La nueva evangelización a la luz de la Evangelii gaudium

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La nueva evangelización a la luz de la Evangelii gaudium Me habéis pedido una intervención sobre la nueva evangelización según la Evangelii gaudium. He
decidido no presentar el texto de la exhortación apostólica, sino dejarme inspirar por él, del
horizonte que lo connota, de la visión de Iglesia y del anuncio que lo caracteriza. Pero
necesariamente será una lectura caracterizada por mi sensibilidad.
Divido mi intervención en cinco partes. En primer lugar señalo el contexto en el que nos
encontramos, un contexto que marca el fin de un cierto cristianismo. Preciso después el horizonte,
que es el misionero. En tercer lugar, señalo las condiciones que hacen posible la proclamación del
Evangelio en los corazones de las mujeres y los hombres de hoy. Recupero algunos aspectos del
contenido, que permiten introducir y aclarar el concepto de primer y segundo anuncio. Por último,
esbozo algunas características de estilo, de modo que sea un segundo anuncio evangélico.
1. El contexto Me gustaría exponer el contexto actual a través de una imagen. En un encuentro de formación que
tuve el pasado 24 de junio con el clero de la diócesis de Rovigo, en el Triveneto, Don Luigi, párroco
de la parroquia de Ramodipalo de Lendinara me platicaba que precisamente en ese día, pero 20
años antes, su iglesia había sufrido una catástrofe. Los fieles, ya se habían ido, y él acababa de
cerrar la puerta. De repente todo se volvió negro, y luego un gran estruendo y una nube de polvo.
Cuando el polvo disminuyó Don Luigi jadeó, quedo sin aliento. ¡No había campanario! Un tornado
lo había arrancado y lo había estrellado con el techo de la iglesia. Le pregunté si habían
reconstruido el campanario. Me dijo que habían renovado la iglesia, que fue reabierta 12 años
después, pero el campanario no, por falta de dinero. Inicié mi intervención con los párrocos de la
diócesis de Rovigo con el recuerdo apenas citado. La iglesia ha experimentado en los últimos años
un verdadero y propio tornado. El campanario, simbólicamente al centro de cada pueblo o ciudad,
señalaba una coincidencia entre lo civil y lo religioso que hacía de la Iglesia el centro de la vida de
las personas. Aquel campanario derrumbado es una realidad de cada comunidad eclesial en la
cultura actual, sobre todo en la Unión Europea. Terminé mi encuentro con los sacerdotes de Rovigo
invitándolos a transformar una desgracia en una opción y a reestructurar la pastoral no
reconstruyendo la torre del campanario, y no por falta de recursos financieros y humanos, sino por
libre elección, por aquella que podemos llamar una nueva figura de comunidad eclesial entre las
casas de las personas.
Esta imagen expresa muy bien desde mi punto de vista el enfoque de la Evangelii gaudium a la
cultura actual y el sentido último de su viraje misionero.
El pasaje que la pastoral está llamada a hacer, dice el Papa Francisco, es el siguiente: «… es
necesario pasar…de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente
misionera» (EG 15).
«Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los
estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado
para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de
estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar
que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias
1
sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de
salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su
amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, “toda renovación en el seno de
la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de
introversión eclesial”» (EG 27).
¿Cuál es la razón de la elección de esta perspectiva?
Estamos a pocos pasos del final del cristianismo sociológico. De aquel cristianismo, en el
que el cristiano y el ciudadano coincidían y en el cual no se podía haber otro cosa que cristianos: la
fe heredada, y por lo tanto debida, descontada, obligada. Ha terminado el tiempo del “catecumenado
sociológico” (Joseph Colomb). Caminamos hacia un tiempo en el cual las personas, inmersas en un
pluralismo cultural y religioso, elegimos ser cristianos o no, porque la cultura actual no transmite
más la fe, sino la libertad religiosa. La respuesta inadecuada a esta situación es el de la nostalgia,
que se traduce en una pastoral del multiplicar el trabajo pastoral para que las cosas vuelvan a la fe
como estaban antes, cuando todo el mundo y todos estaban relacionados con la iglesia. Se trata de
una generosidad pastoral mal orientada. Si la Iglesia continúa permaneciendo fija en lo que le está a
sus espaldas, muy pronto será transformada en una estatua de sal (Gn 19,26).
