los primeros
asentamientos coloniales la mayor preocupación pasó a ser el trato que debía
dársele al indígena americano, con el grave problema de que quienes iban a
ejecutar las normas que básicamente favorecían al indígena, eran precisamente
los conquistadores que los explotaban.
El Derecho que produce España para sus colonias americanas en los primeros
tiempos de conquista y colonización estuvo inspirado en los principios religiosos que espiritualizan el Medioevo español; fundamentalmente en lo que respecta a su lucha contra los musulmanes.
Palabras clave: Derecho Indiano, conquista, colonización, Estado, Metrópoli,
indígena.
Summary
The right Latin American composes it the group of norms, coded or not that
dictated the Spanish Crown to regulate the fundamental aspects that
characterized to his American colonies. In general, the right that emanated of the
Spanish Metropolises for its colonies, in principle, was excessively casuistically
and much dispersed. It could be thought, among other things that the Spain that
comes to America didn’t have the enough artificial culture as to regulate with
effectiveness the chore of its colonies. And it happened this way.
Raúl Meléndez M.
From the same arrival of Spanish to our lands the Kings began to worry in the
first place to justify the company discoverer and conqueror in front of the rest of
the European world. After consolidating the first colonial establishments the
biggest concern it grants to scholarship me the tract that owed to give to the
American native, with the serious problem that who will be executed the norms
that basically favored the native, they were in fact the conquerors that exploited
them.
The Right that Spain takes place for its American colonies in the first cheats of
conquest and colonization was inspired by the religious principles that they
inspire the Spanish Middle Ages; fundamentally in what concerns to its fight
against the muslims.
Key words: Right Latin American, conquers, colonization, State, Metropolis,
indigenous.
Para intentar un acercamiento a la comprensión del Derecho Indiano debemos, en primer lugar, remontarnos al pensamiento y doctrinas jurídicas más
importantes para la fecha en que el español llega a las Américas. En este caso,
tomando en cuenta la peculiaridad histórica de haber sido España y no otro país
o reino del occidente europeo quien capitalizó la empresa colonizadora en nuestras tierras.
La España que llega a América tiene ciertas características que le son propias. Estas peculiaridades se encuentran profundamente arraigadas en el propio ser del español que acababa de liberarse de setecientos años de dominio
musulmán. Dominación que, como habrá de saberse, iba más allá de la mera
posesión material del territorio ibérico, también lo era desde el punto de vista
cultural y religioso.
España en su larga lucha por la reconquista de su territorio apeló a su arma
fundamental; al Cristianismo visto desde la versión católica. Dicho sea de
paso, la península Ibérica fue el único territorio europeo conquistado por los
árabes. Tal circunstancia impide, por supuesto, la evolución medieval de aquella
región a la par de cómo se estaba desarrollando en el resto de Europa. Por ello
es que no puede resultar temerario afirmar que España despierta tarde frente al
mundo moderno.
Orígenes del Derecho Indiano hasta las Leyes Nuevas
¿Quiere decir esto que la cultura y las instituciones jurídicas musulmanas
influyeron en España para que a partir de ellas surgiera la inspiración que dio
vida al Derecho Indiano?
En lo absoluto. Todo lo contrario. Precisamente en el afán que tuvo el
español de mostrarse impermeable frente a la influencia religiosa musulmana,
fue como forjó esa cortina de acero llamada Cristianismo. El asunto fue que aún
habiéndose anexado el último residuo árabe, Granada, incluso coetaneamente a
la llegada de Colón a América, el español sintió la necesidad de extender la
Reconquista allende los mares: una extensión del Cristianismo hacia el Nuevo
Mundo que algunas más adelante pretendería convertir a España en una Monarquía Católica Universal. Utopía institucional de gobierno esta que se fortalece cuando España llega a tener las mayores posesiones territoriales del mundo
hasta entonces conocido.
Vale aclarar que la empresa de conquista y colonización como mandato o
argumento o religioso, en parte, sólo lo fue para España puesto que para el resto
de los conquistadores y colonizadores europeos fue una empresa capitalista.
