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Punto de Vista
POR
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JOSÉ MORALES MANCERA
Requisitos para una
DEMOCRACIA posible
Es ingenuo pensar en la democracia como una forma de gobierno duradero
por el simple hecho de que el voto sea respetado y que los gobernantes hayan
sido elegidos por una mayoría. El principio de la mayoría no es suficiente. La
democracia es antes que nada una cultura que no brota espontáneamente del
pueblo. Hay que crearla.
L
a democracia puramente
cuantitativa no cualitativa
eleva basura, mediocridad y
corrupción, como lo han venido
demostrado las pretendidas nuevas
democracias en Latinoamérica. Muy
pronto algunos enamorados de la
democracia teórica están deseosos
de volver a un régimen autoritario con
tal de retornar al orden, la seguridad y
a una economía en desarrollo.
Letras libres (julio 2004) menciona,
en un artículo titulado La agonía de la
democracia en América Latina, que
un estudio de las Naciones Unidas
recoge una encuesta donde “54%
han declarado no tener problemas
con una dictadura si produce
progreso económico y seguridad”;
es decir, donde se valora más
el desarrollo que la democracia.
El orden es indispensable y si la
democracia no sabe generarlo, se
destruye a sí misma. Los fracasos del
populismo revolucionario de masas
han terminado invariablemente en
dictaduras: véase la Revolución
Francesa con Napoleón, la Revolución
Rusa con Stalin, la Revolución
Mexicana con Calles.
26 ENTORNO
La democracia —como se prueba en las democracias duraderas o
sustentables como la inglesa que es, después de la caída de la antigua tradición
del Estado Romano, la que más ha aportado a la cultura política— requiere
de ciertos soportes sociales que puedan crear, mantener o desarrollar una
mentalidad de “valores de cultura democrática” entre la sociedad civil y sobre
todo en los gobernantes, los partidos y los aspirantes a la política.
En México, como en la mayoría de los países de América Latina, estamos
aún muy lejos de construir los necesarios cimientos previos para una
democracia posible. Los norteamericanos heredaron gratuitamente esta
cultura de Inglaterra, pero la han venido perdiendo paulatinamente por la
reducción del Estado de Derecho a nivel nacional e internacional, el crecimiento
del narcotráfico, la filosofía del bienestar o hedonismo y el bajo nivel de
“accountability” o rendimiento de cuentas ante las cámaras y el poder judicial.
La llamada democracia de masas (individuos sin organización ni cultura
democrática, sólo con las necesidades y los apetitos del momento) es
manipulable y sobornable con miserables obsequios y promesas de derechos
abstractos. Estas dádivas que al demagogo no le cuestan sino a la hipoteca
de la deuda pública, logran convertir a los ciudadanos en cada vez más
dependientes y masificados y a los gobernantes en cada vez más chantajistas.
Este proceso no tiene nada que ver con la democracia madura compuesta
de:
• Organizaciones e instituciones sociales con conciencia de su poder desde
la sociedad y de su responsabilidad de a quién eligen, pues son generadoras
de sus propios líderes a los que forman en valores primero de comunidad o
gremiales y luego sociales.
• Sociedades intermedias, cuerpos sociales o de intereses gremiales o
altruistas (mal llamadas organizaciones no gubernamentales u ONGs), nacidas
del propio ámbito de libertad social y no del estado, como lo hacen los
gobiernos totalitarios y estatistas donde toda la organización social proviene y
es controlada por el estado o por el partido de estado. En nuestro caso, gran
número de movimientos callejeros son producto de agitadores profesionales,
pues en las democracias inmaduras el político toma fuerza creando y
manteniendo problemas sociales; no resolviéndolos, lo que sería su función.
Hace poco presenciamos la máxima manifestación auténticamente social
sin banderas políticas ni demagogos que llenó seis veces el zócalo. Los
auténticos grupos de representación social no constituyen grupos de choque
y de desorden callejero, ni de plantones de pagados, sino de participación
desde sus propios intereses en la “sociedad plural” que aspira a la verdadera
representación en las cámaras.
Siempre habrá que distinguir el ““corporativismo desde el gobierno y el
partido del gobierno” de las organizaciones con su propia fuerza y prestigio
que forman el “social empowerment” que no requiere de marchas diarias en las
calles, pues esperan que las cámaras y parlamentos funcionan como voceros
de sus inquietudes. En nuestro caso las cámaras, por lo menos hasta ahora, son
estériles o francamente un estorbo a la solidaridad nacional y para los cambios
estructurales indispensables para el país.