La dirección correcta es la de una pastoral de la propuesta, de una comunidad que en su
conjunto, en todas sus expresiones y dimensiones, se haga testigo del Evangelio dentro y no en
contra el propio contexto cultural.
Nosotros nacimos como levadura; con el tiempo nos hemos convertido en masa
(cristianismo sociológico) y hemos perdido nuestra fuerza de ser levadura. El Señor está
reconduciendo su Iglesia a vivir como una minoría. La tentación eclesial puede ser la de replegarse
en una “secta minoritaria”, es decir, “aparte” de la historia y de la cultura, o peor, una minoría
“contra”. ¿Cómo ser minoría levadura y no minoría secta o minoría contra? Esto es lo que está en
juego. Es precisamente en este punto que se juega el futuro de la fe cristiana. El apelo, del que habla
el Papa se constituye en un eco autorizado, es el de llegar a ser una minoría “para”, en favor de la
masa. Recuperemos entonces el espíritu de la Carta a Diogneto, quien se expresaba así: “Los
cristianos son en el mundo, lo que el alma es en el cuerpo”1.
¿Debemos lamentarnos frente al escenario no cristiano actual? Para la Evangelii gaudium hay que
alegrarse, porque lo que nos espera es potencialmente mejor que lo que estamos perdiendo.
Dejamos el cristianismo de la costumbre y la obligación, nos estamos moviendo hacia una adhesión
a la fe marcada por la libertad y de la gratuidad. Me parece que este es un primer elemento decisivo
de acoger de la Evangelii gaudium: el propio título expresa la alegría, una alegría que manifiesta la
disponibilidad de habitar en esta cultura sin campanarios como situación favorable para el anuncio
del Evangelio.
Debe reconocerse, sin embargo, para una correcta lectura pastoral, que todavía nos econtramos
completamente en una situación de finales del cristianismo, al menos en una parte de Europa.
Todavía tenemos que gestionar, para bien o para mal, los reflejos condicionados del cristianismo
sociológico, que en algunos países europeos y como estrato presente en muchas personas conduce
todavía a referirse a la esfera de la religión como un elemento de la tradición. Considerar esto como
algo negativo sería un error de juicio. Es más bien un dato ambivalente. Esta ambivalencia entre la
1
Lettera a Diogneto, 6.
2
persistencia de algunos hábitos religiosos y la secularización de las mentalidades es, al mismo
tiempo, recursos y esfuerzo en el cuidado pastoral de la Iglesia. Ante esta situación, debemos, por
un lado, apreciar lo que aún queda de la tradición (por ejemplo, no despreciando las preguntas de
los ritos, que “siguen siendo creíbles y que inciden por mucho más tiempo que todos nuestros
discursos teológicos”2); por otra parte, evitaremos dejarnos engañar por la nube de polvo (del
campanario que se cayó), o del “efecto espejismo”.
Lo que queda de la "cristiandad" en los hábitos sociales debe ser valorado por la transición de una
fe fruto de una convención y una fe de convicción. A partir de ahora trabajaremos por un
cristianismo que vendrá. Esta actitud requiere coraje y sabiduría pastoral.
2. El horizonte -La condición fundamental: El Espíritu ha sido difundido en todos los corazones
El horizonte correcto para cada acción de la evangelización es la conciencia de que la Iglesia en
sentido propio no dona la fe, sino el testimonio de la fe. Es el Espíritu Santo quien genera la fe, ya
que es el único que puede abrir la libertad de las personas y hacerlas disponibles a la gracia de la
Pascua. Por consiguiente, si nosotros podemos dar testimonio tranquilamente de nuestra fe es
porque somos conscientes de que el Espíritu fue derramado en los corazones de todos, y que por
consiguiente la "primera gracia" de Pascua ya ha misteriosamente llegado a todos y el Espíritu
actúa en todos. En esta realidad se apoya cada acto de evangelización. Nosotros no hacemos otra
cosa que hacer posible lo que ya está en acto.
«Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la
divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en
la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual» (GS 22).