He allí una peculiaridad porque el capitalismo es un símbolo emblemático de la
modernidad y mal podría pensársele en una España aún medieval.
Otra circunstancia a considerar en este análisis es que estamos acostumbrados a hablar de una España que descubre, como si se tratara de una unidad
territorial, jurídica y humana. Para 1492 la península Ibérica la conformaban
cuatro grandes reinos: Castilla, el más poderoso que ocupaba el norte y Granada; el reino de Aragón; el reino de Navarra que más adelante, en 1512, se anexaría
a Castilla y el reino de Portugal. Y no sólo eran reinos distintos, sino rivales
entre sí. Sólo para ilustrar, recordemos el famoso Tratado de Tordesillas de
1494, por el que España y Portugal se reparten sus posesiones en América.
Incluso, la aventura colombina ni siquiera fue una empresa española o de un
estado español que aún no existía, literalmente hablando fue una encomienda
castellana enviada por la reina Isabel en pleno ejercicio de una extraña no comunidad conyugal con Fernando, rey de Aragón. Además Castilla no sólo fue el
reino más poderoso, también era el que mayor frente y oposición hizo ante los
musulmanes, por lo que debió sentirse el reino más auténtico y legítimo de toda
la Península..
¿Qué tiene que ver todo lo antes dicho con el Derecho Indiano sí a este lo
consideramos, en un amplio sentido, como el conjunto de normas jurídicas emanadas del gobierno español para reglar la vida en sus colonias americanas?
Raúl Meléndez M.
Con las normas emanadas de la Corona española se pretendía, aún de forma
muy casuística, crear un ordenamiento jurídico propio para sus colonias, bajo
los principios fundar mentalmente cristianos que espiritualizaban también la
vida metropolitana. Si todos somos iguales ante los ojos de Dios, incluso somos sus hijos, mal podrían haber distinciones entre los súbditos peninsulares y
los coloniales. El derecho Canónico clásico del Medioevo, aún a finales del
siglo XVI, iba a ser por mucho tiempo fuente de toda normativa proveniente del
gobierno español. Y este gobierno debía ser la Monarquía como forma típica del
final del mundo medieval.
La Monarquía (o más bien, Diarquía) que se instaura con los Reyes Católicos tiene su soporte ideológico fundamental en la Escolástica de Santo Tomás;
es decir, una nación subordinada a la fe. Afirmaba Santo Tomás que “Las provincias y ciudades regidas por un solo rey, gozan de paz y de justicia y abundan
en todas las cosas; razón porque el Señor prometa a su pueblo, como una gran
recompensa, que no le dará más que un solo jefe, y que no habrá más que un
solo príncipe (Las formas de gobierno en la historia del pensamiento, 1965; 120).
Así entonces, Dios será la fuente de todo poder de los monarcas, quienes
además de tener un origen divino su tarea fundamental era llevar el evangelio
y la fe a los infieles. ¿Y qué mejor que América y los americanos para cumplir
este mandato?
Si bien el papel de España en América estaba justificado ante los ojos de
Dios, no así debía estarlo frente a las demás potencias europeas que le
adversaban. Tanto portugueses como españoles alegaron el derecho de posesión, inspirados en los derechos canónico y romano, comúnmente practicado a
finales de la Edad Media. Pero además, echaron mano del verdadero representante terrenal de Dios.
En efecto, en 1493 el Papa Alejandro VI concedió cuatro bulas a favor de
España y Portugal. Una Bula de concesión para que los reyes católicos descubrieran nuevas tierras en América, tal como los portugueses lo hicieron en África. Bula para el reparto de las tierras descubiertas entre España y Portugal. Bula
para extender la concesión a los herederos de los reyes católicos. Bula para
ampliar y extender las concesiones hechas por las bulas anteriores. Además,
una quinta bula papal que en 1508 le concede a España el Real Derecho de
Patronato Eclesiástico.
