Búsqueda de la iglesia neotestamentaría El Movimiento de Restauración: Raccoon John Smith «[Jesús] dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18.3). Raccoon John Smith fue uno de los más singulares personajes del Movimiento de Res­ tauración. Aunque era divertido por naturaleza, su vida adoleció de una cuota de tragedia mayor de lo normal. Careció de educación formal, sin embargo fue noble y brillante. John Smith nació el 15 de octubre de 1784, en el que más adelante se llegó a conocer como Condado de Sullivan, en el este de Tennessee. Sus padres, George y Rebeca, eran miembros de la Iglesia Bautista y firmes creyentes del Calvin­ ismo. Este incluía el punto de vista de que los pecadores son depravados y no pueden ser sal­ vos, excepto por elección de Dios, y el punto de vista de que nadie puede saber que es salvo, sino hasta que alguna señal misteriosa del Espíritu Santo le dé seguridad de su elección. Estando en una búsqueda de tierra menos cara, la familia Smith se mudó a Kentucky. Siendo joven allí, Smith esperaba alguna señal o llamado especial que le hiciera saber que él era salvo. Le angustiaba su condición de perdido y con el tiempo, en diciembre de 1804, relacionó las luchas emocionales que experimentaba con la «experiencia religiosa» que necesitaba. Con fun­ damento en esto, fue elegido por votación como miembro de la Iglesia Bautista. A la edad de veintiún años, llegó a ser estudiante de Robert Ferrill. Cuando la escuela de este cerró, Ferrill brindó alojamiento a Smith y le animó a estudiar independientemente en su biblioteca. Durante el día, Smith trabajaba ya fuera en el campo o en el taller de ruedas de Ferrill, y por las noches estudiaba a la luz de la chimenea. 1 Como no deseaba quedarse demasia­ do tiempo, para no aprovechar injustamente de la hospitalidad de Ferrill, Smith se mudó más adelante a vivir con su hermano. Los bautistas de Kentucky se reunían fre­ cuentemente en las cabinas de unos y otros, para 1 Everett Donaldson, Raccoon John Smith, Frontiersman and Reformer (Raccoon John Smith, hombre de la frontera y reformista) (Mt. Sterling, Ky.: North Ridge Publishing Co., 1991). tener períodos de canto y oración. John cultivó su habilidad para dirigir el canto así como la oración en estas reuniones. Con el tiempo, su amigo le convenció de participar en la predicación, o la «exhortación». En una de las reuniones, su aten­ ción se fijó en una joven llamada Anne Townsend. En 1806, los dos se unieron en matrimonio. Para esta fecha, Smith tuvo el deseo de ser predicador, pero le atribulaba que no había reci­ bido «un llamado de arriba». En mayo de 1808, hizo un examen, aceptó la Confesión de Fe de Filadelfia, y fue ordenado predicador bautista por la Asociación Bautista del Valle de Stock­ ton. Como era de esperar, predicaba la doctrina calvinista de ese tiempo. Más adelante, Smith llegaría a entender que «todo el que lo desee, puede venir», porque Dios no hace acepción de personas en cuanto a quién puede ser salvo. Entendería que un hombre debe responder a la gracia de Dios con fe (Gálatas 5.6) y que obedecer amorosamente el evangelio de Cristo da como resultado la salvación (Hebreos 5.8–9; Mateo 7.21; Hechos 2.38). Para esta fecha, sin embargo, lo que él estaba predicando era una doctrina que había tenido su origen en la mente de John Calvin. Smith contribuyó decisivamente en la forma­ ción de una iglesia Bautista en la comunidad de Parmleysville, Kentucky, y dos meses después llegó a ser ministro de esta. Con deseo y celo, él estudiaba su Biblia y predicaba a diferentes congregaciones de la región. Le tenía gran re­ speto a la Biblia así como al libro de credo de los bautistas; todavía no estaba consciente de la incompati­b ilidad entre uno y otro libro. El profundo respeto que le tenía a la Biblia lo llevó al final a apartarse de aquel credo de hombres y a unirse al movimiento para restaurar la iglesia del Nuevo Testamento. En 1814, Smith se mudó con su esposa y sus cuatro hijos a Hickory Flats, cerca de Huntsville, Alabama. El hermano y la hermana menores de su esposa, también acompañaron a los Smith. Aproxi­m adamente dos meses después, cuando John estaba en una gira de predicación, la cabaña de ellos se incendió hasta quedar reducida a cenizas. Dos de los hijos murieron en el incen­ dio. Smith no podía creer que sus hijos inocentes sufrirían la condena­c ión eterna. Anne no pudo hallar consolación y se hundió en la depresión por la pérdida. Jamás se recuperó; ella murió y fue sepultada junto a sus dos hijos. Smith volvió a Kentucky, pensando constantemente en la idea calvinista de que los niños nacen