- La fe “no necesaria”
Por esta razón, si partimos de la conciencia de que la "primera gracia" ( según la expresión de
André Fossion ) o fe elemental (según la expresión de Christophe Theobald ) está muy extendida en
todos los corazones, debemos también concluir que se puede ser humano, que se puede vivir la
vida sin una referencia explícita al Señor Jesús, en cuanto que es el mismo Dios de Jesucristo el que
se ha hecho “no necesario”, (esto es, precisamente, el sentido profundo del don del Espíritu de
Pentecostés: El Resucitado sustrae su cercanía física para que sea posible su “presencia”, una
presencia en forma de absoluta discreción, sin la necesidad de la disponibilidad). Esta afirmación,
para aquellos que han encontrado al Señor Jesús, no significa que Jesucristo no es necesario, sino
que la adhesión explícita a él no la condiciona el amor, la disponibilidad y la salvación. Fuera de Él
no hay salvación, fuera de la Iglesia, sí3. Los hombres y las mujeres de hoy están buscando su
felicidad a menudo fuera de la mediación de la Iglesia y de la fe explícita en el Señor Jesús. Dentro
de sus travesías humanas (la misma travesía del segundo anuncio), pueden encontrar un sentido
incluso sin la fe.
2
S. TREMBLAY, Le dialogue pastoral, Bruxelles, Lumen Vitae - Montréal, Novalis 2005, p. 40.
3
«Dio ha legato la salvezza al sacramento del battesimo, tuttavia egli non è legato ai suoi sacramenti» (CATECHISMO
n. 1257).
CHIESA CATTOLICA,
3
- La fe determinante y la evangelización necesaria
Entonces ¿la fe en Cristo es secundaria? ¿Y el anuncio sería opcional? ¿No es necesario? Quién ha
encontrado al Señor Jesús está vinculado a su mandato: «Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura» (Mc 16,15); «Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Esta orden entra en
conflicto con lo que se ha dicho más arriba sobre la fe "no es necesario". ¿Cuál es entonces el
significado de este mandato de Cristo resucitado?
Pablo VI se expresó como sigue:
«No sería inútil que cada cristiano y cada evangelizador examinasen en profundidad, a través de la
oración, este pensamiento: los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia
de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio; pero ¿podremos nosotros salvarnos si por
negligencia, por miedo, por vergüenza —lo que San Pablo llamaba avergonzarse del Evangelio-, o
por ideas falsas omitimos anunciarlo?» (EN 80).
El sentido de este texto es el siguiente: Dios puede salvar y salva más allá de nuestro anuncio; pero
si no predicamos, ¿podemos ser salvos? No en el sentido de que si no evangelizamos faltamos a un
deber, sino en el sentido de que nosotros, objetos preciosos de la gracia segunda, no la hemos hecho
nuestra, no nos ha alcanzado. Y entonces es legítimo cuestionar nuestra salvación. Si el encuentro
con el Señor Jesús ha llegado a nuestra vida, entonces esto no puede ser tenido para sí mismo. Si la
mantenemos sólo para nosotros mismos entonces no nos ha alcanzado, y por lo tanto es legítimo
cuestionar nuestra salvación.
«El entusiasmo evangelizador se fundamenta en esta convicción. Tenemos un tesoro de vida y de
amor que es lo que no puede engañar, el mensaje que no puede manipular ni desilusionar. Es una
respuesta que cae en lo más hondo del ser humano y que puede sostenerlo y elevarlo. Es la verdad
que no pasa de moda porque es capaz de penetrar allí donde nada más puede llegar… que no es lo
mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a
tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo,
adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su
Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho
más plena y que con Él es más fácil encontrarle un sentido a todo. Por eso evangelizamos»
(Evangelii Gaudium, 265-266).
- La motivación: la alegría
La motivación del anuncio es doble: la alegría de lo que se nos ha dado gratuitamente y con amor, a
saber, el deseo de dar a los demás lo que es más valioso para nosotros y sin nuestro mérito: «para
que nuestro gozo sea completo» (1Jn 1,1-4).
Este es el horizonte de la evangelización según la Evangelii gaudium. El texto, de hecho, se
caracteriza por la inclusión: inicia con la alegría del Evangelio, termina con el Espíritu Santo:
evangelizadores con Espíritu. Comienza diciendo que todo parte de la alegría del descubrimiento de
Jesucristo, termina diciendo que la evangelización es la acción misteriosa del Espíritu Santo y que
el anuncio por parte de la comunidad eclesial es una “diaconía del Espíritu”, un servicio de
mediación para su obra.