Seis son por lo menos los requisitos indispensables para la construcción
de una “cultura para la democracia madura”, los cuales pueden tardar mucho
tiempo en construirse; tanto, que los avances logrados se destruyan por
fuerza de la demagogia y el desorden e inseguridad imperantes, pues la falta
total de autoridad y de poder conduce a la anarquía, la corrupción y al caos
económico. No debemos permitir que la nación “se nos vaya de las manos”.
Hay que construir, no destruir, una democracia madura, para lo cual hay que
formar primero instituciones y hombres cabales para la política.
1) Un estado de derecho respetado por los propios gobernantes que no se
saltan la ley y con mayor fuerza de convicción, de imperio o de fuerza que los
grupos de poder, pues si la mafia y la inseguridad son más poderosos que el
gobierno constituido, la democracia está llegando a su fin. Obviamente, la ley
debe de ser posible de cumplir y estable por ser fruto de la inteligencia y de la
experiencia, no de la arbitrariedad de legisladores o de la discrecionalidad del
burócrata que está en la ventanilla.
2) Universidades humanistas de excelencia, no solo técnicas. Las
universidades con letras, filosofía, teología, sociología y psicología son
los fundamentos del pensamiento y del liderazgo político. Todos los
países maduros las tienen. La economía y la administración son solamente
herramientas o técnicas útiles pero no hacen políticos. Detrás de todo político
verdadero hay un sólido pensamiento sociológico, que se fundamenta en
la filosofía y está por necesidad en una idea teológica o en su negación
(como el marxismo o el fascismo), con las consecuencias que esta cadena de
valores y conocimientos produce, como ha demostrado la historia. Mientras
nuestra geometría política sea sólo de izquierdas y derechas, de neoliberales
y demagogos, estamos en primaria. Si no hay conocimientos básicos de
pensamiento, los partidos y los políticos se vuelven mudos o dicen desatinos,
como nos lo muestra la experiencia cotidiana.
3) Libertad de prensa y televisión responsable que promueva una opinión
pública formada por los factores de la sociedad, mediante pensadores
profundos (editorialistas de clase) e informadores éticos, con veracidad e
ideología política democrática, para crear una opinión ni de derechas ni de
izquierdas radicales, sino real y
pragmática y no sólo una información
amarillista y alarmista. Además, se
requiere una televisión responsable
de sus contenidos, pues lo que se
permite en las pantallas sirve de
escuela de lo que se repetirá en
la calle: violencia, robo, secuestro,
violación, etcétera. No se puede
perseguir en las calles lo que se
autoriza que entre cotidianamente en
las pantallas de televisión.
4) Partidos políticos mantenidos
por sus propios seguidores y
por las organizaciones que los
apoyan, capaces de generar sus
propios líderes y comunicadores
con ideología y filosofía definida,
sin las carísimas subvenciones
estatales (que los vuelven negocios
apetecibles para arribistas y
familias completas). No pueden
existir partidos democráticos sin
escritores y oradores calificados
y comprometidos. Los partidos
deberán de generar su propia
postura ideológica transparente,
así como los compromisos y
responsabilidades que asuman ante
la sociedad. Cuidarán con especial
cuidado, junto con el gobierno,
que los recursos que reciban no
procedan de lavado de dinero,
pues los encadenaría a mafias en
compromisos ineludibles.
5) Vertebración social. Hoy sólo
intentaremos explicar con más
detenimiento la importancia de la
“vertebración social” para poder
vivir en la democracia madura,
que nos permite delimitar el papel
de lo social y lo comunitario con
relación al papel del gobierno
y el estado. El estado hegeliano
confundió el estado con la sociedad
y absorbió a ésta. Los resultados del
totalitarismo no se hicieron esperar.
El siglo XX fue el de las dictaduras
y los nacionalismos desorbitados.
ENTORNO 27
Punto de Vista
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“La llamada democracia de masas es manipulable
y sobornable con miserables obsequios y promesas
de derechos abstractos”
El ideal democrático se reduce al
principio “de tanta sociedad cuanta
sea posible, tanto estado cuanto sea
necesario”. Gobierno y burocracia,
los mínimos indispensables. “No haga
el organismo superior del estado lo
que puede hacer la institución menor
de la sociedad; capacite el más alto
socialmente al mas pequeño que lo
requiera para su desarrollo”.
El concepto de democracia se
puede expresar así: “Una sociedad
en la cual el poder no está plena
o esencialmente en manos del
gobierno, o sea que el poder se halla
diseminado o repartido sobre una
multiplicación de agrupaciones que
se respetan y vigilan mutuamente”.