Lo vasto del territorio colonial español en América y que cada día se ensanchaba más, va a comenzar a representar un serio problema para la Metrópoli
desde las mismas primeras décadas del siglo XVI. Y es que la misma unidad
Orígenes del Derecho Indiano hasta las Leyes Nuevas
territorial española peninsular era un asunto aún no resuelto. Los postulados
para la concepción de un Estado moderno como ya lo anunciaba Maquiavelo
eran de difícil cumplimiento para la España que llegaba a América.
Según aquel autor la figura del Estado en su incipiente modernidad, aparecía
para distinguir a las sociedades post-renacentistas de las formaciones sociales
medievales. Entre esta distinción estaba clara la necesaria presencia del territorio como elemento existencial del Estado. Decía Maquiavelo: “Todos los Estados, todos los dominios que han tenido y tienen imperio sobre los hombres, han
sido o repúblicas o principados”. (Las formas de gobierno en la historia del
pensamiento, 1965; p. 137)
Como bien se dijo, la España de los reyes católicos más que una Monarquía
fue una Diarquía que viene a tener sentido de unidad territorial con el ascenso al
poder del nieto de aquellos, Carlos I de España y V de Alemania. Rey que por lo
demás atendía con más cariño y esmero sus posesiones germanas que las ibéricas. Al punto de ni siquiera saber hablar español aún siendo Rey de España.
Según Horacio López Guedez (1976) fueron fundamentalmente tres los elementos ideológicos que dieron forma al Estado Monárquico español. En primer
lugar tenemos el principio Cristiano. Siendo la Iglesia el núcleo organizador por
excelencia a la caída del Imperio Romano de Occidente, y en España el gran
luchador contra los musulmanes, ella va a disfrutar de un protagonismo de
excepción en la formación del gran Estado español. En segundo término se
tendría el principio romano. El Estado nace bajo la concepción absolutista. El
poder del Monarca se lo delega Dios, siendo así el Rey Soberano Temporal a
quien los súbditos no podrán invocar derechos que él no les haya concedido.
“El rey es el único que detenta el poder: administra, legisla, juzga y hace la
guerra (…) es por eso que su autoridad es única, inalienable y absoluta”
(López, 1976; p. 15)
Como tercer elemento encontraremos el principio Señorial. Desaparecido el
Imperio Romano, el nuevo estado de cosas va a ser definido por quienes, para
entonces, ostentan mayor poder. En el caso español la dispersión política,
territorial y cultural fue la nota resaltante habida cuenta del dominio musulmán.
Y esa España dispersa concluirá no siendo otra cosa que un conjunto de señoríos cuyas luchas contra el Islamismo darán origen, sobre todo en el reino de
Castilla, a una casta “noble religiosa” y a un “clero militar”. El espíritu misionero
que de alguna manera atraviesa el Atlántico, se resume un poco en la figura del
hombre que porta una espada pero también una cruz.
Raúl Meléndez M.
Por otro lado tenemos que la Capitulación de Santa Fe, el derecho de toma de
posesión, las concesiones o bulas papales y el Tratado de Tordesillas entre
España y Portugal constituyeron los primeros títulos jurídicos de los
asentamientos coloniales europeos en América. Asentamientos sobre los que
debía hacerse efectivo el Derecho Indiano. Ya la empresa conquistadora se
encontraba justificada tanto de hecho como de derecho y se empezaban a dar
los pasos para la formación del gran Imperio Español.
Y es con estos primeros títulos como se va a ir despejando un poco el
problema de la definición y demarcación territorial de lo que más adelante se
convertiría en el gran Imperio Español de Carlos I y Felipe II.
En el lenguaje estrictamente jurídico la Capitulación de Santa Fe y que otorga a Cristóbal Colón ciertos derechos: “… en alguna satisfacción de lo que ha de
descubrir en las mares Oceánicas” (Antología documental de Venezuela, 1971;
p. 1), no es ni una verdadera capitulación, como tampoco tendría que ser algún
título que trasladara propiedad o derecho alguno a nadie sobre nada. Básicamente porque no se puede contratar o convenir sobre derechos que aún no
existen, sobre la base de una titularidad que no se posee. No obstante, en aquel
entonces formaba ya parte como norma consuetudinaria el derecho de conquista y posesión tan en boga en la antigüedad como en el Medioevo.