4
De esta manera venimos desenganchados de cualquier "necesidad" en el campo de la fe (tanto
recibida como donada) y nos colocamos en la línea de la gratuidad. Considere la fe como un
suplemento de gracia, paradójicamente “no necesaria pero decisiva” (André Fossion). Esta
experiencia de un determinante gratuito (“no es lo mismo...”) es la fuente de nuestra alegría y de la
necesidad intrínseca inherente de comunicarla.
3. Las condiciones - Hay un tiempo para…
Si nos fijamos en las condiciones para que el mensaje llegue a los hombres y mujeres de hoy,
tenemos que volver a lo que nos cuenta la parábola del sembrador (Mc 4). La libertad está
influenciada por muchos aspectos (el amor que se ha tenido, o que no se ha tenido, la educación, el
carácter, las situaciones concretas...) y los ritmos son diferentes para cada uno. El tiempo oportuno
no puede ser programado. Por esta razón, la parábola del sembrador selecciona la lógica de los
residuos, distribuyendo con granes gestos la semilla de la palabra sobre cualquier terreno, sin
distinción (lectura cristológica de la parábola del sembrador, Mc 4, 3-9).
-El tiempo oportuno: las grietas
Sabemos con certeza suficiente (partiendo cada uno de nuestra experiencia) que el momento
apropiado son normalmente las “grietas…” que se abren dentro de las experiencias humanas que
como adultos vivimos en el arco de nuestra vida. No es raro que en los periodos de estabilidad
(cultural, emocional, económica, física...) el anuncio se deje sentir en nosotros, pero sólo cuando los
equilibrios logrados se rompen o se desquebrajan. A estos saltos les damos el nombre de “crisis”,
entendida como el acto de una discontinuidad en la vida por exceso o por defecto. Por exceso: la
aparición de algo gratuito que sorprende (como un amor que se presenta repentinamente, un hijo
que nace, una causa que apasiona, una cosa que sorprende). Por defecto: la aparición de una
amenaza de muerte (una pérdida, una situación de soledad, una lesión, el fracaso, la enfermedad, el
duelo). Las sorpresas son posibles “grietas”, las heridas pueden convertirse en rendijas.
Las “crisis” entendidas como interrupciones de lo normal u ordinario son posibles “umbrales de
acceso a la fe”4. Dentro de estas experiencias nos viene al encuentro el misterio humano en sus dos
fases: el de la vida y el de la muerte. En cada uno de estos pasajes está en juego una experiencia
pascual: el deseo de la vida y la amenaza de la muerte: vale para un enamoramiento, el nacimiento
de un hijo, una crisis afectiva, una enfermedad, etc.5.
- Se coloca en estos pasajes el tiempo favorable para el anuncio. Ello presupone los testimonios y de
una comunidad que en estas pascuas humanas proclamen la Pascua del Señor: “todo el que invoque
4 VESCOVI DELLE DIOCESI LOMBARDE, La sfida della fede: il primo annuncio, EDB 2009, 11-­‐26. 5 Estoy coordinando personalmente un proyecto de recolección e interpretación de prácticas de evangelización llamado “proyecto segundo anuncio” (www.secondoannuncio.it). Hemos seleccionado cinco experiencias “umbrales”: * generar y dejar partir (la experiencia de ser genitores en su varias fases) * errar (en el sentido de explora y de equivocarse) * unirse, dejarse, ser dejados (la experiencia de los afectos) * apasionarse y compartir (el trabajo y la fiesta, la política, el voluntariado…) * experimentar la fragilidad y vivir la propia muerte 5
el nombre del Señor, será salvo. Ahora, ¿cómo van a invocarlo si no creen en Él? Y cómo van a
creer si no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? "(Rm 10,13-14).
4. El contenido Es útil introducir en este punto dos conceptos que nos ayudan a entender mejor en qué consiste la
evangelización según la Evangelii gaudium: son las expresiones del primer y del segundo anuncio.
- El primer anuncio
El Papa Francisco se expresa de la siguiente manera:
«Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o
«kerygma», que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación
eclesial… En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama,
dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para
liberarte» (Evangelii gaudium, 164).