en pecado. Cada vez llegó a ser más claro que el Calvinismo era inconsecuente con lo que él sabía de las Escrituras. En agosto de 1815, la Asociación Bautista de Tate’s Creek celebró su reunión anual en Crab Orchard, Kentucky. Debido al exceso de gente, era imposible tratar los asuntos de la asociación. Jacob Creath, Sr., un predicador bautista muy respetado, hizo un ruego especial en el sentido de que se pidiera a alguien que predicara a la multi­ tud que estaba afuera, con el fin de que un menor número de personas pudieran seguir adelante ad­ entro con los asuntos a tratar. Thomas Hansford, el predicador bautista de Crab Orchard, estaba ocupado llevando a cabo los arreglos necesarios para esta reunión; de modo que comenzó a bus­ car a alguno que pudiera mantener ocupada a la gente. Reconoció entre la multitud a John Smith y le pidió que predicara. Smith estuvo renuente al comienzo, pero al rato aceptó. Cuando Smith se acercaba tímidamente a la plataforma que se había erigido en un huerto cercano, la multitud decepcionada comenzaba a dispersarse. No obstante, este hombre poco culto, que parecía haber sido criado en medio de mapaches, captó la atención de ellos cuando citó a Agustín y a Catón. Luego se presentó a sí mismo y habló de la redención. La gente se apretujó más para oírlo, y algunos incluso se subieron a los árboles para verlo mejor. Smith tuvo gran impacto en sus oyentes, y la ocasión renovó su interés en la predicación. A medida que Smith seguía estudiando la Biblia, en su mente se le planteaban serias dudas acerca de la doctrina bautista que él predicaba. En Marzo de 1822, estaba predicando en Spen­ cer ’s Creek, Kentucky, apremiando a los peca­ dores a arrepentirse y a creer en el evangelio. De repente, le entró una confusión, al razonar diciendo: «Suponiendo que los electos no creen, ¿serán salvos? Suponiendo que los no electos sí creen, ¿serán salvos?». Concluyó su sermón abruptamente, diciendo: «Hermanos, algo no está bien, estoy en tinieblas, todos estamos en tinieblas; pero cómo conducirlos a la luz o cómo encontrar el camino yo mismo, delante de Dios, es algo que no sé». 2 Al mismo tiempo que Smith reflexionaba so­ bre el tema de la salvación y las enseñanzas del calvinismo, Alexander Campbell comenzaba a publicar el Christian Baptist en Bethany, Virginia. Smith difícilmente podía opinar sobre los análi­ sis que se presentaban en la publicación. Eran bastante diferentes de lo que él y otros bautistas estaban predicando. En 1824, Smith anduvo 32 kilómetros a ca­ ballo para oír predicar a Alexander Campbell. Después, Smith acompañó a Campbell a otros compromisos de predicación. Cuando viajaban juntos, Smith preguntó a Campbell acerca de su «experiencia religiosa». Campbell contestó que su «experiencia religiosa» consistió simplemente en leer las Escri­t uras, creer lo que leyó, arrepentirse de sus pecados y ser sumergido para el perdón de pecados. Campbell le enseñó la necesidad de depender de la Palabra de Dios, en lugar de los sentimientos, como guía para asuntos de la fe y de la vida. Después de conocer a Campbell, Smith siguió leyendo artículos del Christian Baptist, comparán­ dolos con la Biblia. Estaba seguro de que algo no andaba bien con sus propias enseñanzas calvinis­ tas, pero todavía no estaba seguro de que Camp­ bell estuviera en lo correcto en cuanto a su campa­ ña de restauración. Un importante paso dado por Smith fue cuando por fin se convenció de que los credos humanos eran erróneos. Para 1825, estaba predicando que los credos debían desecharse. A medida que Smith analizaba y estudiaba más acerca del calvinismo, llegó a considerarlo un gran mal de la doctrina de los bautistas de Kentucky. Comenzó a instar a la gente a llegar a ser cristianos por medio de creer en Cristo como el Hijo de Dios, y obedecerle en el bautismo. Al asumir esta postura como la forma bíblica de recibir a Cristo, Smith estaba desechando sus enseñanzas anteriores. Tuvo que volver la es­ palda a la influencia y los deseos de su anciana madre y de sus amigos de la Iglesia Bautista. Si bien esto no fue agradable para Smith, él no podía predicar algo que consideraba equivo­ cado. Además, tuvo que oponerse a doctrinas las cuales consideraba que obstaculizaban el camino hacia la salvación de numerosas almas. Estaba completamente convencido de que esto es exac­ 2 Earl West, The Search for the Ancient Order (Búsqueda del orden antiguo), vol. 1 (Carmel, Ind.: Religious Book Service, 1990), 246. tamente lo que el calvinismo estaba haciendo. Al final, llegó a ser claro para él un curso de acción que debía emprender. Se sacudiría todas las