Contrario a los tecnicismos la Capitulación de Santa Fe de aquel 17 de abril
de 1492, tuvo su efectividad tanto jurídica como histórica. Entonces Colón fue
nombrado “Almirante en todas aquellas islas y tierras firmes que por su mano o
industria se descubrieren…”. (Antología Documental de Venezuela, 1971; p. 1)
De igual modo nombrado Virrey y Gobernador General. Por este mismo acuerdo
Colón recibiría como recompensa económica un diezmo de las ganancias que
produjere su obra descubridora, para cuya protección debería también contribuir con la octava parte de los gastos de navegación que ocasionaren nuevos
viajes dirigidos por él.
El texto de esta Capitulación se hizo sin la menor sospecha de lo que se iba
a descubrir. Una cosa sí delata su contenido y es que se presumía de la existencia de un mundo desconocido o poco conocido por los europeos de entonces.
Esto se deduce de una Carta-Merced que a fines de ese abril de 1492 los Reyes
Católicos le conceden a Cristóbal Colón, ratificando básicamente el contenido
de dicha Capitulación y el hecho de ser la Corona española la titular de la empresa descubridora y Colón el ejecutante.
Orígenes del Derecho Indiano hasta las Leyes Nuevas
De todas las bulas que el Papa Alejandro VI concede a España en 1493,
quizás la del 25 de octubre fue la más precisa. Puesto que donó, concedió y
asignó con la plenitud de su “autoridad Apostólica todas y cada una de las islas
y tierras firmes descubiertas o por descubrir hacia Occidente y Mediodía que no
estuviesen colocadas bajo el actual y temporal dominio de algunos cristianos
señores y dimos la investidura de ellas a vosotros y a vuestros herederos…”.
(Antología documental de Venezuela, 1971; p. 8) Recordemos que aún para
aquel año el Papa aún representaba el poder temporal de Dios en la tierra, de allí
que estas concesiones otorgadas a los Reyes Católicos debieron constituir
títulos de indiscutible legitimidad.
Después del territorio, como segundo componente existencial sobre el que
se configuraría cualquier teoría sobre el Estado Moderno, tenemos al elemento
humano. Por increíble que resulte para un hombre de nuestra época, el poco
conocimiento que tuvo el europeo descubridor de la población o contingente
humano que habitaba las tierras del Nuevo Mundo para el siglo XV, llevó a las
cortes europeas a plantearse como problema la naturaleza humana o no del
indígena americano. Por principio cristiano la Iglesia no dudó en considerarlo
hijo de Dios pero súbditos de reyes infieles, puesto que sólo así pudo justificar
ideológicamente la obra colonizadora.
Por otra parte, el mismo Cristóbal Colón en carta enviada a los Reyes Católicos en 1498 a propósito de su tercer viaje, les señala que los indios americanos
“son todos de muy linda estatura, altos de cuerpos, y de muy lindos gestos”.
(Antología documental de Venezuela, 1971; p. 21) Sin embargo, Gonzalo Fernández
de Oviedo los definía como viciosos, ociosos, mentirosos, capaces de ejercer
muchas conductas bestiales. Mientras tanto Fray Tomás Ortiz los acusaba de
antropófagos y brutos animales. En descargo de estas dos últimas consideraciones, Fray Bartolomé de las Casas con su Teoría del “Noble Salvaje”, concluye que “… estas gentes eran las más bienaventuradas del mundo, si solamente
conocieran a Dios”. (Antología documental de Venezuela, 1971; p. 29)
Como se ve, encontradas fueron las opiniones presentadas en España sobre
la naturaleza y conducta del poblador originario del Nuevo Mundo. Conductas
entre ellos mismos, frente a Dios y, por supuesto, frente al conquistador europeo. A todo evento, el problema fundamental siempre fue uno sólo; qué trato
darle al indígena en razón de su comportamiento ante el fenómeno histórico que
estaba presto a enfrentar y del que sería un protagonista de primer orden.