A través de una simplicidad desarmante, la Evangelii gaudium reconduce a lo esencial: en un
contexto misionero se debe retornar a lo básico, al fundamento de la fe, que no es la doctrina, sino
un evento testimoniado en el kerygma.
- El segundo anuncio
El Papa Francisco continúa así:
«Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y
después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido
cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas
maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la
catequesis, en todas sus etapas y momentos...
Toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada
vez más y mejor, que nunca deja de iluminar la tarea catequística, y que permite comprender
adecuadamente el sentido de cualquier tema que se desarrolle en la catequesis» (Evangelii gaudium,
164-165).
De estos textos podemos tomar tres formas:
a) El primer anuncio es tal no sólo en un sentido cronológico, sino ante todo en el sentido genético.
Evangelii gaudium habla del primer anuncio cualitativo, los obispos italianos en la nota sobre el
primer anuncio hablando del primero en sentido genérico y fundante: «La “prioridad” del primer
anuncio - escriben - debe entenderse principalmente en un sentido genético o fundante: en la base
de todo el edificio de la fe está "el fundamento... que es Jesucristo» (1Cor 3,11) (CEI, Esta es
nuestra fe, 6).
6
b) El segundo anuncio es el primero que «se hizo carne cada vez más y mejor» en los diferentes
cruces y situaciones de la vida humana. Como hay un primer sí pero el decisivo con frecuencia es el
segundo, de la misma manera hay primeros anuncios pero los decisivos son con frecuencia los
segundos, que para muchos son los primeros efectivos. Entonces podemos hablar de “segundo
primer anuncio”. La entrega de la propia vida al Señor Salvador. Anuncian la bella noticia de la
Pascua del Señor Jesús dentro de la existencia humana.
«Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de
doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un
estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se
concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo
más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve
más contundente y radiante» (Evangelii gaudium 35).
En consecuencia vienen revisadas todas las prioridades de la evangelización: el anuncio del amor
de Dios precede a la exigencia moral; la alegría del don precede el compromiso de la respuesta; la
escucha y la proximidad preceder a la palabra y la propuesta.
«La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en
todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no
imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y
una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más
filosóficas que evangélicas. Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor
el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena» (Evangelii
gaudium 165).
- “Auxilio simbólico” y anuncio de salvación
Pero, en realidad, ¿Qué contenido tienen el primer anuncio y el segundo primer anuncio? ¿Qué
aportación dan a la vida de las personas?
Daniele Loro (profesor de Pedagogía para adultos en la Universidad de Verona), con mucha
relevancia define la contribución del anuncio cristiano como “propuesta interpretativa” como
ofrenda de significado religioso en los pasajes de la vida.
Él afirma que la condición para vivir una transición como una oportunidad para el crecimiento y
como un segundo anuncio es que la persona acceda a una lectura simbólica de lo que vive. No basta
vivir de las transiciones, debemos ser capaces de interpretar el significado, afirma Daniel Loro.
Podríamos entonces decir que la contribución del segundo primer anuncio es un “auxilio
simbólico”.
A la luz de las Escrituras, podemos decir que el primer anuncio es sin duda una ayuda
interpretativa. Las narraciones post- Pascuales lo certifican o lo atestiguan. Véase, por ejemplo, la
“ayuda simbólica” del Resucitado a los dos discípulos de Emaus, que se lleva a cabo cuando les
ayuda a interpretar los recientes acontecimientos en Jerusalén al abrirles las Escrituras. Pero esta
perspectiva es solamente una perspectiva del kerigma. Hay un factor más determinante: es el
anuncio de que dentro de las muertes de los seres humanos el Señor muerto y Resucitado se
presenta como el Salvador, el que libera de la muerte. El kerygma no sólo ayuda a encontrarle un
sentido a los pasajes de la vida, anuncia una presencia que rescata y salva. Afirma que en el
Crucificado Resucitado la muerte no tiene la última palabra. Esto es más del kerigma de la fe
7
respeto a una perspectiva de acompañamiento pedagógico de las personas, uno más no es contraste
con dichos acompañamientos pedagógicos humano, sino en una relación de continuidad y el exceso
de la misma. La diferencia es que Jesucristo no es sólo el compañero de viaje del hombre (el que se
acerca y explica), es sobre todo su Salvador (el que asume y salva). Está claro que este es también
el salto de la fe: el confiarse a sí mismos a dicho anuncio.