trabas del calvinismo. Se volvería al evangelio en toda su sencillez y predicaría ese evangelio hasta donde sus habilidades se lo permitieran. Para 1826, Smith se había unido a otros predica­ dores de Kentucky que estaban proclamando un volver a la iglesia neotestamentaria. Cuando la Asociación de Bautistas del North District celebraba su reunión anual en Cane Spring, el 4 de julio de 1827, Smith asistió, espe­ rando que la Asociación tomara medidas contra él. Se leyó una carta ante la Asociación, dirigida a Smith, aunque no se le mencionó por nombre. En ella se acusaba de «herejías» a «ciertos mi­ embros», herejías tales como usar lecturas de la traducción de las Escrituras que había hecho Alexander Campbell, en lugar de usar lecturas de la King James; ya que en aquellas decía: «Yo te sumerjo», en lugar de decir: «Yo te bautizo»; y permitir que todos los participantes partieran el pan por sí mismos durante la Cena del Señor. 3 Smith no esperó a ser identificado como el «cul­ pable»; se levantó de un salto y exclamó: «Me declaro culpable de todos los cargos». Después de un enconado debate, la Asociación acordó por votación suspender las acusaciones contra Smith hasta la reunión del año 1828. Al final, los que asistieron a esta reunión, favorecieron a Smith, y los cargos no se men­c ionaron. En 1830, la Asociación se dividió. Diez iglesias se sepa­ raron voluntariamente y for­m aron una nueva Asociación que era consecuente con la doctrina bautista. La Asociación del North Disctrict se reunió por última vez como concejo asesor en 1831 y se disolvió un año después. 4 Smith dejó a los bautistas, y lo mismo hizo Jacob Creath, Jr., Jacob Creath, Sr. y John T. Jonson. Estos hombres dieron inicio a una campaña para volver al modelo de los apóstoles. Trabajaron juntos plantando la semilla del reino por todo el estado de Kentucky. Presenciaron la inmersión de cientos de personas, y fueron testigos del establecimiento de muchas congregaciones por todo el estado. Smith se entregó fielmente a la predicación del evangelio, y sus esfuerzos no fueron en Adaptado de J. W. Shepherd, The Church, the Falling Away, and the Restoration (La iglesia, la apostasía y la restauración) (Indianapolis: Faith and Facts, 1929), 225. 4 Ibíd. 3 vano. Pudo convencer congregaciones enteras de la Iglesia Bautista a que se alejaran de credos humanos y aceptaran la manera bíblica de hacer las cosas. El éxito del ministerio de Smith fue asombroso. Los «reformistas», como algunos llamaban a los que estaban relacionados con Campbell y con el Movi­miento de Restauración, añadían numerosos convertidos en regiones donde Smith y otros predi­c adores restauracionistas estaban propa­ gando el «evangelio antiguo». Se establecían nuevas congre­g aciones que se basaban «en la Biblia solamente». Un momento destacado de la vida de Smith fue su participación en las reuniones de los gru­ pos de Campbell y Stone, en diciembre de 1831 y enero de 1832. Fue entonces que él presentó su famoso ruego por la unidad: Por lo tanto, de ahora en adelante, hermanos míos, no seamos más Cambellitas, ni Stoni­ tas, ni Nuevas Luces, ni Antiguas Luces, ni ninguna otra clase de luces, sino que todos acudamos a la Biblia, y a la Biblia únicamente, como el único libro en el mundo que nos puede dar toda la luz que necesitamos. 5 Smith, juntamente con John Rogers (1819–96), propagó el mensaje de unidad a congregaciones dispersadas de «cristianos» y «reformistas», an­ imándoles a formar parte de la fusión. Después de una vida marcada tanto por la tragedia como por el triunfo, Smith fue sepul­ tado junto a su segunda esposa, la anteriormente cono­c ida como Nancy Hurt. Su epitafio se refiere a él como «un anciano de la iglesia de Cristo», y dice: Auténtico, lleno de ingenio y piadoso, el bien amado respetado por todos. Fortalecido por la aflicción y sabio por el estudio de la Palabra, renunció al credo de sus padres a causa de la Palabra. Por el poder de esta, apartó a muchos del error; a la luz de esta anduvo, y en el consuelo de esta murió triunfalmente… 6 5 J. M. Powell, The Cause We Plead, A Story of the Restoration Movement (La causa por la que abogamos, Una historia del Movimiento de Restauración) (Nashville: 20th Century Christian, 1987), 59. 6 Esta lección es una reimpresión de V. Glenn Mc­ Coy, Return to the Old Paths, A History of the Restoration Movement (Volver a las sendas antiguas: Una historia del Movimiento de Restauración) (Yorba Linda, Calif.: Mc­ Coy Publications, 1998), 162–85. Adaptada y usada con permiso. Autor: V. Glenn McCoy © Copyright 2007 por LA VERDAD PARA HOY Todos los derechos reservados