Raúl Meléndez M.
En lo que respecta a la Metrópoli española el indígena fue considerado
vasallo del Rey, súbdito de la Corona y un hijo de Dios al que tenía que convertirse al Cristianismo. Lo que equivaldría en nuestros días a tratarlo cual si fuera
un menor de edad o un incapaz por ausencia de discernimiento. Imperaba entonces la necesidad de normar de alguna manera el trato a dar al indígena. Pero
esta nueva solución traería consigo una nueva interrogante. ¿Quién crearía la
norma y a quién le correspondería aplicarla? Básicamente si se iba a tratar de
normas tan importantes referidas a la condición del indígena. Normas que deberían emanar forzosamente de la Corona por el principio de que toda soberanía
descansaba en el Monarca, pero para ser aplicadas allende los mares por el más
común de los conquistadores y colonizadores, cuya característica, quizás hasta
por el imperio de las circunstancias, era precisamente la de no acogerse a ningún
código normativo.
Conseguimos un nuevo inconveniente. La España conquistadora y colonizadora tenía muy poca cultura jurídica. Sin embargo, ello no implicaba un estado
de anomia absoluta, a sabiendas de que la necesidad de regulación aumentaba
en la medida que la situación y el poderío español se hacía más complejo.
López Guedez (1976) clasifica el Derecho español imperial en: 1.- Derecho
Metropolitano para todo el Imperio español. 2.- Derecho Metropolitano dictado exclusivamente para América. 3.- Derecho estrictamente Indiano. Dividido
en A) Derecho Indiano General, o sea, para todos los territorios indistintamente. B) Derecho Indiano en particular. C) Derecho Indiano local o Derecho
Municipal. (p. 27)
Por otro lado, la presentación formal de las normas dictadas por el Monarca español podía ser: 1.- Real Pragmática; 2.- Real Provisión; 3.- Real Cédula;
4.- Ordenanzas y 5.- Instrucción. En la época del predominio de los borbones
(siglo XVIII), se agregaron el Real Decreto, la Real Orden y el Reglamento.
Todas estas normas no tuvieron distinción de fondo entre sí en razón de la
autoridad de la cual provienen, pero sí en cuanto al contenido y a la materia
que pretendieron regular.
En cuanto al trato dado al indígena fueron promulgadas las Ordenanzas de
Burgos en 1512 y de Valladolid en 1513. Las primeras están compuestas por
unos treinta y cinco capítulos llamados leyes, y las segundas por cuatro. En
todo caso, regulan el trato que debe dársele al indígena tanto desde el punto de
vista espiritual como del material.
Orígenes del Derecho Indiano hasta las Leyes Nuevas
En el ámbito espiritual no sólo ordenaba la Corona la construcción de una
Iglesia en cada pueblo de indios, sino también que “a los dichos indios se les
busquen todos los mejores medios que se pudieren hallar para inclinarlos a las
cosas de nuestra santa fe católica”. (Antología documental de Venezuela,
1971; p. 37) Materialmente, estos textos legales regulaban lo relacionado con
la vivienda, el vestido, el trabajo minero y agrícola del indígena. Como ya se
dijo, jurídicamente se tenía al indígena como un menor de edad o incapaz, por
lo que con estas Ordenanzas se crea la figura de Visitador de los indígenas,
cuya tarea fundamental era la de velar por un buen trato que debería recibir de
parte del colonizador.
En materia de legislación la Metrópoli española actuó casuísticamente en
atención a las circunstancias que se le fueron presentando en el Nuevo Mundo.