5. El estilo misionero Ahora podemos señalar, pero sólo como un apunte, algunos rasgos del estilo de anuncio resultante
desde la perspectiva de la Evangelii Gaudium.
Es el mismo contenido que el primer anuncio y el horizonte arriba indicado que indican el estilo de
la misión, lo que André Fossion define como “evangelizar de manera evangélica”. Este estilo
puede ser indicado con muchas facetas. Subrayo tres.
- La suspensión del juicio: esperanza
El primer rasgo del estilo de la evangelización es la suspensión del juicio. Cada persona se adapta al
Evangelio a partir de la situación en que se encuentra. Es amada por Dios independientemente. El
anuncio se inicia desde el principio y no de la meta. Se centra en la esperanza entendida como una
apuesta segura.
- Fuera de todo contrato: gratuidad
El anuncio no pide condiciones previas. Es unilateral. Es donado en una actitud de absoluta
gratuidad. Río arriba, el anuncio pide salir de toda perspectiva de cristiandad, en las cuales se
exigen algunas condiciones morales para ser cristianos. Río abajo no calcula los resultados, no hace
censos. Deja que las palabras donadas porten su fruto en la medida de la posibilidad de la libertad
humana y de la acción del Espíritu Santo. Por estas razones, el Evangelio hace al evangelizador
totalmente libre.
- El testimonio: santidad (correspondencia)
El tercer rasgo del estilo de la evangelización que me gusta recordar es seguramente la santidad
(personal, eclesial) entendida como la correspondencia entre forma y contenido (Christophe
Theobald). La Iglesia y cada testigo son con sus vidas la visibilidad (y por lo tanto, la prueba de la
verdad) del contenido que anuncian. Este requisito es inherente a la fe, porque Jesucristo anunciado
es el icono mismo a la santidad de Dios, en cuanto que en su vida ha habido autenticidad perfecta,
perfecta correspondencia entre el contenido y la forma de su anuncio6.
6 Theobald habla de tres aspectos de la credibilidad absoluta de Jesús y de su mensaje. El primero es «la “autoridad” (Mc 1,21.27, ecc. e parall.) del que brilla con su simple presencia, porque en él pensamientos, palabra y acciones son absolutamente coherentes en una especie de simplicidad de conciencia inmediatamente accesible a los demás: Jesús dice lo que piensa y hace lo que dice, nada más y nada menos»; el segundo es que «él está en grado de aprender da un altro ciò che egli stesso è e ciò che “può” fare (cfr. ad esempio Mc 1,40ss; 5,30; 6,34; 7, 29; ecc., e parall.)»; il terzo indice di credibilità è che «Gesù non si attribuisce mai la capacità di convincere dall’esterno i suoi interlocutori della fondatezza della notizia di bontà. Al contrario, egli risveglia ciò che già vive nel loro cuore o nella loro coscienza, la “fede”, della quale egli così riconosce che ha la sua origine “altrove”», cioè dal Padre («Figlia, la tua fede ti ha salvata» (Mc 5,34; Lc 8,43; Mt 9,22). Theobald chiama tutto questo “santità”, corrispondenza perfetta tra contenuto e forma. Si veda: THEOBALD C., L’annuncio del Vangelo in un contesto secolarizzato, relazione tenuta a Verona, 12 marzo 2014.
8
Reportada a la Iglesia (y a cada creyentes) tal santidad permanece una “correspondencia salvada” y
por tanto nunca terminada. En este sentido podemos decir que la debilidad del anunciante es a su
vez testimonio de la gratuidad del anuncio.
Esta "correspondencia salvada" en mi opinión es un punto decisivo de la Evangelii gaudium y
marca la diferencia del enfoque de Papa Francisco al tema de la evangelización respecto al Sínodo
sobre la nueva evangelización. Puedo testificar que Evangelii gaudium ha ido mucho más allá del
Sínodo sobre la nueva evangelización, en la que participé en calidad de experto, y ha acabado con
todas las formas de la acrobacia y el compromiso eclesiástico, que a menudo se produce en la
composición de los documentos de la Iglesia.