Sociedad plural vertebrada versus
sociedad de masas manipuladas. La
sociedad plural debe entenderse
como el liderazgo social ajeno
directamente al liderazgo político, en
el cual el líder se realiza en el logro
del bien gremial y en la defensa de
los intereses gremiales, en el éxito
material de su organización y, en
segundo lugar, hasta el punto en que
los dirigentes y afiliados se sienten
interesados y motivados por la
ideología y la política interna de su
organización, en su vocación social,
practicando una democracia interna
en el partido, el sindicato, la escuela,
la cámara, etcétera.
La organización social fue la clave
de los estamentos de la Edad Media:
clase gremial, no masa, agrupada
en una solidaridad y subsidiaridad
ejemplares, única defensa frente
28 ENTORNO
al poder feudal. Eran grupos de libre asociación que destruyó la Ilustración,
gracias a las ideas del “contrato social” con el estado, de Rousseau, que fue el
origen de todas las dictaduras, pues condujo primero a la monarquía absoluta
y después, como reacción, a la Revolución Francesa. Recuérdese que la
“libertad de asociación” fue prohibida desde los gremios, los partidos y hasta
los conventos, pues la libertad era sólo para contratar con el estado mediante
el voto. La democracia sólo perduró en Inglaterra gracias a Burke y sus amigos,
quienes espantados del desorden reinante en Europa optaron por conservar
las viejas tradiciones e instituciones inglesas.
La función del estado es ser el “gestor del bien común”, no del “bienestar de
la grandes mayorías” ni el “estado providencia” que ya demostró su fracaso,
desarrollando subsidiariamente todos los grupos intermedios o básicos de
la propia sociedad sin suplantarlos ni dominarlos; respetando a la familia,
la empresa, las escuelas, los cuerpos intermedios, los propios partidos, los
municipios y las iglesias.
La sociedad es el cuerpo social donde cada grupo social debe de cumplir
su función especifica, dinamizando a los demás elementos, como lo hace un
organismo sano integrado. El estado como “sociedad de sociedades” debe
actuar con un gran respeto a los demás elementos que conforman el cuerpo
social, cuidando que ningún interés parcial de partido o de grupo se coloque
por encima del bien común o sea de las posibilidades de desarrollo de todos.
El papel del estado es como el del árbitro deportivo, que debe promover el
juego al tiempo que cuida el orden.
6) Una burocracia profesional. La transformación hacia la democracia
obliga entre otras cosas a algo desconocido en nuestra cultura actual: separar
definitivamente la función política activa de la burocrática. El burócrata como
administrador público sirve al gobierno elegido y no a un político o a una
camarilla, ni tampoco el político en turno es el otorgador magnánimo de
puestos burocráticos; sólo de “puestos políticos” de sus colaboradores
más cercanos, que deben rendir cuentas continuamente junto con el que los
nombró.
En la democracia madura el concepto de “servicio civil de carrera” crea dos
mundos separados: el del profesional de la burocracia honesto y eficiente,
pues de esto depende la permanencia en su puesto, sin importar qué partido
gobierna; y el del político cuya función es lograr los acuerdos y convenios para
la armonía y la paz del país, y no conseguir jugosas chambas para sus amigos e
incondicionales.
Los equipos políticos son distintos a los burocráticos: unos cambian sin
que tengan que cambiar todos. El ejercito mexicano institucional y patriota es
Foto: Santiago Arvizu
un buen ejemplo, pues ha entendido esto claramente. De ahí su dignidad y
profesionalismo y por ello goza del respeto que merece. Al general Joaquín
Amaro se le debe la reorganización moderna del ejército mexicano como una
institución ajena a la política activa y de partidos.
Este principio de separación evita la corrupción en la administración
pública, pues quien tiene el control político no por ello es el administrador,
sino que una burocracia profesional cuida de la administración pública sin
ventajas, sin complicidad y sin servilismo para el que se debe encargar de la
estrategia política y de los consensos en otro nivel. Esta política evita, además,
el crecimiento desmedido de la burocracia, un cáncer que padecemos, por
la salida de los capaces y honestos que son reemplazados por los nuevos e
ineptos amigos y cómplices del cambiante político.
En el poder judicial se ha empezado a dar lentamente este proceso de
maduración. En la democracia madura los tres poderes —legislativo ejecutivo y
judicial—, al igual que los poderes federales y locales, logran trabajar solidaria
y subsidiariamente en la meta común de buscar la justicia en los tribunales y
en las calles, lo que genera la paz social y el bien común. Así, los diputados y
senadores pueden ser reelegidos si su participación ha sido valiosa en el logro
del consenso, por encima de partidismos y camarillas. E
El autor es licenciado en administración de empresas y contador público. Es doctor en filosofía
por la Universidad de Navarra y director general del despacho Morales Mancera, de contabilidad y
consultoría.
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