Así entonces las Ordenanzas de Burgos de 1512 y su complemento, las de
Valladolid en 1513, fueron un intento desesperado de la Corona por frenar los
usos y abusos de los que era objeto el indígena por parte del conquistador
español. El problema fue que al estatuir legalmente la figura de la Encomienda le
dio al colonizador un instrumento jurídico eficaz para una mayor explotación del
indígena. Sin embargo, en la historia de la Legislación Indiana se le reconoce
como el primer código o intento de codificación que hizo la Corona española con
respecto de sus colonias americanas en 1512-1513, aún cuando la Monarquía no
se había consolidado.
El 9 de diciembre de 1518 son dictadas las Ordenanzas de Zaragoza con la
intención de controlar los abusos que no paraban de cometerse contra el indígena, “y porque nuestra intención es que de aquí en adelante se remedie, para que
los dichos caciques e indios sean bien tratados, como vasallos nuestros, y
doctrinados e instruidos en las cosas de nuestra santa fe católica”. (Antología
documental de Venezuela, 1971; p. 46) Estas Ordenanzas estuvieron compuestas por cuarenta mandatos, cuyo contenido era más o menos igual al de Burgos
y Valladolid. Su eficacia fue igualmente ninguna.
Entrada la cuarta década del siglo XVI los problemas de control colonial se
complicaban. Las leyes y Ordenanzas se promulgaban, se acataban pero no se
cumplían. Mientras el gran Estado español en el Nuevo Mundo, desde el punto
de vista de su eficacia jurídica era casi nulo, y España tenía enemigos por todo
el vecindario europeo que la acechaban aquí en América. El gobierno de Carlos
I era lo suficientemente débil como para no estar a la medida de las circunstancias que rodearon sus años de mandato. Una cosa era cierta, existía la necesidad
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de crear instituciones o fortalecer las ya existentes para hacer más efectivo el
gobierno español en América.
Institución que merece especial atención, creada en 1524 y con gran influencia hasta el siglo XVIII, fue el Consejo Real y Supremo de las Indias,
autoridad central propia que le tocaba dirimir los principales problemas americanos, tanto de orden administrativo, civil y penal. Hasta esa fecha los asuntos americanos eran resueltos por el Consejo de Castilla. La dificultad fue que
desde su creación el Consejo de Indias, como también se le conoce, no se
comportó a la altura de las exigencias llegando a existir entre sus consejeros
casos de extorsión y soborno, lo que obligó a los Monarcas de turno a realizarle constantes revisiones.
La primera reglamentación que se hizo sobre el funcionamiento del Consejo
está contenida en las llamadas Leyes Nuevas de 1542-1543 (Antología documental
de Venezuela, 1971; pp. 57-65) Estas normas, técnicamente hablando, fueron Ordenanzas Reales y no leyes como también se les reconoció. Sin embargo, su
importancia radica en la variedad de materia que contenía, además de las referidas
al Consejo de Indias. Con ellas se crean el Virreinato de Perú y la Audiencia de
Lima (Art. 10). También se crea una Audiencia Real de los Confines de Guatemala
y Nicaragua (Art. 11). Se ordenan procedimientos judiciales de Segunda Instancia
(Art. 14). Se prohíbe la esclavitud del indígena (Art. 21). Regula las encomiendas
otorgadas a virreyes, gobernadores y tenientes (Art. 26). En fin, estas y otras
regulaciones de distinta naturaleza se vieron plasmadas en los cuarenta preceptos
que componen las Leyes Nuevas de 1542 y los seis que conforman la Real Ordenanza de Valladolid de 1543. He allí su trascendencia legislativa.
BIBLIOGRAFÍA:
Antología documental de Venezuela: 1492-1900 (1971). Compilación Santos Rondulfo
Cortés. Caracas – Venezuela. Editorial Pregón.
Las formas de gobierno en la historia del pensamiento político (1965). Selección de textos
Juan Carlos Rey. Vol. VI. Caracas – Venezuela. Ediciones de la UCV.
López Guedez, Horacio (1976). La formación histórica del derecho indiano. Mérida –
Venezuela. Ediciones de la ULA.
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