El Sínodo había dicho que la evangelización requiere la conversión personal. Evangelii gaudium
dice que la conversión exige la reforma, porque las palabras de la fe personal son confirmados por
las palabras de la fe inscritas en estructuras eclesiales. Papa Francisco habla de las costumbres,
estilos, horarios, lenguajes y estructuras. Se trata de una fuerte recuperación de esta afirmación
Evangelii nuntiandi: la Iglesia evangeliza no sólo con las palabras, sino con la forma que ella se da
dentro de la historia. Su organización expresa su misión. Evangelii gaudium es mucho más que una
exhortación apostólica post-sinodal (un término que se omitió deliberadamente en el documento).
Es más bien una declaración de la forma en que la Iglesia está llamada a tomar en todas sus
dimensiones y por lo tanto de una verdadera reforma. Así pues, la misión se convierte en la clave
para repensar el papel del cristianismo, la Iglesia, de su ministerio y pastoral. .
- Implícito y explícito
Cuando llegue el momento, no deben faltar, porque tienen un poder sacramental. Pero la palabra
más profunda y el único posible es el de una presencia que guarda la otra esperanza. El anuncio
implícito que se expresa en la proximidad nos hace custodios de esperanza para aquellos que en ese
momento, en ese periodo de la vida no están en grado de de esperar. Esta custodia es el kerygma .
Por último, vale la pena recordar que una característica esencial del anuncio está en el asumir
voluntariamente la relación entre implícito y explícito, es decir, entre las palabras explícitas cuando
es posible decirlas y las implícitas. “Proclamar siempre el Evangelio, si es necesario, con las
palabras” (Papa Francisco a los catequistas, en septiembre de 2013, retomando una expresión de san
Francisco). Las palabras son importantes, sabemos por experiencia. Cuando llegue el momento, no
se puede perder, porque tienen un poder sacramental. Pero la palabra más profundo y el único
posible es el de una presencia que guarda la otra esperanza. El anuncio implica que se expresa en la
cercanía nos custodios de esperanza para aquellos que en ese momento, en ese pasaje de la vida no
son capaces de esperar hace. Este caso es el kerygma.
Es por esto que la “caridad” es la última palabra de la evangelización, no es un paso para llegar a
ella. La caridad es la forma que la evangelización tiene cuando se inicia desde la periferia y del
centro.
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Conclusión
Evangelii gaudium marca una fuerte ruptura con la concepción común de evangelización difundida
en la Iglesia, sobre todo en Occidente. Esta discontinuidad se basa en primer lugar en una mirada de
esperanza sobre la cultura actual, es decir, sobre las mujeres y los hombres de hoy. Estábamos
adictos de la larga lista de los “ismos”, cansados de las constantes denuncias en contra de la cultura
actual por parte de una Iglesia que fue consideraba incólume de la historia. La mirada de Francisco
no es ingenua, pero se centra en lo que el Espíritu puede hacer en nuestros corazones, a partir de
nuestros corazones, de las personas que están en la iglesia y que en ella llevan a cabo un servicio de
diaconía o de profecía. Dentro de una situación de depresión de la Iglesia él comienza a hablar del
anuncio de la alegría, la alegría de haber descubierto el tesoro y la perla de gran precio, y que no
puede guardar para sí mismo. Es esta exigencia intrínseca a la que él le da el nombre de "misión",
exigiendo que cada aspecto se haga visible y posible para todos de ser alcanzados por el amor de
Dios. A partir de este horizonte, es capaz de llevar toda expresión eclesial a su puesto justo,
distinguiendo lo esencial de lo consecuencial, restablecimiento la jerarquía de las verdades de la fe.
Evangelii gaudium da una zancada (un paso) más adelante respecto a la concepción de la
evangelización y la pastoral prevalente en nuestra iglesia. Es legítimo preguntarse si ella también ha
dado un paso por delante de la vida religiosa y la forma histórica que se tiene en la cultura actual. El
Papa Francisco nos está interpelando con este texto magisterial que posee una carga de profecía.
Desde hace buen tiempo no sucedía que un texto no tenía estas dos dimensiones: el magistral y el
profético. Ahora que la profecía se convierte en un acto de magisterio es realmente algo novedoso.
Precisamente aquella novedad que la vida religiosa está llamada a custodiar. Evangelii Gaudium
nos obliga a alargar el paso. ¿Podremos mantenernos al ritmo de este documento profético? Esto es
lo que esperamos.
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